LA CAÍDA
Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: «De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás»
Génesis 2: 17
Cómo el pecado entró en el universo es un asunto al que solamente la Biblia provee una explicación razonable. El pecado entró primeramente en el universo en la rebelión de algunos de los santos ángeles guiados por Satanás, lo cual ocurrió bastante antes de que el hombre fuera creado. Los primeros capítulos del Génesis registran la caída de Adán y Eva en el pecado. La interpretación ortodoxa es que el acontecimiento tuvo lugar exactamente como se registra en la Escritura, y ésta es la manera en que se relata en el resto de la Biblia.
Luego de describir la creación y el principio de la raza humana, donde se muestra al primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva, quienes a su vez fungían en su momento como representantes de la raza humana y de como Dios en su amor los coloca en el huerto de Edén; el escritor continúa con la historia que teológicamente se llama "La Caída"; está registrada en Génesis capítulo 3.
Adán no sólo fue un ser unitario, viviente, inteligente y determinante, sino también uno que podía tener comunión ininterrumpida con Dios. ¿Cómo podemos expresar la condición original de Adán? Algunos usan la palabra inocente, pero Adán era más que inocente, lo cual parece connotar sólo la ausencia del mal. La santidad original de Adán era positiva; pero no era igual a la de Dios, sino de criatura. Por estar sujeta a prueba, no era absoluta. Proveía la inmortalidad, porque hasta que Adán falló en la prueba, no estaba sujeto a la ley de muerte inevitable a causa del pecado.
En Génesis 3 se describe de una manera muy vívida como Satanás por medio de una serpiente establece un diálogo con Eva acerca del mandamiento dado por Dios, con relación a la prohibición de comer del árbol del bien y del mal y de la sentencia que había si la transgredían. Satanás logra seducir a Eva, la engaña y ella cae en transgresión y luego Adán participa de esta desobediencia. Así se presenta en la Escritura el origen del pecado en la raza humana y sus terribles consecuencias que afectaron a toda creación y a la humanidad.
El hombre estaba creado para depender de Dios y para hacer su voluntad, pero el diablo, con gran sutileza, le señaló un camino alternativo: seréis como Dios... Al volver las espaldas a Dios, el hombre murió espiritualmente y el mundo se hundió en el caos del pecado y de la rebelión. La muerte física es la consecuencia inevitable de este estado espiritual.
Por el pecado de desobediencia, Adán y Eva, los primeros hombres de la raza humana, cayeron de su santo estado y Dios los expulsó del edén. Desde entonces por la desobediencia de un hombre, el pecado entró en el mundo.
He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero él se buscó muchas perversiones. Eclesiastés 7.29
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Romanos 3.12
por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Romanos 3.23
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Antes de la Ley ya había pecado en el mundo; pero donde no hay Ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
Pero el don no fue como la transgresión, porque si por la transgresión de aquel uno muchos murieron, la gracia y el don de Dios abundaron para muchos por la gracia de un solo hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó, porque, ciertamente, el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida. Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos. Romanos 5.12 al 19
Según las enseñanzas de Romanos, cuando Adán pecó toda la raza humana pecó con él, de forma que existe una raíz de pecado original en todo hijo de Adán, aun antes de que cometa actos concretos y voluntarios de pecado. Esta doctrina se halla implícita en toda la Biblia. Es como una funesta «ley de gravedad» que inclina a todo hombre hacia el pecado. El germen de todo pecado está en todos los hombres y se desarrolla en circunstancias propicias.
Pero frente a Adán como cabeza de la humanidad perdida, el apóstol Pablo señala a Cristo como postrer Adán y Cabeza de una humanidad redimida por su gran acto de obediencia en la Cruz.
Nadie se perderá, pues, por ser hijo de Adán, sino por rechazar la redención que está en Jesús.
