martes, 10 de enero de 2023

Fuentes sobre Jesús

EVIDENCIAS SOBRE JESÚS FUERA DEL NUEVO TESTAMENTO

Edwin M. Yamauchi

Edwin A. Yamauchi (Doctor, Brandeis University) es profesor de Historia en Miami University, Oxford, Ohio. Es autor de varios libros de Arqueología, entre los que destacan Persia and the Bible, Men, Methods and Materials in Biblical Archaeology, The Stones and the Scriptures, y The Archaeology of the New Testament Cities in Western Asia Minor.

Introducción

A veces, los alumnos de la Universidad en la que enseño me han preguntado si hay otras fuentes antiguas, aparte del Nuevo Testamento, que mencionen a Jesús. En clase de Civilización Occidental comento algunas de esas fuentes, pero siempre digo que aunque esos textos nos confirman de alguna manera algunos de los episodios de la historia de Jesús, nos aportan mucha menos información de la que encontramos en los evangelios. En este capítulo veremos el valor histórico de las fuentes antiguas en las que se menciona a Jesús, y también examinaremos algunas de las declaraciones más excéntricas que se han hecho sobre él a partir de dichas fuentes.

Tan sólo algunos escritores, como por ejemplo Arthur Drews, han ido hasta el punto de negar la existencia de Jesús. Craig Evans comenta que «la creencia de que Jesús nunca existió comenzó a tomar forma con Marx y Engels, y al final se convirtió en la creencia "oficial" del marxismo».3

Por otro lado, también hay muchos autores que exageran y dicen encontrar referencias a Jesús por todos lados. A veces los expertos han dado extrañas interpretaciones sobre la «verdadera» naturaleza de Jesús a partir de fuentes extrabíblicas. Así que vamos a ver por nosotros mismos algunas de esas fuentes, tanto cristianas, como judías y romanas.

Fuentes judías

Los manuscritos del Mar Muerto

Casi todo el mundo ha oído hablar de los «Rollos del Mar Muerto», manuscritos escondidos en una cuevas cerca de Qumrán, descubiertas en 1947 por unos beduínos. Estos textos –un tesoro para los arqueólogos– fechan entre el 150 a.C. y el 68 d.C., año en que los romanos destruyeron la comunidad de Qumrán. Aunque no todos los expertos están de acuerdo, la mayoría cree que estos manuscritos fueron copiados por la comunidad de los esenios, grupo más estricto que los propios fariseos.

Empecé a interesarme por el estudio de estos manuscritos cuando estudiaba en Bradeis University, donde recibí la influencia del magnífico profesor Shemaryahu Talmon de la Universidad Hebrea. Estos documentos me siguen interesando e intrigando, debido a la luz que arrojan sobre el texto del Antiguo Testamento, y sobre el trasfondo judío de Jesús. Sin embargo, algunos investigadores han hecho algunas extrañas declaraciones sobre el significado que los manuscritos dan para la comprensión de la figura de Jesús.

Dupont-Sommer

Las primeras declaraciones aparecieron en los años 50, cuando aún el hallazgo era muy reciente. André Dupont-Sommer fue el primero en sugerir que la comunidad de Qumrán estaba formada por los esenios. En su libro de 1952, The Dead Sea Scrolls, este investigador agnóstico que había sido un sacerdote católico, decía que el Maestro de Justicia, el líder de la comunidad de Qumrán es como un anticipo de la figura de Jesús ya que fue torturado, asesinado, y también reapareció.6 Llega a esta conclusión debido a la traducción que hace del verbo hophia («apareció») cuando aparece en el Comentario de Habacuc 2:15. En la traducción que hizo en 1962, Dupont-Sommer reconoció que el verbo podía traducirse como «aparecer» sin «ningún tipo de connotación sobrenatural», pero seguía insistiendo en que el sujeto del verbo era el Maestro de Justicia. Pero otros investigadores (por ejemplo T. H. Gaster8 y G. Vermes) creen que el sujeto de ese verbo es el Sacerdote Malvado, eliminando así la interpretación de Dupont-Sommer de la manifestación sobrenatural de un mártir y Maestro de Justicia que precedió o apuntaba a la figura de Jesús.

Wilson

Fue el ensayista Edmund Wilson (fallecido en 1972) el primero que hizo que el público en general prestara atención a estos manuscritos, publicando en 1955 el best-seller The Scrolls from the Dead Seas. Al publicar los manuscritos Wilson creía que había sacado a la luz «el mito de los orígenes del cristianismo».11 Sugería que Jesús había pasado parte de su infancia con los esenios, y criticaba a los académicos del Nuevo Testamento por negarse a estudiar los Manuscritos del Mar Muerto. Wilson basó su vulgarización en las teorías de Dupont-Sommer y John Marco Allegro.

Allegro

John Marco Allegro (fallecido en 1988) fue un erudito británico que tuvo el privilegio de participar en el primer comité internacional de investigación de los Manuscritos del Mar Muerto. Había estudiado griego mientras se preparaba para ser un pastor metodista, pero abandonó la fe y en varios libros hace comentarios en contra del cristianismo. Basándose en su interpretación del Comentario de Nahum, Allegro defendía que el Maestro de Justicia había sido crucificado, pero el hecho es que el texto no dice nada por el estilo. Allegro concluyó que los manuscritos demostraban que las narraciones de los evangelios no eran más que pura ficción, basada en la historia del Maestro de Justicia.

