martes, 19 de mayo de 2009

LA PALABRA DE DIOS ES PARA NUESTRO BENEFICIO

Guardadlos, pues, y ponedlos por obra, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: "Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta"

Deuteronomio 4: 6

 

La importancia de la Palabra de Dios está fuera de toda discusión. Bien lo resume esta lectura que tomé de un Nuevo Testamento, de esos que distribuyen los Gedeones Internacionales, que encontré una noche en hotel de la ciudad  de Villavicencio:

La Biblia contiene la mente de Dios, el estado del hombre, el camino de Salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes.

Sus doctrinas son Santas, sus preceptos son comprometidos, sus historias son verdaderas y sus decisiones son inmutables.

Léala para ser sabio, créala para ser salvo y practíquela para ser santo.

Contiene la luz para guiarle, alimento para sostenerlo y consuelo para alentarlo a usted.

Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y el itinerario del cristiano.

Aquí se restablece el Paraíso y las puertas del infierno son reveladas.

Cristo es su gran tema, nuestro bien su diseño, y la gloria de Dios su finalidad.

Debe llenar la memoria, gobernar el corazón y guiar los pies.

Léala lentamente, frecuentemente y en oración.

Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer.

Es dada a usted en vida, será abierta en el juicio y recordada para siempre.

Ella encierra la responsabilidad más alta, recompensará la labor más grande y condenará a todos los  que menosprecian su contenido sagrado.

La Palabra de Dios fue dada inicialmente al pueblo de Israel. Moisés fue el encargado de impartir las primeras instrucciones de la Ley de Dios.

En el Antiguo Testamento, y particularmente en el libro de los salmos las palabras leyes, mandamientos, estatutos, decretos, ordenanzas, testimonios, son intercambiables entre sí como sinónimos de la Palabra de Dios.

¡Qué privilegio que tenía el pueblo de Israel! que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas. A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.[1]

Establezcamos inicialmente que el objetivo de la Palabra de Dios es nuestra salvación:

Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.[2]

Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.[3]  

No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego.[4]

Pero una vez que hemos sido salvos debemos acudir a la Palabra para nuestra perfección:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. [5]

Una cosa es la salvación y otra nuestra perfección. No necesitamos ser perfectos para ser salvos. Necesitamos ser perfectos porque hemos sido salvos.

Sería un absurdo exigirle perfección a alguien que aún está esclavo del pecado.

Fue precisamente por eso que Dios primero libertó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto y luego sí les dio las normas para enseñarles a vivir en libertad. Esas normas de las que hablo no son otra cosa que La Palabra de Dios, estaban diseñadas para hacer de Israel una nación especial, un pueblo como ningún otro sobre la tierra. Lo único que tenía que hacer Israel era atender y obedecer esos  mandatos, eran la voluntad de Dios para su pueblo.

Insisto estaban diseñadas para la perfección de Israel, serían un pueblo feliz si las obedecían, pero ¿qué ocurrió? Baste leer los salmos 78, 105, 106 y 107 para ver la paciencia de Dios para con Israel. Con razón dice a través del profeta: Extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde, que anda por mal camino, en pos de sus propios pensamientos.[6]

¡Cómo para no creer! Israel tenía todo para ser exitosos, para ser los mejores, pero no quisieron!

Así dijo Jehová: «Paraos en los caminos, mirad y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino. Andad por él y hallaréis descanso para vuestra alma».

Mas dijeron: «¡No andaremos!».

«Puse también sobre vosotros atalayas, que dijeran: "¡Estad atentos al sonido de la trompeta!".

Y ellos dijeron: "¡No lo estaremos!"»[7]

Sabemos de memoria la triste historia de Israel. Ellos terminaron castigados por el Señor a través de los asirios y de los babilónicos.

Pero la cuestión es ¿Hemos aprendido la lección? Pablo dice que esas cosas son advertencias para nosotros:

No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron el mar; que todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar, todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo. Pero de la mayoría de ellos no se agradó Dios, por lo cual quedaron tendidos en el desierto.

Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: «Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar». Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos lo tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por mano del destructor.

Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales. Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga.[8]

 ¿Cómo estamos nosotros hoy?

Todos sabemos que la Biblia es la palabra de Dios, pero ¿acudimos a ella para estudiarla como lo que es La Palabra de Dios? ¿Conocemos el mensaje de Dios para nosotros?

Sabía usted que con tan solo media hora diaria, en promedio, de lectura bíblica en un año habrá leído usted toda la Biblia. Pero algunos de años de bautizados no la han leído aún, todavía les cuesta encontrar génesis, apocalipsis o el libro de los salmos, y ni hablar de Nahúm, Abdías o Ester.

¡Increíble! Algunos no tienen ni idea de lo que habla la Biblia!

Sabemos que es la Palabra de Dios, sabemos que fue diseñada para nuestro beneficio, que busca nuestra perfección, pero aún así le prestamos más atención a otra cosa que a sus mandamientos.

Menciono solo tres ejemplos:

ü  Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.[9]

ü  Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi Casa: Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.[10]

ü  Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.[11]

¿Cómo es posible que conociendo nosotros la historia de Israel la estemos repitiendo?

Buscamos las promesas de Dios, sus bendiciones, pero  olvidamos que la mayoría de ellas están condicionadas a la obediencia y que la desobe3diencia  también trae consecuencias negativas sobre nuestra vida.

Ésta es una exhortación para conocer, estudiar y obedecer la bendita palabra de Dios que es La Biblia.



[1] Romanos 9: 4 y 5

[2] Juan 20: 30 y 31

[3] 2 Timoteo 3: 14 y 15

[4] Romanos 1: 16

[5] 2 Timoteo 3: 16 y 17

[6] Isaías 65: 2

[7] Jeremías 6: 16 y 17

[8] 1 Corintios 10: 1 al 12

[9] Hebreos 10: 24 y 25

[10] Malaquías 3: 10

[11] Mateo 6: 33



 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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domingo, 10 de mayo de 2009

La resurrección de Jesucristo 2

Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. De pronto hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendió del cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. De miedo de él, los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Pero el ángel dijo a las mujeres: «No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos y va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis. Ya os lo he dicho».

Mateo 28: 1 al 7

 

LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO ¿ENGAÑO O REALIDAD?


LAS AFIRMACIONES DE QUE CRISTO RESUCITARÍA DE ENTRE LOS MUERTOS

Hablando de predicciones: ¿Ha oído alguna vez las predicciones de Nostradamus? Las que he oído son vagas y confusas de tal modo que pueden ser interpretadas de varias maneras y aplicadas a muchos sucesos. ¿O qué pasa con los horóscopos? Son tan generalizados e indiscriminados que pueden ser aplicados a cualquier persona en cualquier tiempo. Pero las predicciones de Cristo fueron totalmente diferentes. No fueron ambiguas ni generalizadas. Fueron claras y específicas.

Cristo anunció su resurrección de manera inequívoca y directa. Y aunque sus discípulos todavía ni siquiera podían comprenderla, los judíos tomaron su declaración muy en serio.

Si usted y yo dijéramos a un grupo de amigos que esperamos morir en una determinada fecha, pero que después de tres días de haber muerte regresaríamos con vida, seguramente que seríamos internados en una clínica de reposo mental hasta que nuestros pensamientos se aclararan y estuviéramos sanos otra vez. Esto sería lo correcto, pues solamente un necio andaría por ahí hablando de levantarse de los muertos al tercer día, a menos que supiera que realmente eso ocurriría, y nadie en el mundo ha sabido eso respecto de sí mismo sino solamente uno, el Mesías, El Hijo de Dios.

