sábado, 16 de junio de 2007

Algunos aspectos importantes sobre la justificación II

A. LA AUTOJUSTICIA DEL HOMBRE[1]

En completa armonía con la revelación de que Dios es justo tenemos la correspondiente declaración que ante la mirada de Dios la justicia del hombre, que ha olvidado la justicia de Dios y ha querido establecer la suya propia[2], esta resulta ser es como trapo de inmundicia[3]. Aunque el estado pecaminoso del hombre se revela constantemente a través de las Escrituras, no hay descripción más completa y final que la que se encuentra en el capítulo tres de la carta a los romanos[4]; y debe notarse que, como en el caso de otras evaluaciones bíblicas del pecado, tenemos aquí una descripción del pecado como Dios lo ve.

Las normas que los hombres han establecido para vivir en familia y en sociedad no son la base sobre la cual han de ser juzgados delante de Dios. En su relación con Dios los hombres no son sabios comparándose consigo mismos[5]. Porque no están perdidos solamente aquellos que la sociedad condena, incluso algunos de ellos son salvos, sino que los que realmente están condenados por la inalterable justicia de Dios[6].

Por lo tanto, no hay esperanza alguna fuera de la gracia divina; porque nadie puede entrar en la gloria del cielo si no es aceptado por Dios como lo es Cristo. Para esta necesidad apremiante del hombre Dios ha hecho una provisión abundante.



[1] No entres en juicio con tu siervo, porque no se justificará delante de ti ningún ser humano. Salmo 143: 2

[2] Romanos 10: 3

[3] Isaías 64:6

[4] Romanos 3:9-18

[5] 2 Corintios 10:12

[6] Romanos 3: 23

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