Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Lunes 10 de Junio de 2019
CARNE Y SANGRE
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo. (Hebreos 2. 14).
Participó de nuestra misma naturaleza.
Juan lo dijo de la siguiente manera: El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Tenía que ser de carne y sangre humana para poderse llamarse nuestro pariente y así poder efectuar la redención. El pecado no es inherente a la carne, a lo material, Adán antes de la caída ya era de carne y sangre, pero sin pecado, y como él solo el postrer Adán, Cristo Jesús, se hizo semejante en todo a nosotros, excepto que no había pecado en Él, y precisamente por esta diferencia es que podía presentarse como el sacrifico perfecto, sin mancha, sin imperfección, sin contaminación, y por lo tanto libre de culpa, exento de la muerte pero participó voluntariamente de ella por ocupar nuestro lugar, fue nuestro sustituto, experimentó la muerte por todos, y así nos libró.
¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!
Gracia y Paz
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
7869853401
8301 Liberty Rd,
Windsor Mill, MD 21244
Miércoles 7 PM
Domingos 8 AM
https://www.facebook.com/pentecostalesdebaltimore/
pentecostalesdebaltimore@gmail.com
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CARNE Y SANGRE
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo. (Hebreos 2. 14).
Participó de nuestra misma naturaleza.
Juan lo dijo de la siguiente manera: El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Tenía que ser de carne y sangre humana para poderse llamarse nuestro pariente y así poder efectuar la redención. El pecado no es inherente a la carne, a lo material, Adán antes de la caída ya era de carne y sangre, pero sin pecado, y como él solo el postrer Adán, Cristo Jesús, se hizo semejante en todo a nosotros, excepto que no había pecado en Él, y precisamente por esta diferencia es que podía presentarse como el sacrifico perfecto, sin mancha, sin imperfección, sin contaminación, y por lo tanto libre de culpa, exento de la muerte pero participó voluntariamente de ella por ocupar nuestro lugar, fue nuestro sustituto, experimentó la muerte por todos, y así nos libró.
¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!
Gracia y Paz
Adonay Rojas Ortiz
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