lunes, 22 de octubre de 2007

29 puntos interesantes sobre Babilonia



Babilonia y la biblia

1. El territorio en el SO de Asia, actualmente el S de Irak, que obtuvo su nombre de la ciudad capital, Babilonia. También se lo llamaba Sinar (Y fueron cabeceras de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, ciudades en la tierra de Sinar… Aconteció que cuando salieron de oriente hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Gn. 10.10; 11.2; Asimismo, acontecerá en aquel tiempo que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el resto de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Is. 11.11; Cuando vi entre el botín un hermoso manto de Sinar y 200 siclos (2.28 kilos) de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso, los codicié y los tomé; todo eso está escondido en la tierra dentro de mi tienda con la plata debajo. Jos. 7.21 NBLH) y, más tarde, la tierra de los caldeos (Jer. 24.5: Yo, el Señor, el Dios de Israel, digo: Como a higos buenos miraré al pueblo de Judá, que mandé desterrado de aquí al país de los caldeos; Ez. 12.13: Yo le echaré encima mi red y lo atraparé con ella. Lo llevaré a Babilonia, tierra de los caldeos, tierra que no podrá ver, y allí morirá.). En la época más remota llevaba el nombre de Sinar, para las regiones del N, y Sumer para la región aluvial del S y las ciénagas que bordean el golfo Pérsico; un territorio que posteriormente se llamó estrictamente Caldea, término aplicado a todo el país después del surgimiento de la dinastía caldea. Por ello a los babilonios (bƒneÆ baµb_el,'hijos de Babilonia') se les llama también caldeos (ceñidos por la cintura con talabartes y llevando turbantes de colores en la cabeza, todos ellos con apariencia de capitanes, a la manera de los hombres de Babilonia, de Caldea, tierra de su nacimiento… Así, pues, se unieron a ella los hombres de Babilonia en su lecho de amores, y la contaminaron… Los de Babilonia y todos los caldeos, los de Pecod, Soa y Coa, y todos los de Asiria con ellos; jóvenes codiciables, gobernadores y capitanes, nobles y hombres notables, que montan a caballo todos ellos. Ez. 23.15, 17, 23). Babilonia, regado por los ríos Tigris y Éufrates, era probablemente el lugar del Edén y de la torre de Babel, y la tierra a donde fueron llevados al exilio los judíos.

2. Este pequeño territorio llano de unos 20.000 km² estaba limitado al N por Asiria (Samarra-Jebel Hamrín como límite), en el E por los montes que bordean Elam, en el O por el desierto arábigo, y en el S por las costas del golfo Pérsico. Se discute todavía si la línea de la costa mencionada ha cambiado apreciablemente desde épocas antiguas. Las ciudades principales, de las que Babilonia (Babel), Warka (Erec), y Agade son las primeras que se mencionan en el AT, con Nipur, Ur, Eridu, y Lagás, se encontraban todas sobre o cerca del Éufrates.

3. El período dinástico primitivo (ca. 2800–2400 a.C.): Este período vio el advenimiento de la monarquía y la fundación de grandes ciudades. Según la lista de reyes de Sumer, ocho o diez reyes gobernaron antes del diluvio en las ciudades de Eridu, Badtibirra, Larak, Sipar, y Suruppak. El gobernador de esta última es el héroe del relato sumerio sobre el diluvio (cf. Noé). Hubo, sin embargo, una fuerte tradición literaria sobre un diluvio en Babilonia desde ca. 2000 a.C.

4. Después del diluvio "la realeza descendió nuevamente del cielo" y los gobernantes de Kis y Uruk (Erec) incluyen a Gilgamés y a Agga, los héroes de una serie de leyendas, que bien pueden ser personajes históricos. Varias ciudades-estados florecieron con centros en Uruk, Kis, Ur (tumbas reales), Lagás, Suruppak, Abu Salabikh, y hasta Mari al N. A menudo más de un gobernante poderoso procuró dominar Babilonia al mismo tiempo, y las refriegas eran frecuentes. Así la 1ª dinastía en Lagás fundada por Ur-Nanse terminó cuando Urukagina, reformador social (ca. 2351 a.C.), derrotó a Enannatum y poco después a Lugalzagesi de Umma, que se había apoderado de las ciudades de Lagás, Ur, y Uruk, estableció la primera o "proto-" dominación imperial de Sumer hasta el Mediterráneo.

5. Una familia semítica fuerte fundó una nueva ciudad en Agade y más o menos al mismo tiempo puede haber restaurado la ciudad de Babilonia. Esta dinastía "acádica" o sargónide (2371–2191 a.C.), así llamada por el nombre de su fundador Sargón ideó una nueva técnica de guerra con el arco y la flecha, y pronto derrotó al déspota Lugalzagesi de Umma, Kis y Uruk con el fin de obtener todo Sumer. Este rey llevó sus armas hasta el Mediterráneo y Anatolia. Su autoridad ampliamente extendida la mantuvo su nieto Naram-Sin hasta que los gutios de las montañas del E saquearon la región N de Babilonia (2230–2120 a.C.) y mantuvieron el control de la economía hasta que fueron vencidos por una coalición dirigida por Utuhegal de Uruk. Su gobierno fue, no obstante, más bien local y más fuerte al E del río Tigris. Lagás bajo su ensi, o gobernante, Gudea (ca. 2150 a.C.), se mantuvo independiente y dominó Ur y las ciudades meridionales. Gudea extendió gradualmente su territorio y amplió sus expediciones hasta Siria (Ebla) con el fin de obtener madera, piedras preciosas y metales, y así aumentó la prosperidad de su ciudad. El renacimiento o "edad de oro" sumerio que siguió se caracterizó por su riqueza económica y artística.

