jueves, 16 de mayo de 2024

Introducción parte 6 EVIDENCIA

En tercer lugar, el mundo eclesiástico más amplio conoce poco de este distintivo pneumatológico. La mayoría de los cristianos no creen en una experiencia post-conversión del Espíritu Santo y probablemente no estén familiarizados con la enseñanza. También pueden no estar conscientes de que millones de creyentes alrededor del mundo, que comprenden un vasto sector del cristianismo contemporáneo, profesan fervientemente que el bautismo del Espíritu inevitablemente será señalado por pronunciaciones glosolálicas que denotan un factor crucial en su unión espiritual y su exclusiva comunión ecuménica. Se espera que estos ensayos históricos y bíblicos ayuden a los observadores externos a comprender la dinámica espiritual de este movimiento de rápido crecimiento y a entender mejor los problemas que se relacionan con su enseñanza más distintiva. Para explorar la doctrina pentecostal del bautismo del Espíritu y la evidencia inicial se requiere una reflexión atenta y evaluaciones honestas de su formulación histórica y de sus fundamentos exegéticos. Por esta razón, los contribuyentes a este volumen presentan una variedad de opiniones, particularmente en los ensayos bíblicos. Todos los escritores provienen de un trasfondo pentecostal, con las excepciones de David W. Dorries (Bautista del Sur), Henry I. Lederle (Reformado) y J. Ramsey Michaels (Bautista Americano). Se ha invitado a cada uno a expresar libremente las conclusiones de su propia investigación; por esa razón, las opiniones no representan necesariamente las de otros contribuyentes, del editor o del editor. La primera parte del libro se enfoca en el desarrollo histórico de la doctrina. A pesar de la orientación restauracionista del pentecostalismo, los apologistas pentecostales, empezando por Charles Parham, recurrieron fácilmente a las páginas de la historia de la iglesia para identificarse con movimientos carismáticos pasados desde los montanistas hasta los irvingitas. En dos capítulos, Stanley M. Burgess evalúa los precedentes históricos para los vínculos con el pentecostalismo moderno. David W. Dorries examina la pneumarología de Edward Irving, una figura significativa del siglo XIX que presenció un renacimiento de los carismas, incluidas las lenguas, que Irving vio como el "signo permanente" del bautismo del Espíritu. James R. Goff, Jr., proporciona una mirada perspicaz a la evolución teológica de Charles F. Parham. Con sus puntos de vista premilenialistas y su confianza en las lenguas xenolálicas como evidencia del bautismo en el Espíritu Santo, Parham imaginó la rápida evangelización del mundo. Al establecer esta conexión entre el bautismo del Espíritu, las lenguas y la escatología, modeló el curso del movimiento pentecostal, aunque la influencia real de su liderazgo en otros aspectos decayó rápidamente. No obstante, la importancia de William J. Seymour, pastor de la Misión de Fe Apostólica en la calle Azusa en Los Ángeles, rivaliza con la de Parham. Cecil M. Robeck Jr., revisa cuidadosamente los pasos de la peregrinación espiritual de Seymour y los contornos de sus pensamientos sobre la evidencia inicial.


Gracia y Paz!


Adonay Rojas Ortiz
Pastor

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