martes, 8 de octubre de 2024

Esclavo

IPUL Poughkeepsie

Adonay Rojas

Pastor

 

Servicio a Dios.

Jueves, 3 de octubre de 2024.

Poughkeepsie, NY.

 

 

Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo... Flp 1:1.

ESCLAVO

Veremos en esta enseñanza:

·      La esclavitud en el contexto del cristianismo primitivo.

·      Según el Nuevo Testamento, somos llamados a someternos a Cristo completamente, reconociéndolo como nuestro Amo. A pesar de que en la actualidad se hable poco sobre este concepto en las iglesias, en la iglesia primitiva se consideraba fundamental la relación Señor-esclavo.

·      La idea de la adopción de esclavos en la antigua Roma y su relación con la adopción de los creyentes por parte de Dios.

·      La esclavitud al pecado y la liberación a través de Cristo, destacando la paradoja de que la libertad lleva a la esclavitud y viceversa.

·      Cada vez que llamamos a Jesús «Señor», de manera implícita nos estamos confesando como sus esclavos, comprometidos a obedecerlo y honrarlo, humilde e incondicionalmente. (Mal 1:6)

UNA PALABRA OCULTA

Doulos (griego)

Los creyentes en el Nuevo Testamento se referían a sí mismos como "esclavos de Dios" y "esclavos de Cristo". Este concepto, aunque fundamental en la iglesia primitiva, ha sido en gran medida olvidado o ignorado en el cristianismo contemporáneo al ocultar la palabra esclavo en nuestras traducciones.

"Los siervos tienen un elemento de libertad al elegir para quién trabajan y qué hacen. La idea de servidumbre mantiene cierto nivel de autonomía propia y derechos personales. Los esclavos, por su parte, no tienen ni libertad, ni autonomía, ni derechos. En el mundo grecorromano, a los esclavos se les consideraba propiedad, al punto que a los ojos de la ley se les veía como cosas en lugar de como personas." (McArthur)

El evangelio redefinió radicalmente la identidad de los creyentes, liberándolos del pecado y haciéndolos esclavos de Cristo, independientemente de su estatus social como libres o esclavos en la vida terrenal.

Esta identidad de esclavo estaba profundamente arraigada en su comprensión de la fe y su relación con Dios en los creyentes neotestamentarios. Ellos entendían que estaban llamados a someterse completamente a Cristo, obedeciéndolo sin preguntas y siguiéndolo sin reclamos. Esta sumisión total era una parte esencial de su fe cristiana.

La historia de los mártires confirma que los primeros cristianos se veían a sí mismos como esclavos de Cristo. Durante las persecuciones, muchos declararon su fe diciendo: "Yo soy cristiano", lo que implicaba su total sumisión y lealtad a Cristo.

Las autoridades romanas a menudo se confundían con la identidad de los cristianos, ya que su lealtad a Cristo como su Amo era radicalmente diferente a las estructuras sociales y políticas de la época.

HISTORIA ANTIGUA, VERDAD ETERNA

La historia de la esclavitud en el contexto bíblico y cómo esta historia se relaciona con la comprensión cristiana de la esclavitud espiritual.

La esclavitud fue una parte integral de la historia de Israel desde sus primeros días como nación. Dios reveló a Abraham que sus descendientes experimentarían sufrimiento como esclavos en una tierra extranjera, lo cual se cumplió con la esclavitud en Egipto.

La ley mosaica incluía regulaciones sobre la esclavitud, proporcionando cierta protección a los esclavos domésticos, quienes eran tratados mejor que en otras sociedades antiguas del Cercano Oriente. Sin embargo, los esclavos seguían siendo considerados una inversión financiera y podían ser castigados si eran improductivos o desobedientes.

Aunque no idénticas, la esclavitud en Israel y en Roma compartían similitudes. En ambas culturas, los esclavos estaban sujetos a la autoridad total de sus amos.

El Nuevo Testamento utiliza la metáfora de la esclavitud para describir la condición humana bajo el pecado. El pecado es presentado como un amo vil y atroz, y los creyentes del primer siglo habrían comprendido esta metáfora a la luz de los abusos de la esclavitud en sus culturas.

La redención en términos bíblicos se entiende como la liberación de la esclavitud del pecado, similar a cómo Israel fue liberado de la esclavitud en Egipto. Esta liberación es vista como una transformación radical de estatus y una entrada en una nueva relación de servidumbre a Dios.

