sábado, 8 de marzo de 2014

antropopatías

Antropopatía

Esta figura (del gr. «ánthropos» = hombre + «páthos» = afecto o sentimiento) consiste en atribuir a Dios acciones, pasiones o cualidades humanas. Los hebreos llamaban a esta figura «dérekh benéy ʾadám» = camino de los hijos de hombre. Los griegos tenían también otro nombre (además de antropopatía): synkatábasis (de «syn» = junto con + «katá» = abajo + «baínein» = ir). De ahí, el vocablo latino «condescensio» = condescensión.

Las diversas formas en que esta figura puede presentarse dan lugar a las siguientes divisiones y subdivisiones:

        I.  SERES HUMANOS, RACIONALES:

            1.   Partes y miembros del hombre.

            2.   Sentimientos propios de hombres.

            3.   Acciones de hombres.

            4.   Circunstancias:

(a) Negativas.

(b) Positivas.

(c)  De lugar.

(d) De tiempo.

(e)  De persona.

      II.  CRIATURAS IRRACIONALES:

            1.   Animales.

            2.   Acciones de ciertos animales.

            3.   Partes o miembros de ciertos animales.

            4.   Plantas:

(a) Genéricamente.

(b) Específicamente.

     III.  COSAS INANIMADAS:

            1.   Universales.

            2.   Particulares.

            3.   Los elementos.

            4.   La Tierra.

I.         Seres humanos, racionales

1. Partes y miembros del hombre.

ALMA se atribuye, por condescensión a Dios, para que mejor podamos llegar a cierto conocimiento de Su naturaleza y de Su voluntad.

Lv. 26:11. «Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma (es decir, yo mismo; v. en sinécdoque e idiotismo) no os abominará.» Lo mismo, en Sal. 11:5; Is. 1:14; 42:1; Jer. 5:9, 29; 15:1 «mi voluntad» Mt. 12:18; He. 10:38. De ahí la expresión «jurar por la propia alma»; esto es, por sí mismo, en Jer. 51:14; Am. 6:8.

Lam. 3:20. «… Y tu alma condescenderá hasta mí». Éste era el texto primitive, pero es una de las 18 alteraciones de los « soferim», como veremos en el Apéndice E. El texto actual dice: «… Mi alma … está abatida dentro de mí». Jerusalén, personificada, se dirige del modo siguiente a Dios en los vv. 19–21:

«Acuérdate de mi miseria y de mi vida errante,

del ajenjo y del veneno;

Sí, de cierto, Tú te acordarás,

y tu alma se lamentará sobre mí;

esto es lo que medito en mi corazón,

y por eso tengo esperanza.»

CABEZA se atribuye a Dios con respecto a Cristo:

1 Co. 11:3. «… y Dios, la cabeza de Cristo». Esto se dice con relación al Señor en su naturaleza humana (comp. con Jn. 14:28; Ro. 8:29).

ROSTRO se atribuye a Dios para significar Su presencia favorable.

V. Ex. 33:20. 23, comp. con 1 Co. 13:12; Jon. 1:3; Sal. 51:11 (BH, 13). También, Sal. 17:2; 31:20 (BH, 21); 89:15 (BH, 16) y 1 Cr. 29:12, comp. con Nm. 6:25, 26; Sal. 4:6 (BH, 7); 31:16 (BH, 17); 80:3, 7, 19 (BH, 4, 8, 20); Dan. 9:17, así como Mt. 18:10, que tiene su explicación en 2 R. 25:19; Est. 1:14.

De ahí que «esconder Dios su rostro» signifique retraer su gracia y favor, como en Sal. 13:1 (BH, 2); 27:9; 30:7 (BH, 8); Ez. 39:24.

También se usa ROSTRO para significar la presencia de Dios con enojo y juicio, como en Sal. 9:3 (BH, 4); 21:9 (BH, 10); 34:16; 2 Ts. 1:9 (v. en elipsis); 1 P. 3:12.

También se usa, por énfasis, para designar a Dios mismo, como en Ex. 33:14, 15, según se explica por el v. 16 e Is. 63:9; Ex. 23:20 y ss., donde, por el «ángel», es menester entender al Mesías preencarnado. También, en Ex. 23:15; Lv. 17:10; Jer. 21:10. De aquí que los panes de la proposición recibiesen el nombre de «el pan de los rostros» (lit.), porque estaba en el Lugar Santo, ante la presencia de Dios (v. Ex. 25:30, donde puede observarse la paronomasia). Otros ejemplos pueden verse en Sal. 27:8; 100:2; 105:4, así como en el original de 2 S. 21:1, y Sal. 139:7; 2 Cr. 7:14.

Por eso, «cara a cara» significa gran intimidad. V. Ex. 20:18–21; Nm. 12:7 (en el v. 8, tenemos «boca a boca», por primera vez); Dt. 5:4; 34:10.

OJOS se atribuyen a Dios.

2 S. 16:12. «Quizá mirará Yahweh con su ojo.» Éste era el texto primitivo, y es uno de los 18 pasajes alterados por los «soferim», mientras que la actual lectura dice «mi ojo», lo que se toma, por metonimia, como «lágrimas» o «aflicción».

Zac. 2:8 (BH, 12). La última frase decía así en el texto primitivo, antes de la alteración de los «soferim»: «… porque el que os toca, toca a la niña de mi ojo».

