martes, 9 de agosto de 2016

SALMOS

Salmos, Libro de los Colección de oraciones e himnos del Antiguo Testamento.

Introducción

El libro de los Salmos tiene un alcance más amplio que cualquier otro libro de la Biblia. Su tradición y su historia literaria abarcan desde el período Premonárquico hasta gran parte del período del Segundo Templo. Representa círculos nacionales tan variados como los reinos de Israel del norte y de Judá del sur, y círculos sociales como la corte real, el templo sacerdotal y los escenarios rurales de las tribus de Israel. Sus géneros literarios van desde los cantos de victoria premonárquicos hasta los acrósticos literarios posexílicos.

¿Qué es un salmo?

Para lograr una comprensión de los salmos, es importante entender cómo funcionaban originalmente los salmos en el antiguo Israel. Las observaciones generales sobre cómo debían interpretarse y utilizarse estos poemas antiguos en la adoración incluyen:

1. A diferencia de las oraciones espontáneas en prosa que encontramos en otra narrativa bíblica (ver Miller, They Cried to the Lord, Apéndice 1), los salmos son composiciones poéticas firmemente entretejidas. Incluso los salmos de oración que expresan las aflicciones de la vida y la muerte (como los Sal 13 y 22) presentan intrincados ecos y estructuras literarias. Aunque sus alusiones al canto implican la actividad oral, su redacción compleja implica que los salmos eran composiciones literarias, no exclamaciones espontáneas y pasajeras de clamor o de alabanza.

2. Las identidades de "yo", "nosotros" y "ellos" son abiertas. A diferencia de las narrativas de la historia bíblica y de los oráculos poéticos de los profetas, los adversarios del orador se identifican rara veces en los salmos. Más aún, las circunstancias que se reflejan en los salmos se describen con una diversidad de imágenes impresionistas. Las figuras aplicadas a los adversarios en el Sal 35, por ejemplo, son metáforas de una variedad de esferas sociales. La naturaleza genérica de los salmos se pone en evidencia cuando se los compara con la endecha poética de David en 2 Sam 1, la cual nombra a sus sujetos (Saúl y Jonatán), a sus enemigos (los filisteos), a la ubicación (monte Gilboa) y a las circunstancias de la batalla. El lenguaje abierto de los salmos implica que se escribieron para ocasiones típicas, recurrentes en la vida del pueblo de Dios.

3. La mayoría de los salmos siguen patrones literarios regulares, como se ve en los géneros de los salmos descriptos abajo. Esto muestra que los acuerdos tradicionales de expresión poética prevalecían sobre la inspiración individual, propia del "verso libre".

4. Muchos salmos contienen alusiones rituales y litúrgicas. La mayoría de los himnos comienzan con imperativos en plural que hacen las veces de "llamado a la adoración" a la congregación (tal como, "Halelu-Ya", que significa "Alaben a Yavé"). Los cambios de destinatario (de dirigirse a Dios directamente como "tú", a dirigirse a "él" en tercera persona) y de orador (lo cual se evidencia, por ej., en un formato de preguntas y respuestas) sugieren un escenario congregacional. Muchos salmos se refieren al templo en el monte Sion, a procesiones rituales (ej., Sal 24 y 68) y a sacrificios que acompañaban la representación del salmo. Las alusiones a las liras y a otros instrumentos musicales implican ejecución musical.

Estas observaciones confirman que los salmos no eran versos libres, espontáneos, escritos para ocasiones singulares, sino liturgias cuidadosamente armadas escritas para necesidades humanas típicas y recurrentes y para los servicios de adoración. Los salmos conformaban un antiguo libro de oración e himnario. Así como El libro de oración común contiene liturgias regulares en las cuales participan todos los fieles a lo largo del año litúrgico, tales como la Oración de la Mañana, la Cena del Señor, el Domingo de Pascua, el libro de los Salmos contiene liturgias, tales como los himnos y los Cantos a Sion, que se utilizaban en festivales anuales de peregrinaje, tales como la Pascua, la Fiesta de las Semanas, y de los Tabernáculos.

