lunes, 28 de mayo de 2007

EL ARREPENTIMIENTO



" Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente." Lucas 13:3

" Pedro les dijo: -Arrepentíos …" Hechos 2:38

Comúnmente el arrepentimiento se ha descrito como la muerte al pecado y a la naturaleza pecaminosa. El arrepentimiento es necesario para nacer de nuevo. Debe haber una muerte antes de que pueda ocurrir un nuevo nacimiento.

Arrepentimiento es "volverse del pecado y dedicarse a la enmendadura de la vida; sentir pesar o contrición; cambiar voluntariamente." La palabra griega en el Nuevo Testamento es metanoeo que literalmente significa "cambiar de voluntad o propósito". Esta palabra indica siempre un cambio para lo mejor.

ASPECTOS NECESARIOS:

A lo menos hay tres aspectos necesarios en el arrepentimiento: un cambio intelectual (cambio de visión), un cambio emocional (cambio de sentimientos), y un cambio volitivo (cambio voluntario de propósito). Esto es bíblico: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas“ (Mr 12:30). Así que el arrepentimiento viene siendo un cambio de mente, corazón, y voluntad.

En el contexto bíblico, el arrepentimiento es un giro abandonando el pecado y volviéndose hacia Dios. En este sentido, el arrepentimiento es una transformación radical de mente, actitud, convicción y dirección. Es un acto voluntario del hombre en respuesta al llamado de Dios. Denota un giro activo, no sólo un sentimiento de pesar o una disculpa. Es más que una resolución moral o reforma; es una decisión espiritual y un cambio espiritual.

El arrepentimiento es el primer acto de fe, e incluye varios elementos importantes: el reconocimiento de pecado, la confesión de pecado, el remordimiento por el pecado, y una decisión para abandonar el pecado.

Reconocimiento de Pecado:

Antes que alguien pueda arrepentirse del pecado debe comprender primero que es un pecador. "Respondiendo Jesús, les dijo: -Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento" (Mr 2:17; Lc 5:32). Todos los hombres han pecado, así que Jesús realmente vino al mundo entero. Sin embargo, su afirmación enseña que Él salvará sólo a aquellos que reconocen sus pecados.

"Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos." (Mt 5:3). Todos somos pobres espirituales sin Dios, pero sólo aquellos que reconocen su pobreza buscarán a Dios y hallarán las riquezas celestiales. Muchas personas moralmente buenas y devotamente religiosas encuentran difícil arrepentirse y recibir el Espíritu Santo, porque ellos no reconocen su gran necesidad y no desarrollan un sentido de urgencia. El arrepentimiento tiene lugar sólo cuando el hombre reconoce sus pecados y reconoce su necesidad de Dios.

Confesión de Pecado:

Una vez que alguien comprende que es un pecador debe confesarlo ante Dios. Dios ya lo sabe todo, pero Él exige una confesión honesta. "El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia." (Prov 28:13). Cuando las personas recibieron "el bautismo de arrepentimiento" de Juan el bautista ellos descendían al agua "confesando sus pecados" (Mr 1:4-5). Si uno peca después de la conversión, la confesión es todavía parte del arrepentimiento “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (I Jn 1:9).

Confesamos los pecados directamente a Dios, porque Él es el único que puede perdonarlos (“Yo, yo soy quien borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” Is 43:25; “¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” Mr 2:7).

No necesitamos un mediador terrenal porque Jesús como hombre es nuestro mediador y sumo sacerdote (“pues hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre” I Ti 2:5; “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” Heb 4:15-16).

No obstante puede ser apropiado para alguien confesar su arrepentimiento abiertamente (“Muchos de los que habían creído en Jesús le contaban a la gente todo lo malo que antes habían hecho.” Hec 19:18; “Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.” Stg 5:16).

Lo esencial de la confesión es reconocer a sí mismo y ante Dios que uno es un pecador que necesita el perdón de Dios, y pedirle ayuda a Dios para superar en el futuro la lucha contra el pecado.

Remordimiento por el Pecado:

Debe haber remordimiento, un dolor genuino por los pecados cometidos. El haber pecado nos debe causar un sentimiento de pesar -tristeza-, y nuestro corazón se debe quebrantar a consecuencia de los pecados. "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." (Sal 51:17).

El pecador debe sentir en él un sabor del disgusto de Dios, no sólo un dolor o pesar humano. "La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte." (II Cor 7:10).

Muchas personas lamentan el haber pecado pero no se han arrepentido auténticamente. Sienten las consecuencias de pecado pero no se vuelven del pecado. A veces el pecado los pone en situaciones terribles y lo sienten e intentan dejarlo pero, cuando hay una oportunidad para escapar de esas situaciones terribles, continuarán viviendo en pecado. Muchas de ellas lloran en el altar porque sienten compasión de ellos mismos y están disgustados por su impotencia, pero no están entregando sus vidas totalmente a Dios. Éstos son ejemplos del dolor mundano que no produce arrepentimiento. El verdadero arrepentimiento es fruto de la tristeza que le causa a una persona el haber pecado, y que decide cambiar su estilo de vida pecador, y no le pesa ni le duele hacer el cambio de vida.

Decisión de abandonar el pecado:

Prov 28:13 dice que es necesario tanto confesar como apartarse del pecado para obtener misericordia. Debe haber una conversión real del pecado hacia Dios. El arrepentimiento va más allá de un dolor por haber pecado; también incluye una determinación para hacer algo sobre esos pecados. El arrepentimiento va más allá de la confesión de pecados; también incluye el apartarse del pecado por medio de la ayuda de Dios.

Juan Bautista hizo énfasis en este elemento del arrepentimiento. (“Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: —¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: “Tenemos a Abraham por padre”, porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.” Lc 3:7-8). Él se negó a bautizar a muchos que vinieron a él a menos que mostraran evidencias de su arrepentimiento. Para él, el arrepentimiento era mucho más que una decisión mental; era una decisión espiritual que provocó un cambio de vida. Pablo predicó a los hombres "que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento" (Hec 26:20). El verdadero arrepentimiento causa un cambio real en las acciones de uno. El último movimiento del arrepentimiento involucra la voluntad, el hombre debe decidir. “Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” Is 55:7.
(Siguiendo el bosquejo del capítulo 5 del libro "El Nuevo Nacimiento", David K Bernard.)

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