La idea de ser esclavo de Cristo implica una sumisión total y una obediencia incondicional a Dios. Esta relación redefine la identidad del creyente, liberándolo del pecado y haciéndolo un siervo fiel de Dios.

ESCLAVO BUENO Y FIEL

Esta frase ejemplifica la actitud y el comportamiento que los creyentes debemos tener hacia nuestro Amo, Cristo.

Jesús utiliza la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) para ilustrar la fidelidad y la diligencia que se espera de sus seguidores. En esta parábola, los siervos son recompensados por su fidelidad en administrar los recursos de su amo.

La parábola resalta la importancia de la fidelidad y la responsabilidad en el servicio a Dios. Los siervos fieles son aquellos que utilizan bien los dones y oportunidades que se les han dado, mientras que el siervo negligente es castigado por su falta de diligencia.

Los siervos fieles son elogiados con las palabras: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor" (Mateo 25:21, 23).

La enseñanza de Jesús sobre la esclavitud y el servicio enfatiza que debemos ver nuestra vida como una oportunidad para servir a Dios con fidelidad y diligencia. La verdadera grandeza en el reino de Dios se encuentra en ser un esclavo bueno y fiel.

Cristo mismo es el ejemplo supremo de un siervo fiel. En Filipenses 2:5-8, Pablo describe cómo Cristo, aunque era en forma de Dios, se humilló a sí mismo tomando la forma de siervo y obedeciendo hasta la muerte en la cruz.

Los creyentes somos llamados a seguir el ejemplo de Cristo en su obediencia y servicio. La obediencia a Dios es una marca distintiva de un verdadero discípulo y esclavo de Cristo.

SEÑOR Y AMO

La supremacía y autoridad de Cristo como Señor. Reconocer a Jesús como Señor es fundamental para la fe cristiana. Este reconocimiento implica una sumisión voluntaria pero total a su autoridad y voluntad.

El término griego "Kyrios" (Señor) es utilizado en el Nuevo Testamento para referirse a Jesús, subrayando su divinidad y autoridad suprema. Este título no solo denota respeto, sino también una relación de amo y esclavo, donde los creyentes somos llamados a obedecer y servir a Cristo.

La autoridad suprema de Cristo sobre todos los aspectos de la vida del creyente no es solo teórica, La sumisión a él como Señor implica una obediencia incondicional a sus mandamientos. Debemos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, demostrando nuestra lealtad y devoción a través de nuestras acciones y decisiones diarias, afectando cómo vivimos, cómo pensamos y actuamos.

Uno de los ejemplos más destacados es el de Abraham, quien obedeció a Dios al estar dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac (Génesis 22:1-18). Este acto de obediencia demuestra una fe y sumisión absolutas.

Jesús mismo es el modelo supremo de sumisión y obediencia. En el Jardín de Getsemaní, Jesús ora diciendo: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mateo 26:39). Esta oración refleja su total sumisión a la voluntad del Padre, incluso ante el sufrimiento y la muerte.

Hoy también somos llamados a seguir el ejemplo de Cristo en su sumisión y obediencia. La verdadera fe se manifiesta en una vida de servicio y lealtad a Cristo como Señor y Amo. Esta relación de sumisión no es opresiva, sino que lleva a una vida de libertad y gozo en el servicio a Dios.

Aunque la metáfora del esclavo puede parecer restrictiva, en realidad, la sumisión a Cristo trae verdadera libertad. Somos liberados del pecado y la muerte, y hemos encontrado una nueva vida en Cristo. Esta libertad no es para vivir de manera egoísta, sino para servir a Dios y a los demás con amor y gratitud. Gálatas 4:3-7

SEÑOR Y DIOS

Jesús es Dios. Esta verdad es esencial para la fe cristiana y se basa en numerosas escrituras del Nuevo Testamento que testifican de su divinidad.

Juan 1:1-14; Colosenses 2:9; Hebreos 1:3.

La divinidad de Cristo está intrínsecamente ligada a su señorío. Como Dios, Jesús tiene autoridad absoluta sobre toda la creación y, en particular, sobre la vida de los creyentes. Esta autoridad se manifiesta en su capacidad para perdonar pecados, otorgar vida eterna y gobernar con justicia.