Así como el libro de oración contiene oraciones especiales y acción de gracias por grupos y necesidades particulares (como los gobiernos, las escuelas, los desempleados y los enfermos), también el libro de los Salmos contiene Salmos Reales, reservados para la coronación del rey y salmos de oración para las necesidades de las personas a medida que estas surgen. Las oraciones individuales posiblemente se invocaban en ceremonias locales, privadas e incluso al lado de la cama del enfermo.

La mayoría de los salmos eran originalmente oraciones establecidas, destinadas a guiar a los fieles en la articulación de sus lamentos de angustia o en sus celebraciones por la bondad y el poder de Dios. Esto significa que sería inapropiado leerlos simplemente como poemas autobiográficos que expresan los sentimientos de los compositores. Más bien, están destinados a ayudar a los fieles a experimentar a Dios durante los tiempos de prueba o de adoración. Como oraciones establecidas, los salmos ponen palabras en boca de los fieles, animándolos así a reflexionar sobre Dios y a incorporar una saludable dependencia de Dios y un reconocimiento de él. Por lo tanto, implícitamente tienen funciones educativas y modificadoras de la conducta. Como los salmos se forjaron a lo largo de generaciones de personas que vivían con Dios, son profundamente personales, no en el sentido de expresar las experiencias individuales, sino de evocar las experiencias que debieran caracterizar al pueblo de Dios.

A lo largo de la historia bíblica, los salmos se fueron transformando para ajustarse a una diversidad de funciones:

Liturgias

Literatura de meditación

Oraciones "davídicas" (ver recuadro, "David y los sobrescritos de los salmos")

Profecías (especialmente los salmos reales)

La historia de los Salmos y sus tradiciones

Los géneros de himnos poéticos y oración eran antiguos incluso antes de que se compusiera el primer salmo bíblico, como se evidencia por su larga historia en Egipto y Mesopotamia. Enḫeduanna, la hija de Sargón, rey de Acadia (ca. 2300 a.C.), quien además era sacerdotisa, había compilado 42 himnos del templo de Sumeria y Acadia (ver Sparks, "Hymns, Prayers, and Laments", 86). El recurso de los paralelismos poéticos tiene testimonios en Egipto 1000 años antes de que apareciera en Israel. El intento de fechar los salmos individualmente es problemático. Los salmos son genéricos, y por lo tanto evitan intencionalmente quedar atados a hechos o experiencias particulares. Las claves dentro de un salmo particular pueden identificarlo con tres períodos generales de la historia del Antiguo Testamento:

1. Preexílico

2. Exílico

3. Posexílico

Poemas hebreos premonárquicos. Es posible que los textos más antiguos de la Biblia hebrea sean antiguos poemas que se encuentran fuera del Salterio.

Dos son bendiciones tribales:

1. La bendición de Jacob (Gén 49)

2. La bendición de Moisés (Deut 33)

Dos son cánticos de victoria:

1. El Cántico de Moisés y de María (Éxo 15)

2. El Cántico de Débora (Jue 5)

Otros poemas antiguos son:

La Canción del Arca (Núm 10:35–36)

La canción en el "Libro de las batallas de Jehová" (Núm 21:14)

Los cuatro oráculos de Balaam (Núm 23–24)—posiblemente premonárquico o de comienzos de la monarquía

El cántico de Moisés (Deut 32)—posiblemente premonárquico o de comienzos de la monarquía

El "Libro de Jaser" contenía poemas que por lo menos eran de comienzos de la monarquía. (Jos 10:12–13; 2 Sam 1:17–27)

Salmos del Primer Templo. Las siguientes secciones identifican salmos que son evidentemente preexílicos:

Alusiones a un rey de Israel/Judá (en particular los Salmos Reales)

Alusiones a los ejércitos de Israel/Judá

Los cánticos de Sion que hablan de su inviolabilidad

Alusiones al arca del pacto con los querubines como símbolo visible el cual se usaba en procesiones rituales.

