lunes, 1 de agosto de 2016

Los libros de Samuel

Samuel, Libros primero y segundo de Octavo y noveno libro de la Biblia hebrea (noveno y décimo en la mayoría de las versiones cristianas del Antiguo Testamento). Relata los hechos desde el nacimiento de Samuel, hasta el establecimiento de la monarquía; primero y brevemente sobre el gobierno de Saúl, luego sobre el de David. El principal énfasis del libro es elogiar a David como el rey ideal de Israel.

Introducción

Estos dos libros originalmente comprendían un único libro; se dividieron por primera vez en la Septuaginta (LXX). En la LXX, los libros de Samuel se incluyen con los dos libros de Reyes como parte de los cuatro libros de "los Reinos". No se sabe por qué los traductores lo dividieron. Samuel—el homónimo de los libros—no aparece nunca en 2 Samuel.

En la Biblia hebrea, 1 y 2 Samuel pertenecen al corpus de los libros proféticos, específicamente, de los Profetas Primeros (comprendidos por Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes). Esto se debe al predominio de las figuras proféticas y a la interacción que tuvieron con otros, incluyendo la monarquía. Esta unidad textual—además de Deuteronomio—también se conoce como la Historia Deuteronomista.

Resumen narrativo

El relato de 1 y 2 Samuel habla de la experiencia del antiguo Israel con la monarquía, a partir de la transición del caos y el desorden del tribalismo en el libro de Jueces, al gobierno de un rey.

Los libros tienen el siguiente esquema general, el cual se basa principalmente en ciclos mayores ligados a personajes y hechos (adaptado de los tomos originales del Anchor Bible Commentary de McCarter).

(1 Sam 1–7)—La historia de Samuel

(1 Sam 1–3)—Nacimiento e infancia

(1 Sam 4:1–7:1)—El relato del arca

(1 Sam 7:2–17)—Samuel como juez

(1 Sam 8–15)—Elección y rechazo de Saúl

(1 Sam 8:1–22)—El pueblo pide un rey

(1 Sam 9–11)—Elección de Saúl

(1 Sam 12)—Despedida de Samuel

(1 Sam 13–15)—Rechazo de Saúl

(1 Sam 16–2 Sam 8)—Surgimiento y reinado de David

(1 Sam 16–20)—David en la corte de Saúl

(1 Sam 21–30)—Huída de David

(1 Sam 31:1–13)—Muerte de Saúl

(1 Sam 31–2 Sam 5)—David se convierte en rey

(2 Sam 6–8)—Regreso del arca e inauguración del pacto davídico

(2 Sam 9–20)—Historia sucesoria del rey David

(2 Sam 9)—Restablecimiento de Mefi-boset

(2 Sam 10–12)—El pecado de David

(2 Sam 13–14)—La caída de la casa de David

(2 Sam 15–20)—Guerra civil: Padre contra hijo

(2 Sam 21–24)—Apéndice final

La historia de Samuel (1 Sam 1–7). La historia comienza con un problema familiar para muchas mujeres de la Biblia: La esterilidad. Ana le hace un voto a Yavé, prometiéndole que si tiene un hijo, se lo dedicará. El sacerdote Elí la bendice. Cuando Samuel nace, ella cumple su promesa, y dedica al niño al servicio de Yavé en el santuario en Silo (1 Sam 1).

El relato continúa describiendo a los hijos de Elí como "impíos" que "no tenían conocimiento de Jehová" y menospreciaban las ofrendas de Jehová (1 Sam 2:12–13). En medio del fracaso de los sacerdotes, Samuel "iba creciendo", y "era acepto delante de Dios y delante de los hombres" (1 Sam 2:26). Elí mismo comienza a perder la vista; a este problema físico lo acompaña la afirmación que "la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia" (1 Sam 3:1). Además Elí se convierte en objeto de la ira divina (1 Sam 3:13–14). Al enterarse de que a sus hijos los mataron y que el arca de Dios había sido capturada por los filisteos Elí cae hacia atrás con la silla, se quiebra el cuello y muere (1 Sam 4:17–18).

