martes, 3 de abril de 2018

El nacimiento, mejor concepción, virginal

[Texto íntegro del libro citado al final]







El nacimiento virginal


Objetivos del capítulo

Al terminar este capítulo, debería ser capaz de:
• Explicar la importancia del nacimiento virginal a la hora
de elaborar una forma de entender lo sobrenatural, Jesucristo y la
teología cristiana en su conjunto.
• Identificar y describir la evidencia bíblica e histórica,
específicamente en la iglesia primitiva, del nacimiento virginal.
• Reconocer y entender cinco objeciones al nacimiento virginal.
• Refutar cinco objeciones al nacimiento virginal, utilizando
evidencias bíblicas y racionales.
• Formular una doctrina teológica sobre el nacimiento
virginal basada en las evidencias presentadas, tanto a favor como en
contra.


Resumen del capítulo

Después de la resurrección, el nacimiento virginal es el suceso más
controvertido de la vida de Jesucristo. A finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, el tema del nacimiento virginal se convirtió
en un asunto que probaba la creencia de la gente en lo sobrenatural.
Aunque la terminología "concepción virginal" resulta más adecuada para
explicar el significado de una concepción que es sobrenatural que la
de un "nacimiento virginal," esta última se convirtió en la expresión
más común para referirse a esta doctrina. Las dos referencias
bíblicas, que discuten el nacimiento virginal, Mateo 1 y Lucas 1,
satisfacen la coherencia de las Escrituras en cuanto a la creencia en
el nacimiento virginal. Como un elemento clave de la cristología,
creer en el nacimiento virginal es necesario para la teología
cristiana.


Cuestiones de estudio

1. ¿Por qué el nacimiento virginal es importante para la
teología cristiana?

2. ¿Qué evidencias se encuentran en la iglesia primitiva para
creer en el nacimiento virginal?

3. ¿Qué objeciones se han planteado contra el nacimiento
virginal, y cómo respondería a ellas?

4. ¿Cómo defendería la creencia en el nacimiento virginal
utilizando Mateo 1 y Lucas 1?

5. ¿Cómo contribuye a la cristología el creer en el
nacimiento virginal?


Importancia del tema
Evidencia del nacimiento virginal
Evidencia bíblica
Tradición de la iglesia primitiva
Objeciones al nacimiento virginal
Ignorancia inesperada respecto al nacimiento virginal
La posibilidad de que el nacimiento virginal impida la humanidad completa
Paralelismos con otras religiones
Incompatibilidad con la preexistencia de Cristo
Conflicto con la ley natural
El significado teológico del nacimiento virginal


