domingo, 22 de octubre de 2017

INERRANCIA

LA INERRANCIA DE LA BIBLIA


Los ataques contra la inerrancia de la Biblia no son nuevos y parecen
ser algo cíclicos. Sin embargo, el debate contemporáneo parece ser
interno; es decir, entre evangélicos, en vez de entre los liberales y
los conservadores. Tal vez esto lo hace aun más significativo, pues el
debate ha trazado líneas entre los evangélicos que era necesario que
se delinearan. También ha servido para agudizar las distinciones que
rodean el concepto de la inerrancia.


I. LA IMPORTANCIA DE LA INERRANCIA

A. Su importancia afirmada
¿Puede uno ser evangélico y negar el concepto pleno de la inerrancia?
La respuesta es sí, simplemente porque algunos evangélicos lo hacen.
Hablando estrictamente, un evangélico es uno que cree el Evangelio.
¿Puede uno ser cristiano y no aceptar el concepto de la inerrancia?
Por supuesto, y sin duda muchos caen en esa categoría. Ser cristiano
significa estar relacionado correctamente con Cristo. ¿Puede uno ser
bíblico y negar la inerrancia? No, si es que la Biblia enseña su
propia inerrancia.
Entonces, ¿cuán importante es esta doctrina? Si es una enseñanza
bíblica, entonces el negarla es negar parte de la veracidad de la
Biblia. Pero considere esto: Si la Biblia contiene algunos errores, ya
sean pocos o muchos, ¿cómo puede uno estar seguro de que su
entendimiento de Cristo es correcto? Quizás uno de esos errores
concierne a algo de la vida de Cristo. No sería imposible que pudiera
haber un error en un asunto tan crucial como Su muerte y resurrección.
¿Qué, entonces, le ocurriría a la cristología de uno? Se cambiaría,
quizás, aun tan drásticamente que no habría fe cristiana alguna que
aceptar.
O suponga que la enseñanza bíblica sobre el Espíritu Santo fuese
incorrecta. Esto pudiera afectar la doctrina cardinal de la Trinidad,
lo cual a su vez pudiera también afectar seriamente la cristología, la
soteriología y la santificación. Aun si los errores son en asuntos
supuestamente "menores", cualquier error expone la Biblia a sospecha
en otros puntos que puede que no sean tan "menores". Si la inerrancia
cae, otras doctrinas caerán también.
Cuando se niega la inerrancia, uno puede esperar algunas consecuencias
tanto en las áreas doctrinales como en las prácticas.
Algunos asuntos doctrinales que pueden ser afectados por negar la
inerrancia, incluyen los siguientes:
(1) Una negación de la caída histórica de Adán.
(2) Una negación de los hechos de las experiencias del profeta Jonás.
(3) Que se quiten algunos de los milagros tanto del Antiguo Testamento
como del Nuevo basándose en cualquier explicación.
(4) Una negación de la paternidad literaria mosaica del Pentateuco.
(5) Una creencia en dos o más autores para el libro de Isaías.
(6) Un flirtear con la teología de la liberación o aceptación de ella
con su redefinición del pecado (como social en vez de individual) y de
la salvación (como política y temporal en vez de espiritual y eterna).
Algunos errores de estilo de vida que pueden seguir a una negación de
la inerrancia, incluyen los siguientes.
(1) Un punto de vista licencioso sobre la seriedad del adulterio.
(2) Un punto de vista licencioso sobre la seriedad del homosexualismo.
(3) Un punto de vista licencioso sobre el divorcio y nuevo matrimonio.
(4) Una reinterpretación "cultural" de algunas de las enseñanzas de la
Biblia (e.g., sobre las mujeres, sobre la obediencia civil).
(5) Una tendencia a mirar la Biblia a través de una rejilla psicológica moderna.
La inerrancia es una doctrina importante, cuya negación o dilución
puede resultar en errores serios en doctrina y conducta.

