sábado, 24 de octubre de 2009

La Sanidad Divina. Parte 1



 

Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus siervas, las cuales tuvieron hijos,  porque Jehová, a causa de Sara, mujer de Abraham, había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec.

Génesis 20: 17 y 18

 

Una de las cosas que más inquieta a algunos predicadores es que ya no vemos tantas sanidades como antes. Algunos hermanos se preguntan por qué continúan enfermos después de que se ha orado por ellos.

¿Ha dejado usted de creer en Jehová Rapha?

¿Hace cuanto que no oye una predicación sobre sanidad divina en su congregación?

¿Por qué hay tantos hermanos enfermos en nuestra iglesia?

¿Por qué no nos buscan los enfermos como buscaban a Jesús y los apóstoles para ser sanos?

Muchos criticaban a los evangelistas de antaño porque, según ellos, predicaban más la sanidad que la salvación. ¿Acaso no van ligadas estas dos doctrinas? O definitivamente no están relacionadas. ¿No hay relación entre lo espiritual y lo material?

¿Cuál es la razón por la que ocurren sanidades en grupos religiosos carismáticos actuales? ¿No será acaso que ellos sí están creyendo algo que nosotros hemos olvidado?

Vale la pena dedicarle unos minutos a tan espinoso tema.

 

¿Es razonable que creamos en la doctrina de la sanidad divina?

Por supuesto. Si pensamos un poco tenemos serios argumentos para creer en la sanidad divina:

A Dios sí le interesa nuestro cuerpo.

Con solo leer ligeramente pasajes  como 1 de Corintios 6: 9 al 20, nos damos cuenta de eso.

Ø  El cuerpo humano fue incluido en la redención: nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.[1]

Ø  El cuerpo humano  de un cristiano es un miembro del cuerpo de Cristo: ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?[2]

Ø  El cuerpo físico es templo del Espíritu Santo: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?[3]

Ø  Debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo: glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.[4]

Además de esto, de nuestro Dios que es todopoderoso, amor, bueno, misericordioso, bondadoso, y que se deleita en hacernos bien ¿Será mucho esperar que nos sane?

 

¿De dónde vienen las enfermedades?

Siendo consecuentes con lo que la Biblia enseña, el hombre fue creado en perfección absoluta, es decir sin enfermedades, pero al pecar entró al mundo el sufrimiento, el dolor, la debilidad, la enfermedad, la muerte, etc.

Esto confirma la relación que hay entre la parte espiritual y la física del ser humano, pues el hombre también tiene una naturaleza doble, espiritual y física, que se relacionan entre ellas.

Podemos ver algunos casos bíblicos en los que se confirma que la enfermedad es consecuencia del pecado o de la influencia directa de Satanás sobre el ser humano:

ü  La aflicción de Job vino de parte de Satanás y fue Dios quien finalmente lo sanó.

ü  Lucas nos relata el caso de una mujer a quien Satanás había tenido encorvada durante dieciocho años,[5] Jesucristo en su ministerio público le sanó.

ü  Cuando Pedro predicó en la casa de Cornelio dijo que Jesús de Nazaret anduvo sanado a todos los oprimidos por el diablo.[6]

ü  Varios versos del capítulo veintiocho de Deuteronomio nos confirma que en algunos casos la enfermedad viene como consecuencia de la desobediencia a los mandatos divinos.

ü  Durante el reino milenial, cuando Satanás sea atado y reine el Mesías, no habrá enfermedad.[7]

Esto no significa que cada vez que alguien se enferma es porque ha cometido algún pecado en particular. Pero lo que sí indica es que si no existiese pecado en el mundo no hubiese tampoco enfermedad, así que su fuente original es espiritual.

Teniendo entonces la enfermedad  una causa espiritual, ¿no sería razonable pensar también en una solución espiritual?

Algunas enfermedades sí son el resultado de pecados particulares, pues hay ciertos pecados cometidos contra el cuerpo que lo exponen a contraer ciertas enfermedades:

v  El salmista lloraba diciendo  Mi vida se va gastando de dolor y mis años de suspirar; ¡se agotan mis fuerzas a causa de mi maldad y mis huesos se consumen![8]

v  El Señor Jesucristo cuando sanó al enfermo del estanque de Bethesda le advierte no peques más, para que no te suceda algo peor.[9]

Los sentimientos de culpabilidad, el odio, la ira, el temor, son la causa básica de muchas de las enfermedades físicas de las personas.

