martes, 31 de enero de 2023

¿Cómo puede un niño que nos ha nacido y un hijo que nos ha sido dado ser llamado Dios fuerte y Padre eterno? Is. 9.6

Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. 

Se llamará su nombre «Admirable consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno», «Príncipe de paz». (Isaías 9.6)  

¿Cómo puede un niño que nos ha nacido y un hijo que nos ha sido dado ser llamado Dios fuerte y Padre eterno? 

 

INTRODUCCIÓN 

En Génesis 1.1 leemos: En el principio creó los cielos y la tierra. Y en Isaías 41.18: Porque así Jehová que creó los cielos; Él es Dios, el que formó tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, que fuese habitada la creó: Yo Jehová, y ninguno mas yo. 

Pero también leemos de Jesús en Juan 1.10: en el mundo estaba, y el mundo fue hecho por Él, y el mundo no le conoció. Y otra vez en Colosenses 1.16-18: porque por Él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por Él y para Él. Y Él es antes que todas las cosas, y por Él todas las cosas subsisten; y Él es la cabeza del cuerpo que Iglesia.  

No cabe la menor duda que estas Escrituras se refieren a Jesús; pero la pregunta que hay que hacerse es ésta: ¿Cómo se puede afirmar que Dios y Jesús, ambos crearon al mundo, como estas Escrituras claramente lo declaran? Y ¿cómo puede un niño que es nacido, y un hijo que es dado, ser el Dios fuerte y el Padre Eterno?  

La respuesta es que no son dos seres distintos, no son dos personas distintas, la Biblia nos habla del Padre que estaba en el Hijo. 2 Corintios 5.19 dice: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.  

En Juan 14.10 Jesús dice: ¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace las obras. 

El único Dios existió solo desde la eternidad. Eternidad y principio son dos cosas diferentes y directamente opuestas la una de la otra. Cualquier cosa que ha tenido un principio ya no es eterna pues la eternidad no ha tenido principio. No tenemos estadística de tiempo antes de que la Escritura dijera: "y fue la tarde y la mañana el primer día"; por consiguiente, antes de esto, damos como existente la eternidad, donde ubicamos los planes de Dios. admirables, fieles y seguros, desde tiempos antiguos. Planes acerca de la redención y la creación de los cielos y de la tierra (Isaías 46.9,10). Esto es lo que es llamado en la Biblia "EN EL PRINCIPIO". En San Juan 1.1 se nos dice: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". 

En el griego el término "Verbo" de Juan 1.1, es "LOGOS" y significa:  

a) Un pensamiento o concepto; y  

b) la expresión o manifestación de ese pensamiento. 

Note usted que la Biblia usa indistintamente los términos "Dios" "Palabra de Dios", "Jehová", "Padre", "aliento", para referirse al Creador del Universo: 

Salmos 33:6 "Por la Palabra de Dios fueron hechos los cielos y la tierra, y todo el ejército de ella por el aliento de su boca". 

Isaías 45:18 "Porque así dijo Jehová, que creó los cielos: él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó; Yo soy Jehová y no hay otro". 

2 Pedro 3:5 "Estos ignoran voluntariamente que en el tiempo antiguo fueron hechos por la Palabra de Dios los cielos y también la tierra...". 

Isaías 45:12 "Yo hice la tierra y creé sobre ella al hombre, Yo, mis manos extendieron los cielos y a todo su ejército mandé. 

Malaquías 2:10 "¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿no nos ha creado un mismo Dios?..". 

Hebreos 11:3 "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.". 

La armonía de estas declaraciones que usan indistintamente los términos "Jehová", Padre", "Palabra de Dios", "Dios", "mano de Dios", "aliento de Dios", descansa en saber que Dios es Espíritu Omnipotente, invisible, incorpóreo, y su identidad desde el principio es su Palabra, su "Verbo." y dijo Dios: "Sea.., Produzca.., Haya.., Júntense.. "; esto es lo que nos muestra el retrato bíblico del Génesis o principio de todas las cosas, y es el Verbo o Palabra quien ejecuta toda acción trayendo a la existencia todas las cosas, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (Colosenses 1.16). "Mirad y ved que no hay dioses conmigo" (Deuteronomio 32.39). "para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto." (Isaías 45.6,7).  

El salmista es vocero de este reconocimiento: "alaben el nombre de Jehová, porque el mandó y fueron creados" (Salmo 148.5). "Él mandó y fueron hechos" (Salmo 148.5); Él dijo y existieron las cosas, ahí está el Verbo en el principio, "y el Verbo era Dios" (Juan 1.1). Dios es su Palabra, esto es lo que era desde el principio, tocante al Verbo de Vida. 

Ahora, cuando vamos a hablar del Hijo, tenemos que introducirnos en el tiempo, porque Hijo es lo que es engendrado y nace, como lo declara la profecía de los Salmos 2.7: "Yo publicaré este decreto: Jehová me ha dicho: Mi Hijo eres tú; yo te he engendrado hoy." El cumplimiento de esta profecía tuvo lugar en el vientre de María (en el tiempo, no fuera de él), como lo registra Gálatas 4.4: "Venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo nacido de mujer".  

Note como el ángel anunciador señala el comienzo del Hijo: "Por tanto el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35).  

