domingo, 4 de enero de 2015

El milagro mas grande

EL MÁS GRANDE MILAGRO

 

¿Qué pasaba por la mente de aquel niño, Jesús?

 

…Para mí, el más grande de todos los milagros es cómo el Dios infinito pudo hacerse bebé.

No tengo reparos en admitir que este hecho excede la comprensión humana.

Si tú tratas de entender las complejidades de este acontecimiento, ¿cómo… ¿Qué pensaba ese bebé, qué sabía?, ¿cuando tenía cinco años, cuando tenía diez? A los doce años de edad, sabemos que tenía conciencia de su destino; pero ¿hasta dónde llegaba su entendimiento? Si tuviera que dar una respuesta teológica, diría que la mente infinita de Dios conocía todas las cosas y que la mente humana de ese niño podía asimilar, de acuerdo con la capacidad de una mente humana, dependiendo de la etapa de desarrollo… Esa mente tenía conciencia de la presencia de Dios.

Pero, realmente, no puedo explicarlo. Solo estoy tratando de describirlo con palabras; pero llegar a entender lo que se siente, ¿cómo podríamos? Va más allá de nuestra experiencia.

 

Los demás milagros dependen de este

 

Pero, en lo que a mí respecta, creo en la veracidad de este hecho, porque todos los demás milagros que le he mencionado, en último término, dependen de este que es el más grande milagro de todos. Porque si Dios no hubiera tenido el plan de venir a este mundo no hubiera habido necesidad de todo lo demás y, a decir verdad, no hubiera habido gracia disponible para llevar a cabo el resto de cosas.

Pero, aquí está, en mi opinión, el misterio glorioso: el excelso Dios se hace bebé; luego, niño; luego, joven; y ese hombre joven muere por nuestros pecados.

 

La gloria se manifestó en un hogar campesino de un pequeño pueblo de Palestina

 

No es solo una demostración de poder sobrenatural y majestad impresionante; pero invertir ese poder en una vida humana normal y corriente, eso es lo que nos impacta profundamente. A nosotros nunca se nos ocurriría hacer eso. El monarca más poderoso del mundo nunca pensaría en humillarse a sí mismo y en exhibir su poder mediante gran debilidad. Eso es contrario a nuestra comprensión.

¿Qué podría ser más poderoso que la majestad incomparable, que la gloria suprema? La único que es más poderoso es cuando esa majestad extraordinaria y esa gloria sin par se empaquetan en la caja más pequeña de todas y se envuelven con humildad. Ahí, esa gloria alcanza el grado sumo de majestuosidad.

¿Sabes?, no es que fue sencillamente una demostración de increíble poder; sino que ese poder estaba invertido en una vida humana normal y corriente y esa gloria se reveló en las modestas circunstancias de la existencia humana del día a día: un pueblito campesino, un hogar de la clase trabajadora, de la Palestina del primer siglo.

Eso es lo increíble.

Porque lo que eso quiere decir es que si ese poder pudo ser eficaz en aquellas circunstancias, ese poder puede ser eficaz en cualquier circunstancia, incluyendo tu vida y la mía, hoy, aquí.

 

Amor por los pecadores

 

Este es la razón por la que yo le denomino el más grande milagro al milagro de la encarnación: lo infinito descendió en el empaque de lo finito. ¿Cómo pudo el Dios infinito ser puesto en una humanidad finita? Pero sí, él encontró la manera de hacerlo, para poder identificarse con nosotros. El que tiene gloria suprema se identificó con la humildad, el que tiene todo poder se identificó con los que no podían, el que tiene santidad sin par se identificó con los pecadores. Viviendo entre los pecadores, teniendo comunión con los pecadores, amando a los pecadores.

Una cosa es contemplar la santidad de Dios: majestuosa, excelsa, exaltada; que nos invita a adorarle y a alabarle; pero pensar en que esa santidad se revela en circunstancias humildes. Los líderes religiosos no podían entender por qué Jesús se sentaba y dialogaba con las prostitutas, se sentaban y compartía con ladrones y asaltantes, se sentaba y charlaba con pecadores declarados, de mala fama, reconocidos; y almorzaba con ellos. Ellos no alcanzaban a entender de qué manera lo santo podía hacerse presente en medio de mortales comunes y corrientes; y, más aún, mortales llenos de pecado.

 

El milagro más grande: el poder supremo al servicio del amor supremo

 

¿Sabes?, la razón por la que yo denomino a la encarnación como el más grande milagro de todos es porque en este acontecimiento encontramos el poder supremo al servicio del amor supremo. Y ese es el milagro más grande de todos.

Pensamos en un milagro como algo que involucra un poder extraordinario; pero algo mayor que eso es ese poder extraordinario al servicio del amor.

Podríamos contemplar el lanzamiento de un transbordador espacial. El poder asombroso de este hecho nos llenaría de sobrecogimiento. Pero ese poder no está al servicio del amor. Podríamos contemplar un volcán, un huracán, un tornado. Todas los fenómenos majestuosos de la naturaleza; pero lo que sería más grande que todas esas cosas es si ese poder se pusiera al servicio de amar pecadores como tú y como yo.

 

De la muerte brotó la vida

 

¿Sabes?, la paradoja o lo inexplicable de la encarnación se expresa al preguntarse: ¿Cómo es que Dios se hizo débil y aun así, nunca perdió su poder? De esa debilidad brotó la fortaleza; de la angustia de Getsemaní brotó el gozo; del dolor producido por los azotes en su espalda brotó la sanidad; de la vergonzosa derrota –todos los discípulos huyeron–… de la derrota desesperanzadora brotó la victoria; de la muerte brotó la vida; de un contexto de pecaminosidad humana –todo lo que tenía que ver con aquella cruz: el juicio, los azotes, la crucifixión, la burla–… de ese contexto de pecaminosidad humana brota la salvación; de entre la carne humana resplandece la gloria de Dios.