Importancia del tema

Junto con la crucifixión y la resurrección, quizá el sucesor de la
vida de Cristo que ha recibido mayor atención es el de su nacimiento
virginal. Desde luego, junto con la resurrección es el más debatido y
controvertido.
A finales del siglo XIX y principios del XX, el nacimiento virginal
estaba en pleno debate entre los fundamentalistas y los modernistas.
Los fundamentalistas insistían en que la doctrina era una creencia
esencial. Los modernistas o la rechazaban por no ser esencial o por
ser insostenible, o la reinterpretaban de una manera no literal. Para
los primeros era una garantía de que Cristo era especial y de que era
Dios, mientras que para los segundos parecía desviar la atención de la
realidad espiritual al tema biológico.
Una razón para poner tanto énfasis en esta enseñanza que se menciona
sólo dos veces en las Escrituras es que en otras doctrinas había más
variedad de interpretaciones. Los liberales tendían a redefinir las
doctrinas sin cambiar la terminología, como observó John Herman
Randall Jr. Como resultado, la adscripción a estas doctrinas ya no era
una prueba positiva de ortodoxia. Por tanto ya no era posible asumir
que lo que un teólogo quiere decir con "divinidad" y "deidad" de
Cristo era una singularidad cualitativa que le distingue de otros
humanos. Se comenta que W. Robertson Smith, un teólogo escocés del
siglo XIX, cuando le acusaron de negar la divinidad de Cristo, dijo:
"¿Cómo pueden acusarme de eso? Nunca he negado la divinidad de ningún
hombre, ¡menos aún la de Jesús!" A la vista de tales ideas, la
aprobación de la doctrina de la deidad de Jesús no incluye
necesariamente el significado tradicional: que Jesús era divino en el
mismo sentido y grado que el Padre, y de una manera que no es cierta
para ninguna otra persona que haya vivido. Por tanto, no es
sorprendente que la deidad de Cristo no aparezca en algunas listas de
los fundamentos de la ortodoxia. Sin embargo, la resurrección del
cuerpo y el nacimiento virginal sí se encuentran allí. Los
fundamentalistas razonaron que alguien que puede aceptar el nacimiento
virginal probablemente podía aceptar otras evidencias de la deidad de
Jesús, ya que estas por lo general son menos difíciles de aceptar que
el nacimiento virginal. Por eso a los candidatos a la ordenación se
les pedía que expresasen una posición ante el nacimiento virginal,
porque era una manera relativamente fácil y eficiente de determinar si
mantenían que Cristo era sobrenatural. En tiempos más recientes, el
teólogo asiático Choan-Seng Song ha interpretado la encarnación de
Cristo como que Dios obra en todas las situaciones en las que hay
sufrimiento. Por tanto, el nacimiento virginal sigue siendo importante
para lo especial de la encarnación de Cristo en un momento concreto de
tiempo.
Sin embargo, había un asunto incluso más grande aquí. Porque el
nacimiento virginal era una prueba sobre la posición que se tenía
hacia lo milagroso. Cualquiera que aceptase el nacimiento virginal
podría aceptar los demás milagros que relata la Biblia. Por tanto,
esto se convirtió en una manera conveniente de determinar la actitud
que uno tenía hacia lo sobrenatural en general. Pero incluso más allá
de eso, era una manera de comprobar la cosmovisión que se tenía del
mundo y, específicamente, de la relación de Dios con el mundo.
Uno de los puntos de desacuerdo entre los conservadores y los
liberales tenía que ver con la relación de Dios con el mundo. Hablando
en general, los liberales o modernistas resaltaban la inmanencia de
Dios. Se consideraba que Dios estaba presente y activo en todas
partes. Se creía que obraba para cumplir sus propósitos a través de
las leyes naturales y los procesos diarios y no de forma directa y
especial. Los conservadores o fundamentalistas, por otro lado,
resaltaban la trascendencia de Dios. Según esta idea, Dios está fuera
del mundo, pero interviene milagrosamente de vez en cuando para
realizar una obra especial. El fundamentalista veía el nacimiento
virginal como signo de la obra milagrosa de Dios, mientras que el
liberal veía cada nacimiento como un milagro. El nacimiento virginal
era, por tanto, un destacado campo de batalla ente los puntos de vista
sobrenaturalistas y naturalistas de la relación de Dios con el mundo.
El nacimiento virginal significa cosas diferentes para diferentes
teólogos. De lo que estamos hablando aquí realmente es de la
"concepción virginal." Con esto queremos decir que la concepción de
Jesús en el vientre de María no fue resultado de una relación sexual.
María era virgen en el momento de la concepción de Jesús y continuó
siéndolo hasta el momento de su nacimiento, porque las Escrituras
indican que José no tuvo relaciones sexuales con ella hasta después
del nacimiento (Mt. 1:25). María se quedó embarazada mediante una
influencia sobrenatural que el Espíritu Santo tuvo sobre ella, pero
esto no significa que Jesús fuera el resultado de la relación sexual
entre Dios y María. Tampoco implica que no se produjera un nacimiento
normal. Algunos teólogos, en particular católicos, interpretan el
nacimiento virginal como que Jesús no nació de forma normal. Según su
punto de vista, simplemente pasó por la pared del útero de María en
lugar de por el canal de nacimiento normal, de manera que el himen de
María no se rompió. Por tanto, hubo una especie de cesárea milagrosa.
Según la doctrina católica de la perpetua virginidad de María, ella en
ningún momento tuvo relaciones sexuales, así que no hubo hijos
naturales nacidos de José y María. Algunos teólogos, por ejemplo Dale
Moody, para distinguir su interpretación del nacimiento virginal de la
del catolicismo tradicional, han propuesto que se utilice la expresión
"concepción virginal" o "concepción milagrosa" en lugar de "nacimiento
virginal."7 Sin embargo, debido al uso común de la expresión
"nacimiento virginal," lo emplearemos aquí, pero entendiéndose que
nuestra interpretación difiere del dogma tradicional católico romano.
También hay desacuerdos en lo que se refiere a la importancia del
nacimiento virginal, incluso entre los que insisten que se debe
mantener la creencia en esta doctrina. Algunos han argumentado que el
nacimiento virginal era esencial para la encarnación. Si hubiera
habido una madre y un padre humanos, Jesús habría sido sólo humano.
Otros creen que el nacimiento virginal era indispensable para que
Cristo careciese de pecado.9 Si hubiera habido dos padres humanos,
Jesús habría heredado una naturaleza humana depravada o corrupta
plena; no habría habido posibilidad de estar libre de pecado. Sin
embargo, otros creen que el nacimiento virginal no era esencial para
ninguna de estas consideraciones, pero que tenía gran valor por
simbolizar la realidad de la encarnación. Es un factor indicativo, muy
similar al modo en que otros milagros, y particularmente la
resurrección, funcionan para certificar que Cristo es sobrenatural.
Sobre esta base, el nacimiento virginal no es necesario desde un punto
de vista ontológico, o sea, que no es necesario que Jesús naciese de
una virgen para ser Dios. Sin embargo, es necesario
epistemológicamente, esto es, para que nosotros sepamos que es Dios.
Por otra parte, algunos han sostenido que la doctrina del nacimiento
virginal es prescindible. Se puede omitir sin que se produzcan
problemas en el significado esencial del cristianismo. Aunque pocos
evangélicos toman esta posición de forma activa, es interesante
constatar que algunos textos de teología sistemática evangélica hacen
escasa o nula referencia al nacimiento virginal en su tratamiento
sobre la cristología.12 De hecho, muchas de las discusiones sobre el
nacimiento virginal se han realizado en obras separadas que tratan
detalladamente el tema.
Una vez examinados los argumentos o los indicios positivos del
nacimiento virginal, es necesario que nos preguntemos cuál es el
verdadero significado e importancia de la doctrina. Sólo entonces
podremos extraer sus implicaciones prácticas.


