jueves, 9 de septiembre de 2010

Acepción de personas

Acepción de personas:

¿Qué dice la Biblia acerca del favoritismo y la discriminación?

Principios bíblicos de igualdad y de imparcialidad.

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: «Siéntate tú aquí, en buen lugar», y decís al pobre: «Quédate tú allí de pie», o «Siéntate aquí en el suelo», ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos y venís a ser jueces con malos pensamientos?

Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

Si en verdad cumplís la Ley suprema, conforme a la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos por la Ley como transgresores.[1]

INTRODUCCIÓN

Uno de los problemas que no se han podido resolver, a pesar de los años desde que escribió Santiago, es el hacer distinción o discriminación de personas, parcializarse en favor del que aparentemente ofrece mejores ganancias en la sociedad consumista en que vivimos. Hoy por hoy la discriminación racial, étnica y sexual es una realidad a la que tarde que temprano nos deberemos enfrentar.

Santiago adopta un estilo profético cuando denuncia la acep­ción de personas en la iglesia por razón de los recursos económicos que representan, y luego denuncia de manera general a los ricos por su afán por las riquezas, por su injusticia para con sus obreros, por su injusticia contra inocentes y por su vida de lujuria.

Santiago censura los actos de favoritismos.

 A menudo tratamos a una persona bien vestida y de aspecto imponente mejor de lo que tratamos a alguien que da la impresión de pobreza. Actuamos así porque preferimos identificarnos con las personas que han tenido éxito y no con quienes han tenido un aparente fracaso. Lo irónico, como dice Santiago, es que los supuestos triunfadores pudieron haber obtenido su estilo de vida ostentoso a nuestras expensas. Además, el rico halla dificultad para identificarse con el Señor Jesús, pues Él vino como un humilde siervo. El ejemplo mayor de pobreza auto infligida lo dio nuestro Señor. Él, "siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos".

DESARROLLO

Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.

Todos los hombres son creados iguales. Nada hemos traído al mundo y nada podemos llevarnos de él. Ante Dios no podemos jactarnos ni de nuestras posesiones ni de nuestros logros, ya que todo lo que tenemos nos ha sido dado por él. Y Dios no muestra parcialidad. Si Dios da el ejemplo, nosotros debemos seguir en sus pasos.

Dios es totalmente imparcial:

Porque Jehová, vuestro Dios, es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni recibe sobornos, que hace justicia al huérfano y a la viuda, que ama también al extranjero y le da pan y vestido. [2]

porque para Dios no hay acepción de personas.[3]

Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas)…[4]

La riqueza puede indicar inteligencia, decisiones sabias y arduo trabajo; pero también pudiera indicar solo que una persona tuvo la buena fortuna de haber nacido en una familia acomodada. O también pudiera ser señal de codicia, deshonestidad y egoísmo.

Al honrar a alguien sólo porque viste bien, convertimos su apariencia en algo más importante que su carácter. Algunas veces lo hacemos porque:

(1)    la pobreza nos hace sentir insatisfechos;

(2)    también queremos ser ricos, y esperamos usar a la persona rica como un medio para ese fin;

(3)    queremos que la persona rica asista a nuestra iglesia y la ayude económicamente.

Todos esos motivos son egoístas; ninguno de ellos ve en el hombre rico o en la persona pobre a un ser humano necesitado de compañerismo. Si decimos que Cristo es el Señor de nuestra vida, entonces debemos vivir como Él quiere, sin mostrar favoritismo, y amar a todos sin importar si son ricos o pobres.

Si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: «Siéntate tú aquí, en buen lugar», y decís al pobre: «Quédate tú allí de pie», o «Siéntate aquí en el suelo», ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos y venís a ser jueces con malos pensamientos?

El escenario es judicial. El contexto general de este pasaje está dado en términos de un juicio que se realiza en la sinagoga. Los judíos en la dispersión realizaban en las sinagogas todos aquellos aspectos de su vida y su religión que, si estuvieran en Jerusalén, se realizarían en el templo. Entre aquellas cosas que los judíos de la época realizaban en el templo, se encontraban juicios en los cuales los rabinos interpretaban la ley de Moisés para una situación particular entre personas. Cuando una persona tenía algún asunto o problema contra otra, traía el asunto a un rabino o grupo de rabinos en el templo, los cuales, juzgando a partir de la ley de Moisés y la tradición de los ancianos, determinaban entre los adversarios quién tenía la razón. Siendo que los romanos no permitían a los judíos tener sus propios tribunales, sino solamente los tribunales romanos, los judíos asistían al templo para encontrar justicia entre sus hermanos de sangre. En la dispersión, ésta práctica se realizaba en las sinagogas.

