domingo, 18 de mayo de 2008

SOBRE LOS APÓCRIFOS 4 DE 4


LOS LIBROS APÓCRIFOS

Tomado de: http://www.geocities.com/dmonge79/church.html

 

Voy a transcribir lo que escribió un pastor cristiano apostólico, Manuel J. Gaxiola, doctor en teología:

"Aclaro desde ahora que quien esto escribe prefiere la Biblia conforme al canon evangélico, aunque no deja de encontrar interesantes y en algunos casos útiles los deuterocanónicos, sin la intención de utilizarlos como texto en la predicación y mucho menos de concederles la misma autoridad que a los que tradicionalmente hemos usado.(...)

Pecando de breves, diremos que la posición de la Iglesia Católica Romana incluye los libros deuterocanónicos en sus ediciones de la Biblia con base principalmente en las decisiones del Concilio de Trento (1546 d.C.), donde se declararon canónicos los libros citados y se amenazó como anatema a quienes los rechazaran. La mayoría de las iglesias evangélicas sólo aceptan como canónicos los 39 libros que conocemos. Cuando las Sociedades Bíblicas publican los libros deuterocanónicos, especialmente para uso de católicos, los colocan después de Malaquías y no en el orden de las biblias católicas.

Conclusión. Hacemos bien en aceptar como canónicos y como regla de fe los 39 libros que tenemos en el actual AT. Sin embargo, no podemos simplemente criticar o combatir la lectura privada de los deuterocanónicos ni descartarlos como si no tuvieran ningún valor. Mucho menos debemos condenarlos o denostar a quienes los publican o leen, sin antes haberlos leído nosotros mismos, que estamos llamados a "examinarlo todo y retener lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21).

El consejo del Dr. Goodspeed nos resulta muy útil: 'Estamos en peligro de tener una falsa perspectiva de la historia religiosa judía y cristiana si tratamos de pasar directamente del Antiguo al Nuevo Testamentos omitiendo la apócrifa. Esta formó parte del trasfondo literario del movimiento cristiano. Nos presenta a los actores del N.T.: Santos y pecadores, fariseos y saduceos, ángeles y demonios. Su influencia está en cada libro del N.T. Sin embargo, lo más instructivo que tienen para nosotros es el contraste entre las actitudes farisaicas y cristianas que es posible formular.'"

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Los libros de la Biblia hebrea son 24, divididos en tres grandes secciones:

*La primera sección, conocida como Torah («Ley»), contiene los llamados «cinco libros de Moisés»: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

*La segunda división, conocida como Nebi'im («Profetas»), se subdivide, a su vez, en dos grupos:
(a) «Los profetas anteriores»: Josué, Jueces, Reyes y Samuel;
(b) «Los profetas posteriores»: Isaías, Jeremías, Ezequiel y el Libro de los Doce.

*La tercera sección de la Biblia hebrea se conoce como Ketubim («Escritos»), e incluye once libros: Salmos, Proverbios y Job; un grupo de cinco libros llamados Megilot («Rollos») -Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester-; y finalmente Daniel, Esdras-Nehemías y Crónicas.

Con las iniciales de Torah, Nebi'im y Ketubim se ha formado la palabra hebrea Tanak, nombre que los judíos usan para referirse a la Biblia hebrea, nuestro Antiguo Testamento.

Los 24 libros de la Biblia hebrea son idénticos a los 39 que se incluyen en el Antiguo Testamento de las Biblias «protestantes»; es decir, las que no contienen los libros deuterocanónicos. La diferencia en numeración se originó cuando se empezó a contar, por separado, cada uno de los doce profetas menores, y cuando se separaron en dos las obras siguientes: Samuel, Reyes, Crónicas y Esdras-Nehemías.

Fuente:
Descubre La Biblia, (Miami, FL USA: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

 


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 



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SOBRE LOS APÓCRIFOS 3 DE 4


LOS LIBROS DEUTEROCANÓNICOS: ¿APÓCRIFOS O INSPIRADOS POR DIOS?

 

Con esta pregunta quiero que me acompañes en el estudio de las diferencias que existen entre la Biblia católica y la protestante; en el Nuevo Testamento no encontramos diferencia alguna, sino que es en el Antiguo donde encontramos 7 libros más en la versión católica: Tobit, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, 1ª y 2ª de Macabeos, además de adiciones a otros libros, como Daniel 3. 24-90 y los capítulos 13 y 14, y algunas al libro de Esther .

¿Por qué esta diferencia de libros?, ¿cuál es el objeto de la exclusión por parte de los protestantes?, ¿por qué se les conoce por este nombre?

En primer lugar, hablaré de su origen; estos siete libros fueron creados entre el 200 y el año 30 A.C. La mayoría de ellos fueron escritos en griego, idioma que, en aquel entonces, era el más utilizado. Estas dos circunstancias contrastan con el resto del Antiguo Testamento, pues todos sus libros fueron escritos en hebreo y, por otro lado, los judíos no reconocen a estos libros una inspiración divina, puesto que no fueron escritos por profetas de Dios, pues en la época histórica en la cual fueron creados, ya no existía profeta vivo, es decir, después de la vida de Esdrás y Malaquías, tal y como se reconoce en 1ª de Macabeos 9.27 "Tribulación tan grande no sufrió Israel desde los tiempos en que dejaron de aparecer profetas".

Pero no quiere decir esto que no fueran conocidos por el pueblo hebreo. En este punto, tenemos que hablar del Rey Tolomeo de Alejandría; éste fue conocido por su afán de reunir todo el saber del mundo antiguo. Con este propósito, reunió a 70 judíos para que tradujeran al griego y compendiaran todo los libros de carácter religioso del pueblo hebreo. En este compendio, además de todo el Antiguo Testamento, fueron incluidos los 7 libros en cuestión. Por esta circunstancia son también denominados "septuaginta", en honor a estos 70 judíos.

Esta es una primera de las circunstancias por las que debemos de replantearnos si son verdaderamente inspirados por Dios, puesto que si el propio pueblo de Dios no los incluyó dentro de los libros del Antiguo Pacto, ¿por qué debemos de tomarlos nosotros?. El pueblo judío los denominaba "apócrifos", es decir, no reconocidos, pues dudaban de su inspiración divina. Es dentro de los propios libros donde vemos que carecen de una de la principales fuentes para entender que algo es inspirado por Dios, pues no aparece ninguna de estas frases: "Así dice Jehová", "Vino a mí palabra de Jehová", "Habló Jehová a..." y por el contrario expresan su inspiración humana, tal y como aparece en 2ª de Macabeos 15.37-38 "...Y yo termino aquí mi narración. Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer ". Claramente expresa que es de propia creación, pues no habla para nada de inspiración divina. Asimismo, en el prólogo del libro Eclesiástico, habla el nieto del escritor en estos términos: "... Los que leen las Escrituras tienen el deber no solamente de adquirir ellos mismos muchos conocimientos, sino que deben ser capaces de ayudar, tanto de palabra como por escrito, a quienes no han recibido esta instrucción. Así lo hizo mi abuelo Jesús. En primer lugar se dedicó de lleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos de nuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos; y luego él mismo se sintió movido a escribir un libro sobre la instrucción y la sabiduría, para que, practicando sus enseñanzas, las personas deseosas de aprender puedan hacer mayores progresos viviendo de acuerdo con la ley". Expresa claramente que su abuelo quiso realizar un libro didáctico, para ayudar al conocimiento de la Ley, pero no expresa para nada algún tipo de revelación, sino que es escrito basándose en el conocimiento adquirido, por su experiencia, de la primera.

Tras esto, debemos ver si en los escritos del Nuevo Pacto, es decir, en el Nuevo Testamento, aparece alguna referencia a estos libros, pues, como hemos visto, eran conocidos por el pueblo judío y por lo tanto conocidos por el propio Jesucristo, los Evangelistas, Apóstoles y el propio Pablo. Tenemos que dar una respuesta negativa; en el Nuevo Testamento, que se basa en la versión griega, es decir, la "Septuaginta", se citan todos los libros del Antiguo, excepto 4 de los profetas menores y los apócrifos. Punto este que añade incertidumbre a su inclusión dentro del Antiguo Testamento.

