lunes, 6 de abril de 2009

Algunas Características de un buen siervo de Jesucristo I


Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad, porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera.

1 Timoteo 4: 6 al 8

 

INTRODUCCIÓN

Este pasaje es parte del cimiento de un ministerio y de una iglesia que honra a Dios. Es decir es vital para la vida saludable de cualquier cristiano.

Estos principios bíblicos no solo se aplican a los pastores o líderes de la Iglesia local sino a cada creyente en particular.

El apóstol había conocido a Timoteo en Listra, durante su segundo viaje misionero, Había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Quiso Pablo que este fuera con él; y tomándolo, lo circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego.[1]

Desde allí se inició una leal compañía y fiel colaboración. Timoteo fue una ayuda constante y esencial en el trabajo misionero del apóstol Pablo. Desde el primer momento se estableció entre ellos una estrecha relación de confianza y amistad. Pablo le llama verdadero hijo en fe[2], amado hijo[3], e hijo mío[4], lo que demuestra el aprecio que le llegó a tener a su discípulo.

Ya en prisión Pablo, Timoteo estaba encargado de la obra en Éfeso y es entonces cuando recibe instrucciones escritas de su mentor. Estas cartas a Timoteo y la que va dirigida a Tito han sido llamadas Cartas Pastorales, debido a que van dirigidas a dos jóvenes ministros y al gran número de consejos ministeriales que en ellas se encuentran

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe.[5] Aquí la Escritura nos insta a imitar la obediencia de nuestros líderes.

En el estudio de este hermoso texto bíblico veremos:

*      la importancia de apartarnos de la falsa doctrina

*      la necesidad de esforzarnos por estudiar y obedecer la palabra de Dios

*      la responsabilidad de ser un ejemplo en cada área de la vida

*      la prioridad del estudio y proclamación de la palabra de Dios

*      una mirada detallada del estilo de vida que debe caracterizar a cada líder de la iglesia.

Si usted aplica estos principios bíblicos explicados acá su vida personal será fortalecida en Dios.

Esta es una invitación, un llamado a la integridad, a ser irreprensibles.

 

PRESENTACIÓN

En este capítulo Pablo describe algunas cualidades que deben caracterizar a  un buen siervo de Jesucristo.

La excelencia del ministerio es uno de los temas principales de esta epístola.

Timoteo como pastor en Éfeso necesitaba conocer esas características especiales que se deben notar en los líderes locales de su congregación.

Hay en esta sección algunas cualidades de un buen siervo de Jesucristo. Nos será útil entonces a todos los que servimos al Señor Jesús analizar detenidamente cada una de ellas.

El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y él por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.[6]

SIERVO DE JESUCRISTO: no es solo aquel que de tiempo completo ha sido llamado a trabajar en la obra de Dios, sino que realmente lo es todo aquel que ha sido salvo, los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. A todos nos ha llamado el Señor a servir.

¿Con qué criterio evaluamos a un ministro y su efectividad?

¿Qué constituye esencialmente a un buen ministro de Jesucristo?

¿Qué es una iglesia exitosa?

Generalmente se piensa mucho en el número de creyentes en la congregación local, su preparación académica, su oratoria, si ha escrito libros, su don de gentes, su carisma personal, la manifestación sobrenatural de los dones de milagros, sanidades o de lenguas.

¿Pero qué enseña el Nuevo Testamento respecto a esto?

Las multitudes seguían a Jesús porque les había dado un almuerzo gratis. Jesús les confrontó con la verdad y muchos de ellos dejaron de seguir a Jesús. El número de personas que asiste a la congregación no es necesariamente un indicador fiel de la salud espiritual de la congregación. Muchos asisten pero no son.

La elocuencia del predicador tampoco es un indicador fiel del buen ministerio de alguien.