Ese es el milagro de la encarnación.   

Y a lo que quiero apuntar es a que Dios eligió ese camino para identificarse con la raza humana y, también, de forma personal, para identificarse contigo y conmigo.

Entendemos la encarnación como algo sin igual: único en su clase; pero el mensaje es para cada uno de nosotros, porque usted podría decir: "Soy débil, tengo una naturaleza pecaminosa, soy carne, tengo problemas; a decir verdad, no tengo esperanza; de hecho, requeriría de un milagro". Eso no es problema para Dios. Él ya ha demostrado que de la debilidad puede brotar la fortaleza, que de la angustia puede brotar el gozo, que del sufrimiento puede brotar la liberación. Él ya ha demostrado que de la desesperanza puede brotar la esperanza, que de la muerte puede brotar la vida, que de la derrota puede brotar la victoria.

Así que si tú dices: "He pecado, he fracasado", realmente, eso no representa un problema para Dios. Él ya cuenta con un plan que tornará tu derrota en victoria, él ya cuenta con un plan que borrará tu pecado y en su lugar colocará santidad, él ya cuenta con un plan… Lo que sea que hayas hecho mal, cualquiera sea la situación en la que te hayas metido, cualquiera sea la circunstancia de la vida que se haya atravesado en tu camino; el Señor ya tiene un plan para levantarte, para encaminarte nuevamente, para que marches adelante, en tu peregrinaje.

El milagro más grande de todos: Dios fue manifestado en carne. Nosotros no podíamos llegar a ser como él; así que él se hizo como nosotros para llevarnos nuevamente a la posición en la que él quería que estuviéramos y para conducirnos, de acuerdo con su plan, a la gloria eterna.

 

Tu situación no es más difícil que la de otros

 

Así que mi mensaje hoy, aquí, es este: el Dios de los milagros puede operar un milagro en tu vida. Tu situación no es demasiado difícil para Dios. No es más difícil que la del endemoniado gadareno, no es más difícil que la del ciego Bartimeo, no es más difícil que la de Lázaro puesto en aquella tumba. Pienso que ninguno aquí ha llegado a una situación como esa. Hay esperanza para ti, hay un plan para ti, hay un milagro para ti.

Pongámonos de pies.

Sencillamente, lo que estoy afirmando es que el Dios de los milagros, que operó el milagro más grande de todos, viniendo en carne, a nuestro mundo, para redimirnos.

El milagro más grande: poder infinito al servicio del amor infinito. El Dios que hizo ese milagro lo hizo para ti y para mí. Y está aquí esta noche en el poder del Espíritu Santo.

¿Sabes?, cuando venimos a este lugar, nos reunimos en el nombre de Jesús; oramos, en el nombre de Jesús; oramos por los enfermos, en el nombre de Jesús; echamos fuera demonios, en el nombre de Jesús; bautizamos, en el nombre de Jesús. ¿Por qué? Porque sabemos que el milagro de la encarnación es para nosotros. La razón por la que Jesús vino, y murió, y resucitó, es para hacer llegar los beneficios de ese milagro hasta nosotros; dondequiera que estemos, quienquiera que seamos.

 

Sanidad del alma, sanidad de la mente

 

Así que estoy aquí para afirmar que hay perdón para cualquier pecado, esta noche, en este lugar. Hay sanidad para cualquier enfermedad. Y estoy aquí para decir: algunas veces, la sanidad más grande no es física; sino mental, emocional, espiritual. No vivas por debajo de los privilegios a que tienes derecho como hijo de Dios. Si necesitas sanidad, reclámala. Tal vez digas: Pero, he visto que no sucede instantáneamente. Deja eso en las manos de Dios. Pero, si necesitas, debes reclamarla. Y, más todavía, si la sanidad se requiere en el corazón, el alma, la mente, las emociones.

¡Hay sanidad, esta noche, en este lugar! ¡Hay liberación! ¡No subestimes el poder de Dios! No luches interminablemente con el pecado y con los hábitos que te hacen vivir una vida inferior a la que quisieras y te deprimen. Si deseas ser libre, hay libertad. Requerirá dedicación de tu parte; pero no te rindas. El poder de Dios está aquí. Él es capaz de liberarte. Hay salvación. En el más amplio sentido. De todo el poder y los efectos del pecado. De forma que puedas vivir de forma abundante, a partir de ahora mismo, desde esta misma noche. Y puedes tener la esperanza y la seguridad de la vida eterna que vendrá.

Y, no puedo dejar de mencionarle, hay restauración. Algunos de nosotros, algunas veces, nos hemos enfriado, solo por una semana o dos. Pero quiero que sepas, que aún esa pequeña desconexión puede ser remediada, esta noche. O, tal vez, haya sido durante un mes o dos, tal vez, hayamos perdido un poco el ritmo; o, tal vez, incluso se hayan cometido algunos hechos realmente pecaminosos, que han causado la pérdida de la comunión con Dios. Y nuestra respuesta es la culpa o arremeter contra otros, cuando el verdadero problema está por dentro. Quiero que seas consciente de que hay restauración.

O, si hay alguien aquí que, tal vez, durante años, ha caminado según su parecer, alejado de la obra que Dios realizó antes en su vida. Quiero que sepas que la restauración está disponible aquí, para ti.

El milagro más grande no ha sido en vano, el más grande milagro no fue solo para hace dos mil años, en Palestina. No. El milagro más grande abarca hasta aquí, en los últimos días de 2008, en Austin, Texas. El milagro de la encarnación. Poder infinito al servicio del amor infinito. Nos alcanza a ti y a mí, hoy.  


Cortesía de Edisson Mosquera

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