También se usa el vocablo «ojos» para designar a Dios en cuanto que todo lo ve, como en Job 34:21; Sal. 11:4; Is. 1:16; Os. 13:14; Ro. 11:29; He. 4:13. De ahí que la frase «quedar escondido de sus ojos» significa que Dios no lo mira, no lo considera, no lo tiene en cuenta (v. Is. 65:16; Am. 9:3).

Finalmente, se usa el vocablo «ojos» para indicar la gracia y el favor de Dios, como en Dt. 11:12; 1 R. 9:3; 2 Cr. 16:9; Sal. 32:8; 1 P. 3:12. De ahí, las frases «los perdonó mi ojo» (Ez. 20:17), es decir, «fui propicio hacia ellos y les otorgué mi favor» (Lo mismo, en Ez. 5:11; 7:4); «cortado soy delante de tus ojos» (Sal. 31:22), es decir, «estoy debajo de tu mano, he perdido dido tu favor»; y «lo guardó como a la niña de su ojo» (Dt. 32:10).

OÍDOS se atribuyen también a Dios.

V. Sal. 10:17; 31:2 (BH, 3); 40:6 (BH, 7; comp. con Ex. 21:6; Dt. 15:17, y véase en metonimia); 55:1 (BH, 2); 71:2; 130:2; Ez. 8:18; Stg. 5:4.

NARICES son atribuidas a Dios.

V. Ex. 15:8; Dt. 33:10; Job 4:9; Sal. 18:15; Ez. 8:17 (según el texto primitivo. V. el Apéndice E).

BOCA, LABIOS y LENGUA son atribuidos a Dios en conexión con su voluntad, su palabra, sus mandamientos, etc.

V. Nm. 12:8; Dt. 8:3; Jos. 9:14; Job 11:5; Is. 11:4; 30:27; 55:11; Mt. 4:4.

VOZ es atribuida a Dios.

V. Is. 30:30, a la luz de Sal. 29:3–9, y nótese la hipálage.

BRAZOS son atribuidos a Dios para denotar su fuerza y poder, ya que la fuerza del hombre está principalmente en sus brazos.

V. Ex. 15:16; Job 40:9; Sal. 77:15 (BH, 16); 79:11; 89:10 (BH, 11); 89:13 (BH, 14); Is. 30:30; 51:9; 59:16; 62:8; 63:5; Lc. 1:51. También, en Ex. 6:6; Dt. 9:29; Sal. 136:12, que repiten la idea de Sal. 77:15.

A veces, el BRAZO de Dios, no sólo significa poder, sino poder ejercido precisamente en juicio, como en Sal. 136:12.

El BRAZO del Señor, finalmente, se usa para dar a conocer su gracia con poder maravilloso.

V. Is. 52:10 e Is. 53:1 (v. metonimia del adjunto, y comp. con Jn. 12:38; Ro. 1:16).

MANO es atribuida a Dios, para indicar diversos poderes y distintas acciones:

PODER Y ACCIÓN ASOMBROSOS.

V. Nm. 11:23; Job 10:8; 12:9, 10; Sal. 8:6 (BH, 7); 95:5; Is. 11:11; 59:1.

PROPÓSITO o DESIGNIO.

V. Hch. 4:28. «Para hacer cuanto tu mano y tu designio habían predestinado que sucediera.»

PROTECCIÓN, liberación y seguridad.

V. Sal. 31:5 (BH, 6); 144:7; Jn. 10:29; Hch. 4:30.

PROVIDENCIA.

V. Sal. 104:28; 145:16. «Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente.»

PROSPERIDAD.

V. Esd. 7:6, 9, 28; 8:18; Neh. 2:8, 18.

PRESERVACIÓN.

V. Jn. 10:28, ya citado.

PENA o CASTIGO.

V. Ex. 9:3; Job 19:21 (v. en tapeínosis); Sal. 17:14; 21:8 (BH, 9); 38:2 (BH, 3); Ez. 39:21; Hch. 13:11.

La MANO de Dios se presenta bajo diversas expresiones idiomáticas:

«Extender la mano», es decir, ejecutar juicio (v. Ex. 7:5; Sal. 138:7; Is. 5:25; 9:12, 17, 21; 10:4; 14:27; 31:3; Jer. 6:12; Ez. 16:27; 25:7; Sof. 1:4; 2:13. También, en Job 1:11; 2:5.

«Agitar la mano», en el mismo sentido, como en Is. 19:16.

«Hacer pesada la mano», para indicar un castigo muy severo, como en Sal. 32:4.

«Hacer ligera la mano», para indicar reducción del castigo, como en 1 S. 6:5.

«Retirar la mano», para indicar terminación del castigo, como en Ez. 20:22.

«Volver la mano sobre», para indicar repetición del castigo, como en Is. 1:25. Dios mismo pregunta la razón de ello en el v. 5.

«Extender la mano» puede significar también una invitación a recibir misericordia, como en Pr. 1:24; Is. 49:22; 65:2.

«Abrir la mano» significa, como entre nosotros, otorgar o dar con generosidad. V. Sal. 104:28; 145:16.

«Golpear las manos una con otra o palmotear» expresa burla o enojo desdeñoso, como en Ez. 21:17; 23:13.

«Levantar la mano» significa jurar solemnemente, como en Ex. 6:8; Dt. 32:40; Ez. 20:5, 6; 36:7, etc. (v. también Gn. 14:22). Esto explica el difícil pasaje de Ex. 17:16, que comienza literalmente así: «y dijo: Por cuanto (hay) una mano sobre el trono de Yah …». Se suele traducir por: «la mano de Amalec»; pero muchos expertos (entre ellos, rabinos de gran renombre) opinan que es la mano de Dios y que, por tanto, equivale a «Yahweh ha jurado».

