domingo, 30 de octubre de 2016
Líder siervo
jueves, 27 de octubre de 2016
Wilson Potencia
Wilson Potencia
Bernabé quería que llevaran consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia y no había ido con ellos a la obra. (Hechos 15:37–38).
Algunas veces nuestra apreciación de lo que Dios está haciendo en la vida de alguien es errada, solo Dios conoce realmente lo que ocurre en el corazón del hombre, eso es lo que cuenta y esa es la verdad, aunque no podamos apreciarla a simple vista.
Cuando el hermano Wilson llamó al Pastor, para decirle que le urgía hablar con él, el Pastor no tenía ni idea de lo que le iría a contar.
Sabía que el hermano Potencia había estado ya durante algún tiempo ayudando en el ministerio pastoral al pastor Emel. El Pastor le recordaba bien porque le había conocido desde hacía ya algunos años cuando Wilson Potencia, en su adolescencia, se había convertido al Señor en la Principal. Luego el Maestro, que por ese entonces pastoreaba en la Principal, abrió una obra nueva en Mi Ciudad y el Cuñado salió a pastorearla. Entre los que iniciaron esa nueva obra estaba Wilson Potencia, quien vivía en el sector. Siempre había estado activo en el servicio a Dios, y le gustaba la parte musical. Ahora aunque estaba estudiando su carrera profesional en la universidad, le ayuda ministerialmente al veterano pastor Emel.
La charla entre el Pastor y Wilson Potencia fue mas bien corta, pues el Pastor tenía fama de ser un poco parco al hablar, aunque quienes le conocieron bien supieron mantener largas y entretenidas charlas con él. Más bien fue lo sorpresivo del tema de conversación lo que hizo que no hubiese mucho que decir, al menos no antes de hablar con el hermano Emel.
El joven hermano Potencia le comentó al Pastor que estaba buscando un lugar donde congregarse porque se sentía muy mal donde se encontraba. Le refirió cómo había ído a parar como pastor asistente a la congregación del hermano Emel, y cómo luego de casi un año de estar trabajando allí lo llamó el veterano pastor Emel para decirle que no servía para la obra de Dios, que se dedicara mejor a culminar su estudios universitarios porque nadie puede servir a dos Señores.
El Pastor trató de indagar las causas de esa drástica decisión, pero Wilson Potencia solo le dijo que el hermano Emel hizo referencia a su falta de ayuno y oración. Y que específicamente se refería a que el hermano Wilson no sacaba algunos días a la semana para acompañar al anciano pastor en su ya habitual práctica de ayuno y oración durante todo un día.
“Las puertas del Campestre están abiertas para todos, allí usted será bienvenido, pero déjeme hablar primero con el hermano Emel.” Así quedaron las cosas inicialmente.
La versión del joven prospecto quedó confirmada con la platica que tuvieron el Pastor y el hermano Emel. Éste le refirió cómo, por estar pendiente de sus estudios, Wilson Potencia no le acompañaba en la búsqueda de Dios durante sus días de ayuno. Reconocía eso sí que le gustaba el evangelismo, que cumplía con sus tareas de visitación, que trabajaba bien con los jóvenes, pero que le faltaba entrega y pasión a la causa, precisamente por estar atendiendo también el curso de sus estudios universitarios. Esas eran las causas de su decisión, Wilson Potencia no servía para la obra, al menos por ahora. O dejaba sus estudios y se entregaba de lleno a la obra de Dios, o una vez culminada su carrera universitaria podría decidir si al fin quería servir en el santo ministerio.
Como la parte emocional y anímica de Wilson Potencia no estaba en optimas condiciones, como es de suponer, quiso el Pastor enviarlo para la ciudad de los Motilones a un seminario intensivo de misiones, de toda una semana de duración. Estos seminarios, organizados por los encargados de misiones tanto nacionales como extranjeras, fueron eventos de una tremenda bendición para quienes de ellos participaron, se renovaba la visión, el llamamiento, el deseo de servir.
Wilson Potencia volvió con ganas de servir, colaboró durante unos meses en el Campestre, pero el Señor de la miés tenía otros planes para él.
El Pastor había estado en el país del Sur y había visto la necesidad de obreros que había por esas tierras. Conversó una noche con el Misionero, quien también conocía bien al joven Wilson, y se llegaron al acuerdo de que si él quisiera ir a servir al Señor en el país del Sur debía ser un viaje sin retorno. Ir a quedarse allí de manera definitiva sirviendo al Dios del Cielo en esas lejanas tierras.
El hermano Locho también había sido misionero en el país del Sur, por lo que conocía bien la necesidad. Estuvo de acuerdo en apoyar la misión y conseguir los medios económicos para mandar a Wilson a ese lugar.
Legó el momento de hablar con Wilson Potencia sobre el asunto. El estar dispuesto a ir donde Dios quiera debe ser una característica de todo aquel a quien Dios ha llamado al santo ministerio. Dejando a un lado cualquier etnocentrismo Wilson decidió partir al país del Sur a hacer la labor que Dios le había encomendado.
Con el tiempo regresó a mi Ciudad, pero solo para casarse y volver junto a su esposa a la parte de la heredad que le tocó, deleitosa y hermosa.
Al que un día desecharon, porque no oraba ni ayunaba, Dios le había llamado y le ha usado para extender su obra. Pablo pensó que Marcos no tenía llamamiento divino, pero al final de su vida cuando el tiempo de su partida estaba cerca le encomendó a Timoteo: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio.”
No sé si el veterano pastor Emel haya reflexionado sobre este asunto, demás que sí, él también es un hombre de Dios.
La obra del Señor es una sola en todo el universo. Qué bueno no andar con regionalismos y dejar que Dios se mueva como él quiera, colocando sus siervos donde realmente los necesita.