B. Su importancia diluida
Todavía muchos insisten en que la inerrancia es insignificante,
inaplicable o innecesaria para la fe. Por lo tanto, todo el furor que
se ha levantado sobre ésta es meramente una tempestad en un vaso de
agua, y aquellos que insisten en ella están perturbando la paz de la
iglesia.
Pero esto simplemente no es el caso. La inerrancia es una cuestión
crucial, pues si la Biblia no está completamente libre de error,
entonces tiene que contener por lo menos un error. Ahora bien, si
todos pudiéramos llegar a un acuerdo acerca dónde está ese error,
entonces es concebible que se pudiera tolerar el problema, pero si la
literatura actual sirviera de pauta, entonces existirían como veinte
candidatos para ese solo error, y eso significa que pudiera haber a lo
menos veinte errores. Y si existieran unos veinte errores, entonces la
cuestión llega a ser: ¿Cómo puedo yo confiar en la Biblia después de
todo? Así que la inerrancia no es algo insignificante.
Comúnmente se ofrecen varias razones para concluir que la inerrancia
no es una doctrina esencial.
Aquellos que se oponen o que quieren restarle importancia a la
inerrancia, declaran a menudo: "Puesto que la Biblia no enseña la
inerrancia claramente, tampoco podemos nosotros hacerlo". A lo menos
esto coloca a los que insisten en la importancia de la inerrancia en
la posición de insistir en más de lo que insiste la Biblia. A lo más,
implica o afirma que la inerrancia no es una doctrina bíblica.
Pero para que la declaración sea verdadera requiere (a) que podamos
demostrar que la Biblia claramente no enseña la inerrancia, y (b) que
si no la enseña (en el sentido de proveer textos de comprobación), no
podemos afirmar la inerrancia sobre la base de un estudio inductivo de
la evidencia. Examinemos estas declaraciones:
¿Enseña la Biblia la inerrancia claramente? La respuesta dependerá de
lo que queramos decir por claramente". Si por claramente uno se
refiere a textos de comprobación, tales como los que están presentes
en la Biblia para la expiación por sustitución, por ejemplo (Mateo
20:28), entonces es verdad que no hay esa clase de evidencia "clara"
para la inerrancia. Pero los evangélicos aceptan muchas doctrinas como
claramente enseñadas en las Escrituras para las cuales no hay textos
de comprobación. La doctrina de la Trinidad provee el mejor ejemplo de
esto. Es justo decir que la Biblia no enseña claramente la doctrina de
la Trinidad, si por claramente uno quiere decir que hay textos de
comprobación para la doctrina. De hecho, no hay siquiera un texto de
comprobación, si por texto de comprobación queremos decir un versículo
o un pasaje que "claramente" declare que solamente hay un Dios el cual
existe en tres personas.
¿Cómo entonces llegamos a la doctrina clara de la Trinidad?
Simplemente por aceptar dos líneas de evidencia en la Biblia: (a)
declaraciones claras que enseñan que solamente hay un Dios; y (b)
declaraciones igualmente claras de que hay Alguien llamado Jesús y
Alguien nombrado el Espíritu Santo quienes, además de Dios el Padre,
alegaron ser Dios. Semejante evidencia permite una de dos
conclusiones: o Jesús y el Espíritu Santo no son divinos, o Dios
existe como una Triunidad. Los cristianos ortodoxos nunca se han
alejado apenados de la segunda conclusión, aunque la evidencia es de
diferente nivel de claridad que aquella que proveen los textos de
comprobación.
Para dar otro ejemplo, muchos niegan que Jesús es Dios, porque, dicen
ellos, no hay evidencia "clara" de que El alguna vez afirmara ser
divino. Robert S. Alley, en ese entonces de la Universidad de
Richmond, levantó un furor entre los Bautistas del Sur cuando afirmó
que Jesús "nunca en realidad dijo ser Dios ni estar relacionado con
El" ("Some Theologians Question Factual Truth of Gospels", The
Richmond News Leader, 17 de julio de 1978, p. 1). Aun cuando tenía la
misma evidencia de la Biblia que aquellos que concluyen que Jesús sí
declaró ser Dios, él llegó a una conclusión completamente diferente.
Semejante herejía indigna a los creyentes ortodoxos, y con razón.
Aunque yo no he tratado todavía de la evidencia para la clara
enseñanza de la Biblia sobre su propia inerrancia, vamos a admitir por
el momento que sí la enseña claramente, aunque no necesariamente por
medio de textos de comprobación. Si es así, ¿están los errantistas
pidiendo de la Biblia una norma más alta de claridad para comprobar la
inerrancia, que la que ellos requieren para comprobar la deidad de
Cristo o la Trinidad? En otras palabras, ¿no tienen ellos un criterio
para comprobar claramente la doctrina de la Trinidad y otro para la
inerrancia?
Las ilustraciones anteriores comprueban el error de deducir que si
algo no está comprobado por medio de textos de comprobación en la
Biblia, no podemos enseñar claramente los resultados de un estudio
inductivo o llegar a conclusiones lógicas obtenidas de la evidencia
que sí está allí. Si fuese así, yo nunca pudiera enseñar las doctrinas
de la Trinidad, la deidad de Cristo o la deidad del Espíritu Santo, o
aun las formas de gobierno de la iglesia.