En un artículo publicado en agosto de 1966 en Harper's Magazine, Allegro se jactaba de conocer el significado secreto de los nombres del Nuevo Testamento, diciendo que el nombre «Jesús» significaba «esenio», y el de Pedro escondía un título esenio.13 En 1970 Allegro acabó su período en la Universidad de Manchester, y publicó un libro extraño donde los haya, titulado The Sacred Mushroom and the Cross. Había llegado a la conclusión de que el significado del nombre «Jesús» era «Semen, que salva», y que «Pedro» significaba «seta», ¡lo que revelaba que el cristianismo en sus orígenes no era más que una secta de la fertilidad basada en una seta alucinógena!15

Thiering

Si las conclusiones de Allegro ya nos parecían fuera de todo sentido común, yo ya no sé ni cómo describir la propuesta de la investigadora Barbara Thiering, que enseña en la Universidad de Sydney, Australia. Recientemente publicó un libro llamado Jesús and the Riddle of the Dead Sea Scrolls, del que incluso se han hecho programas de televisión. En sus primeras obras, Thiering había llegado a la conclusión de que los documentos de Qumrán y del Nuevo Testamento provenían de bandos diferentes de una misma comunidad, así que el Nuevo Testamento debería leerse como si fuera un comentario codificado y, a partir a ahí, establece unas pautas para interpretar los Manuscritos y el Nuevo Testamento ca-paces de dejar boquiabierto a cualquiera. Según esta investigadora, Jesús no nació en Belén, sino al sur de la meseta de Qumrán. Los magos eran «esenios de la diáspora».17 Y los lugares también son diferentes: en verdad, el mar de Galilea es el Mar Muerto, Capernaum es un lugar llamado Mazin, y Jerusalén, Qumrán.

Está convencida de que en los Evangelios y en Josefo la misma persona puede aparecer con nombres diferentes. Por ejemplo, Simón el mago (Hechos 8) es la misma persona que el pobre Lázaro (Lucas 16:19–31) = conocido también como Lázaro, el hermano de Marta y María = Simón el zelote = Simón el leproso. Cuando Jesús resucitó a Lázaro, estaba a la vez librando a Simón el mago de la Cueva 4 de Qumrán. Jesús fue crucificado junto a Simón el Mago y Judas en Qumrán. Después, Jesús se recuperó bebiendo veneno de serpiente, se casó con María Magdalena y, más adelante, con Lidia de Filipos. Y aunque no existe ningún tipo de evidencia para esta estrambótica reconstrucción, ¡ha atraído la atención de muchos lectores!

Eisenman y Wise

Robert H. Eisenman, director del Departamento de Biblia de California State University, Long Beach, California, ha presentado una interpretación de los Manuscritos del Mar Muerto aún bastante idiosincrásica, aunque más comedida. Cuando visitó Jerusalén, Eisenman se dio cuenta de que el verdadero significado de Jacobo, el hermano de Jesús había derivado de la memoria colectiva de la comunidad cristiana, del mismo modo que sus parientes habían eliminado su trasfondo judío. En un breve estudio escrito en 1986, Eisenman identifica al Maestro de Justicia de Qumrán con Jacobo. Además, mantiene que Pablo era el arquetipo del judío que odia sus raíces judías.

Eisenman, a quien el Comité oficial le denegó el permiso de consultar los Manuscritos, recientemente consiguió verlos y publicó una serie de fotos de dichos Manuscritos. Después, colaboró con un investigador de la Universidad de Chicago, Michael Wise, para publicar la traducción de los textos de la Cueva 4, que nunca habían salido a la luz pública. En una rueda de prensa en noviembre de 1991, Eisenman subrayó la importancia del texto de Qumrán llamado «El Mesías Sufriente», lo cual se ganó la atención de los medios de comunicación. Este fragmento (4Q285), que es un texto en hebreo de cinco renglones, ha sido identificado como parte del Libro de la Guerra. Eisenman y Wise hicieron hincapié en que este texto revelaba, por primera vez, un «mesías oradado» parecido al concepto cristiano del Cristo crucificado.

Como los textos hebreos antiguos están escritos con consonantes y los académicos tienen que ir añadiendo las vocales, esto crea una ambigüedad importante. Eisenman y Wise basaron su interpretación en su selección vocálica para el verbo WHMTWwehamitu– «matarán» al Príncipe de la Congregación, es decir, al «Mesías». Y con esto, Eisenman creía haber vindicado su punto de vista de que los Manuscritos fueron escritos por judíos que tenían que ver con el cristianismo. Después de Eisenman, apareció otro libro –de M. Baigent y R. Leigh –que explicaba que la tardanza de la publicación de todos los manuscritos se debía a una conspiración por parte del Vaticano (ya que la mayoría de los eruditos que estudiaban los Manuscritos del Mar Muerto eran católicos).21

La traducción de Eisenman y Wise ha suscitado muchas objeciones por parte de otros académicos. Por ejemplo, G. Vermes y otros de Oxford coinciden en que el verbo es wehemito, es decir, «el Príncipe de la Congregación le matará» –probablemente un rey malvado. Aunque las dos traducciones son posibles, todo el contexto del Manuscrito de la Guerra es de un Mesías vencedor, y no de un Mesías sufriente.

O'Callaghan

En el año 1972, un distinguido experto en pariros, el español José O'Callaghan, creó bastante polémica cuando dijo que unos fragmentos en griego descubiertos en la Cueva 7 de Qumrán eran los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento que se habían encontrado, entre lo cuales había un fragmento del evangelio de Marcos, que según él, era aproximadamente del año 50 d.C. He de confesar que yo fui uno de los investigadores que aclamaron el descubrimiento. Sin embargo, un estudio más detallado ha demostrado que esos manuscritos son demasiado pequeños y que la teoría de O'Callaghan, para llegar a ser creíble, pasa por un largo proceso de reconstrucción. Recientemente, un investigador alemán, C. P. Thiede, ha defendido las conclusiones de O'Callahan,24 pero la mayoría de los académicos ya sólo miran esa teoría con escepticismo.