Los hombres de Dios somos como el viento.
Gracia y Paz.
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
martes, 25 de octubre de 2016
Los Fortaleza
MAURO FORTALEZA
Nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios. (Heb 5:4)
Los pastores tenemos esa facultad, sin duda dada por Dios, de identificar en alguien ese llamado divino, que entre otras cosas también poseemos nosotros. Así ocurrió con el Pastor, quien predicaba que estaba en la obra de Dios no por profesión, sino por vocación.
Mauro Fortaleza era un hermano joven que asistía a una congregación vecina, Lagunas cuyo pastor era en ese entonces el hermano Cuadros, pero cuando supo que el Pastor llegó al Campestre pidió hacer su práctica ministerial allí.
La Práctica Ministerial era un requisito que otrora existía en el Instituto Bíblico Pentecostal para que los estudiantes, que habían cumplido a cabalidad con sus requisitos académicos, recibieran su Diploma en Biblia y Teología. Básicamente era un servicio a Dios ejercido no en su congregación local, sino en otra quizás más necesitada, y estaba supervisado por los directores del IBP, a quienes había que pasarles un proyecto y una vez avalado ir rindiendo informes del trabajo. Una vez culminada su labor el practicante regresaba a su congregación local. Obviamente el trabajo se hacía en común acuerdo con los pastores de las dos congregaciones, la que cedía al practicante y la que lo recibía.
El hermano Cuadros no era un hombre mezquino, no solo cedió a Mauro Fortaleza sino a otros hermanos para que colaboraran en la extensión de la obra en El Campestre. En una de las charlas ministeriales que tuvo con el Pastor le comentó sobre la escasez de predicadores en algunas congregaciones precisamente porque el pastor local no los pone a predicar. “¿Cómo quiere que hayan predicadores si no los pone a predicar? ” decía el anciano hermano Cuadros.
Lamentablemente al poco tiempo trasladaron al hermano Cuadros y el quien lo reemplazó fue el hermano Acaparador quien de inmediato llamó a quienes su antecesor había cedido a El Campestre. Algunos volvieron a la congregación de Lagunas, aunque no de muy buena voluntad, pero Mauro Fortalezas decidió quedarse en El Campestre quizás porque ya veía allí a su futura esposa, la hermana Ballestas.
Mauro Fortalezas trabajaba en la obra en donde lo pusieran, con los niños en la Escuela Dominical, con los jóvenes y adolescentes, en el evangelismo, predicando por la radio, en fin, se le veía las ganas de servir abnegadamente. Secularmente trabajaba con su motocicleta, no era un trabajo muy bien remunerado pero al menos le daba cierta estabilidad económica.
La hermana Ballestas era una jovencita del sector de El Campestre, formada allí. Servía al Señor con devoción, colaboraba con los niños, dirigía el grupo juvenil y en algunas ocasiones apoyaba en la parte de los cantos. Se estaba preparando académicamente adelantando sus estudios universitarios.
Las Ballestas combinadas con las Fortalezas hacen buen equipo, por algo se juntarían.
El Pastor ya había hablado anteriormente con los hermanos Directivos para promocionar una pareja al trabajo ministerial en la obra de Dios. Los Directivos asignaron un pueblo para que esta pareja comenzara a frecuentarlo con el objetivo de establecer allí un lugar de predicación. El Pastor con mucha alegría transmitió la decisión a la pareja y los animó a visitar esta localidad cada dos semanas. El tiempo había pasado y la pareja no cumplió con la primera visita. Tal vez esperaban un sector mas pujante, mas prometedor, o una ciudad más hermosa. Pero cuando hay visión de Dios donde haya gente necesitada hay que estar dispuestos a llevarles la solución.
Así que por esa razón esta vez aunque el Pastor notó el llamado de Dios en el hermano Mauro Fortalezas no habló directamente con los Directivos, pero oraba a Dios por un lugar en su miés para enviar a ese obrero.
La oportunidad se presentó cuando escuchó hablar al hermano Ignacio sobre “El Punto de Equilibrio” un tema que hablaba sobre la atención a la familia y a la Iglesia. Durante la enseñanza Dios le mostró al Pastor que el hermano Ignacio estaba necesitando a Mauro Fortalezas para que le ayudara en la obra. Al terminar la enseñanza el Pastor se acercó al hermano Ignacio y le preguntó si le interesaría recibir a un joven con llamamiento para que le ayudara en el trabajo ministerial en su congregación, el hermano Ignacio respondió “Pues esto es de Dios”. Se acordó que el Pastor hablaría con el joven y luego le transmitiría la decisión al hermano Ignacio.
En las afueras de su casa se dio la charla con Mauro Fortalezas, el pastor le habló sobre la obra de Dios, sobre el sostenimiento de su obra, sobre la visión ministerial. El joven aceptó el reto. Lo despedimos y se fue a colaborar como pastor asistente a la congregación donde pastoreaba el hermano Ignacio. Y de allí a un lugar misionero, noble labor y digna de admiración.
Ya en el trabajo de tiempo completo en la obra de Dios contrajeron matrimonio el hermano Fortalezas y la hermana Ballestas. No fue el Pastor quien celebró la ceremonia, aunque sí estuvo allí presente.
Tristemente el hermano Gardel comentó a alguien acerca del futuro insignificante que le esperaba a la pobre hermana Ballestas al casarse con un simple misionero de pueblo. Lo más triste es que el hermano Gardel también era pastor. ¿Qué visión ministerial tendrá alguien que menosprecie el trabajo de un misionero?
Mauro Fortalezas fue el primer obrero que el Pastor promocionó a la obra ministerial de tiempo completo, aunque alguien una vez le dijo “Oye él no dice que tú lo promocionaste a la obra sino el hermano Ignacio”. Da igual, sea Pablo o sea Apolos, el llamamiento lo hace el Señor y gracias doy a él por poder identificar ese llamado en alguien y ayudarle a cumplir con la comisión encomendada.