6. Después del reinado de Utuhegal de Uruk y Namahani, yerno de Gudea, en Lagás, Ur volvió a ser el centro del poder. Ur-Nammu (2113–2096 a.C.) reedificó la ciudadela con su zigurat y sus templos en Ur y en Uruk, Isín, y Nipur levantó estatuas de sí mismo en los templos que eran controlados por personas nombradas por él. Gradualmente Ur extendió su influencia hasta Asur y Biblos, y por un tiempo se les reconoció honores divinos a sus sucesores, lo cual se representaba en los monumentos y sellos mediante una especie de cobertura con cuernos para la cabeza, que representaba la divinidad.

Honores similares parecen habérsele tributado a Naram-Sin antes. Muchos miles de documentos revelan la administración y la religión de este período, cuando Ur comerciaba con lugares tan distantes como la India. El fin llegó tras severos períodos de hambre, y los gobernantes sumerios fueron desplazados por invasores de Elam y por grupos semíticos seminómades de los desiertos occidentales. Es posible que la migración de Taré y Abraham (Gn. 11.31) tuviera lugar en esta época de cambio en la fortuna de Ur

7. Los territorios anteriormente controlados por Ur fueron divididos entre los jefes locales de Asur, Mari sobre el Éufrates superior, y Esnunna. Isbi-Irra en Isín y Naplanum en Larsa establecieron gobiernos independientes, dividiendo así la lealtad de los sumerios, que anteriormente estaban unidos. Luego Kudurmabug de Yamutbal, al E del río Tigris, puso a su hijo Warad-Sin como gobernador de Larsa. Fue seguido por Rim-Sin, que se hizo cargo de Isín pero no logró afianzarse debido al creciente poder de la ciudad de Babilonia, donde una serie de gobernadores vigorosos de la 1ª dinastía (amorrea) de dicha ciudad (1894–1595 a.C.) ejercieron el poder. El sexto de la línea, Hamurabi (1792–1750 a.C., según la cronología más aceptada), finalmente derrotó a Rim-Sin y por el resto de la década de su reinado gobernó desde el golfo Pérsico hasta Mari, donde derrotó a Zimrilim, un semita que antes había echado a Yasmah-Adad, hijo de Samsi-Adad I de Asiria.

A pesar de esta victoria, Hamurabi no era tan poderoso como su tocayo en Alepo, y las cartas de Mari, que ofrecen un panorama notable de la diplomacia, el comercio, la historia, y la religión de aquellos tiempos, demuestran que no sometió Asiria, Esnunna, ni otras ciudades en Babilonia. Las relaciones entre la ciudad de Babilonia, Elan, y el O en esta época hacía posible una coalición tal como la que se describe en Gn. 14. Con el deterioro de la influencia sumeria el creciente poder de los semitas recibió realce dado el lugar otorgado a Marduk como el dios nacional, y esto alentó a Hamurabi para que revisara las leyes de la ciudad de Babilonia con el fin de dar cabida a ambas tradiciones. El texto que contiene este "código" de 282 leyes se basa en las reformas anteriores de Urukagina, Ur-Nammu, y Lipit-Istar.

8. La ciudad de Babilonia, como ocurrió a menudo en su historia, había de caer como consecuencia de un asalto sorpresivo del N. Alrededor del 1595 a.C. el hitita Mursili I atacó la ciudad y los casitas de las montañas del E paulatinamente se apoderaron del territorio, gobernando posteriormente desde una capital nueva (Dur-Kurigalzu) edificada por Kurigalzu I (ca. 1450 a.C.). En los siglos que siguieron el imperio babilónico se mostró débil, si bien independiente, excepto por lo que hace a breves períodos cuando estuvo bajo control asirio directo (p. ej. Tukulti-Ninurta I, 1244–1208 a.C.). Las incursiones arameas eran frecuentes, y dichas incursiones bien pueden haber dejado libres a los israelitas para establecerse en el S de la Palestina y más tarde ampliar sus fronteras bajo Salomón con poca oposición de parte de estos pueblos del desierto (Asiria). Periódicamente hubo héroes nacionales que pudieron mantener algún control y el comercio en el orden local, como cuando Nabucodonosor I (1124–1103 a.C.) derrotó a Elam, pero pronto Tiglat-pileser I volvió a establecer el dominio asirio.

9. En la época de Nabu-nasir (Nabonasar), aproximadamente, cuyo reinado (747–735 a.C.) marcó el comienzo de una nueva era, comenzó una prolongada lucha de Babilonia para independizarse de Asiria. Tiglat-pileser III de Asiria se proclamó "Rey de Sumer y Acad", tomó las manos de Bel (Marduk) y de este modo reclamó el trono en la ciudad de Babilonia en el 745 a.C., usando su otro nombre Pul(u). Quince años después tuvo que llevar el ejército asirio para luchar contra el rebelde Ukin-zer de Bit-Amuk-kani. Lo derrotó en Sapia y deportó muchos prisioneros. Un jeque rival, Marduk-apla-iddina II, del distrito del S de Bit-Yakín, le pagaba tributo a Tiglat-pileser en esta época. Sin embargo, la preocupación con el sitio de Samaria por Salmanasar V y Sargón II en 726–722 dio a Marduk-apla-iddina (Merodac-baladán) su oportunidad para intrigar. Durante diez años (721–710 a.C.) mantuvo el trono en la ciudad de Babilonia, hasta que el ejército asirio atacó Der, derrotó a Humbanigas de Elam, y ocupó la ciudad. El ejército asirio se corrió hacia el S, pero Merodac-baladán fue mantenido como gobernante local. Dice mucho en favor de la diplomacia de Sargón el que lo haya retenido como súbdito leal durante el resto de su reinado.

