sábado, 19 de diciembre de 2015

inspiración

La conservación de la revelación: inspiración

Objetivos del capítulo


Al finalizar este capítulo, usted debería ser capaz de:

Definir la inspiración de las Escrituras y la relación del Espíritu Santo con este proceso.

Repasar las maneras en que las Escrituras apoyan la inspiración.

Identificar los temas implicados en la formulación de una teoría de la inspiración.

Comparar y contrastar teorías anteriores sobre la inspiración.

Examinar los enfoques que se han utilizado para formular una teoría de la inspiración.

Medir la extensión de la inspiración en las Escrituras.

Analizar la intensidad de la inspiración dentro y fuera de las Escrituras.

Construir un modelo de inspiración que integre tanto el material didáctico como los fenómenos de las Escrituras.


Resumen del capítulo


Uno de los temas que se debate con fuerza hoy en día es hasta qué grado las Escrituras están inspiradas por Dios. La inspiración es necesaria porque confirma la naturaleza de la revelación especial de Dios a través de las Escrituras. Una parte importante de la teología bíblica es la formulación de una teoría sobre hasta qué punto la Biblia es inspirada. Se han propuesto teorías variadas. Estas teorías se examinan a fondo y se evalúan. Durante siglos los escritores bíblicos han apoyado una perspectiva alta de la inspiración. Aunque en sentido estricto, la inspiración es de los escritores, en el sentido secundario también podemos decir que los escritos mismos están inspirados.


Cuestiones de estudio


1. ¿Por qué la inspiración es tan importante para la autoridad de las Escrituras?


2. ¿De qué manera la Biblia da testimonio de sus orígenes divinos?


3. Enumerar los temas y respuestas en la formulación de una teoría de la inspiración.


4. Comparar y contrastar las cinco teorías de la inspiración.


5. ¿Cuáles son los dos métodos básicos de formulación de una teoría de la inspiración y quién se asocia con cada uno de esos métodos?


6. ¿Qué problemas tiene Dewey Beegle con los fenómenos bíblicos?


7. ¿Cómo resumiría las características que deberían incluirse en un modelo de inspiración adecuado?


Definición de inspiración

El hecho de la inspiración

Temas en la formulación de una teoría de la inspiración

Teorías de la inspiración

El método de formulación de una teoría de la inspiración

Extensión de la inspiración

La intensidad de la inspiración

Un modelo de inspiración

Definición de inspiración

Por inspiración de las Escrituras entendemos la influencia sobrenatural del Espíritu Santo en los autores de las Escrituras para que ofrecieran en sus escritos un informe fiel de la revelación o para que lo que escribieran realmente fuera la Palabra de Dios.

Si, como argumentamos en el capítulo anterior, la revelación es la comunicación de Dios a los humanos de la verdad que necesitan saber para relacionarse con Dios adecuadamente, debería resultar clara la necesidad de la revelación. Aunque la revelación beneficia a los que la reciben inmediatamente, ese valor podría perderse para los que están más allá del círculo inmediato de la revelación. Como Dios no repite su revelación a cada persona, tiene que haber alguna manera de conservarla. Por supuesto, podría conservarse mediante la transmisión oral o fijándola en una tradición definida, como argumentamos en el capítulo 4, esto desde luego estuvo operativo en el periodo que a veces se produjo entre el momento de la revelación inicial y su escrituración. Hay ciertos problemas asociados a esto, durante siglos e incluso milenios la tradición oral está sujeta a la erosión y la modificación. Por lo tanto está claro que se necesita algo más que la transmisión oral.

Aunque la revelación es la comunicación de la verdad de Dios a los humanos, la inspiración se relaciona más con la transmisión de esa verdad desde el primer receptor a otras personas, en aquel momento o posteriormente. Por lo tanto, la revelación se debería considerar como una acción vertical, y la inspiración como un tema horizontal. Aunque la revelación y la inspiración se suele creer que van unidas, es posible tener la una sin la otra. Hay casos de inspiración sin revelación. El Espíritu Santo en algunas ocasiones impulsa a los autores de las Escrituras a recoger las palabras de los no creyentes, palabras que desde luego no fueron reveladas de forma divina. Algunos autores de las Escrituras han anotado temas que no les fueron revelados especialmente a ellos, pero que eran informaciones disponibles para cualquiera que estuviera investigando. Las genealogías, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (la enumeración del linaje de Jesús), podría muy bien tener este carácter. También hubo revelación sin inspiración: ejemplos de revelación que no se recogieron porque el Espíritu Santo no inspiró a nadie para que las anotara. Juan hizo esto en Juan 21:25, cuando dijo que si se anotara todo lo que hizo Jesús "pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir." Si, como expresamos en el capítulo anterior, todas las palabras y acciones de Jesús eran las palabras y las acciones de Dios, el Espíritu fue aparentemente muy selectivo en lo que él inspiró a los autores bíblicos para que lo anotaran.

El hecho de la inspiración

Empezamos señalando que a lo largo de las Escrituras encontramos la afirmación o incluso la suposición de su origen divino, o de su equivalencia con las palabras reales del Señor. Este punto a veces es rechazado por ser considerado un razonamiento circular. Cualquier teología (o de hecho cualquier otro sistema de pensamiento) se enfrenta a un dilema cuando trata de su autoridad básica. O basa su punto de partida en sí misma, en cuyo caso es culpable de circularidad, o se basa en un fundamento distinto al de sus otros artículos, en cuyo caso es culpable de incoherencia. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que nosotros somos culpables de circularidad sólo si se considera que el testimonio de las Escrituras tiene carácter probatorio. Pero seguramente la propia afirmación del autor de las Escrituras debería tenerse en consideración como parte de un proceso de formulación de nuestra hipótesis de la naturaleza de las Escrituras. Por supuesto se tendrán en cuenta otras consideraciones como medio para evaluar la hipótesis. Lo que tenemos aquí es como un juicio. Al acusado le está permitido testificar en su favor. Sin embargo, este testimonio no tendrá carácter probatorio, esto es: después de escuchar la confesión de "no culpable," el juez no dirá inmediatamente: "Encuentro al acusado inocente." Es necesario evaluar testimonios adicionales para determinar la credibilidad del testimonio del acusado. Pero se admite su testimonio.

Para responder al cargo de circularidad es necesario observar otro tema. Consultando la Biblia para determinar el punto de vista del autor sobre las Escrituras, no se está presuponiendo necesariamente su inspiración. Se puede consultar meramente como un documento histórico que nos informa de que sus autores creían que era la Palabra inspirada de Dios. En este caso no se está viendo la Biblia como su propio punto de partida. Esto es circularidad sólo si se empieza con la suposición de la inspiración de la Biblia y después se usa esa suposición como garantía de que es verdad la afirmación de la Biblia de haber sido inspirada. Una persona que no presenta la afirmación de los autores de las Escrituras como prueba final sobre este asunto no es culpable de circularidad. Es permisible utilizar la Biblia como documento histórico y permitir que alegue su propio caso.

