domingo, 10 de mayo de 2009

La resurrección de Jesucristo 2

Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. De pronto hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendió del cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. De miedo de él, los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Pero el ángel dijo a las mujeres: «No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos y va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis. Ya os lo he dicho».

Mateo 28: 1 al 7

 

LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO ¿ENGAÑO O REALIDAD?


LAS AFIRMACIONES DE QUE CRISTO RESUCITARÍA DE ENTRE LOS MUERTOS

Hablando de predicciones: ¿Ha oído alguna vez las predicciones de Nostradamus? Las que he oído son vagas y confusas de tal modo que pueden ser interpretadas de varias maneras y aplicadas a muchos sucesos. ¿O qué pasa con los horóscopos? Son tan generalizados e indiscriminados que pueden ser aplicados a cualquier persona en cualquier tiempo. Pero las predicciones de Cristo fueron totalmente diferentes. No fueron ambiguas ni generalizadas. Fueron claras y específicas.

Cristo anunció su resurrección de manera inequívoca y directa. Y aunque sus discípulos todavía ni siquiera podían comprenderla, los judíos tomaron su declaración muy en serio.

Si usted y yo dijéramos a un grupo de amigos que esperamos morir en una determinada fecha, pero que después de tres días de haber muerte regresaríamos con vida, seguramente que seríamos internados en una clínica de reposo mental hasta que nuestros pensamientos se aclararan y estuviéramos sanos otra vez. Esto sería lo correcto, pues solamente un necio andaría por ahí hablando de levantarse de los muertos al tercer día, a menos que supiera que realmente eso ocurriría, y nadie en el mundo ha sabido eso respecto de sí mismo sino solamente uno, el Mesías, El Hijo de Dios.

Tenemos la evidencia proveniente de la misma boca de nuestro Señor que él volvería de los muertos después de tres días. Él les dijo que sufriría una muerte violenta, por causa del aborrecimiento, y que se levantaría al tercer día. Todo esto tuvo su cumplimiento. Jesús mismo nunca predijo su muerte sin añadir que resucitaría, y describió su futura resurrección como una señal:

Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos diciendo: —Maestro, deseamos ver de ti una señal.

Él respondió y les dijo: —La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.[1]

Los judíos respondieron y le dijeron: —Ya que haces esto, ¿qué señal nos muestras?

Respondió Jesús y les dijo: —Destruid este templo y en tres días lo levantaré.

Entonces los judíos dijeron: —En cuarenta y seis años fue edificado este Templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho.[2]

Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.[3]

 Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: —No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.[4]

Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres y lo matarán, pero al tercer día resucitará».

Ellos se entristecieron mucho.[5]

«Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará»[6]

Entonces Jesús les dijo: —Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, pues escrito está: "Heriré al pastor y las ovejas del rebaño serán dispersadas". Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.[7]

Mientras descendían del monte, les mandó que a nadie dijeran lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de los muertos. Por eso guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. [8]

y diciendo: —Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y resucite al tercer día.[9]

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

Volvió a haber división entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: —Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué lo oís?

Decían otros: —Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?[10]

Cristo profetizó que levantaría Su cuerpo. ¿Hubieran creído los discípulos en Jesús como Mesías si la profecía del Señor hubiese estado errada, y no hubiera resucitado Su cuerpo, sino únicamente Su Espíritu, como enseña alguna secta?

Sólo tenemos dos opciones. Tenemos que creer en la poderosa enseñanza de la Biblia -que Cristo anunció que resucitaría su cuerpo y lo hizo-, o en el débil razonamiento de algunos hombres que afirman que Él no lo hizo.

Si Cristo no hubiera resucitado en la forma en que había dicho, una buena ocasión para explicar lo que realmente sucedió hubiera sido cuando las mujeres fueron a la tumba, la encontraron vacía y vieron a un ángel que les explicó: "No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto". Si el Señor no hubiera resucitado como había dicho, ¿por qué dijo el ángel: "Ha resucitado, como dijo"?

Ese hubiera sido el momento oportuno para explicar: "Él fue resucitado espiritualmente, luego Dios tomó Su cuerpo y lo escondió". La doctrina antibíblica de que el cuerpo de Cristo no resucitó de entre los muertos, sino que fue sacado y escondido, se originó en la mente de hombres perversos y contradice abiertamente la Palabra de Jehová.