Evidencia del nacimiento virginal

Evidencia bíblica

La doctrina del nacimiento virginal se basa en dos referencias
bíblicas explícitas: Mateo 1:18–25 y Lucas 1:26–38. Hay otros pasajes
en el Nuevo Testamento que para algunos también hacen referencia o al
menos aluden o presuponen el nacimiento virginal, y está la profecía
de Isaías 7:14, que se cita en Mateo 1:23. Pero incluso tomando en
consideración estos pasajes, la cantidad de referencias relevantes es
bastante escasa.
Simplemente podríamos detenernos en este punto y afirmar que dado que
la Biblia confirma el nacimiento virginal no una vez, sino dos, es
prueba suficiente. Ya que creemos que la Biblia es inspirada y es
autoridad, Mateo 1 y Lucas 1 nos convencen de que el nacimiento
virginal es un hecho. Sin embargo, también tenemos que tener en cuenta
que en lo que se refiere a la verdad histórica del nacimiento
virginal, esto es, en lo que se refiere a un evento que ocurre en un
momento concreto del espacio y el tiempo, en principio es algo que
puede ser confirmado o negado por los datos de la investigación
histórica.
Señalamos, primero, la integridad básica de los dos pasajes
pertinentes. Las dos referencias explícitas, y especialmente Mateo
1:20–21 y Lucas 1:34; son partes integrales de la narrativa en la que
suceden; no son inserciones o interpolaciones. Es más, Raymond Brown
cree que entre las narrativas de la infancia y el resto del libro en
el que aparece hay una continuidad de estilo (por ejemplo, el
vocabulario, la fórmula general de citación) y de tema.
Además, se puede argumentar que los dos relatos del nacimiento de
Jesús, aunque claramente independientes uno del otro, son similares en
tantos puntos (incluida la virginidad de María) que debemos concluir
que en esos puntos ambos surgieron independientemente de una narración
común anterior a cualquiera de ellos; al tener más antigüedad, tienen
mayor garantía de historicidad. Brown ha recogido una lista de once
puntos que tienen en común los relatos de Mateo y Lucas. Entre los
puntos más significativos en los que difieren Brown señala las
referencias de Lucas a la historia de Zacarías, Isabel y el nacimiento
de Juan el Bautista, el censo, los pastores, la presentación del niño
Jesús en el templo, y las enseñanzas de Jesús allí a los doce años.
Por otra parte, Mateo tiene la historia de los Magos guiados por una
estrella hacia el niño, la matanza de los niños por Herodes, y la
huida a Egipto.15 Que a pesar de esta diversidad los dos relatos se
refieran específicamente a la concepción virginal es una pista fuerte
de que para este asunto en particular ambos dependen de una única
tradición anterior. Un punto adicional de autentificación se relaciona
con el carácter judío de estas porciones de los evangelios. Entonces,
desde la perspectiva de la crítica de las formas, la tradición del
nacimiento virginal apareció muy pronto en la historia de la iglesia,
cuando se encontraba principalmente bajo la influencia judía en lugar
de la griega.
¿De dónde procede esta tradición? Una respuesta que se ha dado es que
surge de fuentes extra-bíblicas, extra-cristianas, como los mitos que
se encuentran en las religiones paganas y el judaísmo pre-cristiano.
Examinaremos estas sugerencias un poco más adelante (pp. 770). No
obstante, señalaremos aquí que los paralelismos con otras religiones
son bastante superficiales y las supuestas fuentes difieren
significativamente de los relatos bíblicos. Además, existen serias
dudas de que los primeros cristianos conocieran o aceptaran la mayoría
de ellos. Por lo tanto, esta teoría debe ser descartada.
En el pasado era común atribuir la tradición a José y María, que,
después de todo, eran los únicos que sabían las cosas de forma
directa. Así, el relato de Mateo se atribuía a José y el de Lucas a
María. Cuando se observa desde la perspectiva de lo que se menciona y
lo que se omite, esta hipótesis tiene bastante sentido. Pero Brown
argumenta que José, que al parecer ya había muerto en los tiempos en
que Jesús estaba haciendo su ministerio público, no se puede
considerar una fuente para la tradición. Y María no parece haber
estado muy cercana a los discípulos durante el ministerio de Jesús,
aunque aparentemente formó parte de la comunidad tras la resurrección.
Brown declara que aunque no es imposible que ella fuera la fuente del
material para la narración de la infancia de Jesús en Lucas, no es muy
probable que fuese ella la que suministró el material para el relato
de Mateo, porque no parece estar contado desde su punto de vista. Así
que Brown concluye que "no sabemos con certeza si alguno o todos los
materiales sobre la infancia de Jesús proceden de una tradición para
la cual había un testigo corroborador."18
A pesar de los argumentos de Brown es difícil aceptar sus
conclusiones. El argumento de que José no puede ser considerado fuente
de la tradición del nacimiento virginal porque ya estaba muerto cuando
Jesús desarrolló su ministerio, aunque es un argumento del silencio,
probablemente es técnicamente correcto. No era una fuente directa. Sin
embargo, esto no quiere decir que sus experiencias personales sobre el
nacimiento de Jesús no hayan sido conocidas por la comunidad temprana.
¿No tenía José conocidos en los que podría haber confiado y que
acabaran convirtiéndose en creyentes y parte de la comunidad
cristiana? ¿Y nunca hablaron María y él? También se deja de lado con
demasiada rapidez el papel de María. Si, como admite Brown, hay
evidencias en el Nuevo Testamento de que María formó parte de la
comunidad después de la resurrección (Hch. 1:14), ¿no es una fuente
probable de la tradición?
No deberíamos rechazar con tanta facilidad la posibilidad de que otros
miembros de la familia de Jesús hayan tenido también su parte. Se ha
observado que el Protoevangelio de Santiago, supuestamente un relato
del nacimiento de Jesús escrito por uno de sus hermanos, es bastante
folklórico y comete errores elementales sobre asuntos del
procedimiento en el templo. Pero del hecho de que sea un escrito
apócrifo poco fiable ¿se debe concluir que el auténtico Santiago, que
Brown admite que llegó a los años sesenta, no puede ser una fuente
fiable de una tradición correcta? El mismo Brown hace una sugerencia
coherente a este respecto en un escrito anterior:

Una tradición familiar sobre la manera en que fue concebido Jesús
puede haber dado apoyo a la solución teológica [al problema de cómo
Jesús pudo haber nacido libre de pecado]. Aunque no hay manera de
probar la existencia de esa tradición privada, la notoriedad de los
parientes de Jesús en la iglesia de Jerusalén – por ejemplo Santiago,
el hermano del Señor – nos debería prevenir sobre hasta qué punto los
cristianos eran libres, al menos hasta los años 60, para inventar
tradiciones familiares sobre Jesús.

