martes, 10 de noviembre de 2015

¿Qué es la teología?

¿Qué es la teología?


Después de estudiar este capítulo, debería ser capaz de:

Comprender el concepto de religión dentro de la historia.

Hacer una breve definición de teología centrada principalmente en la interpretación de la disciplina.

Distinguir entre teología bíblica, histórica, filosófica y sistemática.

Demostrar la necesidad de una teología sistemática en la sociedad contemporánea.

Relacionar la teología cristiana con la vida cristiana y el ministerio cristiano en el mundo actual.

Resumen del capítulo

La teología en un contexto cristiano es una disciplina de estudio que busca comprender el Dios que se ha revelado en la Biblia e intenta proporcionar una interpretación cristiana de la realidad. Busca entender la creación de Dios, en particular al ser humano y su condición, y la obra redentora de Dios para con la humanidad. La teología bíblica, histórica y filosófica proporciona puntos de vista e interpretaciones que ayudan a llegar a un todo coherente. La teología tiene valor práctico para proporcionar una guía para la vida cristiana y para el ministerio.

Cuestiones de estudio

1. En sus obras filosóficas, ¿hasta qué punto limitaba Immanuel Kant la religión?


2. Diga y explique cinco facetas de la definición de teología.


3. Defina la teología sistemática y explique cómo se relaciona con las demás disciplinas de la teología: la bíblica, la histórica y la filosófica.


4. ¿Cuál es la naturaleza de la teología y qué teólogo desarrolló un enfoque más empírico hacia ella?


5. Defienda la afirmación: "La teología debería continuar siendo la reina de las Ciencias."


Naturaleza de la religión

Definición de teología

Localizar la teología (sistemática) en el mapa teológico.

Teología sistemática y teología bíblica

Teología sistemática y teología histórica

Teología sistemática y teología filosófica

La necesidad de la teología

El punto de partida de la teología

La teología como ciencia

¿Por qué la Biblia?

Naturaleza de la religión

Los humanos son seres maravillosos y complejos. Son capaces de realizar complicadas proezas físicas, hacer cálculos intelectuales abstractos, producir increíbles imágenes y sonidos. Además de eso, los seres humanos son incurablemente religiosos. Donde quiera que haya seres humanos, en muy distintas culturas de cualquier zona geográfica y desde que se tiene conocimiento hasta la actualidad, podemos encontrar una religión.

La religión es uno de esos términos que todos entendemos, pero que pocos podemos definir realmente. Cada vez que encontramos desacuerdos o al menos distintas variedades de definiciones y descripciones de un objeto o actividad, hay razón para creer que no se ha estudiado, no se ha reflexionado o no se ha discutido lo suficiente sobre el tema, o que el tema es demasiado rico y complejo como para resumirse en una sola definición.

Aparecen algunas características comunes en muchas definiciones de religión. Se cree en algo que es superior al ser humano. Puede que sea un dios personal, todo un conjunto de seres sobrenaturales, una fuerza de la naturaleza, un conjunto de valores, o la raza humana en su conjunto (humanidad). Suele haber una distinción entre lo sagrado y lo secular (o profano). Esta distinción se puede extender a personas, objetos, lugares o prácticas. El grado de fuerza con el que se asume varía según las religiones y según los adeptos a una religión concreta.

La religión también suele implicar un punto de vista de la vida y el mundo, una perspectiva o una imagen general de la realidad como un todo y un concepto de cómo los individuos se tienen que relacionar con el mundo según esta perspectiva. A una religión van unidas un conjunto de prácticas, ya sean rituales o de comportamiento ético o ambas. Hay algún tipo de relación o respuesta hacia el objeto superior, como el compromiso, la adoración o la oración. Finalmente, a menudo, aunque no siempre, hay ciertas dimensiones sociales. Con frecuencia se forman grupos en torno a una posición o un compromiso religioso.3

Se ha intentado encontrar una esencia común en toda la religión. Por ejemplo, durante gran parte de la Edad Media, particularmente en occidente, se pensaba en la religión como una creencia o un dogma. Lo que distinguía al cristianismo del judaísmo o del hinduismo era un conjunto de creencias. Cuando surgió la Reforma, lo que distinguía al catolicismo romano del protestantismo eran unas doctrinas (o dogmas) diferentes. Incluso las denominaciones protestantes se distinguían unas de otras, principalmente en sus ideas sobre los distintos papeles de la soberanía divina y la libertad del ser humano, el bautismo, la estructura del gobierno de la iglesia y temas similares.

Era natural que las enseñanzas doctrinales se vieran como algo fundamental durante el periodo que comprende desde principios de la Edad Media hasta el siglo xviii. Como la filosofía era una disciplina fuertemente consolidada, es lógico que se enfatizara el carácter de la religión como una cosmovisión. Y como las ciencias del comportamiento todavía estaban en mantillas, se habló relativamente poco sobre la religión como institución social o sobre los fenómenos psicológicos de la religión.

A principios del siglo xix, sin embargo, la forma de comprender el tema de la religión cambió. Friedrich Schleiermacher en su obra Sobre la religión: Discurso a sus menospreciadores cultivados, rechazó la idea de que la religión fuera un asunto de dogma o de ética. En su lugar, Schleiermacher dijo: la religión es un tema de sentimientos, ya sea de sentimientos en general o de sentimientos de absoluta dependencia. Este punto de vista se ha desarrollado mediante el análisis fenomenológico de pensadores como Rudolf Otto, que hablaba sobre lo numinoso, la conciencia de lo santo.5 Esto ha continuado en la mayoría del pensamiento religioso del siglo xx, con su reacción en contra de las categorías lógicas y el "racionalismo." La alabanza popular cristiana actual pone un gran énfasis en los sentimientos.

