miércoles, 23 de junio de 2010

El joven rico

Las riquezas: el joven rico

Un dignatario le preguntó, diciendo: —Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

Jesús le dijo: —¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. Los mandamientos sabes: "No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre." 

Él dijo: —Todo esto lo he guardado desde mi juventud.

Al oír esto, Jesús le dijo: —Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: —¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas![1]

 

Varias veces se menciona en el NT cuán difícil es para el rico salvarse:

Porque es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.[2]

El joven rico tiene que vender todo, darlo a los pobres y seguir a Jesús para salvarse:

Y cierto gobernante le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

En los tres evangelios sinópticos este joven es presentado como alguien que tenía muchas posesiones. Por esto se le aplica generalmente el título compuesto joven gobernante rico.

El joven no solamente corrió a Jesús, también cayó de rodillas delante de él. Dado el estado altamente emocional, demostrado por haber corrido y caído de rodillas, bien puede haber hecho con voz entrecortado la pregunta que perturbaba su corazón y mente: ¿qué haré para heredar la vida eterna?

La Vida Eterna: indudablemente este joven había sido enseñado por los escribas fariseos. Los más doctos entre ellos sabían que el concepto de vida eterna tenía su origen en lo que ahora llamamos el Antiguo Testamento:

Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua.[3]

Los que conocían la literatura religiosa judía asociaban el término vida eterna con la resurrección. Por tanto, la pregunta del joven gobernante rico puede tal vez parafrasearse de la siguiente manera: ¿Qué debo hacer para participar de la salvación al final del tiempo?

Unido a esto estaba sin duda el anhelo de obtener la confianza aquí y ahora de estar avanzando en la dirección correcta hacia ese destino final. En este momento por lo menos parecía estar muy dispuesto a hacer lo que fuera necesario para alcanzar esta meta. Quería tranquilidad de mente para el presente y la bienaventuranza sin fin para el futuro.

Volvamos a la manera en que el joven gobernante rico abre la conversación. Se dirige a Jesús como Maestro bueno. Lo que está diciendo es verdad, Jesús es maestro y es bueno, pero aún así Jesús no queda satisfecho en absoluto con la forma en que se le dirige el hombre.

Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno excepto uno—Dios.

¿Está Jesús negando su bondad y deidad por medio de esta declaración? ¿Estaba diciendo: No deberías haberme llamado bueno porque solamente Dios es bueno; yo no soy Dios; por lo tanto no soy bueno?

El dirigirse así al Señor sonaba a cumplido exagerado.[4] Jesús sabía que el rico gobernante joven, al llamarlo Maestro bueno, se dirigía a él en forma muy superficial. No le van las adulaciones al Señor.

Si este joven hubiera creído con todo su corazón que Jesús era bueno en el sentido más elevado de la palabra, hubiera obedecido el mandato que el Señor estaba por darle. El Señor sabía muy bien que si este indagador había de ser salvo, debía enfrentarse con una absoluta realidad, la deidad de Cristo, pues solo reconociéndolo como Dios estaría dispuesto a obedecerle por completo.

Entonces Jesús prosigue: Conoces los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.

Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?[5]

No obstante, la ley no nos hace conscientes de nuestros pecados si no discernimos su significado real, su profundidad.

Su respuesta deja en evidencia que la actitud del joven hacia la santa ley de Dios era de carácter superficial: El dijo: todas estas cosas he guardado desde que era niño.

¡Interesante respuesta! Nadie ha podido guardar la ley con excepción de Cristo. O mintió o no entendía la seriedad de la ley. Como nos parece que era sincero, más bien nos inclinamos por lo último. Era sincero, pero estaba equivocado.

Pero, si el joven gobernante rico está convencido que ha guardado toda la ley, ¿por qué continúa tan perturbado? Es evidente que estamos frente a un clásico ejemplo de auto justificación. Él está haciendo un gran esfuerzo por convencerse a sí mismo de que en realidad ha estado viviendo en armonía con todos los mandamientos de Dios. En este intento puede haber estado estimulado por los rabíes que se habían engañado a sí mismos creyendo que la perfección espiritual era de veras alcanzable en esta vida.

¿Pero ha amado realmente este joven a su prójimo como a sí mismo? Viviendo entre personas desesperadamente pobres, ¿ha cumplido su deber a cabalidad? ¿Por qué entonces esta falta de paz de corazón y mente que le hizo precipitarse hacia Jesús con una pregunta nacida de su ansiedad?

Podemos apreciar algo de la lucha del joven.

Este joven necesita aprender a rendirse completamente a la misericordia de Dios y aceptar de él, como un don gratuito, la salvación, que no puede ganar ni comprar con todo su dinero. Jesús le mostrará el camino:

Cuando Jesús oyó esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes y distribuye (el producto) entre los pobres y tendrás tesoro en el cielo …

Pero al dar estas instrucciones al joven rico, ¿no está Jesús apoyando la doctrina de la salvación por medio de las buenas obras? ¿No debió más bien haberle dicho confía en mí?