Resumen

En general, podemos decir que los Manuscritos del Mar Muerto, aunque no mencionan a Jesús ni a ninguno de sus discípulos, proporcionan información sobre una secta judía de los días de Jesús. El dualismo (es decir, el fuerte contraste entre el bien y el mal) que encontramos en esos textos nos ayuda a entender el evangelio de Juan no como un texto griego que nada tenía que ver con la Palestina de Jesús, como han llegado a decir algunos estudiosos, sino tal como James H. Charlesworth ha apuntado, como «quizá el más judío y canónico de todos los evangelios». Además, dice que entre Jesús y el Maestro de Justicia hay tanto sorprendentes similitudes, como grandes diferencias.27

Los Manuscritos del Mar Muerto no proveen evidencias claras de que recojan una visión de Jesús diferente a la de los evangelios, ni tampoco justifican algunas de las excéntricas teorías que hemos visto sobre Jesús. Lo que sí nos han aportado es una mejor y más profunda comprensión del mundo y la cultura en la que Jesús vivió y ministró.

Josefo

El testigo más importante de Jesús es el historiador judío Josefo, que escribió cuatro obras en griego: Vida, obra autobiográfica en la que defiende al judaísmo de un ataque antisemita, Contra Celsum, un vivo recuento de la revuelta contra Roma (66–74 d.C.), La guerra judía, y una historia de los judíos desde Adán hasta sus días, Antigüedades de los judíos. Después de rendirse en la ciudadela Jotapata ante el general romano Vespasiano, Josefo se convirtió en un defensor y apologista de los romanos y denunciaba a los judíos que habían dirigido la revuelta contra Roma.

Josefo escribió un importante pasaje sobre el encarcelamiento y la ejecución de Juan el Bautista (A. XVIII, V, 1). Ningún académico ha cuestionado la autenticidad de este pasaje, aunque hay alguna diferencia entre el relato de Josefo y el de los evangelios (Mateo 14:1–12; Marcos 6:14–29; Lucas 9:7–9). Sin embargo, son diferencias que tienen fácil explicación.

Según los evangelios, Jesús tenía hermanos y hermanas (Mt. 13:55; Mr. 3:21), de los cuales el más conocido es Jacobo,31 quien parece ser que se convirtió al ver al Cristo resucitado (1ª Corintios 15:7; cf. Juan 7:5) y se convirtió en el líder de la iglesia de Jerusalén por el año 50 d.C. (Hechos 15:19–23). Josefo (A. XX, 197) describe el episodio en el que el sumo sacerdote Ananías se aprovechó de la muerte del gobernador romano Festo en el año 62 dC para organizar que un gentío apedreara a Jacobo, a quien identifica como «el hermano de Jesús que es llamado el Cristo». Casi nadie ha cuestionado la autenticidad de este pasaje. El pasaje más conocido y usado de Josefo es el llamado «Testimoniun Flavianum», que trata sobre Jesús (A. XVIII, III, 3):

Por este tiempo vivió Jesús, un hombre sabio, si es que se le puede llamar hombre. Porque llevó a cabo obras extraordinarias y fue maestro de los que los que aceptan bien dispuestos la verdad. Se ganó a muchos judíos y a muchos de los griegos. Fue el Cristo. Cuando fue acusado por los principales de entre nosotros y Pilato lo condenó a ser crucificado, los que le habían amado originalmente no djaron de hacerlo; porque se les apareció al tercer día, vuelto en vida, como los profetas de la Deidad habían profetizado, además de otras maravillas acerca de 6l. Y la tribu de los cristianos, así llamada por 6l, no ha desaparecido hasta el día de hoy.

La opinión que este texto merece por parte de la erudición se puede dividir en tres posiciones: (1) los que defiende la autenticidad del pasaje; (2) aquellos que rechazan todo el pasaje; (3) los que creen que la mayor parte del pasaje es auténtica, pero que ha sufrido alguna interpolación cristiana. Recientemente, la mayoría de la erudición refleja este tercer posicionamiento.

El gran historiador de la Iglesia, Eusebio (siglo 4 d.C.) citó este pasaje en tres de sus obras. Es testimonio de Orígenes (siglo III d.C.) es crucial. Parece ser que conocía el pasaje de Josefo sobre Jacobo, pero no del mismo modo que Eusebio lo recoge, ya que escribió: «Lo sorprendente es que, aunque [Josefo] no llegó a admitir que Jesús era el Cristo, menciona a Josefo como testigo, quien sí creía que Jesús era el Cristo». En todo el resto de su obra, Orígenes dice de Josefo que «no creía en Jesús como el Cristo».

Casi todos los académicos coinciden en que una serie de frases de este pasaje parecen más bien haber sido añadidas por cristianos, ya que es poco probable que un judío como Josefo pensara de tal modo:

1. «Si es que se le puede llamar hombre», lo que supone que Jesús fue más que un ser humano.

2. «Fue el Cristo». Josefo apenas habla de la expectativa mesiánica, porque de hecho él quería restar importancia a esas creencias.

3. «Porque se les apareció al tercer día, vuelto en vida». Esto sería un testimonio claro de la resurreción de Cristo.

Por otro lado, la mayor parte del pasaje no es típicamente cristiano:

1. A Jesús se le llama «un hombre sabio». Aunque es un halago, un reconocimiento, un cristiano no se hubiera conformado con escribir tal cosa.