La mala administración de nuestro cuerpo es pecado y trae consecuencias sobre el cuerpo que en la mayoría de casos se hacen evidentes en enfermedades. El comer excesivamente o no comer lo suficiente, trabajar demasiado, la falta del adecuado descanso, el no hacer constantemente ejercicio, son algunos de los pecados más comunes contra el cuerpo, entre los cristianos.

Ahora bien, en algunos casos los correctivos divinos a causa de la desobediencia o el  pecado se ven transformados en enfermedades o en limitaciones físicas, pero en estos casos no debe olvidarse que la disciplina no es castigo, sino corrección.   Fueron afligidos los insensatos a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades; su alma rechazó todo alimento y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Jehová en su angustia y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra y los sanó; los libró de su ruina.[10]

La Biblia nos cuenta también que algunos hermanos de la iglesia de Corinto estaban débiles, enfermizos y otros ya habían muerto, por una razón particular: no habían discernido muy bien el cuerpo de Cristo en la celebración de la cena del Señor.[11]

Finalmente hay otra causa de enfermedades que valdría la pena considerar: el hablar mal de los líderes establecidos por Dios. Basta repasar los capítulos doce al dieciséis del libro de Números para darse cuenta de eso.

Vamos concluyendo entonces que algunos enfermos no están tan necesitados de una oración por sanidad divina como sí lo están de arrepentimiento a causa de su desobediencia y pecado.

El perdón de pecados y la sanidad de enfermedades están relacionados el uno con el otro en numerosos pasajes de la Palabra de Dios. Cristo Jesús salva y sana:

*      Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias.[12]

*      No dirá el morador: «Estoy enfermo.» Al pueblo que more en ella, le será perdonada la iniquidad.[13]

*      Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.[14]

 

¿Es la voluntad de Dios que seamos sanos de manera milagrosa?

Habilidad vs. Voluntad:

No estamos hablando de la capacidad de Dios para sanar, eso creo que nadie lo pone en duda, él es todopoderoso y no le queda grande nada. Lo que sí dudan muchos es si Dios quiere sanar la enfermedad. Ese es el gran problema que limita la fe, la duda.

El tema de la voluntad de Dios, que pudiéramos debatirlo en otra oportunidad, se ha vestido de luto en la mayoría de ocasiones. Hablamos de él  después del accidente, en la clínica, en el funeral, etc. La Biblia enseña todo lo contrario, ella enseña que la voluntad de Dios es buena, grata, y perfecta.[15]

¿Quiere Dios sanar? ¿Es la sanidad divina parte del plan de Dios para sus hijos hoy?

Nuestra fe tiene que estar cimentada en la voluntad de Dios. ¿Cómo pedirle a Dios algo que no estamos seguros que él dé?

La mayoría de hermanos demuestra su duda sobre el asunto al añadir a su petición: si es tu voluntad. Con esa última frase no solo declaramos que no sabemos qué quiere Dios sino que además estamos trasladando a Dios toda responsabilidad sobre el asunto.

Hubo un hombre enfermo que se le acercó a Jesús creyendo que él podía sanarlo, pero dudando si quería hacerlo: Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: —Señor, si quieres, puedes limpiarme.

 Jesús entonces, extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: —Quiero, sé limpio.

Y al instante la lepra se fue de él.[16]

La fe del leproso fue transformada por el Quiero de Jesús y entonces además de estar seguro que él podía sanarlo, también estuvo seguro que lo haría.

En su diálogo con Jesús, previo al milagro, el padre de un muchacho endemoniado pode toda responsabilidad sobre el Señor, pero éste inmediatamente devuelve toda responsabilidad a este padre de familia que buscaba un milagro: Y muchas veces lo arroja al fuego o al agua, para matarlo; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos.

Jesús le dijo: —Si puedes creer,  al que cree todo le es posible.[17]

No dudemos de la voluntad de Dios para nuestra vida, eso anula la fe. No podemos recibir por fe un beneficio que no sabemos si está o no disponible para nosotros.

Si la enfermedad es consecuencia del pecado seguramente que Dios no la desea sobre sus hijos, a quienes él ha comparado a precio de sangre[18] y a quienes sanó con sus heridas[19]. El sacrificio del  Gólgota nos abre un caudal de sanidad que aún o se ha agotado.