Si excluimos la familia como fuente de la tradición, tenemos el
complicado problema de saber de dónde procede realmente. Hemos
señalado que la hipótesis de una fuente extra-bíblica adecuada. Por
tanto concluimos que "es difícil explicar cómo surgió la idea si no
fue del hecho." Aunque para nosotros no es necesario establecer la
fuente exacta de la tradición, la familia de Jesús sigue pareciendo
una posibilidad bastante probable.
También deberíamos señalar que aparentemente desde muy pronto se
cuestionó la legitimidad de Jesús. En la polémica anticristiana de
Celso (en torno a 177–180) se acusa a Jesús de ser hijo ilegítimo de
María y de un soldado romano llamado Pantera, y de que el mismo Jesús
había inventado la historia del nacimiento virginal. Que se creyera
que la obra de Celso estaba basada en fuentes judías argumenta en
favor de una tradición temprana sobre el nacimiento virginal.
Sin embargo, incluso en el Nuevo Testamento hay indicaciones de que se
cuestionaba la legitimidad de Jesús. En Marcos 6:3 Jesús es
identificado por la gente de su pueblo como "el hijo de María" cuando
lo esperable es que se le conociese como "el hijo de José." Para
algunos, esto se considera una referencia a la tradición de que José
no era el padre de Jesús; su idea se ve fortalecida por la declaración
de que la gente del pueblo se sintió ofendida ante Jesús. Normalmente
en aquel tiempo cuando una persona era identificada, se hacía diciendo
quién era su padre. Cuando se identificaba a un hombre con el nombre
de su madre era porque su paternidad era incierta o desconocida. Brown
argumenta que el hecho de que los hermanos de Jesús sean mencionados
también en Marcos 6:3 es un signo de normalidad que va en contra de la
designación de "hijo de María" como evidencia de ilegitimidad de
Jesús, porque la legitimidad de sus hermanos y hermanas también se
habría cuestionado. Sea o no válida la conclusión de Brown, queda
claro que la evidencia del texto no es concluyente. La existencia de
variantes (por ejemplo, "el hijo del carpintero") es otra advertencia
en contra de extraer conclusiones apresuradas.
Otro texto que trata este tema es Juan 8:41, donde los judíos le dicen
a Jesús "nosotros no hemos nacido de fornicación." El uso del
pronombre enfático ὑμεῖς (hēmeis) se puede interpretar como una
alusión: "no somos nosotros los que hemos nacido de fornicación."
No sería sorprendente que hubiera rumores de que Jesús era ilegítimo,
ya que según los relatos de Mateo y Lucas, Jesús fue concebido después
de que María se prometiera con José, pero antes de que estuvieran
juntos oficialmente. Por lo tanto nació embarazosamente pronto. En
especial Mateo puede haber incluido la historia que encontramos en
1:18–25 porque circulaban rumores de ilegitimidad. También se puede
deber al deseo de mantener tanto el respeto a los padres de Jesús como
la convicción de que Jesús carecía de pecado. Desde luego las
indicaciones de que se creyera que Jesús era ilegítimo son coherentes
con la concepción virginal. Por supuesto, no la verifican, ya que otra
opción lógica de estas indicaciones sería que Jesús realmente fuera
ilegítimo. Pero al menos podemos afirmar que todas las evidencias
bíblicas dejan claro que José no era el padre natural de Jesús.


Tradición de la iglesia primitiva

Otra evidencia del nacimiento virginal es su larga tradición en la
iglesia primitiva. Aunque esta tradición en sí misma no establece el
nacimiento virginal como un hecho, es el tipo de evidencia que
podríamos esperar si la doctrina fuera cierta.
Un punto de arranque es el Credo de los apóstoles. La forma que
utilizamos ahora se produjo en la Galia en los siglos quinto o sexto,
pero procede de mucho antes. En realidad se basa en una antigua
confesión bautismal romana. El nacimiento virginal se confirma tanto
en la versión más antigua como en la posterior. Poco después de
mediados del siglo segundo, la forma antigua ya estaba en uso, no sólo
en Roma, sino también por Tertuliano en África del Norte y por Ireneo
en la Galia y Asia Menor. La presencia de la doctrina del nacimiento
virginal en una confesión primitiva de la importante iglesia de Roma
es muy significativa, especialmente dado que ese credo no incorporaría
ninguna doctrina nueva.
Otro testimonio primitivo importante es el de Ignacio, obispo de la
Antioquia siria, que fue martirizado no más tarde del año 117.
Argumentando en contra de los docetistas, realizó un resumen de las
principales creencias sobre Cristo. Adolf von Harnack llamaba al
resumen de Ignacio un kerygma de Cristo. Incluía una referencia a la
virginidad de María como uno de los "misterios sobre los que se va a
hablar."28 Varias observaciones hacen esta referencia muy
impresionante: (1) como Ignacio está escribiendo en contra del
Docetismo, la expresión "nacido de mujer" (como en Gá. 4:4) serviría
mejor a su propósito que la de "nacido de una virgen"; (2) no lo
escribió un novicio, sino el obispo de la madre iglesia de la
cristiandad gentil; (3) se escribió no más tarde de 117. Como ha
observado J. Gresham Machen: "cuando encontramos [a Ignacio]
confirmando el nacimiento virginal no como una novedad, sino como uno
de los hechos aceptados sobre Cristo, queda claro que la creencia en
el nacimiento virginal debía estar extendido mucho antes del final del
siglo primero."
Por supuesto, también hay evidencias tempranas de negación del
nacimiento virginal. Algunas de ellas, naturalmente, procedían de
paganos. Sin embargo, más significativas eran las objeciones de los
judíos, que estaban en mejor posición para tener conocimiento de los
hechos y que podrían reflejar una imagen más precisa de la tradición.
Algunos que decían ser cristianos creyentes también plantearon
objeciones. Entre los distintos tipos de opositores a la doctrina se
encontraban Celso, Cerinto, Carpócrates y los ebionitas. Es
significativo que no encontremos ningún ortodoxo (esto es, que
mantenga todas las demás doctrinas básicas de la fe cristiana) que
niegue el nacimiento virginal. Machen resume adecuadamente el
testimonio negativo del siglo segundo: "Las negaciones al nacimiento
virginal que aparecieron en ese siglo es mucho más probable que se
basaran en presuposiciones filosóficas o dogmáticas que en una
tradición histórica genuina."
En contraste, la existencia de un testimonio positivo fuerte del
segundo siglo junto con los otros tipos de evidencias ya citadas,
argumentan con fuerza a favor de la historicidad y la realidad del
nacimiento virginal. Aunque parezca ambigua y no resulte aplastante,
la evidencia es suficiente para apoyar la creencia en el testimonio
bíblico sobre este tema importante.


Objeciones al nacimiento virginal

Han surgido un gran número de objeciones al nacimiento virginal.