2. «Porque llevó a cabo obras extraordinarias». No hace falta ser cristiano para hacer esta afirmación.

3. «Se ganó a muchos judíos y a muchos de los griegos» es simplemente una observación.

4. «Los que le habían amado originalmente no dejaron de hacerlo» es una frase escrita con el estilo característico de Josefo.

5. «Y la tribu de los cristianos, así llamada por él, no ha desaparecido hasta el día de hoy». La mayoría de los eruditos coinciden en que la palabra phylon –«tribu»– no es una expresión típicamente cristiana.

El erudito judío Paul Winter concluye:

Aunque ciertamente Josefo no djo que Jesús fuera el Mesías y no afirmó que los profetas habían anunciado de parte de Dios que Jesús resucitaría al tercer día, la impresión que queda al hacer un estudio minucioso de sus escritos es que no muestra ningún tipo de antipatía por Jesús.

En 1971 un erudito israelí, S. Pines, publicó un monográfico sobre una versión árabe de Josefo, escrita por Agapio en el siglo X, quien fuera obispo melquita de Hierápolis, Siria. Una comparación entre los textos árabes y los griegos deja ver las siguientes diferencias: (1) la versión de Agapio asume la humanidad de Jesús; (2) sus textos no citan los milagros de Jesús, pero destacan su buena conducta y virtudes; (3) la aparición a los tres días la introduce como una cita, y no como palabras propias, (4) Delante de «Fue el Mesías» coloca un significativo «quizá». Todas estas diferencias han llevado a Pines a concluir que la versión árabe parece ser un texto más cercano al original que el de Eusebio.

Resumiendo, Josefo sabía que Jesús era hermano de Jacobo, el mártir y líder de la iglesia de Jerusalén, y que era un maestro de sabiduría al que muchos seguían, a pesar de que Pilato lo condenara a morir crucificado bajo la presión de los líderes judíos.

El Talmud

En el Talmud, una importante colección de escritos de rabíes judíos, aparecen varios pasajes polémicos en contra de Jesús (400–500 d.C.). En el Talmud Babilónico Sanhedrín 107b leemos:

Un día (Rabí Jesúa) estaba recitando la shema (Deuteronomio 6:4) cuando Jesús se le acercó. El rabí hizo un gesto para recibirle, pero Jesús, entendiendo que el gesto pretendía rechazarle, puso en alto un ladrillo y lo adoró (…) Y un Maestro ha dicho: «Jesús de Nazaret practicaba la magia y llevó a Israel por mal camino».

En el Talmud Babilónico Sanhedrín 43a leemos:

Se enseñaba que el día antes de la Pascua Jesús (el nazareno) fue colgado. Los cuarenta días antes de la ejecución, un pregonero anunciaba gritando: «Va a ser apedreado porque ha practicado la brujería y quería que Israel pecara de apostasía. Si hay alguien que quiere decir algo en su favor, que se presente y que pida misericordia por él».

Tal como vemos en estos pasajes, el Talmud no niega que Jesús hiciera milagros, pero los atribuye a la magia y la brujería. En algunas fuentes, Jesús aparece como un seguidor del Rabí Jesúa ben Parahya, cuya enseñanza floreció alrededor del año 100 a.C., y conocido por la magia que practicaba.

El Talmud también contiene algunas historias de Ben Pandera, según el cual Jesús era hijo del mercenario romano Pandera, «quien conoció a María, la mujer adúltera de José, y María, estando en su período menstrual, concibió un hijo». Estas calumnias aún se desarrollaron más en la Edad Media, hasta convertirse en importantes leyendas anticristianas que están recogidas en una obra llamada Toledoth Jeshu44 (Genealogía de Jesús). Estas leyendas incluyen historias tan fantásticas como una pelea de Jesús y Judas en el aire, o que Jesús cruzó el Mar de Galilea sobre una piedra de molino, o que le colgaran de un tronco. A pesar de que estas historias son muy tardías y no son más que mitos, algunas de las raíces del Toledoth se remontan posiblemente al período de los primeros antagonismos entre los judíos y los cristianos.

Como todas estas referencias son polémicas, y tampoco sabemos exactamente de cuándo fechan, aunque sí que es evidente que son tardías, no han sido valoradas de forma muy positiva, tal como explica G. H. Twelftree: «La literatura rabínica apenas tiene valor para el historiador que se ha enzarzado en la búsqueda seria del Jesús histórico…». Sin embargo, M. Wilcox cree que a pesar de la hostilidad que presentan estos textos, proporcionan algunas evidencias que se pueden corroborar:

La literatura judía tradicional, aunque contiene pocas menciones a Jesús (y además, éstas deben usarse con suma precaución), apoya la afirmación que hacen los Evangelios de que hacía milagros y sanaba; el problema es que atribuye estos poderes a la magia. Sí que conserva la idea de que era un maestro, y tenía discípulos (cinco), y al menos en el período rabínico temprano aún no se sabía exactamente si se trataba de un «herje» o de un «farsante».

Fuentes romanas

Cuando imparto la asignatura de Historia Romana, siempre digo que las fuentes históricas más importantes sobre el Imperio Romano en el siglo I son Tácito y Suetonio, que escribieron a principios del siglo II d.C. Los dos hacen referencias a cristianos, igual que Plinio el Joven. Si uno se pregunta por qué razón no hay más fuentes romanas sobre Jesús, que piense que para saber sobre el reino de Tiberio sólo existen cuatro fuentes: Suetonio, Tácito, Veleio Patérculo (contemporáneo de los anteriores), y Dión Casio (aprox. 230 d.C.).

