Grau, J. (1973). Introducción a la Teología (Vol. 1, pp. 196–201):
Al igual que su Maestro, los discípulos de Jesús afirmaban «Está
escrito» para señalar la autoridad divina de cuanto se halla
registrado en la Biblia.
10. El Evangelio apostólico, basado en la Escritura
El ministerio oficial de Cristo comenzó con un «Está escrito» (Mateo
4:4). Asimismo, la proclamación del Evangelio da comienzo con esta
frase: «Como está escrito en.…» (Marcos 1:2).
Así como Cristo justificaba su obra con la solemne exclamación: «Así
está escrito y así fue necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase.…» (Lucas 24:46), asimismo los apóstoles vindican el
Evangelio que predican, detalle sobre detalle, mediante su apelación a
las Escrituras: «Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras» y «resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1.a
Corintios 15:3–4; cf. Hechos 8:35; 17:3; 26:22, y también Romanos
1:17; 3:4, 10; 4:17; 11:26; 14:11; 1.a Corintios 1:19; 2:9; 3:19;
15:45; Gálatas 3:10, 13; 4:22, 27). El Evangelio que proclamaron los
apóstoles era un mensaje basado en la Escritura (Hechos 17:2; 18:24,
28). Aún más, invitaban a que se examinara su enseñanza,
contrastándola con la Revelación del Antiguo Testamento (Hechos
17:11), es decir: la Escritura existente entonces.
11. La vida cristiana, inspirada en la Escritura
A) La santidad de vida es una exigencia de la Escritura,
según los apóstoles, y de ahí que la inculquen en sus discípulos (1.a
Pedro 1:16).
B) Los deberes cristianos han de fundarse en la Escritura
(Hechos 23:5; Romanos 12:19).
C) La «perfecta ley del amor» tenía sanción divina (Santiago 2:8).
D) Las circunstancias de la vida, los eventos y las
experiencias eran contrastados mediante el examen de las Escrituras
para poder ver su significado último y profundo (Romanos 2:26; 8:36;
9:33; 11:8; 13:9, 10; 2.a Corintios 4:13).
12. La Escritura tiene que cumplirse
Tal principio era verdad para Cristo y también lo fue para sus apóstoles.
Era necesario que la Escritura dada por David, mediante la acción del
Espíritu Santo, hallara su cumplimiento (Hechos 1:16). Aquí tenemos,
en un buen ejemplo, los varios elementos o instrumentos de que se vale
Dios para hacernos llegar su mensaje en forma escrita.
Es suficiente que algo se halle en la Escritura (1.a Pedro 2:6) para
que tenga autoridad absoluta, dado que lo que se contiene en ella es
la declaración del Espíritu Santo por medio de la instrumentalidad de
un autor humano y, por lo tanto, siendo mensaje de parte de Dios debe
ser verdad y hallar cumplimiento.
13. Las declaraciones de la Escritura son declaraciones divinas
Lo que dice la Escritura lo dice Dios mismo:
«Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he
levantado.…» (Romanos 9:17).
«Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe
a los gentiles.…» (Gálatas 3:8).
Afirmaciones sorprendentes que personifican el Libro de Dios. Se da
una identificación entre «Dios» y «Escritura». ¿A qué se debe ello?
Simplemente, es la expresión de una profunda convicción: la palabra de
la Escritura puede ser identificada con la Palabra de Dios. No fue la
«Escritura» —en tanto que tal— la que habló a Faraón, o la que dio las
grandes y maravillosas promesas a Abraham, sino Dios. Pero los
conceptos «Escritura» y «Dios» se hallan tan unidos en la mente de los
escritores del Nuevo Testamento que, con toda naturalidad,
personifican el registro escrito de la Revelación y se refieren a la
Escritura como si ésta hablara, o previera, para señalar el hecho de
que Dios habló y previó.
A) La palabra bíblica es palabra divina
Los dos ejemplos citados no son únicos. Hay un buen número de otros
casos similares: Marcos 15:28; Juan 7:38, 42; 19:37; Romanos 4:3;
10:11; 11:2; Gálatas 4:30; 1.a Timoteo 5:18; Santiago 2:23; 4:5 y ss.
Ciertamente, como dice Santiago, la Escritura no habla en vano
(Santiago 4:5).
B) Se le atribuyen a Dios las palabras bíblicas
Los apóstoles citan a Dios como diciendo lo que la Escritura afirma.
