viernes, 26 de mayo de 2023

La salvación en la Teología de Erickson

43. Interpretaciones de la salvación

Objetivos del capítulo

Después de estudiar este capítulo, debería ser capaz de:

Identificar y explicar los detalles que diferencian las distintas interpretaciones de salvación.

Identificar y describir cinco interpretaciones diferentes de la salvación.

Comparar y contrastar cinco interpretaciones diferentes de la salvación y evaluar cuál de ellas explica mejor la evidencia bíblica.

Resumen del capítulo

A lo largo de los años se han desarrollado diferentes interpretaciones de la salvación, resaltando distintos aspectos de la misma. Hay cinco interpretaciones que se han destacado por encima de las demás. La teología de la liberación resalta un nuevo orden económico y social. La teología existencial enfatiza el cambio en la visión que el individuo tiene sobre la vida. La teología secular cree que la salvación llega cuando los individuos se alejan de la religión para resolver sus problemas. El catolicismo romano actual ha desarrollado un punto de vista más amplio sobre la salvación que el tradicional. La posición evangélica mantiene que se produce un cambio total en el individuo que luego pasa por la santificación hasta llegar a la glorificación.

Cuestiones de estudio

1. ¿Por qué se diferencian en tantos detalles las teorías de la salvación?


2. ¿Qué partes de la Biblia resalta la teología de la liberación y por qué?


3. ¿Cuál es la distinción de Heidegger entre existencia auténtica y no auténtica?


4. Según Bonhoeffer, ¿qué relación tiene Dios con el mundo secular?


5. ¿En qué ha cambiado la posición católica sobre la salvación?


6. Según la postura evangélica, ¿qué implica la salvación?


Detalles en los que di eren las interpretaciones de la salvación

La dimensión temporal

Naturaleza y ámbito de la necesidad

El medio para obtener la salvación

La dirección del movimiento en la salvación

La extensión de la salvación

Los objetos de la salvación

Interpretaciones actuales de la salvación

Teologías de la liberación

Teología existencial

Teología secular

Teología católica romana contemporánea

Teología evangélica

La salvación es la aplicación de la obra de Cristo a la vida de los hombres. Según esto, la doctrina de la salvación tiene un interés y relevancia particulares ya que tiene que ver con las necesidades más cruciales de la persona. Esto resulta particularmente evidente para aquellos que comprenden las enseñanzas bíblicas sobre el pecado. Debido a la primacía de esta necesidad en la vida de los individuos, algunas teologías recientes han tratado la salvación primero, y después se han ocupado de la persona y de la obra de Cristo. Aunque este enfoque tiene un valor apologético definido en predicación, tiene limitaciones como formato para teología, porque asume que el humano es el mejor juez para sus propios problemas, e incluso podría conducir a una situación en la que el mundo dictara los términos en los que se ha de producir el diálogo con la iglesia.

El significado del término salvación puede parecer bastante obvio para las personas que estén familiarizadas con él. No obstante, incluso en los círculos cristianos hay interpretaciones bastante diferentes de lo que significa la salvación. Antes de examinar los más destacados, resultaría útil examinar brevemente algunos detalles en los que se diferencian. Nos darán categorías que podremos emplear cuando examinemos los distintos puntos de vista.

Detalles en los que difieren las interpretaciones de la salvación

La dimensión temporal

Hay varias opiniones sobre cómo se relaciona la salvación con el tiempo. Se ve como un suceso único que ocurre al principio de la vida cristiana, un proceso continuado a lo largo de toda la vida cristiana, o un suceso que tendrá lugar en el futuro. Algunos cristianos consideran la salvación básicamente completa al inicio de la vida cristiana. Suelen decir: "Hemos sido salvados". Otros ven la salvación como un proceso: "Estamos siendo salvados". Sin embargo, otros creen que será algo que recibirán en el futuro: "Seremos salvados". Por supuesto, es posible combinar dos o incluso los tres puntos de vista. En ese caso, los aspectos separados de la salvación (o sea, justificación, santificación, glorificación) se entiende que suceden en momentos distintos.

Si se cree que la salvación sucede dentro del tiempo, entonces debemos determinar de qué clase de tiempo estamos hablando. En griego, en particular, el verbo que se empleaba puede expresar acción puntual o durativa, o puede que no haga especificación alguna del tiempo. En consecuencia, la salvación y sus aspectos constitutivos se pueden concebir de diferentes maneras:

1. Una serie de puntos: …

2. Una serie de procesos discontinuos:

—— —— —— —— ——

3. Una serie de procesos que se van superponiendo:

—— —— —— —— —— —— ——

—— —— —— —— —— —— ——

—— —— —— —— —— —— ——

4. Un único proceso continuado con componentes que se distinguen: ____|____|____|____|____|__

Naturaleza y ámbito de la necesidad

Una segunda cuestión es la relacionada con la naturaleza y ámbito de la necesidad que debe tratarse. Según el punto de vista tradicional, se cree que la principal deficiencia humana es vertical, el estar separados de Dios. Al ser una desobediencia de la voluntad de Dios, el pecado trae como consecuencia la enemistad con él. Lo que se necesita es restablecer la relación rota entre Dios y su criatura. Esta es la visión evangélica de la salvación. Se caracteriza por términos como "conversión", "perdón", "reconciliación" y "adopción". Un segundo punto de vista es el de que el principal problema del hombre es horizontal. Podría ser un individuo que no se adapta bien a otros, o una carencia básica de armonía en la sociedad en general. La salvación implica la eliminación de rupturas en la raza humana, la curación de las relaciones sociales y personales. La "teología relacional" se preocupa de este proceso a nivel de desajustes individuales y de problemas en los grupos pequeños. Las teologías de la liberación se preocupan de los conflictos entre las diferentes razas y clases sociales, del hecho de que la sociedad esté estructurada de tal manera que sea capaz de negar a algunos de sus miembros las necesidades básicas de la vida. Finalmente, también hay quien considera que el principal problema humano es interno. El individuo está lleno de sentimientos que debe erradicar: culpa, inferioridad, inseguridad. "Adaptación", "autocomprensión", "aceptación de uno mismo" y "mayor autoestima" son las palabras clave aquí.