Jesús nació durante el reinado del emperador Augusto (27 a.C -14 d.C.), probablemente antes del IV a.C., año en que murió Herodes el Grande. Aunque el empadronamiento bajo Augusto que se menciona en Lucas 2:2 era una práctica romana común; el problema aparece cuando nos damos cuenta de que Lucas menciona a Cirenio, gobernador de Siria.

Jesús fue crucificado bajo el gobierno de Poncio Pilato (26–36 d.C.), en el reinado de Tiberio (14–37 d.C.), en el año 30, o más probablemente en el 33. Puede ser que Pilato enviara a Tiberio documentos en los que se recogiera lo sucedido.54 El mártir Justino en su primera Apología (caps. 35, 48) dice que hay algunos documentos que recogen el juicio a Jesús. Alrededor del año 200 d.C. Tertuliano de Cartago habla en su Apologeticus (caps. 5, 21) de una entrega de parte de Pilato para Tiberio. Esos documentos, que se han llamado Hechos de Pilato, y aún se conservan, no son fiables históricamente hablando. F. Scheidweiler sugiere que quizá esos son los documentos de los que Justino hablaba (mitad del siglo II).

Suetonio (aprox. 70–160 d.C.)

En su primera etapa bajo el emperador Claudio (54–68 d.C.), Suetonio tiene un intrigante escrito sobre unos altercados en la comunidad judía en Roma: «Se expulsó a los judíos de Roma, porque siempre estaban causando problemas instigados por Khrestos». «Khrestos» es, probablemente, una variante de «Khristos». Pero el problema que plantea la declaración de Suetonio es que parece suponer que «Khrestos» era una persona que estaba en Roma. Casi todos los eruditos creen que Suetonio no interpretó bien las fuentes que consultó.57 La mayoría de ellos entienden que los altercados dentro de la comunidad de los judíos se daban porque los misioneros cristiano-judíos predicaban el Evangelio. Aunque se proponen dos fechas diferentes para la expulsión de los judíos, el año 41 o el 49, la gran parte de expertos no duda defender que la última es la más acertada. Ciertamente, la expulsión tiene que ver con Hechos 18:2, donde vemos que Aquila y Priscila tienen que marchar de Roma: por eso Pablo se los encuentra en Corinto en la década de los 50 d.C.

Sin embargo, el argumento de que el «Khrestos» citado en Suetonio era simplemente un agitador judío de nombre común, y que no tenía ninguna relación con el cristianismo está siendo cada vez más aceptada. Algunos mantienen también que Aquila y Priscila eran judíos, y quizá se convirtieron al cristianismo sólo después de conocer a Pablo. Hay un argumento de bastante peso en contra de que el incidente de Khrestos en el 49 tuviera que ver con cristianos: alrededor del año 60, cuando Pablo estaba bajo arresto domiciliario en Roma, los líderes judíos que le visitan aseguran no saber nada de un movimiento cristiano (Hechos 28:21–22).

En su obra Vida de Nerón –16.11–13– (Nerón reinó del 54 al 68 d.C.), Suetonio relata la persecución de los cristianos; sin embargo, no explica por qué se les trataba de la siguiente manera: «Se castigaba y torturaba a los cristianos, grupo que se había entregado a una nueva y nociva superstición». Más adelante describe de forma muy detallada el incendio que arrasó diez de los catorce distritos de Roma.

Tácito (aprox. 55–117 d.C.)

Fue Tácito el que, en un conocido pasaje escrito en el año 115, afirma explícitamente que Nerón perseguía a los cristianos y los usaba como cabeza de turco acusándoles de causar el incendio del año 64:

Pero ni todos los esfuerzos humanos, ni todo el poder del emperador, ni la propiciación de los dioses fueron suficientes para hacer desaparecer la creencia de que el incendio había sido ordenado. Por tanto, Nerón echó las culpas a una clase odiada por el revuelo que había causado, a quien el populacho llamaba cristianos, y les infligió toda clase de torturas. Khristos, de quien proviene el nombre del movimiento, sufrió la pena capital durante el reinado de Tiberio en manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y a partir de ahí se empezó a extender una superstición, no solo por Judea, de donde viene todo el mal, sino que llegó también a Roma, donde todas las ideas y pensamientos vergonzosos y malvados encuentran aceptación. Así, se arrestaba a los que se sabía que eran cristianos, se les interroga, y usaban la información para arrestar a muchos más para acusarles no tanto por el incendio, sino por odiar a la humanidad.

Nótese que Tácito, que odiaba a los cristianos aun más de lo que odiaba a los judíos, sabía que el nombre del movimiento provenía de Cristo, que había sido crucificado («sufrió la pena capital») bajo Poncio Pilato y el reinado de Tiberio. También sabía que el movimiento se había extendido de Judea a Roma, donde «muchos» hacían profesión de su fe y estaban dispuestos a morir antes que renegar de aquella creencia tan querida.

Plinio el Joven (aprox. 61–113 d.C.)