Otro añadido a su exclusión lo encontramos en las listas de libros considerados como de inspiración divina; hasta el año 395 D.C., encontramos 11 listados y en ninguno de ellos hace referencia a los apócrifos, e incluso en el concilio de Laódicea (363 D.C.) se prohibe expresamente la lectura de estos libros en las iglesias. Todo se basa en el compendio de libros del Antiguo Testamento que hace el pueblo judío, pues en el año 90 D.C., en el sínodo de Jamnia, sólo se reconocen como canónicos, es decir, inspirados por Dios, los 39 libros que integran el Antiguo Testamento.

Es por "San Jerónimo" por lo que conocemos a estos libros como "Deuterocanónicos", pues en su versión de la Biblia, llamada la "Vulgata", protestó la inclusión de tales libros, aunque al final cedió a dicha presión, dejándolos aparte, pues los consideró de segundo rango, a diferencia de los "Protocanónicos" o de primer rango. No fue hasta el concilio de Trento, en el año 1546, cuando supuso su definitiva inclusión dentro de la Biblia católica.

¿Por qué se tardó tanto tiempo en integrarlos dentro de la Palabra de Dios si, supuestamente, estaban inspirados por Él?, ¿por qué este cambio de parecer?

La respuesta la encontramos en la Reforma; en toda Europa estaba surgiendo un movimiento contrario a la doctrina oficial de la "Iglesia Católica" que después fue conocido como protestantismo. Este movimiento nació como protesta a ciertas prácticas religiosas que carecían de base bíblica para su aceptación. Demostraba este movimiento que la "Iglesia" se apartaba claramente de la Palabra de Dios, por lo tanto reivindicaban la vuelta al Evangelio de Cristo. La "Iglesia Católica", lejos de volver al verdadero Evangelio, emprendió un paso adelante en sus tradiciones y es en el Concilio de Trento donde se establece el "Dogma de Fe" de igualar la propia tradición de la Iglesia a la Palabra de Dios.

Pero la "Iglesia" tenía que justificar de alguna manera el uso de tradiciones religiosas tales como la oración por los muertos, el purgatorio, el perdón de los pecados por la realización de buenas obras. Esta justificación la encontró en los libros deuterocanónicos.

·         A continuación detallaré versículos donde encontramos estas justificaciones:

2ª de Macabeos 12.45 "Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos. Pero, como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa. Por esto hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado". Justifica el orar por los muertos.

Tobit 12.9 "Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida". El perdón de los pecados gracias a las limosnas.

2ª de Macabeos 15.12-16 "La visión era esta:... se trataba de un personaje de la más alta autoridad. Onías tomó la palabra, y dijo: "Este es Jeremías, el profeta de Dios, el amigo de sus hermanos, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad santa." Jeremías extendió la mano derecha, le dio a Judas una espada de oro y le dijo: "Toma esta espada santa, que Dios te da; con ella destrozarás a los enemigos."". Aquí vemos otra creencia religiosa católica y es que los muertos (pues Jeremías estaba en el Cielo), pueden interceder por los vivos, justificando así la oración a los "Santos".

·         También en estos libros aparecen contradicciones a la Palabra de Dios:

Tobit 6.4-9 "El ángel le dijo: Ábrelo y sácale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos. Son un remedio muy útil. ... Entonces el muchacho preguntó al ángel: Amigo Azarías, ¿para qué sirven de remedio la hiel, el corazón y el hígado del pescado? Él contestó: Cuando una persona es atacada por un demonio o espíritu malo, si se queman delante de esa persona el corazón y el hígado del pescado, cesa el ataque y no se repite jamás. Y cuando una persona tiene nubes en los ojos, si se untan con la hiel y se sopla en ellos, queda sana". Apoya aquí la práctica de los curanderos.

Tobit 8.1-3 "Cuando terminaron de cenar, decidieron ir a acostarse. Llevaron al muchacho a la habitación. Tobías se acordó entonces de lo que le había dicho Rafael. Sacó de su bolsa el hígado y el corazón del pescado, y los puso sobre las brasas en las que se quemaba incienso. El olor del pescado no dejó acercar al demonio, y este salió huyendo por el aire hasta la parte más lejana de Egipto. Rafael fue y lo encadenó allá, y volvió inmediatamente". Otra práctica pagana y de brujería.

2ª de Macabeos 14.41-42 "Las tropas estaban ya a punto de tomar la torre donde se encontraba Razís, y trataban de forzar la puerta de fuera, habiendo recibido órdenes de prender fuego y quemar las puertas, cuando Razís, acosado por todas partes, volvió su espada contra sí mismo, prefiriendo morir noblemente antes que caer en manos de aquellos criminales y sufrir injurias indignamente". Da validez al suicidio, no condenándolo.

Judit 9.13 "Dame palabras para poder engañarlos y causarles el desastre y la muerte, pues tienen planes perversos contra tu alianza, contra el templo consagrado a ti, contra el monte Sión y contra la ciudad que es hogar y propiedad de tus hijos". Dios es la verdad, nunca justifica la mentira y menos la inspira, por lo que este texto enseña algo contrario a la Palabra de Dios.

Sabiduría 11.17 "Tu mano omnipotente, que de la materia sin forma creó el mundo". Según el Génesis Dios crea el mundo de la nada, sólo con su Palabra.

Eclesiástico 12.6-7 "También Dios aborrece a los malvados y les dará su castigo. Debes dar al bueno, pero no al malvado; da alivio al afligido, pero no des nada al orgulloso". Contradice claramente el mandato divino de amar a nuestros enemigos y no tiene en cuenta la misericordia divina. A nosotros no nos es permitido juzgar si una persona es buena o no, todo el juicio le pertenece a Dios.

·         También encontramos numerosos errores históricos. Ponemos estos a modo de ejemplo:

Judit 1.1 "Cuando Nabucodonosor estaba en el año doce de su reinado sobre los asirios en Nínive, su capital". Está demostrado y documentado que Nabucodonosor nunca fue rey de Asiria sino de Babilonia, aunque conquistó este reino nunca trasladó su capital a Nínive.

Baruc 1.1-2 "Este es el libro que Baruc, hijo de Nerías y descendiente de Maaseías, Sedequías, Hasadías e Hilquías, escribió en Babilonia el día siete del mes del año quinto después que los caldeos se apoderaron de Jerusalén y la incendiaron.". Crea contradicción con el libro de Jeremías, que afirma claramente que Baruc no estaba en Babilonia, sino en Egipto: "Por el contrario, Johanán y todos los jefes militares reunieron a la poca gente de Judá que aún quedaba ... incluyendo a Jeremías y a Baruc. Sin hacer caso de la orden del Señor, todos ellos se fueron a Egipto y llegaron hasta la ciudad de Tafnes." (Jeremías 43.4-7)

Como conclusión debemos pensar que estos libros, cuyos autores reconocen su propia autoría y no la inspiración divina, que contienen errores históricos, prácticas paganas, contradicciones con la Palabra inspirada por Dios, y que no fueron nunca reconocidos por los maestros judíos, Jesucristo, Apóstoles y "Padres de la Iglesia", que los consideraban como de "segundo orden", no debieron ser admitidos en la Biblia con el mismo rango que el resto de libros del Antiguo Testamento.

Toda la Palabra de Dios está inspirada por Él, si en estos libros hay errores y contradicciones, debemos pensar que no son Palabra de Dios puesto que Él no yerra.

 

 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
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SOBRE LOS APÓCRIFOS 2 DE 4


Los Libros Apócrifos.

Copiado de Ralph Earle, COMO NOS LLEGÓ LA BIBLIA, CNP, 1975. Pag 37- 43

 

Si acaso uno encuentra una vieja Biblia de púlpito, pudiera ser que encontrara en ella un material bastante extenso entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Para ser más exacto, tal vez encontrara unos 14 libros (o parte de libros), ocupando un espacio igual a unas 5/6 partes del volumen del Nuevo Testamento. Estos se llaman los Libros Apócrifos.

