Saúl, rey de Israel (שָׁאוּל, sha'ul). Primer rey de Israel (1 Sam 9:1–11:15).
Tres Saúles
Hay tres hombres llamados Saúl en la Biblia: Saúl, el primer rey de Israel; Saúl, un rey de Edom (Gén 36:37–38; 1 Crón 1:48–49); y Saulo de Tarso (Hech 9), quien se convirtió en el apóstol Pablo (Hech 9, 13). "Saúl" (שָׁאוּל, sha'ul) significa "[el que fue] pedido" pero el significado del nombre no se tiene en cuenta en la descripción de estos hombres.
Saúl fue el primer rey de Israel (alrededor del 1010–970 a.C.). Era el hijo Cis, un hombre rico de la tribu de Benjamín, y era alto y bien parecido (1 Sam 9:1–3). Dios lo eligió para que fuera rey por medio de Samuel y la suerte divina (1 Sam 9–10) y lo reconfirmaron como rey después de una batalla exitosa contra los amonitas en Gilgal (1 Sam 11:14–15). Su actividad clave como rey fue luchar contra los filisteos y los amalecitas (1 Sam 13–15).
Saúl fue un fiel devoto de Dios. Instruyó a los israelitas correctamente en los aspectos del ritual para adorar a Dios (ej., 1 Sam 14:32–34)—una forma que evocaba las leyes mosaicas (Lev 17:10–16; Deut 12:16–25)—construyó altares para adorar a Dios (1 Sam 14:35), y echó de la tierra a los encantadores y adivinos (1 Sam 28:3).
Como resultado de haber tomado una vez el papel de sacerdote (1 Sam 13:8–9) y de haber desobedecido las instrucciones de Samuel de destruir completamente a los amalecitas con todo su ganado (1 Sam 15:3, 9), Dios rechazó a Saúl como rey (1 Sam 13:10–14; 15:10–29) a favor de David (1 Sam 16). Cuando Samuel unge a David como futuro rey, el enfoque de 1 Samuel cambia para presentar a Saúl como un perseguidor de David, quien desea asesinar a David y establecer su propia dinastía (1 Sam 18–27) a pesar de las palabras de Dios sobre que eso nunca ocurriría. Saúl muere en una batalla junto con sus hijos, abandonado por Dios (1 Sam 28, 31).
Después de su muerte, Saúl se desvanece rápidamente del registro del Antiguo Testamento. Se lo menciona únicamente en relación con el trato de David hacia sus descendientes en 2 Samuel: La lucha contra Is-boset, hijo y sucesor de Saúl (2 Sam 2–4); el favor para con Mefi-boset, el hijo de Jonatán y heredero natural de Saúl (2 Sam 9, 19); y la entrega de otros descendientes de Saúl para que sean ahorcados como expiación por un pecado de Saúl que no se relata en 1 Samuel (2 Sam 21:1–14). También se menciona a Saúl como el enemigo de David en los títulos de los Sal 18, 52, 54, 57, 59; y los israelitas posteriores recordaron a Gabaa como hogar y capital de Saúl (Isa 10:29; ver 1 Sam 10:26). Su gobierno se menciona brevemente en el resumen de la historia de Israel que hace Esteban en Hech 7.
Saúl: Fe y fracaso
Por una parte Saúl fue un fiel devoto a Dios, pero por otra lo desobedeció; elegido por Dios, pero rechazado por él. Al comienzo de su reinado lo marcó la controversia, por una parte Samuel y Dios se oponían al pedido de Israel de tener un rey (1 Sam 8, 12), y sin embargo Dios le concede el pedido a Israel mediante la elección de Saúl (1 Sam 9–11). El final de su reinado lo encuentra trágicamente abandonado por Dios y reducido a consultar a una adivina en un intento por encontrar guía (1 Sam 28).
No es claro el motivo por el cual Dios abandonó a Saúl una vez que fue rey: David, su sucesor, también cometió grandes pecados: Adulterio y asesinato (2 Sam 11–12). Sin embargo Dios no rechazó a David. Una posible explicación proviene del tema de Josué-2 Reyes (la así llamada Historia deuteronomista): La fidelidad (o falta de la misma) hacia el pacto determina la respuesta de Dios a Israel. Este motivo también se aplica a los individuos; por ejemplo, en el énfasis de Dios en la obediencia cuando restablece el pacto davídico con Salomón (1 Rey 3, 9, 11). Saúl falló en las responsabilidades del pacto en dos áreas claves:
• Saúl no respetó la santidad trascendente de Dios (a pesar de su preocupación por la santidad ritual), usurpó el papel de sacerdote (1 Sam 13:8–14); y
• Saúl no respetó la santidad moral de Dios; desobedeció un mandato claro de Dios (1 Sam 15).
David, en contraste, respetó ambos aspectos de la santidad de Dios. Nunca tomó el papel de sacerdote, y no desobedeció una instrucción clara de Dios.
El castigo de Saúl tiene un paralelo con Elí (1 Sam 1–4). Elí, el sumo sacerdote, pecó contra Dios cuando no disciplinó a sus hijos que no respetaban el ritual del tabernáculo (2 Sam 2:12–17) y cometían inmoralidades con las mujeres que servían en el tabernáculo (2 Sam 2:22). El castigo de Elí fue la pérdida del sumo sacerdocio hereditario; un claro paralelo con la pérdida del establecimiento de la dinastía de Saúl. El mismo tema aparece en Núm 20:12, donde Dios castiga a Moisés (quien pierde el derecho a entrar a la tierra prometida) por un acto de desobediencia contra una instrucción clara de Dios.