«La mano de Yahweh sobre una persona» significa también el poder del espíritu profético, como en 1 R. 18:46; 2 R. 3:15; Ez. 1:3; 8:1; 33:22.

UNA MANO DERECHA es atribuida a Dios para designar el más alto poder y la suprema autoridad.

V. Ex. 15:6, 12; Sal. 77:10 (BH, 11); 118:15, 16; 139:10; Is. 48:13.

Denota también Su gracia y Su misericordia en librar y salvar a Su pueblo, como en Sal. 18:35 (BH, 36); 20:6 (BH, 7); 44:3 (BH, 4); 63:8 (BH, 9); 80:15, 17 (BH, 16, 18); 110:1; Mt. 26:64; Mr. 19:19; Hch. 2:33, 34; 7:55, 56; Ro. 8:34; Col. 3:1 ss.; Ef. 1:20–22; He. 1:3, 4; 8:1. Que este poder es comunicado a Cristo, está claro por Sal. 110:1; 1 Co. 15:25; Ef. 4:10; He. 10:12, además de otros lugares citados anteriormente.

DEDO se atribuye a Dios para significar, tanto su poder formativo como su acción directa e inmediata en alguna circunstancia.

V. Ex. 8:19; 31:18; Sal. 8:3 (BH, 4); Lc. 11:20 (por el que, según Mt. 12:28, se designa al Espíritu Santo, como «agente ejecutivo» de la Trina Deidad). Los dedos extendidos, o PALMO, se atribuyen a Dios en Is. 40:12 (comp. con 48:13).

CORAZÓN es atribuido a Dios.

V. Gn. 6:6; 8:21; Jer. 19:5 (BH, 6); 2 S. 13:14, donde, como ya dijimos en otro lugar, no se refiere a las cualidades morales de David, sino a que fue elegido rey conforme al propósito eterno de Dios. Lo mismo, en Hch. 13:22. V. también Jer. 32:41: «con todo mi corazón y con toda mi alma».

ENTRAÑAS son atribuidas a Dios para designar Sus misericordias y compasión.

Todas estas figuras de antropopatía son también figuras de metonimia. Comoquiera que, cuando una persona experimenta un sentimiento profundo, siente una conmoción en sus entrañas, éstas se ponen, por metonimia, en lugar del sentimiento. Ejemplos:

Is. 63:15. «… ¿Dónde está tu celo y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades, que ahora se han cerrado para mí?».

Jer. 31:20. «… Por eso mis entrañas suspiran por él (Efraín); ciertamente tendré de él compasión, dice Yahweh».

Lc. 1:78. «Por medio de las entrañas de misericordia de nuestro Dios.»

Mt. 9:36. «Y al ver las multitudes, se compadeció de ellas» (lit. «se le conmovieron las entrañas sobre ellas»). Lo mismo, en 14:14; 15:32; Mr. 1:41; 6:34, etc. V. también Gn. 43:30; 1 R. 3:26, y comp. con Sal. 51:1—BH, 3—, «conforme a la multitud de tus piedades», hebr. rajameikhá, que expresa este sentimiento «entrañable». V. también Is. 63:7.

SENO es atribuido a Dios, para denotar consuelo y descanso.

V. Sal. 74:11, donde la mano en el seno denota inactividad, como se ve por el ejemplo similar de Pr. 19:24; 26:15 «mete la mano en el plato, y ni aun a su boca la lleva».

Protección, descanso, comunión íntima (no inactividad) se expresan en Nm. 11:12 (de Moisés); Is. 40:11 (de Yahweh); Jn. 1:18 (del Padre).

PIES se atribuyen a Dios, para denotar su presencia poderosa y dominadora en la tierra.

V. Sal. 74:3; 110:1; Is. 60:13; 66:1. A este respecto, la tierra es designada como Su «escabel».

PISADAS son atribuidas a Dios.

V. Sal. 77:19 (BH, 20); 89:51 (BH, 52).

2. Sentimientos propios de hombres.

No es que Dios experimente sentimientos semejantes a los humanos, sino, que por Su infinita condescensión, se habla de Él en esos términos a fin de que le conozcamos mejor.

REGOCIJARSE es atribuido a Dios, como en:

Sal. 104:31. «Alégrese Yahweh en sus obras.» V. también Dt. 28:63; 30:9; Is. 62:5; Jer. 32:41, etc.

APENARSE es atribuido a Dios, como en:

Gn. 6:6. «… y le dolió en su corazón».

Jue. 10:16. Dice literalmente: «… y su alma fue apenada a causa del sufrimiento de Israel».

Sal. 78:40. «¡Cuán a menudo le provocaron en el desierto y le contristaron en el yermo!» (lit.).

Is. 63:10. «Mas ellos fueron rebeldes y contristaron su santo Espíritu» (comp. con Ef. 4:30). V. también Ez. 6:9; Zac. 11:8.

ARREPENTIMIENTO es atribuido a Dios, como en:

Gn. 6:6. «Y se arrepintió Yahweh de haber hecho al hombre en la tierra.» Lo mismo, en Ex. 32:12, 14; 1 S. 15:35; 2 S. 24:16; Sal. 106:45; Jer. 18:8; 26:3; Os. 11:8; Jl. 2:13, 14; Am. 7:3, 6.