La historia de Samuel se ve interrumpida por tres capítulos que los eruditos identifican típicamente como "el relato del arca" (1 Sam 4:1–7:1). No se menciona a Samuel en ninguna parte en este relato. En una batalla los filisteos, capturan el arca—la manifestación visible de la presencia divina—y la llevan prisionera (1 Sam 4). Los filisteos colocan el arca en el templo de Dagón, uno de sus dioses. Por la mañana descubren que el ídolo está boca abajo frente al arca. Después de volver a colocar la estatua en su lugar, se despiertan la mañana siguiente para descubrir que nuevamente la estatua estaba boca abajo; solo que esta vez la cabeza y las manos estaban seccionadas del resto de la estatua (1 Sam 5:1–5). La presencia del arca resulta desastrosa; los filisteos comienzan a tener tumores. Entonces resuelvan trasladar el arca a otro lugar de Filistea, esta vez a Gat, con el mismo resultado. Luego de esto transportan el arca a Ecrón, donde tiene el mismo efecto. Después de tener el arca durante siete meses, los filisteos les devuelven el arca a los israelitas (1 Sam 6).

La elección y el rechazo de Saúl (1 Sam 8–15). El pueblo comenzó a pedir un rey; querían ser "como todas las naciones". Esta fue una respuesta al liderazgo corrupto de los hijos de Samuel (1 Sam 8:1–5) a la vez que el deseo de tener un rey que luche por ellos contra las amenazas de los enemigos (1 Sam 8:20). Primero, Samuel trata de disuadir al pueblo señalando que con frecuencia los reyes explotan a su pueblo. Pero no lo escuchan y finalmente Dios acepta darles un rey (1 Sam 8:6–9). Entonces ungen a Saúl en secreto como primer rey de Israel, quien defiende exitosamente al pueblo de la oposición militar de los amonitas (1 Sam 9–10). Samuel entonces deja su puesto de juez y estimula al pueblo a mantener la devoción y la fidelidad a Yavé (1 Sam 12).

Pero la suerte de Saúl cambia rápidamente, y Samuel rechaza el reinado de Saúl en un episodio en 1 Sam 13–14, debido a que Saúl ofrece por su cuenta un sacrificio en preparación para una batalla con los filisteos. Sin embargo, la principal acusación contra el reino de Saúl viene de Dios mismo en 1 Sam 15, cuando Saúl se niega a adherirse y a cumplir la práctica requerida del herem ("la prohibición"). Es decir, no destruyó completamente los despojos de los amalecitas a quienes había derrotado ni tampoco le dio muerte a Agag, el rey amalecita. Esta desobediencia causó que Yavé rechazara a Saúl como rey.

Surgimiento y reinado de David (1 Sam 16–28). David es importante tanto en el primer libro de Samuel como en el segundo, pero no aparece hasta 1 Sam 16. Samuel lo unge secretamente como futuro rey, y David va a la corte de Saúl como músico (1 Sam 16). A medida que David asciende, Saúl declina. David derrota al gigante Goliat (1 Sam 17), se hace amigo del hijo de Saúl, Jonatán, y se casa con Mical, la hija menor de Saúl (1 Sam 18). Los propios hijos de Saúl le vuelven la espalda a su padre, ayudando y protegiendo a David en contra de los crecientes celos de Saúl y de sus intenciones de asesinarlo. David se ve forzado a huir y a esconderse con el pueblo de Judá. Saúl persigue a David, sin embargo David le perdona la vida dos veces en estas interacciones. El resto de 1 Samuel está lleno de diversas batallas, y el libro termina con el suicidio de Saúl en la batalla con los amalecitas. En esa batalla también mueren tres de sus hijos, incluyendo Jonatán (1 Sam 31:1–13). Un amalecita viene a David atribuyéndose la muerte de Saúl. David mata al mensajero amalecita y entona un lamento por Saúl y por su querido amigo Jonatán (2 Sam 1).

Con la muerte de Saúl, ungen a David como rey oficial y públicamente en Hebrón. El hijo de Saúl, Is-boset ("hombre de vergüenza") se convierte en rey en el norte (2 Sam 2). Finalmente dos de sus capitanes asesinan a Is-boset, a quienes luego David mata cuando le piden recompensa por su acción (2 Sam 4). No queda ninguna amenaza potencial contra el reinado de David; Mefi-boset, el hijo de Jonatán y nieto de Saúl, no es una amenaza, y más adelante David lo invita para que sirva en su propia corte. David también toma el control del norte, Israel. Establece su capital en Jerusalén, y traslada el arca allí (2 Sam 5–6).

En 2 Sam 7, David propone construir un templo para Yavé y para alojar el arca. Yavé rechaza la propuesta, pero no por enemistad con David. En lugar de ello le hace una promesa: El pacto davídico. Dios le promete a David paz política, y también el establecimiento de una dinastía davídica, en la cual siempre habrá un heredero davídico en el trono (2 Sam 7:10–11a; 2 Sam 7:11b-6).