10. Al morir Sargón en 705 a.C., empero, Merodac-baladán volvió a intrigar contra sus amos, y es probable que haya sido él, más bien que Ezequías, el que inició las tratativas para una alianza contra Asiria (En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió mensajeros con cartas y presentes a Ezequías, porque había oído que Ezequías había caído enfermo. Ezequías los atendió y les mostró toda la casa de sus tesoros, la plata y el oro, las especias y ungüentos preciosos, su depósito de armas y todo lo que había en sus tesoros. Ninguna cosa quedó que Ezequías no les mostrara, tanto en su casa como en todos sus dominios. Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías, y le preguntó:—¿De dónde vinieron esos hombres y qué te dijeron? Ezequías le respondió:—De lejanas tierras han venido, de Babilonia. Isaías le volvió a preguntar:—¿Qué vieron en tu casa? Ezequías respondió:—Vieron todo lo que había en mi casa. Nada quedó en mis tesoros que no les mostrara. Entonces Isaías dijo a Ezequías:—Oye esta palabra de Jehová: "Vienen días en que todo lo que está en tu casa y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy será llevado a Babilonia, sin quedar nada, dice Jehová. Y algunos de los hijos que salgan de ti, que hayas engendrado, los tomarán para que sean eunucos en el palacio del rey de Babilonia". Entonces Ezequías dijo a Isaías:—La palabra que has hablado de parte de Jehová es buena. Pues pensaba: «Al menos en mis días habrá paz y seguridad». 2 R. 20.12–19). La oposición de Isaías estaba bien fundada, porque los babilonios mismos pusieron a su propio conciudadano Marduk-zakir-sum en el trono en el 703 a.C. Esto liberó la mano de Merodac-baladán y se hizo proclamar rey de la ciudad de Babilonia, aun cuando vivió en la ciudad más acogedora de Borsippa. Senaquerib marchó contra él, derrotó a los rebeldes y a sus aliados elamitas en batallas libradas en Cuta y en Kis, y entró en Babilonia, donde puso en el trono al proasirio Bel-ibni. Bit-Yakín fue saqueada, pero Merodac-baladán ya había huido a Elam, donde murió antes de que Senaquerib pudiera reunir una fuerza naval punitiva en el 694 a.C.

11. Por un tiempo Esar-hadón, hijo de Senaquerib, tuvo responsabilidades especiales como virrey en la ciudad de Babilonia, y cuando llegó al trono en 681 hizo mucho para reparar los templos de la ciudad y restablecer sus fortunas. Puede haber sido en relación con esto que temporariamente deportó allí a Manasés (por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales apresaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas, lo llevaron a Babilonia. 2 Cr. 33.11). En razón de que los elamitas siguieron instigando a las tribus babilónicas, Esar-hadón dirigió una campaña contra los "territorios del mar" en el 678 a.C. e instaló a Naid-Marduk como jefe. En mayo de 672 Esar-hadón hizo que todos sus vasallos jurasen apoyar a su hijo Asurbanipal como príncipe heredero de Asiria, y a su hijo Samas-sum-ukín como príncipe heredero de Babilonia. A su muerte en el 669 este arreglo entró en vigor y dio buen resultado bajo la influencia de la reina madre. No obstante, para el 652 a.C. el hermano gemelo en la ciudad de Babilonia se declaró en rebelión abierta contra el gobierno central, y su muerte siguió al saqueo de la ciudad en el 648. Asurbanipal atacó Elam también y capturó Susa, de donde fueron llevados prisioneros, juntamente con rebeldes babilonios, para ser ubicados en Samaria (fueron a ver a Zorobabel y a los jefes de familia, y les dijeron:—Edificaremos con vosotros, porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón, rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. Esd. 4.2). Kandalanu fue designado virrey de Babilonia (648–627 a.C.), mientras que Asurbanipal mantuvo el control directo del centro religioso de Nipur. Estas preocupaciones en el S desviaron la atención de Asiria del O, y las ciudades-estados en Palestina pudieron dar pasos tendientes a obtener la independencia bajo Josías. El final del reinado de Asurbanipal es oscuro, pero puede haber ocurrido poco después de la muerte de Kandalanu. En el interregno que siguió, las tribus locales se reunieron para apoyar al caldeo Nabopolasar contra el asirio Sin-sar-iskún.

12. Nabopolasar, gobernador de los "territorios del mar" cerca del golfo Pérsico, era caldeo (kaldu, de donde Caldea), ocupó el trono en la ciudad de Babilonia el 22 de noviembre del 626, y de inmediato hizo la paz con Elam. Al año siguiente derrotó a los asirios en Sallat, y para el 623 Der se había librado de su yugo. La Crónica babilónica, la fuente principal y fidedigna para este período, guarda silencio sobre los años 623–616 a.C., época para la cual Nabopolasar había echado a los asirios hacia los ríos Éufrates y Tigris. En el 614 los medos se unieron a los babilonios para atacar Asur, y los mismos aliados, tal vez con apoyo escita, capturaron Nínive en el verano del 612 a.C., tras lo cual los babilonios persiguieron a los refugiados hacia el O. Las campañas babilónicas en Siria fueron seguidas del asalto a Harán en el 609 y de incursiones contra las tribus serranas septentrionales en 609–606 a.C. Nabopolasar, ya anciano, confió el ejército babilónico al príncipe heredero Nabucodonosor, quien luchó contra los egipcios en Kumuhi y Quramati (Éufrates superior).