La Biblia atestigua su origen divino de diversas maneras. Una de ellas es la teoría de los autores del Nuevo Testamento en lo que se refiere a las Escrituras de su día, que hoy denominaríamos Antiguo Testamento. Segunda Pedro 1:20–21 es un ejemplo destacado: "Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron inspirados por el Espíritu Santo." Aquí Pedro afirma que las profecías del Antiguo Testamento no tenían origen humano. No fueron producidas por voluntad o decisión humana. Más bien fueron impulsadas o llevadas φερόμενοι (pheromenoi) por el Espíritu de Dios. El impulso que condujo a escribir provino del Espíritu Santo. Por esta razón, los lectores de Pedro tienen que prestar atención a la palabra profética, ya que no es simplemente la palabra de los humanos, sino la palabra de Dios.

Una segunda referencia es la que hace Pablo en 2 Timoteo 3:16: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia." En este pasaje Pablo está exhortando a Timoteo a continuar con las enseñanzas que ha recibido. Pablo asume que Timoteo está familiarizado con las "sagradas Escrituras" (v. 15) y le insta a continuar en ellas ya que están inspiradas divinamente (o mejor dicho "inspiradas por Dios"). La impresión que tenemos aquí es que se han producido de forma divina, como cuando sopló el aliento de vida en el ser humano (Gn. 2:7). Por lo tanto tienen el valor que da madurez al creyente para que esté "enteramente preparado para toda buena obra" (2 Ti. 3:17). No se dice nada de la autoridad o la falta de autoridad de las Escrituras para otros asuntos que no sean estas preocupaciones espirituales prácticas, como su fiabilidad con respecto a temas históricos y científicos, pero esta omisión no es significativa dado el contexto.

Cuando consideramos la predicación en la iglesia primitiva, encontramos un entendimiento similar del Antiguo Testamento. En Hechos 1:16 Pedro dice: "Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo, por boca de David había anunciado…" y después continúa citando los Salmos 69:25 y 109:8 sobre el destino de Judas. Hay que señalar aquí que Pedro no sólo considera las palabras de David como autoridad, sino que realmente afirma que Dios habló por boca de David. David fue la "voz" que Dios utilizó para hablar. La misma idea, que Dios habló por boca de los profetas, se encuentra en Hechos 3:18, 21, y 4:25. El kerygma, pues, identifica "está escrito en la escritura" con "Dios lo ha dicho."

Esto concuerda con el propio testimonio de los profetas. Una y otra vez declaran: "Esto dice el Señor." Miqueas escribió: "Se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien les infunda temor. ¡La boca de Jehová de los ejércitos ha hablado!" (4:4). Jeremías dijo: "Estas, pues, son las palabras que habló Jehová acerca de Israel y de Judá" (30:4). Isaías afirmó: "Porque Jehová me habló… y me advirtió" (8:11). Amós declaró: "Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros, hijos de Israel" (3:1). Y David dijo: "El espíritu de Jehová habla por mí, su palabra está en mi lengua" (2 S. 23:2). Afirmaciones como estas, que aparecen una y otra vez en los profetas, indican que eran conscientes de estar "siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 P. 1:21).

Finalmente, apuntamos la posición que mantuvo nuestro Señor mismo en lo que se refiere a los escritos del Antiguo Testamento. En parte, podemos deducir esto de la manera en que él se relacionó con el punto de vista sobre la Biblia que mantuvieron sus oponentes dialógicos, los fariseos. Él nunca dudó a la hora de corregir sus equivocaciones y malas interpretaciones de la Biblia, pero nunca se opuso o corrigió su punto de vista sobre la naturaleza de las Escrituras. Únicamente estaba en desacuerdo con su interpretación de la Biblia, o de las tradiciones que habían añadido al contenido mismo de las Escrituras. En sus discusiones y disputas con sus oponentes, repetidamente citaba las Escrituras. En sus tres tentaciones, respondió a Satanás con una cita del Antiguo Testamento. Habló de la autoridad y permanencia de las Escrituras: "La Escritura no puede ser quebrantada" (Jn. 10:35); "Porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido" (Mt. 5:18). Dos objetos se consideraban sagrados en el Israel de los tiempos de Jesús: el templo y las Escrituras. Él no dudó en apuntar la transitoriedad del primero, porque no quedaría piedra sobre piedra que no fuera a ser derribada (Mt. 24:2). Por lo tanto, hay un marcado contraste entre su actitud hacia las Escrituras y su actitud hacia el templo.

Podemos concluir de lo anterior que el testimonio uniforme de los autores de las Escrituras es que la Biblia tiene su origen en Dios y es su mensaje a la raza humana. Este es el hecho de la inspiración bíblica; ahora debemos preguntar lo que significa. En esto hay diferentes formas de entenderlo.

Temas en la formulación de una teoría de la inspiración

Cualquiera que intentara formular una teoría de la inspiración debe tener presente varias cuestiones. Estas son las preguntas que habría que plantearse si se quiere tener una comprensión completa de la naturaleza de la inspiración.

1. ¿Realmente podemos formular una teoría de la inspiración? Debería estar claro que una cuestión como esta habría que plantearla incluso antes de iniciar el proceso. Algunos dirían que este procedimiento no es necesario ni útil. Simplemente deberíamos utilizar la Biblia en lugar de teorizar sobre su naturaleza. Deberíamos contentarnos con el hecho de que la Biblia esté inspirada, en lugar de preguntarnos cómo fue inspirada. Sin embargo, este argumento tiene fallos. El hecho es que nuestra utilización de la Biblia estará influenciada por lo que nosotros pensemos de su naturaleza. La utilizaremos, de forma consciente o inconsciente, basándonos en una teoría implícita de su naturaleza. Por lo tanto sería deseable pensar en nuestro punto de vista sobre la inspiración.

Otra objeción es que la Biblia no presenta una doctrina completamente elaborada sobre las Escrituras. Simplemente deberíamos limitarnos a utilizar la terminología y los conceptos bíblicos. Sin embargo, si se siguiese este consejo de forma constante, nuestro entendimiento bíblico y teológico se vería considerablemente empobrecido. La Biblia no utiliza el término Trinidad, pero tenemos que utilizar este término si queremos entender el material. De forma similar, los autores bíblicos no discuten el "Q" o la Logia, ni el término historia de la salvación (Heilsgeschichte) aparece en el canon. Sin embargo, estos forman parte del mecanismo analítico que empleamos para entender mejor la verdad bíblica. De forma similar, un entendimiento más completo de la naturaleza de la inspiración (aunque no esté desarrollado en las Escrituras) es a la vez deseable y necesario para entender mejor la Biblia.

Nuestro objetivo aquí no es principalmente decir cómo se inspiró la Biblia; esto es, no estamos investigando el proceso o el método que Dios utilizó. Hay sitio para esta investigación, pero principalmente nos estamos preguntando hasta qué punto fue inspirada la Biblia. Nuestra cuestión está entre si la Biblia fue inspirada y cómo; en otras palabras qué hay exactamente en la Biblia que esté inspirado.