Historia de la sucesión del rey David (2 Sam 9–20). 2 Sam 7 y el pacto davídico son un momento decisivo para David, pero los hechos de 2 Sam 11–12 son igualmente decisivos en contra de David. David comete adulterio con la esposa de Urías, uno de sus soldados. Luego ordena que maten a Urías en una batalla. Dios condena el pecado de David y advierte que la propia casa de David se rebelará contra él.

Después de esto, el reino de David comienza a deshacerse. Su casa se ve sacudida por el escándalo: Violación, incesto, asesinato y guerra civil. El primogénito de David, Amnón, viola a su media hermana Tamar. Esto lleva a que Absalón, el hermano de Tamar, asesine a Amnón. Después de varios años en el exilio, Absalón regresa. Pero trama una rebelión contra su padre, y David se ve obligado a huir de Jerusalén (2 Sam 15). La historia de la sucesión termina con varias batallas durante esta guerra civil y con la muerte de Absalón. (2 Sam 18).

Apéndice final (2 Sam 21–24). Los últimos cuatro capítulos de 2 Samuel parecen ser una colección de textos y tradiciones diversas. David entrega siete descendientes de Saúl para que sean empalados por los gabaonitas como pago por los daños causados por Saúl. El capítulo 21 termina con un recuento de las batallas y de las hazañas militares de David (2 Sam 21). 2 Sam 22 es un salmo entonado por David, que hace eco del Sal 18. El capítulo 23 relata "las palabras postreras de David" acompañadas de una lista de los "valientes" de David y sus proezas. El último capítulo de 2 Samuel relata el censo de David en Israel, lo cual genera la ira de Yavé y provoca que envíe una enfermedad que mata 70,000 personas. David busca resarcir su pecado y aplaca la ira de Dios construyendo un altar en la era de Arauna el jebuseo.

Problemas textuales y posibles soluciones

El texto hebreo de 1 y 2 Samuel es uno de los más defectuosos, corruptos y difíciles de toda la Biblia hebrea. Tiene muchos problemas de crítica textual, y el primero de ellos en simplemente determinar el texto con el cual trabajar. También hay diferencias significativas entre las tradiciones de los manuscritos Masoréticos y la Septuaginta (LXX). Hay algunos textos en el TM que están ausentes en la LXX (entre ellos 1 Sam 17:12–31, 55–58; 18:1–5, 10–11, 17–19). La LXX parece apuntar a una texto hebreo diferente; lo cual también sugieren los tres manuscritos hebreos de Samuel hallados en la Cueva IV de Qumrán (4QSama, b, c; ver McCarter, 1 Samuel, 6s).

Composición. Se han hecho muchos intentos por determinar el texto original de Samuel. La mayoría de ellos han tratado de identificar las fuentes narrativas. El mismo tipo de evidencias que hicieron que los intérpretes se preguntaran cómo se había escrito el Pentateuco, se encuentran también en Samuel. Dobletes y tensiones o contradicciones internas sugieren que varios autores en momentos diferentes compusieron 1 y 2 Samuel.

1. Saúl es ungido como rey tres veces (1 Sam 10:1 en secreto; 10:21 y 11:15 públicamente).

2. Samuel rechaza el reinado de Saúl dos veces (1 Sam 13:14; 15:23).

3. Saúl es presentado a David dos veces (1 Sam 16:21; 17:58)

4. Dice que David mató a Goliat (1 Sam 17) pero también dice que lo hizo Elhanán (2 Sam 21:19)

5. David le perdona dos veces la vida a Saúl (1 Sam 24; 26)

Eichhorn observó esa evidencia a fines del siglo XVIII (ver Eichhorn, Einleitung in das alte Testament). Sin embargo, la primera verdadera apreciación de las diferentes fuentes le pertenece a Julius Wellhausen cerca de fines de siglo XIX. Según Wellhausen, 2 Sam 9–20 y 1 Rey 1–2 sobresalen como una unidad literaria diferente e históricamente confiable (Wellhausen, Der Text der Bücher Samuelis untersucht).