Ignorancia inesperada respecto al nacimiento virginal

Se ha argumentado que gente cercana a Jesús, en especial María, pero
también sus hermanos, no conocían el milagroso nacimiento. Basándose
en Marcos 3:21, 31, se asume que fueron ellos los que vinieron a
sacarle, creyendo que estaba fuera de sí. Ser conscientes del
milagroso nacimiento de Jesús les habría servido de explicación para
su comportamiento que tan extraño les resultaba aquí.
También se ha señalado que la mayor parte del Nuevo Testamento no dice
nada sobre el nacimiento virginal. ¿Cómo pudo Marcos, autor del
primero y más básico de los evangelios, omitir la mención a este tema
si lo conocía? Y ¿por qué el evangelio de Juan, el más teológico de
los cuatro, no dice nada sobre un asunto tan importante como este?
Además, es increíble que Pablo, con toda su exposición sobre la
importancia de Cristo y con su fuerte orientación hacia la doctrina,
permaneciese ignorante respecto a este tema si realmente fuera un
hecho y formara parte de la tradición de la iglesia primitiva. Es más,
la predicación de la iglesia primitiva, que se recoge en el libro de
los Hechos, permanece extrañamente silenciosa ante este tema. ¿No
resulta peculiar que sólo dos libros hagan mención al nacimiento
virginal, y sólo de forma breve? Incluso Mateo y Lucas no utilizan, ni
hacen nuevas referencias al nacimiento virginal. Estos son cargos
serios que exigen una respuesta, porque si se toman por lo que parecen
ser, minan o neutralizan la afirmación de que hubo un testimonio
temprano del nacimiento virginal.
Debemos observar primero Marcos 3. No hay seguridad de que María y los
hermanos de Jesús (v. 31) fueran las personas que pensaban que estaba
fuera de sí (v. 21). Literalmente el griego dice "los de él,"
refiriéndose presumiblemente a personas de su propia casa. Sin
embargo, quiénes eran estos individuos no está nada claro. Y hay que
señalar que en el versículo 31 no se hace mención alguna al versículo
21. Por tanto, es probable que uno no se produzca justo después del
otro, sino que los dos versículos estén narrando sucesos
desconectados. No hay indicación alguna de que cuando María y los
hermanos de Jesús vinieron a buscarle, estuvieran preocupados por su
salud mental o la estabilidad de sus acciones. No se establece
conexión alguna con la terminología del versículo 21, ni hay ninguna
pista que indique que este fuera un segundo acercamiento de la madre y
los hermanos de Jesús. Es más, un intercambio verbal con los escribas
de Jerusalén aparece entre los dos versículos. Y la referencia de
Jesús a "mi madre y mis hermanos" no contiene ninguna pista de que
hubiera una reflexión desfavorable por su parte (vv. 33–35). Así que,
no hay justificación para creer que los que pensaban que Jesús estaba
fuera de sí fueran su madre y sus hermanos.
Sin embargo, incluso si María hubiera estado entre los que pensaban
que Jesús estaba fuera de sí, eso no sería incompatible con que
supiera lo de su nacimiento virginal. Si María esperaba que Jesús
algún día se sentara en el trono de David, podría haberse sentido
perpleja con facilidad. Porque en el ministerio en el que ahora se
embarcaba Jesús parecía producir oposición y rechazo. Sin embargo,
podía ser consciente del hecho de que, durante la infancia y madurez
de Jesús, ella había tenido una posición de superioridad sobre él:
cuidándole entrenándole, aconsejándole. Sin duda habría habido
momentos en los que ella había considerado necesario aconsejarle
mejores formas de actuar en su vida personal, si su encarnación era
realmente genuina. Puede haber observado este episodio simplemente
como otra ocasión en la que su guía era necesaria.
En lo que se refiere a sus hermanos, se pueden aplicar algunas de esas
mismas consideraciones. Sin embargo, en su caso tenemos una indicación
explícita de que no creían en Jesús durante su ministerio, o al menos
en algún momento de su ministerio (Jn. 7:5). Su falta de creencia se
ha citado como evidencia de que no tenían conocimiento del nacimiento
virginal y de que por tanto este no se había producido. Pero en
realidad no hay razón para creer que María y José les hubiesen contado
lo del nacimiento virginal. Aunque puede que esa verdad la hayan
conocido más tarde, e incluso puede que tuviera que ver con el hecho
de que empezaran a creer en él, es bastante probable que, siendo más
jóvenes que Jesús, cuando no creían desconociesen completamente lo de
su nacimiento inusual.
Pero ¿qué pasa con el silencio de los demás libros del Nuevo
Testamento? El evangelio según Marcos se considera bastante
significativo a este respecto, ya que presumiblemente es un documento
anterior y básico sobre el que se escribieron los Evangelios
Sinópticos. Pero uno siempre debe ser cuidadoso al argumentar con el
silencio, y especialmente en este caso. Marcos no hace ninguna
referencia al nacimiento e infancia de Jesús. El mismo diseño del
libro parece ser el de proporcionar un informe de los sucesos que
pueden haber sido un asunto de conocimiento público, no el de ofrecer
detalles íntimos de la vida de Jesús. Al escribir un libro tan
compacto como el que escribió, Marcos no ofrece ningún discurso
extendido como los que encontramos en Mateo, y el tipo de incidentes
que sólo conocerían una o dos personas tampoco los encontramos aquí.
La tradición de que Marcos basa su evangelio en la información
suministrada por Pedro sugiere que Marcos podría haber escogido sólo
lo que el apóstol había observado personalmente. Estas
consideraciones, en caso de ser ciertas, apoyarían la ausencia de
cualquier referencia al nacimiento virginal. Esto no implica que
Marcos no supiera de ello o que la tradición fuera falsa.
No obstante, hay una cosa en el evangelio de Marcos que algunos han
señalado como prueba de que el autor sí sabía del nacimiento virginal.
Sucede en 6:3. En el pasaje paralelo Mateo cuenta que la gente de
Nazaret preguntaba: "¿No es ese el hijo del carpintero?" (Mt. 13:55);
y Lucas tiene: "¿No es este el hijo de José?" (4:22). Sin embargo, en
Marcos se lee: "¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de
Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con
nosotros sus hermanas?" Parece como si Marcos estuviera tratando
deliberadamente de evitar referirse a Jesús como hijo de José. Al
contrario que los lectores de Mateo y Lucas, a los que ya se les había
advertido del nacimiento virginal en el capítulo de inicio de los
evangelios respectivos, los lectores de Marcos no tenían manera de
saber esto. Así que escogió sus palabras cuidadosamente para no dar
una impresión equivocada. El punto crucial para nosotros es que el
relato de Marcos no ofrece base para concluir que José era el padre de
Jesús. Por tanto, aunque Marcos no nos habla del nacimiento virginal,
desde luego tampoco lo contradice.
Juan tampoco hace mención al nacimiento virginal en su evangelio. Como
ocurre con Marcos, se debería observar que la naturaleza del evangelio
de Juan es tal que no existe narración del nacimiento. Es cierto que
el prólogo habla del origen de Jesús, pero este pasaje está más
orientado teológica que históricamente, y va seguido inmediatamente
por la imagen de Jesús y Juan el Bautista al inicio del ministerio
público de Jesús. No hay nada que se aproxime a un relato de sucesos
de la vida de Jesús antes de los treinta. Aunque algunos han tratado
de buscar una alusión al nacimiento virginal en Juan 1:13, esta
interpretación depende de una variante textual disputada.
Como observamos anteriormente, no hay referencias al nacimiento
virginal en los sermones del libro de los Hechos. Sin embargo,
deberíamos señalar que estos sermones fueron ofrecidos a audiencias
hostiles o desinformadas. Por tanto, no habría sido natural incluir
referencias al nacimiento virginal, porque podrían haber introducido
un obstáculo innecesario a la aceptación del mensaje y de la persona
en la que se centraba.
La consideración final son los escritos de Pablo. Debido a su papel
dominante en la formulación de la teología de la iglesia primitiva, lo
que dice o no dice es de considerable importancia. Una lectura atenta
de los escritos o discursos de Pablo no nos descubrirá nada que trate
directamente del nacimiento virginal, ya sea desde una perspectiva
positiva o negativa. Algunos consideran que Gálatas 4:4 tiene
evidencias a favor del nacimiento virginal y otros que tiene
evidencias en contra, pero su argumentación no tiene mucho peso.
Algunos creen que Romanos 1:3 es incoherente con la idea de la
concepción virginal, pero es difícil ver ninguna contradicción
definitiva.
No obstante, la ausencia de cualquier referencia al nacimiento
virginal nos preocupa, ya que siendo un asunto de tanta importancia,
parece extraño que Pablo no hablara de ello. Sin embargo, deberíamos
ver los escritos de Pablo tal y como son: no son discursos generales
de naturaleza catequética, sino tratamientos de problemas particulares
de la vida de una iglesia o de un individuo. Si la ocasión no exigía
la exposición de un argumento sobre un tema en particular, Pablo no lo
trataba. Entre todos los grandes temas que argumentó están la gracia y
la ley, la naturaleza de los dones espirituales en el cuerpo de Cristo
y la moralidad personal. No entró en detalles en temas concernientes a
la persona de Cristo, porque evidentemente no eran tema de disputa en
las iglesias o para las personas a las que escribió.
Para resumir este punto: no hay nada en el silencio de muchos autores
del Nuevo Testamento sobre el tema del nacimiento virginal que haga
militar en su contra. Sin embargo, más tarde, de alguna manera, a la
vista de tanto silencio, puede que tengamos que preguntarnos por la
verdadera importancia de esta doctrina. ¿Es indispensable para la fe
cristiana? Y si es así, ¿de qué manera?


