sábado, 11 de octubre de 2008

MÁS SOBRE LA NEUMATOLOGÍA BÍBLICA


NOMBRES, TITULOS Y SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO

PARTE DOS

 

g.       Espíritu de su Hijo, Espíritu de Adopción:

 

      Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!».[1] pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!»[2] 

 

      Aquí el significado del Espíritu está directamente relacionado con la doctrina de la condición de hijos, la adopción.

 

Dado que hemos recibido el Espíritu de su Hijo, nuestros corazones saben que Dios es nuestro Padre y que somos herederos plenos.

 

Los creyentes son hijos, no esclavos, disfrutando de la completa herencia en Cristo. El Espíritu Santo transforma esclavos en Hijos, ya no poseemos el espíritu de esclavitud, lleno de temor, sino el Espíritu de adopción, lleno de amor.

 

El Espíritu de su Hijo nos llena de libertad y confianza, de modo que al acercarnos a Dios pronunciamos esa palabra de feliz reconocimiento, de abrumadora gratitud, y confianza fraternal: Abba, en arameo, expresa una relación íntima especial con Dios y Jesús mismo la usa para referirse a su Padre, significa papi, papito, o papacito. En esta palabra se combinan la ternura filial, el amor y la confianza.

 

h.      Espíritu, Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo, Cristo, Espíritu de aquel que resucitó a Jesús:

 

      Pero ustedes ya no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes.[3]

 

Vamos a resaltar aquí el uso equivalente de los términos Espíritu, Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo, Cristo, y Espíritu de aquel que resucitó a Jesús, todos refiriéndose al mismo Espíritu Santo.

 

Toda persona que pertenece a Cristo ha sido transferida a este nuevo ámbito regido por el Espíritu en vez de la carne. Con amor Pablo asegura a sus lectores que en lo que respecta a la dirección básica de su vida, ellos no están bajo el control de la pecaminosa naturaleza humana sino bajo el control del Espíritu. Esto implica que ellos no pertenecen a la categoría de aquellos sobre los cuales el apóstol acaba de afirmar que no pueden agradar a Dios.

Somos morada de Dios, templo de Dios, él habita en nosotros por su Espíritu Santo.

 

¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros?[4]

 

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?[5]

 

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.[6]

 

para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.[7]

 

Somos habitación de Cristo, Cristo habita por su Espíritu en nosotros.

 

Llegamos ahora a uno los textos más controvertidos, por lo que llamo a su atención. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.

 

Aquí es evidente que se está haciendo referencia al Espíritu Santo llamado aquí  el Espíritu de Cristo.

 

Vamos despacio, algunos han usado este verso para enseñar que los hermanos que no hayan recibido aún el bautismo del Espíritu Santo, con la evidencia inicial de hablar en otras lenguas, no son de Cristo, en otras palabras, que no son salvos.

 

Tal enseñanza es errónea.

 

Una cosa es el Espíritu Santo y otra cosa el bautismo del Espíritu Santo. No podemos limitar el actuar del Espíritu al don de lenguas. La salvación toda, de principio a fin es un trabajo que hace el Espíritu Santo.

 

El Nuevo Nacimiento, del agua y del Espíritu, no es un acto instantáneo que ocurre cuando la persona habla en lenguas como evidencia de haber sido bautizada por el poder del Espíritu Santo, sino que el nuevo nacimiento es el resultado de un proceso que comienza por el Espíritu Santo desde el momento de oír la palabra de Dios, o incluso antes, y termina por el Espíritu Santo en el momento de la glorificación de nuestros cuerpos mortales; esta obra magna podría explicarse como cuando se engendra una criatura, un óvulo de una mujer es fecundado por el espermatozoide de un hombre, formándose un huevo o cigoto que comienza un proceso.

Es necesario comprender que en ese cigoto está todo el ser; ojos, corazón, riñones, manos, pies, lengua; pero claro! necesita de alimentos, de cuidados, de vitaminas para formarse, pero allí está toda la vida; así es el creyente que nace del agua por la palabra y del espíritu, porque es de Dios.

Él, porque así lo quiso, nos dio vida mediante el mensaje de la verdad, para que seamos los primeros frutos de su creación.[8]

y, sin que nosotros hubiéramos hecho nada bueno, por pura misericordia nos salvó lavándonos y regenerándonos, y dándonos nueva vida por el Espíritu Santo.[9]

Tan pronto ocurre toda la obra del Espíritu Santo previa al bautismo en agua en el nombre de Jesús, ya está la vida de Cristo en el hombre, pero necesita formarse, para enfrentar el resto de la vida del Espíritu.