Reconocer a Jesús como Señor y Dios tiene profundas implicaciones para la vida cristiana. Estamos llamados a someternos completamente a su autoridad, vivir en obediencia a sus mandamientos y adorarlo con todo nuestro ser. Esta sumisión no es una carga, sino una fuente de gozo y libertad, ya que vivir bajo el señorío de Cristo significa vivir en la verdad y en la luz de su amor y gracia.

La adoración de Cristo como Dios, Jesús es digno de toda adoración y alabanza. Debemos cultivar una vida de adoración que refleje nuestra reverencia y amor por nuestro Señor y Dios.

ESCLAVOS DEL PECADO

La naturaleza del pecado es como la de un amo cruel y despiadado. El pecado no solo afecta las acciones externas, sino que corrompe el corazón y la mente, manteniendo a las personas en una condición de esclavitud espiritual. Romanos 6:17-18, 20

En el mercado de esclavos, los esclavos no tienen control sobre su destino; de manera similar, los pecadores están a merced del pecado y no pueden liberarse por sí mismos.

En el mercado romano de esclavos, las decisiones sobre el futuro de los cautivos estaban en manos del comprador, no del esclavo. Esto es comparable con la soberanía de Dios en la redención de los creyentes.

La redención de los creyentes es obra de Cristo. A través de su sacrificio en la cruz, Jesús pagó el precio para liberar a los pecadores de la esclavitud del pecado. 1 Corintios 6:20 y 7:23

Una vez redimidos, no somos simplemente liberados para vivir como deseemos. Entramos en una nueva esclavitud, pero esta vez le pertenecemos a Cristo. Y esta nueva esclavitud se basa en una relación de amor y obediencia a un Amo compasivo, justo, y perfecto. Ser esclavo de Cristo significa vivir con honestidad, en la verdad y en la luz de su amor y gracia.

La redención en Cristo no solo libera del pecado, sino que también transforma la vida del creyente, capacitándolo para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. 1 Pedro 1:18-19

CAUTIVOS, CIEGOS, MUERTOS

El pecado ata a las personas, impidiéndoles vivir en libertad. Esta atadura no es solo física, sino principalmente espiritual y moral. El pecado tiene un poder esclavizante que controla y domina la vida de las personas, llevándolas a actuar en contra de la voluntad de Dios.

La ceguera espiritual es otro aspecto de la condición humana antes de la redención. Las personas no solo están atadas por el pecado, sino que también están ciegas a la verdad de Dios. Esta ceguera les impide ver su verdadera condición y por lo tanto tampoco pueden ser conscientes de la necesidad de un Salvador. 2 Corintios 4:4

Antes de la redención, las personas están espiritualmente muertas. Esta muerte espiritual significa que están separadas de Dios. Efesios 2:1-3.

Dada la condición de estar atados, ciegos y muertos, todos los seres humanos necesitamos la gracia de Dios que nos redima. Solo a través de la intervención divina es posible la liberación del pecado.

La salvación es potestativa de Dios, quien en su misericordia y amor, da vida a los que están muertos en sus pecados. El hombre no podía hacer nada para salvarse a sí mismo.

La redención en Cristo es la única solución a la condición desesperada del ser humano. A través de su muerte y resurrección, Jesús rompe las cadenas del pecado, abre los ojos espirituales y da vida a los muertos. Colosenses 1:13-14

Los que estaban atados, ciegos y muertos ahora son libres, ven la verdad y tienen una nueva vida en Cristo.

LIBRE DEL PECADO Y ESCLAVO DE DIOS

La libertad verdadera se encuentra en esta nueva esclavitud.

La redención en Cristo libera a los creyentes del poder y la esclavitud del pecado. Esta liberación significa que el pecado ya no nos domina, sino que ahora estamos capacitados para vivir en justicia y santidad. Romanos 6:18

La liberación del pecado no es para vivir en anarquía, sino para ser esclavos de Dios. Esta nueva esclavitud es una relación de obediencia y servicio a Dios. Ser esclavo de Dios es una posición de honor y privilegio, ya que implica servir al Rey de reyes y Señor de señores.

Encontramos la verdadera libertad en la esclavitud a Cristo. Aunque puede parecer contradictorio, ser esclavo de Cristo es la forma más elevada de libertad, ya que libera a los creyentes de la tiranía del pecado y les permite vivir en la plenitud de la voluntad de Dios. Romanos 6:22

No es por mérito humano, sino por la gracia de Dios que los creyentes somos salvados y transformados. Efesios 2.8

Aunque la salvación es por gracia, es responsabilidad del creyente vivir en obediencia a Dios. Esta obediencia no es una carga, sino una respuesta agradecida a la gracia recibida. "Tengamos gratitud y mediante ella sirvamos a Dios".