Esta misma práctica pasó más tarde a las comunidades cristianas. El apóstol Pablo la refleja claramente en 1 Corintios 6. Santiago trata sobre la misma situación. En la sinagoga se está celebrando un juicio. Hay un rico y un pobre frente a un tribunal cristiano, pero los jueces son, según Santiago, jueces con malos criterios (2:4), que han afrentado al pobre (2:6), y que hacen distinción de personas (2:9).

El cuadro es el de dos creyentes que tienen una disputa. Uno es rico. Santiago no lo llama "rico", porque usa este término sólo para los incrédulos, pero hace notar que usa un anillo de oro y ropa lujosa. El otro es pobre. Llega con vestido sucio. Es todo lo que tiene para usar en su trabajo y para dormir, y está gastado y enlodado. Al rico se le ofrece un asiento, mientras que al pobre se le dice que se quede de pie o quizá que se siente en el suelo.

Aun antes de que comience el proceso judicial, cualquiera podría ver que no es un juicio justo. La ley judía exigía que ambas partes se sentaran en un mismo nivel o estuvieran de pie. También exigía que si uno fuera rico y el otro no, el primero o tendría que vestir al pobre tal como él se vestía, o tendría que llevar ropa como la del pobre.

Si la iglesia aceptaba y reaccionaba a las diferencias económicas entre estos dos hombres, estaría mostrando favoritismo. Lo más grave es que se convertirían en jueces con malos criterios. La iglesia que declara que el glorioso Señor Jesucristo es el Señor ¡se transformaría en un juez parcial e injusto!

A menudo tenemos mejor disposición hacia el rico porque equivocadamente damos por sentado que es rico porque ha sido bendecido y aprobado por Dios. Pero Dios no promete riquezas ni recompensas terrenales; más bien Cristo nos pide estar dispuestos a sufrir por Él y renunciar a cualquier cosa a fin de aspirar a la vida eterna.

Tendremos riquezas inefables en la eternidad si somos fieles en nuestra vida actual.

Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre.

El que hace distinciones a favor del rico no se da cuenta de que en realidad Dios mismo ha elegido a los pobres. Dios los ha elegido no porque tengan algo particular que les distinga, sino justamente porque no tienen nada. Porque no tienen nada ni a nadie, ahora tienen a Dios de su parte. Los pobres, por eso, son los herederos del reino y los verdaderos ricos, porque son ricos en fe.

Dios muestra un interés especial en los pobres desde el AT:

Jehová, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que lo despoja? [5]

A Jehová presta el que da al pobre; el bien que ha hecho se lo devolverá.[6]

Los pobres son preciosos ante los ojos de Dios. Jesús vino a predicar el evangelio a los pobres y declaró a los pobres bienaventurados y herederos del reino de Dios. Jesús hace de los pobres el centro de la proclamación del evangelio:

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor.[7]

Los pobres respondieron rápidamente al mensaje de Jesús. Todavía lo hacen hoy en día, ya que la iglesia está creciendo rápidamente entre los pueblos económicamente deprimidos de muchas partes del mundo. Como clase social, los pobres ponen su fe en Jesús con mucha más presteza que los ricos. Son pobres en posesiones materiales pero ricos en fe. En razón de sus circunstancias, los pobres no pueden poner su confianza en posesiones materiales. Por consiguiente se vuelcan a Jesús.

Santiago deja en claro que el pobre de quien está hablando es el pobre en el sentido económico, porque sólo son pobres a los ojos del mundo. Delante de Dios, son ricos en fe. Son  también a aquellos cuyos valores simples son despreciados por muchos en nuestra sociedad opulenta. Posiblemente ellos prefieran servir antes que administrar, relaciones humanas antes que seguridad económica, paz antes que poder. Eso no significa que el pobre automáticamente irá al cielo y el rico al infierno.

Los pobres, sin embargo, están más conscientes de su desamparo. Por lo tanto, a menudo eso facilita que puedan reconocer su necesidad de salvación. Una de las más grandes barreras para la salvación de las personas ricas es el orgullo. Para el pobre, la amargura puede a menudo resultarle un obstáculo para aceptar la salvación.