Sin embargo valdría la pena, en algunos casos particulares, orar a Dios previamente por revelación si es o no la voluntad de Dios la sanidad de esa enfermedad específica. Puede ser como hemos dicho antes, una disciplina de Dios para su hijo, o quizás una prueba temporal por la que se está pasando. En dados casos será bueno orar por madurez espiritual, victoria, gracia para soportar la aflicción, perdón, más que por sanidad divina.

Fijémonos que aún cuando Moisés oró por sanidad divina para su hermana, Dios no le sanó de inmediato sino que estuvo disciplinada durante siete días, después de los cuales las cosas volvieron a la normalidad.

Lo que no podemos dudar es que tenemos de parte de Dios promesa de sanidad divina vigente para nosotros hoy. Dios es bueno y desea la bendición de la salud para sus hijos. En el plan de Dios para sus hijos en todas las épocas ha sido incluida la sanidad y la salud física. Aquellos que creían completamente su palabra y la obedecían, disfrutaban de esa bendición. Eso no ha cambiado hoy.

 

 

 

 

SANIDAD DIVINA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

El primer caso de sanidad divina registrado en la Biblia:

Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus siervas, las cuales tuvieron hijos,  porque Jehová, a causa de Sara, mujer de Abraham, había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec.[20]

El pacto divino de sanidad divina:

Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó. Les dijo: «Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador.»[21]

Desde el principio fue la voluntad de Dios sanar a todos los que estaban enfermos.

Aunque este era un Pacto Condicional, no existe registro bíblico alguno que indique que Dios haya anulado la promesa hecha aquí.

Lo que sí encontramos reiteradas veces es la verificación o vindicación de ese pacto, pues cuando alguien rompía el pacto venían las consecuencias:

·         María

Y Jehová les dijo: «Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros un profeta de Jehová, me apareceré a él en visión, en sueños le hablaré. No así con mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, claramente y no con enigmas, y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?»

Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; luego se fue. Tan pronto la nube se apartó del Tabernáculo, María se llenó de lepra, y tenía la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón miró a María y vio que estaba leprosa, dijo a Moisés: «¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado, porque locamente hemos actuado y hemos pecado. No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre tiene ya medio consumida su carne.»

Entonces Moisés clamó a Jehová diciendo: «Te ruego, Dios, que la sanes ahora.»

Respondió Jehová a Moisés: «Si su padre hubiera escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría durante siete días? Sea expulsada, pues, fuera del campamento durante siete días, y después volverá a la congregación.»

Así María fue expulsada del campamento durante siete días, y el pueblo no siguió adelante hasta que se reunió María con ellos.[22]

 

·         La Congregación

Al día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo:  «Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová.»

Aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el Tabernáculo de reunión y vieron que la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová. Entonces fueron Moisés y Aarón delante del Tabernáculo de reunión, y Jehová dijo a Moisés: «¡Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento!»

Ellos se postraron sobre sus rostros. Y Moisés dijo a Aarón: «Toma el incensario, pon en él fuego del altar y échale incienso; vete enseguida adonde está la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová y la mortandad ha comenzado.»

Aarón tomó el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; la mortandad había comenzado ya en el pueblo. Puso el incienso e hizo expiación por el pueblo. Luego se puso entre los muertos y los vivos, y cesó la mortandad. [23]

 

·         Las serpientes ardientes

Después partieron del monte Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom. Pero se desanimó el pueblo por el camino y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y estamos cansados de este pan tan liviano.»

Entonces Jehová envió contra el pueblo unas serpientes venenosas que mordían al pueblo, y así murió mucha gente de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado por haber hablado contra Jehová y contra ti; ruega a Jehová para que aleje de nosotros estas serpientes.»

Moisés oró por el pueblo, y Jehová le respondió: «Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre una asta; cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá.»

 Hizo Moisés una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta. Y cuando alguna serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y vivía.[24]

 

Desde ese tiempo Dios se ha mostrado como el Gran Médico que sana a todos los que miran a él.

 

OTROS EJEMPLOS DE SANIDADES EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:

·         La Plaga en Israel en tiempos de David.[25]

·         Naamán el leproso.[26]

·         La enfermedad de Ezequías. [27]

·         La restauración de Job.[28]

Estos son solo algunos ejemplos del AT que demuestran que efectivamente Jehová es el Gran Sanador de los Israelitas.

 

Otros textos del A.T. que muestran la voluntad de Dios de sanar los enfermos:

·         Pero serviréis a Jehová, vuestro Dios, y él bendecirá tu pan y tus aguas.

