lunes, 6 de abril de 2015

gracia

La gracia. Es generalmente considerada como el favor inmerecido y espontáneo de Dios, la causa y base de la salvación (Ef. 2:8). Todo lo alcanzado en la experiencia de salvación y la salvación misma es solamente por la gracia de Dios. La gracia se anuncia como causa de la salvación en el mismo plan de redención, como el apóstol Pablo enseña: "Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos" (2 Ti. 1:9). Es necesario enfatizar que todo cuanto tiene que ver con salvación procede absolutamente de Dios, como la Biblia enseña claramente: "La salvación es de Jehová" (Sal. 3:8; Jon. 2:9). El apóstol vincula la salvación con la gracia en todo el proceso desde la dotación del Salvador, el tiempo determinado para realizarla (Jn. 3:16; Gá. 4:4; 1 P. 1:18-20), pasando por la ejecución del sacrificio expiatorio por el pecado en la Cruz, luego el llamamiento a salvación, la regeneración espiritual y la glorificación final de los redimidos, está comprendido en un todo procedente de la gracia (Ro. 8:28-30). Cada paso en este proceso se debe enteramente a la gracia. Incluso la capacitación divina para salvación hace posible que el pecador desobediente por condición e hijo de ira por transgresión, incapaz de obedecer a cualquier demanda de Dios y mucho menos de entregarse personalmente en un acto de obediencia incondicional en el llamamiento divino a salvación, pueda llevarlo a cabo mediante la capacitación del Espíritu Santo (1 P. 1:2). El apóstol Pedro, en el versículo anterior, sitúa todo el proceso de salvación bajo la administración y ejecución de Dios, en un acto de mor benevolente que no es sino una manifestación expresiva de la gracia. Los sufrimientos del Salvador son también la consecuencia de la gracia (He. 2:9). La irrupción de Dios en Cristo, en la historia humana, tiene un propósito de gracia: "Para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos" (He. 2:9). No hay duda que el escritor se está refiriendo a la obra sustitutoria de Cristo en la Cruz. La Cruz da expresión al eterno programa salvífico de Dios. En ella, el Cordero de Dios fue cargado con el pecado del mundo conforme a ese propósito eterno de redención (1 P. 1:18-20). Cuando subió a la Cruz lo hizo llevando sobre Sí el pecado del mundo (1 P. 2:24). En el texto griego se lee "gustase la muerte por todo", lo que abre la dimensión no sólo de la redención del hombre, sino de la restauración de todas las cosas a Dios. La obra de Jesucristo es una manifestación de la gracia. Gracia es una de las expresiones del amor de Dios. Se ha procurado dar varias acepciones al término, pero, tal vez, la más gráfica sea definir la gracia como el amor en descenso. Cada vez que se habla de gracia hay un entorno de descenso de Dios al encuentro del hombre en sus necesidades. Con el Verbo vino la gracia en plenitud (Jn. 1:17), y con ella el descenso del Hijo a la experiencia de limitación en la carne (Jn. 1:14). En otro lugar y como ejemplo, el apóstol Pablo habla de gracia con estas palabras: "Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico" (2 Co. 8:9). La idea de descenso, de anonadamiento, de desprendimiento, rodea a la palabra gracia y no cabe duda que la gracia, como único medio de salvación, procede de Dios mismo y surge del corazón divino hacia el pecador, en el momento de establecer el plan de redención (2 Ti. 1:9). En razón de la gracia, Dios se hace encuentro con el hombre en Cristo, para que los hombres, sin derecho a ser amados, lo sean por la benevolencia de Dios, con un amor incondicional y de entrega. Dios en Cristo se entrega a la muerte por todos nosotros, para que nosotros, esclavos y herederos de muerte eterna, a causa de nuestro pecado, podamos alcanzar en Él la vida eterna por medio de la fe, siendo justificados por la obra de la Cruz (Ro. 5:1). La gracia en la esfera de la salvación adquiere tres momentos: Primero en el génesis de la gracia, que se produce en la eternidad, antes de la creación del mundo. En ese fluir de la gracia, que es amor orientado al desposeído y perdido, no está presente el destinatario de ella, que es el hombre, por lo que en espera del tiempo de los hombres, Dios deposita todo el infinito recurso de la gracia para salvación, en la Persona del Salvador, que, como Mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5), manifiesta y otorga la gracia salvadora en la historia de los hombres, desde la caída en el pecado de nuestros primeros padres. Esa gracia se manifiesta en la Persona del Salvador cuando encarnándose viene al mundo con misión salvadora. El mismo hecho de la encarnación es la primera consecuencia operativa de la gracia para salvación. La revelación de Dios a la humanidad tiene lugar mediante la manifestación de Dios en humanidad. El Verbo de Dios crea, como Creador absoluto de cuanto existe, una naturaleza humana... y esa naturaleza creada es asumida por el mismo Creador, que es el Verbo, que también la personaliza, para que pueda producirse con ella y en ella, el definitivo encuentro de Dios con el hombre y del hombre con Dios. El hombre Jesús, que es Hijo ... se hace para siempre lugar de encuentro y de disfrute de la vida de Dios por el hombre. Eternamente la visión de Dios se llevará a cabo en la visión del Hijo de Dios encarnado, que hace visible al Invisible. El hombre creyente queda definitivamente establecido en el Hijo y, por tanto, afincado en Dios para disfrutar de la vida eterna que es la divina naturaleza (2 P. 1:4). Esa gracia salvadora se hace realidad y expresión en el hecho de que por ella, el Hijo "gustase la muerte por todos". En segundo lugar la gracia salvadora es también la gracia santificadora. El hombre se salva sólo por gracia mediante la fe (Ef. 2:8-9), quiere decir esto, que solo la gracia y la instrumentalidad de la fe, hacen posibles la vida cristiana en la esfera de la salvación experimental en el tiempo presente, que es la santificación. Hay cristianos que se salvan por gracia, pero quieren santificarse por obras personales en su propio esfuerzo. Solo la gracia, operando en el creyente hace posible el cumplimiento de las demandas de la vida de santificación. Es Dios, mediante Su gracia, quien opera el querer y el hacer por su buena voluntad (Fil. 2:13). La gracia en salvación es una manifestación temporal del fluir eterno desde Dios mismo, antes de toda creación (2 Ti. 1:9). Esa misma gracia es, como se indica antes, la razón del sacrificio de Jesús (2 Co. 8:9). La esfera del servicio y vida del cristiano procede de la gracia y se sustenta en ella (1 Co. 15:10).


Pérez Millos, Samuel. COMENTARIO EXEGÉTICO AL TEXTO GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO, 1 Y 2 A LOS TESALONiCENSES, CLIE

(Por favor me confirma si lee este correo electrónico)

Muchas gracias.

Paz de Cristo!



ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor




1 comentario:

Fran R dijo...

Amen que gran bendicion>

Generalidades de la Escatología Bíblica

NO DEJE DE LEERLO