El medio para obtener la salvación

La cuestión de cómo se obtiene la salvación o de cómo se transmite también es muy importante. Algunos consideran la transmisión de la salvación casi como un proceso físico. Eso es así en ciertos sistemas sacramentalistas que creen que la salvación o la gracia hay que conseguirlas mediante objetos físicos. Por ejemplo, en el catolicismo romano tradicional se cree que la gracia se transmite y se recibe realmente tomando el pan de la eucaristía. Aunque el valor del sacramento depende hasta cierto punto de la actitud interior o de la condición del comulgante, la gracia se recibe principalmente mediante el hecho físico externo. Otros creen que la salvación llega a través de la acción moral. En este caso la salvación no es tanto algo que posee un individuo o una organización y que transmite a otros, como algo que se crea alterando el estado de las cosas. Esta idea de la salvación se encuentra en el movimiento del evangelio social y en las teologías de la liberación. El enfoque del cambio defendido por estas ideologías a menudo es secular por naturaleza, lo que implica, por ejemplo, la utilización de canales políticos normales. Las teologías evangélicas representan una tercera idea: la salvación por la fe. La fe adopta para sí la obra realizada por Cristo. El receptor, en cierto sentido, es pasivo en este proceso. (Estos temas se examinarán más profundamente en el capítulo 49.)

La dirección del movimiento en la salvación

Una consideración adicional es la dirección del movimiento en la salvación. ¿Trabaja Dios salvando individuos, efectuando una transformación personal que continúa después en la sociedad y cambia el mundo del que forman parte los redimidos? ¿O Dios obra alterando las estructuras de nuestra sociedad y después utiliza esas estructuras alteradas para cambiar a las personas que las forman?

El movimiento del evangelio social de finales del siglo xix y principios del xx estaba convencido de que el problema básico de la humanidad no era su naturaleza humana pervertida, sino un ambiente social nocivo. Según este punto de vista, no merece la pena cambiar a los individuos, porque serán devueltos a una sociedad corrupta e infectados de nuevo. Los humanos no son esencialmente malos. Son lo que les haga ser el ambiente en el que estén. Así que en lugar de intentar curarles a ellos, que están corrompidos por la sociedad, debemos alterar las condiciones que les llevan a la enfermedad. Podríamos decir que los defensores del evangelio social estaban proponiendo una especie de ministerio de sanidad pública espiritual. Su visión de la naturaleza humana era más parecida a la de Jacques Rousseau, aunque en un contexto muy distinto, claro. En cierta manera se parece al behaviorismo que dice que la personalidad humana es poco más que una serie de patrones de comportamiento determinados por el ambiente de cada uno.

El enfoque contrario ha sido defendido por aquellos sectores del cristianismo que hacen hincapié en la conversión. Ellos mantienen que la naturaleza humana está radicalmente corrupta. Los males de la sociedad son el resultado de estar compuesta de individuos malvados. Sólo cuando estos individuos se transforman existe una esperanza auténtica de que haya cambio en la sociedad. Los individuos que han cambiado cambiarán al final la sociedad, no simplemente porque el todo está formado por la suma de las partes, sino porque los individuos transformados de forma sobrenatural tienen la motivación para trabajar con el fin de que se produzca el cambio en la sociedad en general.

La extensión de la salvación

La extensión de la salvación es una preocupación para aquellos que creen que la salvación afecta a los individuos y no a la sociedad. La cuestión es, ¿quién o cuántos miembros de la raza humana se salvarán? La posición particularista considera que la salvación se basa en respuestas individuales a la gracia de Dios. Mantiene que no todos responderán afirmativamente a Dios; en consecuencia, algunos se perderán y otros se salvarán. La posición universalista, por su lado, mantiene que Dios restablecerá la relación de los seres humanos con él para que ésta sea como se pretendía que fuera originalmente. Nadie se perderá. Hay dos variedades en la posición universalista. Se puede ser universalista siendo un particularista optimista. Es decir, se podría mantener a la vez que es necesario aceptar a Jesucristo personalmente para poder salvarnos y que todo el mundo lo hará. Sin embargo, desafortunadamente, no parece que en el pasado todos hayan aceptado a Cristo; además, muchísima gente ni siquiera tuvo la oportunidad de hacerlo. En consecuencia no es factible pensar que todos nos podemos salvar de esta manera, a menos que haya algún tipo de medio inconsciente mediante el cual las condiciones de la salvación se puedan cumplir. La posición universalista más común es asumir que al final Dios de alguna manera simplemente hará posible que todas las personas estén en comunión con él.

Los objetos de la salvación

Algunos sostienen que sólo los seres humanos, individual y colectivamente, serán salvados. Esta idea considera el resto de la creación meramente un escenario en el cual se desarrolla el drama humano; por lo tanto sólo es incidental al hecho de la salvación. Sin embargo, una teoría alternativa mantiene que hay dimensiones cósmicas en la salvación. Los seres humanos no están solos a la hora de verse afectados por la presencia del pecado en la creación. Normalmente siguiendo los comentarios de Pablo en Romanos 8:18–25, la teoría alternativa argumenta que la salvación, en su forma final, incluirá la restauración de todo el cosmos caído, que ahora está bajo el dominio del pecado, a la condición pura y gloriosa en la que fue creado y para la que fue destinado por su Hacedor.