La posibilidad de que el nacimiento virginal impida la humanidad completa

Algunos han cuestionado que Jesús fuera completamente humano si no
tenía más que un padre humano. Pero esto confunde la esencia de
humanidad con el proceso que lo transfiere de una generación a otra.
Adán y Eva no tenían un padre y una madre humanos y sin embargo, eran
totalmente humanos; y en el caso de Adán, no había un humano anterior
del cual se pudiera tomar su naturaleza humana en ningún sentido.
Se puede objetar que la ausencia del factor masculino de alguna manera
impide la humanidad total. Sin embargo, esto, con su machismo
implícito, no es una consecuencia lógica. Jesús no se produjo sólo con
el patrón genético de María, porque en ese caso habría sido un clon de
ella y por lo tanto tendría que haber sido mujer. Más bien, se
contribuyó con un componente masculino. En otras palabras, un esperma
se unió con un óvulo proporcionado por María, pero fue creado
especialmente para esa ocasión, en lugar de ser suministrado por un
hombre ya existente.


Paralelismos con otras religiones

Algunos han sugerido que los relatos bíblicos sobre el nacimiento
virginal no son más que adaptaciones de relatos similares que
encontramos en la literatura de otras religiones. Plutarco sugiere que
una mujer puede ser impregnada cuando se aproxima a un pneuma divino.
Esta consideración la hace en su relato de la historia de Numa, que
tras la muerte de su mujer, se retiró en soledad para tener relaciones
con el ser divino Egeria. Hay historias de cómo Zeus engendró a
Hércules, Perseo y Alejandro y de Apolo engendrando a Ión, Asclepios,
Pitágoras, Platón y Augusto. Sin embargo, estos mitos, no son más que
historias sobre fornicación entre seres divinos y humanos, que es algo
radicalmente diferente a los relatos de la Biblia sobre el nacimiento
virginal. Dale Moody comenta: "La enorme sima entre estos mitos
paganos de promiscuidad politeísta y el elevado monoteísmo del
nacimiento virginal de Jesús es demasiado amplia para que la crucen
investigaciones cuidadosas."34 Las similitudes son mucho menores que
las diferencias. Por tanto, la idea de que los mitos paganos han sido
incorporados a los relatos del evangelio debe ser rechazada.
Una variante de esta idea conecta los relatos bíblicos con el judaísmo
en lugar de con la religión pagana. Los relatos de Mateo y Lucas se
consideran demasiado judíos para haber recibido ninguna influencia
pagana directa. Sin embargo, lo que debemos reconocer, dicen los
defensores de esta teoría es que en el judaísmo había una expectación
por un nacimiento virginal. De alguna manera, el judaísmo había tomado
esta idea del paganismo y la incorporó. Después se transmitió a los
documentos cristianos en su forma judaizada.
El problema con esta teoría es que no hay una evidencia sustantiva de
que el judaísmo apoyase una creencia en un nacimiento virginal. Parece
que la teoría ha sido construida basándose en la suposición de que el
nacimiento virginal es una idea pagana y que, como no se habría
aceptado directamente, debe haber llegado al cristianismo a través del
judaísmo. Por tanto, se asume que tal creencia debe haber existido
dentro del judaísmo.