»Yo apartaré de ti toda enfermedad. En tu tierra no habrá mujer que aborte ni que sea estéril, y alargaré el número de tus días.[29]

·         Apartará Jehová de ti toda enfermedad, y ninguna de las malas plagas de Egipto que tú conoces hará caer sobre ti, sino que las hará caer sobre todos los que te aborrezcan.[30]

·         Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir y yo hago vivir, yo hiero y yo sano, y no hay quien pueda librarse de mis manos. [31]

·         Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará Jehová.[32]

·         Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada.[33]

·         Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias.[34]

·         Los sacó con plata y oro y no hubo en sus tribus enfermo. [35]

·         Envió su palabra y los sanó; los libró de su ruina.[36]

·         Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. Que no se aparten de tus ojos; guárdalas en lo profundo de tu corazón, porque son vida para los que las hallan y medicina para todo su cuerpo. [37]

·         Sáname, Jehová, y quedaré sano; sálvame, y seré salvo, porque tú eres mi alabanza.[38]

·         Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová. [39]

 

¿Acaso habrá cambiado eso hoy? La palabra de Dios nos enseña un atributo divino que no podemos olvidar: Porque yo, Jehová, no cambio.[40]

Además Santiago dice del Señor: Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación.[41]

 

JEHOVÁ RAPHA

Como todos sabemos en su revelación al hombre nuestro Dios ha usado diferentes títulos que dan a entender algún aspecto significativo de su carácter en relación con el ser humano.

Nombre

Escritura

Significado

1.       Jehová-jire

Génesis 22:14

Jehová verá (p. ej., proveerá)

2.       Jehová-rafa

Exodo 15:26

Jehová que sana

3.       Jehová-nisi

Exodo 17:15

Jehová nuestra bandera (p. ej., victoria)

4.       Jehová-m'kades

 Exodo 31:13

Jehová que santifica

5.       Jehová-salom

Jueces 6:24

Jehová nuestra paz

6.       Jehová-sabaot

I Samuel 1:3

Jehová de los ejércitos (p. ej., omnipotente)

7.       Jehová-elyón

Salmo 7:17

Jehová el altísimo

8.       Jehová-rá-a

Salmo 23:1

Jehová mi pastor

9.       Jehová-hoseenu

Salmo 95:6

Jehová nuestro hacedor

10.   Jehová-sidkenu

Jeremías 23:6

Jehová nuestra justicia

11.   Jehová-sama

Ezequiel 48:35

Jehová está presente

 

El carácter del Dios del AT es el mismo que el de el NT porque no hay más que un Dios y él, como hemos dicho anteriormente,  no cambia.

En consecuencia lo que su santo nombre revela acerca de su naturaleza es inalterable, de tal modo que él reveló al pueblo de Israel a través de sus nombres, es dado a la Iglesia mediante la invocación del nombre de Jesús.

Nombre

Escritura

Jesús es nuestro (a):

1.       Jehová-jire

Hebreos 10:10-12

Proveedor

2.       Jehová-rafa

Santiago 5:14-15

Sanador

3.       Jehová-nisi

I Corintios 15:57

Victoria

4.       Jehová-m'kades

 Efesios 5:26

Santificador

5.       Jehová-salom

Juan 14:27; Efesios 2: 4

Paz

6.       Jehová-sabaot

Santiago 5:4-7

Señor de los ejércitos

7.       Jehová-elyón

Lucas 1:32, 76, 78

Altísimo

8.       Jehová-rá-a

Juan 10:11

Pastor

9.       Jehová-hoseenu

Juan 1:3

Hacedor

10.   Jehová-sidkenu

I Corintios 1:30

Justicia

11.   Jehová-sama

Mateo 28:20

Siempre presente

 

Su carácter de sanador no ha cambiado. Heb 13 8

 

 

 

LA SANIDAD EN EL MINISTERIO DE JESUCRISTO

Queda claro que era la voluntad de Dios sanar a su pueblo en la época del Antiguo Testamento. ¿Qué hay para nosotros que vivimos en la época del Nuevo Testamento?

Aprenderemos sobre este tema prestando especial atención al ministerio público de Jesús. Él fue la expresión pública de la voluntad de Dios para nosotros; Jesucristo, como Palabra de Dios hecha carne, declaró: He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.[42] Así que por eso vemos en los actos de Jesús literalmente la manifestación de la voluntad de Dios. Cuando Jesús sanó multitudes que venían a él vemos los actos del mismísimo Dios a favor de la humanidad.