Interpretaciones actuales de la salvación

Teologías de la liberación

Uno de los movimientos vitales que actualmente proponen su especial punto de vista sobre la salvación es el grupo de las teologías a las que en su conjunto se ha denominado "Teologías de la liberación". Podríamos subdividir este movimiento en teologías negras, feministas y del tercer mundo. Especialmente esta última es a la que se ha denominado teología de la liberación. Aunque algunas diferencias significativas ocasionalmente han producido conflicto entre estos grupos, hay suficientes puntos en común entre ellos como para permitirnos trazar algunas características básicas sobre su idea de la naturaleza de la salvación.

Una de las cosas en las que suelen hacer hincapié es en que el problema básico de la sociedad es la opresión y la explotación de las clases menos favorecidas por parte de aquellas que tienen el poder. La salvación consiste en rescatar (o liberar) de esa opresión. El método de la liberación se adecuará a la naturaleza de la situación específica.

El análisis que las teologías de la liberación hacen de la condición humana surge de dos fuentes. Por una parte, existe un consenso de que el enfoque capitalista o "de desarrollo" de asuntos económicos y políticos es inherentemente equivocado e inadecuado. Los capitalistas mantienen que existe un proceso por el cual todas las sociedades deberían pasar. El problema con las naciones subdesarrolladas simplemente es que no han llegado tan lejos en el proceso como las naciones más industrializadas. Cuando las naciones subdesarrolladas vayan avanzando, sus problemas se irán resolviendo. Sin embargo, para los teólogos de la liberación está cada vez más claro que el desarrollo económico de las naciones más avanzadas, así como la prosperidad de las clases sociales altas, se consigue a expensas de los menos afortunados. Se puede ver en los países latinoamericanos el marcado contraste entre los lujosos edificios de apartamentos construidos al lado de los barrios de chabolas. Las corporaciones internacionales tienen éxito porque explotan la mano de obra barata en las repúblicas bananeras o en lugares similares. Las naciones ricas utilizan el poder militar para mantener subordinados a los países pobres. Si los países pobres imitaran las prácticas de los ricos, eso no daría como resultado la prosperidad para todos. La razón subyacente es que las naciones prósperas son prósperas precisamente porque mantienen a otras en la pobreza. La brecha entre los pobres y los ricos continúa creciendo. No sólo hay una gran cantidad de gente (incluso en Estados Unidos) viviendo en condiciones de pobreza; es que hay una gran cantidad de personas que literalmente no puede vivir. Además, hay millones que trabajan en condiciones degradantes e injustas.

La otra motivación para ver la salvación como la liberación de una explotación es la sensación que se tiene de que la Biblia se identifica con los oprimidos. Los teólogos de la liberación reconocen que su teología es parcial en su enfoque bíblico, pero responden que los escritores bíblicos comparten esta parcialidad. La historia de la obra redentora de Dios es una historia de grupos de gente oprimida. Desde luego el pueblo de Israel estaba oprimido por Egipto. Por supuesto el libro del Éxodo es una de las partes favoritas de la Palabra de Dios para los teólogos de la liberación. En la historia posterior, Israel también estuvo bajo el yugo de naciones más poderosas. Pensemos en los ataques de los filisteos y en la cautividad a manos de los asirios y los babilonios. La iglesia, en particular a mediada que se iba extendiendo hacia territorio gentil, se iba llenando de personas sin poder, pobres y sin importancia en lugar de estar compuesta por personas de clase social alta. Justo y Catherine González resumen: "En primer lugar, ¿es cierto que la mayor parte de la Biblia está escrita desde la perspectiva de los que no tienen poder? Seguramente es así".

La teología de la liberación, por la inclinación de Dios a hablar a través de los que carecen de poder, concluye que su mensaje de salvación les afecta a ellos en particular. Jesús confirmó esto en Lucas 10:21: "Yo te alabo, Padre, …porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños". Los sabios y los poderosos deben escuchar la palabra de Dios a través de personas sin poder como Natán, Amós, Pedro y Jesús o quedarse sin oírla.

Pero ¿cómo ven la naturaleza de la salvación específicamente las teologías de la liberación? Estas teologías no afirman ser teorías universales, sino que están muy unidas a realidades políticas concretas. Las teorías universales suelen resultar ser los conceptos teológicos de los varones blancos de clase media. Por el contrario, la teología negra dice ser una manera de romper con las influencias corruptas del pensamiento blanco para formular una teología que se construye sobre normas y surge de fuentes adecuadas para la comunidad negra.

De forma correlativa, las teologías de la liberación no consideran la Biblia universal en su naturaleza. Cuando se examina con atención, no parece ser un libro de reglas y verdades eternas, sino de historia específica. Y la historia específica de la Biblia no es sólo una mera narración de sucesos del pasado. También es un plan para la redención de la creación de Dios, una tarea política que hay que llevar a cabo.

Aunque la teología de la liberación se relaciona en particular con asuntos históricos y políticos concretos, no se considera a sí misma como simplemente una teología fragmentaria. Se preocupa y trata de toda la teología cristiana. No sólo de la liberación. Está diseñada para hacer un tratamiento de todas las doctrinas o temas de la teología tradicional, pero desde la perspectiva de la liberación.