ENOJO, VENGANZA y ODIO son atribuidos a Dios, como en:

Ex. 15:7. «… Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca».

Sal. 5:5 (BH, 6). «… Aborreces a todos los que hacen iniquidad».

Is. 1:14. «Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma.»

Is. 1:24. «… me vengaré de mis enemigos».

Jer. 9:9. «… De tal nación, ¿no se vengará mi alma?».

Nah. 1:2. «Yahweh es Dios (hebr. El) celoso y vengador; Yahweh es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios y guarda enojo para sus enemigos.» V. también Dt. 1:37; 32:16; 1 R. 11:9; Sal. 2:12; 85:5 (BH, 6); Ez. 5:13; Zac. 1:15.

CONSUELO es atribuido a Dios, como en:

Is. 57:6. Dice literalmente: «… ¿Recibiré consuelo con estas cosas?».

Ez. 5:13. «… y tomaré satisfacción» (lit. consuelo).

CELOS son atribuidos a Dios, como en:

Ex. 20:5. «… porque yo soy Yahweh tu Dios, fuerte, celoso».

Nm. 25:11. «… por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel».

Dt. 32:16. «Le despertaron a celos con los dioses ajenos.» Lo mismo, en v. 21; 1 R. 14:22; Is. 9:7 (BH, 6); Ez. 8:3; Jl. 2:18.

Zac. 1:14. «Estoy celoso con gran celo por Jerusalén y por Sión.» V. también en poliptoton.

CELO es también atribuido a Dios, como en:

Is. 9:7 (BH, 6). «… El celo de Yahweh Tsebaoth realizará esto».

PIEDAD, como en:

Jl. 2:18. «Entonces Yahweh, lleno de celo por su tierra, tuvo piedad de su pueblo.»

3. Acciones humanas son atribuidas a Dios.

Gn. 18:21. «Descenderé ahora y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré.»

Gn. 22:12. «… porque ahora (lit.) conozco que temes a Dios». Por supuesto, Dios lo sabía desde la eternidad; pero, en maravillosa condescensión, se abaja al nivel del conocimiento de Abraham.

Dt. 8:2. «Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Yahweh tu Dios … para saber lo que había en tu corazón.» Lo mismo, en 13:3 (BH, 4). Que Dios lo sabía de antemano, puede verse por Sal. 1:6; 31:7 (BH, 8); 2 Ti. 2:19.

Sal. 14:2. «Yahweh miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había alguno sensato, etc.» Lo mismo, en Sal. 53:2 (BH, 3). V. también en epanadiplosis. El hecho mismo de la oración comporta una antropopatía por parte de Dios. No oramos para que se entere Dios de nuestras necesidades ni de nuestras peticiones, sino para que nosotros mismos nos demos cuenta de nuestra necesidad y de nuestra insuficiencia y acudamos a Él en busca de remedio. Comp. con Fil. 4:6.

PREGUNTAR, como si no supiera o no conociera:

Gn. 3:9. «Mas Yahweh Dios llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás tú?» Dios lo sabía, pero pregunta para que Adán se percate de que ha cambiado, para mal, su condición.

Gn. 4:9. «… ¿Dónde está Abel tu hermano?» Estas dos primeras preguntas de Dios en la Biblia son muy significativas. V. en erótesis.

Nm. 22:9. «… ¿Qué varones son estos que están contigo?».

1 R. 19:9, 13. «… ¿Qué haces aquí, Elías?». Lo mismo, en 2 R. 20:14, 15; Is. 39:3, 4.

Similares a éstos son los pasajes que representan a Dios como si dudara o tuviese que esperar para ver ciertos resultados, como en Ez. 20:8; Os. 11:8, 9.

Igualmente, cuando Dios pone a prueba o escudriña, no es porque no lo sepa de antemano, sino para hacer que otros se percaten de su condición, como en:

Sal. 7:9 (BH, 10). «… Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón» (v. en metonimia del sujeto). Lo mismo, en Jer. 11:20; 1 Co. 2:10; Ap. 2:23. En un sentido más profundo (conocimiento, como comunión con el Señor), dice Jesús «no conocer a alguien», como en Mt. 7:23; 25:12; Lc. 13:25, 27. Aun cuando Cristo, en cuanto hombre, no lo sabía todo, algunas de sus preguntas son también antropopatías, como en Mt. 22:20, 45.

ACORDARSE, como en:

Gn. 8:1. «Y se acordó Dios de Noé…» Lo mismo, en 30:22; 1 S. 1:11, 19.

Gn. 9:15, 16; Ex. 6:5, donde Dios habla de acordarse de Su pacto. Lo mismo, en Sal. 105:8, 42; 106:45, a pesar de que ellos eran olvidadizos (v. los vv. 13 y 21 del Sal. 106). Esta figura denota especialmente un acordarse para bien, como en Sal. 25:6, 7; 78:39; 115:12; 119:49; 136:13; Is. 43:25; Ap. 18:5.

Ex. 2:24. «Y oyó Dios el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.» V. también en sinonimia, anáfora, polisíndeton y metonimia de la causa.

1 S. 1:11. «… si te dignas mirar a la aflicción de tu sierva, y te acuerdas de mí y no te olvidas de tu sierva». V. en pleonasmo.1 S. 1:19. «… y Yahweh se acordó de ella». Aquí hay hipocatástasis también, porque indica que Dios escuchó la oración de Ana (v. 9) y le concedió lo que había pedido.