La respuesta es que Jesús le estaba diciendo exactamente eso: Confía completamente en mí, porque ciertamente sin una confianza completa y una entrega total al que estaba dando la orden, no podría esperarse que el joven gobernante rico hubiera vendido todo lo que tenía y dado el producto a los pobres. Esta era la prueba. Si supera esta prueba tendrá tesoro en el cielo.

Es importante notar que Jesús añade y ven, sígueme. Jesús da a entender que para seguirle, para acompañarlo y para prepararse con miras a un servicio activo de testimonio, el joven debe aprender a negarse a sí mismo y tomar su cruz, en completa rendición.

La respuesta del joven fue trágica. Mostró que el mandato de Jesús había sido la flecha que hirió su talón de Aquiles, su punto más vulnerable: su amor por los bienes terrenales.

Cuando él oyó esto, se puso muy triste, porque era extremadamente rico.

El joven se sintió amargamente desilusionado. Decayó la expresión de su rostro. Se marcha apesadumbrado y agraviado, pensando probablemente: Lo que él pide no es razonable; ninguno de los demás rabíes hubiera exigido tanto de mí.

La riqueza de este hombre trajo cierta clase de paz a su vida y le dio poder y prestigio. Cuando Jesús le dijo que vendiera todo lo que poseía, tocaba su seguridad e identidad. El hombre no entendió que estaría mucho más seguro si seguía a Jesús. Jesucristo le ofrecía más estabilidad que la que le daba sus riquezas.

Cuidado: Si la base de su seguridad ha cambiado de Dios a lo que usted posee, sería mejor deshacerse de esas posesiones. [6]

La demanda que Jesús había hecho a este hombre desorientado se ajustaba a sus circunstancias particulares y su estado mental.

El Señor no pide a toda persona rica—Abraham, o José de Arimatea por ejemplo—que hiciera exactamente lo mismo. Hay personas opulentas que en general viven para sí mismos. Lo que contribuyen para la causa de otros no guarda relación con lo que reservan para sí mismos. Sin embargo, hay otras personas ricas que están dispuestas a esforzarse al máximo para ayudar a otros, incluso aun a los no generosos, como Lot, y que, impulsados por la gratitud, constantemente construyen altares y presentan ofrendas a Dios.

El joven era extremadamente rico. Tenía muchas propiedades. Tenía mucho; lo mucho lo tenía a él, lo tenía firmemente agarrado. Es claro que este joven necesitaba exactamente el tratamiento que Jesús le dio.

El rechazo de obedecer la orden del Maestro Bueno mostró que él no amaba realmente al prójimo como a sí mismo y que se colocaba a sí mismo y sus riquezas y no a Dios en el centro de sus afectos. [7]

Este joven llevaba una vida egoísta, su verdadero Dios era la comodidad, y a lo que daba culto era a sus posesiones y a su riqueza.

Jesús lo miró y dijo: Cuán difícil es para los que poseen riquezas entrar en el reino de Dios.

Jesús miró al profundamente desilusionado joven. Lo vio irse.

El joven gobernador rico se ha ido. Jesús y los Doce están una vez más solos. Volviéndose a ellos Jesús recalca que es realmente difícil para los ricos entrar en el reino de Dios. La adhesión a Dios exige la separación del mundo, y eso no es fácil.

De veras, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un hombre rico entrar en el reino de Dios.

Por supuesto, es absolutamente imposible que un camello con joroba y todo pase por el ojo de una aguja. Piense en ello: un camello, el animal más grande de Palestina, ¡pasando por la pequeñísima abertura de una aguja! ¡Ridículo! Esto no puede hacerse.

El Señor quiere decir que para un rico es imposible hacer o encontrar por sus propias fuerzas un camino hacia el reino de Dios. ¡Tanto poder ejercen las riquezas sobre el corazón del hombre natural! Y de ese modo le impide tener la actitud de corazón y mente necesaria para entrar en el reino de Dios.

»Ningún siervo puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.»[8]

porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores.[9]

La salvación, de principio a fin, no es un logro humano.

Los que oyeron (esto) le preguntaron: ¿Entonces, quién podrá ser salvo?

La sorprendente observación de Jesús tuvo el efecto deseado. Sorprendió tanto a los que lo oyeron que probablemente razonaron de este modo: lo que Jesús dijo en cuanto a los ricos vale para todos, ya que si bien no todos son ricos, aun los pobres anhelan ser ricos.

Hay que recordar que los discípulos todavía aceptaban la filosofía de esos días, creyendo que la riqueza es parte de la aprobación y bendición de Dios y podemos imaginar su confusión cuando Cristo dijo que es difícil que un rico se salve.

