domingo, 20 de noviembre de 2011

Mal de muchos...

Pero tú…

Esta frase enfática en el griego aparece cuatro veces en las cartas a Timoteo:

Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. (1 Ti 6.11).

Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, entereza, amor, paciencia. (2 Ti 3.10–11).

Pero tú, permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. (2 Ti 3.14).

Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. (2 Ti 4.5).

Y una en la que Pablo escribe a Tito:

Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. (Tit 2.1).

Pablo exhorta a Timoteo y Tito a marcar una diferencia. Sea la gente y, en particular los ministros, o mejor, falsos ministros, de una determinada manera …, tú,…, debes guardar otro perfil.

Creo que esto nos puede dar una pauta de cómo debe ser el perfil cristiano ante tantas propuestas que nos están dando estos últimos tiempos.

Una de las características de estos tiempos en occidente es el materialismo.

La gente se ha vuelto muy materialista. La propaganda brutal e incansablemente invade la vía pública y los hogares con definiciones de la vida en términos materiales. El tener define el ser. Los avisos publicitarios no apuntan ya a mencionar las buenas cualidades de un determinado producto que se quiere vender o insertar en el mercado, sino que tienden a mostrar lo infeliz e inútil que uno es cuando no lo tiene. El consumismo y el materialismo van de la mano en una carrera alocada redefiniendo los conceptos de felicidad, realización, prosperidad y éxito.

Esta avalancha filosófica tocó varios púlpitos, y la teología de la prosperidad es un fiel reflejo de ello.

Si bien la Biblia, tanto en el AT como en el NT, habla de la prosperidad, lo hace desde un perfil periférico y consecuente con la centralidad de la obra de Jesucristo y nuestro compromiso a una vida devota y santa. Lo hace quizá como añadidura a nuestra búsqueda del reino y desde una perspectiva integral, es decir, prosperidad integral, de la cual la material es una parte, ciertamente no la más importante, y no el todo.

Pablo le hablaba a Timoteo mostrándole cómo en aquellos tiempos muchos tomaban la piedad como fuente de ganancia. El espíritu materialista es contrario al espíritu del contentamiento (1 Ti. 6:6, 8). El apóstol añade que los que siguen esta línea de pensamiento caen en tentación y lazo, es decir, quedan atrapados por él. Además, quedan atrapados en la codicia que los hunde en destrucción y perdición. Y estas palabras son bien fuertes. El conocido texto de 6:10 es lapidario. La raíz de todos los males es el amor al dinero. La fuerza que tiene el materialismo para hundir, destruir, extraviar de la fe y llevar a la perdición a los hombres no lo deberíamos tomar livianamente.

De modo que Pablo le da dos consejos al joven Timoteo:

En primer lugar, que se aparte de tales personas (6:5). Esto suena fuerte y autoritario, pero es consejo de Dios.

Lo segundo "pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas". Como dijimos, ese "pero tú" es enfático. Pablo no era de las personas que podemos llamar cobardes. Es más, él está animando a una persona que era algo tímida y le dice que Dios no le había dado "un espíritu de cobardía, sino de poder…" (2 Ti. 1:7). Sin embargo, aquí le dice, primero que se aparte de estas personas y luego que huya de esas cosas.

El oír esta filosofía, el estar cerca de los engañados y hoy portadores de la misma con su zalamería y su espíritu engañoso es un riesgo innecesario de correr. Es cierto que uno tiene que vivir en un mundo materialista y bombardeado por todos los flancos con su propaganda, pero de ahí a abrirle el corazón a esta enseñanza hay una gran diferencia.

Ante este peligro, Pablo le da cuatro órdenes:

1.      Que siga la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre.

2.      Que pelee la buena batalla de la fe.

3.      Que eche mano a la vida eterna.

4.      Que guarde el mandamiento sin mácula ni reprensión.

La diferencia entre un espíritu y el otro es abismal y diametralmente opuesto. Timoteo debía marcar esa diferencia.

Otra característica de estos tiempos finales es la apostasía.

Pablo le advierte que "en los postreros días vendrán tiempos peligrosos" (2 Ti. 3:1). Y a continuación le da una serie de diecisiete características, donde el egoísmo la encabeza y el hedonismo la concluye, dejando de lado a Dios.