Leonhard Rost tomó este énfasis sobre 2 Sam 9–20 y 1 Rey 1–2 y los analizó seriamente. Rost sostenía que esa unidad era la fuente individual más larga en los libros de Samuel; el trabajo de un testigo único que registró esos eventos muy cerca del momento de los hechos mismos, con el propósito de elogiar a Salomón (Rost, The Succession to the Throne of David). Rost identificó otras dos fuentes independientes: El relato del arca (1 Sam 4:1–7:1; 2 Sam 6:1–16) y el relato de las guerras amonitas (2 Sam 10:1–11:1; 12:26–31). También los vio como relatos históricamente confiables escritos cerca del momento de los hechos. Más recientemente se ha sugerido que existe una serie separada de relatos de toda clase en 2 Sam 15–20, antes de la narrativa principal en 2 Sam 9–1 Kings 2 (Flanagan, "Court History of Succession Document?"). La mayoría de los estudiosos consideran que el escenario del relato del arca tiene una integridad narrativa propia y que se insertó en Samuel para legitimar el pedido de un rey por parte del pueblo.

La teoría de Martin Noth de la Historia Deuteronomista (Deut-2 Kgs) provee una perspectiva potencial sobre la historia de la composición de los libros de Samuel. Noth sostenía que la Historia Deuteronomista era una historia unificada que un editor individual reunió durante el exilio (Noth, The Deuteronomistic History). Como la Historia Deuteronomista contiene a Deuteronomio, algunos estudiosos han intentado rastrear algunas de las fuentes del Pentateuco—tradicionalmente J y E—en la historia deuteronomista de los libros de Samuel. No obstante, hay poca evidencia de fuentes continuas o sostenidas que pasen del Pentateuco a 1 y 2 Samuel. Además, el análisis crítico de las fuentes del Pentateuco ahora es muy criticado por estudiosos como Rendtorff (The Problem of the Process of Transmission of the Pentateuch) y Whybray (The Making of the Pentateuch); no está claro si el analizar diferentes fuentes realmente arroja más luz sobre cómo se escribió el Pentateuco. Además, la fuente Elohista tradicionalmente definida ha desaparecido prácticamente, y hay un creciente escepticismo y preguntas acerca de la identidad y la existencia de J (ver más recientemente los ensayos en Dozeman y Schmid, A Farewell to the Yahwist?).

Los enfoques interpretativos arriba mencionados intentan descubrir la base histórica de esos relatos—el texto bíblico es una ventana a las experiencias históricas del antiguo Israel y a algunos de los personajes bíblicos—y aislar las diversas fuentes que formaron 1 y 2 Samuel. Pero no ha surgido ningún consenso de todos esos análisis. En el último cuarto de siglo ha habido enfoques más literarios y de carácter sociológico a los estudios bíblicos. Muchos ahora enfocan la unidad de la forma final del texto y el mundo social que lo subyace. Esta perspectiva más novedosa sigue utilizando elementos del enfoque anterior. Muchos estudios aún se enfocan en las secciones del texto, especialmente en la historia de la sucesión. David Gunn observa conexiones entre la historia de la sucesión y 2 Sam 6–7; algo que el mismo Rost había observado. También afirma que es probable que el propósito de la narrativa sea tan simple como entretenimiento narrativo (Gunn, The Story of King David).

También se ha cuestionado si la historia de la sucesión tiene interés realmente en cuestiones de sucesión, o si en lugar de eso la principal preocupación es el pecado de David con Betsabé, la muerte de Urías, y la evolución de la casa de David (Alter, The David Story, xi). Carlson afirma que el eje central en la historia de David ocurre en 2 Sam 11–12 con el incidente de David, Betsabé y Urías: 2 Sam 1–10 se centra en David bajo la bendición de Dios y 2 Sam 13–24 en David bajo la maldición (Carlson, David, The Chosen King).

Autoría y fecha. La cuestión de la autoría y la fecha—que dependen del asunto incierto de cómo se ensambló el texto—también es incierta. Primero y Segundo Samuel son casi con seguridad una obra compuesta, y el deuteronomista seguramente los editó mucho después de que se hubieron escrito; se desconoce la fecha. No obstante, probablemente se escribió cerca del tiempo en que vivió David, en la primera mitad del siglo 10 a.C. (Alter, The David Story, xii). Gerhard von Rad sugirió que en realidad la corte de Salomón escribió y aprobó el libro; la instrucción del profeta Natán sobre dejar que la construcción del templo la hiciera Salomón parece apoyar esa idea. Como parte de la Historia Deuteronomista, parece más probable que los libros se hayan editado cerca del tiempo de las reformas del rey Josías a fines del siglo séptimo a.C. Posiblemente se editó nuevamente después del exilio en Babilonia durante el siglo sexto a.C.

