sábado, 5 de septiembre de 2009

CARACTERÍSTICAS DE UN BUEN SIERVO DE JESUCRISTO


 

No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 

1 Timoteo 4: 14 al 16

Tarde o temprano todo cristiano se pregunta qué don posee, y para la mayoría la respuesta no es fácil de encontrar. Miremos que nos dice la Palabra de Dios respecto a este tan inquietante tema.

Es necesario cultivar el don espiritual que Dios nos ha dado. En la medida en la que vivamos en obediencia sirviendo a Dios en nuestra congregación local, no solo lo disfrutaremos sino que Dios beneficiará a la iglesia con nuestro ministerio y ella reconocerá qué es lo que hacemos de manera efectiva. Éstos principios y otros son enseñados en la Biblia y los repasaremos hoy.

¿Cuáles son las características de un excelente siervo de Jesucristo?

En meses anteriores hemos estudiado ocho de las características de un buen siervo de Jesucristo descritas en este pasaje de 1 de Timoteo 4:

Un buen ministro de Jesucristo:

  1. ADVIERTE DEL ERROR A LA CONGREGACIÓN

Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo.[1] Es decir, tiene  DISCERNIMIENTO y haciendo uso de él advierte, con la exposición de la verdad, el peligro del error.

Un buen siervo de Jesucristo:

2.       ES UN ESTUDIANTE EXPERTO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.[2] No podemos concebir la idea de un excelente siervo de Jesucristo que no tenga CONOCIMIENTO de la palabra de Dios.

Un excelente siervo de Jesucristo:

3.       DESECHA LO QUE NO SIRVE

Desecha las fábulas profanas y de viejas.[3] Siendo realistas cuando uno entiende la misión a la que Dios lo ha llamado y la importancia de ella, se hace necesaria la SEPARACIÓN de aquellos y de aquellas que no edifican, me refiero a una clase especial de personas y cosas.

Un buen siervo de Jesucristo es:

4.       DISCIPLINADO EN SU PIEDAD PERSONAL

Ejercítate para la piedad.[4] Recuerde que el fruto de la nueva condición regenerada es la SANTIFICACIÓN, la justificación por medio de la fe nos lleva a una vida de santidad. Santidad que hay que cultivar y perfeccionar por medio de algunas prácticas espirituales.

Un excelente ministro de Jesucristo es:

5.       LABORIOSO

por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios[5] El servicio a Dios no es una vida de haraganería, todo lo contrario, requiere DILIGENCIA. Nos debemos esforzar por ser eficaces y eficientes en nuestra labor.

Un buen siervo de Jesucristo:

6.       ENSEÑA CON AUTORIDAD

Esto manda y enseña.[6]  El siervo excelente transmite un mensaje lleno de PODER, un mensaje capaz de transformar la vida de quienes le escuchen.

Un buen ministro de Jesucristo:

7.       ES EJEMPLO DE VIRTUD A LOS CREYENTES

sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.[7] Un excelente siervo de Jesucristo es aquel que vive lo que predica, es decir posee INTEGRIDAD, una perfecta concordancia entre el ser y el hacer.

Un excelente ministro de Jesucristo:

8.       SE OCUPA EN EL MINISTERIO DE LA PALABRA

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. Tiene un ministerio Bíblico al cual se dedica.

Un buen siervo de Jesucristo:

9.       CUMPLE SU MINISTERIO

No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 

Se refiere aquí a fidelidad hasta el fin de sus vidas. Terminar la carrera para la cual Dios nos ha llamado.

Muchos entran al ministerio pero no lo terminan. Algunos entran y salen del ministerio porque se dieron cuenta de que realmente no habían sido llamados por Dios para este trabajo. Otros salen del mismo porque se hacen indignos de tal labor por algún caso de inmoralidad sexual, principalmente. Alguien dijo con cierta sabiduría que habían tres F que eran muy efectivas a la hora de derrocar ministros: Fama, Faldas y Fortuna.