La palabra "apócrifo" significa "escondido." Los que aprobaron estos libros pretenden que fueron retirados del uso común porque contenían sabiduría secreta que solamente los iniciados debían saber. Los que rechazaron estos libritos dijeron que 'fueron escondidos por ser espurios. Jerónimo, (en el siglo IV d.C.) parece haber sido la primera persona que los llamó Apócrifos.

Los 14 libros son I y II Esdras, Tobías, Judit, Adiciones al libro de Ester, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico (o Sabiduría de Jesús, el hijo de Sirac), Baruc, Susana, el Cántico de los Tres Jóvenes, Bel y el Dragón, la Oración de Manasés, y I y II Macabeos. Probablemente fueron escritos entre los 200 y 100 a.C.

En la versión Septuaginta (en griego) y en la Vulgata (en latín) estos libros aparecen repartidos en varias partes del Antiguo Testamento. Martín Lutero fue el primero que los separó. En 1534 Lutero terminó la traducción de la Biblia al alemán de los idiomas originales, hebreo y griego. Ya que no encontró los Libros Apócrifos en la Biblia Hebrea, los tradujo al final y los colocó entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Myles Corverdale siguió la misma pauta cuando publicó, al año siguiente, la primera Biblia en inglés. Todas las Biblias protestantes en inglés hicieron lo mismo hasta que apareció la versión M Rey Santiago (1611 d.C.), e inclusive ésta. Las Biblias católicas en inglés[1] todavía tienen los Libros Apócrifos esparcidos por el Antiguo Testamento como sucede con la Vulgata. Pero las Biblias que mejor conocemos hoy en día no contienen tales libros. Es natural que preguntemos el porqué de tal omisión.

La Biblia conocida como "the Great Bible" (la Biblia Grande de 1539) cita en su prólogo la declaración de San jerónimo que esos libros eran buenos para edificación, pero que no eran autoritativos. La Biblia de Ginebra de 1560 ("Geneva Bible") dio un paso más adelante y afirmó que tales libros no debieran de emplearse para decidir ningún asunto doctrinal, sino solamente para conocimiento de la historia e instrucción en la vida piadosa. Pero la Biblia de los Obispos ("Bishop's Bible" 1568) se publicó sin ninguna advertencia parecida. Siendo que la famosa versión que lleva el nombre del Rey Santiago ("King James" 1611) era una revisión de la Biblia de los Obispos, solamente puso el encabezamiento de "Libros Apócrifos" sin ninguna nota de descrédito. Es más, uno de los hombres responsables por su producción llegó a ser el Arzobispo de Canterbury y en virtud de tal puesto decretó que cualquiera persona que publicara una Biblia en inglés sin los Libros Apócrifos sería encarcelada por un año.

Pero los puritanos "persiguieron a los Libros Apócrifos" para citar la frase de Federico Kenyon. Desde el año 1590 aparecieron algunas copias de la "Biblia de Ginebra" que los puritanos hicieron suya, sin dichos libros. Por el año 1629 sucedió otro tanto con la Versión del Rey Santiago bajo la influencia puritana.

La actitud oficial de la Iglesia de Inglaterra se expresa en uno de sus Treinta y Nueve Artículos de Religión. Después de referirse a "los libros canónicos" dice lo siguiente: "y los otros libros (como declara Jerónimo) la iglesia lee para hallar ejemplo de vida e instrucción en conducta, pero no los aplica para establecer ninguna doctrina."

Fue en la primera parte del siglo 19 que por fin se tomó una acción para excluir a los Libros Apócrifos. La Sociedad Bíblica Nacional de Escocia tomó la posición de que si estos libros no eran la Palabra de Dios dada por inspiración, ellos no debieran de malgastar el dinero imprimiéndolos como parte de la Biblia. Dicha sociedad hizo una petición a la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, la cual votó en 1827 que no emplearía ninguno de sus fondos para publicar los Libros Apócrifos. Desde esa fecha la mayoría de las copias de la Versión del Rey Santiago se han publicado sin tales libros. Sin embargo tomamos nota que algunas versiones posteriores en inglés les han incluido, como sucede con algunas ediciones de la versión Goodspeed y la "Revised Standard." Tenemos que conceder que los Libros Apócrifos están gozando de nueva popularidad entre los protestantes.

¿Cuál debe ser nuestra actitud respecto a los Libros Apócrifos? En primer lugar tenemos que reconocer que contienen mucho material de valor histórico y religioso. Pero por otra parte estamos de acuerdo con la sana opinión protestante de los últimos 400 años que estos libros no son parte de la inspirada, autoritativa Palabra de Dios. De modo que sentimos que no debieran de tener ningún lugar en la Biblia, sino que deben de estudiarse por separado.

Pero ya que la mayoría de los protestantes no conocen estos libros, tal vez convenga dar una caracterización breve de cada uno de ellos. Y puesto que la Iglesia Católica Romana sostiene que son una parte de la Biblia inspirada autoritativa, necesitamos conocer la naturaleza de estos escritos.

I Esdras (alrededor de 150 a.C.) narra la restauración d los judíos a la Palestina después del cautiverio babilónico Toma prestado material de Crónicas, Esdras y Nehemías pero el autor ha añadido mucho material legendario.

Quizás su relato más interesante es la Historia de los Tres Guardias. Debatían acerca de cuál era la cosa más poderosa del mundo. Uno dijo, "el vino"; otro, "el rey"; y el tercero, "La Mujer y la Verdad." Pusieron estas tres respuestas debajo de la almohada del rey. Al despertarse, él demandó que los tres hombres defendieran sus respuestas. El fallo unánime fue, "La verdad es grande y supremamente poderosa." Porque Zorobabel había dado esta respuesta se le permitió como recompensa reconstruir el templo en Jerusalén.

II Esdras (100 d.C.) es un libro apocalíptico que contiene siete visiones. Se dice que dichas visiones confundieron de tal modo a Martín Lutero que tiró el libro al río Elba.

Tobit (la primera parte del siglo II, a.C.) es una corta novela. Marcadamente farisaica en tono, recalca la Ley, las comidas limpias, los lavamientos ceremoniales, las obras de caridad, el ayuno y la oración. Es palpablemente antibíblico en su declaración que la limosna expía el pecado.

Judit (a mediados del siglo 2 a.C.) es también ficticio y farisaico. La heroína de la novela es Judit, una hermosa viuda judía. Al ser asediada su ciudad, salió ella con su sirvienta y una provisión de comida ceremonialmente limpia y entró en la tienda del general del ejército enemigo. El se enamoró de su hermosura y le dio un lugar en su tienda. Afortunadamente para ella, él había tomado licor en exceso y cayó en el estupor de la embriaguez. Judit agarró la espada del general y le cortó la cabeza. Acto seguido metió la cabeza en su bolsa de provisiones y abandonó el campamento. Colgaron la cabeza en el muro de una ciudad cercana, y el ejército asirio sin líder fue derrotado.

Adiciones al Libro de Ester (alrededor del 100 a.C.). El libro de Ester es único entre los libros del Antiguo Testamento por el hecho de no hacer ni una mención del nombre de Dios. Relata que Ester y Mardoqueo ayunaron, pero no declara específicamente que oraron. Para compensar esa falta, las Adiciones tienen largas oraciones atribuidas a estos dos, junto con un par de cartas que se supone fueron escritas por Asuero.

La Sabiduría de Salomón (alrededor de 40 d.C.). Se escribió para impedir que los judíos cayeran en el escepticismo, el materialismo y la idolatría. Como en Proverbios, aquí encontramos la personificación de la Sabiduría. Muchos sentimientos nobles hallan expresión en este libro.

Eclesiástico, o la Sabiduría de Jesús Hijo de Sirac (alrededor de 180 a.C.), demuestra un nivel elevado de sabiduría religiosa, algo parecido al libro canónico de Proverbios. A la vez presenta mucha sabiduría práctica. Por ejemplo, tratando de pláticas de sobremesa, dice así: "Abrevia el discurso, diciendo mucho en pocas palabras y sé como quien, sabiendo, sabe callar" (32:11, 12 Nácar Colunga).

Y en otro lugar: "Reflexiona antes de responder y serás escuchado; recoge tus pensamientos y responde" (33:4).

