domingo, 27 de mayo de 2007

LABRADORES MALVADOS

“Escuchen otra parábola: El dueño de una finca plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó unos criados a pedir a los labradores la parte que le correspondía. Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a otro. El dueño volvió a mandar más criados que al principio; pero los labradores los trataron a todos de la misma manera.
“Por fin mandó a su propio hijo, pensando: ‘Sin duda, respetarán a mi hijo.’ Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es el que ha de recibir la herencia; matémoslo y nos quedaremos con su propiedad.’ Así que lo agarraron, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Mateo 21: 33-39 DHH


Era común en la época de Jesús que grandes terratenientes arrendaran sus propiedades y se fueran a vivir al extranjero, disfrutando de la prosperidad económica de la diáspora. Lo sorprendente del relato de Jesús es la actitud malvada de los labradores, que no cumplen con su deber y la prolongada paciencia del dueño de las tierras.

El dueño de la tierra:

Les entregó todo muy bien arreglado a los labradores, así que no habría excusa para no dar fruto.
Confió en ellos al irse lejos y no estar interfiriendo a cada rato en su comportamiento.
A la hora de recibir la parte correspondiente siempre les envió a sus siervos a cobrarles.
Fue muy paciente al brindarles muchas oportunidades de arreglar su proceder y ponerse al día con él.
Tuvo en gran estima a esos inquilinos pues hasta el último momento les facilitó las cosas. Sin tomar medidas drásticas.

Los inquilinos:

Es de suponer que en un comienzo estuvieron de acuerdo con las condiciones del contrato.
Al ver la prosperidad y la facilidad para obtener el fruto, se llenaron de avaricia.
No se mostraron hospitalarios con los siervos sino todo lo contrario, muy hostiles.
Estaban dispuestos a hacer lo que fuera con tal de desconocer la autoridad y los derechos del dueño de las tierras, incluso matar.
No solo mataron a los siervos sino que también, si hubiese sido posible, al mismo dueño. Eso quedó demostrado al quitarle la vida al heredero.
Pensaron apoderarse de las tierras y hacerse dueños y señores absolutos.

Israel actúo como los labradores malvados. Dios se muestra como dueño absoluto de todo, incluso de nuestra propia vida.
[1] Él preparó todo para dárselo a Israel de manera gratuita, sólo les pidió que no se olvidaran de él. Dios los adoptó como hijos. Dios estuvo entre ellos con su presencia gloriosa, y les dio las alianzas, la ley de Moisés, el culto y las promesas.[2] Les dio un nombre, hizo de ellos una nación, les dio una tierra y unas ciudades con terrenos muy bien sembrados; solo tenían que disfrutarlos y acordarse de su Dios para honrarlo.

Pero ¿qué sucedió? Los Israelitas comenzaron a rendirle culto a otros dioses y se olvidaron del verdadero Dios que les había dado todo; y cuando éste mandaba sus siervos con mensajes de amor para que volviesen a él entonces los maltrataban, insultaban, golpeaban, y hasta mataban. Eso les ocurrió a los profetas.

Nuestro Dios demostró su amor hacia los inquilinos Israelitas al enviarles durante muchos siglos emisarios en su nombre para que arreglaran cuentas, pero nunca obedecieron.

Finalmente y en la prueba más grande de su amor, Dios les envía a su propio Hijo, pero que hacen con él. Lo sacan fuera de la ciudad y lo matan. Jesús era el Hijo de Dios, Dios mismo manifestado en carne, pero el pueblo no lo conoció ni lo recibió como tal.
[3]

Los Israelitas tenían todo para dar un buen fruto, pero nunca aprovecharon todas esas bendiciones.

¿Qué hará Dios ahora con Israel?

Es la pregunta que les hace Jesús:

“Y ahora, cuando venga el dueño del viñedo, ¿qué creen ustedes que hará con esos labradores?”
[4]

Los judíos que respondieron sin pensarlo mucho no tenían ni idea de la seriedad de la pregunta. El dueño del viñedo había venido y estaba negociando con los labradores su castigo, les pidió a los mismos labradores que dictaran la sentencia.

Le contestaron:
—Matará sin compasión a esos malvados, y alquilará el viñedo a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.
[5]


La sentencia parecía más que justa pero ellos no entendían que se llevaría a cabo sobre ellos mismos. Pero lo entendieron cuando el dueño del viñedo aceptó su propuesta:

Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida cosecha.
[6]

Qué parábola tan seria. Unos labradores que tenían todo a su favor para ser unos buenos administradores, terminaron castigado severamente. Debemos entonces tener en cuenta los principios bíblicos de administración para que a la hora de la evaluación no nos vaya tan mal como a Israel.

Luego de la muerte del Mesías, Jerusalén fue destruida y los judíos quedaron sin patria, vagaron errantes hasta el siglo pasado cuando en el año 1947 las naciones unidas le dieron un pedazo de tierra en la que antes era su nación.

La rebelión y el endurecimiento de Israel ha llegado a ser bendición para nosotros. Los que antes no éramos pueblo ahora somos pueblo de Dios. Por su transgresión vino la salvación a los gentiles
[7]. ¿Cómo actuaremos nosotros frente a la bendición que Dios ha puesto a nuestro cuidado?

Entendamos lo que dice la Palabra de Dios: Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra manera tú también serás eliminado.
[8]

Por favor no hagamos como los Israelitas que se olvidaron de Dios y se llenaron de vanagloria creyendo que con ellos moriría la bendición.

Dios nos da todas las cosas pero quiere tener comunión con nosotros. Son muchas las cosas que de Dios hemos recibido, la lista se haría interminable. Piense por un momento, comenzando por su vida, su hogar, las posesiones, el tiempo, el espacio, etc..

¿Cómo se sentirá Dios cuando por cualquier circunstancia no le damos a él la honra y la gloria que merece? ¿Qué pensará de nosotros cuando lo desplazamos del primer lugar?

Necesitamos sabiduría para vivir pidámosla a Dios y estudiemos los libros sapiensales, allí está encerrada mucha sabiduría. Apliquemos la palabra de Dios a nuestra vida.

Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes que muera:
Vanidad y mentira aparta de mí,
y no me des pobreza ni riquezas,
sino susténtame con el pan necesario,
no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?»,
o que, siendo pobre, robe
y blasfeme contra el nombre de mi Dios.
[9]


[1] Levítico 25: 23; 1 Crónicas 29: 12, 14 y 16; Salmo 24: 1; Salmo 50: 12 DHH; Salmo 89: 11; Hageo 2: 8; 1 Corintios 10: 26 TLA
[2] Romanos 9: 4 DHH
[3] Juan 1: 11
[4] Mateo 21: 40 DHH
[5] Mateo 21: 41
[6] Mateo 21: 43
[7] Romanos 11: 11
[8] Romanos 11. 22
[9] Proverbios 30: 7 -9

1 comentario:

Laura dijo...

Hola, muy bonita la foto. Sigan publicando mensajes como ese, me servirán de mucho cuando no esté por estas tierras.

Generalidades de la Escatología Bíblica

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