2. ¿La Biblia nos proporciona una base para formular una manera de entender su inspiración? Si no hay toda una teoría completa expresada en la Biblia ¿al menos hay base suficiente para desarrollar este tipo de teoría? Y si es así, ¿estamos obligados a aceptar y seguir los puntos de vista de los autores de las Escrituras sobre estos temas o tenemos libertad para criticar, modificar o incluso rechazar la forma de entenderla que ellos presentan?

3. Al formular nuestra teoría ¿deberíamos dar más importancia a la enseñanza de la Biblia sobre sí misma o deberíamos poner el énfasis en la naturaleza de las Escrituras, las características que ofrece? Podríamos denominar esto, respectivamente, el material didáctico y los fenómenos de las Escrituras. Estos dos enfoques a veces reciben el nombre de enfoque deductivo e inductivo respectivamente, pero esta terminología es en cierta manera errónea. La mayoría de las teorías de la inspiración utilizan ambos tipos de material. La cuestión crucial es: ¿Qué tipo se interpretará a la luz del otro? Quizá las diferencias más significativas entre las teorías evangélicas de la inspiración se dan en este punto.

4. ¿La inspiración es uniforme en toda la Biblia o hay grados diferentes o diferentes niveles de inspiración? Aquí no estamos preguntando sobre la naturaleza del material, sino sobre la naturaleza o el grado de la inspiración. ¿Puede ser que en algunos puntos en la Biblia las palabras que se escribieron fueron realmente dictadas, mientras que en otros únicamente se guiaban los pensamientos del escritor y en otros quizá sólo se impulsaba el deseo de escribir?

5. ¿La inspiración es una cualidad detectable? ¿Hay algo en el material inspirado tan especial como para que podamos percibirlo o reconocerlo como tal? Al contestar afirmativamente a esta pregunta, algunos liberales han llegado al extremo de decir que un texto "inspirado" provoca "inspiración." Se puede medir el grado de inspiración por el grado en que una porción del material escrito inspira al lector. Sobre esta base, el Sermón del monte se considera más inspirado que las genealogías. ¿Se puede determinar la canonicidad con este método? ¿Se pueden, por ejemplo, detectar diferencias cualitativas entre el libro de los Hebreos y el Pastor de Hermas? Si se mantiene que hay grados de inspiración dentro del canon, también se podrían clasificar esas diferencias.

6. ¿Cómo se relaciona la inspiración con el uso de las fuentes? ¿Significa que todo lo escrito fue en cierta manera dado de una forma inmediata por el Espíritu Santo? ¿O permite sacar información de los documentos históricos, quizás incluso hacer una investigación más amplia?

7. Si la inspiración incluye el uso de fuentes, ¿la inspiración garantiza su corrección? Si el autor de las Escrituras utilizaba una fuente histórica que contenía un error, ¿el Espíritu Santo guía y dirige para corregir el error? ¿O la inspiración significa únicamente que el autor contó con precisión lo que encontró en el documento utilizado, aunque eso implicara contar un error?

8. ¿La inspiración se relaciona con dar forma y preparar el material antes de su utilización por parte del autor de las Escrituras? En algunos casos pasaron largos periodos de tiempo entre el momento en que sucedió el evento y el momento en que fue recogido en las Escrituras. Durante este periodo, la comunidad de fe transmitía, seleccionaba, ampliaba y condensaba también la tradición recibida. ¿La inspiración abarcó todo este proceso o éste fue gobernado por las leyes normales de psicología de grupo y de formación de la tradición?

9. ¿La inspiración se relaciona amplia o estrechamente con el autor de las Escrituras? Esto es, ¿la inspiración es algo que caracteriza sólo el momento en que se escribe o implica experiencias posteriores que preparen al autor para ese momento? ¿La inspiración también implica la formación de la personalidad del autor, el contexto, el vocabulario y toda la manera de ver las cosas?

10. ¿La inspiración es una cualidad unida permanentemente al autor de las Escrituras o al oficio de profeta o apóstol como tal, o es una influencia especial en un momento concreto de tiempo? Si es lo primero, entonces en virtud del oficio, cualquier cosa que escriba un profeta o apóstol sobre un tema espiritual o religioso estaría inspirado y por tanto sería autoritativo. Por lo tanto, cualquier cosa que Pablo escribió, cualquier carta sobre la vida cristiana, sería inspirada y debería incluirse en el canon simplemente por ser obra suya. En el último caso, sólo lo que Pablo escribió bajo la influencia especial del Espíritu Santo debería considerarse Escrituras.

11. ¿La inspiración tiene que ser atribuida al autor de las Escrituras o a las Escrituras escritas? En el primer caso, la inspiración se aplicaría especialmente a la relación entre Dios y el autor, algo hecho al apóstol o al profeta. En el último caso, el énfasis se coloca más en el resultado. Otra posibilidad es combinar estas dos opciones: principalmente se inspira al autor y de forma secundaria al escrito.

12. Finalmente, ¿a cuánto del material del autor se le puede aplicar la inspiración? ¿Sólo está relacionado con los asuntos salvíficos de manera que cuando trata de otros asuntos colaterales como la ciencia y la historia el autor casi no recibe ayuda? ¿O la inspiración opera con respecto a los otros asuntos también?

Teorías de la inspiración

Han surgido distintos puntos de vista en lo que se refiere a la naturaleza de la inspiración. Un breve repaso nos ayudará a ver las distintas maneras en que los temas que acabamos de plantear se han trabajado.

1. La teoría de la intuición hace que la inspiración sea en gran medida un asunto de un alto nivel de perspectiva. En el ala izquierda del liberalismo algunos mantienen este tipo de idea. La inspiración es el funcionamiento de un gran don, quizá casi una habilidad artística, pero no obstante un atributo natural, una posesión permanente. Los autores de las Escrituras fueron genios religiosos. El pueblo hebreo estaba dotado especialmente para la religión, de la misma manera que algunos grupos parecen tener una aptitud especial para las matemáticas o los idiomas. Según esto, la inspiración de los autores de las Escrituras no era esencialmente diferente a la de otros pensadores religiosos y filosóficos, como Platón o Buda. La Biblia es pues una gran literatura religiosa que refleja las experiencias espirituales del pueblo hebreo.

2. La teoría de la iluminación mantiene que hay una influencia del Espíritu Santo sobre los autores de las Escrituras, pero implicando sólo una intensificación de sus poderes normales. No hay una comunicación especial de la verdad, no hay guía en lo que se ha escrito, sino únicamente una sensibilidad y una percepción incrementada en lo que se refiere a los temas espirituales. El efecto del Espíritu es intensificar o elevar la concienciación del autor. No es distinto al efecto que producen los estimulantes que utilizan los estudiantes para ampliar su proceso mental. Por lo tanto, el efecto de la inspiración es diferente sólo en el grado, no en la clase, del efecto del Espíritu Santo en todos los creyentes. El resultado de este tipo de inspiración es una habilidad incrementada para descubrir la verdad.