La fórmula de Schleiermacher fue en gran medida una reacción a la obra de Immanuel Kant. Aunque Kant era un filósofo más que un teólogo, sus tres famosas críticas: Crítica de la razón pura (1781), Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790) tuvieron un tremendo impacto en la filosofía de la religión. En la primera, refutaba la idea de que es posible tener un conocimiento teórico de objetos que trascienden la experiencia. Esto por supuesto acababa con la posibilidad de cualquier conocimiento real, o con la base cognitiva de la religión como se entendía tradicionalmente.7 Más bien, Kant determinaba que la religión es un objeto de razón práctica. Consideraba que Dios, las normas y la vida inmortal eran necesarios como postulados sin los cuales no podía funcionar la moral. Así pues la religión se convirtió en un tema de ética. Esta visión de la religión fue aplicada a la teología cristiana por Albrecht Ritschl, que dijo que la religión era un tema de juicios morales.9

Entonces, ¿cómo deberíamos entender la religión? En realidad la religión es todo eso: creencia o doctrina, sentimiento o actitud y una manera de vivir o de comportarse. El cristianismo se ajusta a todos estos criterios de religión. Es una manera de vivir, un tipo de comportamiento, un estilo de vida. Y es así no sólo en la experiencia aislada del individuo, sino también en la formación de grupos sociales. El cristianismo también implica ciertos sentimientos como la dependencia, el amor y la satisfacción. Y desde luego el cristianismo implica también un conjunto de enseñanzas, una manera de ver la realidad y de verse a uno mismo y una perspectiva desde la cual toda esta experiencia tiene sentido.

Para ser un miembro digno de un grupo que lleva el nombre de un líder en particular uno debe adherirse a las enseñanzas de ese líder. Por ejemplo, un platónico es alguien que de alguna manera mantiene los conceptos que enseñaba Platón; un marxista es el que acepta las enseñanzas de Karl Marx. En la medida que el líder también defiende un modo de vida que no se puede separar del mensaje que enseña, es esencial que el seguidor emule también estas prácticas. Solemos distinguir, sin embargo, entre prácticas inherentes (o esenciales) y prácticas accidentales (o incidentales). Para ser platónico, no es necesario vivir en Atenas y hablar griego clásico. Para ser marxista, no hace falta ser judío, estudiar en el Museo Británico o montar en bici.

Del mismo modo, un cristiano no tiene por qué llevar sandalias, tener barba o vivir en Palestina. Pero todos los que dicen ser cristianos tienen que creer lo que Jesús enseñó y practicar lo que él ordenó, como por ejemplo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Porque aceptar a Jesús como Señor significa hacer de él la autoridad que conduce nuestras vidas. Entonces, ¿qué significa ser cristiano? James Orr lo expresó muy bien: "El que cree con todo su corazón en Jesús como Hijo de Dios se compromete a mucho más. Se compromete a tener una visión de Dios, una visión del hombre, una visión de la historia, una visión del destino humano que sólo se encuentra en el cristianismo."

Parece pues razonable decir que seguir las creencias que Jesús tenía y enseñaba es parte de lo que significa ser cristiano o seguidor de Cristo. El estudio de estas creencias es la preocupación particular de la teología cristiana. La creencia no lo es todo en el cristianismo. Se incluye una experiencia o un conjunto de experiencias, como el amor, la humildad, la adoración y la alabanza. Hay prácticas que por naturaleza son éticas y ritualistas o piadosas. En el cristianismo hay dimensiones sociales, que implican relaciones con otros cristianos en lo que normalmente llamamos la iglesia y con no cristianos en el mundo en general. Otras disciplinas de investigación y conocimiento investigan estas dimensiones del cristianismo. Pero la tarea central de examinar, interpretar y organizar las enseñanzas de la persona de la que esta religión toma su nombre pertenece a la teología cristiana.

La forma de vivir y la práctica personal de la religión, como la aceptación de las creencias doctrinales, sucede en el nivel de la experiencia primaria. Hay también un nivel de reflexión sobre lo que ocurre en este nivel primario. La disciplina que se ocupa de describir, analizar, criticar y organizar las doctrinas es la teología. Por tanto, la teología es una actividad que está en un segundo nivel si la comparamos con la religión. Es a la religión lo que la psicología es a las emociones humanas, lo que la estética es al arte, lo que la ciencia política es al comportamiento político.

Otros conceptos de teología deben ser tenidos en cuenta. Surgen del punto de vista básico de la religión y la doctrina. Para Gustavo Gutiérrez y los teólogos de la liberación, la religión es claramente pragmática; se preocupa de aliviar las injusticias de la raza humana. Así que el papel de la doctrina es hablar de esas desigualdades. La teología, pues, se convierte en una reflexión crítica de la praxis.

El punto de vista que se establece a partir de aquí también difiere de los que parten principalmente de un punto de vista subjetivo de la religión. Según algunos, como John Hick, la esencia de la religión es una experiencia de la gran realidad única, que él denomina "Lo eterno." Esto le encuadra perfectamente en la tradición de Schleiermacher sobre la naturaleza de la religión. Las doctrinas, pues, de diferentes religiones o de distintas denominaciones de una misma religión, son las diferentes interpretaciones que distintos grupos de personas dan a esta experiencia genérica según su forma de interpretarla a través de su propia cultura.

Nuestro enfoque también difiere del de George Lindbeck y los postliberales. Rechazando tanto la idea de que la religión consiste principalmente en sus enseñanzas doctrinales en forma de proposiciones como la de que principalmente es una expresión de la experiencia emocional, él propone el punto de vista cultural-lingüístico. Esta es la idea de que la religión es una colección de categorías o enseñanzas que cada cultura construye para interpretar la vida y a partir de la cual sus miembros funcionan. No surge de la experiencia, ésta sólo le da forma. Es una historia, contada por sus partidarios, a partir de la cual dan sentido a la vida. La doctrina, según este punto de vista, es una actividad de segundo nivel que tiene una función reguladora. En lugar de darnos un conocimiento ontológico de Dios, sus doctrinas son reglas que gobiernan la comunidad, una relación igual a la que la gramática tiene con un idioma.15

Nosotros sostenemos que las doctrinas efectivamente están compuestas de conocimiento genuino de Dios, y que la religión implica a todo lo que es la persona: el intelecto, las emociones y el deseo. Esta visión de la doctrina y la teología tiene dos ventajas importantes que no tiene ninguna de las demás. Nos permite tener en cuenta toda la riqueza y complejidad de las religiones humanas. Además se ajusta mejor a la forma auténtica de entender la religión y la doctrina con que trabajaron la iglesia primitiva y los autores de las Escrituras. Y si una comunidad cristiana de hoy en día considera la Biblia válida, vinculante y como su máxima autoridad, este punto de vista también se ajusta a la forma de entender y practicar la vida cristiana del cristiano normal. Las otras dimensiones de la experiencia cristiana, como la aplicación ética de las enseñanzas cristianas y la alabanza plena que implica el culto, están íntimamente unidas a nuestra forma de entender la doctrina. Pero son complementarias, no una alternativa a ella.

