jueves, 11 de enero de 2024

Teología Histórica

Teología Histórica 

La teología tiene una historia. Esta perspicacia es demasiado fácil pasar por alto, especialmente por aquellos con una inclinación más filosófica. La teología cristiana puede considerarse como un intento de dar sentido a los recursos fundamentales de la fe a la luz de lo que cada día y época considera como métodos de primera categoría. Esto significa que las circunstancias locales tienen un impacto importante en las formulaciones teológicas. La teología cristiana se considera universal porque se preocupa por la aplicación de la acción salvadora de Dios a cada período de la historia. Sin embargo, también se caracteriza por su particularidad como una experiencia del trabajo salvador de Dios en culturas particulares, y está moldeada por las percepciones y limitaciones de personas que buscaban vivir el evangelio dentro de un contexto específico.. La universalidad del cristianismo se complementa, más que contradice, con su aplicación particular. Este punto se expresa con particular claridad por el teólogo protestante suizo Emil Brunner (1889–1966): "Hay, de hecho, un evangelium perennis pero no una theologia perennis [...] El evangelio permanece igual, pero nuestra comprensión del evangelio debe ser conquistada siempre de nuevo".

La teología histórica es la rama de la teología que tiene como objetivo explorar las situaciones históricas en las que se desarrollaron o formularon ideas específicas. Busca desentrañar la conexión entre el contexto y la teología. Por ejemplo, demuestra que no fue accidental que la doctrina de la justificación por la fe adquiriera una importancia fundamental en el Renacimiento tardío. Muestra cómo, por ejemplo, el concepto de salvación en la teología de la liberación latinoamericana está estrechamente vinculado con la situación socioeconómica de la región. Ilustra cómo las tendencias culturales seculares, como el liberalismo y el conservadurismo, encuentran su expresión correspondiente en la teología.

Puede parecer poco más que afirmar un hecho evidente decir que el cristianismo a menudo absorbe inconscientemente ideas y valores de su entorno cultural. Sin embargo, esa observación es enormemente importante. Apunta al hecho de que hay un elemento provisional o condicional en la teología cristiana, que no está determinado ni implícito en sus recursos fundamentales. En otras palabras, ciertas ideas que a menudo se han considerado como ideas cristianas pueden resultar ser ideas importadas de un contexto secular. Un ejemplo clásico es la noción de la "impasibilidad de Dios", es decir, la idea de que Dios no puede sufrir (ver pp. 181–6). Esta idea estaba bien establecida en círculos filosóficos griegos. Los primeros teólogos cristianos, ansiosos por ganar respeto y credibilidad en tales círculos, no desafiaron esta idea. Como resultado, se arraigó profundamente en la tradición teológica cristiana.

El estudio de la historia del cristianismo proporciona una corrección poderosa a las visiones estáticas de la teología. Nos permite ver que:

  • Ciertas ideas surgieron en circunstancias muy específicas y que estas ideas deben ser probadas y validadas con el tiempo, un proceso a menudo denominado "recepción".
  • El desarrollo teológico no es irreversible; las formulaciones teológicas del pasado que se perciben como inadecuadas o no útiles pueden corregirse.

El estudio de la teología histórica es, por lo tanto, tanto positivo como subversivo, ya que indica cuán fácilmente los teólogos son desviados por las "autoimágenes de la época" (Alasdair MacIntyre). ¡Y esto no se limita al pasado! Con demasiada frecuencia, las tendencias modernas en la teología son poco más que reacciones automáticas a tendencias culturales a corto plazo. El estudio de la historia nos alerta tanto sobre los errores del pasado como sobre la manera alarmante en que se repiten en el presente. "La historia se repite. Tiene que hacerlo. Nadie escucha la primera vez" (Woody Allen).

Es por estas razones que el presente volumen tiene como objetivo proporcionar a sus lectores la máxima cantidad de antecedentes históricos sobre cuestiones contemporáneas. Con demasiada frecuencia, los problemas teológicos se discuten como si el debate hubiera comenzado ayer. Comprender cómo llegamos a estar donde estamos es esencial para un debate informado sobre tales cuestiones. Además, las discusiones pasadas sobre problemas a menudo son recursos importantes en el presente. Es imposible leer a escritores como Karl Barth o Karl Rahner sin notar con qué frecuencia participan en diálogo con escritores o debates del pasado. Agustín de Hipona, Gregorio de Nisa (c.335–c.394) y Tomás de Aquino son tratados como voces vivas en los debates actuales. Representan hitos que continúan definiendo los términos de muchos debates teológicos perennes.



McGrath, Alister E.. Christian Theology (pp. 92). Wiley. Kindle Edition. 


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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


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