3. La teoría dinámica enfatiza la combinación de los elementos divinos y humanos en el proceso de inspiración y escritura de la Biblia. El Espíritu de Dios obra dirigiendo al escritor hacia los pensamientos o conceptos y permitiendo que la personalidad distintiva del propio escritor aparezca en la elección de las palabras y las expresiones. Por lo tanto, el escritor dará expresión a los pensamientos dirigidos divinamente de una manera única y característica según su persona.

4. La teoría verbal insiste que la influencia del Espíritu Santo se extiende más allá de la dirección de pensamiento hasta la selección misma de las palabras utilizadas para expresar el mensaje. La obra del Espíritu Santo es tan intensa que cada palabra es la palabra exacta que Dios quiere que se utilice en ese momento para expresar el mensaje. Sin embargo, normalmente, se tiene mucho cuidado en insistir que no es un dictado.

5. La teoría del dictado es la enseñanza de que Dios realmente dictó la Biblia a los escritores. Los pasajes donde el Espíritu es representado como alguien que le dice al autor exactamente lo que tiene que escribir se consideran que son aplicables a toda la Biblia. Autores diferentes no escribieron en estilos distintivos. El número de personas que realmente mantiene este punto de vista es considerablemente más pequeño que al que se le atribuye, ya que la mayoría de los defensores de la teoría verbal se esfuerzan mucho para distanciarse de los teóricos del dictado. Sin embargo, hay algunos que aceptarían esta designación de sí mismos. Aunque Juan Calvino y otros reformadores utilizaron la expresión dictado para describir la inspiración, no parece probable que quisiesen expresar lo que realmente denota este término.

El método de formulación de una teoría de la inspiración

Antes de continuar, debemos examinar los dos métodos básicos de formulación de una teoría de la inspiración. El primero, representado por la "Escuela de Princeton" de B.B. Warfield, Charles Hodge y A. A. Hodge, pone el énfasis principal en las afirmaciones de los escritores bíblicos sobre la Biblia y el punto de vista sobre ella revelado en su manera de utilizarla. El segundo enfoque, representado por Dewey Beegle, examina cómo es la Biblia, analizando las distintas maneras en que los escritores expresan los sucesos, para comparar relatos paralelos.9

El método utilizado para construir la doctrina de la inspiración debería tener un paralelismo con el método utilizado para formular otras doctrinas. Con respecto a la cuestión de la santificación del creyente, el primer método enfatizaría los pasajes didácticos de la Biblia que describen y definen la santificación. El segundo enfoque analizaría casos reales de cristianos y trataría de determinar lo que realmente produce la santificación en sus vidas. Este enfoque utilizaría ejemplos bíblicos (narraciones y descripciones) así como biografías históricas y contemporáneas de cristianos. En cuanto a la cuestión de la perfección, el primer método observaría las enseñanzas de Pablo y otros autores de las Escrituras sobre el tema; el segundo examinaría si los cristianos realmente muestran una vida de perfección. Si el asunto es si Jesús estaba o no libre de pecado en su vida en la tierra, el primer método consultaría los pasajes doctrinales didácticos como Hebreos 4:15. El segundo enfoque, por su parte, examinaría los relatos de la vida de Jesús, preguntando si su maldición de la higuera, el echar a los mercaderes del templo, su denuncia de los escribas y fariseos, su comportamiento en el jardín de Getsemaní la noche de la traición y otras acciones similares fueron realmente las acciones de una persona sin pecado o se deberían interpretar como ejemplos de petulancia, furia y miedo, cosa que en un hombre normal se denominaría pecado.

Con respecto a las doctrinas enumeradas, el enfoque en esta obra (y la mayoría de los teólogos que enfatizan la suprema autoridad de la Biblia) es colocar el énfasis principal en el material didáctico y el secundario en los fenómenos. Por lo tanto, el último debería interpretarse a la luz del primero. Cualquier buen teólogo sistemático debe ser constante en el método utilizado. Por lo tanto, la base principal de nuestra doctrina de la inspiración será el material didáctico. Los fenómenos reales de las Escrituras se utilizarán para ayudar a determinar el significado del material didáctico. Un ejemplo paralelo es la doctrina de que Jesús carecía de pecado. Pasajes como Hebreos 4:15 establece la doctrina; las narraciones de la vida de Jesús nos ayudan a entender exactamente lo que significa. Ambos aspectos son necesarios, pero uno debe tener un énfasis mayor, y la coherencia de la metodología teológica dicta empezar con las enseñanzas en lugar de con los fenómenos. Las enseñanzas nos dan la naturaleza formal de la doctrina, mientras que los fenómenos ayudan a llenarla de contenido.

Es necesario decir unas pocas palabras sobre la diferencia entre la enseñanza bíblica sobre las Escrituras y los fenómenos que iluminan la naturaleza de las Escrituras, ya que hay una confusión considerable sobre estos dos asuntos. Con el primero, nos referimos a la doctrina mantenida por Jesús y los apóstoles (y otros autores bíblicos) sobre la naturaleza de la Biblia. Su punto de vista del grado de inspiración o de la intensidad de la inspiración normalmente no se expresa de forma explícita, pero a menudo puede deducirse de lo que dijeron sobre las Escrituras o cómo consideraron ellos lo que enseñaban las Escrituras. Jesús y los apóstoles consideraban las Escrituras como autoridad porque creían que Dios había dirigido al escritor bíblico: lo que escribieron fue lo que Dios dijo. Que ellos consideraran incluso los detalles minúsculos como obligatorios indica que creían que la inspiración de Dios se extendía incluso a los detalles más pequeños. De esto podemos deducir la doctrina que Cristo y los apóstoles mantenían en lo que se refiere al grado e intensidad de la inspiración de Dios de las Escrituras.

Los fenómenos, por otra parte, se preocupan de lo que son realmente las Escrituras en lugar de lo que los autores creían sobre sus escritos o los de otros autores bíblicos. Aquí nos dedicamos a comparar los pasajes paralelos, evaluar el grado de exactitud de los escritos y actividades similares. Observe cuidadosamente la distinción entre el material didáctico y los fenómenos en el ejemplo siguiente, que pertenece a la doctrinas de la santificación y la perseverancia. Que Juan Marcos abandonase a Pablo y Bernabé y luego volviese a ser útil es un fenómeno (lo que hizo Marcos) que podría arrojar luz sobre estas doctrinas. La posición oficial de Pablo en esto es parte del material didáctico; que Pablo se reconciliara con Marcos y le recibiese de nuevo, aunque no haga comentario explícito sobre la santificación y la perseverancia nos permite deducir algo sobre ellas. En este caso particular, derivamos nuestro conocimiento de los fenómenos (que Marcos volviese a ser útil) y de la enseñanza de Pablo (deducido del hecho de que Pablo encontrase útil de nuevo a Marcos) de los escritos de Pablo (2 Ti. 4:11). No obstante, hay una distinción lógica entre los fenómenos y el material didáctico. Esta distinción debería tenerse particularmente en cuenta, especialmente cuando estamos investigando la naturaleza de las Escrituras. Ya que en ese caso el tema de la investigación es también una fuente del material didáctico.