Obtener la vida eterna es lo mismo que entrar al reino de Dios o ser salvo. El rico había preguntado en cuanto a heredar la vida eterna. Jesús había respondido en términos de entrar al reino de Dios. Y los oyentes—en su mayor parte discípulos, probablemente —habían interpretado el dicho de su Señor como una indicación de que nadie podría ser salvo. Por tanto, es claro que las tres designaciones son sinónimas.

Jesús respondió: Lo que es imposible con los hombres, es posible con Dios.

Es difícil pero no imposible, como veremos luego en el caso de Zaqueo. Lo que pasa es que por lo regular, aunque no en todos los casos, la posesión de riquezas inclina al individuo a la independencia, orgullo, autogratificación, excesos, y a amar al mundo. El resultado es que el engaño de las riquezas ahoga la palabra.

En cada paso, al principio, a mitad de camino y al final, el hombre depende completamente de Dios para la salvación. Nada puede hacer por sí mismo. El hombre debe ser capacitado y sostenido cada día, hora, minuto y segundo por la gracia omnipotente de Dios. Aquí no hay lugar para la religión del joven y rico gobernante, que era la religión corriente entre los judíos de ese día y época. Cualquier cosa que aparta en la salvación a los hombres de la soberanía de Dios queda condenada.

Sin embargo, ¡gloria a Dios! Hay una salida. Lo que es imposible con los hombres es posible con Dios.[10]

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:

¿QUIÉN ESTÁ SENTADO EN EL TRONO DE SU CORAZÓN?

El pasaje no enseña que uno puede ganar la vida eterna haciendo obras de benevolencia o filantropía; LA SALVACIÓN no se puede comprar. La justificación ante Dios no viene por las buenas obras. Lo indicado era que el hombre abandonara lo que había sido su filosofía de vida hasta ese entonces (el dinero), se sometiera a Cristo sin condiciones, y aceptara su mensaje redentor.

Por amor al dinero, el hombre rechazó el mensaje de Cristo.

A la verdad, nadie, ni rico ni pobre, puede salvarse a menos que Dios intervenga a su favor. [11]

Debido a que el dinero representa poder, autoridad y éxito, a menudo es difícil para la gente adinerada concientizarse de su necesidad y de su incapacidad para salvarse.

Los ricos en talento o inteligencia sufren la misma dificultad. A menos que Dios penetre en sus vidas, estas por sí solas no irán a Él.

Jesús sorprendió a algunos de sus oyentes al ofrecer salvación al pobre. Hoy en día quizás sorprenda a algunos ofrecérsela a los ricos. Es difícil para una persona autosuficiente aceptar su necesidad e ir a Jesús, pero lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. [12]

Debemos vivir para los demás con la misma intensidad con la que hemos vivido para nosotros mismos.

Las riquezas y las posesiones tienden a encadenar el corazón a este mundo material, y a no dejar que se piense en nada más.

No es pecado tener riquezas, pero sí entrañan un peligro y encierran una gran responsabilidad.

Las riquezas debemos ponerlas a los pies de quien nos la dio. [13]

 



[1] Lc 18.18-24

[2] Lc 18.25

[3] Dn 12.2

[4] Barclay, William. COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO. Editorial CLIE, 1999.

[5] 1 Jn 4.20

[6] Biblia Del Diario Vivir. electronic ed. Nashville : Editorial Caribe, 2000, c1996, S. Lc 18.18

[7]Carson, D.A. ; France, R.T. ; Motyer, J.A. ; Wenham, G.J.: Nuevo Comentario Bı́blico : Siglo Veintiuno. electronic ed. Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 2000, c1999, S. Lc 18.18-31

[8] Lc 16.13

[9] 1 Ti 6.10

[10]Hendriksen, William: Comentario Al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Lucas. Grand Rapids, MI : Libros Desafío, 2002, S. 773

[11]Platt, Alberto T.: Estudios Bı́blicos ELA: Verdadero Hombre, Verdadero Dios (Lucas Tomo II). Puebla, Pue., México : Ediciones Las Américas, A. C., 1993, S. 80

[12]Henry, Matthew: Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. Miami : Editorial Unilit, 2003, S. 794

[13]Jamieson, Roberto ; Fausset, A. R. ; Brown, David: Comentario Exegético Y Explicativo De La Biblia - Tomo 2: El Nuevo Testamento. El Paso, TX : Casa Bautista de Publicaciones, 2002, S. 162


 
 
Paz de Cristo!

ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor 
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia 
Reuniones Martes, Jueves y Sábado 7 PM, Domingos 8 AM y 10 AM.
Calle 30 # 22 61, Cañaveral, Floridablanca.
http://adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




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