domingo, 22 de octubre de 2017

Verificación de la Inspiración

Afirman ser Inspiradas

El Antiguo Testamento reclama para sí el haber sido escrito por
inspiración especial de Dios. La frase "y dijo Dios" o su equivalente
se emplea más de dos mil veces. La historia, la ley, los salmos y las
profecías afirman que todo fue escrito por hombres bajo la inspiración
especial de Dios. (Cf. Exodo 24:4; 34:28; Josué 3:9; 2 Reyes 17:13;
Isaías 34:16; 59:21; Zacarías 7:12; Salmo 78:1; Proverbios 6:23).
Cristo mismo confirmó el Antiguo Testamento, lo citó y vivió en
armonía con sus enseñanzas. Confirmó su verdad y autoridad (Cf. Mateo
5:18; Juan 10:35; Lucas 18:31–33; 24:25, 44; Mateo 23:1, 2; 26:54) y
así también lo hicieron los apóstoles (cf. Lucas 3:4; Romanos 3:2; 2
Timoteo 3:16; Hebreos 1:1; 2 Pedro 1:21; 3:2; Hechos 1:16; 3:18; 1
Corintios 2:9–16).
¿Reclama para sí el Nuevo Testamento una inspiración similar? En
particular, la inspiración de los evangelios está garantizada por la
promesa de Cristo de que el Espíritu traería a la memoria de los
apóstoles todas las cosas que les había enseñado, y que el mismo
Espíritu los guiaría a toda verdad. En todas partes el Nuevo
Testamento afirma que es una revelación más amplia y clara de Dios que
la que proporciona el Antiguo Testamento, declarando con autoridad la
abrogación de las antiguas leyes. Por lo tanto, si el Antiguo
Testamento es inspirado, también lo es el Nuevo. Pedro parece colocar
los escritos de Pablo a un mismo nivel con aquellos del Antiguo
Testamento (2 Pedro 3:15, 16), y tanto Pablo como los demás apóstoles
afirman hablar con autoridad divina. (Cf. 1 Corintios 2:13; 1
Corintios 14:31; 1 Tesalonicenses 2:13; 1 Tesalonicenses 4:2; 2 Pedro
3:2; 1 Juan 1:5; Apocalipsis 1:1.)


Tienen toda la apariencia de inspiradas

Las Sagradas Escrituras afirman ser inspiradas, y un examen de ellas
revela el hecho de que su carácter sustenta o apoya esa afirmación. La
Biblia se presenta ante el tribunal, por así decirlo, con un buen
testimonio. Con respecto a sus autores, la Biblia fue escrita por
hombres cuya honradez e integridad no puede ponerse en tela de juicio.
Con respecto a su contenido, encierra la revelación más sublime de
Dios que conoce el mundo; en lo que respecta a influencia, ha
proporcionado luz salvadora a naciones e individuos, y posee un poder
infalible de conducir hombres a Dios, y transformar su carácter; en lo
referente a autoridad, llena los requisitos de tribunal final de
apelaciones en religión, de manera que los cultos falsos hallan
necesario citar sus palabras con el objeto de hacer impresión en el
público.
Para ser específicos, notemos: (1) Su exactitud. En efecto, se observa
en la Biblia una ausencia total de absurdos que aparecen en otros
libros sagrados. Lo leemos en ella, por ejemplo, que la tierra naciera
de un huevo que necesitó varios años para encubar, que la tierra
descansa sobre la caparazón de una tortuga, que está rodeada de siete
mares de agua salada, jugo de caña de azúcar, licores espiritosos,
manteca pura, leche agria y otras sustancias. El doctor D. S. Clarke
escribe al respecto lo siguiente: "Hay una diferencia insondable para
el hombre entre la Biblia y cualquier otro libro. La diferencia reside
en el origen." (2) Su unidad. La Biblia consiste en sesenta y seis
libros, escritos por unos cuarenta autores diferentes, durante un
periodo de 1.600 años, y abarca una variedad de asuntos, no obstante
lo cual mantiene una unidad de tema y de propósito que se puede
explicar sólo si se admite que fue dirigida por una mente rectora o
superintendente. (3) ¿Cuántos libros hay que justifican aun dos
lecturas? Pero la Biblia se puede leer centenares de veces sin que se
logre sondear sus profundidades, o sin que pierda el interés para sus
lectores. (4) Su extraordinaria circulación, habiendo sido traducida a
centenares de idiomas, y leída en la mayor parte de los países del
mundo. (5) Su actualidad. Es uno de los libros más antiguos, y sin
embargo el más moderno. El alma del hombre jamás dejara de
necesitarla. El pan es uno de los alimentos más antiguos, y sin
embargo el más moderno. Mientras el hombre sienta hambre, querrá pan
para su cuerpo; y mientras el hombre anhele a Dios y aquello que es
eterno, querrá la Biblia. (6) Su extraordinaria preservación frente a
la persecución y la oposición de la ciencia. "El martillo se rompe,
pero el yunque sigue en pie". (7) Sus muchas profecías cumplidas.