Así que podemos ir concluyendo que la sanidad de los enfermos en el ministerio de Jesús nos está revelando lo que Dios quiere (su voluntad) para nosotros hoy.  Cristo Jesús apareció para deshacer las obras del diablo. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.[43]

En los relatos de los evangelios encontramos más de veintisiete sanidades individuales, y en más de diez ocasiones se registra la sanidad divina de modo general a grande número de personas. Entre las veintisiete instancias de sanidades individuales hay:

ü  siete casos en que fue echado fuera un demonio,

ü  once ocasiones en que amigos trajeron al necesitado,

ü  seis ocasiones en que  nuestro Señor ejecutó la sanidad a distancia.

ü  Sanó a ocho personas por medio de un toque,

ü  a siete con solo pronunciar su palabra,

ü  tres fueron sanos en un acto en el cual escupió y tocó al paciente, y

ü  en una instancia sanó efectuando una sanidad gradual.

Dios nunca hace obras maravillosas sólo para llamar la atención ni para satisfacer la curiosidad. Todo esto debemos tomarlo en consideración como más que una demostración de poder o la presentación de las credenciales de divinidad de Jesucristo.

Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas.  Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús para preguntarle: « ¿Eres tú el que había de venir o esperaremos a otro?».Cuando, pues, los hombres vinieron a él, le dijeron: —Juan el Bautista nos ha enviado a ti para preguntarte: "¿Eres tú el que había de venir o esperaremos a otro?". En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades, plagas y espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Respondiendo Jesús, les dijo: —Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen,  los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.[44]

Por supuesto que Jesús usó sus sanidades milagrosas como muestra de su autoridad y su divinidad, esa es la razón por la cual Mateo es quien más hace referencia a ellas, pues solo aceptando a Jesús como Señor se es salvo. Pero hay más razones y no menos importantes que éstas, Jesús sanó:

ü  En cumplimiento a su Palabra: Al caer la noche le llevaron muchos endemoniados, y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias».[45]

ü  Para mostrar las obras de Dios a favor de los necesitados: Respondió Jesús: —No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.[46]

ü  Para dar a conocer su voluntad, su compasión, su bondad, su amor: Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.  Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.  Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies». Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus impuros,  para que los echaran fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.[47]

ü  Como respuesta a la fe de quienes creen, tanto del mismo necesitado como de otros: Entonces vinieron a él unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, quitaron parte del techo de donde él estaba y, a través de la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: —Hijo, tus pecados te son perdonados.[48] Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: — ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: —Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: —Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos.[49]

En muchas ocasiones el evangelio nos relata sanidades masivas. Jesús sanó multitudes a la vez:

*      Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino  y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.  Se difundió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los sanó.[50]

*      Cuando Jesús supo esto, se retiró de allí. Lo siguió mucha gente, y sanaba a todos.[51]

*      Al salir Jesús, vio una gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que de ellos estaban enfermos.[52]

*      Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret. Cuando lo reconocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y le rogaban que los dejara tocar solamente el borde de su manto. Y todos los que lo tocaron, quedaron sanos.[53]

*      Se le acercó mucha gente que traía consigo cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos. Los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y glorificaban al Dios de Israel.[54]

*      Lo siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.[55]

*      Y en el Templo se le acercaron ciegos y cojos, y los sanó.[56]

*      Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón que había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades; también los que habían sido atormentados por espíritus impuros eran sanados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque poder salía de él y sanaba a todos.[57]

 

27 Sanidades Divinas Narradas en los Evangelios

Episodio de la sanidad

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Un Leproso

8: 2 al 4

1: 40 al 45

5: 12 al 15

 

El siervo de un Centurión

8: 5 al 13

 

7: 1 al 10

 

La Suegra de Pedro

8: 14 al 15

1: 29 al 31

4: 38 y 39

 

Un hombre con una legión de demonios

8: 28 al 34

5: 1 al 20

8: 26 al 39

 

Un paralítico

9: 2 al 8

2: 1 al 12

5: 17 al 26

 

Una mujer con flujo de sangre

9: 20 al 22

5: 25 al 34

8: 43 al 48

 

La hija de Jairo, resucitada de entre los muertos

9: 23 al 26

5: 35 al 43

8: 49 al 56

 

Dos hombres ciegos

9: 27 al 31

 

 

 

Un endemoniado mudo

9: 32 al 33

 

 

 

Un hombre con la mano seca, en la sinagoga

12: 9 al 13

3: 1 al 5

6: 6 al 11

 

Un endemoniado sordomudo

12: 22 y 23

 