No puede un predicador, inspirado por el Espíritu Santo, enseñar que si los creyentes mueren sin ser bautizados por el Espíritu Santo, hablando en lenguas, como señal inicial,  se pierden, pues ya han nacido del agua y del Espíritu; pero tampoco puede un predicador enseñar con idoneidad que no se requiere ser lleno del Espíritu, con la señal inicial de hablar en otros idiomas, ya que por el contrario la predicación debe producir sed, para que el creyente se acerque a la fuente y beba.

El último día de la fiesta era el más importante. Aquél día Jesús, puesto de pie, dijo con voz fuerte: —Si alguien tiene sed, venga a mí, y el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura, del interior de aquél correrán ríos de agua viva.[10]

Se debe enseñar toda la obra del Espíritu Santo, el convencimiento de pecado, de justicia y de juicio, produciendo una correcta fe, para que de su interior corran ríos de agua viva.

En este orden de ideas interpretemos el texto en cuestión: El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.

 

¡Qué declaración tan aguda y tan solemne es ésta!

 

Es como si dijese, el que no tiene la vida de Cristo no es de Cristo, el Espíritu Santo imparte esa vida especial, forma en nosotros el carácter de Cristo, la frase el Espíritu de Cristo hace referencia a eso,  el Espíritu Santo toma posesión de los creyentes, engendrando en ellos el espíritu o la disposición mansa y humilde del mismo Jesús. Así pues, si el corazón de alguno carece, no del bautismo del Espíritu, Santo, sino de la vida del Espíritu, de lo caracterizaba a Cristo, el tal no es de él. Aunque esté intelectualmente convencido de la verdad del cristianismo, y en un sentido general deslumbrado por el espíritu de él. El hombre que obedece las disposiciones del Espíritu demuestra ser de Cristo.

 

No hay Cristianismo sin Cristo. Necesitamos a Cristo en nuestra vida para ser verdaderamente cristianos, para tener la mente de Cristo, para que la voluntad de Cristo sea nuestro deseo, debemos estar completamente gobernados por Cristo, controlados por su Espíritu para poder llevar una vida centrada en Dios.

 

Así que es por eso que Pablo afirma que si la vida de alguien lo señala como persona que carece del Espíritu de Cristo, tal persona no tiene derecho a considerarse cristiana.

 

Es verdad que el cuerpo está muerto, y en consecuencia su redención está incompleta, pero…  si Cristo está en vosotros por su Espíritu, aunque nuestros cuerpos tienen que pasar por la experiencia de la muerte como consecuencia del pecado del primer Adán, nuestro espíritu está lleno de vida nueva e inmortal, implantada por la justicia del segundo Adán.

 

Es decir, nuestro cuerpo a la verdad no está libre de la muerte que el pecado introdujo; pero nuestro espíritu aun ahora tiene en sí una vida inmortal. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en nosotros, aun este cuerpo nuestro, aunque ceda al último enemigo y su polvo vuelva al polvo de donde vino, aun ha de experimentar algo glorioso la misma resurrección como la de su Cabeza viviente, en virtud de la inmanencia en nosotros del mismo Espíritu que le vivificó a él.

 

Vosotros, por el contrario, no estáis básicamente bajo el control de la pecaminosa a naturaleza humana sino del Espíritu. Vosotros por lo tanto no sois incapaces de agradar a Dios, ya que el Espíritu de Dios mora en vosotros. (Ahora bien, si hubiera alguno que por su vida y acciones demostrara no poseer el Espíritu de Cristo, tal persona no pertenece a Cristo. No es de ningún modo un cristiano). Pero si Cristo vive en vosotros, entonces, aunque  por causa del pecado el cuerpo deba morir, aun así, por haber sido vosotros justificados, el Espíritu, que es en sí mismo vida, vive en vosotros. Y sí ese Espíritu, a saber, el que resucitó a Jesús de entre los muertos, mora en vosotros, entonces aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos, también impartirá vida, en el día de la resurrección, a nuestros cuerpos mortales. Él lo hará por medio del Espíritu que mora en vosotros.[11]

 

Es claro que las designaciones "Espíritu", "Espíritu de Dios", "espíritu de Cristo", "Cristo", "el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos" y "su Espíritu que mora en vosotros", se refieren todas al mismo Espíritu Santo. La variedad de títulos tiene su significado.



[1] Gálatas 4: 6

[2] Romanos 8: 15

[3] Romanos 8: 9 al 11

[4] 1 Corintios 3: 16

[5] 1 Corintios 6: 19

[6] Gálatas 2: 20

[7] Efesios 3: 16 al 19

[8] Santiago 1: 8

[9] Tito 3: 5

[10] Juan 7: 37 y 38

[11] Paráfrasis


 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 



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