En sus sermones, Juan Wesley cita varias veces al Eclesiástico. Todavía se le usa extensamente en los círculos de la Iglesia Anglicana.

Baruc (alrededor de 100 d.C.) se representa como escrito por Baruc, el escribiente de Jeremías en el 582 a.C. En realidad es probable que el libro sea un intento de interpretar la destrucción de Jerusalén, que sucedió en el 70 d.C. El libro exhorta a los judíos a no rebelarse nuevamente, sino a someterse al emperador. No obstante, poco después ocurrió la rebelión de BarCochba contra el gobierno romano en 132-35 d.C. El capítulo 6 de Baruc contiene la pretendida "Carta de Jeremías" con su fuerte amonestación contra la idolatría –dirigida probablemente a los judíos en Alejandría, Egipto.

Nuestro libro de Daniel tiene 12 capítulos. El primer siglo antes de Cristo se le añadió el capítulo 13, la historia de Susana. Ella era la bella esposa de un judío principal de Babilonia, a cuya casa acudían frecuentemente los ancianos y jueces judíos. Dos de ellos se enamoraron de ella e hicieron la tentativa de seducirla. Cuando ella lanzó un grito, los dos ancianos dijeron que la habían encontrado debajo de un árbol en los brazos de un joven. Ella fue traída ante el tribunal. Ya que había dos testigos que concordaban en su testimonio, ella fue condenada y sentenciada a muerte.

Pero un joven llamado Daniel interrumpió el procedimiento e interrogó a los dos testigos. Por separado les preguntó cuál era el árbol del huerto debajo del cual habían encontrado a Susana y su amante. Cuando los dos dieron respuestas contradictorias, ellos mismos fueron sentenciados a muerte y Susana se salvó.

Bel y el Dragón se añadió al libro de Daniel más o menos por el mismo tiempo y aparece como el capítulo 14 del libro. Su propósito principal era enseñar la insensatez de la idolatría. Contiene dos historias.

En la primera historia el rey Ciro preguntó a Daniel por qué no adoraba a Bel, ya que aquel dios comprobaba su grandeza, comiendo a diario muchas ovejas juntamente con mucha harina y aceite. Por tanto Daniel esparció cenizas sobre el piso del templo después que hubieron colocado la comida sobre la mesa para su dios. En la mañana el rey llevó a Daniel al templo para mostrarle que Bel había consumido toda la comida durante la noche. Pero Daniel le enseñó al rey las cenizas en el suelo y las huellas de los sacerdotes y sus familias que habían entrado secretamente debajo de la mesa. El rey ordenó la muerte de los sacerdotes y la destrucción del templo.

Es muy obvio que la siguiente historia del Dragón es igualmente legendaria en carácter juntamente con Tobit, Judit y Susana, estas historias pueden clasificarse como nada más que escritos judíos novelísticos con poco o nada de valor religioso.

El Cántico de los Tres Jóvenes Hebreos sigue a Daniel 3:23 en la Septuaginta y la Vulgata. Toma prestadas muchas expresiones del Salmo 148 y repite 32 veces el estribillo "Digno de ser cantado y glorificado por los siglos" (Nácar-Colunga).

La Oración de Manasés se compuso en los tiempos de los Macabeos en el segundo siglo a.C., como la supuesta oración de Manasés, el malvado rey de Judá. Obviamente se surgió por la declaración de II Crónicas 33:19: "Su oración también, y cómo fue oído ... he aquí estas cosas están escritas en las palabras de los videntes." Dado que esta oración no se encuentra en la Biblia, ¡algún escriba imaginó que él tenía que suplir la deficiencia!

I Macabeos (primer siglo a.C.) es quizás el libro más valioso entre los Libros Apócrifos, porque relata las hazañas de los tres hermanos Macabeos-Judas, Jonatán y Simón. Juntamente con Josefo, ésta es nuestra fuente histórica más importante para este período crucial y dramático de la historia judía.

II Macabeos (del mismo tiempo) no es una continuación de I Macabeos, sino un relato paralelo, limitándose a las victorias de Judas Macabeo. Se piensa generalmente que tiene más elementos legendarios que I Macabeos.

 



[1] Y en otros idiomas también –Nota del Trad.


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
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SOBRE LOS APÓCRIFOS 1 DE 4

 

¿UNA BIBLIA ADULTERADA?

 

LOS LIBROS APÓCRIFOS

(Publicado originalmente por Editorial Resurrección, 2323 S. W. 27 Avenida, Miami, Florida 33145, EE.UU., sin fecha ni copyright)

 

 

 

LAS SOCIEDADES BÍBLICAS publican, para América Latina, una revista que lleva por título La Biblia. En las páginas 35 a la 37 del número correspondiente a Octubre-Diciembre de 1978 apareció un artículo, escrito por el doctor Gonzalo Báez-Camargo, titulado: Las Sociedades Bíblicas y los Libros Deuterocanónicos. Evidentemente, el propósito de este artículo es tratar de justificar la inclusión de los llamados Libros Apócrifos en una nueva versión de la Biblia publicada por las mencionadas Sociedades, y preparar el ambiente para que le otorguemos una calurosa bienvenida.

    En la página 38 de la citada revista viene un diagrama en el que aparecen, en el siguiente orden de tiempo y mérito, quince versiones de la Biblia en lengua castellana.

 


 

1. Dios habla hoy                                     1978

2. Nueva Biblia Española                        1976

3. Biblia para Latinoamérica                  1971

4. Biblia de Jerusalén                              1967

5. Biblia de Herder                                   1964

6. Biblia Bover-Cantera                           1947

7. Biblia Straubinger                                1944

8. Biblia Nácar-Colunga                          1944

9. Versión Moderna, H. B. Pratt             1893

10. Biblia de Torres Amat                       1825

11. Biblia de Felipe Scío                         1793

12. Biblia del Oso, Casiodoro de Reina 1569

13. Biblia de Ferrara                                1553

14. Biblia del Duque de Alba                  1430

15. Biblia Alfonsina                                 1280


 

    

La número uno es la nueva versión de las Sociedades Bíblicas traducida de los originales hebreo y griego, y con los Libros Apócrifos. Las correspondientes a los números dos al ocho son versiones católico romanas, traducidas de las lenguas originales, y con los Libros Apócrifos. Las versiones correspondientes a los números diez al quince, dice la mencionada revista que son traducciones de la Vulgata Latina. Como vemos, incluye en esta clasificación a la versión Reina-Valera.

    Cuando leímos lo que dejamos expuesto experimentamos un sentimiento de indignación. Hasta ahora las autoridades de la Iglesia Católica y del campo evangélico han reconocido y proclamado que la versión de Casiodoro de Reina procede de los textos originales. Y ahora nos vienen las Sociedades Bíblicas desmintiendo lo que ha sido criterio general de evangélicos y católicos. ¿A qué se debe esta actitud? A que las Sociedades Bíblicas quieren ahora restar méritos a la versión que han venido publicando por espacio de 120 años, para situar en el primer pedestal a la nueva versión con los Libros Apócrifos.

    Lo que a continuación vamos a exponer ha sido motivado por lo que dejamos expuesto.

 

¿Treinta y nueve o cuarenta y seis libros?

 

    En lo que se refiere al Nuevo Testamento no hay diferencia ninguna entre las versiones católicas y evangélicas. Pero en el Antiguo Testamento sí hay diferencia. Hasta ahora el Antiguo Testamento en las versiones evangélicas se componía de 39 libros. El Antiguo Testamento de las versiones católicas se compone de 46 libros; y varios capítulos añadidos a los libros de Ester y Daniel. Los siete libros añadidos son Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, Primero de Macabeos y Segundo de Macabeos.

 

¿Por qué se les llama Apócrifos?

 

    El primero en calificarlos de apócrifos fue San Jerónimo, traductor de la Vulgata Latina. Dice un autor católico que "el nombre apócrifos se aplica entre los católicos a escritos de carácter religioso no incluidos en el canon de la Escritura que, si bien no son inspirados, pretendieron tener origen divino o fueron algún tiempo considerados como sagrados". (Verbum Dei, tomo 1, pág. 299.) La palabra "apócrifo" viene a ser sinónimo de falso. Los evangélicos nunca hemos aceptado los Libros Apócrifos como inspirados por Dios.