Encontramos expresiones como ésta: «Soberano Señor, tú eres Dios.… que
por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amontinan las
gentes.…?» (Hechos 4:25, citando el Salmo 2:1); también: «Por lo cual,
como dice el Espíritu Santo: Si oyereis su voz.…» (Hebreos 3:7,
citando Salmo 95:7–11). Todavía otro ejemplo: «.… Dios ha cumplido.… y
en cuanto a que le levantó de los muertos.… lo dijo así: Os daré las
misericordias.… Por eso dice también en otro Salmo.…» (Hechos 13:34,
citando a Isaías 55:3 y Salmo 16:10).
En cada uno de estos ejemplos las palabras atribuidas a Dios no fueron
palabras salidas literalmente de la boca de Dios, no se trata de
declaraciones de Dios consignadas en la Escritura, sino de textos
bíblicos. Son pasajes de la Escritura que se le atribuyen a Dios.
Si unimos lo dicho en el primer punto y en este segundo, si meditamos
en los dos grupos de pasajes —aquel en que las Escrituras adquieren
una personificación y hablan como Dios y, luego, aquel otro grupo de
textos en el que se habla de Dios como si fuera la misma Escritura—
nos damos cuenta de cuán estrecha, habitual, era para los apóstoles la
identificación en sus mentes de la palabra de las Escrituras y la
Palabra de Dios.
Podemos todavía comprobar esta identificación en aquellos pasajes en
los que se produce una especie de «cadena de citas» y en los cuales se
reúnen juntos un cierto número de textos procedentes de diferentes
libros, pero relacionados estrechamente los unos con los otros.
B. Warfield ofrece un ejemplo elocuente de estas cadenas de citas
sacado del primer capítulo de la carta a los Hebreos en sus Biblical
Studies. Podemos empezar en el versículo 5:
«Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te
he engendrado hoy.…»; y otra vez:
Cita del salmo 2:7 colocada en los labios de Dios.
Yo seré a él Padre, y él me será a mí Hijo?
Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:
Cita de 2.a Samuel 7:14 en la que Dios mismo es el que habla.
Adórenle todos los ángeles de Dios.
Cita de Deuteronomio 32:43 (Versión Septuaginta) o bien Salmo 97:7;
en ninguna de las dos citas posibles es Dios el que habla
directamente.
Ciertamente, de los ángeles dice:
El que hace a sus ángeles espíritus y a sus ministros, llama de fuego.
Cita del salmo 104:4, en donde tampoco habla Dios directamente y es
aludido en tercera persona.
Mas del Hijo dice:
Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo.…
Y:
Cita del salmo 45:6, 7, en donde tampoco es Dios el que habla
directamente, sino a quien se dirige el salmista.
Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son
obra de tus manos.…
Cita del salmo 102:25, 27, en donde tampoco habla Dios directamente,
sino que más bien se le habla a él.
Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra.…?
Cita del salmo 110:1, en la cual es Dios mismo quien habla directamente.
Tenemos en este ejemplo pasajes en los cuales Dios es quien habla
directamente y otros en los que, más bien, los escritores bíblicos le
hablan a él. Pero todos estos textos —todos sin excepción— son
atribuidos a Dios. ¿Por qué? Simplemente, porque tienen en común que
todos ellos son palabras de la Escritura, y en tanto que palabra de la
Escritura son Palabras de Dios.
De manera similar, en Romanos 15:9 y ss. se encuentra una serie de
citas, la primera de las cuales es ofrecida con el término: «como está
escrito.…», y las otras, por medio de la frase: «Y otra vez», o bien:
«Y otra vez dice.» Las citas son tomadas de Deuteronomio 32:43; Salmo
18:49; Salmo 117:1, y la última de Isaías 11:10. Solamente la última
—la única designada por su autor humano en este pasaje— es una palabra
directa de Dios en el texto del Antiguo Testamento.
CUESTIONARIO:
1. ¿Es verdad que lo que dice la Escritura lo dice Dios mismo?
2. Explique Hechos 1:16 y vea el alcance de la doble
instrumentalidad en la formación de los escritos bíblicos: la acción
del Espíritu y la colaboración humana.
3. ¿Por qué Dios asume como suyas palabras pronunciadas por
sus siervos?
Grau, J. (1973). Introducción a la Teología (Vol. 1, pp. 196–201).
Barcelona: Editorial Clie.
--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com
1 comentario:
Y otra vez dice.» Las citas son tomadas de Deuteronomio 32:43; Salmo
18:49; Salmo 117:1, y la última de Isaías 11:10. Solamente la última
—la única designada por su autor humano en este pasaje— es una palabra
directa de Dios en el texto del Antiguo T datafellows.net/en-que-consiste-la-neurofelicidad-aplicada/
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