13. En mayo-junio de 605 a.C. Nabucodonosor hizo un ataque sorpresivo a Carquemis, saqueó la ciudad, y aniquiló al ejército egipcio en Hamat. Por ello los babilonios se dedicaron a saquear toda la Siria hasta la frontera con Egipto, pero no parecen haber invadido la zona montañosa de Judá (El rey de Egipto nunca más salió de su tierra, porque el rey de Babilonia se apoderó de todo lo que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Éufrates. 2 R. 24.7; cf. Dn. 1.1: En el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jerusalén, y la sitió.). Joacim, vasallo de Necao II, se sometió a Nabucodonosor, quien se llevó rehenes, incluido Daniel, a Babilonia. Mientras estaba en Palestina, Nabucodonosor tuvo conocimiento de la muerte de su padre (15 de agosto de 605 a.C.) y de inmediato cruzó el desierto para "tomar las manos de Bel", y de este modo reclamar el trono, el 6 de setiembre de 605 a.C.

14. En el 604 a.C. Nabucodonosor recibió el tributo de "todos los reyes del territorio hatti (siropalestino)", entre los que debe haber estado Joacim. Ascalón, empero, se negó y fue saqueada, hecho que tuvo profunda repercusión sobre Judá (Gaza se rapó la cabeza, Ascalón ha perecido, y el resto de su valle; ¿cuándo dejarás de sajarte? Espada de Jehová, ¿cuándo vas a descansar? ¡Vuelve a tu vaina, reposa y sosiégate! Pero ¿cómo reposarás, si Jehová te ha enviado contra Ascalón y contra la costa del mar? Allí te ha destinado. Jer. 47.5–7). Una carta aramea pidiendo auxilio al faraón para defenderse del ejército babilónico que avanzaba puede referirse a dicha época. En el 601 los babilonios lucharon contra los egipcios, y ambas partes sufrieron grandes pérdidas; los babilonios no volvieron a salir durante el año siguiente, con el fin de reacondicionar su ejército. Probablemente fue como resultado de esto que Joacim, desoyendo a Jeremías (Jer. 27.9–11: Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, adivinos, soñadores, agoreros o encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia. Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra y para que yo os arroje y perezcáis. Pero a la nación que someta su cuello al yugo del rey de Babilonia y lo sirva, la dejaré en su tierra, dice Jehová, la labrará y habitará en ella.), transfirió su lealtad a Necao II después de haber estado sometido a Babilonia durante tres años (2 R. 24.1: Llegó también a la ciudad Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando sus siervos la tenían sitiada.).

15. Como preparación para realizar futuras campañas el ejército babilónico atacó a las tribus árabes en 599/8 (Acerca de Cedar y de los reinos de Hazor, asolados por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Así ha dicho Jehová: Levantaos, subid contra Cedar y destruid a los hijos del oriente. Sus tiendas y sus ganados tomarán. Sus cortinas, todos sus utensilios y sus camellos tomarán para sí, y gritarán contra ellos: "¡Hay terror por todas partes!". ¡Huid, marchaos muy lejos, habitad en lugares profundos, moradores de Hazor!, dice Jehová; porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó consejo contra vosotros y contra vosotros ha preparado un plan. ¡Levantaos, subid contra una nación pacífica que vive confiadamente, dice Jehová, que ni tiene puertas ni cerrojos, que vive solitaria! Sus camellos serán por botín y la multitud de sus ganados por despojo. Los esparciré a todos los vientos, dispersados hasta el último rincón; de todos lados les traeré su ruina, dice Jehová. Hazor será guarida de chacales, quedará desolada para siempre. Nadie morará allí; ningún ser humano habitará en ella. Jer. 49.28–33). En el mes de Quisleu de su séptimo año (dic. de 598) Nabucodonosor sacó su ejército una vez más y, según la Crónica babilónica, "sitió la ciudad de Juda, capturándola en el segundo día de Adar. Capturó a su rey, designó un gobernante elegido por él y, habiendo tomado muchos despojos de la ciudad, lo mandó todo a Babilonia". La caída de Jerusalén el 16 de marzo de 597, la captura de Joaquín, la designación de Matanías-Sedequías, y el comienzo del exilio judío están, por lo tanto, registrados como en el AT (En aquel tiempo subieron contra Jerusalén los siervos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la ciudad fue sitiada. Llegó también a la ciudad Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando sus siervos la tenían sitiada. Entonces Joaquín, rey de Judá, junto con su madre, sus siervos, sus príncipes y sus oficiales, se rindió al rey de Babilonia. En el octavo año de su reinado, el rey de Babilonia lo tomó prisionero. Después sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová y los de la casa real. Tal como lo había dicho Jehová, rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón, rey de Israel, en la casa de Jehová. Se llevó cautiva a toda Jerusalén, a todos los príncipes y a todos los hombres valientes, en número de diez mil cautivos, y a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto la gente pobre del país. Asimismo se llevó cautivos de Jerusalén a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra. A todos los hombres de guerra, que fueron siete mil, a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los hombres fuertes y aptos para la guerra, se llevó cautivos el rey de Babilonia. Luego el rey de Babilonia puso como rey en lugar de Joaquín a Matanías, su tío, y le cambió el nombre por el de Sedequías. 2 R. 24.10–17; Los demás hechos de Joacim, las abominaciones que hizo, y lo que en él se halló, está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá. Reinó en su lugar su hijo Joaquín. Ocho años tenía Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén; e hizo lo malo ante los ojos de Jehová. Al cabo de un año el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia, juntamente con los objetos preciosos de la casa de Jehová, y puso a Sedequías,, su hermano, como rey sobre Judá y Jerusalén. 2 Cr. 36.8–10).