Extensión de la inspiración

Ahora debemos exponer la cuestión de la extensión de la inspiración o, para decirlo de otra manera, de lo que es inspirado. ¿Se debe considerar así a toda la Biblia o sólo a algunas porciones?

Una solución fácil sería citar 2 Timoteo 3:16: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil…" Sin embargo, hay un problema debido a la ambigüedad de la primera parte de este versículo. El texto dice simplemente πᾶσα γραφὴ θεόπνευστος καὶ ὠφέλιμος (pasa graphē theopneustos kai ōphelimos). Falta la cópula ἐστί (esti). ¿Se debería introducir entre γραφὴ y θεόπνευστος? En ese caso la frase literalmente diría: "toda la escritura es inspirada por Dios y beneficiosa." ¿O debería haber una cópula detrás de θεόπνευστος? En ese caso, la frase diría: "toda la escritura inspirada por Dios es también beneficiosa" Si se adopta la primera traducción, se afirmaría la inspiración de todas las Escrituras. Si se sigue la segunda, la frase enfatizaría el beneficio de todas las Escrituras inspiradas por Dios. Sin embargo, de este contexto no se puede determinar lo que Pablo intentó expresar. (Lo que aparece según el contexto es que Pablo tenía en mente un conjunto de escrituras definido que Timoteo conocía desde su infancia. Es improbable que Pablo estuviera intentando hacer una distinción entre Escrituras inspiradas y no inspiradas dentro de este conjunto de escritos.)

¿Podemos encontrar ayuda adicional sobre este tema en otros dos textos citados previamente: 2 Pedro 1:19–21 y Juan 10:34–35? A primera vista esto parece no funcionar ya que el primero se refiere específicamente a la profecía y el último a la ley. Sin embargo, en Lucas 24:25–27 parece que "Moisés y todos los profetas" es igual a "todas las Escrituras," y en Lucas 24:44–45 que "la Ley de Moisés, los profetas y los Salmos" son iguales a "las Escrituras." En Juan 10:34, cuando Jesús hace referencia a la ley, en realidad cita el Salmo 82:6. En Juan 15:25, hace referencia a una frase que se encuentra en el Salmo 35:19 como "la que está escrita en su Ley." En Mateo 13:35, se refiere a "lo que dijo el profeta" y después cita el Salmo 78:2. Es más, Pablo hace referencia a diferentes tipos de pasajes como "ley": Isaías 28:11–12 (1 Co. 14:21); Salmos e Isaías (Ro. 3:19); e incluso Génesis 16:15 y 21:9, que son pasajes narrativos (Gá. 4:21–22). Y Pedro se refiere a la "palabra de los profetas" (2 P. 1:19) y a todas las "profecías de las Escrituras" (v. 20) de manera que nos lleva a creer que tiene en mente toda la colección de escritos aceptados comúnmente en ese tiempo. Parece que "ley" y "profecía" a menudo se utilizaron para designar a todas las Escrituras hebreas.

¿Esta forma de entender la inspiración se puede extender hasta cubrir también los libros del Nuevo Testamento? Este problema no se resuelve tan fácilmente. Tenemos algunas indicaciones de que los escritores creían que lo que estaban haciendo era de la misma naturaleza que lo que habían hecho los autores del Antiguo Testamento. Una referencia explícita de un autor del Nuevo Testamento a los escritos de otro es 2 P. 3:16. Aquí Pedro hace referencia a los escritos de Pablo y alude a la dificultad de entender en ellos algunas cosas, que, dice: "los indoctos e inconstantes tuercen (como también las otras Escrituras)." Por lo tanto Pedro agrupa los escritos de Pablo con otros libros, que seguramente les resultaban familiares a los lectores, que eran considerados Escrituras. Además, Juan identificó lo que estaba escribiendo con la palabra de Dios: "Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye, el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error" (1 Jn. 4:6). Él hace de sus palabras el criterio de medida. Además, a lo largo del libro del Apocalipsis hay indicaciones de que Juan era consciente de que le estaban ordenando escribir. En Apocalipsis 22:18–19, habla del castigo a cualquiera que añada o elimine algo de lo que está escrito en ese libro de profecías. La expresión utilizada en este caso es similar a la advertencia que aparece en los escritos canónicos del Antiguo Testamento (Dt. 4:2; 12:32; Prov. 30:6). Pablo escribió que el evangelio recibido por los tesalonicenses había llegado a través del Espíritu Santo (1 Ts. 1:5) y había sido aceptado por ellos como lo que realmente era: la palabra de Dios (2:13). Aunque la cuestión de qué libros deberían incluirse en el canon del Nuevo Testamento es otro tema, debería quedar claro que estos autores del Nuevo Testamento consideraban que las Escrituras se extendían desde el periodo profético hasta su propio tiempo.

Otro tema importante que debe abordarse es si la inspiración fue una acción específica del Espíritu Santo en momentos concretos o si era una posesión permanente de los escritores por ser quienes eran. Para decirlo de otra forma, ¿era una actividad intermitente o continua del Espíritu Santo? Como se apuntó anteriormente, una posición liga la inspiración al oficio profético o apostólico per se. Según este punto de vista cuando Jesús nombró a los apóstoles sus representantes, les dio la autoridad para definir y enseñar la verdad. Los que mantienen este punto de vista normalmente citan el nombramiento de los apóstoles de Mateo 16:17–20, en el cual Jesús da a Pedro las llaves del reino, señalando que lo que Pedro acaba de decir le había sido revelado por el Padre celestial, no por la carne ni la sangre. El nombramiento en Mateo 28:19–20 y las promesas de que el Espíritu Santo les guiará, enseñará e iluminará (Jn. 14–16) se consideran también una forma de corroborar este punto de vista. La inspiración del Espíritu Santo es, según esta posición, prácticamente equivalente a ser lleno de Espíritu Santo. Cada vez que proclame el mensaje cristiano, un profeta o un apóstol, en virtud de su oficio y a través del Espíritu Santo, estará diciendo la verdad.

Pero ¿este punto de vista de la inspiración se puede concordar con los datos de las Escrituras? Más bien parece que el poder de profecía no era constante. En Ezequiel 29:1, por ejemplo, hay una fecha muy precisa (en este caso hasta con el día exacto) de cuando la palabra del Señor llegó a Ezequiel. Lo mismo sucede con la palabra de Dios que llega a Juan el Bautista (Lc. 3:1–2). También hay una fecha precisa en el caso de Elisabet y Zacarías (Lc. 1:41–42, 59–79). Es más, algunos que no eran profetas profetizaron. Como Balaam (Núm. 22:28–30) y Saúl (1 S. 19:23–24).

Este carácter intermitente también se dio con otros dones sobrenaturales. La habilidad para hablar en lenguas que no se habían aprendido previamente les llegó de repente a los apóstoles (Hch. 2:4), y no hay indicación de que ellos continuaran practicando este don. En Hechos 19:11–12 leemos que Dios realizó milagros extraordinarios a través de las manos de Pablo, pero no hay ninguna señal de que esto sucediera con regularidad. Es lógico suponer que la inspiración de las Escrituras también fuera intermitente.

