From: edissonmosquera@hotmail.com
Dios les bendiga. Aprovechando el fin de semana, quise hacer un alto en la biografía de Billy Cole para presentar una de sus charlas, presentada en una confraternidad en Alexandria, Louisiana. Examinemos todo y retengamos lo bueno.
Ministrando a la gente para que reciba el Espíritu Santo
…Te adoro, te honro, te adoro en el nombre del Señor Jesucristo.
Lo que hemos escuchado en esta confraternidad es muy profundo. No solo ha sido apropiado, sino profundo, extraordinario… Tomará un tiempo para implantar todo lo que hemos recibido en esta confraternidad. Sin duda, Dios está en este asunto, en esta reunión. Él ha ungido a cada predicador que se ha parado en este lugar. Dios nos ha ofrecido una diversidad de pensamientos. Creo que cada mensaje que he oído es de parte del Señor y siento que cada mensaje era para mí. Y me atrevo a creer que probablemente usted siente lo mismo que yo.
Escuchamos bastantes predicaciones relativas a lo que debemos hacer. Yo no voy a predicar en esa misma línea. Yo no le voy a decir lo que "debe" hacer, voy a hablarle un poquito acerca del "cómo".
Si le agrada, yo estaré contento; si no le gusta, pues no me voy a bajar de aquí.
Quiero que busquen en sus Biblias, en el libro de Hechos de los Apóstoles, capítulo dos…
Me agrada oír esa voz. Aquí estás, Robert. Te aprecio. Bill Cisco, ha habido algo con lo que has estado luchando en el plano espiritual, algo que deseas hacer en el nombre del Señor. El Señor me acaba de informar que te diga que lo hagas y que Dios te dará el fundamento y las bases para que lo hagas y Dios te va a ayudar. Dios te ayudará a lograrlo. La carga que hay en tu corazón.
Muy bien. Hechos capítulo dos, empezando en el versículo uno…
Hoy quiero hablarles acerca del ministerio de ayudar a la gente a recibir el bautismo del Espíritu Santo. ¿Creen que les agradará mi mensaje? Muy bien. Cómo ayudar a la gente para que reciba el Espíritu Santo.
El hermano, el pastor, Anthony ha testificado que hubo entre 40 y 50 que recibieron el Espíritu Santo, aquí, el domingo. No puedo olvidar a dos personas en todo este auditorio que no tenían el Espíritu Santo y que no lo recibieron ese día. Uno de ellos lo recibió esta mañana. Tan difícil que me sacó varias canas. Se trataba de un militar. El hermano Baker. Llegó con su uniforme y todo, esta mañana. Y empezó a decirme lo que pensaba. Le dije: Cállese, silencio. Usted no sabe de esto, yo sí. Tres minutos después, estaba hablando en lenguas.
Ahora, déjeme contextualizar lo que le dije. He estado ayudando a que la gente reciba el Espíritu Santo por 37 años. Y esta es solo la tercera vez que digo algo así en mi vida. No es algo que usted le dice todos los días a todo el mundo. Pero funcionó para él. Funcionó para él. La palabra adecuada en el momento preciso. Si usted se lo dice a la persona equivocada, en el momento equivocado…
Hechos capítulo dos, comenzando con el verso uno: "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes… En esto fallamos demasiado. Es increíble… Las cosas de que nos ponemos a hablar durante el momento de altar. Durante mis campañas pro recepción del Espíritu Santo, casi llegué a odiar que los pastores estuvieran alrededor, porque se ponían a hablar de sus asuntos, mientras yo estaba allá luchando, orando por la gente para que recibieran el Espíritu Santo. Y lo hacían preciso ahí en el altar.
¿Ustedes creen que pueden soportar esto hoy?
2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Capítulo ocho, verso 14: "Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo".
Capítulo 10 y el verso 44: "Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. 46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
Y el capítulo 19 y el versículo uno: "Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. 3 Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. 4 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. 5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban7 Eran por todos unos doce hombres".
Si me lo permiten, voy a tomar la Palabra de Dios como la base para los conceptos que voy a presentar, aquí, hoy; por encima de lo que pueda considerarse como nuestras tradiciones.