La teología de la liberación no entiende que Dios sea el ser impasible, inmutable, no reconocible en el que tradicionalmente han creído la mayoría de los cristianos. Más bien, Dios es activo. Se implica en los padecimientos de los pobres. Una prueba de esto es su encarnación, mediante la cual Dios, en lugar de permanecer distante y seguro, vino a la tierra en la persona de Jesucristo y participó de los problemas humanos. En la teología de la liberación, el Dios permanente e inmutable del teísmo tradicional es en realidad un ídolo elaborado por aquellos que más tenían que perder con el cambio. Pero, al contrario, Dios está implicado activamente en el cambio. Esto significa que no es neutral. Ya que está a favor de la igualdad, Dios no puede ni debe trabajar igualmente por todas las personas. Si su justicia pretende la igualdad, tiene que obrar de forma desigual o compensatoria en un mundo que ya es desigual. Quizá la declaración más enfática a este respecto sea la hecha por James Cone: "La teología negra no puede aceptar una idea de Dios que no le represente a favor de los negros y en contra de los blancos. Viviendo en un mundo de opresores blancos, la gente negra no tiene tiempo para un Dios neutral".

La idea que la teología de la liberación tiene de la salvación asume una visión particular de la humanidad y del pecado. La teología tradicional a menudo ha resaltado la humildad y la humillación propia como virtudes principales de la humanidad diseñada por Dios. El orgullo, por el contrario, se considera el pecado fundamental. El pecado a menudo se considera un asunto de actitud interna o de maldad privada. Sin embargo, según los liberacionistas, la Biblia no resalta la humildad, un atributo que a menudo conduce a la aceptación de la opresión. Más bien, en pasajes como Salmos 8, la Biblia exalta al ser humano. Es más, la Biblia no considera el orgullo interno como el pecado principal. Sirviendo al interés del poderoso a este respecto como en tantos otros, la teología y la predicación cristiana han tendido a ignorar el tipo de pecado que más a menudo condena la Biblia: "¡Ay de los que juntan casa a casa y añaden hacienda a hacienda hasta ocuparlo todo!" (Is. 5:8).

Los teólogos de la liberación dicen que no hay que considerar la salvación principalmente como la vida del individuo después de la muerte. La Biblia se preocupa mucho más del reino de Dios. Incluso la vida eterna se suele colocar en el contexto de un nuevo orden social y no se considera tanto sacarle a uno de la historia como hacerle que forme parte de su culminación. Entender que el objetivo de la historia es hacer justicia nunca ha sido muy popular entre los poderosos. Si, como dice la formulación tradicional, la historia y la eternidad son dos realidades paralelas (esto es, nunca llegan a cruzarse), nuestro objetivo en la historia es conseguir el acceso a la eternidad. La mejor manera de conseguir eso es ser humildes y aceptar. Como la principal preocupación del ser humano es que su alma vaya al cielo, en realidad los que explotan el cuerpo pueden estar ofreciendo un servicio. Pero como dicen González y González, si la historia y la eternidad se cruzan: "si la salvación ha de entrar en un nuevo orden que incluya a todos los seres humanos, entonces tenemos que luchar contra todo lo que en este momento niega ese orden". Salvar a todas las personas de la opresión es el objetivo de la obra de Dios en la historia y por tanto debe ser la tarea a realizar por los que creen en él, utilizando todos los medios posibles, incluyendo los políticos e incluso la revolución si es necesario.

Teología existencial

Varias teologías del siglo veinte han sido existenciales en el sentido de que se han construido desde una filosofía existencial. De hecho, en diferentes grados probablemente la mayoría de las teologías del siglo xx han incorporado cierta parte de existencialismo en la formulación de sus doctrinas. Sin embargo, aquí lo que tenemos en mente son esas teologías que tienen una orientación abierta y declaradamente existencial en el sentido en el que la filosofía existencial juega un papel principal y significativo. Quizá el representante más destacado de la teología existencial en este sentido sea Rudolf Bultmann y su programa de desmitologización. Bultmann intentaba interpretar el Nuevo Testamento y construir una teología basándose en el pensamiento de Martin Heidegger, que enseñaba filosofía en la Universidad de Marburgo cuando Bultmann enseñaba allí Nuevo Testamento. Para entender el concepto de salvación de Bultmann será necesario resumir algunos de los principales principios de Heidegger.

El primer principio de Heidegger es la distinción entre el conocimiento objetivo y subjetivo. El conocimiento objetivo está formado por ideas que reflejan o se corresponden correctamente con el objeto significado. La actitud del sujeto o del conocedor no tiene importancia. De hecho, es potencialmente perjudicial porque tiende a prejuzgar los datos. El conocimiento objetivo es lo que buscan las distintas ciencias naturales, cuyo objetivo es identificar, describir y analizar de la forma más precisa posible los datos que se están tomando en consideración. El conocimiento subjetivo, sin embargo, es bastante diferente. Su principal preocupación no es la precisión de la descripción del objeto significado, sino la implicación subjetiva o la pasión interior del conocedor en lo que respecta al tema en discusión o al objeto del conocimiento. Es imposible obtener un conocimiento de tipo científico cuando se trata con sujetos en lugar de con objetos. Porque a los sujetos, o sea, otras personas, humanas o divinas, no se las puede incluir en las categorías formales de la lógica. Nuestro conocimiento subjetivo de otra persona no es nuestro conjunto de ideas objetivas sobre esa persona; sino de sentimientos hacia ella. Lo mismo ocurre con nuestro conocimiento subjetivo sobre nosotros mismos. La verdad sobre nosotros, por lo tanto, implica mucho más que la información objetiva. Porque mientras que puede que nosotros tengamos todo tipo de conocimiento científico sobre nuestro cuerpo, podríamos saber muy poco sobre nuestro verdadero ser, sobre lo que de verdad somos realmente.

Por lo tanto, según el punto de vista de Bultmann, la Biblia no es esencialmente una fuente de información objetiva sobre Dios, el ser humano y la condición humana. Nos ofrece más Geschichte que Historie. No es principalmente un relato objetivo de hechos históricos, sino el impacto que varios sucesos tuvieron en los discípulos. Su objetivo no es informarnos, sino transformarnos; no trata de añadir más a nuestra reserva de información, sino de afectar a nuestra existencia.

