sábado, 23 de febrero de 2008

Más sobre la redención

Génesis 3: 15

 

LA PROMESA DE LA REDENCIÓN

Hno. Álvaro Torres Forero

 

 

El hijo de la promesa, la promesa. La promesa de la redención está singularizada en la biblia. Todas las demás promesas son dependientes de esta, pues muerto alguien para qué promesas. Las promesas son para los vivos, pero esa vida depende de la redención. Dios no es Dios de muertos sino de vivos. Esta es una promesa de vida. Sin ella no hay más nada. Mientras haya vida hay esperanza. Si alguien está muerto para qué sanarlo de cáncer.

 

El hombre en su estado natural está muerto a causa del pecado, así que lo primero que hay que hacer es volverlo a la vida, sino todo lo demás pierde sentido.

 

Aquí Dios nos plantea una situación muy especial. Tenga en cuenta que las promesas de Dios Fueron hechas voluntariamente, a él nadie lo forzó a prometerle nada. Él de su espontánea voluntad hace la promesa. Y tiene el poder y la capacidad para cumplir lo que promete.

 

Él es soberano y todo poderoso. No hay alguna fuerza de ninguna clase que pueda impedir que Dios cumpla lo que ha prometido.

 

Todos los hombres están destituidos de la gloria de Dios. El problema de la salvación es un problema de incompatibilidad de caracteres. El ser humano necesitaría ser hecho de nuevo para entrar en los cielos. El hombre solo nunca podía alcanzar la salvación, aunque lo deseara con todas sus fuerzas. Es más nunca se lo merecería. Lo justo hubiese sido que Dios el día que los hombres pecaron los hubiese matado, con serpiente y todo incluido, eso es justicia.

 

La salvación o la recibimos o la perdemos, pues por nosotros mismos no podemos hacer nada para salvarnos. Eso tenemos que aceptarlo. El hombre en su orgullo no quiere aceptar la gracia de Dios, siempre está intentando ganársela.

 

Nos levantaremos más allá de las nubes pero por el poder del Espíritu Santo, no por nuestros propios medios ni méritos. Él único que nos puede sacar de aquí es nuestro Señor Jesucristo.

 

Ésta promesa de redención es una sentencia de muerte para el diablo.

 

El diablo no va de turismo al infierno, él va allá a ser castigado eternamente. Dios prometió la destrucción de Satanás. Una herida en la cabeza de una serpiente es una herida mortal para ella. Así que la promesa de Dios ese día es que el diablo sería destruido, y lo sería por medio del hijo de la mujer.

 

Esta promesa de redención es una promesa de victoria para todo ser humano.

 

También nos dice esta promesa que el diablo no nos podrá destruir a nosotros, nos herirá en el talón, es decir una herida no de muerte. Así que la victoria está asegurada.

 

Dios no se enfrentó en su condición de Dios al diablo. El ser que nos hizo caer, cayó bajo nuestros pies, víctima de su propio invento. Al diablo lo derrotó un hombre llamado Jesús. El Señor vino como pariente cercano nuestro, en forma humana, como nuestro hermano, para cumplir lo que había prometido.

 

Nuestra salvación no es futura, nuestra salvación ya está hecha. Y la disfrutamos ahora. La esperanza que tenemos es de ser transformados y encontrarnos en persona con el Señor, pero la salvación ya la tenemos y la disfrutamos.

 

La promesa nos plantea una confrontación entre las dos simientes. Una confrontación entre los hombres que se dejan influir por el mal y los que se dejan influir por el bien. Pero nosotros tenemos todas las posibilidades de triunfo.

 

Jesucristo vino para destruir, a ponerle el pie en la cabeza, al diablo. Si Cristo no hubiese vencido a Satanás no podía haber resucitado, pues el diablo tenía el imperio de la muerte.

 

Pero cuando Cristo resucitó él salió de la tumba con las llaves del infierno y de la muerte.

 

Cuando él dijo: consumado es, ya todo estaba hecho. Exhibió públicamente a las huestes infernales triunfando sobre ellas en la cruz. La victoria ha sido ganada, ¡somos salvos!

 

¿Dime cual reporte vas a creer? ¡Yo creeré el reporte de Dios!

 

Tenemos que empezar a creer que el que lo prometió es fiel para cumplir lo que prometió.

 

Usted no tiene ninguna razón para que sea esclavo del pecado. El fuerte tiene todo en paz hasta que viene otro más fuerte que él y le vence, y habiéndole vencido le ata, le quita las armas y le arrebata el botín.

 

Somos triunfantes en virtud del triunfo del calvario.

 

¿Cómo cumplió el Señor la promesa de la descendencia?