Estamos teniendo un gran avivamiento por todo el país y creó que va a ser mayor. Y cuando el avivamiento es verdadero, causa arrepentimiento; cuando el avivamiento es genuino, hace que la gente abandone su pecado; cuando el avivamiento es real, el poder de Dios se manifiesta para sanar a los enfermos; cuando el avivamiento es verdadero, hombres y mujeres son llenos… y niños, y jóvenes son llenos con el bautismo del Espíritu Santo. Y estamos experimentando más y más avivamiento cada vez. Estamos viendo más sanidades que las que jamás hemos visto. En mi propio ministerio, durante los últimos dos años, es posible que haya visto más sanidades milagrosas, que en todo el resto de mi ministerio. Dios está intensificando en estos días, justo antes de la venida del Señor Jesucristo. Y muchos están aprovechando esta situación.
Especialmente, me siento orgulloso de nuestros jóvenes y de nuestros pastores jóvenes, que tienen tanta hambre de Dios. Ellos no se van a conformar con menos que con un ministerio como el de los Hechos de los Apóstoles. Y lo vamos a ver. Y lo veremos. No nos vamos a tranzar por algo inferior a eso. Y estoy feliz por eso.
Quiero hablarles un poco acerca de este ministerio de ayudar a la gente a recibir el bautismo del Espíritu Santo.
Los grandes derramamientos del Espíritu Santo son muy factibles. Hace poco tiempo un pastor vecino mío… El hermano Halt, que está hoy aquí. ¿Sería tan amable de ponerse en pie, hermano Halt? Él fue conmigo a este culto… Y el pastor me llamó y me dijo: Hermano Cole, estamos bautizando mucha gente en el nombre de Jesús y necesitamos su ayuda para que ellos puedan recibir el Espíritu Santo. Y lo le dije: Pero es que solo tengo un día libre y es mi día de descanso. Yo estaba tratando de poner en práctica lo que la hermana Mickey Mangun hablaba esta mañana, de tener un día de descanso. Aquel pastor me dijo: "Pero es que un solo día está bien". Pues, me convenció. Así que fuimos para una campaña pro recepción del Espíritu Santo. El salón solo tenía capacidad para 300 personas, sentadas. Pero estaban teniendo tal movimiento del Espíritu Santo, tal movimiento de Dios, y arrepentimientos, y bautismos; que habían trasladados los cultos al área de deportes. Y, posiblemente, había 600 personas allí, en ese culto.
Prediqué durante 12 minutos. 12 minutos. Usted no puede pretender ministrar a la gente después de haber predicado hora y media. A los creyentes les gusta; pero la gente en la que usted está enfocado, a la que usted quiere ayudar, se espantan con tanto tiempo. Además, ya han tenido la deferencia de estar una hora ahí.
Prediqué 12 minutos y llamé al altar. Y más de 100 personas vinieron. Y Dios llenó a 99 con el Espíritu Santo, en ese solo culto. Amén. No sucedió en África ni en Asia. Ocurrió a 80 kilómetros de donde yo soy pastor.
Ahora bien, antes de que ocurra un gran derramamiento del Espíritu Santo, usted tiene que tener una cosecha. Usted no puede cosechar lo que no existe. No me importa quién sea usted. Si solo hay tres personas en el edificio que no han recibido el Espíritu Santo, le tengo noticias: No lo van a recibir 10. No me importa quién sea usted.
Fui a una iglesia una vez y no quiero decir esto a manera de ridiculización; sino solo para ejemplificar. El pastor confiaba en mí, obviamente. Y se emocionó tanto y dijo: "El hermano Cole está aquí esta noche. 50 van a recibir el Espíritu Santo. Y solo había 45 personas en el edificio. Eso no es fe, eso es ausencia total de sentido común. ¿Estoy hablando algo útil para ustedes? ¿Estoy hablando algo apropiado?... Parece algo tan elemental; pero usted no se imagina con qué tanta frecuencia nosotros pasamos eso por alto. Es asombroso lo que la gente dice desde el púlpito antes de entregarle a usted y preparan un ambiente totalmente ridículo.
Antes de que haya una cosecha alguien tiene que plantar, podar, regar. Si usted tiene alguien que recibe el Espíritu Santo la primera vez que asiste a un culto pentecostal, le aseguro que en alguna parte alguien ha plantado algo en ese corazón. Eso no pasa solo al chasquido de los dedos, con alguien que nunca ha escuchado el mensaje, que nunca ha sido enseñado, que nunca ha sido instruido, que nunca han orado por él. No habría manera en que ocurriera. Tiene que haber esa siembra y ese riego, antes de que usted pueda recoger esa cosecha.