La investigación sobre Saúl
Saúl y 1–2 Samuel. Un aspecto de la investigación sobre Saúl enfoca la naturaleza de 1–2 Samuel como literatura, junto con Jueces-2 Reyes (la "Historia deuteronomista"). En general se ve 1–2 Samuel como propaganda para defender el reinado de David. Este enfoque normalmente afirma que David se valió del asesinato y la intriga para obtener y retener el trono, siendo Saúl y su heredero Is-boset víctimas de la ambición de David (ver 2 Sam 4 por el asesinato de Is-boset y 2 Sam 3 por el asesinato de Abner, el jefe del ejército de Saúl, por Joab; VanderKam, "Davidic Complicity", 521–39; Lemche, "David's Rise", 2–15; Halpern, David's Secret Demons; Steussy, David: Biblical Portraits of Power; Isser, Sword of Goliath). En línea con estas lecturas sobre David, se interpreta a Saúl como un héroe trágico (Edelman, King Saul; Sanford, King Saul). V. P. Long, quien afirma que Saúl no fue víctima de la propaganda davídica ni deuteronomista está contra este punto de vista (Long, Reign and Rejection).
El enfoque de Primero Samuel sobre David ha generado que se considere buena parte, sino todo, 1 Sam 8–31 como ficticio, escrito mucho después por personas asociadas a la escuela deuteronomista (Blenkinsopp, "Did Saul", 1–7); 1–2 Samuel contenía material que la gente de un período muy posterior sencillamente no podía conocer. C. Schäfer-Lichtenberger pone la atención en el testimonio de 1–2 Samuel sobre la administración de Saúl y de David, y sostiene que es diferente de la de los siguientes reyes (Schäfer-Lichtenberger, "Sociological", 78–105). Z. Kallai afirma que las batallas de Saúl representan circunstancias reales (Kallai, "Wars of Saul", 134–44). Moshe Garsiel señala que los judaítas posteriores no podrían haber viajado al reino de Israel del norte luego que los asirios lo destruyeron en el 722 a.C. (Garsiel, "Samuel").
La visión de que la contradicción entre la designación de Saúl y el disgusto de Samuel por la monarquía y el contraste entre la visión positiva (1 Sam 9–10, 13–14) y negativa de la persona de Saúl (1 Sam 12, 15), son el resultado de un trabajo de edición posterior, se relaciona con la naturaleza de 1 Samuel como literatura (Jobling, "Saul's Fall", 367–76; Rudman, "Commissioning Stories", 519–30). Miller y Hayes, por ejemplo, afirman que la descripción positiva de Saúl viene de una fuente mientras que la negativa viene de otra (Miller y Hayes, History, 126–29). 1 Sam 8–15 se puede usar para negar que Saúl fracasó como rey (Brooks, Saul, capítulo 3). Aunque Primero Samuel es una "apología real para David" también describe a Saúl con justicia (Provan, Long y Longman, Biblical History, 214).
La naturaleza del reinado de Saúl. El segundo aspecto que enfoca la investigación es el surgimiento de Israel como un pueblo perceptible en los registros arqueológicos. El reino de Saúl generalmente se describe como semejante a un cacicazgo (Frick, Formation; Na'aman, "Contribution", 17–27; Miller y Hayes, History, 135–43):
• Una administración muy pequeña con puestos claves entre la familia o entre los partidarios leales (1 Sam 14:49–51)
• Mínima actividad constructora
• Un ejército permanente pequeño (1 Sam 14:52)
Esta interpretación del reinado de Saúl se apoya en dos factores:
• La evidencia arqueológica, que muestra que en los siglos once y diez a.C. existían pocas ciudades habitadas, pero hubo un aumento de asentamientos de aldeas en las tierras altas israelitas (Brooks, Saul and the Monarchy, 41–67; Faust, "Abandonment", 147–61; Herr, "Iron Age II", 120–32).
• Los estudios antropológicos de las estructuras de liderazgo en las sociedades tradicionales en el mundo actual (Flanagan, "Chiefs", 47–73).
Raz Kletter sostiene que los modelos antropológicos que se usan son muy simplistas, y Daniel Master afirma que la comprensión moderna de la figura de un "rey" no se puede aplicar a las sociedades antiguas del Levante; por lo tanto el debate "rey versus jefe" es un debate falso (Kletter, "Chronology", 13–21; Master, "State Formation Theory", 117–31). Master también llega a la conclusión de que el reinado de base familiar continúo siendo la forma predominante de organización social en el antiguo Israel. Niels Lemche sostiene que el reinado israelita, junto con el reinado en el Cercano Oriente antiguo más amplio, evolucionó a partir de (y se mantuvo como) estructuras en base al parentesco (Lemche, "From Patronage", 106–20). En otras palabras, no hay diferencia fundamental entre el reinado de Saúl y los posteriores reinados israelitas, incluso si el reinado de Saúl no estuvo centrado en alguna ciudad, como lo fueron los de David o de los anteriores cananeos. Textos del tipo de 2 Sam 8:15–18; 1 Rey 4:1–19; y 2 Crón 11:23 muestran la práctica continuada de mantener el poder dentro de la familia real, o entre personas vinculadas por matrimonio a la familia real.
Bibliografía
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