El Maestro dijo una vez “Cuando Dios llama a alguien que nadie se atreva a ponerle la zancadilla. Porque Dios es capaz de partirle la zancadilla con tal de llevar a su siervo a donde él quiera”.
No seamos obstáculo para la obra, más bien colaboremos para que otros cumplan plenamente la tarea divinamente encomendada.
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
domingo, 23 de octubre de 2016
Diferencia entre el Nombre y los títulos de la Deidad
domingo, 16 de octubre de 2016
martes, 11 de octubre de 2016
Teología de la ilustración (antecedentes)
Bajo el influjo de la filosofía griega, la realidad de Dios y del cosmos había sido formulada durante siglos por la teología
desde la categoría metafísica, estática y cerrada sobre sí misma, de naturaleza. Lo divino y lo humano (o lo creatural) se muestran así como dos ámbito contrapuestos (lo sobrenatural y lo natural). Por lo que la intervención de Dios en la historia, por la revelación y sobre todo por la encarnacion, es concebida como una realidad extraña que irrumpe con un poder milagroso que rompe el anterior tejido de la creación.
Pues bien, la ilustración sustituirá este esquema por otro más antropocéntrico, cuyo eje no será ya la creación sino el hombre. La revelación del Misterio sólo acaece en el ámbito de la experiencia humana constatable. Pues todo lo real o es histórico o no es nada, quedando así eliminado todo supranaturalismo (considerado como mítico); no hay un ámbito divino superior al de la historia; antes bien, en ésta se enmarca toda
actuación de Dios, quedando así sometida a las leyes de la realidad fáctica.
Los principios centrales de la ilustración venían a ser, por una parte, la afirmación del ser humano como centro autónomo frente a toda otra instancia heterónoma. De ahí el individualismo y el escaso sentido comunitario y eclesial. Y por otra, el criticismo (representado inicialmente por Kant), que, desde la sospecha de que la realidad que nos envuelve sea pura apariencia, acaba poniendo en cuestión la religión revelada tal como se refleja en la Escritura y la tradición eclesial, inclinándose por una religión de la razón, cuyos antecedentes (además de en la filosofía griega) estaban en la teodicea o teología natural que, ya desde el medievo, buscaba el acceso al misterio de Dios a
través de la razón humana como base o presupuesto previo a la religión revelada. Una tendencia que se radicalizará en la ilustración, donde la teología, despojada de su carácter sobrenatural, quedará reducida a una mera religión natural. En este marco, en el que se sitúa buena parte de la teología protestante del siglo XIX, cabe destacar un doble intento de salvaguardar la especificidad de la religión revelada en Cristo...
lunes, 10 de octubre de 2016
Idea bíblica de hombría
Padre
Cuestionando la autoridad
El Quinto Imperio
domingo, 9 de octubre de 2016
TITULOS DADOS A JESÚS EN EL NUEVO TESTAMENTO. Parte 2
sábado, 8 de octubre de 2016
Riqueza en Proverbios
viernes, 7 de octubre de 2016
ANCIANOS Interesting quote from "Diccionario de Jesús y los evangelios (Spanish Edition)"
Hi – I'm reading "Diccionario de Jesús y los evangelios (Spanish Edition)" by Joel B. Green, Jeannine K. Brown, Nicholas Perrin and wanted to share this quote with you.
"ANCIANOS Originalmente el hebreo zāqēn significaba «alguien con barba» o se refería a un miembro anciano de una familia, y así se utiliza frecuentemente en la Biblia para aludir a aquellos que son mayores en años. Sin embargo, el uso más habitual del término anciano hace referencia al cabeza de familia o clan. En tiempos de Jesús estos eran predominantemente los líderes aristocráticos de las familias patricias judías. Estos servían en los consejos locales de las aldeas y, junto a los *fariseos y los *saduceos, en el *Sanedrín, el gran consejo de los judíos en Jerusalén. Antecedentes veterotestamentarios Desarrollos posexílicos e intertestamentarios El judaísmo del tiempo de Jesús Los énfasis de los Evangelistas 1. Antecedentes veterotestamentarios. El cargo institucional de anciano deriva de la historia más antigua de la nación, cuando las familias y clanes controlaban la política de los hebreos. Como jefes de las grandes familias, los ancianos se convirtieron naturalmente en los líderes de los clanes y formaron consejos para dirigir a las tribus. Sin embargo, no hubo ningún momento en que ellos fueran la única autoridad, porque siempre representaban al pueblo bajo el liderazgo de líderes divinamente designados como *Moisés (Ex 3: 16, 18; 18: 12). En el Sinaí "setenta de los ancianos de Israel"fueron convocados para ratificar el pacto (Ex 24: 1, 9), un evento celebrado posteriormente por los judíos como la constitución también de la comisión divina del oficio de anciano. En Números 11: 16–17, 24–25, donde claramente se indica que hubo una ceremonia de unción, leemos que el Espíritu cayó sobre ellos y comenzaron a profetizar. Desde ese momento en adelante compartieron las cargas de Moisés y le ayudaron en el desempeño de su función. Deuteronomio habla de las responsabilidades legales de los ancianos: la administración de la justicia local (Dt 19: 11–13), su papel como jueces civiles a las puertas de la ciudad, que eran las antiguas salas de audiencia (Dt 22: 15; 25: 7), y encargados de fallar en los casos de disputas familiares (Dt 21: 18–21; 22: 13–21). Después del asentamiento en Canaán los ancianos se convirtieron en una clase gobernante, no solo detentando los poderes judiciales, sino también los políticos y militares (1 Sm 4: 3; 8: 4–9). Durante la monarquía su autoridad menguó debido a la creación de un gobierno centralizado, con su función pública. Pero los ancianos como gobernantes locales seguían teniendo una considerable influencia y actuaban como amortiguadores de las tendencias dictatoriales por parte de la monarquía. Saúl buscó su favor (1 Sm 15: 30), y tanto David (2 Sm 3: 17; 5: 3) como Roboam (1 Re 12: 6–8) acudieron a los ancianos cuando pretendían hacerse con el trono. Siempre hubo tensión entre los ancianos y el rey, ya que sus esferas de autoridad se solapaban, pero los ancianos todavía impartían justicia tanto en asuntos legales como religiosos entre el pueblo. 