Pero ¿Quién es este Hijo de Dios? Es la pregunta obligada que hacían aquellos que miraron su gloria: ¿Quién es este que con autoridad manda a los espíritus inmundos y salen? ¿Quién es este que perdona pecados? ¿Quién es este que reprende al viento y a la mar y le obedecen? ¿No es este el hijo del carpintero? No busque respuesta en argumentos de procedencia filosófica o deducciones humanas cuando el mismo Dios de la gloria se ha mostrado para declararnos esta verdad salvadora: "El Verbo (que es Dios) se hizo carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1.14) es la verdad que conquista al corazón. Pablo lo declara como el misterio grande e indiscutible: "Dios fue manifestado en carne". (1 Timoteo 3.16).  

Juan declara lo insólito: "En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció". (Juan 1.10). Por eso usted encuentra en la Biblia al Hijo de Dios recibiendo adoración desde su cuna en el pesebre, hasta su glorificación en los cielos, y ahora glorificado será inevitable adorarle, como está escrito: "Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás" (Mateo 4.10). Quienes le adoraron no ofrecieron adoración a otro distinto a Dios, ¿Y qué rodilla no se doblará ante Jesucristo? (Filipenses 2.10; Isaías 45.23). Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Divinidad (Colosenses 2.9), es decir, Jesucristo en cuanto a su humanidad y con relación al tiempo es Hijo, oficio o manifestación propuesto en sí mismo para redimirnos; pero en cuanto a su divinidad y con relación a la eternidad es Dios sobre todas las cosas (Romanos 9.5). La inconformidad a esta revelación escrita envanece al hombre, delirando acerca de cosas vanas que lo conducen a la perdición (l Timoteo 6.3,4). Pero quien ve en Jesús al Hijo de Dios, al Dios Fuerte, al Padre Eterno, está completo en Él; es decir, todo lo referente a Dios está en Cristo, y fuera de Cristo Jesús usted no encuentra nada ni a nadie con divinidad. 

En Juan 14.8,9, Felipe le dijo a Jesús lo siguiente: "Señor, muéstranos el Padre y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre..." 

Amigos míos, podemos decir que hoy como ayer, hay muchos que han estado con Jesús varios años y todavía no saben quién es Él. Ninguno de nosotros puede decir: "el que me ha visto, ha vista a mi Padre"; eso sería absurdo si alguien lo mencionara. Yo no puedo decir que el que me ha visto a mí, ha visto a mi padre por muy parecido que seamos; pero Jesús pudo decirlo porque él es Dios Todopoderoso (algunos simplemente dicen que Dios poderoso, pero la Biblia nos dice que Él es TODOPODEROSO. Apocalipsis 1:8); El Padre Jehová del cielo y de la tierra, habita en Él en forma corpórea. 

El niño que nos es nacido y el Hijo que nos es dado, fue el tabernáculo para que el Dios Fuerte, el Padre eterno, pudiera morar en El, para poder revelarse al mundo mostrarnos cuanto nos amaba. Esta manifestación de Dios ha sido la más grande piedra de tropiezo que teólogos de todos los tiempos, han encontrado al estudiar la Divinidad profundamente. Si usted quiere saber cuánto nos amó Dios, debe mirar a Jesús caminando entre los hombres, sanando a los enfermos, confortando sus corazones, llorando con los que lloran, sufriendo con los que sufren y regocijándose con los que se regocijan, mírelo muriendo en la cruz por nosotros; ¡así es como Dios nos ama! 

EI tuvo que tomar sobre sí un velo de carne para acercarse nosotros y que no muriéramos por razón de su presencia, Éxodo 33.20, dice: "No me verá hombre y vivirá". Dios escogió el manifestarse en carne y llamó a esa manifestación "Mi Hijo Amado". No se trataba de que allá en el principio existía un Hijo con Dios y que en cierto momento éI (el Hijo) tomó sobre sí un velo de carne y vivió aquí en la tierra llevando a cabo un plan maravilloso en bien de la humanidad, eso no es lo que dice la Palabra de Dios, leamos: "Y sin contradicción (no entiendo como a algunos hacen de ésta doctrina una fuente de contradicción y siguen llamándose ministros de la palabra, si ella dice todo lo puesto a cuanto tales señores enseñan), grande es el misterio de la piedad: Dios (Jehová, el invisible, el todopoderoso, el Gran Yo Soy, y no ningún hijo imaginario) ha sido manifestado en carne; ha sido justificado en el Espíritu; ha sido (note el término) visto de los ángeles, ha sido predicado a los gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en gloria. (1 Timoteo 3.16 ). 

Empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero: Y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el VERDADERO DIOS, Y LA VIDA ETERNA.  (1 Juan 5.20). 

Usted puede darse cuenta que las grandes masas evangélicas admiten que se les hable del Señor Jesucristo como el Hijo de Dios, simplemente eso, el Hijo de Dios, pero cuando alguien que tiene la más grande revelación del cielo, comienza a hablarles por las Escrituras de Jesús como EL DIOS TODOPODEROSO, como el PRIMERO Y EL ÚLTIMO, como EL VERDADERO DIOS Y LA VIDA ETERNA, entonces no pueden soportarlo. Quienes enseñan que Jesucristo es un segundo, demuestran con esto que no pueden soportar la grandeza de Jesús el Señor quien es el primero y el último. Él ha llegado a ser para ellos una piedra de tropiezo, una roca de escándalo. 

Amigo mío, puede usted ver ahora cómo puede el niño que nos es nacido, y el Hijo que nos es dado, ser llamado el Dios Fuerte y el Padre Eterno (no un Hijo eterno), y puede usted ver por qué Jesús pudo decir: "El que me ha visto ha visto al Padre" sí, Él tenía plena razón para decirlo, pues el Dios Todopoderoso habita en Cristo. "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Divinidad". (Colosenses 2:9). 