La ironía está en que la iglesia estaría juzgando como lo hace el mundo y no como lo hace Dios. Si estos cristianos no hubiesen estado contaminados por el pecado del favoritismo, hubiesen permanecido leales a los pobres, soportado la injusticia, y demostrado así la mente de Cristo. En su lugar, honraban al rico e insultaban al pobre. No habían logrado ver que el hombre de vestidos sucios es de hecho rico a los ojos de Dios y que con sus acciones han afrentado al pobre, es decir han insultado a los mismos que Dios ha escogido como herederos.

Aquellos que insultan al pobre insultan a Jesucristo, protector y guardián del pobre. Ya no están a favor de la causa de Cristo.

¿No os oprimen los ricos y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?

Al afrontar al pobre la iglesia ha favorecido a los ricos. Pero los opresores de la iglesia son los ricos que están fuera de ella.

Aun más, los ricos arrastraban a los cristianos a los tribunales, sabiendo que los tribunales seculares les serían favorables porque a nadie le agradaban los cristianos. Para añadir ofensa tras ofensa, blasfeman ellos el buen nombre que les había sido dado en el bautismo, pues es en este solemne acto en el que se invoca el nombre de Jesús sobre las personas. Jesús es un nombre precioso, excelente, eminente, admirable, magnífico, genuino, aprobado, honorable.

Quizá esto es una referencia a cómo era posible que los ricos se burlaran de los pobres en el tribunal diciéndoles que eran algún "seguidor de ese maldito galileo" y que por eso carecían del derecho. Esos eran los ricos. Sin embargo, los cristianos se estaban volviendo como ellos cuando discriminaban a los pobres en sus propias reuniones. Los mismos cristianos habían llegado a ser perseguidores de los pobres.

Si en verdad cumplís la Ley suprema, conforme a la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos por la Ley como transgresores.

Pero, ¿por qué ésta es una ley real? Mientras que algunos creen que es porque esta ley es el principio que resume todos los deberes hacia el prójimo, lo más probable es que la expresión se refiera a que fue el resumen de todas las leyes de acuerdo con las palabras de Jesús que dijo: «Que os améis unos a otros, como yo os he amado» y por lo tanto era la ley del Rey.

Sin embargo, el favoritismo, la acepción de personas, la parcialidad, ciertamente no es el amar al prójimo como a uno mismo. De hecho, tal actitud no demuestra nada de amor al prójimo. Por lo tanto, mostrar favoritismo o parcialidad es quebrantar la ley del reino y enfrentarse a Cristo como un quebrantador de la ley. Ciertamente, se trata de una situación seria.

CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN

El valor humano no se puede igualar con raza, riqueza, posición social, o nivel educacional. Todas las personas tienen importancia y son de gran valor a los ojos de Dios. Considerar a una raza, grupo, o individuo como menos importante que otro es pecado, puesto que Cristo murió por todos y por cada uno en particular. En relación con el sacrifico del Calvario, todos somos iguales, tanto en nuestra dignidad (Cristo vino a morir por cada uno de nosotros) como en nuestra necesidad de aceptar su don o regalo de salvación. Aprendamos a respetar y a honrar a cada persona y a cada pueblo, sin tener en cuenta su color o como se comportan.

Santiago no está atacando la posesión de cierta cantidad de dinero. Está atacando la filosofía del mundo que da prioridad a la posesión de dinero y bienes por encima de otros valores. La filosofía del mundo dice que lo que tengo determina mi valor. Esta actitud se encuentra entre la gente de todo nivel social.

"Pero, la parcialidad no debería verse como un pecado tan serio. ¿No he guardado tantos otros de los demás mandamientos de Jesús?"

Santiago hace notar que quebrantar sólo una ley hace que una persona sea considerada criminal. Imaginemos a una persona que es perfectamente fiel a su esposa, pero que ha cometido un asesinato. Ese hombre es un criminal, aun cuando sólo ha quebrantado un mandamiento. El mismo Dios dio ambos mandatos.

Al mostrar favoritismo a los ricos y negar justicia al pobre, la iglesia puede privarle al pobre de su medio de vida, lo que equivale a matarle. Ese puede ser también el modo en que los ricos matan a los justos pobres. En el AT el castigo, tanto para el asesinato como para el adulterio, era la muerte.

Ese prejuicio es pecaminoso. Dios ve a todos como iguales, y si favorece a alguien, es al pobre y al indefenso. Debemos seguir ese ejemplo.