16. Al año siguiente Nabucodonosor parece haber marchado contra Elam (cf. Jer. 49.34–38: Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías acerca de Elam, al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá, diciendo: «Así ha dicho Jehová de los ejércitos: »Yo quiebro el arco de Elam, parte principal de su fortaleza. Traeré sobre Elam los cuatro vientos desde los cuatro puntos del cielo, y los aventaré a los cuatro vientos. No habrá nación a donde no lleguen fugitivos de Elam. Y haré que Elam se acobarde ante sus enemigos y ante quienes buscan su vida. Traeré sobre ellos mal y el ardor de mi ira, dice Jehová, y enviaré espada que los persiga hasta acabar con ellos. Yo pondré mi trono en Elam, y destruiré a su rey y a sus príncipes, dice Jehová. Pero acontecerá en los últimos días, que yo haré volver a los cautivos de Elam, dice Jehová».). La Crónica babilónica está trunca a partir del 595 a.C., pero Jeremías registra otras operaciones babilónicas contra Judá cuando se rebeló Sedequías (52.3ss: E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todo lo que hizo Joacim. Y a causa de la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, llegó a echarlos de su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.

Aconteció, pues, a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén, y acamparon contra ella. Por todas partes levantaron terraplenes para atacarla. Y permaneció sitiada la ciudad hasta el undécimo año del rey Sedequías. En el mes cuarto, a los nueve días del mes, cuando el hambre en la ciudad era ya tan grave que no había pan para el pueblo, se abrió una brecha en el muro de la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron. Salieron de noche de la ciudad por el camino de la puerta entre los dos muros que había cerca del jardín del rey, y se fueron por el camino del Arabá mientras los caldeos mantenían su cerco a la ciudad. Pero el ejército de los caldeos persiguió al rey hasta la llanura de Jericó. Allí dieron alcance a Sedequías, a quien todo su ejército había abandonado. Entonces apresaron al rey y lo llevaron ante el rey de Babilonia, a Ribla, en tierra de Hamat, donde pronunció sentencia contra él. Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías ante sus ojos; y también degolló en Ribla a todos los jefes de Judá. A Sedequías, el rey de Babilonia le sacó los ojos, lo ató con grillos y lo hizo llevar a Babilonia, donde lo encarceló hasta el día de su muerte.

En el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, que solía permanecer cerca del rey de Babilonia. Él quemó la casa de Jehová, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén. Destruyó a fuego todo edificio grande. Todo el ejército de los caldeos que venía con el capitán de la guardia destruyó los muros en todo el contorno de Jerusalén. E hizo deportar Nabuzaradán, capitán de la guardia, a los pobres del pueblo, a toda la otra gente del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y a todo el resto de la multitud del pueblo. Pero Nabuzaradán, capitán de la guardia, dejó de los pobres del país para que fueran viñadores y labradores.

Los caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, las basas y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron todo el bronce a Babilonia. Se llevaron también los calderos, las palas, las despabiladeras, los tazones, las cucharas y todos los utensilios de bronce usados en el culto, los incensarios, tazones, copas, ollas, candelabros, escudillas y tazas; tanto lo de oro como lo de plata, se lo llevó el capitán de la guardia. En cuanto a las dos columnas, el mar y los doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas que había hecho el rey Salomón en la casa de Jehová, el peso de todo este bronce resultó incalculable. Respecto a las columnas, la altura de cada una de ellas era de dieciocho codos, y un cordón de doce codos la rodeaba. Su espesor era de cuatro dedos, y eran huecas. El capitel de bronce que había sobre la columna era de cinco codos de altura; y tenía el capitel a su alrededor una red y granadas, todo de bronce. Y lo mismo era lo que tenía la segunda columna con sus granadas. Había noventa y seis granadas en cada hilera; en total eran cien alrededor de la red.

Tomó también el capitán de la guardia a Seraías, el principal sacerdote, a Sofonías, el segundo sacerdote, y a tres guardas del atrio. Y de la ciudad tomó a un oficial que era capitán de los hombres de guerra, a siete hombres de los consejeros íntimos del rey, que estaban en la ciudad, y al principal secretario de la milicia, que pasaba revista al pueblo del país, para la guerra, y a sesenta hombres del pueblo que se hallaron dentro de la ciudad. Los tomó, pues, Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia, en Ribla. El rey de Babilonia los hirió y los mató en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue deportada Judá de su tierra.

Este fue el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo: En el año séptimo, a tres mil veintitrés hombres de Judá. En el año dieciocho de Nabucodonosor, llevó él cautivas de Jerusalén a ochocientas treinta y dos personas. El año veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán, capitán de la guardia, llevó cautivos a setecientos cuarenta y cinco hombres de Judá. El total, pues, de las personas fue de cuatro mil seiscientas.). Jerusalén fue destruida en 587 a.C. y otra deportación tuvo lugar en 581 (2 R. 25.8–21: En el mes quinto, a los siete días del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Incendió la casa de Jehová, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; también prendió fuego a todas las casas de los príncipes. Todo el ejército de los caldeos que acompañaba al capitán de la guardia derribó los muros que rodeaban a Jerusalén. Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó cautivos a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y a los que habían quedado de la gente común. Nabuzaradán, capitán de la guardia, dejó algunos de los pobres de la tierra para que labraran las viñas y la tierra.