Sal. 78:39. «Se acordó de que eran carne.» ¡Solemne contraste con el v. 42, en que leemos: «No se acordaron de su mano.»!

Sal. 103:14. «Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.» Siendo infinito en poder, se acuerda de nuestra debilidad. Siendo perfecto en santidad, no se acuerda de nuestros pecados (v. Is. 43:25). Al contrario que los hombres, los cuales no tienen en cuenta nuestra debilidad, sino nuestros pecados. Este recuerdo de misericordia para con Su pueblo, implica que Dios castigará a los enemigos de Su pueblo. V. Sal. 137:7; Ap. 18:5.

OLVIDAR y NO OLVIDAR, como en:

Job 11:6. Dice literalmente la última cláusula (habla Zofar): «Y sábete que Dios olvida para ti (esto es, a tu favor) de tu iniquidad (es decir, algo de tu iniquidad)»; en otras palabras: «te castiga menos de lo que tu iniquidad merece».

Sal. 9:18 (BH, 19). «Porque no estará perpetuamente olvidado el menesteroso.»

Sal. 13:1 (BH, 2). «¿Hasta cuándo, Yahweh? ¿Me olvidarás para siempre?».

Sal. 42:9 (BH, 10). «Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?»

Sal. 74:23. «No olvides las voces de tus enemigos»; esto es, no dejes para más tarde su castigo.

Is. 49:15. «… Pues aunque éstas (las madres) lleguen a olvidar, yo nunca me olvidaré de ti».

Jer. 23:39. Según la traducción más probable, este v. comienza así: «por tanto, he aquí que yo os olvidaré completamente y os abandonaré». Esto lo dice a los falsos profetas, que se querellaban de la «carga de Yahweh» (esto es, del mensaje de castigo).

Os. 4:6 «… también yo me olvidaré de tus hijos». V. en metonimia.

Am. 8:7. «… No me olvidaré jamás de todas sus obras»; esto es, de cierto me acordaré de ellas y los castigaré por ellas.

Lc. 12:6. «… Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios».

PENSAR, como en:

Gn. 50:20. «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo pensó (lit.) para bien.»

Sal. 40:5 (BH, 6). «Y tus pensamientos (lit.) para con nosotros, no se pueden poner en orden ante ti» (lectura probable).

Sal. 92:5 (BH, 6). «… Muy profundos son tus pensamientos» (lit.).

Sal. 139:17. «¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!»

Is. 55:8. Este v. puede estudiarse analizando su estructura:

       a.  «Porque mis pensamientos no son

vuestros pensamientos, ni

       b.  vuestros caminos son

       a.  mis caminos, dice Yahweh.»

Tenemos, pues, aquí también un epánodo (v. en su lugar).

Jer. 29:11. «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Yahweh; pensamientos de paz y no de desgracia, para daros un porvenir y una esperanza.» V. también en metonimia del adjunto y en endíadis.

Igualmente pueden citarse Jer. 4:28; 51:12; etc.

SILBAR, como en:

Is. 5:26. «Alzará pendón a naciones lejanas y silbará al que está en el extremo de la tierra.» V. en hipotiposis.

Is. 7:18. «… silbará Yahweh a la mosca que está en los confines de los ríos de Egipto, etc.».

Zac. 10:8. «Yo los llamaré con un silbido y los reuniré, porque los he redimido.»

SOPLAR, como en:

Gn. 2:7. «Y modeló Yahweh Dios al hombre de polvo de arcilla (lit. tierra roja), y sopló en su nariz aliento de vida y fue hecho el hombre un alma viviente» (lit.). Es decir, un ser viviente (como en 1:20, 21, 24, 30). Comp. con Ez. 21:31 (BH, 36) y Jn. 20:21.

REÍR, como en:

Sal. 2:4. «El que se sienta en los cielos se reirá.»

Sal. 37:13. «El Señor se reirá de él» (del impío, v. 12).

GRITAR, como en:

Is. 42:13. «… gritará, voceará, se mostrará fuerte contra sus enemigos». Y, en el v. 14, «… daré voces como la que está de parto». Comp. con Sal. 78:65.

HABLAR, en forma de discurso o de mandamiento.

V. Gn. 1:3; 2:16; 3:9; 6:13; 12:1; 13:14; 15:1–9, 13–21; Ex. 3:4–5, etc. Estos casos ocurren con tanta frecuencia, que ocupan gran parte de la Biblia.

ESTAR DE PIE, PARARSE o QUEDARSE, como en:

Gn. 18:22. «… pero Yahweh se detuvo todavía con Abraham». Éste era el texto primitivo, pero es uno de los 18 pasajes alterados por los soferím para evitar la antropopatía, que se les antojó demasiado fuerte. V. en el Apéndice E.

SENTARSE, como en:

Mal. 3:3. «Y se sentará para refinar y purificar la plata.»

VER.

V. Gn. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25; 16:13; Ex. 2:25; 32:9; 1 S. 16:8; Sal. 11:4, etc.

OÍR.

V. Gn. 16:11; Ex. 2:24; Sal. 4:3; 5:1, 2, 3; 10:17; 66:18; 130:2; Is. 65:24; 1 Jn. 5:14.

OLER.

V. Gn. 8:21; Ex. 29:18, 25, 41; Lv. 1:9; 2:12; 3:16; 8:21; Nm. 28:2; Ez. 20:28, 41, etc. 2 Co. 2:15; Ef. 5:2; Fil. 4:18.

GUSTAR y TOCAR.

