El Viaje de los Peregrinos: De la Esperanza a la Supervivencia
Introducción: La Audaz Decisión de Partir
En el corazón de Leiden, Holanda, un grupo de separatistas ingleses conocidos hoy como los Peregrinos tomaron una decisión que cambiaría el curso de la historia. Tras mucho deliberar y observar un día de "solemne humillación y ayuno" para buscar la guía divina, la mayoría de la congregación acordó abandonar su exilio y trasladarse a "algún lugar de mayor ventaja". Su destino: las "vastas y despobladas tierras de América". Carentes de poder político y medios económicos, pero armados con una fe inquebrantable, se prepararon para un viaje épico hacia lo desconocido, convencidos de que sus fines eran honorables y que podían esperar la bendición de Dios en su empresa.
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1. La Problemática Génesis de un Viaje
1.1. Negociando un Nuevo Mundo
Asegurar el permiso, la financiación y la libertad religiosa para su audaz empresa requería una delicada negociación. Liderados por John Carver y el diácono Robert Cushman, los Peregrinos se dirigieron primero a la Virginia Company en Londres. Los agentes de la compañía, ansiosos por atraer más colonos a su territorio en dificultades, se mostraron receptivos. Para disipar cualquier duda sobre sus creencias separatistas, los emisarios de Leiden presentaron una carta que fue una verdadera "obra maestra de la distracción". En ella, reconocían al rey James I como su "Gobernador Supremo", pero omitían deliberadamente que, para ellos, su dominio legítimo se limitaba a los asuntos civiles, ya que solo Cristo era la cabeza de la iglesia. Del mismo modo, prometían obedecer a los obispos anglicanos, pero solo en la medida en que su autoridad derivara del rey, una autoridad que, en su opinión, era bíblicamente inexistente. Con estas astutas evasivas, lograron obtener una patente para establecer una colonia en las "partes más septentrionales de Virginia".
Sus esfuerzos por obtener una garantía explícita de libertad religiosa directamente del rey James I tuvieron menos éxito. Aunque un simpatizante presentó su caso ante el monarca, y este lo consideró una propuesta "buena y honorable", James se negó a otorgar una garantía pública sin la aprobación de los obispos de Canterbury y Londres, una reunión que los Peregrinos sabían que sería inútil. Tuvieron que conformarse con la aparente falta de interés del rey en acosarlos. Esta frágil seguridad era una "fundación arenosa", pero no tenían más remedio que seguir adelante, descansando, como en todo lo demás, "en la providencia de Dios".
1.2. La Peligrosa Alianza con los Comerciantes Aventureros
Justo cuando las negociaciones políticas se estancaban, un comerciante de Londres llamado Thomas Weston se presentó como una aparente "respuesta a la oración". Weston, un hombre con recursos y conexiones, se ofreció a reunir el capital necesario para financiar el viaje. Su propuesta inicial era justa, incluso generosa. Sin embargo, la alianza pronto se agrió. Weston esperaba obtener un monopolio de pesca otorgado por el gobierno para la nueva colonia; cuando ese plan fracasó, decidió compensar sus pérdidas exprimiendo a los propios Peregrinos, alterando unilateralmente los términos de su acuerdo.
El Trato: Condiciones Originales vs. Condiciones Revisadas
Condiciones Originales (Generosas) | Condiciones Revisadas ("Esclavistas") |
Los colonos podían trabajar para sí mismos dos días a la semana. | Los colonos debían trabajar para la compañía seis días a la semana. |
Las casas y mejoras construidas por los colonos les pertenecerían. | Todas las mejoras, incluidas sus propias casas, pertenecerían a la compañía y se dividirían al final del contrato. |
Los líderes de la iglesia en Leiden quedaron horrorizados al enterarse de los cambios. Protestaron que estas eran "condiciones de esclavitud", más "adecuadas para ladrones y siervos que para hombres honestos". La decisión de depender únicamente de Weston, que antes parecía una bendición, ahora se revelaba como un desastre.