Muchos salmos parecen basarse en la tradición anterior del reinado cósmico divino. Esta tradición incluía el simbolismo del arca con los querubines, un objeto preexílico que simbolizaba el trono-carroza y el estrado de Yavé. La mayoría de los salmos de oración individual posiblemente eran preexílicos; algunas oraciones individuales contienen inserciones posteriores de tradiciones grupales, posiblemente agregadas en los períodos exílico y posexílico. Otros salmos probablemente se originaron en el período del Primer Templo, pero carecen de claves históricas particulares, y no se pueden fechar con facilidad.

Salmos que aluden al arca del pacto con querubines. El símbolo más sagrado asociado con la presencia de Dios era el arca con los querubines. Los querubines, cuyas alas extendidas hacia adentro se tocaban entre sí, simbolizaban el trono en el cual Yavé se sentaba en forma invisible (Sal 80:1; 99:1). Como seres alados, también podían simbolizar la "carroza" de Yavé, en la cual recorría los cielos y las nubes (Sal 18:10; 104:3; 1 Crón 28:18). Bajo el trono de querubines, el arca simbolizaba el "estrado" de Yavé (Sal 132:7–8; 99:5; 1 Crón 28:2).

La procesión ritual visible para los fieles en el Sal 68:24–27 se iniciaba con la "Canción del Arca" (Núm 10:35)—la cual se repetía en el verso de apertura del salmo—y llegaba al punto culminante cuando el arca "viene de Sinaí" y entra al santuario (Sal 68:17–18, 24). Este "ascenso" procesional del "trono" simbólico de Yavé en medio de la congregación que "aclama" se repite también en el Sal 47, el cual comienza con imperativos para que la congregación aplauda y grite con júbilo Sal 47:1 y más tarde afirma que "subió Dios con júbilo" (Sal 47:5, 9; comparar Jos 6:5, 20; 1 Sam 4:5; 2 Sam 6:15). De manera similar, en el Sal 89:13–17, el "trono" simbólico de Yavé guía a su pueblo en procesión "aclamando". El Sal 24 describe la entrada del "Rey de gloria" por las puertas a su monte santo, su presencia se simbolizaba posiblemente por medio del arca con los querubines, sobre la cual "Jehová de los ejércitos" posaba entronizado en forma invisible (ver 1 Sam 4:4; 2 Sam 6:2).

La principal tradición que subyace a la descripción de Yavé en estos salmos es la de un reinado cósmico divino. En el Sal 68 el que "cabalga sobre los cielos" (Sal 68:4) y "desde los cielos de los cielos", brama con su "poderosa voz" (Sal 68:33–34) y provee la lluvia (Sal 68:8–9). Hay versículos que preceden a la descripción de la procesión del trono de Yavé en el Sal 89, los cuales afirman que Yavé es incomparable en el concilio real entre los seres divinos (lit. "hijos de los dioses" comparar Sal 29:1), gobierna el mar, y aplasta al monstruo marino Rahab estableciendo así el orden del mundo. En el Sal 24, la tierra le pertenece al Señor, quien se diferencia de otros que la reclaman, porque él la fundó sobre "los mares" y la afirmó sobre "los ríos". Como resultado, "Jehová de los ejércitos" entrará por las puertas como "Rey de gloria".

Varios otros salmos comparten esta constelación de temas en los cuales se describe a Yavé como el Dios de los cielos y de la tormenta, quien prevalece sobre las aguas de los mares y de los ríos (también se traduce como "diluvios"). Por lo tanto se lo aclama como "rey" cuyo templo/palacio (הֵיכָל, heikhal) se sitúa en el monte santo (Sal 29; 74; 93; 97; 104).

