miércoles, 25 de octubre de 2017

Criterios de permanencia

Criterios de permanencia
De lo anterior se puede deducir que la tarea realmente crucial de la
teología es identificar las verdades atemporales, la esencia de las
doctrinas, y separarlas de la forma temporal en que fueron expresadas,
para poder crear una forma nueva. ¿Cómo podemos localizar e
identificar este elemento permanente o esencia? En algunos casos, es
bastante fácil, ya que la verdad atemporal se ha expresado como una
declaración didáctica universal. Ejemplos de esto encontramos muchos
en los Salmos. Uno se puede encontrar en el Salmo 100:5 "Porque Jehová
es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas
las generaciones." En otros casos, la verdad atemporal debe extraerse
de un pasaje narrativo o de una enseñanza que trate un problema
particular. Hay varios criterios mediante los cuales se pueden
identificar los factores permanentes o la esencia de la doctrina: (1)
constancia en todas las culturas, (2) situación universal, (3) factor
permanente reconocido como base, (4) vínculo indisoluble con una
experiencia considerada esencial y (5) posición final dentro de la
revelación progresiva.
Constancia en todas las culturas
Somos conscientes de la variedad de culturas presentes en nuestro
mundo actual y del gran espacio de tiempo que nos separa de los
tiempos bíblicos. Lo que a veces olvidamos es que el periodo bíblico
no estaba formado por un conjunto de situaciones uniformes. Las
situaciones temporales, geográficas, lingüísticas y culturales que
encontramos en las Escrituras canónicas varían mucho. Pasaron muchos
siglos desde que se escribieron los primeros libros del Antiguo
Testamento y los últimos del Nuevo. La situación cultural y geográfica
va desde un ambiente de pastores en la antigua Palestina hasta el
urbano de la Roma imperial. Hay diferencias entre la cultura y la
lengua hebrea y griega, que, aunque a veces se exageran, no obstante
son muy reales. Entonces, si hay constancia en las enseñanzas bíblicas
de varias circunstancias, muy bien podemos estar en posesión de una
constante cultural genuina o la esencia de la doctrina. Las
variaciones se pueden considerar parte de la forma de la doctrina.
Un ejemplo de la constancia en todas las culturas es el principio de
la expiación mediante sacrificios, y con él el rechazo de cualquier
tipo de obras de justicia. Encontramos este principio presente en el
sistema de sacrificios del Antiguo Testamento. También lo encontramos
en las enseñanzas del Nuevo Testamento cuando habla de la muerte
expiatoria de Cristo. Otro ejemplo es la centralidad de creer en
Jesucristo, que elimina toda brecha entre judíos y gentiles. Pedro
predicó esto a los judíos de varias culturas en Pentecostés en
Jerusalén. Pablo lo declaró en un ambiente gentil al carcelero
filipense (Hch. 16:31).
Situación universal
Otro criterio para determinar la esencia de una doctrina es saber qué
elementos se han expuesto de forma universal. El bautismo no sólo se
menciona con referencia a unas situaciones específicas donde se
practicó, sino también en la situación universal de la Gran Comisión:
"Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas
las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo" (Mt. 28:18–20). En varias cosas podemos
considerar esto como una situación universal: (1) la declaración de
Jesús de que toda potestad le ha sido dada sugiere que, como él
transfiere sus funciones y responsabilidades a sus discípulos, tiene en
mente una tarea que seguramente tiene que continuar indefinidamente.
(2) "Todas las naciones" sugiere una universalidad de cultura y lugar
(cf. la comisión de Hechos 1:8 – "y me seréis testigos…hasta lo último
de la tierra"). (3) Que Jesús estaría con ellos siempre, incluso hasta
el fin del mundo, sugiere que esta comisión tripartita ha de aplicarse
de forma permanente. Basándonos en este tipo de consideración, podemos
concluir que el bautismo no sólo fue un fenómeno aislado, localizado
en un tiempo y un lugar. Su aplicabilidad es permanente.
Por otra parte, el lavado de pies que aparece en Juan 13 no se expone
de forma universal o general. Aunque Jesús dijo: "vosotros también
debéis lavaros los pies los unos a los otros" (v. 14), no se dice nada