2. Desarrollos posexílicos e intertestamentarios. Durante el exilio tanto la monarquía como la estructura tribal de Israel colapsaron, y los ancianos ganaron aún más autoridad que antes. En las comunidades del exilio (Jr 29: 1) y en Palestina (Ez 8: 1; 14: 1) los ancianos destacaban bastante. Sin embargo, había una diferencia; ahora no era los clanes o las tribus, sino las familias individuales, las que se habían hecho con el liderazgo. Durante el período posexílico estas familias se convirtieron en una aristocracia, y sus ancianos gozaban de una gran influencia. En Esdras 5: 9; 6: 6–15 ellos fueron los principales instigadores de la reconstrucción del templo, y tanto Darío como el gobernador persa Tatnai trabajaron con ellos. Los ancianos de las ciudades continuaron detentando su poder (véase Esd 10: 14; cf. los "jefes de casas paternas"en Esd 10: 16), y Nehemías tuvo continuas batallas con estos "nobles y oficiales"(Neh 5: 7; 7: 5), pero fue la familia aristocrática la que sacó cada vez más ventaja. Durante el período intertestamentario estos jefes de familia y ancianos tomaron poco a poco el control del aparato del Estado y empezaron a reunirse como consejo para gobernar la nación, convirtiéndose así en precursores del Sanedrín. Puede ser que la forma más antigua fuera la "compañía"de doce caciques mencionados en Esdras 2: 2; Nehemías 7: 7, posiblemente representa simbólicamente a las doce tribus. Bajo el dominio helenístico este consejo, el Gerousia, tenía amplios poderes, ya que los griegos permitieron que los pueblos que habían sometido gobernaran sus propios asuntos internos. En algún momento llegó a haber setenta miembros (o setenta y uno, si se cuenta al sumo sacerdote) (cf. m. Sanh. 1: 6; Josefo, Bell. 2.482), y el consejo constaba de ancianos y *sacerdotes aristócratas, con el sumo sacerdote a la cabeza. Durante el reinado de los asmoneos, sin embargo, la composición de la Gerousia se alteró de nuevo. Sus poderes se redujeron debido a las tendencias monárquicas de los gobernantes, y hubo una presencia cada vez mayor de líderes de los escribas (fariseos), lo que dio como resultado que la estructura de poder se dividiera entre dos facciones: la nobleza (ancianos y sacerdotes) y los laicos (escribas). Esto continuó hasta el período del NT. Se produjeron otras dos restricciones de la autoridad de Sanedrín (y por tanto de los ancianos) en los cincuenta años anteriores a Jesús. Bajo el gobernador romano Gabinio (57–55 a. C.) Palestina fue dividida en cinco synedria, y durante diez años el Sanedrín solamente tenía jurisdicción sobre las tres de Judea, aproximadamente una tercera parte de su antiguo territorio. Las viejas líneas de autoridad fueron reinstauradas bajo Hircano II (47 a. C.), pero eso también duró poco, puesto que *Herodes el Grande comenzó su reinado ejecutando a cuarenta y cinco miembros del Sanedrín que habían apoyado a Antígono (Josefo, Ant. 15.1.2) y obligando a la nobleza a someterse. Durante este período, sin embargo, los ancianos continuaron sirviendo como jefes de familias influyentes y como líderes de la comunidad. Es más, el "consejo de ancianos"representaba a la nación en sus relaciones con los griegos y los romanos, y también realizaba funciones judiciales en el país. En Qumrán al parecer no existía ese cargo, pero los ancianos, en su calidad de cabezas de familia, seguían en rango a los sacerdotes en cuanto a autoridad judicial y haláquica se refiere, y había un consejo de doce laicos y tres miembros sacerdotales que gobernada la comunidad (véase MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO). 3. El judaísmo del tiempo de Jesús. En el siglo I A. D., los presbyteroi servían principalmente una función comunitaria. Sus deberes se describen en el tratado misnaico Sanedrín, aunque la medida en que éste representa el judaísmo anterior al año 70 es objeto de mucho debate. Tanto en Judea como en las comunidades de la diáspora parece haber habido un consejo de siete ancianos que funcionaban principalmente a nivel cívico, y un comité ejecutivo de tres archontes ("gobernantes") -el jefe de la sinagoga, el ministro de la congregación y el recaudador de limosnas- que operaban principalmente a nivel de la sinagoga (cf. Jdt 6: 15–17; 7: 9–10). Sin embargo, no había una distinción clara entre la vida cívica y religiosa en las comunidades judías, y los dos grupos controlaban conjuntamente la vida cotidiana del pueblo judío. En las ciudades cosmopolitas, con una población mixta y sinagogas especiales (por ejemplo, Roma), puede que hubiera consejos de ancianos separados para la sinagoga y la comunidad, pero en la comunidad judía promedio el mismo grupo de ancianos gobernaba tanto los asuntos cívicos como los relacionados con la sinagoga, y a menudo los archontes se escogían de entre los ancianos. Los presbyteroi tenían plena jurisdicción