Debemos vivir de manera que reflejemos la nueva identidad en Cristo, buscando la santidad y la justicia en todas nuestras acciones.

Ya no vivimos para nosotros mismo, sino para Dios. Esta nueva identidad es una fuente de gozo y satisfacción, ya que vivir para Dios es el propósito más elevado y significativo.

DE ESCLAVOS A HIJOS

Los creyentes no solo somos esclavos de Cristo, sino también somos adoptados como hijos de Dios. Esta adopción nos otorga una nueva identidad y un lugar en la familia de Dios, con todos los derechos y privilegios que ello conlleva. Romanos 8:15-17.

Dios, como Padre amoroso, disciplina a sus hijos para corregirlos y guiarlos en el camino correcto. Esta disciplina es una señal de su amor y cuidado, y los creyentes debemos aceptarla con humildad y gratitud. Hebreos 12:7.

Con la adopción y la sumisión vienen responsabilidades. Debemos vivir de manera que honremos a nuestro Padre, Señor, Amo, y Dios, reflejando su carácter y obedeciendo sus mandamientos. Esta responsabilidad incluye el servicio a los demás y la proclamación del evangelio.

La adopción espiritual y la nueva identidad que los creyentes recibimos en Cristo, la profunda transformación y los privilegios que conlleva esta adopción.

El proceso de adopción en la antigua Roma, donde la adopción significaba un nuevo comienzo y la entrada en una nueva familia. Este proceso implicaba la ruptura completa de los lazos y obligaciones con la familia anterior. El adoptado se convertía en un miembro permanente de su nueva familia, con todos los derechos y privilegios que esto conllevaba. Un esclavo adoptado siempre se consideraba un miembro verdadero y permanente de la familia. Su nombre se inscribía en los registros familiares y en los archivos de la ciudad.

De manera similar, los creyentes somos adoptados en la familia de Dios a través de Cristo. Esta adopción espiritual implica una transformación completa de identidad y la ruptura de los lazos con la antigua vida de pecado. Ahora tenemos un lugar permanente en la familia de Dios y somos considerados hijos legítimos con todos los derechos y privilegios. Los nombres de los creyentes adoptados por Dios están inscritos en el "Libro de la vida" de la Jerusalén celestial, asegurando su lugar eterno en la familia de Dios.

La adopción en Cristo elimina cualquier obligación previa que tuviéramos con nuestra antigua vida de pecado. Es como si nunca hubieran existido esas obligaciones, permitiéndonos vivir una vida nueva y libre en Cristo. Esta ruptura es total y completa, asegurándonos que ya no estamos bajo la esclavitud del pecado.

Como hijos adoptivos de Dios, los creyentes recibimos nuevos derechos y privilegios. Esto incluye la herencia espiritual, la protección divina y el acceso directo a Dios como Padre. Ahora tenemos una relación íntima y personal con Dios, quien los cuida y los guía como un padre amoroso.

Aunque la adopción es un acto de gracia, nuestra responsabilidad como creyentes es vivir de acuerdo con nuestra nueva identidad. Esto implica vivir en santidad, obediencia y reflejar el carácter de Dios en sus vidas. Debemos conducirnos de manera digna de nuestra vocación, mostrando al mundo la transformación que ha ocurrido en sus vidas. Efesios 4.1; 1 Tesalonicenses 2.12.

Ejemplos bíblicos de adopción, la liberación de Israel del cautiverio en Egipto y su adopción como nación por Dios (Éx 4.22). Estos ejemplos ilustran cómo Dios toma a los suyos y los transforma en su pueblo especial. Gálatas 3:26.

La permanencia y la seguridad que los creyentes tenemos con nuestra nueva identidad como hijos de Dios.

La adopción en Cristo nos proporciona una seguridad y confianza inquebrantables. Sabemos que tenemos un lugar permanente en la familia de Dios y que sus lazos con la antigua vida de pecado han sido completamente rotos. Descansamos en la certeza de su salvación y en la fidelidad de Dios como nuestro Padre celestial.

La disciplina paternal de Dios, al igual que un padre terrenal disciplina a sus hijos, Dios también disciplina a sus hijos adoptivos para su bien y crecimiento espiritual. Hebreos 12:7.