Incompatibilidad con la preexistencia de Cristo

Una objeción adicional importante al nacimiento virginal es la de que
no se puede reconciliar la idea con la evidencia clara y definitiva de
la preexistencia de Cristo. Se dice que si se mantiene una no se puede
mantener la otra. Son ideas mutuamente excluyentes, no
complementarias. La expresión reciente más erudita es la de Wolfhart
Pannenberg.
Sin embargo, ¿es válida esta objeción? Para la ortodoxa cristiana
Jesús era totalmente divino y humano. El Verbo, la Segunda Persona de
la Trinidad, siempre ha sido. No obstante, en un punto concreto de
tiempo asumió la humanidad y nació como el hombre Jesús de Nazaret. No
hay razón por la que la preexistencia y el nacimiento virginal deban
estar en conflicto si se cree que hubo una encarnación auténtica al
inicio de la vida terrenal de Jesús.


Conflicto con la ley natural

Una objeción final al nacimiento virginal procede de una resistencia
fundamental a la posibilidad de milagros y la intrusión de lo
sobrenatural en el ámbito de la historia. En realidad esta objeción
podría estar detrás de alguna de las demás. Sin embargo, aquí la
trataremos abiertamente: el nacimiento humano normal siempre necesita
de la reproducción sexual en la que intervienen un hombre y una mujer.
Hablamos del tema de los milagros en nuestro capítulo sobre la
providencia de Dios. Aquí simplemente señalaremos que la posición que
se tenga hacia la posibilidad de que existan los milagros es en gran
medida un tema de cosmovisión básica. Si uno cree que todo sucede como
resultado de las fuerzas naturales, y que el sistema de la naturaleza
es toda la realidad, entonces no puede existir nada "milagroso." Si,
por otra parte, uno está abierto a la posibilidad de que haya una
realidad fuera de nuestro sistema cerrado, entonces existe la
posibilidad de que un poder sobrenatural pueda intervenir y
contrarrestar el funcionamiento normal de las leyes inmanentes. En un
universo abierto, o en uno en el que se considera abierto, cualquier
suceso y su contrario tienen la misma posibilidad de ocurrir. En tal
situación, la posición que uno tenga respecto a temas particulares
como el nacimiento virginal es un asunto de determinar de forma
histórica lo que sucedió realmente, y no de teorizar sobre si pudo
suceder o no. Nuestra posición es que existe una adecuada cantidad de
evidencia histórica de que Jesús fue realmente el hijo de una virgen y
que fue concebido sin la relación sexual humana normal. Si no tenemos
objeción previa a la posibilidad de tal suceso, esto nos conduce a la
conclusión de que realmente ocurrió.