sobre la vida civil, así como sobre la religiosa. Ellos decidían qué tipo de acción disciplinaria resultaba apropiada, si la flagelación o, la más grave de todas, la separación o excomunión. Aunque los ancianos no controlaban el culto de la sinagoga (que estaba bajo la jurisdicción de los archontes), ocupaban los asientos de honor y oficialmente hacían cumplir la ley. También administran tanto los asuntos del pueblo como de la sinagoga, tomando decisiones en una amplia variedad de situaciones. A menudo, el presidente de la sinagoga era un anciano, y el cargo pasaba más allá de los líderes hereditarios de las familias nobles para abarcar a los líderes laicos electos de la comunidad (probablemente elegidos anualmente). En correspondencia con los consejos locales estaba la Gerousia suprema, o Sanedrín, en Jerusalén. Allí, el término "anciano"se utiliza generalmente para describir a todos los miembros (cf. el presbyterion, "consejo de ancianos", en Lc 22: 66; Hch 22: 5) o específicamente para referirse a los líderes laicos que constituían la tercera parte, y la menos influyente, del grupo (con los saduceos y fariseos) en el Sanedrín, la nobleza laica. Un tercer uso del término denota a los escribas como intérpretes de la ley (cf. la "tradición de los ancianos"en Mc 7: 3, 5 par.). Este último uso se hizo predominante en el período posterior al año 70, cuando fue utilizado en referencia a los estudiosos escribas que desarrollaron la tradición tanaítica. 4. Los énfasis de los Evangelistas. Presbyteros como título solamente aparece en los Evangelios en las *predicciones sobre la pasión y en los propios relatos de la *pasión. Siempre (salvo en Lc 7: 3, donde los "ancianos"de una sinagoga dan testimonio de la piedad de un centurión) se refiere a los miembros laicos del Sanedrín, y en todos los casos excepto en la primera predicción de la pasión (Mc 8: 31 par., donde puede que se destaque su función jurídica) aparece después de la mención de los «principales sacerdotes". Esto probablemente se deba a la mayor influencia de los miembros sacerdotales en el Sanedrín. Marcos conserva la lista completa de los «principales sacerdotes, ancianos y escribas"que constituían el Sanedrín, en este orden, en Marcos 14: 53; 15: 1 (vinculando así a los ancianos con la facción sacerdotal, el alineamiento político normal), pero nombra a los "escribas"por delante de los ancianos en Marcos 11: 27; 14: 43 (probablemente debido a la mayor influencia política de los escribas en el siglo I A. D.) Mateo muestra un mayor interés en la participación de "los ancianos"en los acontecimientos de la pasión (once referencias en contraste con las cinco de Marcos, tres en Lucas y ninguna en Juan), mientras que omite la referencia a "los escribas», salvo en Mateo 16: 21; 26: 57; 27: 41. Si bien esta redacción no indica menos interés en la crítica a los escribas (véase Mt 23: 1–39), sí podría sugerir que Mateo entiende que los ancianos son un mejor emparejamiento con los principales sacerdotes a la hora de representar tanto al liderazgo sacerdotal como laico del pueblo judío. Mateo añade el descriptor adicional "del pueblo"(tou laou) a presbyteroi en cuatro ocasiones (Mt 21: 23; 26: 3, 47; 27: 1). Tal vez este añadido pretenda describir a los ancianos en un sentido más general como representantes de la nación en su conjunto (Francia, 798) (aunque véase Mt 2: 4 para su uso con los principales sacerdotes y los escribas). La misma frase aparece en el Antiguo Testamento, y en la versión de la LXX de Isaías 3: 14 describe el juicio de Dios contra "los ancianos del pueblo y sus líderes"por tratar injustamente al pueblo de Dios. Es posible que Mateo use la frase para indicar la responsabilidad que los ancianos iban a tener sobre Israel y como denuncia de la falta de un verdadero liderazgo por su parte (cf. Mt 9: 36; 23: 4, 15). Lucas conserva la lista completa en Lucas 9: 22 (// Mc 8: 31); Lucas 20: 1 (// Mc 11: 27), pero en Lucas 22: 66 (// Mc 15: 1) la lista se sustituye por "el consejo de los ancianos del pueblo"(Hch 22: 5). El interés de Lucas no está tanto en los distintos grupos cuanto en los líderes de Israel en su conjunto. Juan no demuestra ningún interés en los ancianos y menciona solo"
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jueves, 6 de octubre de 2016
JABEZ
Riqueza
La propiedad en la Ley Mosaica
La propiedad en la Ley
Dios otorga a Israel la Tierra Prometida. Poseer propiedades exige una mayordomía dentro del pueblo del pacto. En el Antiguo Testamento encontramos cuatro colecciones de leyes que presentan una buena cantidad de material bíblico en cuanto al tema de la mayordomía en el Antiguo Testamento. Esas cuatro colecciones son los diez mandamientos (Éxodo 20:2–17; Deuteronomio 5:6–21), el libro del pacto (Éxodo 20:22–23:33), el código de santidad (Levítico 17–26), y las leyes deuteronómicas (Deuteronomio 12–26). Estas colecciones demuestran ser fundamentales para aquellos que vivían bajo el pacto de Dios y proporcionan muchas alusiones a guías éticas a través del resto de las Escrituras. De estas vamos a extraer esos aspectos relacionados con el tema ético de la posesión de riqueza, y su contraria, la pobreza.
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miércoles, 5 de octubre de 2016
Salmo 23
Amén quote from "Diccionario de Jesús y los evangelios (Spanish Edition)"
Hi – I'm reading "Diccionario de Jesús y los evangelios (Spanish Edition)" by Joel B. Green, Jeannine K. Brown, Nicholas Perrin and wanted to share this quote with you.