Uno siente que son inspiradas

"¿Pero usted no cree ese libro, no es cierto?" dijo cierto profesor de
una universidad de Nueva York a una señora cristiana que había estado
asistiendo a clases bíblicas. "Claro que sí—respondió la señora—,
sucede que conozco personalmente al Autor." Había expresado una de las
razones más poderosas para creer que la Biblia es la Palabra de Dios,
es decir, el llamado a nuestro fuego interior, ya que la Biblia nos
habla en un tono que nos hace sentir que procede de Dios.
La iglesia romana afirma que el origen divino de las Escrituras
depende, en el análisis final de las cosas, del testimonio de la
iglesia, la cual se considera a sí misma guía infalible en todo asunto
de fe y práctica. "¡Como si la verdad eterna e inviolable de Dios
dependiera del criterio u opinión del hombre!" declaró Juan Calvino,
el gran reformador. Dijo además:

Se afirma que la iglesia decide qué reverencia se le debe a las
Escrituras y qué libros deben incluirse en el canon sagrado … La
pregunta de "¿cómo podemos saber que proceden de Dios, si ello no se
nos asegura por medio de la iglesia?" es tan necia como la pregunta:
"¿cómo podemos distinguir la luz de la oscuridad, lo blanco de lo
negro, lo amargo de lo dulce?"
El testimonio del Espíritu Santo es superior a todo argumento.
Dios en su Palabra es el único testimonio adecuado con respecto a sí
mismo; y de igual manera su Palabra no podrá ser creída verdaderamente
por el hombre hasta que no haya sido sellada por el testimonio del
Espíritu. El mismo Espíritu que habló por los profetas debe entrar en
nuestro corazón para convencernos de que comunicaron fielmente el
mensaje que El les dio (Isaías 59:21).
Que este sea entonces un asunto fijo, establecido: que quienes han
sido interiormente enseñados por el Espíritu Santo confían firmemente
en las Escrituras y que las Escrituras son su propia evidencia y no se
las debe sujetar legalmente a pruebas y argumentos, sino que obtienen,
por el testimonio del Espíritu, esa confianza que merecen.

Puesto que este es el caso, ¿por qué aducir evidencia externa con
respecto a la exactitud de las Escrituras y al hecho de que son dignas
de toda confianza? Hacemos esto primero, no con el objeto de creer que
son la verdad, sino porque percibimos que son la verdad. En segundo
lugar, es natural e inspirador ser capaz de señalar la evidencia o
prueba exterior de lo que uno anteriormente creé; finalmente, estas
pruebas suministran medios concretos, por así decirlo, por los cuales
podemos expresar la convicción de nuestro corazón mediante palabras, y
de esa manera estar "siempre preparados para presentar defensa con
mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la
esperanza que hay en vosotros" (1 Pedro 3:15).


Demuestran ser inspiradas

El doctor Eugene Stock dijo en cierta oportunidad lo siguiente:

Cuando era niño, leí una historia que me demostró las formas
diferentes por las que podemos estar seguros de que esa gran
biblioteca de Libros Sagrados que denominamos la Biblia es realmente
la Palabra de Dios, su revelación a la humanidad. El autor de la
historia había estado explicando tres clases diferentes de evidencia:
la histórica, la interna y la experimental. Luego narró que en cierta
oportunidad envió a un joven a la farmacia a comprar fósforo, el cual
es un elemento químico. El joven trajo un paquete pequeño. ¿Era
fósforo? El joven informó que fue a la farmacia y pidió fósforo, y que
el farmacéutico fue a un estante, sacó algo de un frasco, lo envolvió
y se lo dio, y que él lo había traído directamente. Esa era la
evidencia o prueba histórica de que el paquete contenía fósforo. Luego
el caballero abrió el paquete. La sustancia olía a fósforo y se
parecía al fósforo. Esa era la evidencia interna. Luego le acercó un
fósforo encendido, y el contenido del paquete ardió. Esa era la
evidencia experimental.

La defensa intelectual de la Biblia tiene su sitio, pero, después de
todo, el mejor argumento es el práctico. La Biblia ha influido en las
civilizaciones, ha transformado vidas, ha traído luz, inspiración y
consuelo a millones de personas. Y su obra continúa.


Pearlman, M. (1992). Teología Bíblica y Sistemática (pp. 18–20).
Miami, FL: Editorial Vida.


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ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor
http://adonayrojasortiz.blogspot.com

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