¿Está usted completo enteramente en Él? ¿Puede referirse a Él con plena convicción que de verdad le conoce y sabe bien quién es? 

Es bueno reconocer que cuando la Biblia nos habla de Él como el Hijo de Dios se refiere precisamente a su humanidad (lea Lucas 1:35), pero es mucho más lo que enfatiza tocante a Él como el ÚNICO DIOS VERDADERO, digno de toda gloria, honra, poder, alabanza, riquezas, sabiduría y fortaleza.  

La Iglesia le espera como el GRAN DIOS Y SALVADOR. (Tito 2:13-15). 

jueves, 26 de enero de 2023

santo en el A.T.

La palabra principal del Antiguo Testamento para santo es qāḏôš (su verbo relacionado es qāḏaš). La idea básica parece ser "separación de otras cosas", es decir, algo o alguien colocado en un reino o categoría separada de lo que es común o profano. En los primeros libros del Antiguo Testamento, la santidad del pueblo de Dios se define normalmente en términos ceremoniales, describiendo la forma en que los sacerdotes debían ser apartados para su servicio especial o por la cual el pueblo de Israel debía purificarse a través de ciertas observancias rituales. Sin embargo, los libros posteriores del Antiguo Testamento, en particular los Salmos y los Profetas, describen la santidad del pueblo de Dios principalmente en términos éticos: hacer justicia, decir la verdad, actuar con justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con Dios (Sal. 15:1-2; Miq. 6:8). El significado básico de qāḏôš, por lo tanto, es que el pueblo de Dios debe ser apartado para el servicio de Dios y que debe evitar todo lo que le desagrada.

Anthony A. Hoekema, "The Reformed Perspective," in Five Views on Sanctification, ed. Stanley N. Gundry, Zondervan Counterpoints Collection (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1987), 63.

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ADONAY ROJAS ORTIZ
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Cirenio

Quirino

Después del problema de las dos genealogías de Jesús, ¡nada más en todo nuestro estudio parece tan difícil! Una cuestión bien conocida es la de Quirino, a quien se describe ocupando algún tipo de cargo de gobierno en Siria (el verbo griego hēgeomai era un término general para dirigir o gobernar), al parecer en la época de un censo romano (Lucas 2:1-2). Se sabe por fuentes extrabíblicas fiables que Quirino fue gobernador entre los años 6 y 9 d.C., pero no en una época lo bastante temprana como para haber estado en el poder cuando nació Jesús (Josefo, Ant. 18.1), y existe un registro ininterrumpido de gobernadores durante el período de tiempo pertinente. Durante un tiempo pareció que las nuevas pruebas arqueológicas apoyarían un gobierno conjunto de algún tipo entre Quirino y otro romano designado en una fecha anterior, pero esto no se ha materializado. Ahora me inclino más por sugerir una traducción alternativa directa: "Este censo tuvo lugar antes de que Quirino gobernara Siria" (NVI mg). Aunque prōtos en otras partes de Lucas siempre significa "primero", el segundo significado más común de la palabra es "antes", y toda la cláusula griega es notoriamente ambigua porque Lucas no utilizó ningún artículo para ayudar a precisar su significado. La traducción más literal que sigue siendo inteligible en español es: "Este censo fue primero/antes de que Quirino gobernara Siria" (hautē apographē prōtē egeneto hēgemoneuontos tēs Surias Kurēniou). El texto ciertamente puede significar: "Este censo fue el primero mientras Quirino gobernaba Siria", pero normalmente se esperaría un artículo antes de apographē y de nuevo antes de prōtē si ésa fuera la intención de Lucas. Pero podríamos traducir: "Este censo fue anterior a [uno] cuando Quirino era gobernador." El censo del año 6 d.C. bajo Quirino fue especialmente infame porque provocó la rebelión fallida de Judas el Galileo. Así que sería natural que un biógrafo o historiador se refiriera a un censo anterior con referencia al posterior, mucho mejor recordado.

Craig L. Blomberg y Robert B. Stewart, The historical reliability of the new testament: countering the challenges to evangelical christian beliefs (Nashville, TN: B&H Academic, 2016), 58.

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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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Genealogías

Genealogías

Justo al comienzo del Evangelio de Mateo, nos encontramos con un complicado y desconcertante cúmulo de preguntas en torno a las genealogías de Jesús. Mateo comienza con Abraham y avanza de forma selectiva al compararlo con las genealogías correspondientes del Antiguo Testamento (Mt 1,2-17). Lucas comienza con Jesús y retrocede hasta Adán, a quien llama hijo de Dios (Lc 3:23-38). El lenguaje de "engendrar" (o ser padre o hijo de alguien) a menudo podía referirse a ser antepasado o descendiente, por lo que las lagunas en las genealogías no suponen ningún problema. Mateo, como el más judío de los Sinópticos, dirigiéndose a la audiencia más judeo-cristiana, subraya comprensiblemente a Jesús como Hijo de David (véase ya Mt 1:1), y ordena su genealogía en tres grupos de catorce (a veces contando de forma inclusiva y a veces de forma exclusiva), con David como decimocuarto nombre, casi con toda seguridad debido al valor numérico de las consonantes del nombre de David, que sumaban catorce. La gematría, práctica hebrea de sumar los números a los que correspondían las letras de una palabra (porque el hebreo no tenía símbolos separados para los numerales), era un recurso común entre los rabinos, utilizado en este caso para destacar el papel de David en la genealogía de Jesús. También hay variantes ortográficas en la transliteración griega de algunos de los nombres hebreos y algunas variantes textuales desconcertantes aquí y allá. Pero la única cuestión realmente difícil es la lista completamente diferente de nombres en las dos genealogías entre David y Jesús. La versión de Mateo, que pasa por Salomón y los reyes que le sucedieron, parecería ser la línea legal o real de descendencia, aunque desde la deportación a Babilonia en adelante, con la excepción de Zorobabel, los hombres relevantes no reinaron realmente en Israel. Pero no sabemos absolutamente nada de las personas que figuran en la lista de Lucas durante este período: Helí, Matat, Leví, Melchi, Jannai, etc. (Lucas 3:23-24).

