En la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria, pues si hubieran estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.
Hebreos 11: 13 al 16
PEREGRINOS Y EXTRANJEROS
Extranjero: Que es o viene de país de otra soberanía. || 2. Natural de una nación con respecto a los naturales de cualquier otra. || 3. Quien está en toda nación que no es la propia.
Peregrino: un extranjero que va de paso, no tiene residencia fija, no echa raíces en el país extraño. Que anda por tierras extrañas. Que está en esta vida mortal de paso para la eterna.
Ser extranjero en el mundo antiguo era muy duro. Era llevar siempre un estigma de desarraigo, de abandono:
Envió Moisés embajadores al rey de Edom desde Cades, con este mensaje: «Así dice Israel, tu hermano: "Tú has sabido todas las dificultades por las que hemos pasado: cómo nuestros padres descendieron a Egipto, cómo estuvimos en Egipto largo tiempo y cómo los egipcios nos maltrataron a nosotros y a nuestros padres. Entonces clamamos a Jehová, que oyó nuestra voz, envió un ángel y nos sacó de Egipto. Ahora estamos en Cades, ciudad cercana a tus fronteras. Te rogamos que nos dejes pasar por tu tierra. No pasaremos por los campos de labranza ni por las viñas, ni beberemos agua de los pozos; por el camino real iremos, sin apartarnos a diestra ni a siniestra, hasta que hayamos atravesado tu territorio"»
(Nu 20:14–17).
Los patriarcas se la pasaron toda la vida como extranjeros en tierra que no era suya, no tenían un lugar fijo al que pudieran llamar "mi hogar". Eran nómadas.
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.
1 Pedro 2: 11
1. LOS PATRIARCAS
Jehová había dicho a Abram: «Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Génesis 12: 1
El mundo de hoy en día dice que más vale pájaro en mano que cien volando. Pero ese refrán no es de fe. El que anda por la fe suelta el pájaro que tiene en la mano y sale tras los cien que aún están volando, pero que le prometieron que los tendría.
Es que aquí en el reino de Dios todo es distinto.
¿Cuánto tiempo esperó Abraham para recibir la tierra prometida?
En la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido
Murieron pero vivieron inquebrantablemente creyendo que fiel es quien lo había prometido. La muerte física no pone fin al valor de la fe. Dios no deja de llamarse Dios de los creyentes aún cuando estos mueran. Eso es una prueba de la resurrección de muertos.
Dios les había prometido una tierra y descendencia numerosa, y ninguna de esas promesas fue cumplida antes que murieran, es que la muerte no anula las promesas de Dios. Ellas siguen firmes aunque no podamos más que saludarlas a lo lejos y reconocer que ya se acercan.
sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo,
Buscaban una ciudad que tiene fundamentos cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Ellos, los patriarcas aprendieron que lo que esperaban, lo que Dios había prometido no pertenece a este mundo, no eran del mundo, sino que solamente estaban aquí de paso, eran peregrinos; así somos todos los creyentes.
No somos residentes permanentes de esta tierra. Esta tierra presente pasará, nuestra estadía aquí es temporal.
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
2 Pedro 3: 13
Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.
Filipenses 3: 20
y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra
Cuando Abraham se describe a sí mismo como extranjero y forastero (Génesis 23.4), y Jacob habla de su vida como los años de mi peregrinación (Génesis 47.9), es obvio que no consideraban la tierra prometida, en la cual tantos años pasaron, como su verdadera patria. Ni estaban pensando en Ur de los Caldeos, ni en Haram, si así fuere tiempo tuvieron de regresar.
Los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria, pues si hubieran estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
¡Nunca quisieron volver atrás! En el momento en que un cristiano se lanza a una empresa de Dios, debe entender que ha pasado el punto de no retorno.
Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios.
Lucas 9: 62
Pero se mantenían firmes en su perspectiva de fe, su felicidad estaba en el futuro prometido y no en el pasado abandonado. Nunca se rindieron, vivieron en esperanza y murieron en esperanza.
Un día, José dijo a sus hermanos: —Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os visitará y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.
E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: —Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.
Génesis 50: 24 y 25
Los patriarcas no echaron raíces dónde estuvieron, ni regresaron a dónde habían comenzado, porque la patria que anhelaban no estaba en este mundo: es la celestial.
Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial;
Levantaos y andad, porque este no es lugar de reposo, pues está contaminado, corrompido grandemente.
Miqueas 2:10
Vamos de paso para la tierra de Canaán.
Salimos con una determinada dirección, estamos buscando una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. La actitud que le agrada a Dios es aceptar como real lo que él ha prometido, lo que él ha preparado.
por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos
Somos extranjeros y peregrinos.
porque les ha preparado una ciudad.
Seguro que vendrán momentos difíciles pero tenemos las promesas de Dios.
»No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino
(Jn 14:1–4).
No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti.
Isaías 43: 1b y 2
Aunque nos metan en el horno de fuego, de allí saldremos sin que aun el cabello de nuestras cabezas se queme; y nuestras ropas, intactas, ni siquiera olor de fuego tendrán.
Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey para mirar a estos hombres, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos y ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas, intactas, ni siquiera olor de fuego tenían.
(Da 3:27)
Y si nos meten en el foso de los leones mi Dios envía su ángel, el cual cierra la boca de los leones para que no nos hagan daño.
Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran daño,
(Da 6:22a)
El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende.
Salmo 34: 7
Aunque mi padre y mi madre me dejaren con todo Jehová me recogerá.
Salmo 27: 10
Dejemos las excusas materialistas para no buscar de Dios.
¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?
Mateo 16: 26
Somos herencia de Jehová. Si el Señor siendo quien es, se consagró a nosotros ¿por qué nosotros no podemos consagrarnos a Dios como nuestro único tesoro?
Prefiero a Cristo y sólo a él, que lo que este mundo da.
La bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza con ella.
Proverbios 10: 22
Él es capaz de sostenerme y por lo menos darme lo necesario hasta que él venga.
Somos extranjeros y peregrinos, tenemos una herencia especial y vamos hacia una patria celestial en la que al final seremos tratados como ciudadanos.
Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
Efesios 2: 19
Tenemos una identidad clara, somos de la familia de Jesús. No somos de este mundo. Estamos aquí pero no somos de aquí.
Por eso los cristianos somos conciudadanos, a pesar de las diferencias de nacionalidad, cultura, e idioma, pues todos esperamos y confesamos la misma patria futura y celestial.
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