A menudo he oído a personas decir: "Yo solamente llego hasta el punto
donde llegue la Biblia". Esto puede ser una buena norma, porque
nosotros nunca le queremos agregar a lo que enseña la Biblia. Pero
tampoco queremos omitir algo que enseña, ya sea por medio de textos de
comprobación, deducción, inducción, implicación, lógica, o principios.
La alegación de que no se quiere ir más allá de lo que la Biblia
enseña puede ser meramente una excusa para no enfrentar las
implicaciones de lo que sí enseña. Y temo que para algunos esto ha
sido su excusa por no querer enfrentar lo que la Biblia dice acerca de
la propia inerrancia.
La segunda excusa para diluir la importancia de la inerrancia es que,
puesto que no poseemos ninguno de los manuscritos originales de la
Biblia, y puesto que la inerrancia está relacionada solamente con los
originales, la doctrina de la inerrancia solamente es teórica y, por
lo tanto, no es esencial. Nosotros no poseemos ninguno de los
manuscritos originales de la Biblia, y la doctrina de la inerrancia,
como la de la inspiración, se le atribuye solamente a los manuscritos
originales, y no a ninguna de las copias. Las dos premisas anteriores
están correctas, pero esas premisas particulares no comprueban en
ninguna manera que la inerrancia sea una doctrina no esencial.
Obviamente, la inerrancia se puede afirmar solamente con relación a
los manuscritos originales, porque sólo ellos vinieron directamente de
Dios bajo la inspiración. La primera copia de una carta de Pablo, por
ejemplo, fue en realidad solamente una copia, y no la original que
Pablo mismo escribió o dictó. Tanto la inspiración como la inerrancia
se atribuyen solamente a los originales. Pero ¿reclamaría un
errantista que la inspiración es una doctrina no esencial basándose en
que no tiene los originales y que no le atribuye la inspiración a las
copias? Yo creo que no. Entonces, ¿por qué lo dice de la inerrancia?
Otro argumento es que la inerrancia es una doctrina reciente que no le
preocupaba a la iglesia anteriormente; por lo tanto, tampoco tenemos
que preocuparnos de ella hoy en día.
El argumento de la historia de la iglesia parece asomar su cabeza casi
cada vez que se discute cualquier doctrina. Si la doctrina se enseñó
en tiempos antiguos, esto supuestamente la hace más aceptable. Si, por
otro lado, no ha sido enseñada hasta los años más recientes, entonces
se cuestiona.
Por supuesto, el argumento mismo no es válido. La veracidad o no
veracidad de cualquier doctrina no depende de si fue enseñada en la
historia de la iglesia o no. Su veracidad depende solamente de si la
Biblia la enseña o no. Ahora bien, admitimos que una enseñanza que
nunca se ha oído pudiera levantar sospecha; pero, la Biblia, no la
historia de la iglesia, es la norma por la cual todas las enseñanzas
se tienen que medir.
Aun así, la excusa de la historia persiste con la doctrina de la
inerrancia. Es reciente, dicen ellos; por lo tanto, el debate debe
cesar.
Algunos dicen que la inerrancia se originó con B.B. Warfield, en
Princeton, hacia fines del siglo diecinueve. Otros alegan que
Turretin, un teólogo luterano, la inició justamente después de la
Reforma.
En realidad, ninguno de los dos hombres la inició. Nosotros creemos
que Cristo enseñó la inerrancia, y lo mismo hizo el apóstol Pablo.
Además, Agustín, Tomás de Aquino, los reformadores, y otros grandes
hombres la sostuvieron a través de la historia de la iglesia.
Admitimos que tal evidencia de la historia no valida la doctrina (las
enseñanzas de Cristo y de Pablo sí lo hacen, y examinaremos esto más
adelante), pero sí invalida la alegación de que la inerrancia es un
invento reciente.
Por ejemplo, Agustín (354–430) claramente declaró que "las
consecuencias más desastrosas tienen que seguir a nuestro creer que
cualquier cosa falsa se encuentre en los libros sagrados. Esto es
decir que los hombres por medio de los cuales la Escritura nos ha sido
dada y a quienes se les encomendó escribirlas; pusieron en estos
libros alguna cosa falsa. Si usted una vez admite que haya en tan alto
santuario de autoridad una declaración falsa, no quedará ni una sola
sentencia en esos libros, que, si pareciera a cualquiera difícil de
practicar o creer, no fuera, por la misma regla fatal, refutada como
una declaración en la cual el autor, intencionalmente, declaró lo que
no era verdad" (Epistula, p. 28). Aquí, en términos antiguos, está la
teoría del dominó.
Además, Tomás de Aquino (1224–1274) dijo claramente que "nada falso
puede estar detrás del sentido literal de la Escritura" (Summa
Teologica, I, 1, 10, ad 3). También, Lutero declaró: "Las Escrituras
nunca se han equivocado" (Works of Luther, XV: 1481). Juan Wesley, el
fundador del metodismo, escribió: "No, si hay algunos errores en la
Biblia, muy bien pudiera haber mil. Si hay una falsedad en ese Libro,
no provino del Dios de la verdad" (Journal VI, 117).
¿Cómo puede cualquiera decir, entonces, que la inerrancia es un
invento reciente? Pero aun si lo fuese, todavía pudiera ser una
doctrina verdadera. Solamente la Biblia, no la historia, nos lo puede
decir.