Desde los primeros días de la historia de la Iglesia, se han ofrecido dos sugerencias principales. Una es que María también era de ascendencia davídica, dado que los judíos tendían a casarse dentro del linaje tribal, de modo que Heli era el suegro de José. Al fin y al cabo, el griego se limita a decir: "José, de Helí, de Matat, de Leví, etc.". Referirse a José, el padre adoptivo de Jesús, seguiría teniendo más peso en un mundo patriarcal, aunque el linaje pasara biológicamente por María. La segunda opción es que los matrimonios de levirato en uno o más puntos de la ascendencia biológica de José explicaran la divergencia. Esta era la práctica por la que un hombre moría sin descendencia, de modo que su viuda volvía a casarse con uno de sus hermanos con la esperanza de criar un heredero para su primer marido (Dt 25:5-6). Esto podía llevar a que la línea real, que seguiría otras reglas para el pariente masculino más cercano, se desviara de la línea biológica/hereditaria. En mis escritos anteriores, me inclinaba por la segunda solución; pero cuanto más reflexiono sobre la cuestión, más me inclino hoy por la primera. El Talmud palestino se refiere al padre de María como Elí (j. Sanh. 23c y j. Hag. 77d), mientras que las tradiciones cristianas apócrifas lo llaman Joaquín (Protev. Jas.). Pero Joaquín es una variante hebrea de Eliaquim (Joa y Elí proceden ambos de nombres de Dios), del que podría haber derivado Heli. En cualquier caso, sabemos que los antiguos israelitas conservaban registros escritos y tradiciones orales sobre sus antepasados con meticuloso detalle, por lo que no es difícil imaginar que se conservaran las genealogías de Jesús. Es difícil imaginar que Lucas, o la tradición que heredó, se inventara nombres de los que nadie había oído hablar, sobre todo cuando el Antiguo Testamento ya ofrecía una lista de nombres que adoptar (como hizo Mateo) hasta por lo menos mediados del siglo V a. C.

Para un ejemplo similar de cómo diversos nombres pueden haber evolucionado a partir de un original, véanse Marcos 8:10 y Mateo 15:39. El Magadán de Mateo bien podría ser una variante de Magdala, una conocida ciudad de la orilla occidental del mar de Galilea. Magdala viene del arameo migdal nunya, que significa "torre de peces". Esto podría haberse acortado fácilmente a dal nunya y luego Grecized a Dalmanutha. Por otra parte, es posible que uno o ambos nombres se refirieran simplemente a lugares de la costa próximos entre sí. Los arqueólogos han descubierto recientemente una ciudad de la época bíblica junto a Magdala, que podría ser una excelente candidata para Dalmanutha.

Craig L. Blomberg y Robert B. Stewart, The historical reliability of the new testament: countering the challenges to evangelical christian beliefs (Nashville, TN: B&H Academic, 2016), 


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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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miércoles, 25 de enero de 2023

Interpetando las epístolas (curso de Logos)

Objetivos de aprendizaje  
Después de esta sección, podrás: 
• Describir la importancia del marco o entorno en las epístolas bíblicas 
• Analizar el ejemplo de la esclavitud en relación con el trasfondo, contexto y marco de Ef 6 