No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.[7] Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría, pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.[8] pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y de todas maneras os lo hemos demostrado.[9]

Parece que Pablo era como torpe a la hora de hablar, parece ser que no ganó el concurso de oratoria. Pero eso no le desacreditó como buen siervo de Jesucristo.

Las manifestaciones sobrenaturales tampoco son necesariamente un indicador fidedigno del éxito y la efectividad de un ministerio. Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad.[10]

Pablo ni siquiera quiso hablar de sus visiones y sus experiencias místicas personales con Jesucristo, y cuando lo hizo lo tuvo por necedad.

Ciertamente no me conviene gloriarme, pero me referiré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo, en nada me gloriaré sino en mis debilidades. Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve u oye de mí.

Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltara, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

He sido un necio al gloriarme, pero vosotros me obligasteis a ello.[11]

Tenemos la tendencia a pasar por alto ciertas cosas que la Biblia no pasa por alto, particularmente en el tema de Liderazgo.

Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en cuanto a la malicia y maduros en cuanto al modo de pensar.[12]

Este pasaje que estudiamos hoy nos muestra algunos criterios bíblicos válidos para identificar a un buen siervo de Jesucristo.

UN BUEN SIERVO DE JESUCRISTO

La palabra buen debía ser traducida mejor como excelente o admirable.

La palabra siervo es la traducción de la palabra griega diakonos, siervos de la iglesia. Timoteo debe considerarse un diácono de Jesucristo a favor de la iglesia.

Hay otra palabra que también se traduce como siervo y es la palabra dulos que hace énfasis en la sumisión, pero diakonos hace énfasis en ser útil en el servicio. Un buen siervo del Señor debe ser excelente en prestar servicio a Jesucristo.

Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel.[13]

Como siervos hemos sido llamados a ser fieles administradores y a hacer nuestra tarea de tal manera que traiga honra a Jesucristo.

Timoteo es llamado a ser un ejemplo de fe, un modelo de conducta en medio de una oposición caracterizada por la apostasía de las falsas doctrinas, que se describe en los primero versos de este capítulo.

Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, de hipócritas y mentirosos, cuya conciencia está cauterizada. Estos prohibirán casarse y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participaran de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad, porque todo lo que Dios creó es bueno y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias, ya que por la palabra de Dios y por la oración es santificado.[14]

 

Un buen ministro de Jesucristo:

1.       ADVIERTE DEL ERROR A LA CONGREGACIÓN

Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo.[15]

No se trata aquí de enseñar las falsas doctrinas y hacer énfasis en ellas, con un negativismo extremo, sin enseñar la verdad. La palabra que Reina Valera traduce como enseñar en este verso también se puede traducir por señalar, o colocar al frente, literalmente diría si colocas continuamente delante de ellos estas cosas, si les muestras frecuentemente el error.

No es manipular la gente, ni forzarles a creer o adherir a mí posición, es un consejo gentil, amable que hay que hacer constantemente. No es dar órdenes sino más bien aconsejar, sugerir. Es una palabra benigna, humilde y modesta. La dirección que se ofrece en benignidad siempre será más efectiva que las imposiciones dictatoriales establecidas por la fuerza.

Pablo advirtió en Mileto a los ancianos de Éfeso que los falsos maestros vendrían: porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos. Por tanto, velad, acordándoos de que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. »Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.[16]

Así que ahora Timoteo en Éfeso debe estar alerta a defender la sana doctrina frente al error.

Es importante entonces conocer la Palabra de Dios, cuando conocemos la verdad estamos en condiciones de detectar lo que es falso.

Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.[17]

Cómo vencer al maligno, permaneciendo en la Palabra de Dios, la palabra de Dios es indispensable.

Enseñar la palabra de verdad y advertir del error, esa es una de las características primordiales de un excelente siervo de Jesucristo.

Dejemos las trivialidades, las liviandades y enseñemos la doctrina sana, pasemos ya de la leche al alimento sólido.