1.3. Una Casa Dividida por Dentro
El estrés de las circunstancias deterioradas pronto provocó graves divisiones entre los propios Peregrinos. La unidad que los había sostenido en Leiden comenzó a fracturarse bajo la presión.
- Acusaciones contra Cushman: Muchos culparon airadamente al diácono Robert Cushman por haber cedido a las nuevas y duras demandas de Weston en Londres sin consultar primero a la congregación. El pastor Robinson se quejó en privado de las "presunciones" de Cushman.
- Conflictos entre agentes: Los tres hombres encargados de comprar provisiones en Inglaterra —John Carver, Robert Cushman y Christopher Martin (un representante de los "extraños" que se unirían a ellos)— estaban constantemente en desacuerdo. Discutían sobre qué comprar, dónde comprarlo y cómo responder a Weston. Cushman, frustrado, llegó a una conclusión pesimista: "A decir verdad, estamos más dispuestos a disputar que a emprender un viaje".
- La llegada de los "extraños": Weston insistió en añadir al grupo a un contingente considerable de no separatistas. Estos "extraños" incluían personajes profundamente problemáticos, como los cuatro niños More, jóvenes ilegítimos desterrados a América; Stephen Hopkins, que había sobrevivido a un naufragio y a una sentencia de muerte por motín; y John Billington, un hombre "profano" que más tarde se convertiría en el primer asesino convicto de la colonia de Plymouth.
Con la desconfianza en sus benefactores y las disputas internas carcomiendo su unidad, el grupo se preparó para una partida que resultaría ser tan desafortunada como su preparación.
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2. La Partida Fallida
2.1. Encuentro en Southampton
El tenso encuentro tuvo lugar en el puerto de Southampton, Inglaterra. Allí, los Peregrinos de Leiden, que habían llegado a bordo de su pequeña nave, el Speedwell, se reunieron con el resto del grupo, los "extraños" y el barco que Weston había fletado, el Mayflower. El propio Thomas Weston estaba allí para formalizar las nuevas condiciones. Cuando los líderes de los Peregrinos le informaron sin rodeos que nunca aceptarían sus enmiendas, Weston se sintió "muy ofendido". Con frialdad, les dijo que "debían entonces valerse por sí mismos", retirándoles cualquier apoyo financiero adicional.
2.2. Sabotaje y una Triste Despedida
El 5 de agosto de 1620, el Mayflower y el Speedwell finalmente zarparon. Sin embargo, casi de inmediato, el Speedwell comenzó a hacer agua "como un colador", obligando a ambas naves a regresar a puerto. Tras unas reparaciones, intentaron partir de nuevo, solo para que el Speedwell volviera a presentar fugas tan graves que su capitán juró que debían regresar o se hundirían. William Bradford, futuro gobernador de la colonia, relataría más tarde la fuerte sospecha de que el capitán había saboteado deliberadamente el barco. Se cree que había instalado mástiles demasiado grandes que, al ser presionados por el viento, forzaban el casco y provocaban las fugas, todo con el fin de liberarse de su contrato de un año. Al desperdiciar un mes de buen tiempo y retrasar la partida final de los Peregrinos hasta el final del verano, había multiplicado los peligros que enfrentarían, tanto durante el viaje como después de su llegada.
La consecuencia más significativa de este retraso de un mes fue la reducción del grupo. Ante los continuos contratiempos, la escasez de provisiones y la desmoralización general, entre un cuarto y un tercio de los pasajeros originales decidieron abandonar el viaje.
Dejando atrás las falsas salidas y las esperanzas rotas, el 6 de septiembre de 1620, el Mayflower finalmente zarpó solo, enfrentándose al Atlántico con un grupo más pequeño pero decidido.