En el pensamiento de Heidegger existe también una distinción importante entre la existencia auténtica y la no auténtica. El objetivo de la filosofía es producir una auténtica existencia en el individuo. La auténtica existencia, como implica el término, es ser lo que se supone que debemos ser, vivir la vida de tal manera que lleguemos a alcanzar el potencial humano. Un ejemplo de no autenticidad es la incapacidad para ejercer nuestra habilidad de escoger y actuar libremente. Hacer algo sólo porque todos lo hacen, seguir los dictados de la multitud, es ser incapaz de ser uno mismo. Otro ejemplo de no autenticidad es el negarse a aceptar que se ha actuado libremente y que por lo tanto se es responsable. Excusarse o explicar nuestras acciones basándonos en algún tipo de determinismo, ya sea genético, psicológico, social, teológico o de cualquier otro tipo es no ser auténtico. La autenticidad, al contrario, implica aceptar la responsabilidad de nuestros actos. Reconociendo que sea lo que sea que haya contribuido a hacerme como soy, yo soy libre para elegir y aceptaré la responsabilidad de mis elecciones. A esta aceptación de responsabilidades Heidegger la denomina "culpa".

Bultmann toma prestado el concepto de la existencia auténtica y no auténtica. Menciona dos tendencias en el "hombre moderno". Por una parte, hay una tendencia a guiarnos nosotros mismos en la vida, cumpliendo nuestros deseos de felicidad y seguridad, utilidad y beneficio. Esto es egoísmo y presuntuosidad. El amor por otros y el deseo de conocer, compartir y honrar la verdad quedan supeditados al deseo de engrandecimiento personal. Los humanos no sólo son irrespetuosos con las preocupaciones y las necesidades de los demás, sino que también desobedecen los mandamientos y las demandas de Dios en sus vidas. O bien niegan la existencia de Dios, o si creen, niegan que tenga derecho legítimo a recibir obediencia y devoción de su parte.

La otra tendencia del hombre moderno es la autonomía. Esta es la creencia de que el hombre puede obtener una auténtica seguridad por sus propios medios, mediante la acumulación de riquezas, la proliferación de tecnología y la búsqueda de ejercer la influencia ya sea de forma individual o colectiva. Esto es, desafortunadamente, una esperanza inalcanzable debido a que existen obstáculos insuperables como la muerte y las catástrofes naturales. El orgullo humano continuado y la acción autónoma constituyen un rechazo o negación de todo lo que se pretende que sea el ser humano. Esto es el equivalente teológico de Bultmann a la existencia no auténtica.

Entonces, ¿cuál es la existencia auténtica o salvación? La palabra de Dios "saca al hombre de su egoísmo y de ese estado de ilusoria seguridad que ha construido para sí. Le llama a Dios, que está más allá del mundo y del pensamiento científico. Al mismo tiempo, llama al hombre para que sea él mismo."

Como la palabra de Dios llega a los humanos personalmente, les insta a abandonar su intento de conseguir la seguridad por sus propios medios y a buscar la verdadera seguridad poniendo su confianza en Dios. Sólo mediante el ejercicio de la fe puede el humano poner fin a una existencia no auténtica: "creer en la Palabra de Dios significa abandonar toda la seguridad meramente humana y así superar la desesperación que surge del intento de encontrar la seguridad, un intento que siempre resulta vano."

Abandonar el intento de conseguir la seguridad por nuestros propios medios y poner nuestra confianza en Dios en su lugar significa confiar en algo que no se ve en este mundo, y para lo que no existe prueba terrenal. Esto es algo que somos reacios a hacer. Sin embargo, Bultmann señala que la tendencia a restringir la confianza hacia lo que no podemos ver también es otra forma de no autenticidad que caracteriza de forma natural a los seres humanos. La fe significa abandonar la búsqueda de las realidades tangibles y los objetos transitorios. La búsqueda de estas cosas es pecado, porque al hacerlo, excluimos la realidad invisible de nuestras vidas y rechazamos el futuro de Dios, que se nos ofrece como regalo. La fe es abrir nuestros corazones a la gracia de Dios, permitiendo que nos libere del pasado y nos conduzca hacia el futuro. También implica obediencia: "dar la espalda a nosotros mismos y abandonar toda seguridad".

Similar a la idea de que la salvación es simplemente un paso de entrada a la auténtica existencia abandonando nuestra búsqueda egoísta de seguridad y poniendo nuestra confianza en Dios en su lugar es el programa de desmitologización de Bultmann. Las afirmaciones de la Biblia no hay que tomarlas como afirmaciones de verdades objetivas externas a nosotros. Más bien, nos dicen algo sobre nosotros. La cruz, por ejemplo, hay que entenderla según Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." El mensaje de la cruz no es que Jesús fuera llevado a la muerte como una especie de pago sustitutivo hecho al Padre en una transacción celestial. Esto es un mito. El concepto desmitologizado de la cruz es que cada uno de nosotros debe matar las búsquedas de gratificación personal y de seguridad que no se hayan obtenido de Dios. De forma similar, la resurrección se tiene que entender según lo que se dice en textos como Romanos 6:11: "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro." Este versículo no nos está hablando de un suceso que le ocurrió a Jesús. Más bien está expresando la verdad de que si ponemos nuestra fe en Dios y estamos abiertos al futuro, estaremos vivos de una manera que nunca antes estuvimos. La salvación, pues, no es una alteración en la sustancia del alma, como algunos tienden a entender la regeneración, ni es una declaración forense de que somos justos ante los ojos de Dios, la forma tradicional de entender la justificación. Más bien es una alteración de nuestra Existenz, toda nuestra perspectiva y conducta sobre la vida.