Este argumento no se parece al histórico que nos es familiar del Pentateuco, donde el Dios de Abraham sacó a Israel de Egipto y lo llevó a su monte santo en el Sinaí. Allí es donde reveló su pacto y la ley, y luego guió a su pueblo por el desierto hasta la tierra prometida. Pero este argumento cósmico es común en el Cercano Oriente antiguo, particularmente en el mito de Baal del Mediterráneo oriental (KTU 1.2.4.7–32; 1.4.6.16–38) y en el Enuma Elish de la Mesopotamia (4.31–134; 5.85–88, 117–124). El Sal 29 contiene expresiones que son más propias del mundo cananeo que de Israel, incluyendo:

Los "hijos de los poderosos" Sal 29:1

El par geográfico Líbano y Sirión

Las siete veces de la voz de trueno que derrama llamas de fuego

La frecuente aliteración con las consonantes de Ba'al

Los salmistas bíblicos probablemente hablaron a través del idioma cultural semítico de su época para aclamar a Yavé como el verdadero rey divino, quien derrota las fuerzas del caos y establece el "orden correcto" (צדק, tsdq; צדקה, tsdqh). No obstante extendieron ese idioma de manera reveladora. Por ejemplo el Sal 29, después de encomiar a la voz fuerte, que sacude la tierra, del rey cósmico, termina con una solicitud o incluso aseveración que es exclusivamente yavista: "El Señor dará fuerza a su pueblo, el Señor bendecirá a su pueblo con paz" (LBLA). Este poder aparentemente casual desplegado en una violenta tempestad ahora debe canalizarse especialmente hacia su pueblo para su bienestar.

Los cánticos de Sion. Los cánticos de Sion son una extensión de la tradición del reinado divino. Conmemoran el monte santo del Dios de los cielos (Sal 76:2, 8) quien emite su voz atronadora (Sal 46:6). En efecto, el monte Sion se compara explícitamente con "los lados del norte" (Sal 48:1–2), lo cual era el monte santo de Baal al norte, en la actual Siria (KTU 1.3.3.28–31). Otro cántico de Sion describe "un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo" (Sal 46:4) en términos que evocan "el monte de El", el cual se encuentra en "las fuentes de los ríos, entre las vertientes de las profundidades" (KTU 1.4.4.20–23).

Salmos Reales. En los salmos reales, la tradición fundamental que legitimaba el gobierno davídico es el oráculo dinástico (Sal 89:19–37). Sin embargo, incluso allí, el reinado político de David se declara en términos del reinado cósmico de Yavé, loado en el Sal 89:5–18. De manera similar en el Sal 2, la fuente para el oráculo profético, "yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte", se identifica como "el que mora en los cielos". En los salmos reales referidos a batallas, la ayuda salvadora de Yavé viene de "Sion" (Sal 20:2) y "desde su santo cielo" (Sal 20:6). La salvación del Rey se basa en una teofanía del Dios de los cielos, quien "cabalgó sobre un querubín, y voló" (Sal 18:7–15).

Salmos que aluden a los ejércitos de Israel. Estos salmos se basan en tradiciones que se hallan principalmente en las antiguas canciones de victoria, no en el Pentateuco. En el Sal 44, Israel claramente tiene "ejércitos" que son derrotados en la batalla, un rasgo que limita su origen al período preexílico. Invoca explícitamente la memoria histórica de la conquista de Canaán (Sal 44:1–3). Pero mucha de la terminología repite el antiguo Cántico de Moisés y de María, donde la acción de Dios eclipsa todo el esfuerzo de los hebreos (Éxo 15:6, 9, 12, 16–17).

Sal 80, que se refiere al trono de querubines de Yavé y al rey de Israel, describe una derrota en batalla en la figura de un jabalí del monte que se alimenta de una viña desprotegida que Yavé "sacó" (NTV) de Egipto y "plantó" en la tierra. Esta figura del éxodo y la conquista es diferente de la narrativa del Pentateuco, pero probablemente combina imágenes pastorales de la bendición de Jacob a "José" (Gén 49:22–26) y del Cántico de Moisés y de María (Éxo 15). Mientras el Pastor divino pastorea a "José" en la invocación de apertura del Salmo, también a Dios se llama Pastor (Gén 49:24) y "pastorea" a su pueblo para guiarlo al redil sagrado (Éxo 15:13). Así como José se asemeja a una rama fructífera cuyos vástagos se extienden (Gén 49:22), también el pueblo de Dios se asocia a una viña "plantada" (Éxo 15:17) que extendió sus vástagos hasta el mar Sal 80.