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3. La Peligrosa Travesía del Atlántico
3.1. Sesenta y Cinco Días de Miseria
El viaje de 65 días a bordo del Mayflower fue una prueba de resistencia y fe. Los 102 pasajeros enfrentaron una miseria casi constante, marcada por cuatro dificultades principales:
- Condiciones de Hacinamiento: La gran mayoría de los pasajeros —incluyendo 35 niños y adolescentes— vivieron, durmieron, comieron y adoraron en el espacio de entrepuentes ('tweendecks'), un área apenas más grande que un autobús escolar moderno. No había privacidad. No había letrinas. No había baños. La ventilación era mínima. Abundaban los olores fétidos, de ellos mismos y de los animales a bordo. Y el mareo era constante, con todas sus consecuencias.
- Violentas Tormentas: Tras un breve período de buen tiempo, el Mayflower se encontró con una serie de tormentas tan feroces que lo sacudían "como un trozo de madera a la deriva". Una de las tempestades fue tan violenta que agrietó una de las vigas principales de la nave, obligando a la tripulación a arriar las velas y dejar que el barco fuera arrastrado a merced de las olas.
- Peligros y Milagros: Aventurarse en la cubierta era un riesgo mortal. Un joven sirviente llamado John Howland fue arrastrado por la borda durante una tormenta. Sin embargo, en lo que los Peregrinos vieron como una intervención divina, "agradó a Dios" que lograra aferrarse a una cuerda de la vela mayor que se había soltado, permitiendo que la tripulación lo rescatara.
- Nacimiento y Muerte: En medio del caos, Elizabeth Hopkins dio a luz a un hijo, a quien apropiadamente llamó Oceanus. A pesar de las terribles condiciones, la mortalidad fue sorprendentemente baja: solo dos personas perecieron durante la travesía.
3.2. Tierra a la Vista: Una Costa Inesperada
Al amanecer del 9 de noviembre, finalmente avistaron tierra. Los pasajeros, abrumados por el alivio, "cayeron de rodillas y bendijeron al Dios del cielo" por haberlos liberado de la furia del Atlántico. Sin embargo, su alegría fue agridulce. Pronto se dieron cuenta de que habían llegado a la costa de Cape Cod, a unas 220 millas al norte de su destino previsto, cerca de la desembocadura del río Hudson. En lugar del clima templado que esperaban, se encontraron frente a un "desierto espantoso y desolado" justo al comienzo de un invierno "agudo y violento".
Tras seis semanas de gélida exploración a lo largo de la costa de Massachusetts, finalmente encontraron un lugar para establecerse. La decepción de su llegada dio paso a la abrumadora tarea de construir un hogar en un entorno hostil, sin saber que la prueba más horrible aún estaba por llegar.
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4. El Primer Invierno de los Dolores
4.1. La "Enfermedad General"
El primer invierno en Plymouth fue un período de horror indescriptible, recordado no como un tiempo de hambruna, sino como el tiempo de la "enfermedad general". El culpable más probable no fue la falta de alimentos, sino la neumonía, provocada por la exposición prolongada al frío y la humedad al tener que vadear aguas heladas para llegar a la orilla desde el Mayflower anclado. La devastación fue rápida y total:
- En el peor momento de la epidemia, morían de dos a tres personas por día.
- En un momento dado, solo media docena de Peregrinos estaban lo suficientemente sanos como para cuidar a los demás.
- Bradford elogió especialmente los esfuerzos heroicos del anciano William Brewster y del líder militar Myles Standish, quienes "no escatimaron esfuerzos ni de noche ni de día" para atender a los enfermos, realizando las tareas más humildes y desagradables.
4.2. Un Tributo Devastador
El costo humano de ese primer invierno fue asombroso. De los 102 pasajeros que llegaron a América, 52 murieron, incluido el recién elegido gobernador, John Carver. La estructura familiar de la comunidad quedó destrozada: de las dieciocho parejas casadas que habían partido de Inglaterra, solo tres sobrevivieron intactas. A la tragedia colectiva se sumó el dolor personal de William Bradford, cuya esposa, Dorothy, se ahogó en el puerto mientras él exploraba la costa, en lo que pudo haber sido un suicidio. Los Peregrinos, empapados en las Escrituras, habrían encontrado un eco sombrío y reconfortante a su sufrimiento en las palabras del apóstol Pablo:
«Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios» (Hechos 14:22).