Teología secular

Todo el medio cultural en el que se desarrolla la teología ha estado cambiando. Se pensaba que la actividad de Dios era la explicación a la existencia del mundo y de lo que sucedía en él, y que Dios era el que resolvía los problemas a los que los humanos tenían que enfrentarse. Hoy en día, sin embargo, la gente pone su confianza en lo visible, en el aquí y ahora, y en explicaciones que no presuponen ninguna entidad trascendente o que va más allá de la percepción de los sentidos.

Esta visión diferente procedió de varios canales. Uno fue el crecimiento de las explicaciones científicas. Mientras que antes parecía necesario creer que algún ser o fuerza sobrenatural había dado existencia a este complejo universo, ahora son posibles explicaciones alternativas. En el pasado la complejidad del organismo físico humano parecía apuntar hacia un diseñador grande, sabio y poderoso. Sin embargo, la teoría de la evolución atribuye la complejidad humana a variaciones casuales combinadas con una lucha competitiva por la vida en la que los que mejor capacidad tienen para adaptarse sobreviven.

Otra razón para el cambio en la perspectiva es que la humanidad ha desarrollado la habilidad para resolver muchos de los problemas con los que se enfrenta en la vida. En los tiempos bíblicos, si una mujer era estéril, oraba a Dios, y éste respondía abriendo su vientre para que un niño naciera (1 S. 1:1–20). También se creía que Dios era la fuente del clima. En los tiempos de Elías, una sequía de tres años y medio y el gran aguacero que la siguió fueron atribuidos a Dios (1 R. 17–18; Stgo. 5:17–18). Ahora, sin embargo, si una mujer que desea tener hijos es estéril, un ginecólogo le prescribe una píldora para la fertilidad, y ¡se produce un nacimiento (a menudo múltiple)! Si no llueve durante un largo periodo de tiempo, alguien esparce yoduro de plata o una sustancia similar sobre las nubes y llueve. La humanidad puede controlar ambas cosas: los nacimientos y el tiempo. Ya no se necesita a Dios. La raza humana ha llegado a la mayoría de edad. Es capaz de enfrentarse a problemas sin ayuda sobrenatural.

Ante esto, mucha gente moderna se ha hecho secular. No es que principalmente hayan adoptado de forma consciente una cosmovisión naturalista, ya que muchos de ellos no tienen interés alguno en cuestiones especulativas. Más bien, lo que han hecho es adoptar de forma inconsciente un estilo de vida que en la práctica no deja lugar a Dios. Parte de esta visión secular es el resultado de un pragmatismo básico. El ámbito científico ha logrado satisfacer las necesidades humanas; la religión ya no se necesita ni resulta efectiva. Esta es por lo tanto una era post-cristiana.

Hay dos respuestas posibles de la iglesia ante esta situación. Una es ver al cristianismo y al secularismo como competidores, alternativas uno de otro. Si se adopta esta posición, y esa fue la tendencia en los siglos xviii, xix e incluso en la actualidad, habrá intentos de resistirse, evitar, o refutar el secularismo. Se intentará demostrar lo inadecuado del secularismo y la filosofía que lo acompaña, el humanismo, con su énfasis en la bondad, el valor y la suficiencia de los humanos. Este es el enfoque de la apologética. Trata de demostrar que la humanidad se enfrenta a problemas que una cosmovisión secular no puede tratar. Sólo el teísmo cristiano puede resolverlos.

Sin embargo, en estos últimos años los teólogos cristianos cada vez más van adoptando un tipo de respuesta diferente. Es la de considerar el secularismo no como un competidor, sino como una expresión madura de la fe cristiana. Uno de los predecesores de este enfoque fue Dietrich Bonhoeffer. En los últimos años de su vida, desarrolló una posición a la que denominó "cristianismo sin religión." La mayoría de edad de la raza humana no supone que se haya rebelado contra Dios, sino que es Dios el que está educando a su más alta criatura terrenal para que sea independiente. De la misma manera que los padres sabios ayudan a sus hijos a independizarse, en la secularización Dios ha estado intentando llevar a la raza humana a un punto de autosuficiencia. El esfuerzo de la apologética de refutar el secularismo es, según la teoría de Bonhoeffer, un intento de devolver a los adultos a la adolescencia, obligándoles a ser dependientes, explotando sus debilidades.23

Bonhoeffer no creía que Dios estuviera ausente del mundo secular. Cree que está presente dentro de la "irreligión". Ser cristiano no quiere decir ser "religioso", sino ser humano. Los miembros seculares de la raza humana que han llegado a la mayoría de edad son "cristianos inconscientes". Debemos celebrar que la humanidad se haya emancipado de Dios como un don de Dios. Debemos traducir el cristianismo a un idioma que las personas seculares contemporáneas puedan entender. Debemos ayudarles a entender que no necesitan convertirse en cristianos; ya son cristianos. El evangelismo tradicional cometió el error de hacer que la gente fuera religiosa en lugar de hacer que fuera cristiana (o sea, autosuficientes y completamente humanos). Bonhoeffer era particularmente contrario al aspecto interno y personal de la fe cristiana tradicional, el estado final de la religión.