II. EL SIGNIFICADO DE LA INERRANCIA

Definiciones para la inerrancia no abundan. Los errantistas consideran
que "inerrancia" equivale a infalibilidad y, entonces, limitan su
alcance a asuntos de fe y práctica o revelacionales o al mensaje de la
salvación. Un ejemplo de esto: "La Biblia es infalible, como yo defino
el término, pero no 'inerrante'. Es decir, hay errores históricos y
científicos en la Biblia, pero no he encontrado ninguno en asuntos de
fe y práctica" (Stephen T. Davis, The Debate About the Bible
[Philadelphia: Westminster Press, 1971]. A lo menos, esta es una
distinción sincera entre la infalibilidad y la inerrancia.
El Pacto de Lausana declaró a la Biblia "inerrante en todo lo que
afirma". Sin duda, la frase es flexible; puesto que permite errores en
áreas como la creación, donde, de acuerdo a algunos intérpretes, la
Biblia no está afirmando hechos históricos. Tanto los "inerrantistas"
como los "errantistas" pudieran subscribir esa declaración.
El Concilio Internacional sobre la Inerrancia Bíblica, en su
declaración de Chicago, afirmó la inerrancia en una breve declaración
que establece que "la Escritura es sin error o defecto en toda su
enseñanza…" Entonces siguieron diecinueve artículos para describir y
explicar la inerrancia.
Esta breve declaración sería insatisfactoria para los errantistas. Si
hubiera alguna duda acerca de eso, ciertamente la elaboración de
diecinueve artículos impediría que los errantistas estuviesen de
acuerdo con ella.
El diccionario define "inerrancia" como carecer de error. La mayoría
de las definiciones comparten esta descripción negativa. La pregunta
que surge de esta definición es: ¿Qué cosa es el error? ¿Puede la
Biblia usar aproximaciones y aun así estar sin error? ¿Puede un
escritor del Nuevo Testamento citar libremente del Antiguo y afirmar
que la cita resultante carece de error? ¿Puede un escritor bíblico
usar el lenguaje de la apariencia sin comunicar el error? ¿Pueden
existir narraciones diferentes del mismo evento, sin incluir error?
Es cierto que la información de la Escritura a menudo incluye
aproximaciones, citas libres, el lenguaje de las apariencias, y
narraciones diferentes del mismo suceso. ¿Puede esta información
respaldar una definición de la inerrancia tal como "carecer de error"?
Obviamente, la información y la definición tienen que armonizar si esa
es la definición correcta de lo que la Biblia enseña en cuanto a su
propia inerrancia.
Posiblemente la tensión desapareciera si definiéramos la inerrancia
positivamente: La inerrancia de la Biblia simplemente significa que la
Biblia dice la verdad. La verdad puede incluir e incluye
aproximaciones, citas libres, el lenguaje de las apariencias, y
narraciones diferentes del mismo evento, mientras que éstos no se
contradigan. Por ejemplo, si usted me informara que una amigo nuestro
tuvo ingresos de cien mil dólares el año pasado, yo bien pudiera decir
(especialmente si nunca había pensado que él fuera un hombre rico):
"¿Me estás diciendo la verdad?" Cuando usted respondiera: "Sí", esa