V. Sal. 104:32; 144:5; Jer. 1:9; Os. 9:4.

ANDAR.

V. Gn. 3:8; Lv. 26:12, 24, 28; Dt. 23:14 (BH, 15); 2 Co. 6:16.

CABALGAR.

V. Dt. 33:26; Sal. 18:10 (BH, 11); 68:33 (BH, 34); Is. 19:1.

SALIR AL ENCUENTRO.

V. Nm. 23:4, 16.

VOLVERSE.

V. Os. 5:15: «Voy a volverme de ellos a mi lugar.»

LEVANTARSE.

V. Nm. 10:35; Sal. 12:5 (BH, 6); 44:26 (BH, 27); 68:1 (BH, 2); 102:13 (BH, 14); Is. 2:19, 21; 33:10.

PASAR.

V. Ex. 12:12, 23; Am. 5:17.,

ENGENDRAR.

V. Sal. 2:7; He. 1:5. Así, los que creen, son engendrados por Dios: Sal. 22:31 (BH, 32); 87:4–6. V. especialmente Jn. 1:13; 1 Jn. 2:29; 3:9, etc.

LAVAR.

Sal. 51:2 (BH, 4); Is. 4:4; Ez. 36:25.

ESCONDER, para proteger y defender.

Sal. 31:20 (BH, 21). V. en metonimia. También, Sal. 64:2 (BH, 3); 91:1.

ENJUGAR.

En forma de juicio: 2 R. 21:13. En forma de misericordia: Is. 25:8; Ap. 7:17.

CEÑIR.

Sal. 18:32 (BH, 33); 30:11 (BH, 12); 45:3 (BH, 4).

EDIFICAR.

Gn. 2:22 (en la formación de Eva); 2 S. 7:27; Sal. 28:5; Jer. 42:10.

VENDAR.

Job 5:18; Sal. 147:3; Is. 61:1; Os. 6:1.

ABRIR PUERTAS, VENTANAS, ETC.

Dt. 28:12; Sal. 78:23; Mal. 3:10.

PONER A PRUEBA.

Sal. 17:3; 66:10; Zac. 13:9; Mal. 3:3 (comp. Ez. 22:18–22).

QUEBRANTAR, QUEBRAR, ROMPER.

Sal. 2:9; 3:7 (BH, 8); Is. 38:13 (comp. Sal. 22:16—BH, 17—, en paronomasia); 45:2.

ZARANDEAR.

Am. 9:9.

RAER, BORRAR.

Ex. 32:32, 33 (comp. en aposiopesis); Sal. 51:1 (BH, 3).

COMER, TRAGAR.

Ex. 15:7; Is. 25:7, 8 (comp. 1 Co. 15:54).

ENSANCHAR.

Gn. 26:22; Sal. 4:1 (BH, 2).

ALLANAR EL CAMINO.

Sal. 5:8 (BH, 9); Is. 45:2, 13.

DERRAMAR.

Sal. 79:6; Ez. 9:8; 20:13, 21, 33. De aquí, el derramar los dones del Espíritu con medida abundante: Jl. 2:28, 29 (BH, 3:1, 2); Zac. 12:10; Hch. 2:17, 18, 33; Ro. 5:5; Tito 3:5, 6.

DESATAR LOS LOMOS.

Is. 45:1.

HERIR CON SAETAS.

Sal. 64:7 (BH, 8), comp. vv. 3, 4 (BH, 4, 5).

ESCRIBIR.

Ex. 31:18; 32:16; Dt. 9:10; Is. 4:3; Jer. 31:33; Dan. 12:1; He. 8:10.

AVENTAR.

Jer. 15:7 (Mt. 3:12; Lc. 3:17, referido a Cristo).

BARRER.

Is. 14:23.

CORTAR EL ALIENTO.

Sal. 76:12 (BH, 13).

UNGIR.

Sal. 23:5; 92:10 (BH, 11); Is. 61:1; 2 Co. 1:21.

4. CIRCUNSTANCIAS son atribuidas a Dios.

(a) Negativas (esto es, como si prevalecieran contra Dios).

Gn. 32:28 (BH, 29). «… has luchado con Dios … y has vencido». Lo mismo, en Os. 12:3, 4 (BH, 4, 5).

Ex. 32:10. «… déjame que se encienda mi ira en ellos».

Sal. 106:23. «Y trató de exterminarlos, de no haberse interpuesto Moisés su escogido delante de él, a fin de apartar su indignación para que no los destruyese.»

Is. 1:13. «… no lo puedo sufrir». V. en elipsis e idiotismo.

Ez. 23:18. «… como se había ya hastiado mi alma de su hermana».

(b) Positivas.

Cuando Dios es representado como un:

VIÑADOR: Is. 5:1–9.

ARQUITECTO: He. 2:4; 11:10.

GUERRERO: Ex. 15:3; Sal. 45:3–4 (BH, 4–6); 46:8, 9 (BH, 9, 10); 76, etc.

MÉDICO: Ex. 15:26; Sal. 147:3.

PASTOR: Sal. 23:1 y ss.; Ez. 34:23; 37:24; Miq. 5:4 (BH, 3); 7:14; Zac. 13:7.

PADRE: Dt. 32:6; Sal. 68:5, 6; Is. 64:8 (BH, 7); Mt. 6:1, 6, 8, 9; Ro. 8:15; He. 12:5–10.

REY: Sal. 89:18; 93:1; 97:1; 99:1; 145:1; 149:2.

MARIDO: Is. 54:5.