Oraciones individuales. Los salmos de oración individual carecen de alusiones a las tradiciones colectivas que son evidentes en otros salmos. Reflejan una devoción más simple, la cual se expresa en su título divino favorito: "Mi Dios". La afirmación de tener una deidad personal protectora no es exclusiva del antiguo Israel (ver por ej., "Prayer of Kantuzilis", ANET, 400–01, y "Man and his God", ANET, 589–91). Pero lo que es excepcional en estos salmos bíblicos es que la deidad personal protectora israelita no es otro que Yavé, el Altísimo quien no tiene comparación con ningún otro ser espiritual. La esencia de esta tradición es que "mi Dios" responde cuando se lo invoca (ver esp. Sal 22:1–2, 9–10; 38:15; 140:6). Este epíteto aparece en conexión inmediata con el suplicante que llama, confía o alaba. La obligación de "mi Dios" es responder con liberación, especialmente de la muerte prematura.

Resumen. Esos salmos litúrgicos servían de cantos que guiaban la oración y la adoración. Su interés radica en promover un encuentro y en tener una experiencia con lo trascendente. Y por lo tanto como poesía, involucran la imaginación. En el templo-palacio de Yavé la metáfora más dispuesta es la de Yavé como rey divino. Cuando los salmos preexílicos evocan tradiciones históricas anteriores, generalmente se las encuentra en los antiguos poemas del Cántico de Moisés y de María (Éxo 15), el Cántico de Moisés (Deut 32), la Bendición de Moisés (Deut 33), y el Cántico de Débora (Jue 5).

Pese a que el salmodio preexílico describe a Yavé a través del idioma semítico más amplio del Dios de los cielos, lo aplica y desarrolla significativamente en dos contextos diferentes:

1. La teofanía de Yavé se incorpora a una "acción de gracias" por salvar al pueblo en contextos militares (Sal 18; 68). A diferencia de Baal, Yavé tiene "su pueblo", a favor del cual interviene (particularmente el Sal 29:11).

2. La aparición del Dios de los cielos es para vencer a los malvados y establecer la justicia en los contextos legales y morales (Sal 50; 97; comparar Sal 68).

En Israel, el rey cósmico establece el "orden justo" tanto en la naturaleza como en la sociedad humana. La actividad salvadora de Yavé, por medio de la cual "endereza" todas las cosas, se extiende a los ámbitos de la justicia y de la historia humana.

Salmos exílicos y la formación de la Torá. A pesar de la destrucción del templo, el pueblo de Dios seguía reuniéndose para la oración en el período exílico (comparar Zac 7:3; 8:19). Los salmos exílicos evocan algunas de las mismas tradiciones que los salmos preexílicos. Los Sal 74 y 79 lamentan la destrucción del templo de Jerusalén. Algunas de sus expresiones recuerdan el Cántico de Moisés y de María (ej., comparar 74:2 y Éxo 15:13, 17). El segmento hímnico que forma la base del pedido de auxilio del Sal 74, no recuerda al éxodo en particular, sino a la tradición cósmica de la victoria del rey divino sobre el "mar" y "Leviatán" en el acto de la creación primigenia (comparar 74:12–17 y KTU 1.5:1:1–4, donde dice que Baal derrotó a Litán, y KTU 1.3.3.38–42, donde Anat afirma haber vencido a la serpiente).

