domingo, 3 de mayo de 2009

Algunas Características de un buen siervo de Jesucristo II


Palabra fiel es esta y digna de ser recibida por todos: que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.

Esto manda y enseña.

1 Timoteo 4: 9 al 11

 

INTRODUCCIÓN

Estos principios bíblicos no solo se aplican a los pastores o líderes de la Iglesia local sino a cada creyente en particular.

Estas cartas a Timoteo y la que va dirigida a Tito han sido llamadas Cartas Pastorales, debido a que van dirigidas a dos jóvenes ministros y al gran número de consejos ministeriales que en ellas se encuentran. Así que las cartas pastorales son útiles para delinear las características de los siervos de Dios en todos los tiempos. 1 y 2 de Timoteo y Tito deben ser el manual de consulta rápida para cada uno de los servidores de Dios pues hay principios enseñados allí por el Espíritu Santo que nunca debemos pasar por alto.

¿Qué tan duro debe trabajar un pastor en el ministerio?

¿Puede llegar el punto en que trabaja demasiado o que trabaje muy poco?

A los cristianos en general, como siervos de Dios, ¿también les podemos aplicar estas mismas preguntas?

Hablaremos en esta mañana del esfuerzo físico que demanda el ministerio, pero también hablaremos del contenido y la forma de la enseñanza que debe impartir el siervo de Dios.

¿Cómo se debe enseñar la palabra de Dios? ¿Cómo se debe presentar el evangelio?

Tanto el contenido como la manera de enseñar varían mucho en diferentes iglesias. ¿Nos dice la biblia qué debemos enseñar y cómo hacerlo?

Por ahora, recordemos inicialmente quienes somos siervos de Jesucristo:

SIERVO DE JESUCRISTO: no es solo aquel que de tiempo completo hemos sido llamados a trabajar en la obra de Dios, sino que realmente lo es todo aquel que ha sido salvo, los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. A todos nos ha llamado el Señor a servir.

Ya hemos estudiado cuatro de las características de un buen siervo de Jesucristo descritas en este pasaje de 2 de Timoteo 4:

Un buen ministro de Jesucristo:

  1. ADVIERTE DEL ERROR A LA CONGREGACIÓN

Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo.[1]

Un buen siervo de Jesucristo:

2.       ES UN ESTUDIANTE EXPERTO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.[2]

Un buen siervo de Jesucristo:

3.       DESECHA LO QUE NO SIRVE

Desecha las fábulas profanas y de viejas.[3]

Un buen siervo de Jesucristo es:

4.       DISCIPLINADO EN SU PIEDAD PERSONAL

Ejercítate para la piedad.[4]

 

Continuemos ahora con el estudio de dos características más descritas en el pasaje que tomamos inicialmente:

 

Un buen siervo de Jesucristo es:

5.       LABORIOSO

por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios[5]

Alguna vez un cómico dijo "Tan terrible es el trabajo que hasta pagan por hacerlo", sin embargo el trabajo es un valor fundamental.

Cuando alguien se refiere a nosotros como "muy trabajadores" nos sentimos distinguidos y halagados: los demás ven en nosotros la capacidad de estar horas y horas haciendo "muchas cosas importantes".

La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de nuestras circunstancias. Pero laboriosidad no significa únicamente "cumplir" nuestro trabajo. También implica el ayudar a quienes nos rodean incluso durante nuestro tiempo de descanso.

Podemos, fácilmente, dar una apariencia de laboriosidad cuando adquirimos demasiadas obligaciones para quedar bien, aún sabiendo que no podremos cumplir oportunamente.

A una imagen de mucha actividad pero con pocos resultados se le llama activismo, "mucho ruido y pocas nueces". Es entonces cuando se hace necesario analizar con valentía los verdaderos motivos por los que actuamos, para no engañarnos, ni pretender engañar a los demás cubriendo nuestra falta de responsabilidad.

La pereza es la manera común de entender la falta de laboriosidad. Quien con el pretexto de descansar de su intensa actividad -cualquier día y a cualquier hora- pasa demasiado tiempo en el sofá o en la cama viendo televisión "hasta que el cuerpo reclame movimiento", poco a poco perderá su capacidad de esfuerzo hasta ser incapaz de permanecer mucho tiempo trabajando o estudiando.

Para ser laborioso se necesita estar activo, hacer cosas que traigan un beneficio a nuestra persona, o mejor aún, a quienes nos rodean.

El siervo excelente está entregado al trabajo duro.

El ministerio no es solo una búsqueda de cosas celestiales y espirituales, es también trabajo físico, debemos tener los pies en la tierra.

Trabajamos duro porque lo que hacemos tiene implicaciones eternas. Tenemos el futuro eterno en mente, no estamos lidiando con cosas pasajeras. Es de suma importancia lo que hacemos.

Por tanto, procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables, porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.[6]

Porque nos presentaremos finalmente ante Dios trabajamos duro, él nos recompensará por lo que hayamos hecho. Vale la pena el esfuerzo.

Pero no solo por la recompensa, sino también por amor a los perdidos, el destino eterno de los que escuchan nuestra predicación: Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres.[7]

Trabajar hasta el punto de estar agobiado, de agonizar. El ministerio requiere tal trabajo que estaremos exhaustos, agonizaremos en ese trabajo porque los beneficios son eternos.

El verdadero liderazgo requiere esfuerzo, cuanto más alto sea el liderazgo más grande el esfuerzo.

¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos, más abundante; en azotes, sin número; en cárceles, más; en peligros de muerte, muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he sido náufrago en alta mar; en caminos, muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez. Y además de otras cosas, lo que sobre mí se añade cada día: la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar y yo no me indigno?[8]

¿Qué motivaba a Pablo a trabajar tan duro? ¿Lo hacía por fama, por remuneración económica, por su reputación, por recompensas temporales? NO!