Plinio el Joven era sobrino de un famoso enciclopedista, Plinio el Viejo, que murió durante la erupción del Vesubio del año 79 d.C. Llegó a ser gobernador de Bitinia en el noroeste de Turquía a principios de siglo II. En una carta escrita alrededor del año 111 al emperador Trajano (98–117 d.C.), hace mención al incipiente movimiento cristiano:

Nunca he estado presente en un interrogatorio a un cristiano. Por tanto, no sé hasta donde llegan los castigos que se les imponen, ni las razones por las que se les abre una investigación (…) Yo les he preguntado si son cristianos, y si así lo admiten, repito la pregunta una o dos veces más, mientras les advierto del castigo que les espera. Si insisten, ordeno que se les jecute; porque, sea cual sea la naturaleza de su admisión, considero que una testarudez y obstinación así deben ser castigadas (…) También declararon que de lo único que son culpables es de lo siguiente: reunirse regularmente –un día fijado– antes del alba cantar en honor a Cristo como si fuera un dios, y también dar su palabra de abstenerse de robar, adulterar (…) Esto fue lo que me hizo sospechar y querer descubrir la verdad detrás de todo eso, así que mandé torturar a dos esclavas, a las que ellos llaman diaconisas. No encontré nada más que una secta degenerada hasta extremos extravagantes.

Fuentes cristianas fuera del Nuevo Testamento

En nuestra búsqueda del Jesús histórico fuera del Nuevo Testamento, hasta ahora sólo hemos analizado fuentes no cristianas, algunas de las cuales ofrecen evidencias de que lo narrado en el Nuevo Testamento es fiable o histórico. Veremos ahora algunos textos cristianos extrabíblicos que se han usado a veces para sacar retratos equivocados de Jesús.

Logia Agrafa

La expresión logia agrafa (palabras no escritas) se ha usado para denominar aquellos dichos de Jesús que no aparecen en los evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Tanto los Evangelios apócrifos como los escritos de los Padres de la Iglesia contienen dichos y relatos de hechos de Jesús que no están en los Evangelios canónicos.69

En 1896 B. P. Grenfell y A. S. Hunt descubrieron en Oxyrhynchos, Egipto, un papiro con ocho frases de Jesús, desconocidas hasta el momento. Este fragmento, conocido como Oxy P1, fecha del siglo II dC. En 1904 se publicaron cinco frases más de un segundo papiro (aprox. 250). Más adelante, una vez apareció el evangelio copto de Tomás, los eruditos se dieron cuenta de que todas esas frases eran fragmentos en griego del ese mismo evangelio. Este evangelio, que contiene 14 logia agrafa de Jesús, escrito en copto alrededor del año 400, es el más famoso de entre los más o menos cincuenta tratados descubiertos en aproximadamente una docena de códices (es decir, libros).

La fecha y la validez del Evangelio de Tomás es un tema muy discutido. En el primer capítulo de este libro Craig Blomberg trata este tema con más detenimiento, pero aquí consideraremos algunos puntos importantes. Muchos investigadores creen que el original griego del Evangelio de Tomás fue escrito en Edesa, Siria, alrededor del año 140. Existen dos posiciones bien diferentes sobre la importancia de este Evangelio. Muchos creen que su importancia es secundaria, ya que «la mayoría de su contenido está basado en los evangelios canónicos».74 Por otro lado, un gran número de académicos, influidos sobre todo por Helmut Koester de Harvard y James Robinson de Claremont, creen que el evangelio de Tomás es de la misma fecha que los evangelios canónicos y que es independiente.76 «El Seminario de Jesús» lo considera el «quinto evangelio». Pero si examinamos el análisis que hacen que es, a su vez, muy escéptico sobre la autenticidad de los evangelios canónicos, veremos que los miembros de «El Seminario» también se muestran muy escépticos con las logia agrafa que aparecen en Tomás. De entre todas, según ellos, sólo hay tres –de las que no aparecen en los paralelos canónicos– dignas de consideración.

Tomás 42: «Dijo Jesús: "Haceos pasajeros"» –coloreado en gris (Jesús no dijo esto exactamente, pero es una idea cercana a las ideas de Jesús).

Tomás 97: «Dijo Jesús: "El reino del [Padre] se parece a una mujer que transporta(ba) un recipiente lleno de harina. Mientras iba [por un] largo camino, se rompió el asa (y) la harina se fue desparramando a sus espaldas por el camino. Ella no se dio cuenta (ni) se percató del accidente. Al llegar a casa puso el recipiente en el suelo (y) lo encontró vacío"». «El Seminario» atribuye el color rosa a estas palabras (es probable que Jesús las dijera).

Tomás 98: «Dijo Jesús: "El reino del Padre se parece a un hombre que tiene la intención de matar a un gigante: desenvainó [primero] la espada en su casa (y) la hundió en la pared para comprobar la fuerza de su mano. Entonces dio muerte al gigante"». Este fragmento también aparece en rosa. Podríamos preguntarnos por qué los eruditos escogen estas sentencias y no otras; y es que, en última instancia, sus argumentaciones son altamente subjetivas.

El primer estudio completo de las palabras no escritas lo realizó Alfred Resch (1889), que recogió 361. De todas ellas, J. H. Ropes (1896) concluyó que sólo catorce eran valiosas y, probablemente, otras trece más. El estudio más importante que se ha hecho recientemente es el de Joachim Jeremias, Unknown Sayings of Jesus. Recoge dieciocho dichos (que incluye 1ª Tesalonicenses 4:15s.), diciendo que posiblemente son auténticos. Hace poco O. Hofius ofreció una evaluación más crítica, en la que presenta cinco posibles logia agrafa, y cuatro que podrían serlo. Las posibles logia agrafa son:

Papiro Oxyrhynchos 840: «¡Ay (de vosotros)!, ciegos, que no veis. Tú te has lavado en este agua corriente, donde se han echado perros y puercos de noche y de día, y, al lavarte, has limpiado lo exterior de la piel, que es lo que las meretrices y flautistas perfuman, lavan, acicalan y adornan para concupiscencia de los hombres, siendo así que su interior está lleno de escorpiones y de toda clase de maldad. Mas por lo que se refiere a mí y a mis discípulos, de quienes tú afirmas que no nos hemos lavado, (yo te aseguro que) lo hemos hecho utilizando las aguas vivas que proceden de [el Padre en los cielos]».