El significado teológico del nacimiento virginal

Examinadas las evidencias a favor y en contra del nacimiento virginal
y habiendo concluido que hay base adecuada para el mantenimiento de
esta doctrina, ahora debemos preguntar qué significa. ¿Por qué es
importante?
A cierto nivel, por supuesto, el nacimiento virginal es importante
simplemente porque se nos dice que sucedió. Aunque nosotros podemos
ver necesario o no el nacimiento virginal, si la Biblia nos dice que
sucedió, es importante creerlo porque no hacerlo es repudiar de forma
tácita la autoridad de la Biblia. Si no mantenemos el nacimiento
virginal a pesar de que la Biblia nos lo confirma, entonces estamos
comprometiendo la autoridad de la Biblia y en principio no existe
razón para aceptar sus otras enseñanzas. Por tanto, rechazar el
nacimiento virginal tiene implicaciones que van mucho más allá de la
doctrina misma.
Pero debemos preguntar ¿el nacimiento virginal no es importante de una
forma más específica? Algunos han argumentado que la doctrina es
indispensable para la encarnación. Sin el nacimiento virginal no
habría unión entre Dios y el hombre. Si Jesús hubiera sido simplemente
el producto de una unión sexual normal entre un hombre y una mujer,
sólo habría sido un ser humano, no un Dios – hombre. ¿Pero es esto
realmente cierto? ¿No podría haber sido Dios y hombre si hubiera
tenido dos padres humanos, o ninguno? Al igual que Adán fue creado
directamente por Dios, Jesús podría haber sido una creación directa
especial. Y según esto, debería haber sido posible que Jesús tuviera
dos padres humanos y no obstante ser completamente el Dios – hombre.
Insistir en que tener un padre humano excluye la posibilidad de su
deidad recuerda al Apolinarismo, según el cual el Logos divino tomó el
lugar de los componentes normales de la naturaleza humana (el alma).
Pero Jesús era completamente humano, incluyendo todas las cosas con
las que contribuyen normalmente un padre y una madre humanos. Además,
había en él el elemento de deidad. Lo que hizo Dios fue suministrar,
mediante creación especial, tanto el componente humano con el que
normalmente contribuye el varón (y por eso tenemos el nacimiento
virginal) como el factor divino (por eso tenemos la encarnación). El
nacimiento virginal requiere únicamente que la existencia de un ser
humano se produzca sin la participación de un padre humano. Esto
podría haber sucedido sin encarnación, y podría haber habido
encarnación sin nacimiento virginal. Algunos han denominado a este
segundo concepto "adopcionismo instantáneo," ya que supuestamente el
humano implicado habría existido por sí mismo aparte de la adición de
la naturaleza divina. El asunto aquí, sin embargo, es que con la
encarnación sucediendo en el momento de la concepción o el nacimiento,
nunca habría habido un momento en el que Jesús no hubiera sido
completamente humano y completamente divino. En otras palabras, ser
divino y humano no depende del nacimiento virginal.
Una segunda sugerencia que se hace con frecuencia es que el nacimiento
virginal era indispensable para que Jesús careciese de pecado. Si
hubiera poseído aquello con lo que la madre contribuye y con lo que el
padre suele contribuir, habría tenido una naturaleza depravada y por
tanto pecaminosa, como el resto de nosotros. Pero este argumento
parece sugerir que nosotros también careceríamos de pecado si no
tuviéramos un padre varón. Y esto a su vez podría significar una de
estas dos cosas (1) o bien que el padre, y no la madre, es la fuente
de la depravación, una noción que en efecto implica que la mujer no
tiene una naturaleza depravada (o que si la tiene, no la transmite), o
(2) que la depravación no procede de la naturaleza de nuestros padres,
sino del acto sexual mediante el cual se produce la reproducción. Pero
no existe nada en las Escrituras que apoye esta última alternativa. La
declaración en Salmos 51:5: "En maldad he sido formado y en pecado me
concibió mi madre," sencillamente significa que el salmista era
pecador desde el mismo principio de la vida. No significa que el acto
de la concepción sea pecaminoso en sí mismo.
Nos queda entonces la primera alternativa, o sea, que la transmisión
del pecado va relacionada con el padre. Pero esto tampoco tiene apoyo
ninguno en las Escrituras. Aunque se podría encontrar algún apoyo en
la frase de Pablo de que fue el pecado de Adán (Ro. 5:12) el que hizo
pecadores a los hombres, Pablo también indica que Eva, y no Adán,
"siendo engañada, incurrió en transgresión" (1 Ti. 2:14). No hay
señales de que haya más pecaminosidad en el hombre que en la mujer.
Surge la cuestión de si toda la raza humana está mancillada por el
pecado original, ¿María no habría aportado a Jesús algunas de sus
consecuencias? Se ha argumentado que Jesús sí tenía una naturaleza
depravada, pero que no cometió realmente ningún pecado. En respuesta
señalaremos que el ángel le dijo a María: "El Espíritu Santo vendrá
sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual
también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios" (Lc.
1:35). Parece probable que la influencia del Espíritu Santo tuviera un
efecto tan poderoso y santificador que no se produjera ninguna
transferencia de la depravación o la culpabilidad de María sobre
Jesús. Sin esa influencia santificadora especial, hubiera poseído esa
misma naturaleza depravada que nosotros tenemos. Pero si el Espíritu
Santo evitó que la corrupción pasase de María a Jesús, ¿no podría
haber evitado que pasase también la de José? Concluimos que la
carencia de pecado de Jesús no depende de la concepción virginal.
Ya señalamos anteriormente que el nacimiento virginal no se menciona
en los sermones evangelísticos del libro de los Hechos. Puede que no
fuera una de las doctrinas de primer nivel (o sea, indispensable para
la salvación). Es una doctrina subsidiaria o de apoyo; ayuda a crear o
sustentar la creencia en las doctrinas indispensables, o reforzar las
verdades encontradas en otras doctrinas. Como la resurrección, es a la
vez un suceso histórico, una doctrina y una evidencia, es bastante
posible no ser consciente o ignorar el nacimiento virginal y sin
embargo ser salvos. Desde luego, es evidente que a un amplio número de
personas les ocurrió. Pero entonces ¿cuál es la importancia de esta
enseñanza?
1. La doctrina del nacimiento virginal es un recordatorio de que
nuestra salvación es sobrenatural. Jesús, cuando le habló a Nicodemo
sobre la necesidad de un nuevo nacimiento, dijo: "el que no nace de
agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace
de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es" (Jn.
3:5b–6). Juan declaró que los que creen y reciben la autoridad para
ser hijos de Dios: "no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne,
ni por voluntad de varón, sino de Dios" (Jn. 1:13). El énfasis se pone
en que la salvación no procede del esfuerzo humano, ni es un logro
humano. Así que también el nacimiento virginal señala incluso la
incapacidad de los humanos para dar incluso el primer paso en el
proceso. La humanidad no es sólo incapaz de asegurar su propia
salvación, sino que no podría ni siquiera introducir al Salvador en la
sociedad humana.
El nacimiento virginal es, o al menos debería ser, un freno a nuestra
tendencia humana natural hacia el orgullo. Aunque María fue la que dio
a luz al Salvador, nunca habría podido hacerlo, ni siquiera con la
ayuda de José, si el Espíritu Santo no hubiera estado presente y
obrando. El nacimiento virginal es una prueba de la actividad del
Espíritu Santo. Pablo escribió en otra ocasión: "Pero tenemos este
tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios
y no de nosotros," (2 Corintios 4:7). El nacimiento virginal es un
recordatorio de que nuestra salvación, aunque vino a través de la
humanidad, es totalmente de Dios.
2. El nacimiento virginal es también un recordatorio de que la
salvación de Dios es totalmente un don de gracia. No había nada en
particular en María que la hiciese merecedora de dar a luz al Hijo de
Dios. Probablemente muchas jóvenes judías podían haber servido para
ello. Desde luego María manifestaba cualidades, tales como la fe y la
dedicación, que Dios podía utilizar (Lc. 1:38, 46–55). Pero no tenía
nada especial que ofrecer, ni siquiera un marido. Que alguien
aparentemente incapaz de tener un hijo fuese escogida para llevar al
Hijo de Dios es un recordatorio de que la salvación no es un logro
humano, sino un don de Dios, y un don que no merecemos.
3. El nacimiento virginal es evidencia de lo especial que era Jesús el
Salvador. Aunque podía haber habido una encarnación sin un nacimiento
virginal, la naturaleza milagrosa del nacimiento (o al menos de la
concepción) sirve para mostrar que Jesús era, cuando menos, un hombre
muy fuera de lo común escogido por Dios de manera particular.
4. Aquí hay una nueva evidencia del poder y la soberanía de Dios sobre
la naturaleza. En varias ocasiones (por ejemplo en el nacimiento de
Isaac, Samuel y Juan el Bautista) Dios había proporcionado un hijo a
una madre estéril o que ya había pasado la edad de ser madre. Sin duda
estos fueron nacimientos milagrosos. Sin embargo, este nacimiento fue
incluso más sorprendente. Dios había dado muestras de su tremendo
poder cuando, al prometerle un hijo a Abraham y a Sara, él había dicho
retóricamente: "¿Acaso hay alguna cosa difícil para Dios? Al tiempo
señalado volveré a ti, y para entonces Sara tendrá un hijo" (Gn.
18:14). Dios es todopoderoso, capaz de alterar y sobrepasar el camino
de la naturaleza para conseguir sus propósitos. Que Dios era capaz de
obrar lo que parecía imposible en el tema del nacimiento virginal
simboliza su habilidad para cumplir la aparentemente imposible tarea
de ofrecer un nacimiento nuevo a los pecadores. Como el mismo Jesús
dijo sobre la salvación "Para los hombres esto es imposible, pero para
Dios todo es posible" (Mt. 19:26).


Erickson, M. J. (2008). Teología sistemática. (J. Haley, Ed., B.
Fernández, Trans.) (Segunda Edición, pp. 752–771). Viladecavalls,
Barcelona: Editorial Clie.


--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com

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Generalidades de la Escatología Bíblica

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