El marco 
Un género familiar en el NT es el género de las epístolas. Si bien existen distintos tipos de cartas, y hay diferentes maneras de presentar los temas dentro de las cartas, aquí nos limitaremos a hacer un resumen básico. No se puede simplemente citar versículos de las epístolas sin tomar en consideración su marco. 
Algunos piensan: "Bueno, sí, en una narración hay que tener presente el marco, pero no en las cartas, porque éstas están escritas a toda la iglesia". Toda la Escritura es para nosotros, pero estas cartas se escribieron a iglesias concretas con problemas concretos. Debemos tener esto en cuenta. 
El ejemplo de la esclavitud (Ef 6) 
Por ejemplo, en Ef 6, cuando Pablo dice a los esclavos que se sometan a sus amos, ¿se mostraba partidario de la esclavitud? Bueno, había dos puntos de vista principales a principios de 1800, y de hecho he retrocedido y leído estos recursos. 
Una postura es que sí. Pablo mencionó la esclavitud y, por tanto, estaba a favor. 
La otra postura es que no. Sus principios se oponen a ella y, consecuentemente, estaba en contra. 
Efesios 6:5—"Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo." 
Los relatos de esclavos demuestran que muchos de los que fueron esclavos en los EE. UU. amaban a Jesús, pero odiaban a Pablo porque los dueños de esclavos les citaban estos versículos. 
Pero los negreros pasaban por algo algunas cuestiones de interpretación importantes: primero de todo, el temor del Señor (tenían ciertos incentivos económicos para tomar este versículo fuera de contexto), segundo, el tema del contexto, y tercero la cuestión del trasfondo. 
Todos estos entran en juego en las epístolas, igual que lo hacen en otros géneros de la Biblia. 
El abolicionismo y los principios cristianos 
Los abolicionistas partieron de premisas cristianas bíblicas. Los debates entre teólogos que tenían esclavos y abolicionistas normalmente dependían de las diferencias en los métodos de interpretación bíblica. 
Si leemos los argumentos a favor de la esclavitud, a menudo decían: "Bueno, la esclavitud fue practicada por todas las culturas respetables: griegos, romanos, egipcios y otros. Está en la Biblia. Se acepta en la Constitución". 
Su argumento se resume en citar textos de prueba. 
Los contrarios a la esclavitud afirmaban que la esclavitud se practicaba en la cultura bíblica, pero que la Biblia lo que hace es reducirla en vez de ratificarla. Los principios y el núcleo de la Biblia van en contra de ella. 
Así que es preciso tomar en consideración las situaciones culturales de la Biblia. 
Los abolicionistas estaban más interesados en buscar el corazón de Dios, y por tanto querían abolir la esclavitud. 
La esclavitud en el Imperio romano 
¿Cuál era el marco de la esclavitud en el siglo I? No estaba basada en la etnia. Aristóteles dijo: "Bueno, podéis esclavizar a todos los no griegos", pero en la época de Pablo la mayor parte de los esclavos eran griegos. Los romanos esclavizaban a cualquiera. 
Había varias formas de esclavitud: la esclavitud en las minas o el combate entre gladiadores, que prácticamente era una sentencia de muerte; la esclavitud en el campo, que era un poco peor que la vida de los campesinos, aunque comparable a ella en muchos sentidos; y la esclavitud en un hogar. Pablo se está dirigiendo a los esclavos domésticos. Sabemos que está escribiendo a congregaciones urbanas, y también por el contexto (la estructura de sus argumentos a la luz de Aristóteles, etc.—que no voy a detallar ahora), se dirige claramente a esclavos domésticos urbanos. Los esclavos domésticos de las ciudades gozaban de una alimentación y seguridad mejores que las de los campesinos libres. No estoy diciendo que fuera una buena situación, pero económicamente era mejor que la de la mayoría de la gente del Imperio romano. Además podían ganar y ahorrar dinero; era lo que se llamaba un peculium. A menudo eran cultos; la mayor parte de los doctores eran esclavos. En este período era bastante frecuente liberar esclavos. No es que todos fueran liberados, pero era bastante probable que un determinado esclavo se convirtiera en libre durante el transcurso de su vida. Esto les otorgaba una movilidad social mayor que a los campesinos, de manera que los libertos eran considerados los arribistas sociales de su época. En cuanto a las esclavas domésticas, había ciertas cosas que eran peligrosas en determinadas circunstancias. Si bien en las familias más grandes era menos probable. Pero en todo caso, las había. En su conjunto, la esclavitud doméstica era muy diferentes a otros tipos de esclavitud. De hecho, algunas personas optaban por convertirse en esclavos para mejorar su estatus social. Los esclavos de ciudadanos, al ser liberados, se convertían en ciudadanos romanos, algo que pocos conseguían en el este griego, aunque fueran oficiales. Los que habían tenido esclavos ayudaban a los libertos a salir adelante, así que muchos libertos se hacían ricos, provocando la envidia. Algunas mujeres aristócratas se casaban con esclavos para mejorar su situación social. Los esclavos domésticos de César a veces detentaban más poder que los senadores. Algunas ciudades tenían esclavos de clase alta, y en ocasiones la gente pudiente se vendía a sí mismo como esclavos durante un año para alcanzar esa posición. Algunos esclavos eran ricos. Todo esto es muy diferente del tipo de esclavitud sobre el que leemos en el continente americano y gran parte de la esclavitud que se practica en el mundo hoy día. El punto de vista de Pablo sobre la esclavitud Los dueños de esclavos de los EE. UU. cometieron un par de errores al citar las Escrituras. Se equivocaron en cuanto al trasfondo, tal como venimos observando. También erraron por lo que respecta al contexto. Los negreros citaban Efesios 6:5 e ignoraban el contexto siguiente. En el versículo 9, justo unos pocos versículos más adelante, dice: "Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo". El griego dice literalmente: "haced con ellos las mismas cosas". "dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas". Aristóteles decía: "Un esclavo es una herramienta viviente" (por naturaleza, los esclavos eran inferiores a las personas libres). Pero se quejaba de un pequeño número de personas, probablemente la temprana versión radical de los estoicos, que decían que la esclavitud iba contra natura y por tanto debía abolirse.
¿Habría pensado Pablo que la esclavitud iba contra natura? Vamos a escucharle otra vez. Dice que tanto los dueños de esclavos como los esclavos tienen el mismo amo en los cielos, sin favoritismos. Los estoicos coincidían en que los esclavos eran iguales a los negreros en teoría, pero no así en la práctica. Pero escuchen lo que dice Pablo en la práctica: "Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo". Si la gente se hubiera tomado en serio las palabras de Pablo, ¿qué hubiera ocurrido con la esclavitud? No es ninguna sorpresa que los sentimientos abolicionistas generalmente hayan surgido en sociedades cristianas. En la siguiente lección daré otro ejemplo de cuán necesario es tener en cuenta el ambiente al leer las epístolas.

