domingo, 22 de octubre de 2017

LA INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS

Grau, J. (1973). Introducción a la Teología (Vol. 1, pp. 177–181):

Vimos en la lección anterior cómo la Tradición Apostólica debía quedar
codificada en un libro (la Biblia) para poder ser así guardada y
proclamada.
El mensaje de este libro fue inspirado por Dios, quien controló a
profetas y apóstoles para librarles de todo error, exactamente como
les había guiado en la proclamación oral. La Biblia, pues, es la
Palabra de Dios dada a los hombres por medio de unos hombres
escogidos, controlados e inspirados por el Espíritu Santo. El Espíritu
de verdad obró de tal manera en los escritores sagrados —los mismos
hombres que antes habían sido testigos escogidos— que lo que ellos
escribieron no es ya simple palabra humana, sino plena y perpetuamente
la Palabra de Dios para todas las generaciones.


1. ¿Cómo hemos de entender la inspiración?

Digamos, en primer lugar, lo que no es la inspiración en términos bíblicos:

A) La inspiración mecánica, como si Dios hubiese dictado a la
oreja de los hagiógrafos lo que tenían que escribir, sin tener en
cuenta el estilo y la manera de ser personal de cada uno de ellos.
Cada libro de la Escritura refleja suficientemente las huellas humanas
de su autor.
B) La inspiración parcial (liberalismo o modernismo -
teológico) y personal, como si unos textos fuesen más «inspirados», o
mejor: inspirasen más que otros. En esta hipótesis, cada lector es
abandonado a su propio discernimiento para descubrir lo que es
«mensaje religioso de algún valor» y lo que es «error» o «mito». Esta
postura emplea indebidamente el vocablo «inspiración», ya que no le da
más valor que el que pueda tener al referirse a la inspiración
artística, literaria o de cualquier otra suerte.
C) La inspiración parcial de la neo-ortodoxia según la cual
la Biblia no es, objetivamente, la Palabra de Dios, sino que se
convierte en «Palabra de Dios para mí» en ciertos momentos únicamente,
y de manera esporádica. El reconocer que la Sagrada Escritura es
Palabra de Dios —o mejor dicho: que puede llegar a ser palabra de
Dios— es cosa subjetiva y constituye la experiencia esporádica de
algunos individuos.
Esta posición confunde el «encuentro» del alma con Dios con la
Revelación misma que hace posible tal encuentro. Confunde la verdad
objetiva del Señor que se revela, con nuestra apreciación subjetiva de
dicha verdad.
Cristo era igualmente Dios y Salvador cuando era creído por la
samaritana que cuando fue crucificado y desechado por los judíos y los
romanos; asimismo, la Biblia es Palabra de Dios tanto si se la rechaza
como si se la cree y acepta.
Positivamente, la inspiración bíblica es:
a) Una inspiración orgánica. El Espíritu Santo obró en los
escritores de acuerdo con su manera de ser, aprovechando su
idiosincrasia personal y cultural. Iluminó sus mentes, guió su memoria
y controló la influencia del pecado y del error para que no se
malograse su trabajo; en todo, sin embargo, los dejó expresarse a su
manera, según su estilo y vocabulario y de acuerdo con su tiempo. Por
ejemplo, el estilo de Amós es muy distinto del de Isaías y el de
Miqueas del de Oseas; en el Nuevo Testamento, los escritos de Juan
difieren mucho de los de Pablo y, no obstante, todos estos testimonios
nos dan Palabra de Dios. Es decir: Palabra de Dios a través de las
palabras de unos hombres (2.a Pedro 1:19–21).
b) Una inspiración plenaria. «Toda Escritura es inspirada por
Dios y útil.…» (2.a Timoteo 3:16).
El sentido original griego es que «Toda Escritura» se refiere a
cada uno de los escritos sagrados; «pasa graphé», distributivamente, o
sea: «las Sagradas Escrituras» —las «hierà grammata» del verso
anterior (v. 15)— en su totalidad, sin excepción. Y esta Sagrada
Escritura, en cada uno de sus partes y libros, «es inspirada». ¿Qué
significa la expresión «inspirada por Dios»? El vocablo griego
«theopneustos» quiere decir literalmente: «expirada —de dentro hacia
afuera—, soplada por Dios». Así, la Sagrada Escritura es el producto
de la acción de Dios en el hombre por El escogido para ser su
instrumento y escriba; la Biblia surge de Dios, viene de El y por
consiguiente es Palabra de Dios.
c) Una inspiración verbal. Si bien no mecánica (véase más arriba).
Pablo cita a Lucas y a Deuteronomio como Sagrada Escritura y Pedro
considera los escritos de Pablo dentro de la misma categoría (1.a
Timoteo 5:18; 2.a Pedro 3:16). Lo que está escrito no es tan sólo
palabra de hombres sino Palabra de Dios: Mateo 19:4, 5; Hechos 4:25,
26; 13:34, 35; Hebreos 1:6 y ss.; 3:7, etc.