Liber Granduum siríaco: «Seréis llevados tal como se os encuentre».

Evangelio de Tomás 8: «Y dijo: "El hombre se parece a un pescador inteligente que echó su red al mar y la sacó de él llena de peces pequeños. Al encontrar entre ellos un pez grande y bueno, aquel pescador inteligente arrojó todos los peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez grande"».

Clemente de Alejandría, Orígenes y Eusebio: «Pedid por las grandes cosas y Dios os dará las cosas pequeñas».

Muchos Padres de la Iglesia: «Sed cambistas aprobados».

Estas son las cuatro que podrían ser logia agrafa:

1. Codex Beza en Lucas 6:5: «El mismo día, habiendo visto a uno que trabajaba en sábado, le dijo: "Hombre, si te das cuenta de lo que haces, dichoso de ti; pero, si no, maldito eres y trasgresor de la Ley"».

2. Evangelio de Tomás 82: «Dijo Jesús: "Quien esté cerca de mí, está cerca del fuego; quien esté lejos de mí, está lejos del Reino"».

3. Evangelio de los Hebreos: «Nunca estéis contentos sino cuando miréis a vuestro hermano con amor».

4. Papiro Oxyrhynchos 1124: «Quien está lejos [hoy], mañana estará [cerca de vosotros]».

Hofius comparte la opinión de Jeremias de que algunas logia agrafa se pueden poner al mismo nivel de los Evangelios canónicos. La mayoría de ellas derivan de las fuentes de los Evangelios.

Hofius concluye: «La clara vinculación con la tradición preexistente de dichos dominicales [es decir, los dichos del Seños Jesús] no deja lugar a dudas de que la Iglesia primitiva sin inhibición, con libertad y a gran escala produjo dichos de Jesús».

Ésta es una crítica directa al posicionamiento de algunos investigadores, como por ejemplo los de «El Seminario de Jesús», que creen que la mayoría de las palabras de Jesús recogidas en los Evangelios fueron inventadas por la Iglesia.

Evangelios apócrifos

Ireneo, obispo en Lyon, Francia (aprox. 180), reconoció que solo había cuatro Evangelios canónicos. También hace mención de «un número muy elevado de escritos apócrifos falsos, que habían sido creados por ellos mismos [los herejes], para desconcertar a las mentes insensatas». Orígenes (siglo III) escribe que «la Iglesia cuenta con cuatro evangelios, y un sinfín de herejías».

De los aproximadamente quince evangelios apócrifos, de muchos de ellos sólo sabemos el nombre o título, o por algunas citas y referencias que hacen los Padres de la Iglesia. La mayoría de ellos se clasifican en las dos categorías siguientes: (1) legendarios, o (2) heréticos. En el primer grupo están los llamados evangelios de la infancia de Jesús, según los cuales el niño Jesús hacía milagros; estos evangelios también proporcionan un importante trasfondo legendario sobre la Virgen María.85 El más antiguo de todos ellos, el protoevangelio de Santiago (siglo II), describe el nacimiento de Jesús en una cueva, una tradición que también aparece en Justino el Mártir.

Muchos de los textos de Nag Hammadi delatan una visión docética de Cristo, que era normal entre los gnósticos; es decir, no aceptaban la idea de que el Hijo de Dios era verdaderamente humano, sino que sostenían que simplemente lo parecía o aparentaba y, por lo tanto, no podía sufrir. Por ejemplo, dos textos de Nag Hammadi, The Second Treatise (Logos) of the Great Seth y el Apocalipsis de Pedro reflejan a un Salvador que se mofa de la insensatez de los que creen erróneamente que le han crucificado, cuando el que había muerto en la cruz era otra persona, un sustituto.

Hasta hace poco se creía que los evangelios apócrifos eran del siglo II o más tarde, y apenas se tenían en cuenta a la hora de reconstruir las palabras de Jesús. Pero la traducción del evangelio de Tomás en 1959 impulsó el interés por este tipo de textos. Bajo la influencia de Helmut Koaster de Harvard, muchos expertos han estado llevando a cabo una revisión muy radical que ha consistido, por un lado, en la infravaloración de los evangelios canónicos y, por otra, en la revalorización de los evangelios apócrifos, una revalorización que, como mínimo, los eleva a que se les considere ¡igual de válidos que a los canónicos!

Ésta es la razón por la que eruditos como John Crossan han incluido en las fuentes de entre los años 30 y 60 d.C. obras como el Evangelio de Tomás, el Evangelio (de) Egerton, el Evangelio de los hebreos, y el Evangelio de Pedro.

Koester cree que el Evangelio (de) Egerton [o desconocido], que aparece en el fragmento de un papiro que fecha del año 200, provee información relevante para el estudio del Evangelio de Juan 91. Pero D. F. Wright afirma en un estudio detallado que los argumentos de Koester referentes al «Evangelio desconocido» (Pap. Egerton 2) son considerablemente defectuosos.

Eusebio recoge que Serapión, obispo de Antioquía alrededor del año 200, se negó a usar el evangelio de Pedro porque presenta una visión docética de Cristo. Este texto nos ha llegado en un pergamino del siglo XVIII descubierto en Akhmim, Egipto, en 1886. Probablemente se compuso en Siria en la primera mitad del siglo II, y absuelve a Pilato de toda culpabilidad y describe cómo Jesús salió de la tumba con dos ángeles, «cuyas cabezas intentaban alcanzar el cielo, y la cabeza de aquél al que llevaban de la mano sobrepasaba los cielos».