Para leer algunas profecías del Antiguo Testamento que enseñan que Cristo resucitaría de entre los muertos basta con citar:

porque no dejarás mi alma en el seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.[11]

«Ver la corrupción» es un modismo hebreo que equivale a experimentar la muerte y la consiguiente corrupción del cadáver en el sepulcro. Los apóstoles interpretaron estas palabras como un anuncio profético de la resurrección de Jesús:

»Hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne levantaría al Cristo para que se sentara en su trono, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades ni su carne vio corrupción. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.[12]

»Nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios nos ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: "Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy". Y en cuanto a que lo levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: "Os daré las misericordias fieles de David". Por eso dice también en otro salmo: "No permitirás que tu Santo vea corrupción". Y a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. Pero aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree.[13]

Dentro de las predicciones que directamente hablan de la Resurrección de Cristo, la más clara predicción la constituye la profecía de Isaías, que ocupa el capítulo 53 de su libro. El profeta Isaías que vivió más de 700 años antes del nacimiento de Cristo, describió los sufrimientos de Jesús con tantos detalles, como si estuviera parado al pie de la cruz, termina su narración de la siguiente manera:

Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte, aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto Dios le dará parte entre los grandes y con los poderosos participará del triunfo.[14]

Las palabras finales de esta profecía hablan directamente de que el Mesías, después de sus sufrimientos de Salvación y después de su muerte vivirá otra vez y será glorificado.

Anoche estudiábamos el Milenio y precisamente acerca de la Resurrección del Mesías también indirectamente atestiguan los profetas que hablan acerca de su Reino Eterno, porque un Reino Eterno supone un Rey Inmortal. Por ejemplo:

Y cuando tus días se hayan cumplido y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará una casa para mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo seré padre para él, y él será hijo para mí. Si hace mal, yo lo castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero no apartaré mi misericordia de él como la aparté de Saúl, a quien quité de delante de ti. Tu casa y tu reino permanecerán siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.[15]

¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas?

Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes conspirarán contra Jehová y contra su ungido,, diciendo: «Rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas».

El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego les hablará en su furor, y los turbará con su ira: «Yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte».

Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: «Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás».

Ahora, pues, reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra.

Servid a Jehová con temor y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su ira.

¡Bienaventurados todos los que en él confían![16]

Miraba yo en la visión de la noche, y vi que con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre; vino hasta el Anciano de días, y lo hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que nunca será destruido.[17]

 Además quiero recordar que El Mesías no solo sería un Hombre sino también Dios y por consiguiente sería inmortal por su naturaleza divina. Así que si Jesucristo no se levanta de la tumba, sencillamente no es el Mesías. Además de los pasajes ya mencionados podemos recordar:

Rebosa mi corazón palabra buena; dirijo al rey mi canto; mi lengua es pluma de escribiente muy diestro.

Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se ha derramado en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.

Ciñe tu espada sobre el muslo, valiente, con tu gloria y majestad. En tu gloria sé prosperado; cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia. Tu diestra te enseñará cosas que asombran; tus saetas agudas, con que caerán pueblos debajo de ti, penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.

Tu trono, Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino.

Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros.[18]

Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro.

Se llamará su nombre "Admirable consejero", "Dios fuerte", "Padre eterno", "Príncipe de paz".

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.

El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.[19]

Vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso y actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra.

En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual lo llamarán: "Jehová, justicia nuestra".[20]

Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad.[21]

«Yo envío mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. Y vendrá súbitamente a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros, ya viene», ha dicho Jehová de los ejércitos.[22]

De esta manera los profetas sentaron las bases en su pueblo de la fe en la venida y Resurrección del Mesías. Es por eso que los apóstoles con mucho éxito extendían la fe dentro del pueblo hebreo, la fe en Cristo Resucitado, sin importar los obstáculos de parte de los líderes religiosos del pueblo hebreo.

CONCLUSIÓN

Como dijimos hace ocho días:

La doctrina de la resurrección de Jesucristo es fundamental para la fe cristiana.

Si no existiera la resurrección, los predicadores predicarían falsedades, los cristianos estarían aún en sus pecados y los creyentes que han muerto estarían perdidos para siempre.

Pero además hoy tenemos que concluir que negar la resurrección de Cristo es negar todo el Nuevo Testamento.

No nos serviría Jesús como Mesías ya que estaba profetizado que viviría para siempre.

Por eso tenemos que ser enfáticos al declarar que…

¡Jesucristo sí se levantó de entre los muertos!

 

 

 



[1] Mateo 12: 38 al 40

[2] Juan 2: 18 al 22

[3] Mateo 16: 21

[4] Mateo 17: 9

[5] Mateo 17: 22 y 23

[6] Mateo 20: 18 y 19

[7] Mateo 26: 31 y 32

[8] Marcos 9: 9 y 10

[9] Lucas 9: 22

[10] Juan 10: 17 al 21

[11] Salmo 16: 10

[12] Hechos 2: 29 al 32

[13] Hechos 13: 32 al 39

[14] Isaías 53: 9 al 12a

[15] 2 Samuel 7: 12 al 16

[16] Salmo 2

[17] Daniel 7: 13 y 14

[18] Salmo 45: 1 al 7

[19] Isaías 9: 6 y 7

[20] Jeremías 23: 5 y 6

[21] Miqueas 5:2

[22] Malaquías 3: 1


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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