Finalmente, señalamos que a veces los apóstoles parecían desviarse de lo que se suponía que era la voluntad de Dios para ellos, y de la práctica de la verdad espiritual. Pedro, por ejemplo, se retraía y se apartaba de comer con los gentiles cuando llegaron ciertos judíos (Gá. 2:11–12). Pablo creyó necesario corregir a Pedro públicamente (2:14–21). Sin embargo, el propio Pablo no carecía de culpa. Hechos 15:38–41 describe la controversia entre Pablo y Bernabé como tan fuerte que les pareció necesario separarse. Aunque no podemos determinar la naturaleza y la extensión de la culpa en esta situación, parece que Pablo al menos parcialmente estaba equivocado. La objeción de que estos hombres se desviaron en sus acciones, no en sus enseñanzas no es demasiado coherente ya que la enseñanza se hace tanto en forma de modelo como en forma de proclamación. Concluimos que la inspiración no era algo permanente y continuo unido inseparablemente al oficio de profeta y apóstol. Aunque puede haber funcionado en otros tiempos distintos a cuando se escribió la Escritura, desde luego no se extiende a todas las expresiones y escritos del autor.

La intensidad de la inspiración

¿Cómo fue de intensa la inspiración? ¿Fue una influencia general, implicando quizá la sugerencia de conceptos, o fue tan profunda que incluso la elección de las palabras refleja la intención de Dios?

Cuando examinamos el uso que los escritores del Nuevo Testamento hacen del Antiguo, aparece una característica interesante. A veces encontramos señales de que consideraban cada palabra, cada sílaba, cada signo de puntuación significativo. A veces toda su argumentación se basa en un punto exacto del texto que están consultando. Por ejemplo, la argumentación de Jesús en Juan 10:35 se basa en el uso del plural en el Salmo 82:6: "Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: "Tú blasfemas," porque dije "Hijo de Dios soy"? En Mateo 22:32, su cita de Éxodo 3:6 "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob." es el tiempo del verbo el que le lleva a la conclusión de que "Dios no es Dios de los muertos, sino de vivos." En el versículo 44, la argumentación se apoya en el sufijo posesivo: "Dijo el Señor a mi Señor." En este último caso Jesús dice expresamente que cuando David dice estas palabras "está en el Espíritu." Aparentemente David fue conducido por el Espíritu a utilizar las formas particulares que utilizó, incluso hasta el punto de un detalle tan pequeño como "mi Señor." (La misma cita aparece en Hechos 2:35). Y en Gálatas 3:16, Pablo basa su argumento en el singular del Génesis 12:7: "La Escritura no dice 'y a los descendientes', como si hablara de muchos, sino como de uno: 'Y a tu descendencia,' la cual es Cristo." Como los escritores del Nuevo Testamento consideraban estos pequeños detalles del Antiguo Testamento como autoritativos (esto es, lo que el mismo Dios dijo), obviamente consideraban la elección de las palabras e incluso su forma como dirigidas por el Espíritu Santo.

Otro argumento en lo que se refiere a la intensidad de la inspiración es el hecho de que los escritores del Nuevo Testamento atribuyen a Dios declaraciones del Antiguo Testamento que en la forma original no se le adjudicaban. Un ejemplo notable es Mateo 19:4–5, cuando Jesús pregunta: "¿No habéis leído que el que los hizo al principio 'hombre y mujer los hizo' y dijo…? Y continúa citando Génesis 2:24. Sin embargo, en el original esta frase no se atribuye a Dios. Sólo es un comentario sobre el evento de la creación del hombre y la mujer. Pero las palabras del Génesis son citadas por Jesús como dichas por Dios, Jesús incluso pone estas palabras como una cita directa. Evidentemente, en la mente de Jesús todo lo que decía el Antiguo Testamento era lo que Dios decía. Otros ejemplos de atribuir a Dios palabras que no se le atribuyeron al principio son Hechos 4:25 que citaba Salmos 2:1–2; Hechos 13:34 que citaba Salmos 16:10 y Hebreos 1:6–7, citando Deuteronomio 32:43 (Septuaginta, ver Sal. 97:7) y Salmos 104:4.

Además de estas referencias específicas, deberíamos señalar que Jesús a menudo introducía sus citas del Antiguo Testamento con la fórmula "está escrito." Cualquier cosa que dijera la Biblia él la tomaba como si tuviera la fuerza de las palabras de Dios. Era autoridad. Esto, por supuesto, no habla específicamente de la cuestión de si la inspiración del Espíritu Santo se extendía hasta la elección de las palabras, pero indica una minuciosa identificación de los escritos del Antiguo Testamento con la palabra de Dios.

Según este tipo de material didáctico, se podría concluir que la inspiración de las Escrituras fue tan intensa que se extendió incluso a la elección de las palabras. Sin embargo, si tenemos que tomar en cuenta los fenómenos de las Escrituras, las características del libro, encontramos algo un poco distinto. Dewey Beegle ha desarrollado una teoría de la inspiración basada principalmente en los fenómenos. Apunta, por ejemplo, que algunos problemas cronológicos en la Biblia son difíciles de armonizar. El reinado de Peca es uno de los más destacados. La cronología de Abraham es otro. Beegle señala que en Hechos 7:4 Esteban hace referencia a la salida de Abraham de Harán después de la muerte de su padre. Sabemos por el Génesis que Taré tenía 70 años cuando nació Abraham (Gn. 11:26), y murió en Harán a la edad de 205 (11:32); Abraham por lo tanto tenía 135 años a la muerte de su padre. Sin embargo, Abraham se fue de Harán cuando tenía 75 (Gn. 12:4), lo cual serían 60 años antes de la muerte de su padre. Basándose en este tipo de discrepancias, Beegle concluye que las palabras específicas realmente no son autoritativas. Esto implicaría el dictado.

Beegle también observa que en el Nuevo Testamento hay citas de libros no bíblicos. Por ejemplo Judas 14 cita 1 Enoc 1:9 y Judas 9 cita la Ascensión de Moisés. Estos dos casos presentan un problema para la argumentación de que las citas del Nuevo Testamento señalan la creencia de autor del Nuevo Testamento en la inspiración y la consiguiente autoridad del material que se citaba. Ya que si se atribuye autoridad al material del Antiguo Testamento por ser citado en el Nuevo, ¿no se debería atribuir autoridad también a estos dos libros apócrifos? Beegle concluye que las citas en el Nuevo Testamento no son prueba suficiente de inspiración y autoridad.

Un modelo de inspiración

Si tenemos que mantener los dos tipos de consideraciones, será necesario encontrar alguna manera de integrarlas. Manteniendo la metodología expuesta anteriormente tomaremos en consideración principalmente el material didáctico. Esto significa concluir que la inspiración se extiende incluso hasta la elección de las palabras (esto es, inspiración verbal). Sin embargo, determinaremos el significado exacto de esa elección de palabras examinando los fenómenos.