Tenemos la evidencia proveniente de la misma boca de nuestro Señor que él volvería de los muertos después de tres días. Él les dijo que sufriría una muerte violenta, por causa del aborrecimiento, y que se levantaría al tercer día. Todo esto tuvo su cumplimiento. Jesús mismo nunca predijo su muerte sin añadir que resucitaría, y describió su futura resurrección como una señal:

Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos diciendo: —Maestro, deseamos ver de ti una señal.

Él respondió y les dijo: —La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.[1]

Los judíos respondieron y le dijeron: —Ya que haces esto, ¿qué señal nos muestras?

Respondió Jesús y les dijo: —Destruid este templo y en tres días lo levantaré.

Entonces los judíos dijeron: —En cuarenta y seis años fue edificado este Templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho.[2]

Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.[3]

 Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: —No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.[4]

Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres y lo matarán, pero al tercer día resucitará».

Ellos se entristecieron mucho.[5]

«Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará»[6]

Entonces Jesús les dijo: —Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, pues escrito está: "Heriré al pastor y las ovejas del rebaño serán dispersadas". Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.[7]

Mientras descendían del monte, les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos. Por eso guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. [8]

y diciendo: —Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y resucite al tercer día.[9]

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

Volvió a haber división entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: —Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué lo oís?

Decían otros: —Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?[10]

Cristo profetizó que levantaría Su cuerpo. ¿Hubieran creído los discípulos en Jesús como Mesías si la profecía del Señor hubiese estado errada, y no hubiera resucitado Su cuerpo, sino únicamente Su Espíritu, como enseña alguna secta?

Sólo tenemos dos opciones. Tenemos que creer en la poderosa enseñanza de la Biblia -que Cristo anunció que resucitaría su cuerpo y lo hizo-, o en el débil razonamiento de algunos hombres que afirman que Él no lo hizo.

Si Cristo no hubiera resucitado en la forma en que había dicho, una buena ocasión para explicar lo que realmente sucedió hubiera sido cuando las mujeres fueron a la tumba, la encontraron vacía y vieron a un ángel que les explicó: "No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto". Si el Señor no hubiera resucitado como había dicho, ¿por qué dijo el ángel: "Ha resucitado, como dijo"?

Ese hubiera sido el momento oportuno para explicar: "Él fue resucitado espiritualmente, luego Dios tomó Su cuerpo y lo escondió". La doctrina antibíblica de que el cuerpo de Cristo no resucitó de entre los muertos, sino que fue sacado y escondido, se originó en la mente de hombres perversos y contradice abiertamente la Palabra de Jehová.

Para leer algunas profecías del Antiguo Testamento que enseñan que Cristo resucitaría de entre los muertos basta con citar:

porque no dejarás mi alma en el seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.[11]

«Ver la corrupción» es un modismo hebreo que equivale a experimentar la muerte y la consiguiente corrupción del cadáver en el sepulcro. Los apóstoles interpretaron estas palabras como un anuncio profético de la resurrección de Jesús:

»Hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne levantaría al Cristo para que se sentara en su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades ni su carne vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.[12]

»Nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios nos ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: "Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy". Y en cuanto a que lo levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: "Os daré las misericordias fieles de David". Por eso dice también en otro salmo: "No permitirás que tu Santo vea corrupción". Y a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. Pero aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree.[13]

Dentro de las predicciones que directamente hablan de la Resurrección de Cristo, la más clara predicción la constituye la profecía de Isaías, que ocupa el capítulo 53 de su libro. El profeta Isaías que vivió más de 700 años antes del nacimiento de Cristo, describió los sufrimientos de Jesús con tantos detalles, como si estuviera parado al pie de la cruz, termina su narración de la siguiente manera:

Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte, aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto Dios le dará parte entre los grandes y con los poderosos participará del triunfo.[14]

Las palabras finales de esta profecía hablan directamente de que el Mesías, después de sus sufrimientos de Salvación y después de su muerte vivirá otra vez y será glorificado.