Definición de teología

Una definición preliminar o básica de teología es "el estudio o la ciencia de Dios." No obstante, el Dios del cristianismo es un ser activo, y por eso esta definición inicial debe ampliarse para incluir las obras de Dios y su relación con ellas. Por tanto la teología también busca entender la creación de Dios, en particular los seres humanos y su condición, y la obra redentora de Dios para con la humanidad.

Sin embargo, es necesario decir más para indicar lo que hace esta ciencia. Así pues proponemos una definición más completa de teología: aquella disciplina que intenta desarrollar una exposición coherente de las doctrinas de la fe cristiana, basándose principalmente en las Escrituras, situándose en el contexto de la cultura en general, expresándose en un idioma contemporáneo y relacionándose con los temas de la vida.

1. La teología es bíblica. Para su contenido toma como fuente principal las Escrituras canónicas del Antiguo y Nuevo Testamento. Esto no quiere decir que se limite a traer a la superficie los significados de las Escrituras sin hacer ninguna reflexión crítica. Utiliza las herramientas y métodos de la investigación bíblica. También emplea las perspectivas de otras áreas de verdad, que considera como parte de la revelación general de Dios.

2. La teología es sistemática. Esto es, se basa en toda la Biblia. En lugar de utilizar textos individuales aislados unos de otros, intenta relacionar las distintas porciones unas con otras para fusionar las diferentes enseñanzas en un todo armonioso y coherente.

3. La teología también se relaciona con los temas generales de la cultura y el conocimiento. Por tanto, intenta relacionar sus puntos de vista sobre los orígenes con los conceptos avanzados por la ciencia (o mejor dicho, de disciplinas como la cosmología), sus puntos de vista sobre la naturaleza con los conceptos de personalidad de la psicología, su concepción de la providencia con la filosofía de la historia.

4. La teología también tiene que ser contemporánea. Aunque trata temas atemporales, debe utilizar un lenguaje, unos conceptos y formas que tengan sentido en el momento actual. Esto implica un peligro. Algunas teologías, en su intento de tratar temas modernos, exponen los materiales bíblicos de tal manera que los distorsionan. Así oímos del verdadero "peligro de modernizar a Jesús." No obstante, intentando evitar que Jesús sea sólo otro liberal del siglo veinte, el mensaje a veces se expresa de una manera que obliga a una persona del siglo veinte a convertirse en una persona del siglo primero para poder entenderlo. El resultado es que nos encontramos enfrentándonos con problemas que ya no existen. Por tanto, se debe evitar también el peligro contrario, "el peligro de arcaizarnos."

No sólo se trata de utilizar la forma de pensar actual para expresar el mensaje. El mensaje cristiano debería dirigirse hacia las cuestiones y los retos que existen en la actualidad. Pero incluso en esto es necesario ser precavido a la hora de comprometerse demasiado con una serie de temas. Si el presente representa un cambio respecto al pasado, entonces es presumible que el futuro también será diferente del presente. Una teología que se identifica demasiado con el presente (esto es, el "hoy" y nada más) se expone a quedarse obsoleta muy pronto.

5. Finalmente la teología tiene que ser práctica. Con esto no tenemos en mente la teología práctica en el sentido técnico (esto es, cómo predicar, aconsejar, evangelizar, etc.), sino la idea de que la teología se relaciona con vivir y no solamente con creer. La fe cristiana nos ayuda con nuestras preocupaciones prácticas. Pablo, por ejemplo, daba garantías de la segunda venida y después decía: "Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras" (1 Ts. 4:18). Debería indicarse, sin embargo, que la teología no debe preocuparse principalmente de las dimensiones prácticas. El efecto práctico o la aplicación de una doctrina es una consecuencia de la verdad de la doctrina, no al contrario.

Localizar la teología (sistemática) en el mapa teológico

Teología es un término ampliamente utilizado. Por tanto es necesario delimitar el sentido en que lo utilizamos aquí. En el sentido amplio de la palabra abarca todos los temas tratados en una escuela de teología. En este sentido, incluye temas tan diversos como Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, historia de la iglesia, misiones, teología sistemática, filosofía de la religión, predicación, educación cristiana, ministerio pastoral y liderazgo, y la consejería. En un sentido más restringido, la palabra hace referencia a todos los aspectos que trata el carácter específicamente doctrinal de la fe cristiana. Aquí encontramos disciplinas como la teología bíblica, la teología histórica, la teología sistemática y la teología filosófica. Esto es teología contrastada con la historia de la iglesia como institución, la interpretación del texto bíblico o la teoría y práctica del ministerio. Dentro de este conjunto de temas teológicos (teología bíblica, teología histórica, etc.), podemos aislar la teología sistemática en particular. Es en este sentido en el que utilizaremos la palabra teología de ahora en adelante en esta obra (a menos que se diga específicamente lo contrario). Finalmente dentro de la teología sistemática hay distintas doctrinas, como la bibliología, la antropología, la cristología y la teología propiamente dicha (o doctrina de Dios). Para evitar la confusión, cuando hablemos de la doctrina que hemos mencionado en último lugar, utilizaremos la expresión "doctrina de Dios". La figura 1 puede resultar útil para visualizar estas relaciones.

Figura 1


Sentidos de "Teología"




Teología sistemática y teología bíblica

Cuando investigamos la relación entre la teología sistemática y otras disciplinas doctrinales, notamos que hay una relación estrecha entre la teología sistemática y la bíblica. El teólogo sistemático depende del trabajo y las perspectivas de los obreros del viñedo exegético.

Es necesario distinguir tres sentidos en la expresión "teología bíblica." La teología bíblica se puede considerar como el movimiento que surgió con este nombre en los años cuarenta, floreció en los cincuenta y declinó en los sesenta. Este movimiento tenía muchas afinidades con la teología neoortodoxa. Muchos de sus conceptos básicos fueron criticados severamente, en especial por James Barr en The Semantics of Biblical Language. El declive del movimiento de teología bíblica ha sido documentado por Brevard Childs en su Biblical Theology in Crisis. Ahora parece que, a pesar de su nombre, el movimiento no fue siempre especialmente bíblico. De hecho, a veces fue bastante no bíblico.21