 

Los Libros Apócrifos nuncaestuvieron en el canon

 

    Los libros inspirados que componen el Antiguo Testamento fueron escritos en hebreo, por profetas hebreos y dirigidos al pueblo hebreo. El apóstol Pablo afirma, bajo inspiración divina, que la Ley de Dios fue promulgada para el pueblo israelita (Ro. 9:4). Y que Dios encomendó al mencionado pueblo el cuidado o preservación de las Sagradas Escrituras (Ro. 3:1-2). Dice el autorcatólico M. Chasles lo siguiente: "Para el pueblo judío fue escrito primeramente el Antiguo Testamento. Él lo recibió en depósito. Las Escrituras nos han sido transmitidas por Israel, y con ese espíritu escrupuloso que ha asegurado la conservación de las costumbres hebreas" (Qué es La Biblia, pág. 33). La confesión o declaración de este autor católico es de capital importancia en relación con el tema que estamos considerando.

    Los llamados Libros Apócrifos no fueron escritos en hebreo, ni por profetas hebreos inspirados por Dios. Nunca formaron parte del Antiguo Testamento hebreo. Cuando los mencionados libros entraron a formar parte de la versión griega de la Biblia, los israelitas convocaron un concilio que se reunió en Jamnia, con el propósito de considerar la naturaleza de los libros agregados a la versión griega. Para determinar si un libro es o no inspirado, aquel Concilio estableció las bases siguientes:

            a) El libro debe estar de acuerdo con la Ley de Moisés.

            b) Debe haberse originado en Palestina.

            c) Debe haber sido escrito en hebreo.

            d) Debe haberse escrito antes de la muerte de Esdras.

 

    Como los mencionados libros no llenaban los requisitos establecidos por el Concilio, éste determinó que no tenían derecho a formar parte del conjunto de libros inspirados por Dios. Los hebreos siempre han creído que fue Esdras quien fijó, bajo inspiración divina, el canon o catálogo de los libros inspirados del Antiguo Testamento. Y, en términos generales, se puede decir que los Libros Apócrifos fueron escritos entre el año 150 antes de Cristo y el año cien de la Era Cristiana. Por lo menos dos siglos después de la muerte de Esdras.

            El autor católico M. Chasles dice: "Siete libros del Antiguo Testamento (católico) no fueron admitidos en el número de las Escrituras por los doctores de la Ley en Jerusalén. En la época de Jesucristo y de los Apóstoles Jerusalén tenía su Biblia hebrea, treinta y nueve libros". Los traductores de la versión griega, "tradujeron del hebreo los 39 libros que componen la Biblia hebrea de Jerusalén, y luego agregaron otros siete libros de los que sólo tenían el original griego" (Qué es La Biblia, pág. 27 y 29). Esta sincera, franca y veraz declaración de un católico sitúa a los Libros Apócrifos fuera del catálogo de los libros inspirados. Fueron "agregados" por quienes no tenían autoridad para agregar.

 

Reconocimiento implícito

 

    El Vaticano reconoce tácitamente que los Libros Apócrifos no fueron escritos bajo inspiración divina. A los 39 libros que integran el canon o catálogo hebreo, la Iglesia Católica Romana les da el calificativo de protocanónicos. Y a los siete libros llamados apócrifos les da el calificativo de deuterocanónicos.

    Generalmente, a los libros inspirados se les da el calificativo de canónicos (que integran el canon de Escrituras Sagradas). La Iglesia Romana ha creado los términos "protocanónicos" y "deuterocanónicos" para distinguir o separar los libros del canon hebreo, de los que no forman parte de este canon o catálogo. El prefijo "proto" se usa para denotar superioridad. Y el prefijo "deuto", segundo o inferior. Segundo canon o canon secundario. Al aplicar a los siete libros en cuestión un calificativo que denota inferioridad, la Iglesia Romana está reconociendo que en sus versiones de la Biblia hay libros de dos clases: de primera y de segunda; superiores e inferiores.

    ¿Es que hay inspiración divina de primera y de segunda, superior e inferior? He aquí un ejemplo de lo que venimos exponiendo: En las versiones evangélicas (hasta ahora) el capítulo tres del libro del profeta Daniel consta de treinta versículos. Entre los versículos 23 y 24 de las versiones evangélicas, las versiones católicas tienen 67 versículos que fueron agregados a lo que escribió Daniel. Al comenzar esta sección apócrifa, las versiones católicas tienen el siguiente encabezamiento: "parte deuterocanónica". Y cuando termina esta parte introducen el siguiente encabezamiento: "parte protocanónica". Esta doble clasificación dentro de un mismo capítulo implica el reconocimiento tácito de que Daniel no escribió los 67 versículos que agregaron a la versión griega. Sería absurdo suponer que el profeta Daniel escribiese 23 versículos con un grado de inspiración divina y, seguidamente, 67 versículos sin inspiración divina o con un grado inferior de inspiración.

 

Naturaleza de los Libros Apócrifos

 

    El contenido de los Libros Apócrifos revela su naturaleza. Veamos:

 

Tobías: En relación con este libro, el comentarista católico C. F. De Vine expresa lo siguiente: "Los autores católicos, en su mayor parte, niegan totalmente la historicidad de Tobías, considerándolo como una ficción poética, como una fábula o cuento" (Verbum Dei, tomo II, pág. 50).

    El libro de Tobías tiene enseñanzas erróneas y paganas. En el capítulo cuatro, versículo 17, dice: "Esparce tu pan sobre la tumba de los justos". En los versículos dos al ocho del capítulo seis, dice que el hígado de un pez, quemado sobre un brasero, ahuyenta los malos espíritus. Y en el capítulo doce, versículo nueve, dice que "la limosna libra de la muerte y purifica todo pecado".

    En cuanto a la recomendación de esparcir pan sobre la tumba de los justos, dice el comentarista De Vine (católico) que "prácticas y ritos de este género eran comunes entre los paganos" (pág. 62). Creer que el humo del hígado quemado de un pez ahuyenta a los demonios cae en la esfera de la superstición. Enseñar que la limosna libra de la muerte y que purifica todo pecado, contradice todo lo que enseñan las Sagradas Escrituras sobre la forma y medio de alcanzar la salvación.

 

Judit: El autor católico francés, Abate Du-Clot, dice que el libro de Judit presenta contradicciones imposibles de explicar. Y el comentarista católico M. Leahy dice que el libro presenta "inexactitudes históricas" (Verbum Dei, tomo II, pág. 73). Y la versión Nácar-Colunga dice, en la página 487, que "en la conducta de Judit hay cosas que la moral cristiana no justifica", entre ellas, la mentira. En Judit 1:1, dice: "El año doce del reinado de Nabucodonosor, que reinó sobre los asirios en la gran ciudad de Nínive..." La versión católica, llamada Biblia de Jerusalén, tiene una nota en el citado versículo que dice: "Nabucodonosor... nunca fue llamado rey de los asirios ni reinó en Nínive". Así que el libro de Judit comienza con una afirmación que está totalmente equivocada, es falsa. Y como afirma Du-Clot, irreconciliable con la realidad histórica.

 

Sabiduría: En la versión griega lleva por título "La Sabiduría de Salomón". Pero Ralph Earle afirma que este libro se escribió alrededor del año cuarenta de la era actual, mil años después de Salomón. Dice un autor que "el libro se escribió para impedir que los judíos cayeran en el escepticismo, el materialismo y la idolatría. Muchos sentimientos nobles hallan expresión en este libro".

 

Eclesiástico: Este libro se atribuye a un tal Jesús. En la introducción que aparece en la versión Nácar-Colunga dice que el libro fue escrito alrededor del año 136 antes de Cristo. Dice Ralph Earle que este libro se parece al de Proverbios, y que presenta mucha sabiduría práctica. El libro, en general, es el mejor de los apócrifos. Pero el autor no pretende haber escrito bajo inspiración divina. El libro tiene un prólogo escrito por un sobrino del autor que dice: "Mi abuelo Jesús, habiéndose dado mucho a la lección de la Ley, de los profetas y de otros libros patrios y habiendo adquirido en ellos gran competencia, se propuso escribir alguna cosa de instrucción y doctrina para quienes deseen aprenderla" (Nácar-Colunga, pág. 715). El autor del libro expresa lo siguiente: "Yo he llegado el último de todos, como quien anda al rebusco de la vendimia" (33:16). Esta declaración del autor nos dice que él no se creía guiado por el Espíritu de Dios. Como bien dice su sobrino, se propuso por su cuenta escribir alguna cosa y la escribió. Lo que escribió es bueno, pero no es Palabra de Dios.