"AMÉN «Amén» es una transliteración de la palabra hebrea 'amen y tiene un abanico de significados entre los que se encuentran «fiable», «cierto», «verdadero». Los intérpretes de la LXX a menudo sustituyeron el término con la palabra griega genoito (« así sea») y ocasionalmente con alethos (« verdaderamente»). De modo parecido, muchas versiones castellanas emplean «ciertamente» o «verdaderamente» en lugar de adoptar la transliteración. En los Evangelios, «amén» aparece cien veces (31x en Mateo, 13x en Marcos, 6x en Lucas, 25x [siempre por partida doble] en Juan). Antecedentes en el judaísmo y el Antiguo Testamento El uso de Jesús en los Evangelios Impacto narrativo en los Evangelios 1. Antecedentes en el judaísmo y el Antiguo Testamento. En el AT «amén» funciona como respuesta de confirmación a lo que otra persona ha dicho. Puede tratarse de profecía, maldiciones y bendiciones (Nm 5: 22; Dt 27: 15–26; Jr 11: 5). Normalmente se trata de una afirmación pública, y a menudo tiene lugar en un marco litúrgico. Esto lo corrobora la presencia de «amén» en Salmos 41: 13; 72: 19; 89: 52; 106: 48, cada uno de los cuales marca la culminación doxológica de su respectivo libro dentro del Salterio. en estos casos se hace énfasis en la participación de la audiencia al afirmar lo que se ha dicho previamente. 2. El uso de Jesús en los Evangelios. El uso que hace Jesús del término «amén» en los Evangelios es peculiar. Allí la palabra aparece solo en sus labios y se refiere exclusivamente a sus propios dichos o enseñanzas. Además, el término introduce sus palabras en lugar de aparecer al final de las mismas. Para Marcos, el término se usa en diferentes escenarios, como en las declaraciones provocadas por algún desafío que se le ha planteado a Jesús (Mc 3: 28; 8: 12), lecciones para los discípulos (Mc 9: 1, 41; 10: 15), ejemplos de fe y fracaso (Mc 10: 29; 12: 43; 14: 9), y palabras proféticas que aparecen más frecuentemente durante su ministerio en Jerusalén, especialmente en la noche de su traición (Mc 13: 30; 14: 18, 25,30). En el Evangelio de Mateo se encuentra en las enseñanzas dirigidas a las multitudes (Mt 5: 18, 26), las enseñanzas para los discípulos en particular (Mt 10: 15, 23; 16: 28), las declaraciones contraculturales chocantes (Mt 8: 10; 18: 3), las lecciones prácticas y las *parábolas (Mt 18: 13; 21: 21; 24: 47), y las predicciones y las palabras *proféticas (Mt 23: 36; 24: 2; 26: 21, 34). Lucas solamente incluye dos usos que no se hallen ya en los otros Evangelios sinópticos de un modo u otro: en la exclamación de Jesús de que ningún profeta es acepto en su tierra (Lc 4: 24) y en su respuesta a la petición del criminal para que se acuerde de él cuando Jesús venga con su *reino (Lc 23: 43). En el Evangelio de Juan «amén» siempre aparece en dobletes, a menudo en medio de enseñanzas importantes de Jesús, donde el término se utiliza dos o tres veces dentro de un tema (Jn 5: 19,24,25; 6: 26,32,47,53). Otros ejemplos del término aparecen en dichos que responden a un desafío (Jn 8: 34, 51, 58), en momentos de enseñanza individual (Natanael [Jn 1: 51], Nicodemo [Jn 3: 3, 5,11], Pedro [Jn 21: 18]) y en diversas predicciones y promesas de los discursos de *despedida (Jn 13: 21, 38; 14: 12; 16: 20, 23). 3. Impacto narrativo en los Evangelios. Repasando los ejemplos de «amén» en cada Evangelio no se alcanza a determinar una función clara y única para el término. Se podría especular sobre por qué Lucas utiliza el término rara vez (quizás esto refleje su interés en escribir un Evangelio que tenga sentido para la audiencia que pretende alcanzar, que es predominantemente gentil), o por qué Mateo lo incluye tan frecuentemente (su audiencia es judía). En cambio, dado el énfasis de Marcos sobre la autoridad de Jesús desde el principio de su Evangelio, es interesante observar que no incluye el término para reforzar la imagen autoritativa de Jesús en un momento en el que podría esperarse que lo hiciera. Por lo que respecta al Evangelio de Juan, la presencia de las declaraciones «amén» refleja su estilo dramático, en forma de dobletes y a menudo en puntos cruciales de la narración (e. g., cuando se cuestiona a Jesús [Jn 8] o cuando deja a sus seguidores con sus palabras de despedida [Jn 13–16]). ¿Qué significa «amén» en los Evangelios? Entre las sugerencias realizadas por los especialistas la palabra podría (1) indicar la divinidad de Jesús, (2) destacar la *autoridad de las enseñanzas de Jesús, (3) presentar a Jesús como quien tiene la autoridad de un mensajero de Dios (énfasis profético), (4) reflejar un trasfondo litúrgico (particularmente en el Evangelio de Juan), (5) acentuar la fuerza de las palabras de Jesús, (6) indicar la fiel transmisión de la tradición (autentificar las palabras de Jesús como históricamente exactas), (7) darle a las palabras de Jesús un sentido de solemnidad. Aunque es posible que nunca sepamos con certeza qué tipos de significado pudo haber tenido este término para Jesús, los autores del Evangelio o sus audiencias, como mínimo se puede decir que las declaraciones «amén» llaman la atención sobre las palabras de Jesús, resaltando la naturaleza enfática de su enseñanza y afirmaciones acerca de la obra de Dios en el mundo a través de su vida, muerte y resurrección. Véase también AUTORIDAD Y PODER; MAESTRO. BIBLIOGRAFÍA. R. E. Brown, The Death of the Messiah: From Gethsemane to the Grave; A Commentary on the Passion Narratives in the Four Gospels (2 vols.; ABRL; Nueva York: Doubleday, 1994) 1: 137 - existe edición castellana: La muerte del Mesías (2 vols.; Estella: Verbo Divino, 2005, 2006); D. Doriani, «Jesus'Use of Amen», Fresh 17 (1991) 125–27; J. Jeremias, New Testament Theology: The Proclamation of Jesus (Nueva York: Scribner, 1971) 35–36 - existe edición castellana: Teología del Nuevo Testamento (Salamanca: Sígueme, 1973); H. Schlier, « ἀμήν», TDNT 1: 335–38; R. H. Stein, The Method and Message of Jesus'Teachings (ed. rev.; Louisville: Westminster John Knox, 1994) 121–22; J. Strugnell, «'Amen, I Say unto You'in the Sayings of Jesus and in Early Christian Literature», HTR 67 (1974) 177–82. H. Carey"
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Agua from "Diccionario de Jesús y los evangelios (Spanish Edition)"
Hi – I'm reading "Diccionario de Jesús y los evangelios (Spanish Edition)" by Joel B. Green, Jeannine K. Brown, Nicholas Perrin and wanted to share this quote with you.