 

Debía ser un descendiente de la mujer el que debía aplastarle la cabeza al diablo.

 

Algunos por ahí enseñan que Eva fornicó con la serpiente y quedó embarazada, y que para tapar su falta estuvo con su esposo y también quedó embarazada. Luego el hijo del diablo mató al hijo de Adán. Cosa tal no es enseñada en la biblia.

 

El diablo es un ángel luego no tiene sexo, no puede engendrar hijos físicamente. Esto lo dijo el mismo Jesucristo, que el matrimonio es hasta la muerte, de ahí para allá no habrá matrimonio. En la eternidad ni seremos hombre y mujeres sino que seremos como los ángeles.

 

Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Ningún ser humano ha sido engendrado literalmente por el diablo.

 

Lo que si hay es una confrontación entre los hombres que se dejan influir por el mal y los que se dejan influir por el bien.

 

La promesa de la redención tiene implícita la intención de Dios de hacerse hombre para poder redimirnos. Descendiente de la mujer, para que en su forma humana derrotase al diablo.

 

La confrontación fue cruel, pero Cristo saltó todos los obstáculos puestos por el diablo, y sin problema. Solo con su palabra. Dios no tiene que enfrentarse por la fuerza con el diablo, si así fuera el diablo no daría un brinco.

 

La redención involucró la encarnación de Dios porque debía ser la simiente de la mujer y no la simiente del hombre quien derrotara al diablo.

 

Dios se hace hombre y nos redime

 

Otro problema a parte de la descendencia es la herencia.

 

Nuestras tendencias pecaminosas, nuestras tendencias hacia la maldad no tienen que enseñárnoslas, son innatas en el ser humano caído. Hay un problema de herencia, y Dios le buscó una solución a ese problema hereditario.

 

Dios se buscó la manera, el nuevo nacimiento, el problema de la herencia quedó resuelto con la regeneración. Dios nos cambia la naturaleza. Nos hace participantes de su naturaleza divina para que vivamos según la norma del Espíritu.

 

¿Por qué tus discípulos no ayunan nunca, ni oran? Y Jesús responde: yo he venido a hacer las cosas nuevas. El Señor hace las cosas nuevas. Así que no tengas temor porque Dios te da un corazón nuevo, un espíritu nuevo y una vida nueva, y será una nueva creatura.

 

Tenemos que predicar la victoria del calvario. Jesucristo venció y no hay diablo que pueda impedir lo que él quiere hacer en la vida suya. Solo es cuestión que usted se entregue a Cristo y él hará el milagro en su vida.

 

Somos nuevas creaturas, las cosas nuevas pasaron y todas son hechas nuevas, él cambió nuestra existencia.

 

Dios hace su promesa confiado en lo que él puede hacer. Dios sabe que no puedes, que no eres capaz, él te conoce mejor que nadie. Pero con todo y eso él dice yo se que sí puedo, que se ponga en mis manos y yo lo hago nuevo otra vez.

 

La redención encierra la misma transformación del hombre. Dios no juega con los hombres ni experimenta con nosotros.

 

Dios prometió ayudarnos y lo hizo y lo sigue haciendo.

 

Los resultados del plan de redención son muchos en romanos cinco se habla de algo, que el don no fue como la transgresión, Dios no dijo bueno el hombre perdió esto entonces vamos a darle esto que fue lo que perdió.

 

Dios no hizo un reemplazo de lo que perdimos, es más lo dijo muchas veces, sus ejemplos, echa tu pan sobres las aguas y después de muchos días lo hallarás…

Un poco de lavadura en una medida de harina….

 

Dios es un ser amplio, Dios te perdona y te da muchas cosas que tu ni siquiera has pensado.

 

Si por la transgresión de uno los muchos fueron constituidos pecadores mucho más por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos.

 

Él vino a darnos más de lo que perdimos. Cuando el pecado abunda, sobreabunda la gracia.

 

Esta guerra la ganó el Señor, él nos redimió de la condenación del pecado.

 

Lo que Dios está intentando hacer con nosotros es regenerarnos y darnos de su abundante gracia. Para que enriquecidos con su gracia seamos más que vencedores.

 

La armadura para enfrentar al enemigo fue diseñada por Dios, y es para que permanezcamos firmes hasta el fin. Son elementos de convicción dados por Dios para nuestro beneficio.

 

Una promesa que él ya ha cumplido, la redención.

 

Para mostrar en los siglos venideros las superabundantes riquezas de su gracia. Pero esos siglos venideros para el apóstol Pablo ya son los siglos pasados para nosotros, ya ha demostrado en veintiún siglos que la victoria del calvario sí es verdad.



 
 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 



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