Los escritos de Bonhoeffer sobre este tema son fragmentarios. Si no hubiera sido ejecutado, sin duda los habría desarrollado más. Quedó en manos de otros el recoger y elaborar sus ideas. John A. T. Robinson en Gran Bretaña y los teólogos de la muerte de Dios en Estados Unidos han sido los principales defensores de la teología secular. Entre estos últimos, Thomas J. J. Altizer sostiene que el secularismo tiene base ontológica. El Dios primordial o trascendental se ha hecho completamente inmanente en el mundo. Este fue un proceso largo que culminó con la encarnación de Jesús. Dios ahora no tiene un estatus in-dependiente fuera del mundo y de la raza humana. En consecuencia, no se le podrá encontrar en la alabanza pública o mediante la devoción personal. Es más probable que se le pueda encontrar implicándonos en el movimiento de los derechos civiles y en causas similares.28

Resumiendo: la teología secular rechaza la forma tradicional de entender la salvación que consiste en separarse del mundo y recibir la gracia sobrenatural de Dios. Más bien la salvación llega de una manera más difusa. No se trata tanto de salvarnos a través de la religión como de salvarnos de la religión. Darnos cuenta de nuestra capacidad y utilizarla, independizarnos de Dios, madurar, aceptarnos a nosotros mismo e implicarnos en el mundo: ese es el verdadero significado de la salvación. La mayoría de la gente, incluso los que están fuera de la iglesia, están experimentando ya esta salvación. De hecho, a la vista de la actual orientación "religiosa" de la iglesia, estos que están fuera puede que sean más genuinamente cristianos que los que están dentro de la iglesia.

Teología católica romana contemporánea

Es difícil caracterizar el pensamiento católico romano actual sobre cualquier tema porque, aunque hubo un tiempo en el que la posición católico romana oficial era uniforme en la mayoría de los temas, ahora parece que sólo existe una gran diversidad. Todavía se mantienen criterios doctrinales oficiales, pero ahora se complementan, y en algunos casos parecen contradecirse, con declaraciones posteriores. Entre estas declaraciones posteriores tenemos las conclusiones del Concilio Vaticano segundo y las opiniones publicadas por estudiosos católicos individuales. Es necesario ver algunas de estas declaraciones en el la relación con el contexto tradicional de la iglesia.

La posición católica oficial durante mucho tiempo ha sido que la iglesia es el único canal de la gracia de Dios. Esta gracia se transmite mediante los sacramentos de la iglesia. Los que están fuera de la iglesia oficial y organizada no pueden recibirla. Básico a este punto de vista tradicional es una distinción clara entre naturaleza y gracia. La naturaleza en la humanidad consta de dos partes: una capacidad pasiva para la gracia y un deseo o anhelo de gracia. Los humanos, sin embargo, son bastante incapaces de satisfacer estos aspectos de su naturaleza mediante sus propios logros. Eso requiere la gracia de Dios, que se entiende que es la vida divina impartida a la humanidad por Dios.

Esta posición tradicional se ha modificado en varios puntos. Uno de ellos afecta al concepto de la naturaleza humana. Aquí Karl Rahner ha hecho uno de los trabajos más impresionantes. Describiendo la humanidad tal como es aparte de la iglesia y sus sacramentos, Rahner habla de "lo existencial sobrenatural". Con esto se refiere no sólo a que los seres humanos tengan dentro de ellos el potencial para conocer a Dios, sino que ese potencial ya está siendo ejercitado activamente. No se puede estar totalmente apartado de la gracia. La gracia está presente incluso dentro de la naturaleza misma.

En sus discusiones sobre religiones no cristianas el Concilio Vaticano segundo parecía permitir que la gracia estuviera presente en la naturaleza. Destacaba el origen y el destino común de todos los humanos. Las distintas religiones representan las diversas perspectivas sobre el mismo misterio de la vida. La gracia de Dios se encuentra en todas ellas, aunque en diferentes grados. Según esto, a los católicos se les instruye para "reconocer, conservar y promover las bondades espirituales y morales" que encuentran entre los seguidores de otras religiones.32

¿La presencia de gracia en la naturaleza significa que hay gracia aparte de la iglesia y fuera de ella? Este es el dilema al que se enfrenta la iglesia. ¿El mandamiento de Dios obligando a los humanos a conocerle no implica que hay alguna manera mediante la cual podemos llegar a conocerle? La respuesta general del catolicismo contemporáneo ha sido tanto la de afirmar que todas las personas pueden conocer a Dios como la de continuar insistiendo en la exclusividad del papel de la iglesia en la salvación. Esta respuesta ha requerido un concepto más amplio de la iglesia y de su membresía.

La posición tradicional de la iglesia católica ha sido la de que la unión con la iglesia es necesaria para la salvación, porque la iglesia posee los medios para la salvación. Si la verdadera unión no es posible, Dios aceptará en su lugar un deseo sincero de tener esa unión. Aunque la verdadera unión con la iglesia no es indispensable, la separación completa no es aceptable. Yves Congar en efecto argumenta a favor de que existan grados de membresía en la iglesia. Mientras que la mayoría de la raza humana no tiene una conexión visible y oficial con la iglesia, no obstante existe lo que se llama la membresía invisible. Dondequiera que haya salvación, ahí está también la iglesia. Esto invierte la fórmula tradicional según la cual la presencia de la iglesia materializa la salvación.

El Concilio Vaticano segundo adoptó una postura similar a la de Congar: el pueblo de Dios no está limitado a la iglesia jerárquica visible. El pueblo de Dios está dividido en tres categorías según el grado de implicación en la iglesia:

1. Católicos que están "incorporados" en la iglesia.

2. Cristianos no católicos, que están "vinculados" a la iglesia. Aunque su situación no es tan segura como la de los católicos romanos, tienen iglesias genuinas y no están separados completamente de Dios.

3. No cristianos que están "relacionados" con la iglesia.

El tercer grupo incluye a los que Rahner denomina "cristianos anónimos". El hecho de que la gente esté fuera de la iglesia católica visible (o cualquier iglesia cristiana) no significa que estén separados de la gracia de Dios. Cristo murió también por ellos, y no deberíamos negar esta gracia. Los conceptos de grados de membresía y cristianos anónimos han permitido a la iglesia garantizar la posibilidad de la gracia sin sus sacramentos y al mismo tiempo mantener su autoridad.

