martes, 4 de octubre de 2016
Integridad
“¿Y nosotros? ¿Somos consecuentes con la fe que profesamos? ¿O nuestras acciones demuestran la falsedad —o, al menos, la mediocridad— de nuestra profesión?
Los apóstoles, en su día, tuvieron que denunciar en muchas ocasiones la hipocresía que veían entre los que profesaban ser creyentes. En 1 Timoteo 5:8, por ejemplo, Pablo dice que si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo. Puedes decir que amas muchísimo al Señor. Puedes tener grandes conocimientos de la Biblia y asistir fielmente a los cultos de la iglesia local. Pero si no cumples con aquellas obligaciones elementales de integridad y amor, tus acciones denuncian que tu profesión de fe es falsa. Eres incrédulo, por mucho que profeses ser creyente. Recordemos las conocidas palabras de 1 Corintios 13:1–3:
Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha.”
http://ref.ly/o/porquepastor/336738 via the Logos Bible Android app.
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