Lo que hacemos lo hacemos pensando en la eternidad, el Dios viviente nos recompensará eternamente: por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.[9]

Trabajo duro, laboriosidad. Eso caracteriza al siervo excelente.

Hay una frase aquí que ha causado problemas a algunos el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen.

Dios no va a salvar a todos los hombres al final estén como estén, la Biblia no se contradice.

Detengámonos un momento acá:

La Biblia enseña que hay un lugar de tormento, de aislamiento, y de soledad eterna: el infierno. Este lugar está reservado para castigar eternamente a Satanás y sus ángeles, pedo allí también irán a parar todos aquellos que no crean en Jesucristo.

cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Estos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder.[10]

Dios es potencialmente el salvador de todos los hombres, pero eficazmente de todos aquellos que creen.

Todos los hombres disfrutan de salvación en cierto sentido pero plenamente sólo los creyentes en Jesucristo. Todos los hombres experimentan los beneficios del poder salvador de Dios, pero no la salvación eterna. Los creyentes disfrutan de los beneficios y de la salvación eterna misma.

Recuerdan lo que les pasó a los Israelitas: No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron el mar; que todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar, todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo. Pero de la mayoría de ellos no se agradó Dios, por lo cual quedaron tendidos en el desierto.[11]

El que alguien disfrute de un beneficio de Dios no garantiza su salvación:

No todo el que me dice: "¡Señor, Señor!", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?". Entonces les declararé: "Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!"[12]

 

Un buen siervo de Jesucristo:

6.       ENSEÑA CON AUTORIDAD

Esto manda y enseña.[13]

Te suplico encarecidamente delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su Reino, que prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.[14]

Pablo enseña a Timoteo que lo que debe predicar es la Palabra de Dios, no sus propios argumentos, teorías, o deducciones.

No más predicaciones tímidas, sin trascendencia, sin contenido bíblico.

Dios nos manda a predicar no sugerencias divinas sino mandamientos divinos.

Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los muertos.[15]

La exposición de la palabra de Dios exige un tono de autoridad, pues es Dios mismo quien habla por medio de su siervo.

Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente estaba admirada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.[16]

No se refiere a gritos o saltos, no me puedo imaginar al Maestro es esas andanzas emocionalistas.

Como te rogué que te quedaras en Éfeso cuando fui a Macedonia, para que mandaras a algunos que no enseñen diferente doctrina ni presten atención a fábulas y genealogías interminables (que acarrean discusiones más bien que edificación de Dios, que es por fe), así te encargo ahora.[17]

No son sugerencias, son mandamientos.

No son tonos tímidos o inseguros, que buscan no inquietar  a los oyentes. Quien viene por primera vez a oír la voz de Dios debe salir de este lugar inquietado por ella.

A los ricos de este mundo manda que no sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos. De este modo atesorarán para sí buen fundamento para el futuro, y alcanzarán la vida eterna.[18]

Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.[19]

No es nuestra autoridad, es la de Dios.

Una enseñanza con autoridad que exige obediencia a la voz de Dios.

¿Cual es fundamento de esta autoridad?

ü  El convencimiento de que la Biblia es la palabra de Dios, no que contiene, sino que es la palabra de Dios. No es como cualquier otro libro.

ü  Estar convencidos de lo que dice, saber cuál es el mensaje de ella.

ü  El compromiso de comunicarla. Debe ser nuestro compromiso con Dios. Si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme, porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciara el evangelio! Por eso, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada.[20]

ü  Preocupación por la gente que escucha la palabra de Dios. Conocerles y amarles. La gente necesita conocer ese mensaje de Dios.

 

APLICACIÓN

Estamos invitados a servir a nuestro Señor, pero no podemos hacerlo de cualquier manera, y para eso es necesaria la preparación.

Como vamos camino hacia la perfección, vamos buscando lo excelente, debemos entonces procurar ser excelentes siervos de Jesucristo.

Ya hemos recibido seis consejos que debemos ir incorporando en nuestra vida de servicio y veremos que Dios nos lleva a cumplir su propósito en nuestra vida:

*      Denunciemos el error,

*      dediquémonos al estudio bíblico,

*      desechemos lo que no sirve,

*      ejercitémonos para la piedad,

*      trabajemos duro, y

*      enseñemos con autoridad.

Debemos ser íntegros, vivir lo que predicamos. Solo así podemos ser realmente los siervos que nuestro Dios desea que seamos.

Que lo que digamos compruebe lo que hacemos. Lo que hacemos habla más fuerte que lo que decimos.

Enseñemos la palabra de Dios con amor y autoridad.

Si alguien no conoce todavía al salvador, es necesario que crea en él, pues solo así amándole, obedeciéndole, entregándose a él hoy, es la única manera de alcanzar salvación.



[1] 1 Timoteo 4: 6a

[2] 1 Timoteo 4: 6b

[3] 1 Timoteo 4: 7a

[4] 1 Timoteo 4: 7b

[5] 1 Timoteo 4: 10                                                                                                       

[6] 2 Corintios 5: 9 y 10

[7] 2 Corintios 5: 11a

[8] 2 Corintios 11: 23 al 29

[9] 1 Timoteo 4: 10

[10] 2 Tesalonicenses 1: 7 al 9

[11] 1 Corintios 10: 1 al 5

[12] Lucas 7: 21 al 23

[13] 1 Timoteo 4: 11

[14] 2 Timoteo 4: 1 y 2

[15] Hechos 17: 30 y 31

[16] Mateo 7: 28 y 29

[17] 1 Timoteo 1: 3 y 4

[18] 1 Timoteo 6: 17 al 19

[19] Tito 2: 15

[20] 1 Corintios 9: 16 y 17


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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