Los caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, las basas y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehová, y se llevaron el bronce a Babilonia. También los caldeos se llevaron los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones y todos los utensilios de bronce con que ministraban: incensarios, cuencos, los objetos de oro y de plata; todo se lo llevó el capitán de la guardia. No era posible calcular el peso de las dos columnas, el mar y las basas que Salomón había hecho para la casa de Jehová. La altura de una columna era de dieciocho codos y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos, y sobre el capitel había una red y granadas en derredor, todo de bronce. Igual labor había en la otra columna con su red.

El capitán de la guardia tomó entonces presos al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías y a tres guardas de la vajilla. Apresó a un oficial de la ciudad que tenía a su cargo los hombres de guerra, a cinco hombres de los consejeros del rey que estaban en la ciudad, al principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y a sesenta hombres del pueblo de la tierra que se encontraban en la ciudad. Nabuzaradán, capitán de la guardia, los tomó y los llevó a Ribla ante el rey de Babilonia. Y el rey de Babilonia hizo que los mataran en Ribla, en tierra de Hamat.

Así fue llevado cautivo Judá lejos de su tierra.), con lo cual Judá quedó como provincia dependiente bajo Gedalías (v. 22–26: Al pueblo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, dejó en tierra de Judá, le puso como gobernador a Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán. Cuando todos los príncipes del ejército y su gente oyeron que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, se presentaron ante él en Mizpa. Eran Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet, el netofatita, y Jaazanías, hijo de un maacateo, acompañados de los suyos. Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: «No temáis de servir a los caldeos; habitad en la tierra, servid al rey de Babilonia y os irá bien».

Pero en el mes séptimo llegó Ismael hijo de Netanías hijo de Elisama, de la estirpe real, acompañado de diez hombres, hirieron y mataron a Gedalías, así como a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa. Entonces se levantó todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el mayor, con los capitanes del ejército, y se fueron a Egipto por temor a los caldeos.).

17. Hay un texto babilónico que ofrece un vistazo de una invasión a Egipto en 568–7 a.C. (Jer. 46: Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías, contra las naciones.

Acerca de Egipto: contra el ejército del faraón Necao, rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates, en Carquemis, a quien destruyó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá:

«¡Preparad escudo y pavés, y venid a la guerra!

¡Uncid los caballos, y montadlos vosotros, jinetes!

¡Cubríos con los yelmos, limpiad las lanzas y poneos las corazas!

¿Por qué los veo aterrados, retrocediendo?

Sus valientes fueron deshechos y huyeron sin volver la vista atrás.

¡Hay miedo por todas partes!, dice Jehová.

No huya el ligero ni escape el valiente; al norte, junto a la ribera del Éufrates

tropezaron y cayeron.

¿Quién es este que sube como un río y cuyas aguas se mueven como los ríos?

Es Egipto, que como un río se ensancha, cuyas aguas se mueven como los ríos y que dijo: "Subiré, cubriré la tierra, destruiré la ciudad y a los que en ella moran".

¡Subid, caballos!

¡Carros, corred enloquecidos!

¡Que salgan los valientes: los etíopes y los de Put que toman escudo, y los de Lud que toman y entesan arco!

Mas ese día será para Jehová, Dios de los ejércitos, día de retribución, para vengarse de sus enemigos.

La espada devorará, se saciará y se embriagará con la sangre de ellos.

Porque un sacrificio será para Jehová, Dios de los ejércitos, en la tierra del norte, junto al río Éufrates.

¡Sube a Galaad y toma bálsamo, virgen, hija de Egipto!

Por demás multiplicarás las medicinas, pues no hay curación para ti.

Las naciones conocieron tu afrenta y tu clamor llenó la tierra, porque el valiente tropezó contra el valiente y ambos cayeron juntos».

Palabra que habló Jehová al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para asolar la tierra de Egipto:

«¡Anunciadlo en Egipto y hacedlo saber en Migdol!

¡Hacedlo saber también en Menfis y en Tafnes!

Decid: "¡Ponte en pie y prepárate, porque la espada devorará tu comarca!".

¿Por qué ha sido derribada tu fortaleza?

¡No pudo mantenerse firme, porque Jehová la empujó!

Multiplicó los caídos, y cada uno cayó sobre su compañero; y dijeron: "¡Levántate! ¡Volvamos a nuestro pueblo, a la tierra de nuestro nacimiento!

¡Huyamos ante la espada vencedora!".

Allí gritaron: "¡El faraón, rey de Egipto, no es más que ruido; dejó pasar el tiempo señalado!".

Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos, que como el Tabor entre los montes y como el Carmelo junto al mar, así vendrá el enemigo.

Hazte equipaje de cautiverio, moradora hija de Egipto, porque Menfis será un desierto, será asolada hasta no quedar morador.

»Una becerra hermosa es Egipto, mas viene destrucción: ¡Del norte viene!

Sus soldados mercenarios, también en medio de ella son como becerros engordados; porque también ellos se volvieron atrás, huyeron todos sin detenerse, porque vino sobre ellos el día de su quebrantamiento, el tiempo de su castigo.

»Su voz será como un silbido de serpiente, porque vienen los enemigos: vienen a ella con hachas, como leñadores.

Cortarán sus bosques, dice Jehová, aunque sean impenetrables; porque son más numerosos que langostas, ¡son innumerables!

Se avergonzará la hija de Egipto; entregada será en manos del pueblo del norte».

Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: «Yo castigo a Amón, dios de Tebas, al faraón y a Egipto, a sus dioses y a sus reyes; tanto al faraón como a los que en él confían. Los entregaré en manos de los que buscan su vida, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de sus siervos; pero después será habitado como en los días pasados, dice Jehová.