La adopción en Cristo implica una transformación completa y una verdadera libertad. Ya no somos esclavos del pecado, sino que somos libres para vivir en justicia y santidad.

Esta libertad no es una licencia para pecar, sino un llamado a vivir de acuerdo con la nueva identidad y propósito que Dios ha dado a sus hijos.

LISTOS PARA RECIBIR AL AMO

La preparación y disposición que debemos tener los creyentes para recibir a nuestro Amo, Jesucristo. La importancia de la vigilancia, la fidelidad y la obediencia en la vida cristiana, en espera del regreso de Cristo.

La necesidad de estar siempre vigilantes y preparados para el regreso de Cristo. Jesús mismo enseñó sobre la importancia de estar listos, utilizando parábolas como la de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13) y la del siervo fiel y prudente (Mateo 24:45-51). Debemos vivir con una expectativa constante y una actitud de preparación.

La fidelidad en el servicio es un tema central. Somos llamados a ser fieles en las tareas y responsabilidades que Dios nos ha encomendado, sabiendo que seremos recompensados por nuestra fidelidad. Lucas 12:37-48

La fidelidad no solo se demuestra en grandes actos, sino también en las pequeñas cosas de la vida diaria. Cada acto de obediencia y servicio cuenta en el reino de Dios.

La obediencia y la sumisión a la voluntad de Dios son esenciales para estar listos para recibir al Amo. Los creyentes debemos someternos a la autoridad de Cristo y vivir de acuerdo con sus mandamientos.

La obediencia no es una carga, sino una expresión de amor y devoción a Dios. Obedecemos porque amamos a nuestro Señor y deseamos agradarle en todo.

Las recompensas y consecuencias que acompañan la fidelidad y la infidelidad. Los creyentes fieles recibiremos recompensas eternas, mientras que los infieles enfrentarán consecuencias negativas.

Las recompensas no son solo en el cielo, sino que también hay bendiciones y recompensas en esta vida para aquellos que seamos fieles a Dios.

Ejemplos bíblicos de fidelidad, el de José, quien fue fiel en todas las circunstancias y fue exaltado por Dios (Génesis 39-41).

Estos ejemplos sirven como inspiración y modelo, mostrando que la fidelidad a Dios siempre trae bendiciones y recompensas.

La esperanza del regreso de Cristo es un tema recurrente en el Nuevo Testamento.

Debemos vivir con la esperanza y la expectativa de que Cristo volverá y establecerá su reino. Esta esperanza debe motivarnos a vivir vidas santas y obedientes, sabiendo que nuestro Amo puede regresar en cualquier momento.

LAS PARADOJAS DEL REINO

La paradoja central del cristianismo: ser esclavo de Cristo es, en realidad, la verdadera libertad. Aunque el término "esclavo" puede tener connotaciones negativas, en el contexto cristiano, significa una relación de total dependencia y devoción a Cristo.

Ser esclavo de Cristo significa ser liberado del pecado.

Antes de conocer a Cristo, las personas están esclavizadas por el pecado, pero al convertirse en esclavos de Cristo, son liberadas para vivir en justicia y santidad. Romanos 6:18.

La obediencia a Cristo, aunque pueda parecer restrictiva, es en realidad una fuente de verdadera riqueza y bendición. La obediencia a los mandamientos de Cristo lleva a una vida plena y abundante. La obediencia no es una carga, sino una expresión de amor y gratitud hacia Dios.

La sumisión a Cristo proporciona una seguridad y paz que el mundo no puede ofrecer. Al someternos a la voluntad de Dios, encontramos protección, guía y propósito en sus vidas. Mateo 11:28-30

La humildad es otra paradoja cristiana.

Al humillarnos y reconocer nuestra dependencia de Dios, somos exaltados y recibimos la gracia de Dios.

La humildad es una virtud esencial en la vida cristiana y que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes (Santiago 4:6).

Otra paradoja: encontrar alegría en el sufrimiento.

Podemos experimentar gozo incluso en medio de pruebas y tribulaciones, sabiendo que estas producen perseverancia y carácter.

Romanos 5:3-4.

Una última paradoja: encontrar vida en la muerte.

Al morir a nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas, hemos encontrado la verdadera vida en Cristo.

Esta es la esencia del discipulado cristiano: tomar la cruz y seguir a Jesús, muriendo a uno mismo para vivir en Él. Romanos 6:18.


Resumen del libro "Esclavo" de John F. McArthur


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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


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