"AGUA Desde tiempo inmemorial hydōr (« agua») se utilizaba como un símbolo arquetípico relacionado tanto con la vida biológica como espiritual. Como sustancia indispensable que es, especialmente en las sociedades agrarias familiarizadas con los efectos de las sequías, hydōr se usaba frecuentemente de manera figurada como un símbolo de la vida o como una imagen en los oráculos. Con respecto a estos últimos, por ejemplo, los textos rabínicos hablaban de la sabiduría, la Torá y la enseñanza como agua o como un pozo (e.g., m. ʾAbot 1: 4, 2: 8; Exod. Rab. 47: 5). En los Evangelios el término expresa purificación y renovación, revelación y vida, especialmente las que se ofrecen a través de Jesucristo. La palabra hydōr aparece treinta y nueve veces en los Evangelios, más de la mitad de de ellas en el Evangelio de Juan. Evangelios sinópticos Evangelio de Juan 1. Evangelios sinópticos. En las dieciocho ocasiones que aparece hydōr en los sinópticos se describe el agua como un elemento purificador: once de ellas el término se refiere solamente a una masa de agua (e.g., Mt 8: 32: los cerdos «se precipitaron en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas») o al agua como un líquido (e.g., Mc 9: 41: «cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre»), y seis veces a la purificación judía u otro tipo de purificación simbólica (e.g. Mt 27: 24: Pilato «tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo»). La función de hydōr en los sinópticos no es tan genérica como pudiera parecer a primera vista. Por ejemplo, cuando hydōr se presenta como una masa de agua, se le puede atribuir una manifestación teológicamente singular. En Marcos 4: 35–41 el Mar de Galilea ha sido interpretado como los poderes hostiles a Dios, incluso poderes demoníacos, debido a que el lenguaje que utiliza Jesús se parece al de los encuentros con demonios y el contexto que los rodea (cf. la curación del endemoniado en Mc 5: 1–20) (véase Demonio, Diablo, Satanás). En los sinópticos el término hydōr también sirve para describir la purificación o limpieza. El *bautismo de Juan, por ejemplo, se describe en Marcos 1: 4 como un «bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados». Su ubicación al principio del Evangelio no solo resume el ministerio de Juan sino que también conecta el arrepentimiento y el *perdón con la persona a la que Juan anuncia, Jesucristo, quien bautizará no con agua sino con el Espíritu (Mc 1: 8; cf. Mt 3: 6; Lc 3: 3). La necesaria conexión entre hydōr y los lavamientos rituales del *judaísmo facilite el contraste entre la purificación ritual y la purificación que instaura Jesús (véase Mc 7: 1–23), que sirve como un reproche a la limpieza externa y al modo en que ésta sustituye a la limpieza interior (Mt 15: 11; Mc 7: 14; Lc 11: 39–41) (véase Puro e impuro). 2. Evangelio de Juan. Es en el Evangelio de Juan donde hydōr adquiere un significado especial. El simbolismo arquetípico de hydōr y la aplicación veterotestamentaria de la misma como un símbolo general de la vida física y espiritual se convierten en un punto de partida para el evangelista Juan, que desarrolla la imagen metafóricamente para describir la obra de Dios realizada mediante el Hijo, que ofrece tanto la revelación como el *Espíritu. El motivo del agua en Juan aparece por primera vez en Juan 1: 26 como parte del bautismo de Juan, donde se dice que Jesús es el verdadero bautizador (el título «Bautista» nunca se le aplica a Juan en este Evangelio), y su «bautismo en agua» es un bautismo «con el Espíritu Santo» (Jn 1: 33). Algo fundamental en esta combinación del agua con el Espíritu es el papel de este último como agente de revelación, donde el bautismo en agua sirve de contexto en el que se da a conocer la revelación de Jesús (Jn 1: 33–34). En Juan 2: 1–11 la transformación del agua en *vino no es una degradación del agua, sino más bien la utilización de su simbolismo arquetípico para describir la verdadera purificación que suministra Jesús. En Juan 3: 1–36 hydōr y «espíritu» se conectan directamente (Jn 3: 5), aunque de un modo que no está del todo claro. Entra las posibles interpretaciones se encuentran la ritualista (judía o cristiana), la fisiológica (e.g., relacionada con el nacimiento físico) o la simbólica (e.g., a menudo sacramental), donde cada una de ellas ofrece una definición distinta de los términos y, por tanto, de su relación. En esta relación hay que destacar la conexión entre hydōr y «espíritu» en el AT, especialmente en Ezequiel 36: 24–28, donde se describe una renovación y purificación de Israel, que incluye el lavamiento con agua pura de todo inmundicia y el don de un nuevo corazón y un nuevo espíritu: «Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu» (Ez 36: 27). La yuxtaposición de hydōr y «espíritu» en Juan 3: 5 se rige por una relación escatológica. Mientras que hydōr evoca imágenes de purificación ritual y simbólica, «espíritu» se refiere al cumplimiento escatológico y la venida del