Un segundo significado de la teología bíblica es el contenido teológico del Antiguo y Nuevo Testamento, o la teología que hay en los libros bíblicos. Según este uso, hay dos enfoques a la teología bíblica. Uno es el puramente descriptivo que defiende Krister Stendahl. Esto es simplemente una presentación de las enseñanzas bíblicas de Pablo, Juan y otros autores del Nuevo Testamento. Como describe sistemáticamente las creencias religiosas del siglo primero, puede ser considerada una teología sistemática del Nuevo Testamento. (Los que ven una mayor diversidad podrían hablar de "teologías del Nuevo Testamento"). Esto es lo que Johann Philipp Gabler llama teología bíblica en el sentido amplio o "verdadera" teología bíblica. Gabler también habla de otro enfoque, llamémosle teología bíblica "pura," que es el aislamiento y la presentación de las enseñanzas bíblicas que son válidas para todos los tiempos. En este enfoque, estas enseñanzas han sido depuradas de los conceptos contingentes con que se expresaron en la Biblia. Hoy podríamos llamar a esto la distinción entre teología bíblica descriptiva y teología bíblica normativa. Sin embargo, tenga en cuenta que ninguno de estos enfoques es teología dogmática o sistemática, ya que no se intenta contemporizar o expresar estos conceptos inmutables de forma que se puedan entender en nuestros días. Brevard Childs ha sugerido que esta es la dirección hacia la que debería ir la teología en el futuro.24 Es este segundo significado de teología bíblica, en el sentido "verdadero" o "puro," el que tendremos en mente cuando aparezca el término "teología bíblica" en este volumen.

Un significado final de la expresión "teología bíblica" es simplemente la teología que es bíblica, esto es, basada en la Biblia y fiel a sus enseñanzas. En este sentido, la mejor teología sistemática sería teología bíblica. No sólo está basada en la teología bíblica; es teología bíblica. Nuestro objetivo es la teología bíblica sistemática. Nuestro objetivo es la teología bíblica "pura" (en el segundo sentido) contemporizada. La teología sistemática se basa en la obra del teólogo bíblico. La teología bíblica, por así decirlo, es la materia prima con la que trabaja la teología sistemática.

Teología sistemática y teología histórica

Si la teología del Nuevo Testamento es la teología sistemática del siglo primero, la teología histórica estudia las teologías sistemáticas que mantuvieron y enseñaron los distintos teólogos a lo largo de la historia de la iglesia. Hay dos maneras principales de organizar la teología histórica. Una podría ser mediante el estudio de la teología de un tiempo en concreto o un tipo de teología o escuela teológica con respecto a distintas áreas de doctrina. Por tanto, la teología de cada siglo o de cada periodo principal debería ser examinada de forma secuencial. A esto se le podría llamar enfoque sincrónico. El otro enfoque es seguir los pasos de la historia del pensamiento de una doctrina en concreto (o de una serie de ellas) a lo largo de la vida de la iglesia.26 Este podría ser denominado enfoque diacrónico. Se podría examinar por ejemplo, la historia de la doctrina de la expiación desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad. De la misma manera se podría investigar la doctrina de la iglesia. A este último método de organizar el estudio de la teología histórica a menudo se le denomina historia de las doctrinas, mientras que a la primera se la suele denominar historia del pensamiento cristiano.

El teólogo sistemático encuentra valores significativos en el estudio de la teología histórica. Primero, nos hace más conscientes de nosotros mismos y más autocríticos, más conscientes de nuestras propias presuposiciones. Todos damos una perspectiva particular al estudio de la Biblia (o de cualquier otro material) que está muy influida por la situación histórica y cultural en la que hemos crecido. Sin ser conscientes de ello, pasamos todo lo que pensamos a través del filtro de nuestro entendimiento (o "preentendimiento"). Una interpretación ya entra a través de la percepción. La pregunta es: ¿Cómo podemos controlar y canalizar este preentendimiento para evitar que distorsione el material con el que estamos trabajando? Si somos conscientes de nuestras presuposiciones, podemos tratar de compensar de forma consciente esta tendencia. Pero ¿cómo sabemos que nuestra manera de entender algo es nuestra manera de percibir la verdad y no la verdad en sí? Una forma de hacer esto es estudiar las distintas interpretaciones y declaraciones hechas en distintos tiempos de la vida de la iglesia. Esto nos muestra que hay maneras alternativas de ver el asunto. También nos hace sensibles a la manera en que la cultura afecta a nuestra manera de pensar. Es posible estudiar las formulaciones cristológicas de los siglos cuarto y quinto y reconocer la influencia que tuvo la metafísica griega en el modo de desarrollar las categorías. Uno puede hacerlo sin darse cuenta de que nuestra propia interpretación de los materiales bíblicos sobre la persona de Cristo (y nuestra propia interpretación de la cristología del siglo cuarto) sufre una influencia similar de nuestro entorno intelectual actual. Si no nos damos cuenta de eso, seguramente es porque sufrimos de miopía intelectual. Observando cómo influyó la cultura en el pensamiento teológico en el pasado nos deberíamos dar cuenta de lo que nos está sucediendo ahora.

Un segundo valor de la teología histórica es que podemos aprender a hacer teología estudiando cómo otros la han hecho en el pasado. La adaptación de Tomás de Aquino de la metafísica aristotélica para exponer la fe cristiana puede resultar instructiva para saber cómo emplear las ideologías contemporáneas para expresar los conceptos teológicos hoy en día. El estudio de cómo hacían teología un Calvino, un Karl Barth o un Agustín nos ofrece un buen modelo y nos debería servir de inspiración.

Un tercer valor de la teología histórica es que puede proporcionar un medio para evaluar una idea en particular. A menudo resulta difícil ver las implicaciones de un determinado concepto. Sin embargo, con frecuencia las ideas que parecen tan novedosas hoy en realidad tuvieron sus precursoras en etapas anteriores de la vida de la iglesia. Intentando evaluar las implicaciones del punto de vista de los Testigos de Jehová sobre la persona de Cristo, uno podría examinar el punto de vista de Arrio en el siglo cuarto y ver a donde condujo en ese caso. La historia es el laboratorio de la teología, en el cual se comprueban las ideas que adopta o que piensa adoptar. Los que no aprenden del pasado, como dijo George Santayana, están condenados a repetirlo. Si examinamos con cuidado algunas de nuestras "nuevas" ideas a la luz de la historia de la iglesia, nos daremos cuenta de que son formas nuevas para conceptos antiguos. No es necesario comprometerse con un punto de vista cíclico sobre la historia para estar de acuerdo con lo que dice el autor de Eclesiastés de que no hay nada nuevo bajo el sol (Ecl. 1:9).