El hombre en su estado natural es un ser responsable y se condena porque ama las tinieblas más que la luz. Las profundas huellas del pecado no pueden borrar la obra de la Cruz, donde el Hombre representativo, nuestro sustituto, quien además era, el Señor de la Gloria, fue hecho pecado por nosotros para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él. 2 Corintios 5.21
La identificación del hombre con su Salvador por medio la fe, del arrepentimiento y del bautismo en agua en el nombre de Jesucristo, le trae vida; pero aparte de este gran remedio de Dios, opera infaliblemente la ley: No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará (Gálatas 6.7) sea en el tiempo, sea en la eternidad.
Antes de la caída
El hombre, dado que fue hecho a la imagen de Dios, tenía una personalidad completa y la capacidad moral de tomar decisiones. Adán tenía libre albedrío y una mente capaz de pesar sus opciones. Adán, por lo tanto, pudiera haber resistido si hubiera querido, puesto que cayó meramente por su propia voluntad; pero debido a que su voluntad era flexible hacia cualquiera de los dos lados, y él no estaba dotado de la constancia para perseverar, cayó fácilmente. Sin embargo, su elección del bien y el mal fue libre; y no sólo así, sino que su mente y voluntad estaban poseídas de una rectitud consumada, y todas sus partes orgánicas estaban correctamente dispuestas hacia la obediencia, hasta que, destruyéndose a sí mismo, él corrompió todas sus excelencias.
No es posible hacer cálculos en cuanto a la extensión del período durante el cual Adán y Eva permanecieron en su condición original; sin embargo, es evidente que fue un tiempo suficiente como para que pudieran acostumbrarse a la situación en que habían sido colocados, para observar con cuidado y darle nombre a las criaturas vivientes y experimentar la comunión con Dios.
Semejante a todas las obras de Dios, el hombre fue creado bueno en gran manera (Gn. 1:31), que significa que él era agradable al Creador. Esto implica más que un simple estado de inocencia en Adán, el término inocencia es de carácter negativo y sugiriere la idea de que el primer hombre no había cometido pecado. La santidad, que es el principal atributo de Dios, es un término positivo e indica que Él es incapaz de pecar. En contraste con Dios quien no puede pecar, tanto los hombres como los ángeles podían pecar.
Debido al hecho de que Satanás y los ángeles caídos pecaron primero, el hombre no originó el pecado, pero se convirtió en un pecador debido a la influencia satánica.
La Caída
El relato de cómo pecaron Adán y Eva está revelado en Génesis 3:1-7:
La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho, y dijo a la mujer: —¿Conque Dios os ha dicho: "No comáis de ningún árbol del huerto"?
La mujer respondió a la serpiente: —Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: "No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis".
Entonces la serpiente dijo a la mujer: —No moriréis. Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal.
Al ver la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió al igual que ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron, pues, hojas de higuera y se hicieron delantales.
De acuerdo a esto, Satanás apareció en la forma de una serpiente. Como lo registra la Biblia, Dios había dado a Adán y Eva una prohibición: ellos no deberían comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. En un sentido era una prohibición menor en comparación con los muchos árboles que había en el huerto de cuyos frutos ellos podían comer. En otro sentido era un asunto de mayor importancia, puesto que ésta era la manera específica que podían demostrar su obediencia o desobediencia a Dios. Al establecer algún tipo de prueba, Dios demostró que deseaba que los hombres escogieran voluntariamente obedecerle y servirle. Él no quería autómatas.
¿En cuántas formas podemos demostrar nuestra obediencia o desobediencia a Dios en el transcurso de un solo día?
En su conversación con Eva, Satanás introdujo esta prohibición diciéndole a Eva: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Lo que quiso implicar era que Dios estaba escondiendo algo que era bueno y que Él estaba siendo muy severo innecesariamente en su prohibición. Eva le contestó a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Satanás, un falsificador sagaz, acercó a Eva con la sugerencia de que su plan era como el de Dios pero sin la restricción de obediencia total. Cuando se le preguntó si Dios les había vedado los árboles del huerto, Eva afirmó rápidamente que Adán y ella podían comer de todos los árboles del huerto excepto uno. Y esa excepción parece haber llegado a su mente casi como algo que recordó en el último momento. Satanás había insinuado la posibilidad de que Dios hubiera puesto restricciones demasiado duras sobre ellos, y Eva empezó a darle cabida a ese pensamiento.