Se debe enseñar la verdad, advertir del error, y brindar herramientas para la sana evaluación, para el discernimiento de error.

Esta es responsabilidad de los líderes, de los siervos, es responsabilidad de quienes están sirviendo a la comunidad. Ellos deben conocer primero la verdad para enseñarla. Lo primero no es conocer el error, es conocer la verdad. Es por eso que la materia de Análisis de Religiones en el pensum del Instituto Bíblico no se da en primer semestre, se da en el último porque es ahí donde se espera que el alumno ya haya asimilado la verdad y entonces pueda tener criterios válidos para discernir y descubrir el error.

»A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel: tú oirás la palabra de mi boca y los amonestarás de mi parte. Cuando yo diga al impío: '¡Impío, de cierto morirás!', si tú no hablas para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú avisas al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se aparta de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida"».[18]

Dios nos hace responsables de proclamar su verdad y advertir al pueblo.

Lo que debemos predicar es la Palabra de Dios. Explicar, exponer el texto bíblico. Recuerde que: Las palabras de los seres humanos por sabias que sean en su sustancia o elocuentes en su expresión no pueden producir vida espiritual esto es prerrogativa exclusiva de la Palabra de Dios.

Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.[19]

Dios me va a juzgar no por cuanto acaricie y consienta a la congregación sino por cuanto los cuide, por cuanto los proteja, por cuanto los advierta del error. Acariciar de vez en cuando está bien, pero no es la tarea primordial, la tarea primordial es la enseñanza de la pura y santa Palabra de Dios.

 

Un buen siervo de Jesucristo:

2.       ES UN ESTUDIANTE EXPERTO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.[20]

Las palabras de la fe hacen referencia a los textos bíblicos.

La buena doctrina hace referencia a la explicación de esos pasajes bíblicos.

El estudio de la Palabra no es opcional, es esencial, es indispensable para todo siervo de Dios. Nadie puede dar nada si antes no lo recibe. El que enseña tiene que estar aprendiendo constantemente. Se debe conocer a Jesucristo cada día más y mejor antes de poderlo presentar a los demás.

… de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos.[21]

¡Qué triste ver la actual falta de conocimiento de las Sagradas Escrituras!

Hay una falta extrema de conocimiento bíblico en nuestro mundo actual. Y hay que reconocerlo con dolor, también existe esa escasez en el mundo cristiano. Y aún peor, en los que enseñan se refleja un conocimiento mínimo de la doctrina bíblica y un entendimiento y una dedicación mínima al estudio de la Palabra de Dios.

A lo largo de la historia grandes hombres de Dios se han dedicado a estudiar meditar y aplicar la palabra de Dios, para luego enseñarla al rebaño. Es hora de que lo hagamos nosotros también.

El punto es dominar la palabra de Dios, nutrirnos de ella, somos llamados a ser expertos en el estudio de la Palabra de Dios.

Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.[22]

Los rabinos y los judíos estudiosos eran expertos en el estudio de la Palabra de Dios. ¡Se sabían la biblia de memoria!

Ahora bien, no se trata de simplemente aprendernos los textos y recitarlos sin ningún sentido, sino de asimilar el mensaje, interpretarlo, y obedecerlo.

Esto demanda tiempo y preparación. Leer, leer y volver a leer las Escrituras, meditar en ellas, analizarlas y aplicarlas a nuestra vida personal.

El ministerio no consiste en ocuparse en algunas actividades de tipo religioso, sino en ocuparnos en la oración y el ministerio de la Palabra, eso es prioritario. Pedro lo dijo así: Nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la Palabra.[23]

Si la Biblia es la fuente que me prepara, me enseña, me instruye, me corrige, me redarguye, hago bien en dedicarme a su estudio exhaustivo. ¡Volvamos a la fuente! No hay sustituto para ella.

desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. [24]

Timoteo desde la niñez había sido instruido en la Palabra de Dios. Loida, Eunice, Pablo mismo habían enseñado al joven las Sagradas Escrituras.

Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.[25]

Es intolerable para un siervo de Jesucristo ser ignorante en la Palabra. No podemos concebir la idea de un ministro de la Palabra que no domine el mensaje Bíblico. Es impensable enseñar sin estudiar.

Un buen ministro se alimenta de la Palabra para poder alimentar a otros.

Quiero terminar este punto con una lectura que encontré alguna vez en uno de los Nuevos Testamentos que distribuyen los Gedeones Internacionales, no sé quien sea el autor de ella pero me parece adecuada para el momento:

La Biblia contiene la mente de Dios, el estado del hombre, el camino de salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes.

Sus doctrinas son santas, sus preceptos son comprometidos, sus historias son verdaderas y sus decisiones son inmutables.

Léala para ser sabio, créala para ser salvo y practíquela para ser santo.

Contiene luz para guiarle, alimento para sostenerlo y consuelo para alentarlo a usted.

Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y el itinerario del cristiano.

Aquí se restablece el Paraíso y las puertas del infierno son reveladas.

Cristo es su gran tema, su bien es nuestro diseño y la gloria de Dios su finalidad.

Debe llenar la memoria, gobernar el corazón y guiar los pies.

Léala lentamente, frecuentemente y en oración.

Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un rio de placer.

Es dada a usted en vida, será abierta en el juicio y recordada para siempre.

Ella encierra la responsabilidad más alta, recompensará la labor más grande y condenará a todos los que menosprecian su contenido sagrado.

 

Un buen siervo de Jesucristo:

3.       DESECHA LO QUE NO SIRVE

Desecha las fábulas profanas y de viejas.[26]

Es fácil perderse siguiendo bifurcaciones y enredarse con cosas que no son más que adorno, pero es con las grandes verdades bíblicas que se debe alimentar nuestra mente y nutrir nuestra fe.

La palabra fábulas hace referencia a mitos, a historias imaginarias.

Entre los filósofos de esa época había una frase típica sarcástica cuando oían algo que no servía, fábulas de viejas. El apóstol Pablo la usa acá para referirse a cosas que no son importantes.

La mente es algo muy delicado que necesita ser protegido de las mentiras.

Pablo piensa que es necesario advertirle a Timoteo que no pierda su tiempo con mitos y fábulas que no tienen base en la verdad. Claramente, Timoteo necesitará sabiduría para distinguir entre lo que conviene señalar y lo que debe evitar. No debe dedicar su tiempo a aquello que es profano, que es impío. Debe más bien dedicarse a estudiar la palabra de Dios.

Como te rogué que te quedaras en Éfeso cuando fui a Macedonia, para que mandaras a algunos que no enseñen diferente doctrina ni presten atención a fábulas y genealogías interminables (que acarrean discusiones más bien que edificación de Dios, que es por fe), así te encargo ahora.

El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, de buena conciencia y fe no fingida. Algunos, desviándose de esto, se perdieron en vana palabrería. Pretenden ser doctores de la Ley, cuando no entienden ni lo que hablan ni lo que afirman.

Pero sabemos que la Ley es buena, si uno la usa legítimamente, conociendo esto: que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bienaventurado, que a mí me ha sido encomendado.[27]

 

Un buen siervo de Jesucristo es:

4.       DISCIPLINADO EN SU PIEDAD PERSONAL

Ejercítate para la piedad.[28]

La piedad habla de la reverencia, de la santidad. Y esa es la meta del servicio a Dios. Un siervo excelente de Jesucristo es un atleta para Dios.

Los fines espirituales solo pueden ser alcanzados por hombres espirituales usando medios espirituales. Lo que vale en el ministerio realmente no es la popularidad, es tener una estrecha relación con Dios, es ser de verdad piadoso.