Del Evangelio de los hebreos solo nos han llegado algunas citas que probablemente fueron escritas en Egipto a principios del siglo II. Este evangelio, puede que en arameo originalmente, lo utilizaban los cristianos judíos.

Uno de los versículos de este evangelio citado tanto por Orígenes como por Jerónimo contiene las siguientes palabras de Jesús: «Pero ahora mi madre el Espíritu Santo me tomó por uno de mis cabellos y me llevó al gran monte Tabor». La palabra espíritu en las lenguas semíticas –ruba– es de género femenino.

En 1958, el profesor Morton Smith de Columbia University descubrió en el monasterio de Mar Saba al sudeste de Jerusalén un manuscrito griego del siglo XVIII que decía ser una carta de un famoso padre de la Iglesia, Clemente de Alejandría (160–215). Smith hizo un serio estudio, con el que consiguió persuadir a la mayoría de los eruditos de la autenticidad de la carta.

En esta carta Clemente regaña a los gnósticos carpocracianos por su inmoralidad. Les acusa de haber manipulado una copia de El libro secreto de Marcos, que, supuestamente, Marcos escribió aparte de su Evangelio. Clemente cita dos fragmentos de esta obra; el más extenso es parecido a la narración de la resurrección de Lázaro (Juan 11), y el otro narra un encuentro con la familia del joven en Jericó.

F. F. Bruce describe el documento como «un remiendo lleno de contradicciones internas (…) una composición artificial, muy lejos del valioso estilo narrativo de Marcos». Pero el mismo Smith creía que aunque El libro secreto de Marcos no era obra del evangelista, fue escrito en el año 95 y usado posteriormente para escribir el evangelio canónico de Marcos. Aunque Helmut Koester difiere en algunos detalles, acepta que entre las dos obras existe un tipo de dependencia similar.

¡Es sorprendente y también inaudito que estos eruditos que se muestran tan escépticos con los evangelios del primer siglo construyan unas teorías tan ilógicas basándose en tres párrafos de un manuscrito del siglo XVIII!

Morton Smith, ex-sacerdote episcopaliano, basándose en el manuscrito que descubrió expuso lo que llamó la verdadera naturaleza de los evangelios y de Jesús en sus dos famosos libros: The Secret Gospel y Jesus the Magician.

En el primer encuentro Smith interpreta el encuentro de Jesús con un joven desnudo como un bautismo de iniciación a la homosexualidad. En el segundo, Smith, que se tomó muy en serio las acusaciones del Talmud y Celsus, describe a Jesús como un mago y la celebración de la Santa Cena como una ceremonia relacionada con lo mágico.

Conclusiones

Hemos visto cómo algunos investigadores a veces han tratado los textos fuera del Nuevo Testamento de modo irresponsable en un intento de reemplazar con sus propias presuposiciones e ideas el retrato que los evangelios hacen de Jesús. Las teorías de estos investigadores (como Dupont-Sommer, Wilson, Allegro, Thiering, Eisenman, Smith) consiguieron atraer a los medios de comunicación, pero no pueden tomarse en serio. Otros expertos como Koester y Crossan han hecho estudios más reconocidos, pero igual de poco convincentes, para reemplazar a los evangelios canónicos por los apócrifos en el estudio del redescubrimiento de Jesús.

Aunque no contáramos con el Nuevo Testamento u otros escritos cristianos, podríamos seguir concluyendo a partir de escritos no cristianos como los de Josefo, el Talmud, los de Tácito y de Plinio el Joven que: (1) Jesús era un maestro judío; (2) mucha gente creía que sanaba y expulsaba demonios; (3) los líderes religiosos judíos le odiaban; (4) fue crucificado bajo Poncio Pilato en el reinado de Tiberio; (5) a pesar de que murió de forma vergonzosa, sus seguidores, que creían que aún estaba vivo, fueron más allá de Palestina: en el año 64 d.C. había muchos de ellos en Roma; (6) a principios del siglo II muchos tipos diferentes de gente –de la ciudad, del campo, hombres y mujeres, libres y esclavos– le adoraban como Dios.

A pesar de lo que defienden algunos eruditos en la actualidad, las evidencias extrabíblicas no respaldan los retratos excéntricos que hacen de Jesús y que tanto atraen a los medios de comunicación debido a la novedad del asunto. A diferencia de estas revisiones efímeras, el retrato ortodoxo de Jesús sigue siendo, después de considerar todas las evidencias existentes, incluso la corroboración que nos ofrecen las fuentes antiguas independientes del Nuevo Testamento, la posición más creíble.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Qué son los Manuscritos del Mar Muerto?


2. ¿Quién es el historiador judío más importante que habla de Jesús?


3. ¿Qué es el Talmud?


4. ¿Cuáles son las fuentes romanas que mencionan a Jesús?


5. ¿Qué son las logia agrafa?


6. ¿Apoyan, en general, las fuentes no bíblicas el retrato del Nuevo Testamento sobre Jesús?


Yamauchi M. Edwin, "EVIDENCIAS SOBRE JESÚS FUERA DEL NUEVO TESTAMENTO," in Jesús Bajo Sospecha: Una Respuesta a Los Ataques Contra El Jesús Histórico, ed. Michael J. Wilkins and J. P. Moreland, trans. Dorcas González Bataller, Colección Teológica Contemporánea (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2003), 279–306.


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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


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