Rasgos literarios

Primero y Segundo Samuel tienen una forma literaria, un diseño y un argumento altamente intencional, los cuales giran en torno a Samuel, Saúl y David. La narrativa parece artísticamente modelada para unir estos ciclos de personajes diferentes pero superpuestos para formar el compuesto canónico. Dos cantos encuadran toda la narrativa: El Cántico de Ana en 1 Sam 2, y las últimas palabras de David en 2 Sam 23 (Childs, Introduction to the Old Testament as Scripture, 263–80). Este marco pone todo lo que sucede—guerras, disputas familiares, muertes e intrigas—en el contexto de la interacción y la salvación de Yavé (Brueggemann, David's Truth).

Los ciclos. Hay tres ciclos diferentes pero interrelacionados en 1 y 2 Samuel, uno por cada uno de los personajes: Samuel, Saúl y David. El ciclo de Samuel describe al homónimo de los libros en sus tres papeles únicos: Sacerdote, profeta y juez. Samuel es la única figura en toda la Biblia hebrea, aparte de Moisés que cumple esos tres papeles. Samuel funciona como intermediario entre Yavé y el pueblo no solamente como sacerdote sino como profeta y vidente. Es el portavoz de Yavé de múltiples maneras y con la llegada de la monarquía Samuel cumple la función de ungir al rey (o de deponer al rey). El ciclo de Samuel se ve curiosamente interrumpido por el relato del arca (1 Sam 4:1–7:1), en el cual no se menciona a Samuel.

El ciclo de Saúl lo presenta como una figura trágica cuya historia y experiencia del favor de Dios termina tan pronto como comienza (ver Gunn, The Fate of King Saul). Saúl es ungido rey en 1 Sam 10, y en 1 Sam 13:13–14 el reinado ya le ha sido arrancado. Es una figura de transición en el relato, y prepara el escenario para el triunfante David. No obstante, aunque el relato denigra a Saúl por su falta de fe y por su desobediencia, inicialmente parece ser precisamente lo que Israel deseaba como rey. Habían pedido un rey que los librara de los enemigos al comienzo de la crisis de los filisteos y el arca; inmediatamente después que lo designaron rey, Saúl protege exitosamente al pueblo y lo libra de los enemigos. Ya sea que exista un recuerdo histórico genuino detrás de estos textos sobre Saúl o no, parece probable que esta trágica descripción tiene que ver más con la agenda teológica del deuteronomista que con Saúl mismo.

Mientras Primero y Segundo Samuel se enfocan principalmente en David y en los relatos sobre él, no se lo menciona hasta 1 Sam 16. Sin embargo David mismo no es inmune al escándalo, ni su familia inmune a la intriga. Desde su presentación en el texto hasta el momento antes del encuentro con Betsabé, se describe a David en términos admirables con una evaluación brillante en todos los aspectos. Es el rey de Israel por excelencia, el barómetro con el que se juzgan los siguientes reyes. Después que pecó con Betsabé y mandó a asesinar a Urías, David—la viva imagen de la monarquía—se convierte en una figura empañada. Primero y Segundo Samuel es una historia del ascenso y de los fracasos de David como rey. A pesar de que no se lo presenta hasta después de 16 capítulos, esos 16 capítulos sirven como la introducción que prepara el escenario para David y su vida.

Perspectiva y evaluación de la monarquía. Primero y Segundo Samuel contienen textos que defienden y otros que argumentan en contra de la monarquía. Estas dos perspectivas existen en una relación tensa en la forma final del texto. Una de las funciones asignadas a la monarquía es la protección del pueblo (al menos esa es la razón por la cual los pueblos solicitan un rey) y el primer rey, Saúl, parece un éxito adecuado. Pero las circunstancias cambian rápidamente; sin embargo esa no es una crítica a la monarquía en sí, sino solamente a Saúl, el primer rey fracasado (1 Sam 13:14; 15:10, 35). El glorioso ascenso del rey David al trono, junto con la promesa divina de 2 Sam 7, donde Yavé asegura la permanencia de la monarquía davídica, parecería sugerir que la institución en sí misma no es mala, sino que los reyes individualmente lo pueden ser.