Al llegar la primavera, la mortalidad finalmente cesó. Sin embargo, la colonia, diezmada y debilitada, enfrentaba ahora el desafío de sobrevivir en una tierra extraña con provisiones casi agotadas y nuevos peligros acechando.
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5. Supervivencia y un Rayo de Esperanza
5.1. Un Instrumento de Dios: La Historia de Squanto
La supervivencia de la colonia de Plymouth dependió, en última instancia, de la ayuda de los nativos americanos, y en particular de un hombre llamado Tisquantum, o Squanto. Su historia era extraordinaria: había sido secuestrado por un capitán inglés años antes, vendido como esclavo en España, y tras escapar y llegar a Inglaterra, finalmente regresó a su tierra natal solo para descubrir que toda su tribu, los Patuxet, había sido aniquilada por una enfermedad. Bradford no dudó en declarar a Squanto "un instrumento especial enviado por Dios para su bien". Aquí residía una profunda ironía, pues los Peregrinos no tenían forma de saberlo, pero "Tisquantum" era el nombre para el espíritu de la oscuridad en las creencias nativas. Su libertador podría haberse llamado Satanás.
A pesar de su nombre, sus contribuciones fueron cruciales para la supervivencia de la colonia:
- Agricultura: Les enseñó a plantar maíz, frijoles y calabaza al estilo nativo, usando pescado como fertilizante para enriquecer el suelo.
- Alimentación: Les mostró cómo atrapar anguilas en los lechos de los arroyos, sacándolas con los pies y atrapándolas con las manos desnudas, proporcionando una fuente de alimento vital.
- Diplomacia: Sirvió como su indispensable intérprete, facilitando la comunicación con las tribus vecinas.
5.2. Forjando una Alianza
Gracias a la mediación de Squanto, los Peregrinos pudieron establecer relaciones pacíficas con los pueblos nativos cercanos. En marzo de 1621, forjaron un pacto de defensa mutua con Massasoit, el sachem (jefe) de la poderosa confederación Wampanoag. Esta alianza, crucial para la seguridad de la debilitada colonia, fue un testamento de diplomacia que ambas partes honraron durante más de cincuenta años.
5.3. Las Semillas de un Nuevo Comienzo
Para el otoño de 1621, el sombrío panorama había comenzado a cambiar. No hubo más muertes, y la colonia empezó a estabilizarse. Los cultivos que plantaron, gracias a las enseñanzas de Squanto, tuvieron un rendimiento pasable. La combinación de esta cosecha decente con el regreso de las aves acuáticas migratorias significó que podrían almacenar suficiente comida para el próximo invierno. Después de un año de pérdidas y sufrimientos inimaginables, esto era, sin duda, "motivo de celebración".
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Conclusión: Un Testamento de Resiliencia
El viaje de los Peregrinos fue una odisea marcada por la traición de sus socios comerciales, los amargos conflictos internos, un peligroso viaje por mar y un primer invierno que aniquiló a la mitad de su grupo. Sobrevivieron al borde de la aniquilación, no por su propia fuerza, sino por una fe que los sostuvo en medio de la desesperación. William Bradford, reflexionando sobre sus increíbles dificultades, capturó la esencia de su historia con una pregunta fundamental: "¿Qué podría sostenerlos ahora sino el Espíritu de Dios y Su gracia?". En el crisol del sufrimiento, su confianza en los hombres se había hecho añicos, especialmente después de que Thomas Weston los abandonara por completo ese primer año, lo que llevó a Bradford a meditar sobre la dura lección aprendida en las Escrituras:
«Mejor es confiar en el SEÑOR que confiar en el hombre» (Salmo 118:8).
Capítulo 4 del libro:
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