Observemos que concluyendo que la inspiración es verbal no hemos empleado el argumento abstracto basado en la naturaleza de Dios. Esa es la opinión de que como Dios todo lo sabe, es todopoderoso y preciso y ha inspirado la Biblia, esta debe ser totalmente su palabra, incluso hasta en la elección de la terminología particular. Más bien, nuestro argumento a favor de la inspiración verbal se basa en el material didáctico, el punto de vista de las Escrituras mantenido y enseñado por Jesús y los escritores bíblicos, no sobre una inferencia abstracta de la naturaleza de Dios.

Un punto importante es observar que el problema palabras versus ideas es artificial. En realidad no pueden separarse. Una idea particular o un concepto no puede ser representado por todas las palabras disponibles en un idioma. Sólo un número limitado de palabras serán eficaces para ello. Cuanto más precisa sea una idea, más reducido será el número de palabras que puedan expresarla. Al final en cierto modo sólo lo hará una palabra, si es realmente precisa la relación entre la palabra y la idea. Aquí no nos estamos refiriendo a lo específico (esto es, lo detallado) que sea el concepto; más bien estamos hablando del grado de claridad y agudeza de la idea. Nos referimos al primero como el grado de especificidad o detalle, y al segundo como el grado de precisión o enfoque. Cuando el grado de precisión (o claridad o agudeza en la mente) se incrementa, hay un decrecimiento correspondiente en el número de palabras que servirán para expresar el significado.

Estamos sugiriendo que puede que lo que haga el Espíritu sea dirigir los pensamientos del escritor bíblico. La dirección efectuada por el Espíritu, sin embargo, es bastante precisa. Siendo Dios omnisciente, no es gratuito asumir que sus pensamientos sean precisos, más que los nuestros. En consecuencia, dentro del vocabulario del escritor, una palabra comunicará de forma más apta el pensamiento que Dios está expresando (aunque esa palabra en sí misma puede que sea inadecuada). Creando el pensamiento y estimulando el entendimiento del autor bíblico, el Espíritu le conducirán en efecto a utilizar una palabra en lugar de cualquier otra.

Figura 4

estados de conciencia

introspección – percepción sensorial – reflexión

gustativo – olfativo – estímulos visuales – auditivo – táctil

posición – tamaño – color – forma – movimiento

verde – rojo – amarillo – azul

dubonnet – carmesí – escarlata – fucsia – cereza

Aunque Dios dirige al escritor para que utilice palabras particulares (precisión) para expresar una idea, la idea misma puede ser bastante general o bastante específica. Esto es lo que el lingüista Kenneth Pike ha llamado la dimensión de la magnificación. No se puede esperar que la Biblia despliegue siempre la magnificación máxima o un gran detallismo. Más bien, expresará justo el grado de detalles o la especificidad que Dios pretende, y, en ese nivel de magnificación, justo pretende ese concepto. Esto explica que a veces las Escrituras no sean tan detalladas como podríamos esperar o desear. De hecho, ha habido ocasiones en las que el Espíritu Santo, para servir al propósito de una situación nueva, ha impulsado al autor de las Escrituras a reexpresar un concepto en un nivel más específico que el de su forma original.

La figura 4 nos ayudará a ilustrar lo que tenemos en mente. Esta figura representa varios niveles de especificidad o detalle o magnificación. La dimensión de la especificidad implica un movimiento vertical en el cuadro. Supongamos que el concepto en consideración es el color rojo. Esta idea tiene un grado particular de especificidad, ni más ni menos. Ni es más específico (por ejemplo, escarlata) ni menos (color). Ocurre en un punto particular del esquema, verticalmente en el eje especificidad-generalidad y horizontalmente en un nivel concreto de especificidad (por ejemplo, rojo versus amarillo o verde). En otro ejemplo se puede tener un cuadro más o menos detallado (un grado más alto o más bajo de magnificación, según la terminología de Pike), y un enfoque más nítido o más borroso. Por supuesto, con un enfoque menos preciso el detalle se hará más nebuloso o incluso desaparecerá. Sin embargo, estas dos dimensiones (detalle y enfoque) no se deberían confundir. Si la idea es lo suficientemente precisa, sólo una palabra en un idioma, o en el vocabulario de un escritor, será adecuada para comunicar y expresar el significado. Algunos idiomas son más ricos en distinciones, permitiendo una precisión mayor. El árabe, por ejemplo, tiene muchas más palabras para camello que el inglés. El inglés, por otra parte, tiene muchas más palabras para automóvil que el árabe. En ambos casos, muchas de estas palabras se utilizan más por su connotación que por su denotación.

En nuestra opinión aquí la inspiración implicaba que Dios dirigía los pensamientos de los escritores, para que fueran precisamente los pensamientos que deseaba expresar. A veces estas ideas eran muy específicas y otras eran más generales. Cuando eran más generales, Dios quería ese grado particular de especificidad recogida, y no más. A veces una especificidad mayor podría causar distracción. Otras veces la especificidad era importante. El concepto de propiciación, por ejemplo, es un concepto muy específico.

Para determinar el grado de especificidad, es útil poder hacer una exégesis cuidadosa en los idiomas bíblicos originales. Conocer el grado de especificidad es importante porque en muchos casos tiene que ver con el tipo de autoridad que se debería adscribir a un pasaje. A veces los escritores del Nuevo Testamento aplicaban una verdad bíblica de una forma nueva. La interpretaban y elaboraban; esto es, la hacían más específica. Otras veces la retenían y aplicaban exactamente de la misma manera. En el primer caso, la forma de la enseñanza del Antiguo Testamento no era de autoridad normativa para el creyente del Nuevo Testamento; en el último caso, sí lo era. Sin embargo, en ambos casos el relato fue históricamente autoritativo; esto es, se podría determinar por él lo que se dijo y se hizo y lo que era normativo en la situación original.

Hemos concluido que la inspiración era verbal, extendiéndose incluso a la elección de las palabras. Sin embargo, no era meramente verbal, ya que a veces las ideas pueden ser más precisas que las palabras disponibles. Ese fue, probablemente, el caso con la visión de Juan en Patmos, que produjo el libro del Apocalipsis.

En este punto se plantea generalmente la objeción de que si la inspiración se extiende hasta la elección de las palabras se convierte necesariamente en dictado. Contestar a este cargo nos obligará a teorizar sobre el proceso de la inspiración. Aquí debemos señalar que los autores de las Escrituras, al menos en los casos en los que conocemos su identidad, no eran nuevos en la fe. Habían conocido a Dios, aprendido de él y practicado la vida espiritual durante algún tiempo. Por lo tanto Dios había estado obrando en sus vidas durante algún tiempo, preparándoles a través de una amplia variedad de experiencias familiares, sociales, educativas y religiosas, para la tarea que iban a realizar. De hecho, Pablo sugiere que él fue escogido incluso antes de nacer ("que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia" Gá. 1:15). Durante toda la vida Dios estuvo obrando para dar forma y desarrollar al autor individual. Así, por ejemplo, la experiencia del pescador Pedro y del médico Lucas fueron creando la clase de personalidad y cosmovisión que emplearían más tarde para escribir las Escrituras.