2. ¿Para qué fue dada la inspiración?

El texto de Timoteo nos dice no sólo que «toda Escritura es
inspirada» sino que «es útil para que el hombre de Dios sea perfecto
en toda buena obra»; así su cometido es «enseñar, redargüir, instituir
en justicia» y equipar al creyente para su crecimiento espiritual. Tal
es su objetivo.
La autoridad divina de la Escritura es una autoridad revelacional, o
reveladora. En su esencia constituye la auto-revelación de Dios
consignada en unas páginas inspiradas por El mismo. De ello se sigue
que la autoridad de la Biblia no es científica, o política, o
económica, etc.
«Dios no nos ha dado la Biblia para que sepamos cómo es el cielo
sino para ir al cielo», dijo Galileo al ser procesado por la
Inquisición. Muchos siglos antes, Agustín había escrito: «Dios, al
darnos las Escrituras, no quiso enseñarnos matemáticas o astronomía;
El quería hacer santos y no sabios.»
Aunque no sea primariamente un libro de ciencia, la Biblia contiene
un cierto número de afirmaciones de tipo científico que, en ocasiones,
significa anticiparse a muchas verdades científicas modernas. Hay
asimismo otras verdades reveladas que rozan el ámbito de la ciencia;
por ejemplo, la afirmación de que toda la raza humana se deriva de una
pareja original —Adán y Eva— y que la materia no es eterna sino cosa
creada por Dios. Asimismo, hemos de admitir que la Escritura tiene
mucho que decir sobre las presuposiciones de todas las demás ciencias.
Sin embargo, no podemos perder de vista el hecho de que la finalidad
primera de la Escritura es la de llamar a los hombres a la fe en Dios
mediante la presentación de Jesucristo como Salvador y Señor. El
estudio de las realidades de la creación lo ha dejado Dios a la
investigación de los hombres. Para que se ocupasen en ello les dio la
razón y las demás facultades que constituyen al hombre en un ser hecho
a semejanza de la Divinidad (Gén. 1:26, 27). El descubrimiento de
estas verdades naturales no es objeto de Revelación. En cambio sí lo
es todo lo que atañe a Dios y a las relaciones del hombre con él,
ámbito éste que, como ya vimos en las primeras lecciones, sería
infranqueable si el ser humano fuera dejado a sus solas fuerzas.
«Estas cosas han sido escritas para que creáis.…» (Juan 20:31).


CUESTIONARIO:

1. ¿Por qué no podemos aceptar un concepto mecánico de la inspiración?


2. ¿Por qué es distinta la inspiración bíblica de la
«inspiración poética», por ejemplo?


3. Señale los errores de la teoría de la «inspiración parcial».


4. Defina la inspiración bíblica, tal como se desprende del
testimonio de la misma Biblia en pasajes como 2.a Timoteo 3:16 y 2.a
Pedro 1:19–21.


5. ¿Cuál es el objetivo primario de la Revelación bíblica?


Grau, J. (1973). Introducción a la Teología (Vol. 1, pp. 177–181).
Barcelona: Editorial Clie.



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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com

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