»Pero tú no temas, siervo mío Jacob, ni desmayes, Israel; porque he aquí yo te salvaré de lejos, a ti y a tu descendencia, de la tierra de vuestra cautividad.

Volverá Jacob, descansará, será prosperado y no habrá quién lo atemorice.

Tú, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, porque yo estoy contigo.

Sí, destruiré a todas las naciones entre las cuales te he dispersado.

Sin embargo, a ti no te destruiré del todo, aunque te castigaré con justicia.

¡En manera alguna te dejaré sin castigo!».).

18. El exiliado Joaquín, a quien se menciona en tablillas para raciones encontradas en Babilonia (fechadas 595–570 a.C.), fue tratado favorablemente por el sucedor de Nabucodonosor, Amel-Marduk (Evil-merodac, 562–560 a.C.; 2 R. 25.27-30: Aconteció en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín, rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac, rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, liberó a Joaquín, rey de Judá, sacándolo de la cárcel. Le habló con benevolencia y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. Le cambió los vestidos de prisionero y Joaquín comió siempre delante de él, todos los días de su vida. Diariamente le fue dado su sustento de parte del rey, día tras día, todos los días de su vida.). Este rey fue asesinado por el yerno de Nabucodonosor, Neriglisar (Nergal-sarezer, 560–556 a.C.), que hizo campañas en Cilicia con el objeto de detener el naciente poderío de Lidia. Su hijo, Labasi-Marduk, reino sólo 9 meses hasta que Nabonido tomó el trono e inmediatamente marchó a Cilicia, donde, según Herodoto, medió entre Lidia y Media. Está última luego amenazó la Babilonia imperial, de la que Nabonido fue expulsado debido a que el pueblo no quiso aceptar sus reformas. Hizo campañas en Siria y el N de Arabia, donde vivió en Tema por diez años mientras su hijo Belsasar actuaba como corregente en la ciudad de Babilonia. Alrededor del 544, cuando su pueblo y los reyes de Arabia, Egipto, y los medos adoptaron una actitud favorable, Nabonido regresó a su capital (AS 8, 1958), pero para esa época el país estaba debilitado y dividido.

19. Ciro, que se había apoderado de Media, Persia, y Lidia, entró en la ciudad de Babilonia el 16 de octubre de 539 a.C., después que la hubo capturado su general Gobrias. El curso del río Eufrates había sido desviado en Opis para permitir que los invasores penetraran las defensas a lo largo del río seco. Belsasar fue muerto (Dn. 5.30 y 31: La misma noche fue muerto Belsasar, rey de los caldeos. Y Darío, de Media, cuando tenía sesenta y dos años, tomó el reino.) y Nabonido fue exiliado a Carmania. El criterio de considerar a Darío el medo como Ciro (según Dn. 6.28 Daniel prosperó durante los reinados de Darío y de Ciro, el persa.) o como Gubaru no deja de ser una posibilidad.

20. El reinado de Ciro en la ciudad de Babilonia (539–530 a.C.) fue justo y favorable para con los judíos, cuyo retorno del exilio alentó (En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra de Jehová anunciada por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro, rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito en todo su reino, este decreto:

«Así ha dicho Ciro, rey de Persia: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea Dios con él, suba a Jerusalén, que está en Judá, y edifique la casa a Jehová, Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde habite, que las gentes de su lugar lo ayuden con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén».

Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y levitas, todos aquellos a quienes Dios puso en su corazón subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén. Y todos los que habitaban en los alrededores los ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de toda clase de ofrendas voluntarias. El rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová que Nabucodonosor se había llevado de Jerusalén y había depositado en la casa de sus dioses. Los sacó, pues, Ciro, rey de Persia, por medio del tesorero Mitrídates, el cual los contó y se los entregó a Sesbasar, príncipe de Judá. La cuenta de ellos es esta: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos, treinta tazas de oro, otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil utensilios. En total, los utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Todo esto lo hizo llevar Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén. Esd. 1.1–11; cf. Is. 44.24–28 y 45.13: Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: «Yo Jehová, que lo hago todo, que despliego yo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios y desvanezco su sabiduría.

Yo soy el que despierta la palabra de su siervo y lleva a cabo el plan de sus mensajeros; el que dice a Jerusalén: "Serás habitada", y a las ciudades de Judá: "Serán reconstruidas y reedificaré sus ruinas".

Yo soy el que dice a las profundidades: "¡Secaos! ¡Yo haré secar tus ríos!".

Yo soy el que dice de Ciro: "Es mi pastor y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: 'Serás edificada', y al Templo: 'Serán puestos tus cimientos'"»).

21. Por un lapso breve su hijo Cambises actuó como corregente hasta que murió su padre peleando en las montañas del NE. Invadió Egipto, pero su muerte (522 a.C.) provocó una insurrección, y los que pretendían el trono se apoderaron del mismo, hasta que en dic. de 522 Darío I restableció la ley y el orden. Durante su reinado (522–486 a.C.) permitió a los judíos que reedificasen el templo en Jerusalén bajo Zorobabel (Sobornaron además contra ellos a algunos consejeros para frustrar sus propósitos, durante todo el tiempo que Ciro fue rey de Persia y hasta el reinado de Darío, rey de Persia. Esd. 4.5; En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, fue dirigida esta palabra de Jehová, por medio del profeta Hageo, a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, el sumo sacerdote. Hag. 1.1; En el octavo mes del año segundo de Darío, llegó esta palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías hijo de Iddo. Zac. 1.1).