sería una respuesta inerrante, aunque sus ingresos que él declaró a
los oficiales de impuestos fuera $100.537. Esa aproximación diría la
verdad. O si yo le dijese: "La salida del sol sobre el Gran Cañón es
una de las vistas más espectaculares que jamás yo haya visto". Y si
usted respondiera: "¡De veras! ¿Es verdad eso?" A lo cual yo diría:
"Sí, eso es verdad". Mi afirmación con el uso propio del lenguaje de
las apariencias diría la verdad, aunque el sol no sale literalmente
sobre el Gran Cañón.
¿Dice la Biblia que no mientas? Sí, dice que no mientas. ¿Es esta una
declaración verdadera? Por supuesto, aunque también es verdad (aunque
no más verdadero) decir que la Biblia dice: "No mintáis los unos a los
otros". Pero la cita libre es verdadera.
O también, mi esposa me contó que cuando ella vio el cambio de la
guardia en el Palacio de Buckingham, un soldado se desmayó y cayó al
suelo. Pero el periódico reportó que ese mismo día tres hombres se
habían desmayado. Eso fue un informe verdadero. Si mi esposa hubiese
dicho que solamente un hombre se había desmayado, entonces su reporte
hubiera sido incorrecto. En realidad tres se desmayaron, pero ella
enfocó su atención solamente sobre el que estaba más cercano a donde
ella estaba parada. Ella aun pudiera haber notado que los otros se
desmayaron, pero simplemente no lo reportó. Sin embargo, su
declaración fue verdadera.
Si 1 Corintios 10:8 dice que murieron 23.000 en un día, y Números 25:9
informa que fueron 24.000 pero sin agregar la restricción "en un día",
entendemos que los dos están diciendo la verdad (y probablemente ambas
cifras son aproximaciones de la cantidad que murió ese día en
particular y el número de muertes adicionales después).
Si un escritor del Nuevo Testamento hace una cita libre del Antiguo
Testamento, puesto que él estaba escribiendo bajo la inspiración del
Espíritu, esa cita libre se convierte en parte del texto inspirado e
"inerrante". El Espíritu Santo, el autor tanto del Antiguo Testamento
como del Nuevo, sin duda tiene el derecho de citarse a Sí mismo como
El desee y usar citas con significados que nosotros como intérpretes
no inspirados posiblemente nunca hubiéramos visto.
El uso del lenguaje de las apariencias es una forma común de
comunicar, a veces más vívidamente que en el lenguaje científico.
Si Marcos y Lucas solamente hablan de un hombre ciego al cual se le da
la vista en Jericó, mientras Mateo dice que fueron dos, ambas
declaraciones son verdaderas mientras que Marcos y Lucas no digan que
fue sólo un hombre.
La mayoría de los debates sobre la verdad y el error se desvían cuando
se convierten en filosóficos y no realistas. La mayoría de las
personas comprenden clara y fácilmente que las aproximaciones,
etcétera, dicen la verdad. La Biblia es "inerrante" en el sentido de
que ella dice la verdad, y lo hace sin error en todas sus partes y con
todas sus palabras.
Si no fuese así, entonces ¿cómo pudiera el Señor afirmar que el hombre
vive de toda palabra que procede de la boca de Dios (Mateo 4:4)?,
especialmente si toda la Escritura es espirada por Dios (2 Timoteo
3:16).