Sin embargo, 1–2 Samuel puede leerse como la descripción de la monarquía en términos negativos desde el comienzo mismo. El pueblo pide un rey y Dios se lo concede, pero solo después de comunicarle a Samuel en 1 Sam 8:7 que el pedido de un rey por parte de Israel significaba que rechazaban a Yavé como rey. Samuel le advierte correctamente al pueblo que la monarquía los someterá a abuso y explotación, lo que enfatiza aún más la visión negativa de la institución misma. Esta visión negativa también se muestra en el relato sobre David. Aunque el deuteronomista lo tiene en alta estima, David mismo falla y abusa de su poder como rey. Después del pecado de David con Betsabé y Urías, la eternamente prometida dinastía davídica comienza a verse menos positiva. 2 Sam 11:27–12:1 se relaciona con el desagrado de Yavé ante el abuso de David de su posición real. Mientras que Yavé se mantuvo fiel a su promesa a David, David mismo no fue honesto con Yavé, lo cual aumenta la evaluación negativa de la monarquía.

Robert Polzin hace una lectura profundamente antimonárquica de 1 y 2 Samuel. Sostiene que la totalidad de 1 y 2 Samuel es un mensaje a los que están en el exilio el cual cuestiona toda la institución de la monarquía desde el comienzo mismo. Polzin afirma que 1 Sam 1–7 presenta una prolongada introducción a la historia monárquica de Israel. Esta sección describe negativamente la monarquía por medio de una diversidad de rasgos literarios, como la imagen poco halagadora del rechoncho sacerdote sentado en su "trono" o instalado en su "palacio". Polzin ve a Elí como un símbolo de la figura real, y su descripción como un personaje anciano, débil y ciego revela la visión que 1 y 2 Samuel tienen de la realeza. Los hijos de Elí se describen como "impíos"; una crítica a la sucesión dinástica (1 Sam 2:12; Polzin, Samuel and the Deuteronomist).

Frank Moore Cross ve la tensión entre las evaluaciones positiva y negativa de la monarquía como el resultado de la manera en que se constituyó la forma final de la Historia Deuteronomista. Cross sostiene que hubo dos ediciones de la Historia Deuteronomista; la primera data del tiempo de Josías (siglo séptimo a.C.) y se relacionaba con sus reformas. Esta versión terminó en 2 Rey 23:25 y tenía una visión positiva de la monarquía. La segunda edición tendría su origen en el exilio y es una respuesta teológica a la monarquía. Agrega 2 Rey 23:26–25:30 y otros pasajes en las primeras secciones y transforma la figura de la realeza en una figura negativa (Cross, Canaanite Myth and Hebrew Epic, 274–89). La Historia Deuteronomista termina con la destrucción del templo y con el relato sobre el rey Joaquín de Judea a quien llevan prisionero al exilio. Esto podría mostrar que en la mente del deuteronomista, la monarquía estaba destinada a fallar desde 2 Sam 11–12, donde se relata el pecado de David con Betsabé y su encubrimiento por medio del asesinato. El deuteronomista suministra una evaluación totalmente positiva solamente sobre dos reyes en toda la historia de la monarquía: Ezequías y Josías.

Temas teológicos

Primero y Segundo Samuel destacan una serie de temas teológicos que van más allá de la evaluación de la monarquía. Yavé es un personaje esquivo pero clave en el relato; su voluntad se da a conocer por medio de Samuel y otros profetas. No obstante, los libros de Samuel no presentan una imagen cómoda de Dios; muestran a un Dios que es libre para transgredir los límites humanamente definidos y la moral (percibida). El triste reinado de Saúl parece más bien una broma cruel que un intento honesto de darle un rey al pueblo (ej., la ira de Yavé con Saúl se manifiesta en un espíritu atormentador que tortura a Saúl hasta la demencia; de la misma manera el pueblo actúa con "insensatez" siguiendo a Saúl). El relato también contiene un tema de Génesis: La inescrutabilidad de la elección divina. Yavé elige al menor de los hijos de Isaí, David, tal como Dios ha mostrado preferencia por los menores en Génesis: Abel, Isaac, Jacob y José.

El relato además destaca la singular soberanía de Yavé. La historia del arca muestra este punto; cuando colocan al arca frente a la estatua de Dagón, el ídolo cae boca abajo dos veces y la segunda vez se rompe en pedazos. Solo Dios tiene autoridad para levantar y destruir reyes, porque él es el Rey de reyes. Yavé solo le concede al pueblo el pedido de tener un rey después de explicarle a Samuel que cuando un pueblo pide un rey, significa que rechaza a Yavé como su propio rey. No obstante, Yavé atiende su pedido; la relación entre Yavé y la humanidad no es autoritaria. Yavé toma en serio su relación con la humanidad y honra su voz, incluso si lo rechazan. La monarquía es entonces una suerte de regalo; el acto de gracia de Yavé para proteger a su pueblo, aunque solo le pidieron ese regalo porque dudaron.

Bibliografía

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John E. Anderson


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