También se ha discutido en la iglesia sobre la naturaleza de la salvación. Ha habido una mayor apertura hacia el concepto clásico protestante de la justificación. A este respecto, la obra de Hans Küng sobre la teología de Karl Barth ha sido particularmente significativa. En el pasado, el catolicismo mezclaba lo que los protestantes denominaban justificación y santificación en un solo concepto, la gracia santificante. Sin embargo, Küng habla de aspectos objetivos y subjetivos de la justificación. El primero se corresponde con lo que los protestantes normalmente denominan justificación. En este aspecto de la salvación el humano es pasivo y Dios es activo. El último se corresponde aproximadamente con lo que los protestantes suelen denominar santificación; aquí el hombre es activo. Küng observa que Barth resalta el primero mientras que el Concilio de Trento resalta el segundo. No obstante, no existe conflicto entre Barth y Trento.36 Además de con el concepto protestante de justificación, la iglesia católica se ha hecho más tolerante también con la interpretación que Lutero hacía de la gracia.

Resumiendo: la iglesia católica en estos últimos años ha estado más abierta a la posibilidad de que alguien que no pertenezca a la iglesia visible, y quizá alguien que no afirme en absoluto ser cristiano, pueda ser receptor de gracia. Como resultado de esto, el entendimiento católico de la salvación en cierto modo se ha hecho más amplio que el concepto tradicional. Además, el entendimiento actual incluye dimensiones que normalmente se han asociado al protestantismo.

Teología evangélica

La ortodoxia tradicional o la posición evangélica sobre la salvación se relaciona estrechamente con la manera ortodoxa de entender el problema humano. Según este entendimiento, la relación entre el ser humano y Dios es la principal. Cuando esa no va bien, las otras dimensiones de la vida también se ven afectadas de forma adversa.

Los evangélicos entienden que las Escrituras indican que hay dos aspectos principales en el problema humano del pecado. Primero, el pecado es una relación rota con Dios. El humano no ha sido capaz de cumplir con las expectativas divinas, ya sea por transgresión de los límites de la ley de Dios o porque no se ha podido hacer lo que se ha ordenado en ella. Desviarse de la ley trae como consecuencia un estado de culpabilidad o la posibilidad de ser castigado. Segundo, la auténtica naturaleza de la persona queda dañada por haberse desviado de la ley. Ahora hay una inclinación hacia el mal, una inclinación al pecado. Hay, por así decirlo, una preferencia a alejarse del bien, de manera que la persona tiende por naturaleza a hacer el mal. Normalmente se le denomina corrupción, y se muestra a menudo mediante la desorientación interna y el conflicto. Más allá de esto, como vivimos en medio de una red de relaciones personales, la ruptura en nuestras relaciones con Dios perturba nuestras relaciones con otras personas. El pecado incluso adquiere dimensiones colectivas: toda la estructura de la sociedad ocasiona perjuicios y daños sobre individuos y grupos minoritarios.

Ciertos aspectos de la doctrina de la salvación se relacionan con la condición de uno ante Dios. El estatus legal del individuo debe cambiar de culpable a no culpable. Se trata de ser declarado justo o recto a los ojos de Dios, o que se considere que cumple con todos los requisitos divinos. El término teológico aquí es justificación. Uno queda justificado mediante la unión legal con Cristo. Sin embargo, es necesario algo más que la mera remisión de la culpa, porque la cálida intimidad que debería caracterizar una relación con Dios se ha perdido. Este problema se rectifica mediante la adopción, en la que se restablece el favor de Dios y se nos permite reclamar todos los beneficios que proporciona el Padre amoroso.

Además de la necesidad de restablecer nuestra relación con Dios, existe también una necesidad de alterar la condición de nuestro corazón. El cambio básico en la dirección de una vida desde una inclinación hacia el pecado hacia un deseo positivo de vivir con rectitud se denomina regeneración o, literalmente, nuevo nacimiento. Implica una auténtica alteración de nuestro carácter, una infusión de una energía espiritual positiva. Sin embargo, esto simplemente es el principio de la vida espiritual. La condición espiritual del individuo se va alterando progresivamente; uno realmente llega a ser más santo. Este cambio progresivo subjetivo se denomina santificación ("hacer santo"). La santificación llegará a su final en la vida tras la muerte, cuando la naturaleza espiritual del creyente se perfeccionará. A esto se le llama glorificación. El mantenimiento individual de la fe y el compromiso hasta el final a través de la gracia de Dios es la perseverancia.

Como hemos hecho respecto a otros temas, adoptaremos la postura evangélica sobre la salvación. Aunque a Dios le preocupan todas las necesidades humanas, tanto las individuales como las colectivas, Jesús dejó claro que el bienestar espiritual eterno del individuo es infinitamente más importante que la satisfacción de las necesidades temporales. Observemos, por ejemplo, su consejo en Mateo 5:29–30: "Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno". Su pregunta retórica en Marcos 8:36 plantea la misma cuestión: "¿De qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?" La preocupación de Dios por el bienestar espiritual eterno de los humanos y la imagen bíblica del pecado son pruebas convincentes para el punto de vista evangélico sobre la salvación. Vimos en el capítulo 28 que el pecado se origina en el individuo a través de la elección voluntaria cuando responde a la tentación. Y observamos en el capítulo 30 la naturaleza radical y absoluta del pecado. Esta "depravación total", como se denomina, significa que se necesita una transformación radical y sobrenatural de la naturaleza humana para el perdón y la recuperación del favor de Dios.


 Millard J. Erickson, Teología Sistemática, ed. Jonatán Haley, trans. Beatriz Fernández, Segunda Edición., Colección Teológica Contemporánea (Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie, 2008), 897–936.

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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com


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