11: 14

 

La hija de la mujer sirofenicia

15: 21 al 28

7: 24 al 30

 

 

Un muchacho endemoniado

17: 14 al 21

9 14 al 19

9: 37 al 43

 

El ciego Bartimeo y su compañero

20: 29 al 34

10: 46 al 52

18: 35 al 43

 

Un endemoniado en una sinagoga (Capernaúm)

 

1: 23 al 27

4:33 al 36

 

Un hombre sordomudo

 

7: 31 al 37

 

 

Un ciego

 

8: 22 al 26

 

 

María Magdalena

 

16: 9

8: 2

 

El hijo de la viuda vuelve a la vida

 

 

7: 11 al 16

 

Una mujer encorvada

 

 

13: 11 al 17

 

Un hombre que sufría de hidropesía

 

 

14: 1 al 6

 

Diez hombres leprosos

 

 

17. 11 al 19

 

Un hombre a quien Pedro le cortó su oreja

 

 

20: 50 y 51

 

Un hijo de un noble

 

 

 

4: 46 al 54

Un hombre paralítico (Bethesda)

 

 

 

5: 1 al 15

Un hombre que había nacido ciego

 

 

 

9: 1 al 38

Lázaro es resucitado

 

 

 

11: 1 al 45

 

Y por más impresionante que nos parezca la lista de sanidades Juan nos dice: Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.  Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.[58] Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.[59]

Nunca dijo Jesús: lo siento mucho, hoy no es mi voluntad sanarlo, ni la de mi padre. Siempre estuvo dispuesto a aliviar la dolencia de la humanidad.

Un ministerio público con tal estadística en tan poco tiempo es realmente sorprendente, pero aún hay más, Jesús prometió a sus discípulos: De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.  Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré,  para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré.[60]

No hay ni la más remota indicación acerca de que la compasión del Señor haya disminuido, o que Dios hay dejado de responder a la fe de aquellos que con sinceridad acudan a él.

No es lo que Dios puede hacer, sino lo que Dios quiere hacer lo que debe inspirar nuestra fe. Y él quiere que usted y yo seamos sanos hoy!!

 

 



[1] Romanos 8: 23

[2] 1 Corintios 6: 15

[3] 1 Corintios 6: 19

[4] 1 Corintios 6: 20

[5] Lucas 13: 16

[6] Hechos 10: 38

[7] Isaías 33: 24

[8] Salmo 31: 10

[9] Juan 5: 14

[10] Salmo 107: 17 al 20

[11] 1 Corintios 11: 27 al 30

[12] Salmo 103: 3

[13] Isaías 33: 24

[14] Santiago 5: 15

[15] Romanos 12: 2

[16] Lucas 5: 12 y 13

[17] Marcos 9: 22 y 23

[18] 1 Pedro 1 : 18 y 19

[19] 1 Pedro 2: 24

[20] Génesis 20: 17 y 18

[21] Éxodo 15: 25b y 26

[22] Números 12: 6 al 15

[23] Números 16: 41 al 48

[24] Números 21: 4 al 9

[25] 2 Samuel 24: 25

[26] 2 Reyes 5.

[27] 2 Reyes 20.

[28] Job 42: 10

[29] Éxodo 23. 25 y 26

[30] Deuteronomio 7: 15

[31] Deuteronomio 32: 39

[32] Salmo 32: 19

[33] Salmo 91: 9 y 10

[34] Salmo 103: 3

[35] Salmo 105: 37

[36] Salmo 107: 20

[37] Proverbios 4: 20 al 22

[38] Jeremías 17: 14

[39] Jeremías 30: 17a

[40] Malaquías 3: 6

[41] Santiago 1: 17

[42] Juan 8: 38

[43] 1 Juan 3: 8b

[44] Lucas 7: 18 al 23

[45] Mateo 8: 16 y 17

[46] Juan 9: 3

[47] Mateo 9: 35 al 10: 1

[48] Marcos 2: 3 al 5

[49] Mateo 9: 28 al 30a

[50] Mateo 4: 23 y 24

[51] Mateo 12: 15

[52] Mateo 14: 14

[53] Mateo 14: 34 al 36

[54] Mateo 15: 30 al 31

[55] Mateo 19: 2

[56] Mateo 21: 14

[57] Lucas 6: 17 al 19

[58] Juan 20: 30 y 31

[59]Juan 21: 25

[60] Juan 14: 12 al 14


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




Generalidades de la Escatología Bíblica

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