Teología sistemática y teología filosófica

La teología sistemática también utiliza la teología filosófica. Los teólogos creen que la filosofía o la filosofía de la religión puede contribuir de tres maneras diferentes a la teología: la filosofía puede (1) proporcionar contenidos a la teología; (2) defender la teología o establecer su verdad; (3) examinar a fondo sus conceptos y argumentos. En el siglo veinte, Karl Barth reaccionó vigorosamente contra el primero de estos tres puntos de vista, y bastante en contra del segundo. Su reacción estaba dirigida hacia un tipo de teología que se había convertido virtualmente en una filosofía de la religión o teología natural. Al mismo tiempo, la influyente escuela de filosofía analítica restringía su trabajo al tercer tipo de actividad. Es aquí donde la filosofía tiene su mayor valor: el escrutinio del significado de los términos e ideas empleados en la teología, la crítica de sus argumentos y la clarificación del mensaje. A juicio de este autor, la filosofía, desde un punto de vista restringido, también realiza la segunda función sopesando las afirmaciones que expresa la teología y ofreciendo parte de la base para aceptar el mensaje. Por tanto la filosofía puede servir para justificar en parte la tarea en la que se encuentra la teología. Aunque la filosofía, junto con otras disciplinas del conocimiento, puede aportar algo de la revelación general a la comprensión de los conceptos teológicos, esta contribución es relativamente poco importante si la comparamos con la revelación especial que tenemos en la Biblia.

La necesidad de la teología

¿Pero realmente es necesaria la teología? Si amo a Jesús, ¿no es eso suficiente? Desde luego la teología parece tener ciertas desventajas. Complica el mensaje cristiano, haciéndolo confuso y difícil de entender para alguien que no sea un especialista. Parece impedir la comunicación de la verdad cristiana en lugar de ayudar a ello. ¿La teología no divide en lugar de unir a la iglesia, el cuerpo de Cristo? Fijémonos si no en el número de divisiones denominacionales que se han debido a una comprensión o una creencia distinta en áreas de poca importancia. Entonces ¿es la teología deseable y útil? Varias consideraciones sugieren que la respuesta a esta pregunta es sí.

1. La teología es importante porque las creencias doctrinales correctas son esenciales para la relación entre el creyente y Dios. Una de estas trata de la existencia y el carácter de Dios. El autor de Hebreos cuando describe a los que, como Abel y Enoc, complacían a Dios, dice: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan." (11:6). El autor no quiere decir que el que intenta aproximarse a Dios puede verse rechazado por falta de fe, sino que uno ni siquiera intentaría aproximarse a Dios sin esta creencia.

Creer en la deidad de Jesucristo también parece esencial para la relación. Después de que Jesús preguntara a sus discípulos lo que la gente pensaba de él, también preguntó: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente." Lo cual recibió la plena aprobación de Jesús. (Mt. 16:13–19). No es suficiente tener hacia Jesús un sentimiento cálido y positivo. También se debe tener una comprensión y una creencia correcta. La humanidad de Jesús es igualmente importante. 1 Juan se escribió para combatir las enseñanzas de algunos que decían que Jesús no era realmente humano. Estos "docetistas" mantenían que la humanidad de Jesús sólo era una apariencia. Juan señaló la importancia de creer en la humanidad de Jesús cuando escribió: "En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios." (1 Jn. 4:2–3). Finalmente en Romanos 10:9–10, Pablo une la creencia en la resurrección de Cristo (que es a la vez un hecho histórico y una doctrina) directamente con la experiencia de la salvación: "Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación." Estos son algunos ejemplos de la importancia de la creencia correcta. Por lo tanto la teología, que se preocupa por definir y establecer la creencia correcta, es importante.

2. La teología es necesaria porque la verdad y la experiencia están relacionadas. Aunque algunos niegan o al menos cuestionan esta conexión, a la larga afecta a nuestra experiencia. Una persona que cae del décimo piso de un edificio puede gritar al pasar por cada ventana "todavía estoy bien" y ser verdad, pero al final los hechos alcanzan a la experiencia de la persona. Podemos vivir felices durante horas e incluso días después de que alguien muy amado, sin nosotros saberlo, haya fallecido, pero una vez más la verdad llegará con efecto devastador sobre nuestra experiencia. Como el significado y la verdad de la fe cristiana al final tendrán importancia en nuestra experiencia, tenemos que llegar a aceptarlas.

3. La teología es necesaria debido al gran número de alternativas y retos que hay en la actualidad. Las alternativas seculares abundan, incluido el humanismo que considera al ser humano el objeto de más valor, y el método científico que busca la verdad sin recurrir a la revelación de un ser divino. Otras religiones compiten ahora con el cristianismo, incluso en la que una vez fue considerada la segura civilización occidental. No sólo se exportan automóviles, aparatos electrónicos y cámaras a Occidente procedentes de Oriente. Las religiones orientales también están retando hoy en día a lo que virtualmente era dominio del cristianismo. El Islam está creciendo rápidamente en los EEUU, especialmente entre los varones afro-americanos. También han hecho su aparición gran número de cuasi-religiones. Han surgido muchísimos sistemas de autoayuda psicológica. Las sectas no han quedado restringidas a las grandes y conocidas (como los testigos de Jehová o los mormones). Muchos grupos que practican el lavado de cerebro y el control mental atraen ahora a individuos que desean encontrar una alternativa al cristianismo convencional. Finalmente, también existen muchas enseñanzas distintas, algunas de ellas contradictorias, dentro del cristianismo.

La solución a la confusión no es sólo determinar cuáles de esos puntos de vista son falsos y refutarlos. Los empleados de banca aprenden a detectar dinero falso no estudiando los billetes falsos sino examinando muchos ejemplos de dinero auténtico. Lo miran, lo tocan, lo analizan desde todos los puntos. Así cuando les llegan billetes falsos reconocen la diferencia inmediatamente. De la misma manera, entender correctamente las enseñanzas doctrinales del cristianismo es la solución a la confusión creada por la miríada de los que pretenden tener la verdad consigo.