Craig S. Keener, IB103 Principios de interpretación bíblica, ed. Miles Custis, trans. Rubén Gómez, Educación Móvil Logos (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico; Lexham Press, 2017).

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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
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jueves, 19 de enero de 2023

Perfección, como es Usada en la Escritura H. A. Ironside

Perfección, como es Usada en la Escritura

 

H. A. Ironside

 

Libro: Santidad: la Falsa y la Verdadera

 

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.

 

Introducción.

 

Es una costumbre común de especiales defensores unilaterales, adjuntar significados arbitrarios a ciertas palabras, y luego insistir en que dichos significados son las únicas definiciones correctas. Ningún término ha sufrido más en este respecto que las palabras "perfecto" y "perfección", como se encuentran en nuestra versión española de las Escrituras. Desde la primera publicación del venerado Juan Wesley, 'Exposición sencilla de la perfección Cristiana', hasta el tiempo actual, parece que se ha dado por sentado que por 'perfección' nosotros debemos entender impecabilidad. Sin embargo, el propio señor Wesley no lo definió exactamente así, y pareció temer un uso radical de la doctrina que sería perjudicial para las almas, contra lo cual él cuidadosamente trató de proteger distinguiendo la perfección angélica, la Adámica, y la Cristiana. En la actualidad la obra promedio sobre la santidad presenta al Cristiano perfecto como un hombre restaurado, a todos los efectos y propósitos, a la condición Adánica, excepto que los usos de la sociedad y la condición de los hombres aún en el estado natural y carnal demandan la continuidad de ¡"túnicas de pieles"! (Génesis 3).

 

Por lo tanto, será bueno que nosotros nos volvamos de inmediato a la Escritura y prestemos atención al uso de las expresiones y a la conexión de ellas como ya hemos hecho con respecto a la palabra "santificación". No es obteniendo definiciones de diccionario o explicaciones teológicas que aprendemos la fuerza exacta de las palabras Españolas cuando son usadas para traducir los originales Hebreos o Griegos, sino observando la manera en que ellas son usadas en la Biblia. Por ejemplo, en cualquier sermón común acerca de la "Perfección", la atención es dirigida generalmente primero a Noé y a Abraham. Del primero leemos: "Noé era varón justo y perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios". (Génesis 6:9 - VM). La anotación al margen en la Biblia Inglesa reza "recto" en lugar de perfecto, aunque cualquiera de las dos palabras expresaría correctamente el original. Noé era un hombre recto, perfecto en sus modos de obrar. Es decir, él era uno contra cuyo comportamiento no podía ser presentada ninguna acusación — hasta que, desgraciadamente, esta vida perfecta se vio empañada por la embriaguez tan vergonzosamente expuesta por el despiadado Cam. ¡Quién sino un partidario sesgado podría soñar con la perfección de Noé que implicaría liberarse del pecado innato! No obstante, muchos han sido los sermones predicados y las exhortaciones basadas en esta declaración del registro antiguo, en los que él ha sido considerado como un ejemplo antediluviano de santificación completa.

 

Incluso en la conversación común la palabra 'perfecto' es usada como aquí. Un maestro dice acerca de un alumno que ha superado exitosamente un examen, sin errores a su cargo, «Él es perfecto». ¿Quiere él decir "sin pecado"?

 

A Abram Dios dijo, "Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto". (Génesis 17: 1). Una vez más, una mirada a la anotación al margen ayudaría a evitar una conclusión errónea. "Recto", o "sincero", son presentadas como traducciones alternativas. Sin embargo, el celoso defensor de una segunda obra pasará por alto o ignorará esto por completo, y sostendrá que Dios no diría al justificado Abram que sea perfecto si Él no quisiera decir que había para él una obra más profunda que Él estaba dispuesto a realizar en él, mediante la cual toda carnalidad sería destruida y el patriarca llegaría a ser perfecto en cuanto a su estado interior. Pero no existe un pensamiento tal en el pasaje. Abram fue llamado a andar delante de Dios en sinceridad de corazón y sencillez de propósito. Esto era, ser "perfecto".

 

El texto demostrativo siguiente al que generalmente se hace referencia viene después del lapso de muchos siglos, y es parte del sermón de nuestro Señor en el monte, leemos, "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". (Mateo 5: 48). Estas son verdaderamente palabras serias, y hacemos bien en no pasarlas por alto a la ligera.

 

Para empezar podemos observar que si ser perfecto significa aquí ser absolutamente como Dios, entonces ningún Cristiano ha alcanzado jamás el estado prescrito. Solamente una persona mentalmente desequilibrada podría pretender una perfección tal como esta. Pero una cuidadosa consideración de la enseñanza precedente aclarará de inmediato lo que se quiere decir. El Señor había estado proclamando la ley del reino, el poder convincente de la gracia. Él manda a Sus discípulos a amar a sus enemigos y hacer el bien a sus acusadores y perseguidores, para que en esto ellos puedan ser de manera manifiesta hijos de su Padre en el cielo, cuyo favor amoroso es mostrado a justos e injustos por igual. (Mateo 5: 43 a 48). Él no retiene las bendiciones de la luz del sol y de la lluvia de los malvivientes y los aborrecibles, sino que muestra misericordia a todos. Nosotros estamos llamados a ser como Él moralmente. Amar sólo a nuestros amigos y a los que simpatizan con nosotros es estar en un nivel con cualquier hombre impío. Ser amable sólo con los hermanos es ser exclusivista como los publicanos. Pero mostrar gracia y actuar en amor hacia todos es ser perfecto, o equilibrado, como el Creador mismo. Ciertamente todos los Cristianos se esfuerzan por alcanzar esta perfección — pero, ¿quién se atreve a aseverar que la ha alcanzado plenamente, de modo que él nunca es injusto o parcial en sus tratos con los demás?