Los salmos de oración individual no incorporan tradiciones nacionales hasta los períodos exílicos y posexílicos. Como se ha observado, los salmos de oración individual preexílicos sencillamente apelan a la tradición: "Mi Dios" responde cuando se lo invoca. Aunque las tradiciones y preocupaciones corporativas como Sion y el éxodo, aparecen en las oraciones individuales más extensas de los Sal 22, 51, 69, 77 y 102, se los encuentra en secciones discretas dentro de ellos. Estos salmos—en su forma final, editada—muestran una afinidad particular con el período exílico o comienzos del posexílico. Como las tradiciones corporativas en estas oraciones individuales parecen ser inserciones posteriores, es posible que algunas oraciones individuales anteriores preexílicas se utilizaran como vehículo para el lamento de las comunidades en el período exílico: Para los exilados en Babilonia y para los que habían quedado en Palestina. Un ejemplo claro de este fenómeno es Lam 3, que llora la destrucción de Jerusalén utilizando la forma literaria del lamento individual.

La invasión babilónica del 587/6 a.C. trajo un abrupto final a la adoración en el templo y a la función de los salmos. Pero el hecho de que los salmos utilizados en el templo salomónico se retuvieron en la Biblia da testimonio de que se "rescataron" en los rollos y se llevaron al exilio. Los salmos pasaron de la liturgia a la literatura. Este evento marca un giro decisivo en la religión de Israel, donde la publicación de su fe comienza a pasar del templo a la Torá. El espacio sagrado comienza a dar lugar a los rollos sagrados. Los símbolos y rituales del templo retroceden, mientras que la Palabra va ocupando el centro del escenario. La evolución se evidencia en los "salmos de la Torá" posexílicos y en la formación del "libro de los Salmos" que se analiza abajo.

Durante el período preexílico, los salmos—como piezas de liturgia que se cantaban en las fiestas de los peregrinos—eran el medio principal para "publicar" las tradiciones de fe del pueblo de Yavé. La noción de Escrituras es anacrónica al período del Antiguo Testamento mismo. Cuando se leían públicamente los rollos sagrados, la audiencia desconocía su contenido.

En Éxo 24:3–7, Moisés le leyó las "palabras" (Éxo 20:1) y los "juicios" (Éxo 21:1) del "libro del pacto" (Éxo 20–23) a la generación del éxodo en el monte Sinaí.

Unos 600 años más tarde, un sumo sacerdote descubrió "el libro de la ley"—probablemente una primera edición del libro de Deuteronomio—escondido entre los archivos del templo. Ante su lectura en voz alta el rey Josías se rasgó las vestiduras al comprender lo mucho que el pueblo de Dios se había alejado de su enseñanza.

Más de 160 años más tarde y después del exilio, el escriba Esdras leyó "el libro de la ley de Moisés"—posiblemente alguna forma del Pentateuco—en Neh 8 y en respuesta el pueblo lloró.

La lectura pública o la publicación de las Escrituras fue la excepción, no la regla, en los tiempos bíblicos.

Sin el templo, sin rey o sin la tierra, una cultura de escribas se convirtió en la fuerza motora de la fe y de la religión de Israel. No había templo centralizado para que el pueblo de Dios se congregara en adoración para escuchar los coros levíticos cantando las liturgias y los himnos de los cuales habían aprendido su fe durante el período preexílico. En base al "libro de la ley" allí se desarrolló la Historia Deuteronomista (Deuteronomio, Josué, Jueces, 1–2 Samuel, 1–2 Reyes) libros que comparten el lenguaje, los temas y la perspectiva teológica de Deuteronomio. Además, se compilaron otros rollos y se editaron en sus versiones casi completas, como los rollos proféticos y el Pentateuco, los cuales leyó más tarde Esdras el escriba luego del regreso de Babilonia. El giro gradual del templo a la Torá se puede ilustrar en la reescritura posexílica de las tradiciones del primer templo halladas en 1–2 Reyes, por parte del cronista. Las frases preexílicas "delante de mí" (1 Rey 8:25) y "ante los ojos de Jehová" (1 Rey 14:22), que se refieren principalmente a la presencia de Dios en el templo, se reemplazan con expresiones que hacen referencia a la "ley" de Dios o "Torá" (2 Crón 6:16; 12:1).