El punto de partida de la teología

El intento de los teólogos de desarrollar un tratamiento sistemático de la teología cristiana pronto encuentra un dilema en lo que se refiere al punto de partida. ¿La teología debería empezar con la idea de Dios o con la naturaleza y los medios que tenemos para conocerla? Para nuestra tarea aquí ¿se debería tratar primero la doctrina de Dios o la doctrina de las Escrituras? Si por una parte se empieza con Dios, surge la pregunta: ¿Cómo se puede decir sobre él algo que tenga sentido sin haber examinado la naturaleza de la revelación sobre él? Por otra parte, empezar con la Biblia o con otra fuente de revelación parece asumir la existencia de Dios, minando totalmente su derecho a ser considerado una revelación. El dilema al que se enfrenta aquí la teología es similar al problema filosófico sobre la prioridad de la metafísica o la epistemología. Por una parte, un objeto no puede ser investigado sin tomar una decisión sobre el método de conocimiento. Por otra parte, sin embargo, el método de conocimiento dependerá en gran medida de la naturaleza del objeto a conocer.

La primera alternativa, empezar con una discusión sobre Dios antes de tomar en consideración la naturaleza de las Escrituras, es la que han tomado muchas teologías tradicionales. Aunque algunas simplemente empiezan utilizando las Escrituras para estudiar a Dios sin formularse una doctrina sobre las Escrituras, el problema con esto es bastante evidente. Un enfoque común es intentar establecer la existencia de Dios a través de procedimientos extrabíblicos. Un ejemplo clásico es la teología sistemática de Augustus Hopkins Strong. Él comienza su teología con la existencia de Dios, pero no ofrece ninguna prueba de la misma. En su lugar mantiene que la idea de Dios es una verdad primaria, una intuición racional. No es un conocimiento escrito en el alma, sino una suposición que es tan básica que todos los demás conocimientos dependen de ella. Llega a la conciencia por la experiencia, pero no se deriva de esa experiencia. Todos la tienen, es imposible negarla y no se puede resolver o probar con ninguna otra idea. Otra forma de este enfoque utiliza un tipo más empírico de teología natural. Tomás de Aquino mantenía que la existencia de Dios se podía probar mediante la razón pura sin confiar en ninguna autoridad externa. Basándose en sus observaciones formuló cinco pruebas (o prueba quíntuple) para la existencia de Dios (por ejemplo la prueba del movimiento y el cambio, la prueba del orden en el universo). Estas pruebas fueron formuladas de forma independiente y antes de recurrir a la revelación bíblica.34

El desarrollo normal del argumento en las dos variedades de este enfoque, la racional y la empírica, es el siguiente:

1. Dios existe (esto se asume como una verdad primaria o se establece mediante una prueba empírica).

2. Dios se ha revelado especialmente a sí mismo en la Biblia.

3. Esta revelación especial debe ser investigada para determinar lo que Dios ha revelado.

Sin embargo, este enfoque conlleva ciertos problemas. Uno es que esa segunda afirmación no tiene por qué seguir a la primera. ¿Debemos creer que Dios, de cuya existencia ahora estamos convencidos, se ha revelado a sí mismo? Los deístas no lo creían así. El argumento, si es que se le puede llamar así, debe establecer no sólo que existe Dios, sino que tiene un carácter tal que debemos esperar razonablemente una revelación suya.

El otro problema es la identidad de este dios cuya existencia se ha establecido. Se asume que es el mismo Dios que se revela en las Escrituras. Pero ¿es así? Muchas otras religiones afirman que el dios cuya existencia se ha establecido es el dios revelado en sus escrituras sagradas. ¿Quién tiene razón? ¿El dios de la prueba quíntuple de Tomás es el mismo Dios de Abraham, Isaac y Jacob? Este último parece tener muchas cualidades y características que no tiene necesariamente el primero. ¿No es necesario probar que el dios cuya existencia se ha probado y el Dios de la Biblia son el mismo? Y, en realidad, ¿el dios cuya existencia ha sido probada con distintos argumentos es realmente un solo ser? Quizá Tomás no expuso una prueba quíntuple para la existencia de un dios, sino cinco pruebas para probar la existencia de cinco dioses distintos: un creador, un diseñador, un motor, etc. Así que como el procedimiento normal es establecer la existencia de Dios y después presentar las pruebas del carácter sobrenatural y el origen de la Biblia, parece existir una brecha lógica.

El enfoque alternativo es empezar con la revelación especial, la Biblia. Los que utilizan este enfoque se muestran a menudo escépticos sobre la posibilidad de cualquier conocimiento de Dios que venga de fuera de la Biblia o del evento de Cristo; sin una revelación especial los humanos no pueden saber que ese Dios existe o cómo es. Por eso, Karl Barth rechazó cualquier tipo de teología natural. Comienza su Dogmática eclesial, con una introducción seguida de la doctrina de la Palabra de Dios, no de la doctrina de Dios. Su preocupación es qué es la Palabra de Dios, y después lo que se sabe de Dios a la luz de esta revelación. No empieza con qué es Dios para pasar después a lo que debe ser la revelación a la luz de su naturaleza. Un ejemplo reciente de este enfoque lo encontramos en la obra de Dale Moody, Word of Truth. La introducción es en su mayoría un repaso histórico de teología. El grueso del libro empieza con la revelación. Después de declarar la naturaleza de la revelación, Moody continúa examinando lo que Dios ha revelado de cómo es.

El problema con este enfoque es la dificultad de decidir lo que es la revelación sin una idea previa de lo que es Dios. El tipo de revelación que podría ofrecer un Dios muy trascendente es muy distinta de la que ofrecería un Dios inmanente dentro del mundo y obrando mediante un proceso "natural." Si Dios es un Dios soberano que todo lo controla, su obra al inspirar las Escrituras tendría que ser diferente de lo que sería si él concediese mucha libertad al hombre. En el primer caso, habría que tratar cada una de las palabras de las Escrituras como mensaje de Dios, mientras que en el segundo caso se podrían tomar de forma menos literal. Para decirlo de otra manera, nuestra manera de interpretar las Escrituras se verá influenciada por nuestra manera de concebir a Dios.

Otro problema de este enfoque es el de si se pueden considerar las Escrituras como una revelación. Si todavía no hemos demostrado la existencia de Dios, ¿tenemos razones para tratar la Biblia como algo más que literatura religiosa? A menos que probemos de alguna manera que la Biblia tiene que tener un origen sobrenatural, sólo puede ser considerada como un mero conjunto de opiniones religiosas de distintos autores. Es posible desarrollar una ciencia de mundos o personas ficticias. Uno puede realizar un estudio detallado del país de las maravillas basándose en la obra de Lewis Carroll. Sin embargo, ¿existen esos lugares y esas personas? También se podría hacer un estudio extenso sobre los unicornios basándose en la literatura que hay sobre ellos. La cuestión es si existen o no esos seres. Lo mismo le ocurre a una teología que, sin haber establecido primero la existencia de Dios, empieza hablando de lo que la Biblia tiene que decir sobre él y sobre los demás temas de la teología. Estos temas pueden no tener un estatus objetivo, una realidad independiente de la literatura en la que se discuten esos temas (la Biblia). Si es así, nuestra teología sistemática no sería mucho mejor que una unicornología sistemática.