 

Todos nosotros estamos destituidos de la perfección en su sentido primordial. "No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto", escribe el Apóstol Pablo, "sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús". (Filipenses 3: 12 a 14 – LBLA). ¿Podría la renuncia a la perfección, en cuanto a experiencia y logro en la gracia, ser más fuerte o más clara que esto? Independientemente de lo que los demás puedan imaginar haber alcanzado, por lo menos Pablo no fue uno de los perfeccionistas.

 

Sin embargo, en el versículo siguiente él usa otra palabra que es traducida "perfectos" en nuestra versión de la Biblia en Español; y dice, "Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud". (Filipenses 3: 15 – LBLA). ¿Hay aquí contradicción o inconsistencia? No. El error está en la mente de aquel que lo pensaría. "Perfectos" en el versículo 15 tiene el sentido de "maduros", y se refiere a los que han pasado del período de la niñez espiritual. (Ver 1ª. Corintios 14: 20). Ellos son los que han llegado a ser inteligentes en las cosas divinas; y una manera en que ellos manifiestan esa inteligencia es confesando con Pablo que ellos aún no son perfectos en cuanto a la experiencia.

 

Cristo Jesús nos ha alcanzado, o nos ha asido, con el propósito de nuestra entera conformidad a Su propia imagen bienaventurada. Nosotros estamos predestinados a esto, como nos dice Romanos 8: 29. Con esto ante nosotros, seguimos adelante, olvidando las cosas del pasado, y dirigiéndonos a esta gloriosa consumación. Entonces, y sólo entonces, habremos llegado a la perfección Cristiana. "Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es". (1ª. Juan 3: 2).

 

En Hebreos 6: 1 leemos otra vez acerca de la perfección; y en este caso uno puede entender fácilmente de qué manera una persona que no ha sido enseñada en cuanto al alcance y al carácter verdaderos de esa epístola puede fácilmente aplicar mal la exhortación, leemos, "vamos adelante a la perfección". El argumento de un enseñante de santidad con respecto a esto es generalmente el siguiente: «Estas palabras están claramente dirigidas a los creyentes. Los Hebreos que están contemplados ya se habían vuelto a Dios en conversión.»

 

Indudablemente ellos estaban justificados. [Uno podría añadir, «y santificados también» (!); pero esto es perder de vista, y no es de extrañar, pues no estaría de acuerdo con la teoría]. Por lo tanto, si tales personas son instadas a ir "adelante a la perfección", la perfección debe ser una segunda obra de gracia, a la que el Señor conduce a todos los «meramente justificados.»

 

Ahora bien, nadie podría negar con éxito la premisa así afirmada; pero concediendo que ella sea sólida e irrebatible, la conclusión a la que se ha llegado no es, de ningún modo, la siguiente:

 

Es evidente que los Cristianos Hebreos fueron exhortados a ir adelante a algo que ellos aún no habían alcanzado. Pero no está nada claro que esto fuera idéntico a la llamada «segunda bendición.»

 

La verdad es que la palabra Griega "perfección" (teleiótes), es en este caso otra forma de la palabra traducida "perfectos" en Filipenses 3: 15 (téleios), que ya hemos examinado y visto como sinónimo de madurez. La verdadera y justa traducción sería "vamos adelante a la madurez" (Hebreos 6: 1), y no es en absoluto ambigua. Ello implica un desarrollo espiritual apropiado, como debería ser delante de todos los nuevos creyentes, pero sobre lo que fue preciso insistir a estos Hebreos, debido a que ellos eran Cristianos aniñados o atrofiados, por no haberse distanciado del Judaísmo con sus influencias agobiantes, frustrantes.

 

Pablo ya los había reprendido por esto en el capítulo anterior. Consideren sus palabras, "Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez [o los que son perfectos], para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal". (Hebreos 5: 11 a 14).

 

De la lectura de Hechos 21 nos enteramos del motivo por el cual estos creyentes Hebreos se habían atrofiado en espiritualidad y conocimiento. Jacobo, siendo él mismo un apóstol, junto con todos los ancianos de la iglesia en Jerusalén, se reunieron para recibir a Pablo y sus compañeros al regresar ellos allí; y después de oír lo que Dios había hecho entre los Gentiles, se nos dice que ellos "glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley" (Hechos 21: 20), y sobre esto ellos basan un llamamiento para que Pablo acepte ciertos ritos Judíos, para que no pudiese ser objeto de sospecha. Ansioso por apaciguar a su propia nación, el gran Apóstol acepta, y sólo se ve impedido por la Providencia divina de un hecho que habría sido claramente contrario a los capítulos 9 y 10 de la epístola a los Hebreos. Piensen qué habría significado ello para aquel que escribió, "Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado" (Hebreos 10: 18), ¡si él mismo hubiera ayudado a ofrecer los sacrificios prescritos en el caso de un Nazareo que había cumplido su voto! (Léase Números 6: 13 a 21, y compárese con el relato completo en Hechos 21: 23 a 26). Dios impidió misericordiosamente este fracaso, aunque al costo de la libertad de Su amado siervo. Después el venerable Apóstol, por inspiración divina, escribió la epístola a los Hebreos, para liberar a esos cristianos Judíos de la esclavitud de la ley y su sometimiento a las ordenanzas del primer pacto.