Anoche estudiábamos el Milenio y precisamente acerca de la Resurrección del Mesías también indirectamente atestiguan los profetas que hablan acerca de su Reino Eterno, porque un Reino Eterno supone un Rey Inmortal. Por ejemplo:

Y cuando tus días se hayan cumplido y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará una casa para mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo seré padre para él, y él será hijo para mí. Si hace mal, yo lo castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero no apartaré mi misericordia de él como la aparté de Saúl, a quien quité de delante de ti. Tu casa y tu reino permanecerán siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.[15]

¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas?

Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes conspirarán contra Jehová y contra su ungido,, diciendo: «Rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas».

El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego les hablará en su furor, y los turbará con su ira: «Yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte».

Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: «Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás».

Ahora, pues, reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra.

Servid a Jehová con temor y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su ira.

¡Bienaventurados todos los que en él confían![16]

Miraba yo en la visión de la noche, y vi que con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre; vino hasta el Anciano de días, y lo hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que nunca será destruido.[17]

 Además quiero recordar que El Mesías no solo sería un Hombre sino también Dios y por consiguiente sería inmortal por su naturaleza divina. Así que si Jesucristo no se levanta de la tumba, sencillamente no es el Mesías. Además de los pasajes ya mencionados podemos recordar:

Rebosa mi corazón palabra buena; dirijo al rey mi canto; mi lengua es pluma de escribiente muy diestro.

Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se ha derramado en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.

Ciñe tu espada sobre el muslo, valiente, con tu gloria y majestad. En tu gloria sé prosperado; cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia. Tu diestra te enseñará cosas que asombran; tus saetas agudas, con que caerán pueblos debajo de ti, penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.

Tu trono, Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino.

Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros.[18]

Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro.

Se llamará su nombre "Admirable consejero", "Dios fuerte", "Padre eterno", "Príncipe de paz".

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.

El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.[19]

Vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso y actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra.

En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual lo llamarán: "Jehová, justicia nuestra".[20]

Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad.[21]

«Yo envío mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. Y vendrá súbitamente a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros, ya viene», ha dicho Jehová de los ejércitos.[22]

De esta manera los profetas sentaron las bases en su pueblo de la fe en la venida y Resurrección del Mesías. Es por eso que los apóstoles con mucho éxito extendían la fe dentro del pueblo hebreo, la fe en Cristo Resucitado, sin importar los obstáculos de parte de los líderes religiosos del pueblo hebreo.

CONCLUSIÓN

Como dijimos hace ocho días:

La doctrina de la resurrección de Jesucristo es fundamental para la fe cristiana.

Si no existiera la resurrección, los predicadores predicarían falsedades, los cristianos estarían aún en sus pecados y los creyentes que han muerto estarían perdidos para siempre.

Pero además hoy tenemos que concluir que negar la resurrección de Cristo es negar todo el Nuevo Testamento.

No nos serviría Jesús como Mesías ya que estaba profetizado que viviría para siempre.

Por eso tenemos que ser enfáticos al declarar que…

¡Jesucristo sí se levantó de entre los muertos!

 

 

 



[1] Mateo 12: 38 al 40

[2] Juan 2: 18 al 22

[3] Mateo 16: 21

[4] Mateo 17: 9

[5] Mateo 17: 22 y 23

[6] Mateo 20: 18 y 19

[7] Mateo 26: 31 y 32

[8] Marcos 9: 9 y 10

[9] Lucas 9: 22

[10] Juan 10: 17 al 21

[11] Salmo 16: 10

[12] Hechos 2: 29 al 32

[13] Hechos 13: 32 al 39

[14] Isaías 53: 9 al 12a

[15] 2 Samuel 7: 12 al 16

[16] Salmo 2

[17] Daniel 7: 13 y 14

[18] Salmo 45: 1 al 7

[19] Isaías 9: 6 y 7

[20] Jeremías 23: 5 y 6

[21] Miqueas 5:2

[22] Malaquías 3: 1


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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Generalidades de la Escatología Bíblica

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