¿Hay alguna solución a este punto muerto? Me parece que sí. En lugar de empezar o con Dios, el objeto que deseamos conocer, o con la Biblia, el medio para conocerlo, podemos empezar por ambos. En vez de intentar probar uno u otro, podemos decir que ambos son supuestos de una tesis básica, después podemos desarrollar el conocimiento que surge de esta tesis y comprobar la evidencia de su verdad.

Partiendo de esta base, se puede considerar que Dios y su revelación van unidos en el mismo supuesto o se puede pensar en el Dios que se revela a sí mismo como un único supuesto. Este enfoque ha sido seguido por muchos conservadores que desean mantener una revelación de Dios proposicional o informacional sin construir primero una prueba de teología natural para su existencia. Así pues el punto de partida podría ser algo como: "Existe un Dios trino, afectuoso, poderoso, santo y sabio que se ha revelado a sí mismo en la naturaleza, la historia y la personalidad humana, y en los hechos y palabras que ahora están preservadas en las Escrituras canónicas del Antiguo y Nuevo Testamento." Partiendo de este postulado básico podemos continuar elaborando todo un sistema teológico exponiendo el contenido de las Escrituras. Y a su vez, este sistema funciona como una cosmovisión que, como todas las demás, se puede probar para saber si es verdadera o no. Aunque no se prueba una parte antes que las demás, el sistema en su conjunto se puede verificar o validar.

La teología como ciencia

¿La teología tiene derecho a ser denominada ciencia? Y si es así, ¿de qué es ciencia? Otra manera de plantear esta pregunta es preguntar si la teología trata sobre el conocimiento y si es así, en qué sentido.

Hasta el siglo xiii, el término ciencia no se aplicaba a la teología. Agustín prefería el término sapientia (sabiduría) al scientia (conocimiento). Las ciencias tratan de temas temporales; la sabiduría se refiere a temas eternos, específicamente a Dios como bien supremo. La ciencia y el conocimiento pueden conducir a la sabiduría. Para que esto suceda, sin embargo, las verdades adquiridas por las ciencias específicas tendrían que ser ordenadas en relación con el bien supremo. Así pues la sabiduría, incluyendo la filosofía y la teología, puede servir como un principio de organización para el conocimiento.

Tomás de Aquino pensaba en la teología como reina de las ciencias. Mantenía que era un derivado de la ciencia, porque procede de los principios revelados por Dios. Es más noble que otras ciencias. La ciencia es en parte especulativa y en parte práctica. La teología sobrepasa a otras ciencias especulativas por su mayor certeza, basándose en la luz del divino conocimiento, que no puede inducir a error, mientras que otras ciencias derivan de la luz natural de la razón humana, que puede errar. Su objeto de conocimiento – las cosas que trascienden a la razón humana – es superior al de otras ciencias especulativas, que tratan de temas que están al alcance del ser humano. Es superior a las ciencias prácticas porque está destinada a la dicha eterna, que es el fin último al que toda ciencia se puede dirigir.40 A medida que lo que llamamos ciencia natural empezó a adquirir importancia, el concepto de ciencia se fue limitando de forma gradual; una disciplina tenía que cumplir criterios más rígidos para poder ser denominada ciencia. En particular, la ciencia ahora está restringida a los objetos que se pueden experimentar a través de los sentidos, que deben verificarse mediante el "método científico," que emplea la observación y la experimentación, siguiendo estrictos procedimientos de lógica inductiva. Según esto la teología obviamente no es una ciencia, ya que trata objetos que no son perceptibles. Esto mismo les sucede a muchas otras disciplinas intelectuales. La teoría psicoanalítica de Sigmund Freud sobre la personalidad no es científica porque nadie puede ver, medir o probar entidades como el ello, el yo, y el superyó. Para poder ser considerada una ciencia, las disciplinas que tratan de las humanidades tienden a convertirse en behavioristas, basando su método, objetos y conclusiones en lo que se puede observar, medir y comprobar, en lugar de en lo que se puede conocer introspectivamente. Se espera que todas las disciplinas intelectuales se ajusten a estas características.

La teología, por lo tanto, se ve ante un dilema. O debe redefinirse para cumplir los criterios de la ciencia o debe demostrar que es algo especial que no cumple con las normas científicas, y así abandonar la pretensión de ser una ciencia, y también abandonar la pretensión de ser un conocimiento en el sentido de constar de proposiciones verdaderas sobre realidades objetivas (esto es, realidades que existen a pesar de que se las conozca o no).

Karl Barth ha reclamado vigorosamente la autonomía de la teología. Comenta sobre los seis criterios de Heinrich Scholz que la teología debe cumplir si quiere ser considerada Wissenschaft: (1) la teología debe estar libre de contradicciones internas; (2) debe haber unidad o coherencia en sus proposiciones; (3) sus afirmaciones deben poder ser comprobadas; (4) no se debe hacer ninguna aseveración que sea física o biológicamente imposible; (5) debe estar libre de prejuicios; (6) sus proposiciones deberían poder dividirse en axiomas y teoremas y poder ser probadas según esto. Barth acepta el primero sólo parcialmente y rechaza los demás. "No se puede ceder ni un ápice aquí sin traicionar a la teología," escribe. No obstante, debe llamarse "ciencia" porque como todas las otras ciencias (1) es un esfuerzo humano ante un objeto de conocimiento definido; (2) sigue un camino definido, coherente hacia el conocimiento; y (3) todo el que sea capaz de esforzarse por este objeto y seguir ese camino puede realizar un seguimiento del mismo.43

Entonces, ¿qué podemos decir sobre la teología como ciencia? Primero, se debe apuntar que la definición que virtualmente restringe la ciencia a las ciencias naturales y después tiende a restringir el conocimiento a la ciencia es demasiado estrecha.

