lunes, 23 de noviembre de 2015

Génesis y la literatura mesopotámica

Génesis y la literatura mesopotámica 

Israel se desarrolló como nación y pueblo de Dios en el Cercano Oriente antiguo. Naturalmente, existen conexiones históricas y lingüísticas entre la literatura de Israel y la que surge de toda esa región. Por lo tanto, si bien Israel ha sido receptor de revelación divina, la cual le ha dado una visión teológica única, refleja de diferentes maneras la cultura de la región en la cual se desarrolló en la plasmación física de esta revelación. De todos los vecinos que rodeaban a Israel, la región de Mesopotamia parece tener una afinidad mayor que otras con la experiencia de ese pueblo. La Biblia dice que Abraham salió de Mesopotamia para habitar en Canaán, y que mantuvo contactos frecuentes y estrechos con familiares que permanecieron en Mesopotamia. Esto de por sí sugiere que en los orígenes del pueblo de Israel existió un intercambio cultural e ideológico con Mesopotamia. Esta realidad es más que evidente en relación con los primeros 11 capítulos del primer libro de la Biblia. Hay puntos de contacto y de comparación, aunque el significado de dicha relación no siempre ha sido aparente. Algunos han sugerido que la literatura bíblica depende de la mesopotámica, lo cual indicaría que las ideas evolucionaron y crecieron desde el contexto mesopotámico. Esta posición surge de la búsqueda de paralelos y similitudes entre ambas literaturas. Para otros, todo tipo de estudio comparativo es algo negativo que atenta contra la fe, y en consecuencia no ven ningún elemento de contacto. Nosotros reconocemos ampliamente la interrelación dinámica que existió entre ambas culturas porque la revelación de Dios a Israel no se produjo en un vacío, sino dentro de un marco histórico-cultural definido. Partiendo de este punto de vista, es necesario contemplar las similitudes, pero a la vez discernir las profundas diferencias, que existen entre las dos culturas. Estas diferencias podrían deberse a que el relato bíblico tiene entre sus propósitos, precisamente, plantear una polémica en contra de la ideología y cosmovisión imperantes en Mesopotamia. Es evidente que el autor de Génesis 1-11 conocía la literatura religiosa de Mesopotamia y bajo la inspiración del Espíritu Santo propone alternativas que difieren radicalmente de aquellas. A continuación presentaremos algunos puntos de comparación como ilustración de la metodología que hemos adoptado en este comentario. En el desarrollo de la exégesis iremos introduciendo elementos más específicos en sus correspondientes contextos. En cuanto a la creación del universo, la literatura mesopotámica no ofrece un documento que describa los detalles de su origen. Relatos de la creación pueden encontrarse en distintas obras, como por ejemplo, Génesis de Eridu, EpopeyadeAtrajasis y el famoso EnumaElish. Un análisis de estos documentos demuestra que existen ciertas similitudes entre ellos y Génesis 1. Por ejemplo, en las dos culturas se concibe que existía un caos acuoso previo a la creación, que los eventos de la creación se llevan a cabo en un orden similar, y que las deidades descansan al completar la obra creativa. A la vez, un estudio comparativo demuestra importantes diferencias que distinguen al relato bíblico de los mesopotámicos. En primer lugar, los elementos de la creación en Mesopotamia se originan a través de las deidades, y por lo tanto la deidad forma parte de la naturaleza creada. El Dios creador de Génesis, en cambio, es presentado como totalmente independiente de la creación. Mientras que en la cosmología mesopotámica la luz emana de los dioses, en Génesis la luz es una creación de Dios. Dios dijo: «Sea la luz, y fue la luz»(1.3). En segundo lugar, el texto de Génesis rechaza abiertamente toda idea de que los cuerpos celestiales, al igual que los monstruos marinos, estén provistos de algún poder divino. Génesis resalta la condición de criatura de cada uno de estos elementos que están revestidos de poder amenazante en la literatura mesopotámica, y los desmitologiza. Finalmente, y quizás lo más importante, el texto de Génesis proclama una visión netamente monoteísta como alternativa a la multiplicidad de dioses presente en la cosmología mesopotámica. En Génesis no hay rivalidad, violencia, ni conflicto entre dioses. La creación se hace realidad mediante la voluntad libre y soberana de un solo Dios. Otro punto de comparación está en el relato de la creación del hombre. En ambos puede descubrirse que el hombre es creado del material al cual volverá después de su muerte. Pero allí se acaban las similitudes. Mientras que en la mitología mesopotámica el hombre es creado como un esclavo para proveer alimento a los dioses que ya no quieren trabajar más, el hombre en Génesis es la cumbre de la creación de Dios y es revestido de dignidad. Finalmente, el relato que está investido del mayor paralelismo es el del diluvio. Las dos culturas se refieren a un diluvio catastrófico que acaba con toda la humanidad. La creación vuelve a su estado caótico acuoso original. En ambos casos hay un héroe que recibe orden de construir un barco para sobrevivir al cataclismo. Tanto Noé como su correspondiente mesopotámico mandan aves para reconocer el territorio después del diluvio, y ambos ofrecen un sacrificio de agradecimiento al salir del barco con vida. Sin embargo, en medio de estas similitudes importantes, surgen diferencias de mayor envergadura. Una vez más el punto de partida plantea un monoteísmo contra un politeísmo. En el relato babilónico los dioses deciden caprichosamente destruir a la humanidad porque los humanos son muy ruidosos y las deidades no pueden descansar. El relato bíblico, en cambio, presenta a un solo Dios que decide enjuiciar a la humanidad por su rebelión abierta en contra de sus propósitos. En el documento bíblico no hay rivalidad ni engaño. Dios decide salvar a Noé porque es «varón justo y perfecto». Por otro lado, en el relato mesopotámico Enki, el rival de Enlil, secretamente avisa a un ser humano preferido acerca del diluvio para que pueda salvarse. Rivalidad, engaño, conflicto y capricho son las características de la visión mesopotámica. Estas diferencias y muchas otras demuestran que el texto bíblico está planteando alternativas importantes a la concepción mesopotámica del diluvio. En consecuencia, es evidente que existen contextos similares, detalles parecidos y relatos paralelos. Empero, un análisis crítico mostrará que el relato bíblico propone alternativas revolucionarias para el mundo antiguo. Proclama un Dios en medio de muchos; justicia en vez de capricho; preocupación por la humanidad creada en vez de la opresión y explotación de ella. Todo esto significó para el hombre antiguo una real esperanza. Todo esto debería significar una real alternativa de vida para el ser humano de hoy.

Esteban Voth Comentario a Génesis 1-11. 

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