martes, 7 de abril de 2015

esclavos

La iglesia en Tesalónica manifestaba su condición de comunión de creyentes en Cristo, en que servían a Dios. Pablo llama aquí a Dios, "el Dios vivo y verdadero", o si se prefiere el Dios viviente y verdadero. Mientras que los ídolos son dioses muertos, el único Dios, vive y es fiel. El creyente vinculado a Cristo se convierte en siervo de la justicia. El apóstol lo enseñaría con mayor detalle al escribir su Epístola a los Romanos, donde dice a los lectores que "libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia" (Ro. 6:18). El cambio producido es evidente, los que eran esclavos del pecado pasaron a ser siervos de la justicia. La palabra es la misma para referirse al servicio bajo el pecado o bajo la justicia, de modo que podría enfatizarse la expresión traduciendo: "vinisteis a ser esclavos de la justicia". En la condición de esclavitud bajo el pecado, éste ejercía tiranía, la condición de esclavitud bajo la justicia, es la expresión suprema de libertad, al concordar con la vida libre de Dios que la orienta. La libertad equivale a la certeza de servir a Dios. No cabe duda que el cristiano no puede servir a dos señores (Mt. 6:24), especialmente por la incompatibilidad de ellos entre sí. De modo que liberado de la opresión del primero, ahora puede decirse al servicio del segundo que es también quien lo ha liberado. Antes de su conversión a Cristo el hombre es esclavo del pecado, ocupado en el servicio a la idolatría, no importa cual sea su expresión, en cualquier caso ninguna de su obras eran concordantes con la voluntad de Dios. Ahora por el nuevo nacimiento el servicio continúa como experiencia vital pero no es un servicio de esclavitud, sino un servicio para quienes gozan de absoluta y plena libertad. Son libres y, por tanto, pueden servir entregada y voluntariamente al único Dios, vivo y verdadero. Los ídolos, tras quienes se ocultan los demonios, ya no pueden ejercer su control tiránico y esclavizante en el creyente. Un cristiano se distingue de quien no lo es en que fue liberado del poder del pecado y puede vivir al servicio de la justicia, que no es sino vivir al servicio de Dios. El servicio forma parte esencial de la vida de quienes han sido salvos. Eso es lo que identificaba a los cristianos en Tesalónica, que habían dejado los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero. Dicho de otro modo, por el mismo apóstol: "Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios" (Ro. 6:22). En la conversión la vida nueva tiene una relación directa con la redención, de ahí que el apóstol pueda decir que quienes creen han sido definitivamente "libertados del pecado". En la obra redentora el esclavo no sólo es cambiado de esfera de vida de los ídolos a Dios, sino que se le libera de la esclavitud del pecado para que sea verdaderamente libre. En el mundo del Dios vivo y verdadero la realidad es la verdadera libertad, en él la esclavitud del pecado concluye definitivamente para el salvo. En esta nueva vida en Cristo los salvos son hechos "hechos siervos de Dios". Esta es la más alta posición a la que un hombre puede aspirar. El creyente al ser hecho siervo o, si se prefiere, esclavo de Dios, le debe ya lealtad y obediencia. Es también la consecuencia de la identificación con Cristo que fue siervo perfecto (Lc. 22:42b). La condición natural de un cristiano lo vincula necesariamente con el servicio a Dios. La rebeldía a servir al Creador ocasionó en la historia del hombre la entrada del pecado en el mundo. Ahora, recuperado el hombre para Dios, se establece nuevamente una relación de servicio a quien no solo le corresponde por creación, sino también por rescate. Pablo enseña que el creyente ha sido comprado por precio y, por tanto, ya no es de su yo, sino de aquel que lo compró. "Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Co. 6:20). En ambos lugares el apóstol llama la atención al hecho de la redención. El creyente era esclavo del pecado, sujeto a esclavitud bajo Satanás (He. 2:14-15). El precio pagado para la liberación fue la sangre, esto es, la vida entregada del Hijo de Dios (Mt. 20:28; Ro. 3:24; Ef. 1:7; 1 P. 1:18-20). Dios tiene ahora derecho de posesión por compra del creyente. Pero, este admirable Dios da al que antes era esclavo la carta de libertad para que sea verdaderamente libre en Cristo (Gá. 5:1). Pablo ha dicho antes que el creyente es siervo de la justicia, por tanto en esa forma de vida glorifica a Dios en el cuerpo y en el espíritu, que son también de Dios. Un servicio real y positivo, el más glorioso, consiste en presentarse a Dios en sacrificio vivo, es decir, sin nada que pueda negársele, puesto que se le entrega la misma vida (Ro. 12:1).


Pérez Millos, Samuel. COMENTARIO EXEGÉTICO AL TEXTO GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO, 1 Y 2 A LOS TESALONiCENSES, CLIE


(Por favor me confirma si lee este correo electrónico)

Muchas gracias.

Paz de Cristo!



ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor




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