Segundo, si aceptamos los criterios tradicionales de conocimiento, la teología debe considerarse científica. (1) La teología tiene un objeto de estudio definido, principalmente lo que Dios ha revelado sobre sí mismo. (2) La teología trata de temas objetivos. No se limita a dar expresión a los sentimientos subjetivos del teólogo o del cristiano. (3) Tiene una metodología definida para investigar su objeto de estudio. (4) Tiene un método para verificar sus proposiciones. (5) Las proposiciones sobre su objeto de estudio son coherentes.

Tercero, hasta cierto punto la teología ocupa el mismo terreno que otras ciencias. (1) La teología está sujeta a ciertos principios básicos o axiomas. En particular, debe responder a los mismos cánones de lógica que otras disciplinas. (2) Implica comunicabilidad. Lo que dice un teólogo puede ser entendido, observado e investigado por los demás también. (3) La teología emplea, al menos hasta cierto punto, métodos utilizados por otras disciplinas específicas. Muestra una afinidad particular con la metodología de la historia, ya que hace afirmaciones basándose en momentos históricos, y con la metodología de la filosofía porque expone afirmaciones metafísicas. (4) Comparte algunos temas con otras disciplinas. Por tanto es posible que algunas de sus proposiciones puedan ser confirmadas o rechazadas por las ciencias naturales, las ciencias del comportamiento o la historia.

Al mismo tiempo, la teología tiene su propio y especial estatus. Trata de objetos especiales o de objetos comunes de una forma especial. Comparte con muchas otras ciencias la humanidad como objeto de estudio, sin embargo lo hace bajo una luz diferente. Toma en consideración lo que Dios ha revelado sobre la humanidad; así proporciona algunos datos propios. Y toma en consideración a los seres humanos en su relación con Dios; así trata a los seres humanos dentro de un marco de referencia que no examinan las demás disciplinas.

¿Por qué la Biblia?

Sin embargo, la cuestión que se podría y se debería plantear es por qué la Biblia debe ser considerada la principal fuente y criterio para nuestro entendimiento de la teología cristiana e incluso del cristianismo. Esto reclama un análisis más minucioso de la naturaleza del cristianismo.

Todas las organizaciones e instituciones tienen objetivos, metas o bases definidas. Éstas normalmente se formalizan en una especie de constitución o estatuto que gobierna la forma y las funciones de la organización, y determina lo que se necesita para ser miembros de ella. Sobre todo cuando se trata de un cuerpo legalmente formado estos estándares tienen efecto a menos que sean reemplazados o modificados por las personas que tienen autoridad para alterarlos.

El cristianismo no es una institución como tal. Aunque puede tomar forma de institución, el movimiento al que conocemos como cristianismo es sólo eso: un movimiento y no una organización per se. Por lo tanto, mientras las iglesias locales pueden establecer requisitos para formar parte de su cuerpo, la iglesia universal debe mirar en otra parte.

Del nombre mismo debería resultar evidente que el cristianismo es un movimiento que sigue a Jesucristo. Lógicamente se le debería mirar a él para determinar lo que se debe creer y lo que se debe hacer; en resumen, lo que significa ser cristiano. Sin embargo, tenemos muy poca información sobre lo que Jesús enseñó e hizo que proceda de fuera de la Biblia. Asumiendo que los evangelios son fuentes de información histórica fiable (una suposición que evaluaremos más tarde), debemos acudir a ellos para conocer la vida y las enseñanzas de Jesús. Esos libros que Jesús apoyó (o sea, los libros a los que ahora denominamos Antiguo Testamento) deben ser considerados también fuentes de nuestro cristianismo. Si Jesús enseñó que se iba a revelar una verdad adicional, esta también tiene que ser examinada. Si Jesús dijo que era Dios y eso es cierto, entonces por supuesto ningún humano tiene la autoridad de abrogar o de modificar lo que él enseñó. Es la posición que el mismo Jesús propuso en los fundamentos del movimiento la que es determinante, no la que otros que más tarde se llaman a sí mismos cristianos pueden decir o enseñar.

Esto es cierto también en otras áreas. Mientras puede haber ciertas reinterpretaciones y las reaplicaciones de conceptos del fundador de una escuela de pensamiento, hay límites más allá de los cuales no se pueden hacer cambios sin perder el derecho de llevar su nombre. Así, los tomistas son los que mantienen sustancialmente las enseñanzas de Tomás de Aquino. Cuando se hace mucha adaptación, el punto de vista tiene que ser denominado Neo-tomismo. Normalmente estos "neo" movimientos siguen la corriente y el espíritu del fundador, pero han hecho modificaciones significativas. En algún momento las diferencias pueden hacerse tan grandes que el movimiento no puede ni siquiera ser considerado una "neo" versión del original. Fijémonos en los argumentos que tenían los marxistas para decidir quiénes eran los verdaderos marxistas y quiénes eran los "revisionistas." Después de la Reforma hubo divisiones en el luteranismo, entre los genuinos luteranos y los felipistas, los seguidores de Felipe Melanchton.

Esto no quiere decir que las doctrinas vayan a mantener exactamente la misma forma de expresión que se utilizó en los tiempos bíblicos. Ser auténticamente bíblicos no tiene por qué significar repetir las palabras de las Escrituras tal y como fueron escritas. De hecho, repetir las palabras exactas de las Escrituras puede hacer que el mensaje no sea muy bíblico. Un sermón bíblico no es sólo una sarta de citas bíblicas. Más bien trata de interpretar, parafrasear, analizar y resintetizar los materiales y aplicarlos a una situación concreta. Dar un mensaje bíblico es decir lo que Jesús (o Pablo, etc.) diría hoy en esta situación. Por supuesto Pablo y Jesús no siempre dieron el mismo mensaje de la misma manera. Adaptaron lo que tenían que decir a sus oyentes, utilizando matices ligeramente diferentes para distintos contextos. Un ejemplo se puede encontrar en las epístolas de Pablo a los romanos y a los gálatas, que tratan básicamente el mismo tema, pero con ligeras diferencias.

Haciendo de la Biblia la principal o suprema fuente de nuestro entendimiento, no excluimos completamente todas las demás fuentes. En particular, si Dios también se ha revelado de forma general en áreas como la naturaleza y la historia (como la Biblia misma parece enseñar), podemos también examinar con provecho éstas para conseguir pistas adicionales para entender la revelación principal. Pero estas serán secundarias a la Biblia.


 Erickson, M. J. (2008). Teología sistemática. (B. Fernández, Trans., J. Haley, Ed.) (Segunda Edición., pp. 17–39). Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie.

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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://adonayrojasortiz.blogspot.com

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