Como los lugares de adoración no pueden edificarse ni mantenerse sin gastos, puede resultar apropiado que los que contribuyen sean acomodados económicamente, pero si todos fueran personas de mayor orientación espiritual, los pobres serían tratados con más atención de lo que suele ocurrir en las congregaciones.

Considérese cuán a menudo las riquezas conducen al vicio y a la maldad, y qué grandes reproches se hacen a Dios y a la religión por parte de hombres ricos, poderosos y grandes en el mundo.

Debemos evaluar nuestras actitudes y conducta.  El cuestionarnos es algo que sirve mucho en cada parte de la vida cristiana. Hagámoslo con más frecuencia y aprovechemos toda ocasión para dialogar con nuestras almas y la Palabra de Dios.

Consideremos nuestras actitudes hacia otros. ¿Seguimos la ley real de amor? ¿Buscamos el bien de los demás? o, ¿Buscamos algún beneficio personal?

Al acercarme a otras personas, ¿lo hago para conseguir algún beneficio para mí, o porque tengo algo que ofrecerle al otro?

¿Doy trato preferencial a "la gente importante" que conozco?

¿Qué base uso para evaluar a la gente?

¿Decido su valor a base de lo que tienen, o a base de lo que son?

¿Se impresiona con facilidad por el nivel social, la riqueza o la fama?

¿Se parcializa con los que «tienen» y desprecia a los que «no tienen»?

¿Hasta qué punto se encuentra una actitud similar en nuestra iglesia hoy?

¿Cómo evaluamos las riquezas hoy?

¿Para qué estoy viviendo?

¿A qué búsqueda dedico mi tiempo?

¿Habré dado demasiada importancia a la búsqueda de dinero o posesiones, a expensas de mi familia?

¿Cuál es la prioridad más importante en mi vida?

¿Queremos ganar más dinero?

¿Para qué fin queremos ganar más?

¿Cómo usaremos lo que conseguimos?

¿Cuánta diferencia habrá entre mi actitud en cuanto al dinero y las posesiones, y la de mis vecinos inconversos?

¿En qué forma debe transformarse mi actitud para que se conforme a la actitud de Dios?

¿Cómo debe ser nuestro trato para quienes nos visiten en la congregación?

¿En cuáles otras maneras manifestamos acepción de personas en la iglesia?

¿Qué podemos hacer para cambiar esta actitud?

 

BIBLIOGRAFÍA

Biblia Del Diario Vivir. electronic ed. Nashville : Editorial Caribe, 2000

Biblia Plenitud : La Biblia De Estudio Que Le Ayudara a Comprender a Aplicar La Plenitud Del Espiritu Santo En Su Diario Vivir. electronic ed. Nashville : Editorial Caribe, 2000

Carson, D.A. ; France, R.T. ; Motyer, J.A. ; Wenham, G.J.: Nuevo Comentario Bı́blico : Siglo Veintiuno. electronic ed. Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 2000

Cevallos, Juan Carlos: Comentario Biblico Mundo Hispano Tomo 23 : Hebreos, Santiago, 1 Y 2 Pedro, Judas. El Paso, Texas : Editorial Mundo Hispano, 2006

Henry, Matthew: Comentario De La Biblia Matthew Henry En Un Tomo. Miami : Editorial Unilit, 2003

Jamieson, Roberto ; Fausset, A. R. ; Brown, David: Comentario Exegético Y Explicativo De La Biblia - Tomo 2: El Nuevo Testamento. El Paso, TX : Casa Bautista de Publicaciones, 2002

Kistemaker, Simon J: Comentario Al Nuevo Testamento: Santiago Y 1-3 Juan. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2007

Porter, Rafael: Estudios Bı́blicos ELA: Cuando Aumenta La Presión (Santiago). Puebla, Pue., México : Ediciones Las Américas, A. C., 2003



[1] Stg 2.1-9

[2] Dt 10.17-19

[3] Ro 2.10-11

[4] Gl 2.6

[5] Sal 35.10

[6] Pr 19.17

[7] Lc 4.18-19


 
 
Paz de Cristo!

ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor 
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia 
Reuniones Martes, Jueves y Sábado 7 PM, Domingos 8 AM y 10 AM.
Calle 30 # 22 61, Cañaveral, Floridablanca.
http://adonayrojasortiz.blogspot.com/
 


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