Pero otros buenos siervos de Dios, llamados efectivamente por él para este honorable ministerio también se han visto tentados a volver atrás por el grado de compromiso, la tensión, y la presión que ejerce el ministerio. Es muy posible que esta haya sido la situación de Timoteo.

El ministro estaba entonces en una  situación peligrosa.

No sabemos de manera explícita qué situación peligrosa estuviese Timoteo, pero Pablo como es característico de él, le advierte del peligro con amor.

¿Acaso se había enfriado en el ministerio?

Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día. Al acordarme de tus lágrimas, siento deseo de verte, para llenarme de gozo, trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.

Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos, porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de DiosParece que Timoteo era tímido, y a este ministro ahora como que le está dando pena de predicar.

Él nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.

De este evangelio yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles, por lo cual asimismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.

Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.[8]

A través de tres profesiones que exigen constancia, Pablo anima a su discípulo a permanecer. Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.[9]

 

Quizás también Timoteo tenía tentaciones sexuales y luchaba con ellas, como todo mortal. Huye también de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.[10]

 

El adversario quiere que hagamos mucho énfasis en nuestras debilidades y entonces volvamos atrás.

No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.

Es de vital importancia entender que Timoteo no escogió este ministerio. Fue el Señor Jesucristo quien nos eligió a nosotros y no nosotros a él, y nos ha dado las herramientas necesarias para llevar a cabo su tarea.

Un don es una habilidad espiritual sobrenatural, que nos permite servir dentro del cuerpo de Cristo según la voluntad de él. Cada uno de nosotros tenemos un don o juego de dones, habilidades que de manera conjugada funcionan para el beneficio del cuerpo de Cristo.

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos.[11]

Dios es quien nos da las habilidades sobrenaturales singulares, particulares, no a todos les da el mismo don, seguro que el don que tenía Timoteo no era el mismo que tenía Pablo. El Señor es quien en nosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad. Él escoge, él pone y él dota.

Juntamente con el don viene el deseo de hacerlo, y de manera providencial empiezan a ocurrir eventos en los que usted se ve involucrado y lo van encarrilando hacia algún oficio. Si usted es obediente a Dios él mismo se encarga de guiarlo, orientarlo y ponerlo en el lugar específico en el que debe funcionar.

Otros también confirman de manera oportuna el llamado de Dios en su vida. La iglesia identifica el llamado de Dios en unos de sus miembros, y lo ratifica.

Ministrando estos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.» [12]

Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.[13]

Cumple tu ministerio, hasta el fin, es necesario terminar la carrera, no abandonarla. Un ministro excelente muere con las botas puestas.

 

Como vamos camino hacia la perfección, vamos buscando lo excelente, debemos entonces procurar también ser excelentes siervos de Jesucristo. Todos estamos invitados a servir a Jesucristo, a dedicar nuestra vida a aquel que nos la dio, y quienes hemos sido salvos no solo estamos invitados sino que nos sentimos comprometidos a hacerlo, pero no es bueno hacerlo de cualquier manera, por eso es imperante que se prepare para servirle a Dios.

Ya hemos estudiado, y espero que incorporado a nuestra vida, ocho consejos.  Si los practicamos en nuestra vida de servicio, veremos que Dios nos lleva a cumplir su propósito en nuestra vida:

*      denunciemos el error enseñando la verdad,

*      dediquémonos al estudio bíblico,

*      desechemos lo que no sirve,

*      ejercitémonos para la piedad,

*      trabajemos duro,

*      enseñemos con amor y autoridad,

*      seamos ejemplo a los creyentes,

*      se dedica al ministerio de la Palabra,

*      cumple su ministerio.

