sábado, 1 de enero de 2011

Último culto del 2010

Y a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.

Hch 13.36

Los epitafios:

Un epitafio es una inscripción que se pone, o se supone puesta, sobre un sepulcro o en la lápida o lámina colocada junto al lugar del enterramiento.

¿Qué epitafio le gustaría tener en su sepulcro?

Como le parece este: "Sirvió al propósito de Dios en su propia generación".

David:

La triste historia del rey Saúl se va a pique de manera definitiva con una sentencia contundente:

Pero ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un hombre conforme a su corazón, al cual ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó. (1 Sm 13.14).

De David podemos decir que:

  • su levantamiento fue obra de Dios para cumplir todos sus deseos o designios: Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: "He hallado a David, hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero." (Hch 13.22).
  • a pesar de sus fallas personales Dios halló en David aquella actitud de sumisión a su voluntad que tan trágicamente se notó que faltaba en el actuar de Saúl.
  • Dios confirmó con David un pacto en el que estableció un reino eterno, cuyas características más principales se cumplirán solo en el reinado eterno del Mesías:
    • Tu casa y tu reino permanecerán siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. (2 Sm 7.16).
    • Estableceré su descendencia para siempre y su trono como los días de los cielos. (Sal 89.29).
    • Una vez he jurado por mi santidad y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre y su trono como el sol delante de mí. (Sal 89.35-36).
  • David fue levantado y aprobado por Dios para servir a su generación, según la voluntad de Dios.

Profecía:

porque no dejarás mi alma en el seol,

ni permitirás que tu santo vea corrupción.

(Sal 16.10).

David fue un instrumento útil en las manos de Dios, pero él "durmió, y fue sepultado junto a sus padres, y vio corrupción". David, pues, debate el apóstol Pablo en Antioquía, no podía ser el sujeto de su propia predicción, ésta profecía tuvo su debido cumplimiento sólo en la resurrección del cuerpo de Jesucristo, de manera particular el "Santo" de Dios.

Jesús murió y fue sepultado en una tumba fuera de las murallas de Jerusalén. Y aunque su cuerpo maltratado estaría expuesto a la acción de la descomposición al permanecer en la tumba tres días y tres noches, Dios no permitió su corrupción permanente. Jesucristo resucitó triunfante en un cuerpo incorruptible, es victorioso y como el descendiente de la línea real de David, vive eternamente. Al contrario, David murió en la ciudad de Jerusalén, fue sepultado junto a sus antepasados, y espera la resurrección general de entre los muertos habiendo sido afectado por el deterioro natural de la materia.

No fue David, el escritor de Salmo 16:10, sino Jesucristo, el Mesías, quien cumplió la palabra profética.

Ejemplo de vida:

¿Cuántas cosas no hizo David?

¿Por cuantas no podría ser recordado? Pastor, soldado, rey, salmista, profeta, etc…

Porque David, después que hubo servido al propósito de Dios en su propia generación, durmió. Fue sepultado con sus padres y vio corrupción.

¿Cómo interpretamos el versículo 36? Puede leerse de dos maneras: "[David] sirvió a los propósitos de Dios en su propia generación", o "[David] sirvió a su propia generación". Si usamos el principio de interpretar un pasaje con la ayuda de un paralelo, volvemos al versículo 22 y leemos que Dios dice: "[David] hará lo que yo desee". El objeto directo de este versículo es el deseo de Dios, es decir, el propósito de Dios. Por tal razón, traductores e intérpretes favorecen la forma, "Sirvió a los propósitos de Dios en su propia generación".

Porque a la verdad David, habiendo servido en su edad a la voluntad de Dios, durmió, y fué juntado con sus padres, y vio corrupción. (RVR 1909).

¿Cuál es la voluntad de Dios? Sencillamente que le obedezcamos.

David se entregó como instrumento para la realización de los altos designios de Dios, convirtiéndose así realmente en un "varón conforme al corazón de Dios".

David fue una gran bendición para la época en que vivió.

Todo cuanto David llevó a cabo en armonía con el plan de Dios terminó cuando la muerte lo quitó del escenario de esta vida.

Todo lo que te venga a mano para hacer,

hazlo según tus fuerzas,

porque en el seol, adonde vas, no hay obra,

ni trabajo ni ciencia ni sabiduría. (Ec 9.10).

 antes que el polvo vuelva a la tierra, como era,

y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. (Ec 12.7).

El Espíritu Santo ha querido que recordemos a David como aquel que "Sirvió al propósito de Dios en su propia generación". Ese fue el epitafio que el Señor colocó a su tumba.

¿Cuál colocaría el Señor en la suya?

Aplicación:

Servir al Señor Jesucristo y a sus propósitos es la cosa más grandiosa que cualquier mortal pueda hacer. En eso consiste la realización personal, en alinear nuestros objetivos con los suyos, y eso solo se va a lograr realmente cuando usted definitivamente decida abandonar su vida mundana y abrazar las metas de Dios.

Y decía a todos:

—Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará, pues, ¿qué aprovecha al hombre si gana todo el mundo y se destruye o se pierde a sí mismo? (Lc 9.23-25).

No nacemos por nosotros mismos, ni para nosotros mismos, alrededor nuestro vive mucha gente, a quienes debemos tener presentes para servir, pero que bueno servirles en el propósito de Dios.

Miremos a Aquel que es declarado ser Hijo de Dios por su resurrección de entre los muertos para que, por la fe en Jesucristo, podamos andar con Dios, y servir a nuestra generación según su voluntad; y cuando llegue la muerte, durmamos en Él con la esperanza gozosa de una bendita resurrección.

El vivir una vida que Dios considera grande está al alcance de todos aquellos que estén dispuestos a someterse a él.

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que

traigamos al corazón sabiduría.
(Sal 90.12).


 


 

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