En su respuesta Eva cayó en la trampa de Satanás al dejar ver que no tenía muy claro el mandamiento. La tendencia natural del hombre de minimizar la bondad de Dios y de magnificar su severidad son, desde entonces, características familiares de la experiencia humana. Satanás inmediatamente se aferró de la omisión de la palabra ciertamente en cuanto al castigo y le dijo a la mujer: No moriréis: sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Entonces Satanás procedió a ofrecer su propio plan, que no tenía esa restricción. La mujer actúa en la suposición de que el propósito de Dios no es amistoso, mientras que Satanás está animado por el deseo de promover su bienestar. Satanás estaba intentando falsificar la bondad de Dios.
La tentación de Satanás se puede ver en la forma de un silogismo. La premisa mayor era que las restricciones no eran buenas. La premisa menor era que el plan de Dios incluía una restricción. La conclusión entonces era que el plan de Dios no era bueno. Por el otro lado, el plan de Satanás no incluía restricción alguna; por lo tanto era bueno. La validez de la conclusión depende de la veracidad de la premisa mayor, la cual en este caso no es verdadera. Las restricciones no son necesariamente malas o indeseables. Por cierto, la restricción puesta sobre Adán y Eva en el huerto era buena porque proveía la forma principal en que ellos podían demostrar su obediencia a la voluntad de Dios. El plan falsificado de Satanás quitó esa restricción y ofreció la falsa esperanza de que si Eva comía del fruto prohibido sería como Dios.
En su conversación con la mujer, Satanás se revela como padre de mentira. La seguridad del castigo se desafía directamente y se niega así expresamente la Palabra de Dios.
El hecho de que comiendo del fruto sus ojos serían abiertos al conocimiento del bien y del mal era verdad, pero lo que Satanás no reveló fue que ellos tendrían el poder de conocer el bien y el mal perdiendo el poder de hacer el bien al caer en la esclavitud del pecado.
y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
Si Satanás le sugirió esto a la mujer o si ella llegó a estas conclusiones por sí misma no lo dice la Escritura.
Sin embargo, se nota aquí el modelo familiar de la tentación en tres líneas indicadas en 1 Juan 2:16: No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque nada de lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
ü el hecho de que el fruto era bueno para comer apeló a la concupiscencia de la carne;
ü el hecho de que era agradable a los ojos apeló a la concupiscencia de los ojos; y
ü el hecho de que el fruto del árbol era codiciable para alcanzar sabiduría apeló a la vanagloria de la vida.
El razonamiento de Eva en cuanto a lo que ella estaba a punto de hacer pudiera haber sido algo así: Al ella examinar la oferta de Satanás, razonó que el fruto sería bueno para comer, y que el proveer cosas buenas para Adán era una de sus responsabilidades como esposa. Además, ¿por qué le negaría Dios ese fruto que era tan hermoso a los ojos, si Él había hecho tantas otras cosas bellas para que ellos las disfrutaran? Y, por supuesto, Dios sin duda quería que ellos fuesen sabios. Por lo tanto, sería deseable, aun necesario, comer este fruto. Fuera de su mente estaba el mandato categórico de Dios de no comerlo. Rápidamente olvidadas quedaron todas las bendiciones que Él les había provisto. La mente de Eva parecía estar llena solamente de sus razonamientos: el fruto le daría sustento físico; cultivaría sus gustos estéticos, y le añadiría a su sabiduría.
Finalmente Eva habiendo justificado lo que planeaba hacer, fue engañada tomó del fruto del árbol y comió, y Adán siguió su ejemplo aunque él no fue engañado: Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. (1 Timoteo 2:14).
Un ejemplo similar de tentación fue seguido por Satanás en la tentación de Jesucristo, pero con resultados bien distintos.
Paz de Cristo!
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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