TESTIGO: Jer. 29:23; Mal. 3:5.

(c) En cuanto al lugar.

El Cielo es Su morada: 1 R. 8:39, 43, etc. Sal. 2:4; 24:3; Is. 26:21; Miq. 1:3.

Regresa a Su lugar: Os. 5:15.

Se sienta en un trono: Sal. 11:4; 47:8 (BH, 9); 103:19; Is. 66:1; Jer. 14:21; Mt. 5:34.

Tiene un escabel para Sus pies: (1) La tierra: Is. 66:1; Mt. 5:35, etc. (2) El Arca de la Alianza: 1 Cr. 28:2; Sal. 99:5; 132:7; Lam. 2:1.

Está lejos: Sal. 10:1.

Está a la derecha de alguien: Sal. 16:8; Hch. 2:25.

Está sentado sobre el diluvio: Sal. 29:10.

Está sentado sobre los querubines: Sal. 80:1 (BH, 2); 99:1.

Está sentado sobre el círculo de la tierra; esto es, mucho más alto que todas las cosas: Is. 40:22.

Mora en Su santuario: Sal. 68:17 (BH, 18); en Sión: Sal. 132:13, 14; 135:21; en un corazón contrito y humilde: Is. 57:15; con Su pueblo: Ez. 37:27; Jn. 14:23; 2 Co. 6:16; en la densa oscuridad de la nube: 1 R. 8:12; en la shekinah: Ex. 13:21, 22; 16:10; Lv. 16:2; Nm. 9:15; Is. 6:4; Mt. 17:5.

(d) En cuanto al tiempo.

Se le atribuyen años: Job 36:26; Sal. 102:24, 27 (BH, 25, 28). También se le atribuyen días: Dan. 7:9; Miq. 5:2 (BH, 1).

(e) En cuanto a circunstancias conectadas con Él.

Armas de guerra: Sal. 35:2; 3; Is. 59:17, 18; Jer. 50:25; 51:20.

Arco y saeta: Dt. 32:23, 42; Job 6:4; Sal. 21:12 (BH, 13); 38:2 (BH, 3); 64:7 (BH, 8); Lam. 2:4; 3:12, 13; Zac. 9:14.

Las saetas de Dios: Sal. 18:14 (BH, 15); 144:6; Hab. 3:11.

Espada: Dt. 32:41; Jue. 7:20; Sal. 17:13; Is. 27:1; 34:5, 6; Ez. 21:9 (BH, 14); Zac. 13:7.

Lanza: Hab. 3:11.

Escudo: Gn. 15:1; Dt. 33:29; Sal. 3:3 (BH, 4); 18:2 (BH, 3); 28:7; 84:11 (BH, 12). V. en metáfora.

Carros de combate: Sal. 68:17 (BH, 18), comp. con 2 R. 6:16, 17.

Las nubes como Su carruaje: Sal. 18:10, 11 (BH, 11, 12); 104:3; Is. 19:1.

Riquezas: Pr. 8:18; Ro. 2:4; 9:23; 10:12; 11:33; 2 Co. 8:9; Ef. 1:7, 18; 2:4, 7; 3:8, 16; Col. 1:27; Fil. 4:19.

Herencia: Dt. 32:9; Jer. 2:7; 12:7, 8.

Libro (de providencia y de gracia): Sal. 56:8 (BH, 9); 139:16; Mal. 3:16.

Libro de la vida: Ex. 32:32, 33 (comp. con v. 10); Nm. 11:15; Sal. 69:28 (BH, 29); Is. 4:3; Dan. 12:1; Fil. 4:3; Ap. 3:5; 13:8; 17:8; 20:12, 15; 21:7.

Libros del juicio: Dan. 7:10; Ap. 20:12.

Aceite y unción: Sal. 45:7 (BH, 8); He. 1:9, lo cual se atribuye al Espíritu Santo, a la vista de Is. 61:1 y Hch. 10:38. El vocablo «Cristo» es la transcripción del griego «khristós», que significa «ungido», lo mismo que el hebreo «mashiaj» (Mesías). V. Sal. 2:2; Dan. 9:25, 26; Jn. 1:41 (gr. 42); 4:25. De ahí que los «cristianos» son los ungidos por el Espíritu Santo (v. 2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20, 27).

Pan: Nm. 28:2 (v. sinécdoque); Jn. 6:35, 48.

Anillo de sellar: Jer. 22:24; Hag. 2:23.

Tesoro. En buen sentido: Dt. 28:12. De juicio: Dt. 32:34, 35, lugar al que se hace referencia en Ro. 2:5, 9, 10. De este tesoro, saca armas: Jer. 50:25, y vientos: Sal. 135:7; Jer. 10:13; 51:16 «depósitos». También hay bendiciones espirituales en los tesoros o depósitos divinos: Is. 33:6; Mt. 6:20; 19:21; Mr. 10:21; Lc. 12:33; 18:22; 2 Co. 4:7.

Vestidura: Sal. 93:1; 104:1, 2; Is. 51:9; 59:17.

Bandera o estandarte: Ex. 17:15 (BH, 16); Sal. 60:4 (BH, 6); Cant. 2:4; Is. 5:26; 11:10 (BH, 12); 59:19.

Vara, cayado y cetro: Sal. 23:4; y, por metonimia, en lugar de poder y autoridad: Sal. 2:9; 44:6 (BH, 7); 110:2.

