Si el eje de discipular es la imitación de un maestro/a, y así que si nos guste o no, todo líder cristiano tiene que proveer un ejemplo. Así dice Pablo en 1a de Tesalonicenses 1:5-7:

Nuestro evangelio les llegó no sólo con palabras sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción. Como bien saben, estuvimos entre ustedes buscando su bien. Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo. De esta manera se constituyeron (mejor "de esta manera, en su turno, ustedes se constituyeron") en ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.

Pedro dice algo similar en 1 Ped 5:3 –

No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño.

Imitación fue un método popular de los rabinos judíos, y también de Jesús, quien no dijo solamente "Escúchame" sino "Sígueme." Pedro y Pablo y los demás apóstoles también. El maestro vive demostrando las calidades que el discípulo debe tener, con respecto a carácter, comportamiento y habilidades.

En nuestra sociedad, usamos el métodos pedagógico de "imitación", por ejemplo, con videos de YouTube: cómo cocinar, cómo bailar, cómo jugar tenis. La semana pasada miré un video corto sobre cómo reparar un espejo de un carro. Hay un video y alguien está diciendo, "Míreme y haga exactamente lo que yo hago."

En tal caso mientras la persona de YouTube es capaz, no importa si es un borracho o ladrona o adúltero. Pero en el ministerio cristiano, comunicamos no sencillamente información, sino nuestra persona entera, el alma, como el modelo; comunicamos un estilo de vida. Y si eso no nos asusta, quizás debe.

Entonces, los apóstoles vivieron de cierta manera en Tesalónica, proveyeron un "modelo." Los nuevos discípulos los imitaron, y en su turno ellos se volvieron a ser "modelos" para otros; la primera carta menciona la imitación de oración, evangelización, labor manual, y amor.

No hay manera de excusarnos, o decir que, no quiero que nadie me imite a mí. Pues sus seguidores sí van a imitarlos. Tenemos que presumir que en cada momento están mirándonos.

En mi ministerio como profesor, como un ejemplo, decimos a los alumnos que Es importante preparar el sermón antes de domingo y no hacerlo mientras corre al púlpito. Bueno, buena información, buen consejo. Sin embargo, al decirlo yo podría reconocer que es una tentación para el profesor también, dar una clase improvisada. Y el alumno seguirá lo que hace, no lo que dice.

Decimos a los alumnos que Debemos hablar con gracia respecto a otras denominaciones. Así es la idea, en teoría. Pero si nosotros decimos tonterías e insultos, el alumno también lo hará.

En 1 Cor 11:1, Pablo dice "Imítenme a mí, como yo imito a Cristo," en este contexto, con respecto al amor cristiano y sacrificio de sus derechos. Dice esto, sabiendo que los discípulos ya van a imitarlo, si Pablo lo quiere o no. Para nosotros, la meta es no solamente PRACTICAR lo que predicamos, sino SER lo que predicamos, mientras seguimos a Cristo.

"La Imitación y el Discipulado," por Gary Shogren, PhD en Exégesis del Nuevo Testamento, Profesor en Seminario ESEPA, San José, Costa Rica