 

"Por tanto", él dice, en Hebreos 6, "dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos (o lavamientos), de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite". (Hebreos 6: 1 a 3).

 

Esto el Apóstol lo hace en lo que resta de la epístola, cuando él despliega las variadas líneas de verdad relacionadas con el sacerdocio de Cristo, el nuevo pacto, el sacrificio único, el andar de la fe, y la disciplina del Señor. Este vasto círculo de la verdad del Cristianismo es la perfección hacia la cual ellos, y nosotros, somos llamados a avanzar. Aquel que comprende y disfruta en su alma la enseñanza de Hebreos — capítulos 7 al 13 — es un Cristiano perfecto, en el sentido del Apóstol. Él ya es maduro ahora, y puede participar del alimento sólido, en lugar de estar en condiciones de alimentarse sólo con leche. (Hebreos 5: 11 a 14). Yo no me atrevo a entrar aquí en ese perfil glorioso de la fe de los escogidos de Dios, pues hacerlo solamente desviaría la atención del tema que nos ocupa. Otros han hecho esto en detalle. Sermones acerca de la epístola a los Hebreos, de S. Ridout, y la Exposición de la Epístola a los Hebreos de W. Kelly son inestimables.

 

Es solamente mediante la lectura reverente y continua de las Escrituras que cualquiera puede llegar a ser así perfecto (o maduro). La exhortación a Timoteo es de suma importancia: leemos, "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad". (2ª. Timoteo 2: 15 – LBLA). En la misma carta Pablo escribe: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra". (2ª. Timoteo 3: 16, 17 – RVA). No se trata de una perfección mística, interior, sino de ese conocimiento completo del pensamiento de Dios que sólo Su Palabra puede dar. Aquel que no descuida el medio designado podrá disfrutar de la respuesta a la oración con la que finaliza Hebreos: leemos, "Y el Dios de paz… os perfeccione en toda obra buena, para que hagáis su voluntad obrando en vosotros lo que sea acepto delante de él, por medio de Jesucristo a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén". (Hebreos 13: 20, 21 – VM).

 

Debemos examinar otro pasaje antes de dar por concluido nuestro breve estudio de la perfección. Se trata de Santiago 3: 1 y 2: leemos, "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo". Con lo que ya hemos analizado, este versículo necesita poca explicación. Claramente Santiago no reconocía, ni conocía a alguno que reconociera, la segunda bendición de una perfección impecable, sin pecado. Él habla por el Espíritu de Dios, y nos dice que todos nosotros ofendemos en muchas cosas. Si se puede hallar un hombre que nunca ofende en palabra — que nunca pronuncia una palabra desagradable, una mentira o una palabra ociosa — él es verdaderamente un hombre perfecto; pero, ¿ha sido desarraigado todo pecado de él? ¡Lejos de ser así! Él es capaz de controlar su naturaleza carnal en lugar de ser controlado por ella; él es "capaz también de refrenar todo el cuerpo". ¿Qué necesidad hay de refrenar el cuerpo si toda tendencia al pecado ha desaparecido — si el mal innato es erradicado? ¿Acaso no es evidente, a primera vista, que el hombre perfecto no es un hombre sin pecado, sino un hombre que se mantiene controlado, y no está bajo el poder del pecado que todavía mora en él? Lea todo el capítulo 3 de la epístola de Santiago minuciosamente y con oración, y pregúntese a sí mismo qué profesante de santidad ha cumplido completamente con los requisitos de este estándar de perfección. ¿Quién de entre todo el pueblo de Dios no tiene que confesar nunca el fracaso al emitir una palabra? Si alguno no tiene que hacerlo, será porque se engaña a sí mismo, y la verdad no está controlando el corazón y la conciencia.

 

Entonces, yo recapitulo brevemente lo que ha estado ante nosotros.

 

Como creyentes, nosotros somos llamados a andar delante de Dios, como Noé y Abram, en rectitud y sinceridad de corazón. Esto es ser perfecto en cuanto a la vida interior. Al hacerlo somos llamados a manifestar amor y gracia hacia todos, cualquiera que pueda ser el trato de ellos para con nosotros; para que así podamos ser perfectos en imparcialidad como lo es nuestro Padre — Dios.

 

Todos los creyentes están llamados a pasar de las clases básicas o primarias, en la gran escuela de la revelación divina, a la perfección; es decir, a asir la plenitud de lo que Dios se ha complacido, en Su gracia, en dar a conocer en el Cristianismo. Pero ninguno es perfecto en el sentido absoluto; aunque aquel que puede controlar su lengua es perfecto en cuanto a capacidad de refrenar toda pasión; porque ninguna cosa mala que funciona en el hombre es más obstinada que la lengua.

 

Cuando contemplemos a Aquel que es perfecto en sabiduría, gracia y hermosura, seremos como Él donde Él está y seremos perfeccionados para siempre, más allá de todo alcance del pecado y el fracaso.

 

"Así que, todos los que somos perfectos (o, "los que hemos alcanzado la madurez espiritual"), esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa". (Filipenses 3: 15 y 16).

 

H. A. Ironside

 

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. – Diciembre 2019.-

 

Otras versiones de La Biblia usadas en esta traducción:

LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso.

RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano)

VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza).


de: https://www.graciayverdad.net/id290.html


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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


Generalidades de la Escatología Bíblica

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