Espíritu. La conexión entre hydōr y «espíritu» no deja de tener sus diferencias, ya que la actividad del Espíritu no puede quedar confinada al bautismo en agua (Jn 3: 5–8). En Juan 4: 1–42 el hydōr que solo Jesús puede ofrecer se describe como «agua viva» (Jn 4: 10), disponible para la persona que tiene sed (Jn 4: 13) y en última instancia para todas las personas (Jn 4: 42). El diálogo entre Jesús y la mujer *samaritana es complejo y ofrece varias capas de significado de hydōr. Lo que está claro es que el significado de hydōr viene determinado por su conexión con quien la ofrece; no se trata, pues, de agua corriente. A la luz del uso tradicional de la imaginería del agua en referencia a la sabiduría y enseñanza divinas, la fuente de esta hydōr es el Mesías, quien declara «todas las cosas» (Jn 4: 25, 29). El hydōr que ofrece Jesús sacia por completo la sed; esto es, es el derramamiento de la «vida eterna» (Jn 4: 14). Finalmente, Jesús es el «pozo» del que se saca la verdadera hydōr (Jn 4: 15), un cumplimiento y ampliación del agua que ni siquiera el pozo de Jacob podía proveer. En Juan 7: 37–39 se aprecia un desarrollo interesante, especialmente en relación con Juan 4 . Mientras que a hydōr y al Espíritu se los describe en términos de cumplimiento en Juan 4, en Juan 7: 37–39 esa misma conexión se describe en el sentido de anticipación. El motivo del agua, sin embargo, es menos explícito y más implícito, ya que se establece como parte del contexto de la fiesta de los Tabernáculos (véase Fiestas), con su ceremonia diaria de vertido de agua, que se hace más enfática con la oferta de Jesús de una bebida escatológica. Jesús declara por segunda vez que él es quien proporciona «agua viva», la cual implanta en aquellos que acuden a él, aquellos que saben que su sed solamente puede ser saciada por la hydōr que él da (Jn 7: 37–38). Esta descripción de hydōr es el clímax del desarrollo narrativo del simbolismo del agua en este Evangelio, declarando que el sentido principal del símbolo es «el Espíritu», un don escatológico que será entregado cuando se produzca la glorificación de Jesús (Jn 7: 39). La descripción de hydōr en el Evangelio de Juan no siempre es tan directa; hay varias ocasiones en las que el término es significativo aunque solamente se deje entrever de una manera sutil. Por ejemplo, en Juan 5: 1–15 es posible interpretar un contraste intencionado entre las aguas mágicas curativas junto a las que el paralítico confía en su sanidad y la sanidad que ofrece Jesús: «¿ Quieres ser sano?» (Jn 5: 6). Y a la luz de la importancia explícita de hydōr, se pueden considerar relevantes los episodios del lavamiento de los pies de los discípulos por Jesús (Jn 13: 5) y el agua (y sangre) que manan del cuerpo crucificado de Jesús (Jn 19: 34). Con el simbolismo de hydōr tan profusamente presentado hasta ese punto de la narración, estas apariciones sutiles no hacen sino remarcar todavía más la conexión entre el agua y Jesús. Irónicamente, el hydōr que Jesús usará en última instancia para lavar a sus discípulos (Jn 13) vendrá directamente de él, y el «agua viva» que Jesús proporciona solamente se puede ofrecer mediante su *muerte. La prueba de su muerte fue, al mismo tiempo, la prueba de auténtica vida (Jn 19). Los Evangelios emplean de forma creativa el simbolismo arquetípico de hydōr, las realidades biológica y espiritual, así como todos sus significados y alusiones veterotestamentarios, para expresar cómo todos esos simbolismos y significados son necesarios para encontrarle sentido a la obra y la persona de Jesucristo. En virtud del papel escatológico del Espíritu Santo, el símbolo de hydōr se relaciona con la verdadera vida y las bendiciones salvíficas: el nuevo nacimiento, la purificación, el *gozo, la satisfacción análoga a cuando uno ve saciada su sed y la vida eterna. Véase también BAUTISMO; ESPÍRITU SANTO; VIDA, VIDA ETERNA. BIBLIOGRAFÍA. O. Böcher, «Water», NIDNTT 9: 988–91; S. B. Bryan, «Power in the Pool: The Healing of the Man at Bethesda and Jesus'Violation of the Sabbath (Jn. 5: 1–18)», TynBul 54 (2003) 7–22; G. M. Burge, «Revisiting the Johannine Water Motif: Jesus, Ritual Purification and Two Great Pools in Jerusalem», en New Testament Theology in Light of the Church's Mission: Essays in Honor of I. Howard Marshall, ed. J. C. Laansma, G. Osborne y R. Van Neste (Eugene, OR: Cascade, 2011); J. D. G. Dunn, Baptism in the Holy Spirit (SBT 2/ 15; Londres: SCM Press, 1970); L. Goppelt, «ὕδωρ», TDNT 8: 314–33; L. P. Jones, The Symbol of Water in the Gospel of John (JSNTSupS 145; Sheffield: Sheffield Academic Press, 1997); C. S. Keener, The Gospel of John: A Commentary (Peabody, MA: Hendrickson, 2003); C. R. Koester, Symbolism in the Fourth Gospel: Meaning, Mystery, Community (2ª ed.; Mineápolis: Fortress, 2003); W. Ng, Water Symbolism in John: An Eschatological Interpretation (SBL 15; Nueva York: Peter Lang, 2001). E. W. Klink III"
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