A veces se asume que el vocabulario que es distintivo en un escritor es el elemento humano de las Escrituras, una limitación dentro de la cual Dios debe necesariamente obrar dando la Biblia. Sin embargo, por lo que acabamos de ver sabemos que el vocabulario de los autores de las Escrituras no era exclusivamente un factor humano. El vocabulario de Lucas es el resultado de su educación y todo el alcance de su experiencia; en todo esto Dios había estado obrando preparándole para su tarea. Equipado con esta cantera de palabras planeadas por Dios, el autor después escribió. Por lo tanto, aunque la inspiración en el sentido estricto de la palabra se puede adjudicar a la influencia del Espíritu Santo en el momento mismo de la escritura, supone un largo proceso de la obra providencial de Dios en el autor. Entonces, en el momento de la escritura, Dios dirige el pensamiento del autor. Como Dios tiene acceso al proceso de pensamiento del humano, y, en el caso del creyente, habita en el individuo por medio del Espíritu Santo, esto no es difícil, en particular cuando el individuo ora en busca de la iluminación y está receptivo. El proceso no es muy diferente a la telepatía, aunque más interno y personal.

Pero ¿es posible que este tipo de control mental sea una especie de dictado? Recuerde que el autor de las Escrituras ha conocido a Dios durante mucho tiempo, se ha sumergido en la verdad ya revelada y ha cultivado una vida de devoción. Para alguien en esta situación es posible, sólo con la sugerencia de una dirección nueva, "pensar los pensamientos de Dios." Edmund Husserl, el fenomenólogo, tenía un discípulo y ayudante fiel, Eugen Fink. Fink escribió una interpretación de la filosofía de Husserl a la que su maestro dio la aprobación. Se dice que cuando Husserl leyó el artículo de Fink exclamó: "¡Es como si lo hubiera escrito yo mismo!" Para dar un ejemplo personal: una secretaria había estado con una iglesia muchos años. Al principio de mi pastorado allí, le dicté cartas. Después de un año más o menos, le podía dar la idea general de mi pensamiento y ella podía escribir mis cartas, utilizando mi estilo. A finales del tercer año, simplemente tenía que entregarle una carta que había recibido y pedirle que la contestase, porque habíamos hablado de tantos temas relacionados con la iglesia que ella ya sabía lo que yo pensaba de la mayoría de ellos. Los casos de Eugen Fink y mi secretaria prueban que es posible saber lo que otra persona quiere decir sin necesidad de recurrir al dictado. Sin embargo, observe que esto asume una relación estrecha y un largo periodo de conocimiento. Así que un autor de las Escrituras, dadas las circunstancias que hemos descrito, podría escribir el mensaje de Dios tal y como Dios quería que se escribiera sin recurrir al dictado.

Por supuesto, hay porciones de la Biblia donde parece que el Señor realmente dice: "Escribe '…' "Esto es particularmente cierto en el material profético y apocalíptico, pero el proceso descrito antes no era el patrón normal y normativo, el material profético y apocalíptico no es más inspirado que el resto de la Biblia. Es más, aunque ya hemos señalado que hay, en contraste directo con los pasajes que muestran evidencias de dictado, algunos materiales de las Escrituras que no se revelan especialmente (por ej. Los datos históricos disponibles fácilmente), ese material bíblico no carece de inspiración divina. No hay una correlación especial, pues, entre género literario e inspiración; esto es, un género no es más inspirado que otro. Aunque a veces discriminamos porciones de las Escrituras basándonos en su diferente potencial para edificarnos en varios tipos de situaciones, eso no significa que reflejen diferentes grados de inspiración. Mientras que los Salmos pueden ser más satisfactorios personalmente e inspiradores que las Crónicas, esto no significa que estén más inspirados.

Aunque la inspiración expresa una cualidad especial para escribir, esa cualidad no siempre es fácil de reconocer y valorar. Por otra parte, los materiales devocionales y el sermón del monte tienen una cualidad que tiende a sobresalir y que se puede identificar con bastante facilidad. En parte, esto se debe al objeto de estudio. Sin embargo, en otros casos, como las narraciones históricas, la cualidad especial que expresa la inspiración puede ser un tema de corrección narrativa, y eso no se puede valorar fácil o directamente. No obstante, el lector sensible probablemente detectará dentro del conjunto de la Biblia una cualidad que apunte a la inspiración sin lugar a dudas.

El hecho de que podríamos ser incapaces de identificar la cualidad de la inspiración en un pasaje en particular no debería alterar nuestra interpretación de ese pasaje. No debemos considerar que tiene menos autoridad. La inspiración verbal no requiere una interpretación literal de pasajes que son de naturaleza inequívocamente simbólica, como "los que esperan en Jehová…levantarán alas como las águilas" (Is. 40:31). Esto requiere tomarse muy en serio la tarea de la interpretación, y hacer un esfuerzo inteligente y sensato por descubrir el mensaje preciso que Dios deseaba expresar.

La inspiración aquí se concibe como algo aplicable al escritor y al escrito. En el primer sentido, el escritor es el objeto de la inspiración. Sin embargo, cuando el escritor redacta las Escrituras la calidad de la inspiración pasa también al escrito. Es inspirado por derivación. Esto es como la definición de revelación como el acto de revelar y el contenido revelado (ver pp. 222ss.). Hemos observado que la inspiración presupone un periodo extenso de la obra de Dios en el escritor. Esto no sólo implica la preparación del escritor, también la preparación del material para este uso. Aunque la inspiración en el sentido estricto probablemente no se aplica a la conservación y transmisión de este materia, la providencia que guía este proceso no debería pasarse por alto.

En este capítulo hemos tomado en consideración la cuestión del método y hemos elegido elaborar nuestro punto de vista de la inspiración de la Biblia enfatizando las enseñanzas de la Biblia respecto a su propia inspiración, aunque dando un lugar importante, pero secundario, a los fenómenos de las Escrituras. Hemos intentado elaborar un modelo en el que haya lugar para ambas consideraciones.

Algunos otro temas planteados al principio del capítulo se tratarán en el capítulo de la inerrancia. Estos temas son (1) si la inspiración implica la corrección de errores que podrían haber estado presentes en las fuentes consultadas y empleadas, y (2) si la inspiración implica que Dios dirige el pensamiento y la escritura del autor en todos los temas que trata, o sólo en los temas más "religiosos."

Como la Biblia ha sido inspirada, podemos confiar en tener la instrucción divina. El hecho de que no viviéramos cuando sucedieron las revelaciones y las enseñanzas por primera vez no nos empobrece espiritual y teológicamente. Tenemos un guía seguro. Y estamos motivados a estudiarlo de forma intensa, ya que su mensaje es realmente la palabra de Dios para nosotros.


Erickson, M. J. (2008). Teología sistemática. (B. Fernández, Trans., J. Haley, Ed.) (Segunda Edición., pp. 224–245). Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie.


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