Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Jueves 23 de Julio de 2020
EL FRUTO
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15.5)
Lo normal en un buen cristiano es que sea fructífero.
En el verso anterior leímos que el secreto para llevar una vida fructífera delante del Señor es la permanencia en esa unión vital con Cristo. Esta es una experiencia de comunión en la que somos uno con Él y su fruto se manifiesta a través nuestro. Aquí en el verso que leemos hoy, continuamos con la misma metáfora. Este es el séptimo Yo Soy de Jesús en el evangelio de Juan. La Vid era una planta muy conocida entre los judíos, así que los oyentes entendían perfectamente lo que Jesús les está diciendo. Una rama independiente, sola, separada del tronco, jamás podrá dar fruto, su destino lógico es secarse. En esta secuencia de versos se habla también del fruto. En primer lugar se habla del fruto, el que lleva fruto se limpiará para que lleve más fruto. Ahora leemos sobre llevar mucho fruto, y más adelante se habla de un fruto permanente. Fruto, más fruto, mucho fruto, y fruto permanente. En Jesús estamos destinados a ser fructíferos.
¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!
Gracia y Paz
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
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