III. LA ENCARNACION Y LA INERRANCIA

La lógica de algunos todavía insiste en que cualquier cosa que incluya
a la humanidad tiene que dejar lugar para la posibilidad del pecado.
Así que, mientras la Biblia sea un libro a la vez divino y humano, la
posibilidad y la realidad de los errores existen.
Examinemos esa premisa. ¿Es siempre inevitable que el pecado esté
presente dondequiera que esté la humanidad?
Si usted se sintió tentado a responder de modo afirmativo,
probablemente llegó enseguida a su mente una excepción. El título de
esta sección le dio la pista. La excepción es nuestro Señor
Jesucristo. El fue el Dios-Hombre, y aun así Su humanidad no participó
del pecado. Así que El sirve como un ejemplo claro de una excepción a
la lógica enfatizada por los que creen en la errancia.
La doctrina genuina del Dios-Hombre declara que El poseía la completa
y perfecta naturaleza divina y la perfecta naturaleza humana, y que
éstas se unieron en una persona para siempre. Su deidad no fue
disminuida en ningún detalle; Su humanidad no era en alguna forma
pecaminosa o irreal, aunque sin pecado; y en Su singular persona Sus
naturalezas estaban sin mezcla, cambio, división o separación.
De igual manera, la Biblia es un Libro divino-humano. Aunque se
originó con Dios, fue realmente escrito por el hombre. Es la Palabra
de Dios, comunicada por el Espíritu Santo. Hombres pecaminosos
escribieron esa Palabra, pero lo hicieron sin error. Igual que en la
encarnación, Cristo tomó la humanidad, pero no fue manchado en ninguna
manera con el pecado; así la producción de la Biblia no fue manchada
con error alguno.
Permítaseme llevar la analogía un poco más lejos. En la humanidad de
Jesucristo había algunas características que no eran opcionales. El
tenía que ser judío. El no pudo haber sido un gentil. El tenía que ser
un hombre, no una mujer. El tenía que ser libre de pecado, no
pecaminoso. Pero sí había algunas características de su humanidad
impecable que se pudieran clasificar opcionales. Jesús pudiera haber
poseído la humanidad perfecta dentro de una variación de algunas
pulgadas en su estatura al llegar a la madurez. Un enano o un gigante
hubiera sido imperfecto. El pudiera haber variado un poco en cuanto a
su peso al llegar a la madurez y todavía ser perfecto. Por cierto, la
cantidad de pelos en su cuero cabelludo dentro de límites pudiera
haber sido una opción no pecaminosa. Sin embargo, fue la humanidad que
El exhibió la que fue, de hecho, humanidad perfecta.
Los escritores de la Biblia no fueron pasivos. Ellos escribieron al
ser guiados por el Espíritu, y en esas escrituras había algunas cosas
que no se pudieran haber dicho en ninguna otra manera. Pablo insistió
en la forma singular en vez de plural de Gálatas 3:16. Pero, se puede
entender que había algunas otras opciones no pecaminosas como en la
declaración emocional de Pablo en Romanos 9:1–3. Aun así, la Biblia
que tenemos es, de hecho, el documento perfecto del mensaje de Dios a
nosotros.
A todos nos cuesta entender la relación entre lo divino y los autores
humanos de las Escrituras. Lo divino no se puede enfatizar hasta
llegar a destruir en todo sentido práctico lo humano; y a lo humano no
se le puede permitir ser tan humano como para permitir errores en el
texto.
Algo similar ocurrió en cuanto a la persona de Cristo en los primeros
siglos de la historia de la iglesia. El docetismo, una herejía del
primer siglo, enseñó que Cristo no se hizo carne realmente, sino que
solamente apareció como un hombre; robándole de esta manera Su
humanidad genuina. El docetismo era, por supuesto, un error
cristológico, pero usted puede ver la analogía con la cuestión de la
doble paternidad literaria de la Biblia. Aquellos que creen que la
Biblia contiene errores, dicen que la inerrancia sobreenfatiza la
paternidad literaria divina, descuidando así su "humanidad". Así, la
supervisión de la Biblia por Dios hasta el punto de producir una
Biblia sin error, se le clasifica como un punto de vista docético en
cuanto la inspiración. Karl Barth hizo esta misma acusación y, más
recientemente, también el teólogo holandés Berkhouwer y el profesor
Paul Jewett, de la Universidad de Fuller.
Pero si fuese verdad (lo cual no lo es) que aquellos que creen en la
inerrancia total de la Biblia se están adhiriendo a una herejía
parecida al docetismo, entonces sería igualmente cierto que aquellos
que creen en cualquier clase de errancia respaldan una doctrina
análoga al ebionismo.
En el segundo siglo los ebionitas negaron la deidad de Cristo por
negar Su nacimiento virginal y Su preexistencia. Ellos consideraban a
Jesús como el hijo natural de José y María que fue elegido Hijo de
Dios en Su bautismo, pero no como el eterno Hijo de Dios. Pensaban que
Jesús fue un gran profeta y más alto que los arcángeles, pero no
divino.
Ahora bien, si la inerrancia es supuestamente una herejía como la
docética, entonces la errancia, aunque limitada, es obviamente una
herejía parecida al ebionismo; puesto que la humanidad de la Biblia
tiene que permitir errores en la Biblia. De acuerdo al punto de vista
errantista, por el hecho de que hombres genuinos tuvieron
participación, no se puede garantizar que sus escritos estén libres de
error, aunque el Espíritu Santo los dirigió y los inspiró. Eso es un
error parecido al ebionismo.
Hay una doctrina ortodoxa de la persona de Cristo y hay una doctrina
ortodoxa de la Biblia. Ambas incluyen a Dios y al hombre, y ambas
resultan en un producto impecable.


Ryrie, C. C. (2003). Teologı́a básica (pp. 87–96). Miami: Editorial Unilit.

--
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com

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Generalidades de la Escatología Bíblica

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