Ejercítate, entrénate, no tanto en tu cuerpo físico sino en la piedad. En la cultura griega en la que se encontraba inmiscuida Éfeso se hacía un gran esfuerzo por moldear el cuerpo, había gimnasios y allí acudían los jóvenes a esforzarse por ponerse en forma físicamente. Pablo le dice a Timoteo que de la misma forma en la que un atleta se esfuerza por poner en forma su cuerpo él, como buen siervo de Jesucristo, debe poner en forma su alma.

Pero el cuerpo no es lo más esencial en la vida. Es obvio que no esperamos que un buen líder espiritual sea un atleta olímpico. Las escrituras de ningún modo presentan el deporte como una característica de un hombre fiel a Dios, pero todo cristiano que goza de buena salud espiritual es un atleta espiritual.

Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.[29]

El servicio en el ministerio no tiene valor alguno sino se practica la piedad.

Pablo hace una comparación entre el ejercicio físico y el espiritual como un comentario sobre el entrenamiento en la piedad. Aunque el valor del primero se reconoce (¿acaso estaba Timoteo inclinado a descuidarlo o, por el contrario, a dedicarle demasiado tiempo?), está sobrepasado en valor por la piedad que tiene un valor futuro como también un presente.

porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera.[30]

El entrenamiento físico es bueno y hasta necesario, pero tiene una utilidad limitada. No desarrolla más que una parte de la persona y produce unos resultados que solamente duran cierto tiempo, porque el cuerpo es pasajero. En cambio quien se entrena en la piedad desarrolla la personalidad total en cuerpo, mente y espíritu., y sus resultados se notan no solamente en el tiempo sino también en la eternidad.

Así que una característica de un cristiano ejemplar es que está espiritualmente en forma.

Un buen líder espiritual debe ser un atleta espiritual para que pueda ser un ejemplo de obediencia y de disciplina a quienes le siguen.

Si algunos cristianos pusieran en las cosas espirituales tanta energía y entusiasmo como lo hacen en el atletismo y el desarrollo muscular, ¡cuánto más fuertes serían ellos y también sus iglesias!

 

APLICACIÓN

Estamos invitados a servir a nuestro Señor, pero no podemos hacerlo de cualquier manera, y para eso es necesaria la preparación.

Vamos camino hacia la perfección, vamos buscando lo excelente, debemos procurar ser excelentes siervos de Jesucristo.

Estos cuatro consejos recibidos hoy debemos incorporarlos en nuestro diario vivir y veremos que Dios nos lleva a cumplir su propósito en nuestra vida.

Denunciemos el error, dediquémonos al estudio bíblico, desechemos lo que no sirve, y ejercitémonos para la piedad.


[1] Hechos 16: 1 al 3

[2] 1 Timoteo 1: 2

[3] 2 Timoteo 1: 2

[4] 2 Timoteo 2: 1

[5] Hebreos 13: 7

[6] 2 Corintios 5: 14

[7] 1 Corintios 1: 17

[8] 1 Corintios 2: 1 al 5

[9] 2 Corintios 11: 6

[10] Juan 10: 41

[11] 2 Corintios 12: 1 al 11

[12] 1 Corintios 14: 20

[13] 1 Corintios 4: 1 y 2

[14] 1 Timoteo 4: 1 al 5

[15] 1 Timoteo 4: 6a

[16] Hechos 20: 29 al 32

[17] 1 Juan 2: 14b

[18] Ezequiel 33: 7 al 9

[19] Santiago 3: 1

[20] 1 Timoteo 4: 6b

[21] Juan 3: 11

[22] 2 Timoteo 2: 15

[23] Hechos 6: 4

[24] 1 Pedro 2: 2

[25] 2 Timoteo 3: 14 al 17

[26] 1 Timoteo 4: 7a

[27] 1 Timoteo 1: 3 al 11

[28] 1 Timoteo 4: 7b

[29] 2 Corintios 7: 1

[30] 1 Timoteo 4: 8

 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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