II.        Criaturas Irracionales

1. Animales.

Cristo es llamado Cordero (Jn. 1:29, 36; 1 Co. 5:7; 1 P. 1:19; Ap. 5:6; 13:8) y León (Ap. 5:5).

2. Las acciones de ciertos animales.

Rugir: Is. 42:13, etc. Jer. 25:30; Os. 11:10; Jl. 3:16; Am. 1:2.

Volar: 2 S. 22:11; Sal. 18:10 (BH, 11).

Incubar: Gn. 1:2.

3. Partes o miembros de ciertos animales.

Cuerno, como símbolo de fuerza y poder: 2 S. 22:3; Sal. 18:2 (BH, 3); 75:10 (BH, 11); 112:9; Lam. 2:3.

Alas y plumas: Sal. 91:4. «La sombra de sus alas» indica Su cuidado: Sal. 17:8; 36:7 (BH, 8); 57:1; 63:7 (BH, 8). «El amparo de sus alas» significa protección: Sal. 61:4 (BH, 5). Comp. Dt. 32:11; Is. 31:5; Mt. 13:37.

4. Ciertas plantas.

(a) Genéricamente.

Renuevo o rama: Is. 4:2; 11:1; Jer. 23:5; 33:15; Zac. 3:8; 6:12.

El fruto de la tierra: Is. 4:2.

Raíz: Is. 11:10.

(Estas tres cosas se dicen, en realidad, del Mesías, así como las dos siguientes. Nota del traductor).

(b) Específicamente.

Cedro: Ez. 17:22, 23.

Vid: Jn. 15:1–5.

III.       Cosas inanimadas

1. Universales o generales.

Profundidad y altura: Job 11:7, 8; 1 Co. 2:10.

Magnitud o grandeza: Ex. 15:16; 18:11; Nm. 14:9; Dt. 3:24; Esd. 5:8; Sal. 48:1 (BH, 2); Jer. 32:17, 18, 19; Dan. 2:45; Mal. 1:14, etc.

Comparaciones: Se dice de él que es:

Mayor que el hombre: Job 33:12.

Mayor que nuestro corazón: 1 Jn. 3:20.

Mayor que todos: Jn. 10:29 (según lectura probable).

Multitud o plenitud: Sal. 86:15; 103:8; 130:7.

A pesar de toda esta condescensión, es imposible imaginar la grandeza de las perfecciones infinitas de Dios (v. Sal. 36:5–8, BH, 6–9); Ro. 11:33; 1 Co. 2:10, etc.

2. Particulares.

Luz: 1 Jn. 1:5. Se necesitaría un libro entero para investigar y explicar todo lo que esta metáfora significa. Primeramente, tendríamos que conocer la naturaleza íntima de la luz. En todo caso, «luz» es símbolo de «santidad» pura, así como «tinieblas» es símbolo de «pecado» voluntario.

Luces: Stg. 1:17 llama a Dios «Padre de las luces»; es decir, la fuente, no sólo de la luz misma, sino de todo lo que produce, lleva y da luz, incluyendo la luminarias celestes: el sol, la luna y las estrellas.

Sal. 27:1. «Yahweh es mi luz»; esto es, la fuente y el origen de mi vida, de mi salvación, etc. Comp. Nm. 6:25; Sal. 36:9 (BH, 10); 43:3, etc.

3. Ciertos elementos son usados como emblemas de Dios.

Se habla de Dios como:

Fuego: Dt. 4:24; 9:3; 32:27; Is. 10:17. De ahí que el «humo del fuego» (lit., esto es, furor o indignación) denote el punto álgido de Su ira: Dt. 29:20; Sal. 74:1; 80:4 (BH, 5).

Lámpara: 2 S. 22:29; Sal. 18:28 (BH, 29). De ahí que Su palabra sea llamada así: Sal. 119:105; Pr. 6:23; 2 P. 1:19.

Aire, viento, aliento: Job 4:9; Sal. 18:15 (BH, 16); Is. 30:33.

Agua: Sal. 36:8, 9 (BH, 9, 10); Jer. 2:13; 17:13; Jn. 7:37–39. El don del Espíritu Santo pertenece a esta figura: Is. 44:3; Jl. 2:28, 29 (BH, 3:1, 2); Zac. 12:10; Hch. 2:17, 18, 33; Tito: 3:5, 6. Las bendiciones impartidas mediante los méritos de Cristo son llamadas «agua de vida»: Jn. 4:10, 14 (comp. Is. 55:1; Ez. 36:25; Zac. 14:8).

Trueno: Sal. 29:3–9, donde repetidamente se le llama: «Voz de Yahweh.»

Roca: Dt. 32:31; Sal. 18:2 (BH, 3); 31:2, 3 (BH, 3, 4); 42:9; 73:26; Is. 26:4.

Refugio o escondedero: Sal. 91:1; 119:114; Is. 4:6.

Fortaleza o baluarte: Sal. 31:2, 3 (BH, 3, 4); 71:3; 91:2; 144:2; Zac. 2:5.

Torre fuerte: Sal. 61:3 (BH, 4); Pr. 18:10; 2 S. 22:51.

Templo: Ap. 21:22.

Sombra: Sal. 91:1; 121:5; Is. 49:2; 51:16 (comp. Lc. 1:32, 34, 35).[1]

 



[1] Bullinger, E. W. L., Francisco. (1985). Diccionario de figuras de dicción usadas en la Biblia (pp. 720–743). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

Muchas gracias.

Paz de Cristo!



ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor




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Generalidades de la Escatología Bíblica

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