sobre la duración de la práctica. Aunque dijo: "porque ejemplo os he
dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis." (v. 15)
no hay razón para creer que su ejemplo deba extenderse necesariamente
de manera universal en esta forma precisa. No indica que la práctica
se tenga que realizar de forma perpetua. La razón subyacente para esta
acción aparece en su declaración sobre que el siervo no es más que su
señor (v. 16). Lo que estaba intentando era transmitir a sus
discípulos la actitud de un sirviente: humildad y deseo de poner a los
demás por encima de uno mismo. En esa cultura lavar los pies de otra
persona simbolizaba ese tipo de actitud. Pero en otra cultura, puede
que haya otro acto más adecuado para expresar la misma verdad. Como
encontramos enseñanzas sobre la humildad en todas las Escrituras sin
mencionar el lavado de pies (Mt. 20:27; 23:10–12; Fil. 2:3), podemos
concluir que la actitud de humildad y no el acto particular del lavado
de pies como tal, es el componente permanente de la enseñanza de
Cristo.
Factor permanente reconocido como base
Una enseñanza particular basada en un factor permanente reconocido
puede ser también permanente. Por ejemplo, Jesús basa sus enseñanzas
sobre la permanencia del matrimonio en el hecho de que Dios los creó
hombre y mujer y los hizo uno (Mt. 19:4–6, citando Gn. 2:24). El
antecedente se asume como un acontecimiento único teniendo una
significación permanente. De esto se deduce la naturaleza permanente
del matrimonio. Lo mismo ocurre con el sacerdocio de todos los
creyentes que se basa en el hecho de que el gran sumo sacerdote
"traspasó los cielos" de una vez para siempre. Por lo tanto nosotros
podemos "acercarnos al trono de la gracia confiadamente" (He. 4:14–16).
Es más, como Jesús es sacerdote para siempre (He. 7:21, 24), podrá
salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios (v. 25).
Vínculo indisoluble con una experiencia considerada esencial
En el punto de vista de Bultmann, la Geschichte de la resurrección (la
renovación de la esperanza y la apertura al futuro que experimentamos)
es independiente de la Historie (la cuestión de si Jesús realmente
resucitó). Pero Pablo afirma que la experiencia depende de la
resurrección de Cristo. Dice: "Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es
vana: aún estáis en vuestros pecados" (1 Co. 15:17). Si nuestra
experiencia de la resurrección es real y permanente, la resurrección
de Cristo debe ser un hecho, algo permanente y universal. Reemplazar o
cambiar esta doctrina de cualquier manera lleva consigo un cambio en
la experiencia. Si consideramos esta experiencia esencial, el abandono
de lo que la Biblia afirma que es la causa requerirá que encontremos
otra base para explicar el resultado. Nuestra experiencia de creer que
el mal se puede superar se basa en creer en las obras sobrenaturales
de Dios en conexión con la segunda venida. La experiencia de Fosdick
de que el mal se puede superar es bastante distinta, ya que la basa en
su creencia en el progreso, lo cual requiere un cierto tipo de
esfuerzo humano y va acompañado por su correspondiente grado de
inseguridad. Su experiencia se construye sobre una base menos sólida
que resultará no ser permanente. Por otra parte cada vez que nuestra
experiencia demuestra ser real y permanente, nos podemos asegurar de
que la doctrina bíblica de la que depende también es permanente.
Posición final dentro de la revelación progresiva
Un criterio final se relaciona con el tema de la revelación progresiva.
Si entendemos que Dios ha obrado en un proceso de conseguir la
redención de la humanidad, revelándose a sí mismo y su plan
gradualmente, los desarrollos posteriores tendrán más peso que los
anteriores. La suposición es que tenemos formas transitorias o
anticipadoras en los primeros casos y que el último caso es la forma
final. Un ejemplo sería el sacrificio de Cristo. Mientras que el Antiguo
Testamento pedía sacrificios continuos en el patio, ofrendas de
incienso dos veces al día en el lugar santo y una vez al año una
ofrenda en el Lugar santísimo hecha por el sumo sacerdote (He.
9:1–10), Cristo puso fin a ese proceso cumpliéndolo (v. 12). Ofreció su
propia sangre de una vez y para siempre. Es más, Jesús a menudo decía:
"Habéis oído lo que fue dicho…pero yo os digo que…" En estas ocasiones
Jesús estaba haciendo una declaración de la esencia de la doctrina
para reemplazar las anteriores aproximaciones a ella.
En algunos casos, la esencia de la doctrina no se realizó
explícitamente en los tiempos bíblicos. Por ejemplo, Jesús elevó mucho
el estatus de la mujer en la sociedad. De la misma manera, Pablo
concedía un estatus inusual a los esclavos. Sin embargo, la mayoría de
estos grupos no mejoraron tanto como lo deberían haber hecho. Así que
para encontrar la esencia de cómo debería tratarse a esas personas,
debemos fijarnos en los principios establecidos o implícitos según su
estatus, y no en la manera en que eran llevados a cabo realmente en
los tiempos bíblicos.
Intentaremos llegar a la esencia básica del mensaje, reconociendo que
toda la revelación tiene un propósito. Aquí no estamos hablando de
separar la semilla de la cáscara, como hicieron gente como Harnack, y
después descartar la cáscara. Ni estamos hablando de "descartar el
bagaje cultural," como dicen algunos intérpretes de la Biblia con
orientación antropológica en la actualidad. Nos referimos a encontrar
la verdad espiritual esencial sobre la que descansa una parte de las
Escrituras, y después hacer una aplicación contemporánea de la misma.
Es común observar (correctamente) que muy pocos cristianos se vuelven
hacia las genealogías de las Escrituras para su tiempo devocional. Sin
embargo, incluso estas porciones deben tener cierta importancia. Un
intento de ir directamente de "lo que significaba una genealogía" a "lo
que significa" seguramente resultaría frustrante. En su lugar, debemos
preguntarnos: "¿Cuáles son las verdades subyacentes?" Vienen a la
mente varias posibilidades: (1) todos tenemos una herencia humana de
la cual se deriva mucho de lo que somos; (2) todos, a través del largo
proceso de la descendencia, hemos recibido la vida de Dios; (3) Dios
obra providencialmente en la historia de la humanidad, un hecho del
que somos perfectamente conscientes si estudiamos la historia y el
trato de Dios con los humanos. Estas verdades tienen significado para
nuestra situación actual. De la misma manera, las reglas de higiene
del Antiguo Testamento nos dicen que Dios se preocupaba por la salud y
el bienestar de los seres humanos y la importancia de dar pasos para
conservar ese bienestar. El control de la polución y unas prácticas
dietéticas sanas podrían ser aplicaciones modernas de la verdad
subyacente. Para algunos exégetas esto sonará como una alegoría. Pero
no estamos buscando simbolismos, los significados espirituales
escondidos en las referencias literales. Más bien, lo que proponemos
es preguntar por la verdadera razón por la cual se dijo o se escribió
una declaración en particular.
Al hacer esto, debemos tener cuidado y entender que nuestro
entendimiento e interpretación están influenciados por nuestras propias
circunstancias históricas, a fin de no equivocarnos al identificar la
forma en la que expresamos una enseñanza bíblica con su esencia
permanente. Si no somos capaces de reconocer esto, haremos absolutas
las formas, y seremos incapaces de adaptarlas cuando la situación
cambie. Una vez oí a un teólogo católico romano trazar la historia de
las formulaciones de la doctrina de la revelación. Después intentó
describir la esencia permanente de la doctrina, y expresó claramente y
con corrección un punto de vista de la revelación ¡existencialista,
neoortodoxo y del siglo xx!
Es importante señalar que para encontrar la esencia integradora no hay
que estudiar la teología histórica para extraer el mínimo común
denominador de las distintas formulaciones de una doctrina. Al
contrario, la teología histórica señala que todas las formulaciones
postbíblicas son condicionales. Es de las mismas declaraciones
bíblicas de donde debemos sacar la esencia, y son el criterio de
continuidad de la validez de esa esencia.

Erickson, M. J. (2008). Teología sistemática. (J. Haley, Ed., B.
Fernández, Trans.) (Segunda Edición, pp. 130–134). Viladecavalls,
Barcelona: Editorial Clie.

--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com

No hay comentarios:

Generalidades de la Escatología Bíblica

NO DEJE DE LEERLO