La diferencia la ha marcado ya Timoteo: Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos (3:10–11a).

Ante el espíritu de apostasía, Pablo apunta a los rudimentos de la fe cristiana. Ante las falsas enseñanzas, lo primero es la verdadera enseñanza. Ante la conducta cuestionable, lo básico es la sana conducta. Y una buena doctrina conduce a una buena ética. El norte establecido por la fe cristiana es erosionado y descreído por los apóstatas, por eso andan sin rumbo. Pero Timoteo había seguido el propósito de Pablo. Asimismo la fe, la longanimidad, la paciencia, etc.

Lo importante de entender es que no es una orden que Pablo le da a Timoteo que de aquí en adelante debe seguir, sino es algo que desde siempre Timoteo ha seguido, por lo cual él no cayó en esta tendencia apóstata.

El fundamento de la fe cristiana no se reduce a un solo elemento. Es un complemento ético-doctrinal para aplicarlo a la vida de todos los días independiente o a pesar de las circunstancias. No son simplemente enseñanzas académicas para deleite de intelectuales dicotómicos, sino ingredientes para una vida integral. Y esto Pablo lo refuerza en el versículo 3:14 con otro "pero tú", y en este caso sí es un llamado a mantenerse perseverante en aquello que había aprendido, teniendo en cuenta tres cosas:

1.      de quién lo había aprendido,

2.      desde cuándo lo había aprendido, y

3.      para qué sirven las Escrituras.

Otra característica de estos tiempos finales son las distintas corrientes de pensamiento en la Iglesia

Finalmente Pablo lo llama a Timoteo a predicar la palabra de Dios, insistir en todo tiempo, redargüir, reprender, exhortar.

Va a ver tiempos en los cuales las personas estarán abiertas a la enseñanza, pero el apóstol le advierte que vendrán tiempos en que a la gente ya no les gustará la sana doctrina. La gente va a ser tomada por un espíritu contrario al evangelio, un espíritu antagónico, un espíritu racionalista, o hiperracionalista, que quiere indagar nuevas cosas, nuevos significados, quiere escuchar nuevas revelaciones, quiere que "se le rasque donde le pica" y, en este caso es el oído; no quiere escuchar lo de siempre.

Y dice la Escritura que se van a amontonar. Los maestros de estas cosas se van a amontonar. ¿Qué querrá decir esto? ¿Harán organizaciones, universidades, ligas, escuelas, tendencias teológicas? Lo que sea, pero el resultado es que se apartarán de la verdad y se volverán a las fábulas.

Obviamente esto va a arrastrar a muchos. No obstante, la exhortación de Pablo a Timoteo que entra en estos tiempos difíciles es:

Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. (2 Tim 4:5).

La palabra "obra" está sin artículo. Probablemente, Pablo le esté indicando que Timoteo no que fuera evangelista, sino que tenía que hacer la labor del evangelista, reevangelizando a la misma iglesia. Es un ministerio difícil y de hecho se lo advierte, diciéndole primeramente que debía soportar las aflicciones, los padecimientos que sobrevendrían en el cumplimiento de su ministerio apostólico de defender y extender la sana doctrina.

Creo que es tiempo para reflexionar en estos cuatro "pero tú" que Pablo le plantea a Timoteo: frente al materialismo, frente a la apostasía, frente a las distintas corrientes teológicas que se levanten en el mismo seno de la iglesia para preservar la verdad de la Palabra de Dios. Pablo terminaba una etapa: había peleado la buena batalla, había acabado la carrera, había guardado la fe (4:7). Ahora le correspondía seguir la carrera a Timoteo … y a nosotros.

Piccardo, H. R. (2006). Introducción al cuerpo epistolar del Nuevo Testamento : Tomo 2 (154–207). Buenos Aires, Argentina: Ediciones del centro.


 
 
Paz de Cristo!

ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor 
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia 
Reuniones Martes, Jueves y Sábado 7 PM, Domingos 8 AM y 10 AM.
Calle 30 # 22 61, Cañaveral, Floridablanca.
http://adonayrojasortiz.blogspot.com/
 

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