 

Baruc: Dice Ralph Earle que aunque el libro de Baruc se presenta como escrito por Baruc, el escribiente de Jeremías en el año 582 antes de Cristo, la realidad es que fue escrito alrededor del año cien después de Cristo.

   El comentarista católico P.P. Saydon, en su introducción al libro de Baruc dice lo siguiente: "Los críticos no católicos ponen la redacción final del libro en el año 70 después de Cristo, si bien algunas de sus partes pueden ser de origen anterior. La introducción, capítulo uno, versículos dos al catorce, abunda en inexactitudes históricas" (Verbum Dei, tomo II, pág. 547). El libro de Baruc comienza diciendo que fue "escrito por Baruc, hijo de Nerías" (1: l). Pero esto no lo creen ni los mismos católicos. La versión católica llamada Biblia Latinoamericana dice —en la página 871: "El libro de Baruc fue escrito entre los últimos de la Biblia; a lo mejor, en el último siglo antes de Cristo". De acuerdo con los datos que menciona el libro, resulta prácticamente imposible que lo haya escrito Baruc el hijo de Nerías. Así que el libro comienza con una afirmación que no la creen ni los mismos católicos.

 

Los Macabeos: El autor católico Abate Du-Clot, dice lo siguiente: "El primero de los Macabeos contiene la historia de 40 años desde el principio del reinado de Antioco Epífanes hasta la muerte de Simón. El libro segundo es un compendio de la historia de las persecuciones que sufrieron los judíos de parte de Epífanes y de su hijo Eupator, la cual historia ha sido escrita por un tal Jasón. Ni uno ni otro se hallan en el canon de los judíos, y los cristianos siguieron a los judíos en cuanto a los libros que formaban el canon del Antiguo Testamento, por esta causa los Macabeos no fueron comprendidos entre los libros Sagrados generalmente adoptados por las iglesias cristianas" (Vindicias de La Biblia, pág. 574). Dice este autor católico que los Macabeos fueron rechazados por las iglesias cristianas, porque los cristianos siguieron a los judíos en cuanto a los libros que integran el canon.

    En la introducción que aparece en la versión Nácar-Colunga al segundo libro de Macabeos, dice que "un cierto Jasón de Cirene... compuso cinco libros sobre Judas Macabeo; nuestro autor los compendió en este solo libro" (pág. 538).

    En relación con el segundo Macabeos, llamamos vuestra atención a los siguientes aspectos:

    1) Enseña que es eficaz el ofrecer sacrificios por los muertos (12:43-45). 

    2) Nos presenta un resumen de cinco librosescritos por otro escritor.

    3) El autor no pretende haber escrito bajoinspiración divina, pues termina el libro diciendo: "Daré fin a mi narración. Si está bien y como conviene a la narración histórica, eso quisiera yo; pero si imperfecta y mediocre, perdóneseme" (15:38-39). Este no es el lenguaje de un hombre que escribe bajo inspiración divina. Y hay un aforismo que dice: "A confesión de parte, relevo de pruebas".

 

Ester: El libro de Ester, en la Biblia hebrea y en nuestras versiones, tiene diez capítulos. En las versiones católicas resulta difícil poder determinar cuántos capítulos tiene. Tomemos por ejemplo la versión Nácar-Colunga. Comienza por el capítulo once, y continúa en el siguiente orden: 12, 1, 12, 2, 3, 13, 4, 15, 4, 13, 14, 15, 5, 6, 7, 8, 16, 9, 10, y 10. Esto nos parece el colmo del absurdo. La versión católica, Biblia Latinoamericana, dice en la página 839: "El libro de Ester contiene en la Biblia griega muchos trozos que no están en la Biblia hebrea". La versión Nácar-Colunga dice que algunas porciones del libro son "Protocanónicas" y otras son "Deuterocanónicas".

    Hemos consultado cinco autores católicos y todos están de acuerdo en que los diez capítulos que aparecen en las versiones evangélicas fueron escritos por un autor, en hebreo. Y que las secciones añadidas, que aparecen en las versiones católicas, fueron escritas en griego por otro autor.

 

Daniel: El libro de Daniel, en nuestra versión Reina-Valera tiene doce capítulos. En las versiones católicas tiene catorce capítulos. Los autores católicos reconocen que las partes que aparecen agregadas no fueron escritas en hebreo, y que no son de la misma naturaleza que lo que Daniel escribió en hebreo. Esto prueba que Daniel no escribió los capítulos trece y catorce.

 

Proceso histórico

 

    Algunos de los llamados Padres de la Iglesia hicieron un estudio cuidadoso en relación con los libros inspirados y los no inspirados. Y hasta el año 395 de nuestra era habían confeccionado 11 catálogos de los libros que consideraban inspirados por Dios, y en ninguno aparecen los Libros Apócrifos. He aquí una relación de los mencionados catálogos:

 


 

de Melitón de Sardis            año  177

de Orígenes                          año  230

de Atanasio                          año  326

de Cirilo                               año  348

de Hilario de Pointiers        año  358

del Concilio de Laodicea    año  363

de Epifanio                          año  368

de Gregorio Nacianceno     año  370

de Anfiloquio                      año  380

de Rufino                             año  395                 

de Jerónimo                         año  395


 

    Un sínodo convocado en Laodicea el año 363 prohibió la lectura de los Libros Apócrifos en las iglesias. De un extenso artículo sobre la formación e historia del canon escrito por el católico R.J. Foster entresacamos los siguientes párrafos:

 

"Todos los libros contenidos en la Biblia hebrea son llamados protocanónicos, mientras que los que están sólo en lengua griega se llaman deuterocanónicos".

"...los alejandrinos pudieron aceptar como inspirados libros que no aparecían aceptables a los doctores de Jerusalén".

"Parece un poco extraño que las primeras listas de los libros canónicos dadas por los escritores cristianos contengan sólo las Escrituras protocanónicas". (Los 11 catálogos del párrafo anterior.)

"Es evidente que Melitón (de Sardis) transcribe el canon tal como lo encontró en Palestina, donde ya en esta época los libros deuterocanónicos habían sido excluidos del canon".

"Desde comienzos del siglo IV entramos en un período de confusión e incertidumbre". (En relación con los Apócrifos.)

"Algunos Padres, condescendiendo demasiado con el concepto rígido de canonicidad, se inclinaron a recibir como canónicos solamente los libros reconocidos por los judíos, relegando los deuterocanónicos a la categoría de libros útiles para la edificación".

"San Atanasio... San Cirilo de Jerusalén, San Epifanio, y San Gregorio Nacianceno tampoco admiten los libros deuterocanónicos".

"A causa de su estancia en Palestina y de sus conocimientos hebraicos, San Jerónimo puso todo el peso de su gran autoridad de parte de la no canonicidad de los libros deuterocanónicos. Con frecuencia se niega a aceptar todo libro que no esté en la Biblia hebrea. Y en su Prologus Galeatus, que sirve de introducción a los libros de los Reyes, afirma que Sabiduría, Eclesiástico, Tobías y Judit no están en el canon... Algunos escritores de prestigio siguieron la opinión avalada a su juicio por la autoridad de San Jerónimo. Incluso el papa San Gregorio el Magno se inclinó a esta opinión".

"Desde el siglo XVIII el canon breve (hebreo) ha ganado cada vez más aceptación, pero la cuestión aún no ha sido zanjada".

"Tal es la actitud general... y querer negarlo es oponerse a la evidencia" (Verbum Dei, tomo I, págs. 40 al 46).

    Los párrafos anteriores, tomados de un libro católico, presentan evidencias demoledoras en contra de los Libros Apócrifos. Nótese la importancia que todos conceden al canon hebreo. Lo que no esté en este canon no forma parte de los libros inspirados.