Tiene que haber vasijas vacías.
Déjeme hablarle un poco… Solo voy a tocar lo más importante, ¿de acuerdo? Yo sé que ustedes están cansados. Han estado sentados aquí durante cinco horas. Dios los bendiga. Nunca he visto tal grupo de gente hambrienta en toda mi vida. Y Dios satisfará su hambre. Dios satisfará el hambre de sus corazones. Así que quiero ser razonable y tan solo tocar estos puntos por encima.
Déjenme hablarles acerca de los requisitos de una persona que anhela tener el ministerio de ministrar a la gente para recibir el Espíritu Santo.
Primero que todo, usted debe tener una carga muy sincera por la persona a la que usted va a ayudar.
Una de las cosas que dije en la mañana de ayer, cuando fuimos a orar por las personas… Y no habría sido necesario decirlo aquí, pero lo dije de todas maneras, porque estoy acostumbrado a decirlo. Y dije: Ahora, cuando estemos listos para orar, todos estos hermanos que están por ahí de pie... No teníamos espacio, de ninguna manera, pero el lugar estaba lleno. Les dije: Ahora, ustedes, mientras nosotros estamos aquí, mientras oramos; ustedes que están allí con el peso del cuerpo sobre uno de sus pies con una mano entre el bolsillo, diciendo: (sin mucha gana) Gloria a Dios, aleluya; gloria a Dios, gracias Jesús; gloria a Dios, aleluya. Les dije: Quiero que nos ayuden. Y esta en la manera en que pueden hacerlo. Vaya y busque su chaqueta, súbase en su carro y váyase a casa. Nadie se fue.
Pero no hay nada que dificulte más un momento de altar que alguien que tenga el Espíritu Santo. Ahora, si usted no tiene el Espíritu Santo, no tienen ninguna influencia. Podemos contrarrestar mil así. Pero una sola persona que tenga el Espíritu Santo, la pasamos difícil sobreponiéndonos a una sola persona que tiene la bendición del Espíritu Santo, pero que es indiferente.
Y tiene que haber una gran compasión y una gran carga para llenar los requisitos de aquel que quiere ministrar gente para recibir el Espíritu Santo.
No tiene que ser un pastor. Algunos de las personas más idóneas que tenemos son laicos, quienes jamás en su vida han predicado un sermón. Solo basta tener esa carga y ese celo.
En tercer lugar, es importante tener fe en que las personas van a recibir el Espíritu Santo.
Este hermano que vino esta mañana, el hermano Halt… Cuando me invitaron para orar con él… Llegamos y este hombre decía… Cuando empezamos a darle las instrucciones, él dijo: Tengo mucho miedo. No soy capaz de creer que esto vaya a suceder. Yo le dijo: Yo creo que va a suceder. Así que deje de preocuparse por cómo está su nivel de fe. Va a suceder. Usted, caballero… Ahora, tan solo cuento con 30 minutos para hacer esto. Porque tengo que ir al auditorio principal a escuchar la prédica. Quiero oír a la hermana Mangun. La hermana Mickey Mangun, que predicó esta mañana. Solo tengo 30 minutos y me iré, y usted también saldrá. Pero cuando usted se vaya, usted estará hablando en lenguas.
Ahora bien, usted no puede falsificar la fe.
Yo sabía que él iba a recibir el Espíritu Santo. Y usted no puede proyectar la fe si no la tiene. Y la fe es como una señal de radio. Usted la trasmite… Usted trasmite la fe tal como una señal de radio. Y usted trasmite la duda exactamente de la misma manera.
Ahora, permítame comprobárselo.
Alguna vez ha estado trabajando ahí en el altar y alguien empieza a hablar en otras lenguas y el gozo del Señor está sobre él o ella. Y están hablando en lenguas, y la hermana fulana o el hermano fulano están por allá atrás… sin prestar atención, sin el más mínimo interés; pero escucha el alborozo, escucha las exclamaciones de victoria, así que corre por el pasillo para "corroborar", para ver si es verdad o no que lo han recibido, para ver si la cosa es o no genuina, para ver si en verdad están hablando en lenguas y en el preciso momento que arriban al altar y afinan su oído, la persona cesa de hablar en lenguas. ¿Quiere que le diga por qué? Esa persona le ha trasmitido sus dudas? No dijo una sola palabra; pero trasmitió su espíritu.
Y la fe se trasmite exactamente de la misma manera.
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