22. En adelante la tierra de Babilonia fue gobernada por reyes de Persia; Jerjes (Asuero, 486–470 a.C.), Artajerjes I (464–423 a.C.) y Darío II (423–408 a.C.), quien podría ser el "Darío el persa" nombrado así en Neh. 12.22, para distinguirlo de "Darío el medo".

23. Después de la captura de Babilonia, la que planeaba reedificar, Alejandro III (Magno) gobernó la ciudad (331–323 a.C.) y fue seguido por una línea helenística; Felipe Arrideo (323–316 a.C.) y Alejandro IV (316–312 a.C.). El país pasó luego a manos de los Seléucidas (312–64 a.C.) y luego a los partos (arsácidas) y sasanios hasta su conquista por los árabes en el 641 d.C.

24. Desde el período neobabilónico en adelante hubo una cantidad de asentamientos judíos en Babilonia, que mantenían vínculos con Judea, y después de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. tuvieron influencia en relación con la diaŒspora.

25. A partir del 3º milenio a.C. se compilaron listas de nombres de deidades con sus títulos, epítetos, y templos. Si bien en la versión final de la biblioteca de Ninive en el ss. VII a.C. ellas alcanzaban una cifra superior a los 2.500, muchas pueden relacionarse con deidades sumerias anteriores, asimiladas por los semitas después de la época de la 1 dinastia babilónica (ca. 1800 a.C.), de modo que el número real de deidades adoradas en cualquier período determinado era considerablemente inferior.

26. Los dioses principales eran Anu (sumerio An) el dios celestial, con su templo pripcipal E.anna en Uruk (Erec). Se trataba del Él semítico, y su mujer Innana, o Innín, fue posteriormente confundida con Istar. Tendencias sincretistas similares pueden descubrirse con Enlil, el dios del aire, cuyos atributos fueron posteriormente asumidos por Bel (Baal) o Marduk (Merodac). Su esposa, llamada Ninlil o Ninhursag, fue posteriormente equiparada también con Istar. La tercera deidad de la tríada suprema era Ea (sum. Enki), 'señor de las aguas profundas', dios de la sabiduría y, por ello, particularmente favorable para con la humanidad, por la que intercedía y a la que reveló los medios para conocer el pensamiento de los dioses valiéndose de la adivinación. Su templo É.abzu estaba en Eridu, y su mujer llevaba los nombres de Dam-gal, Nin-mah, o Damkina, la gran esposa de la tierra y el cielo.

27. Entre las otras deidades principales se encontraba la Istar semítica, al principio quizá una deidad masculina (cf. ár. >Athtar). Pero luego, al asumir los poderes de Innana por el mismo procedimiento del sincretismo, Istar se convirtió supremamente en la diosa del amor y en la heroína de la guerra. Se consideraba que era hija de Sin. Sin, el dios luna babilónico (sum. su<en) era adorado junto a su mujer Ningal en templos de Ur y Haran. Se afirmaba que era hijo de Anu o de Enlil. Samas, cuya mujer Aya también fue considerada más tarde como una forma de Istar, era el sol en su fuerza (sum. utu), el hijo de Sin, el dios del poder, la justicia, y la guerra. Sus templos principales (É.babbar, 'la casa del sol') se encontraban en Sippar y Larsa, si bien, como en el caso de todas las deidades principales, su culto se perpetuó en santuarios en otras ciudades también.

28. Adad, de origen semita occidental, era el dios de las tormentas, el Addu o Hadad cananeo-arameo. Nergal y su mujer Ereskigal gobernaban el mundo inferior, y por lo tanto era el señor de las plagas (Irra), las fiebres, y las dolencias. Con el surgimiento de los amorreos el culto de Marduk (sum. amar.utu, 'el toro joven del sol'), el hijo mayor de Enki, adquirió preponderancia en la ciudad de Babilonia. El poema épico de la creación (enuma elisû) es una pieza relativa a la creación del universo y del orden restaurado por Marduk, cuyos 50 títulos se mencionan. Nabu (Nebo), dios de la ciencia y de la escritura, tenía su templo (É.zida) en muchas ciudades, incluyendo Nínive, Cala, y Borsippa. Muchas deidades eran de importancia en ciertas localidades. Así Asur (an.sûar) se convirtió en el dios nacional de Asiria. Amurru (mar.tu, 'el oeste'), que se equipara con Anu, Sin, y Adad, era una deidad semítica occidental como lo era Dagón (Tamuz). Dummuzi era un dios de la vegetación cuya muerte, pero no su resurrección, forma el tema de un mito de Istar. Ninurta era el dios babilónico y asirio de la guerra y la caza (que tal vez se refleje en el Nimrod bíblico).

29. El mundo superior estaba poblado por dioses Igigu, y el inferior por Annunaku. Todo el reino espiritual y material estaba regulado por leyes (me) divinas, de las que se conocen más de cien, que van desde "deidad" hasta "victoria" y "un instrumento musical", e. d. rasgos y complejos culturales. Los dioses eran inmortales pero tenían poder limitado. Los mitos, en los que figuran pocas deidades principales, ilustran su carácter antropomórfico y la concepción de que todo objeto (p. ej. una piedra) está imbuido de "vida". Los espíritus y los demonios abundan. Los sumerios procuraron resolver por diversos modos teológicos los problemas inherentes en su sistema politeísta. Así los mitos se relacionan principalmente con cuestiones tales como el origen del universo, la fundación y el gobierno del mundo, y la creación del hombre y la búsqueda de la inmortalidad, como en el poema épico del diluvio, y la relación del hombre con el mundo espiritual.





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1 comentario:

Anónimo dijo...
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