 

La versión griega

 

    ¿Tienen la Iglesia Romana y las Sociedades Bíblicas algún argumento de peso a favor de los Libros Apócrifos? El único argumento que presentan es el siguiente: Dicen que los Apócrifos entraron a formar parte de la versión griega llamada Septuaginta o de los Setenta.

    Debemos tener en cuenta que esta versión fue promovida por rey de Egipto Tolomeo II Filadelfo. Este rey, gran amante de las letras, ordenó traducir los libros religiosos hebreos para su famosa biblioteca de Alejandría. La traducción se hizo en Alejandría. Y con el tiempo, se agregaron a la mencionada versión quince libros no inspirados.

    De la versión griega se hizo una traducción al latín, que vino a ser conocida como versión Itala. De los quince libros apócrifos que formaban parte de la versión griega, diez pasaron a la versión latina, y fueron excluidos los cinco siguientes: La Ascensión de Isaías, Los Jubileos, La Epístola de Jeremías, el tercero de Macabeos y Enoc.

    Dámaso, obispo de Roma, encomendó a Jerónimo, el cristiano más destacado de su época, que preparase una nueva versión. Jerónimo se fue a Belén (Palestina), donde pasó veinte años entregado a la tarea que le habían encomendado. De aquel trabajo surgió la Vulgata Latina, que vio la luz alrededor del año 400 de la Era Cristiana. Jerónimo se opuso a que se incluyesen en esta versión los Libros Apócrifos. Pero algunos, que estaban familiarizados con la versión Itala, ejercieron presión para que los Apócrifos se incluyesen en la nueva versión y contra la voluntad de Jerónimo, los incluyeron.

    El año 1545 fue convocado el Concilio de Trento. Y dice el historiador católico F. Díaz Carmona, en la página 272 de su Historia de la Iglesia Católica Romana, que aquel Concilio "empezó fijando de nuevo el canon de la Biblia". En efecto, el Concilio discutió el problema de los Libros Apócrifos y acordó excluir de la Vulgata tres de los diez que habían agregado: El tercero y el cuarto de Esdras y la Oración de Manasés.

    Al afirmar que el Concilio fijó de nuevo el canon de la Biblia, se da por sentado que modificó acuerdos de concilios anteriores. En la práctica, como vemos, el hecho de que los Apócrifos hayan sido agregados a la versión griega no transforma su naturaleza ni les confiere ningún mérito. Y la evidencia la tenemos en el hecho de que de los quince libros apócrifos agregados a la mencionada versión, ocho fueron excluidos. Y la exclusión de esos ocho demuestra que los que agregaron los quince procedieron irresponsablemente. Los mismos motivos que tuvieron para quitar los ocho, los hay hoy para excluir los siete restantes. No hay un solo argumento de valor o peso a favor de los Libros Apócrifos.

 

Resumen

 

    Los libros que integran el Antiguo Testamento fueron escritos en hebreo, por profetas hebreos inspirados por Dios y para el pueblo hebreo. Como reconoce el autor católico M.Chasles, el pueblo judío recibió en depósito los libros del A.T.

    El Antiguo Testamento hebreo tiene 39 libros. Los hebreos han rechazado siempre los llamados Libros Apócrifos. Los autores católico romanos han reconocido a través de los siglos el peso de esta evidencia.

    El Abate Du-Clot y otros autores católico romanos reconocen que las iglesias cristianas de los primeros cuatrocientos años de la era actual no aceptaron los Libros Apócrifos.

    La Iglesia Romana, al establecer dos cánones, dos clasificaciones, dos categorías, para los libros que integran el Antiguo Testamento de sus versiones de la Biblia, reconoce implícitamente que los Libros Apócrifos no fueron escritos bajo inspiración divina.

    Los autores de los Libros Apócrifos no pretenden haber escrito bajo inspiración divina. Estos libros tienen grandes errores de carácter doctrinal e histórico.

    Los Libros Apócrifos fueron rechazados por los más destacados Padres de la Iglesia durante los primeros cuatro siglos de la Era Cristiana.

    A pesar de estas y otras evidencias, las Sociedades Bíblicas acordaron publicar una versión de la Biblia en la que incluyen libros que enseñan la práctica pagana de ofrecer sufragios por las almas de los muertos. Que es bueno llevar pan a las tumbas de los difuntos. Que el perdón de los pecados se alcanza por la limosna. Y que el humo del hígado de un pez quemado sobre un brasero ahuyenta los demonios. Y afirman que estos libros, aunque no sean inspirados "son útiles". ¿Útiles para qué?

 

Eslabón ecuménico

 

    La Sociedad Bíblica Británica y Extranjera se fundó en 1804. Y la Sociedad Bíblica Americana se estableció en 1816.

    Dice Ralph Earle que "estamos de acuerdo con la sana opinión protestante de los últimos 400 años que los Libros Apócrifos no son parte de la inspirada y autoritativa Palabra de Dios". En tal sentido "la Sociedad Bíblica Nacional de Escocia tomó la posición de que si estos libros no eran Palabra de Dios dada por inspiración, ellos no debían malgastar el dinero imprimiéndolos como parte de la Biblia. Dicha Sociedad hizo una petición a la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, la cual votó en 1827 (las Sociedades Bíblicas dicen ahora que fue en 1826) que no emplearía ninguno de sus fondos para publicar los Libros Apócrifos" (Cómo nos llegó la Biblia, pág. 39).

    Por espacio de 150 años las Sociedades Bíblicas se mantuvieron fieles al acuerdo que tomaron en 1826. Pero en 1968 han revocado o ignorado aquel acuerdo, y están publicando una versión de la Biblia con los Libros Apócrifos. ¿A qué se debe tan sorprendente cambio de actitud?

    El doctor Gonzalo Báez-Camargo, hablando como vocero de las Sociedades Bíblicas, dice que éstas no se atribuyen la facultad de determinar cuáles libros son inspirados y cuales no lo son. He aquí sus palabras: Cuando las Sociedades Bíblicas "publican ediciones sin los deuterocanónicos es para responder a las necesidades de las iglesias que no los aceptan como parte del Antiguo Testamento, sin que esto signifique en modo alguno que al hacerlo las Sociedades dictaminen que sólo esos libros son inspirados. Cuando publican ediciones que contienen los libros deuterocanónicos, para iglesias que los aceptan, es también sólo para responder a las necesidades de ellas, sin que tampoco eso implique de parte de las Sociedades un dictamen que los declare igualmente inspirados que los otros" (Revista La Biblia, Oct.-Dic., 1978, pág. 36).

    Otro funcionario de las Sociedades Bíblicas nos ha dicho: Nosotros constituimos una "organización interconfesional, no podemos tratar de decir quién tiene la razón. Nuestra misión es otra". Como vemos, por las declaraciones que hemos expuesto, los dirigentes de las mencionadas Sociedades se refugian tras el muro de la interconfesionalidad. Dicen que tienen que publicar lo que les pidan. Y que no están llamados a ejercer juicio propio determinando si los Libros Apócrifos son inspirados o no lo son. Nuestra misión, dicen ellos, es otra. Esta posición nos parece que tiene, carácter evasivo y nos resulta decepcionante. No pensaban así los directores que en 1826 determinaron que las Sociedades Bíblicas no emplearían ninguno de sus fondos para publicar los Libros Apócrifos. Cuando los actuales directores dicen, por boca de sus voceros, que no les importa si los Libros Apócrifos son inspirados o si no lo son, tenemos que preguntarnos si creen realmente en la inspiración divina de los 39 libros que integran el canon hebreo. Al redactar estas líneas estamos pensando en lo que dice la Palabra de Dios en Jueces 2:10.

    Siempre hemos esperado ver en las Sociedades Bíblicas un baluarte de lo que implica la expresión Sagradas Escrituras. En una ocasión nos dijo el entonces Secretario de la Agencia Bíblica en Cuba, doctor Joaquín González Molina, que las Sociedades Bíblicas tenían por misión el velar por la pureza del Sagrado Libro. No concebimos una institución creada para la difusión de las Sagradas Escrituras que confiese que no tiene un criterio definido sobre los libros que se han de clasificar como Escrituras Sagradas.