 

 



[1] 1 Timoteo 4: 6a

[2] 1 Timoteo 4: 6b

[3] 1 Timoteo 4: 7a

[4] 1 Timoteo 4: 7b

[5] 1 Timoteo 4: 10                                                                                                       

[6] 1 Timoteo 4: 11

[7] 1 Timoteo 4: 12

[8] 2 Timoteo 1: 3 al 14

[9] 2 Timoteo 2: 1 al 6

[10] 2 Timoteo 2: 22

[11] 1 Corintios 12: 4 al 7

[12] Hechos 13: 2

[13] 2 Timoteo 4: 5


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




jueves, 3 de septiembre de 2009

CLARO QUE SÍ PODEMOS


De pesimista a optimista:

 

"Qué hermoso día! Y yo acá encerrado en esta oficina"; "Saqué un 8 en el examen... aunque me costó 3 semanas enteras sin salir"; "Ya limpié toda la casa... pero falta lo peor: arreglar el jardín"; "Ya llegan las vacaciones... lo que implica soportar todo el día a los chicos en casa";"Estoy bien,... pero,..."

Los pesimistas siempre encuentran una excusa  para arruinar un buen momento.
Es increíble el poder que tiene el pesimismo sobre nuestro ánimo. Estas personas ven todos los acontecimientos buenos como temporarios y demasiado frágiles, cada buena noticia es seguida de una mala. Un pesimista es capaz de convertir todo en una gran catástrofe, de la cual se siente protagonista, ya sea asumiendo todas las culpas o delegándolas en otras personas.

"¿Siempre tiene que pasarme a mí?", "Si fuera más inteligente esto no me sucedería", "Era previsible, hago todo mal", "Rodeado de esta gente no puedo esperar otra cosa".

Este tipo de comentarios revelan síntomas de pesimismo que, más allá de ser un estilo negativo de pensamiento, es una forma negativa de vivir; una amenaza para nuestra salud mental.

Hoy en día está demostrado que el pesimismo y la depresión (casi una epidemia en estos tiempos) van de la mano. Está claro que nadie puede ser feliz (ni siquiera un poco) esperando siempre lo peor, o convirtiendo cada suceso en un drama cinematográfico.

Afortunadamente, existen pruebas que demuestran que el pesimismo puede modificarse a través de la enseñanza, tanto en niños como en adolescentes y adultos.

La clave está en descentrarse de ese futuro sombrío, cambiar la mirada, lograr pensar de una manera más operativa, que apunte a resolver las dificultades más que a contemplarlas.

Cuando el optimismo se convierte en un hábito de vida pasa a ser mucho más que un simple pensamiento positivo, se transforma en una disposición o tendencia a esperar y buscar los mejores resultados, los más favorables.

Ahora... cuidado! Dijimos esperar y buscar, lo cual implica una postura activa. Quedarse de brazos cruzados esperando buenas noticias, sin hacer nada por encontrarlas, no es propio de un optimista.

No es fácil cambiar la forma de pensar, ya que esto en definitiva es cambiar nuestra forma de ser y sentir, pero puede lograrse si uno realmente lo desea!

El optimismo se origina en el pensamiento realista, no distorsionado. Todos tenemos problemas, pero siempre hay una o varias formas de resolverlo. En vez de bloquearse pensando en lo perjudicado que se verá, en el tiempo que ha perdido, en lo mal que le han salido las cosas, utilice toda esa energía y potencia en mejorar esperando y buscando resolver el problema.

De padres optimistas debemos esperar niños con esa misma tendencia: No hay mejor modelo para sus hijos que usted mismo, ellos absorben tanto lo bueno como lo malo. Si quiere que obtengan los beneficios del pensamiento optimista debe comenzar por cambiar su propia forma de pensar y ver las cosas.

Pensar en forma realista, con los pies sobre la tierra, sin distorsiones, sin dejarse abatir por sentimientos de frustración y pérdida es la única manera que tenemos, como seres humanos, para ver las cosas objetivamente.

La vida está llena de momentos buenos y malos. Los optimistas tienen una gran ventaja, están vacunados contra el estrés y la depresión, en cambio los pesimistas siempre tienen las defensas bajas...
 
Un abrazo para todos....
   
Esneda Roa G.

 




Generalidades de la Escatología Bíblica

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