    La gravedad del asunto que estamos considerando estriba en que las Sociedades Bíblicas se han asociado con el Vaticano. La Iglesia Católica Romana hace aportes económicos a las Sociedades Bíblicas. Y siempre que una persona o una institución acepta favores, dádivas o subvenciones de otra persona o institución, se subordina al que ayuda o paga; de manera que debe bailar al son de la música que le toquen.

    Hasta ahora, la esfera de servicio de las Sociedades Bíblicas eran las iglesias evangélicas. De ahora en adelante las mencionadas Sociedades han agregado la Iglesia Romana a su esfera de servicio. El doctor Báez-Camargo, en el artículo citado anteriormente, manifiesta lo siguiente: "El renacimiento bíblico en el seno del catolicismo romano, que ha cobrado fuerza... después del Concilio Vaticano II, el cual abrió las puertas para la colaboración ecuménica en el campo Bíblico, puso en contacto a las autoridades católicas con las Sociedades Bíblicas... Producto de las conversaciones tenidas por ambas partes fue el acuerdo que se consigna en los Principios Normativos para la Cooperación Interconfesional en la Traducción de la Biblia, concluido en 1968. Las autoridades católicas aceptaron dar su apoyo oficial a ediciones de la Biblia con los deuterocanónicos en sección aparte, antes del Nuevo Testamento". Y más adelante, agrega Báez-Camargo: "Esta nueva situación implica que la Iglesia Católica Romana participará de los privilegios y de los deberes financieros como todas las iglesias que actualmente cooperan con las Sociedades Bíblicas" (La Biblia, Oct.-Dic., 1978, pág. 37).

    La asociación de las Sociedades Bíblicas con el Vaticano es producto del movimiento ecuménico promovido al mismo tiempo, por la Iglesia Católica Romana y el Concilio Mundial de Iglesias. Después del Concilio Vaticano II la Iglesia Romana se ha lanzado a la tarea de atraer a su seno a todas las iglesias llamadas cristianas. Y algunos líderes del Concilio Mundial de Iglesias han manifestado que están dispuestos a pasar por encima de muchos obstáculos, y a sacrificar lo que haya que sacrificar para llegar a la constitución de un organismo mundial que agrupe a todas las iglesias.

    La inclusión de los Libros Apócrifos en una versión de la Biblia editada por las Sociedades Bíblicas constituye una contribución por parte de los directores de las mencionadas Sociedades a los fines que persigue el ecumenismo. Con esta inclusión, el Vaticano consigue una victoria. Los evangélicos hemos venido diciendo, por espacio de 400 años, que las versiones católicas de la Biblia incluyen libros que no fueron inspirados por Dios. De ahora en adelante nos dirán que si sus versiones de la Biblia están adulteradas, las nuestras también lo están.

    Las Sociedades Bíblicas dicen, por boca de sus voceros, que publican la Biblia con los Libros Apócrifos porque la Iglesia Católica Romana se lo ha pedido. ¿Con qué propósito se lo ha pedido? No es por necesidad de Biblias en el campo católico. La Iglesia Romana está editando más versiones de la Biblia en español que las iglesias evangélicas. En la actualidad, todo católico que quiera leer la Biblia tiene una Biblia católica a su alcance. El fin que persigue la Iglesia Romana es quitar del camino un obstáculo para llegar a la meta del ecumenismo. Tapar la boca a los que criticamos la inclusión de los Apócrifos en la Biblia. Y establecer un eslabón para llegar a la constitución de un solo organismo mundial que agrupe a todas las iglesias a la sombra del Vaticano.

    No nos oponemos a que las Sociedades Bíblicas vendan Biblias a la Iglesia Romana y a todo el que se las pida. Para eso se organizaron. Lo que nos parece condenable es que las publiquen adulteradas. Que agreguen a la Palabra de Dios libros con enseñanzas contrarias a la Palabra de Dios. Esto implica claudicar en aras del ecumenismo, de "riquezas injustas", o de la filosofía de aquel príncipe que dijo: "París bien vale una misa". El Señor aconsejó a Sus discípulos que se guardasen de la levadura de los fariseos. Pablo dijo a los cristianos de Corinto que un poco de levadura leuda toda la masa. A los Gálatas les advirtió que algunos quieren pervertir el evangelio de Cristo. Y la Biblia se cierra con la siguiente amonestación: "Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas escritas en este libro" (Ap. 22:18).

    Hasta ahora hemos dicho que la Biblia es la Palabra de Dios. Pero una Biblia con los Libros Apócrifos no se puede decir que es la Palabra de Dios. Porque en tal volumen, a la Palabra de Dios han agregado libros que no son palabra de Dios. Un funcionario de las Sociedades Bíblicas nos ha dicho: "Acerca de si los libros deuterocanónicos son inspirados o no por Dios, contesto que no... pero... son útiles". Y agrega: "Simplemente se trata de atender una solicitud de la Iglesia Católica".

    ¿Es que las Sociedades Bíblica van a complacer a todo el que pida? ¿Qué pasaría si cincuenta mil iglesias evangélicas les pidiesen que no publiquen los Apócrifos? Hasta ahora el mayor contribuyente a las Sociedades Bíblicas es la Convención Bautista del Sur, compuesta por más de 35.000 iglesias. Si esta Convención les pidiese que agreguen a la Biblia EL PEREGRINO, de Juan Bunyan, ¿lo harían? No. No lo harían. Hacen lo que les manda el Vaticano, y aquí es donde está la gravedad de esta cuestión. ¡El Vaticano orientando a las Sociedades Bíblicas!

    El argumento de que publican los Libros Apócrifos porque son útiles, nos parece pobre, absurdo. Hay por ahí varios libros que son más útiles que los "Apócrifos". Si en verdad los consideran útiles, publíquenlos en un tomo aparte.

    Las Sociedades Bíblicas están dando preeminencia a la nueva versión ecuménica con los Apócrifos. En segundo lugar, sitúan las versiones católico romanas con los Apócrifos. Y en tercer lugar la versión Reina-Valera, que no tiene los Apócrifos. No es la primera vez que tratan de sustituir la versión de Reina por otra; pero hasta ahora no les fue posible. Y es que la lengua castellana tiene dos monumentos: la versión de la Biblia traducida por Casiodoro de Reina, y el Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Hasta el archicatólico Marcelino Menéndez y Pelayo ha rendido tributo de reconocimiento y admiración a la versión de Reina, que hasta ahora es la reina de las versiones.

    No se concibe que mientras los adversarios ensalzan la versión de Reina, los que debían ser los primeros en darle el lugar que le corresponde, traten de restarle méritos. No es justo tratar de opacar las glorias de un veterano de cien batallas para glorificar a un recién nacido que viene enfermo y que aún no ha librado el primer combate.

    La versión Reina-Valera ha estado presente en el nacimiento de cada iglesia que ha surgido donde quiera que se hable la lengua castellana. Y ha sido la fuente donde bebieron varias generaciones de cristianos. Las glorias se adquieren por el valor y los méritos. En estos tiempos de innovaciones, claudicaciones y apostasías debemos tomar en cuenta la sentencia que aparece en Lucas 5:39, y adherirnos firmemente a la Palabra de Dios, sin añadiduras.

 

Punto y aparte

 

    En estos tiempos se están multiplicando las versiones de la Biblia. Desde 1944 para acá, en la esfera católica han surgido ocho o más versiones. Y en el campo evangélico han surgido también algunas versiones y varias revisiones de Reina-Valera. Ante esta proliferación de versiones y revisiones, viene a nuestra mente la siguiente expresión: "Tantas idas y venidas quiero Sancho que me digas ¿son de alguna utilidad?" No estamos en contra de lo nuevo, si lo nuevo es bueno o mejor que lo que ya tenemos; pero la multiplicación de versiones crea un problema para la lectura congregacional en las iglesias. Para evitar esta dificultad, cada iglesia debe adoptar una versión, como la oficial, y tratar de que los miembros lleven al templo la versión adoptada. De lo contrario, la lectura bíblica congregacional podría revivir el fenómeno de Babel.

 


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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