Los salmos del Segundo Templo y el libro de los Salmos. En los salmos que son evidentemente posexílicos (observar, por ej., el pedido de restauración del exilio en el Sal 106:47 y la distinción entre las casas de Aarón y Leví en el Sal 135:19–20), la lectura de la trama del Pentateuco pasa al centro del escenario (Sal 105; 106; 135; 136). En el Sal 135, a la secuencia éxodo-conquista le precede las afirmaciones de Yavé como rey cósmico y Dios de los cielos, lo cual implica que la soberanía cósmica de Yavé se evidencia ahora en los hechos históricos de las "señales y prodigios … contra Faraón" y en el hecho que "destruyó a muchas naciones" (ver el mismo patrón en el Sal 136). De hecho, los salmos que afirman con más fuerza la soberanía de Yavé sobre las naciones son estos dos salmos, junto con el Sal 115 (Sal 115:2–3; 135:5–6; 136:2–4).

La combinación de la tradición cósmica de Yavé como rey divino con las tradiciones históricas del argumento del Pentateuco dan lugar a una simbiosis que genera una teología de Yavé radicalmente nueva. Yavé, al volverse rey cósmico sobre todos los seres divinos en el concilio celestial, se convierte en el rey político sobre todas las naciones como se evidencia por medio de la repetición de "reyes" y "reinos" vencidos en Canaán y especialmente en Transjordania (Sal 135:10–11; 136:17–20). Los salmos posexílicos son los primeros en referirse al "reino" de Yavé. Con el surgimiento de las Escrituras y de la Torá del Pentateuco, los salmos Torá (Sal 1; 19:7–14; 119) reflejan una recién descubierta devoción por la lectura meditativa y el estudio de la Torá escrita. Efectivamente, este desarrollo es evidente en la compilación final del "libro de los Salmos" mismo, donde se recopilaron las colecciones anteriores para que los Salmos se convirtieran en una Torá por derecho propio, como reflejo de los cinco libros del Pentateuco. A cada libro lo delimita una doxología final, tal como "Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y amén" (Sal 41:13; y Sal 72:18–19; 89:52; 106:48).

El himno imperativo del Sal 150 sirve de doxología no solamente para el libro V sino también para el libro de los Salmos en conjunto. Probablemente fue en esta etapa final de edición que los Sal 1 y 2 se ubicaron al comienzo de la colección. El hecho que carecen de un sobrescrito los separa del resto de los salmos del libro I. El Sal 1 había sido originalmente un salmo Torá, donde "la ley del Señor" se refería a la Torá del Pentateuco. Ahora, en su nueva ubicación introduciendo los cinco libros de los Salmos, anima a la meditación en los salmos como literatura.

Hay indicios de etapas todavía anteriores de edición o redacción en la colección de los salmos. En los sobrescritos de algunos de los salmos se observan salmos "davídicos" (Sal 3–41, salvo los Sal 10 y 33; 51–65; 68–71; 86; 101; 103; 108–110; 138–145). Esta colección real es diferente de las dos colecciones levíticas halladas en los salmos de "los hijos de Coré" (Sal 42–49; 84–85; 87–88) y los salmos de "Asaf" (Sal 50; 73–83). Los salmos de Coré aparecen en los Libros II y III, y los salmos de Asaf principalmente en el Libro III. En el libro V, están los "Cánticos Graduales" (Sal 120–134), los cuales probablemente integraban un libro de oración para peregrinos del templo posexílico. Normalmente, la mayoría de estos salmos posexílicos aparecen en el Libro V. Un análisis de los rollos de los Salmos hallados en el mar Muerto muestra que el orden de los Sal 1–89 ya se había fijado para la época de la comunidad de Qumrán (antes del primer siglo a.C.), pero el ordenamiento de los salmos restantes era bastante fluido hasta el final del primer siglo d.C. (ver Flint, The Dead Sea Psalms Scrolls, 135).

Superponiendo los libros II y III está el "Salterio Elohístico" (Sal 42–83), donde se prefiere el nombre hebreo genérico para Dios, Elohim, cinco veces más que el nombre divino Yavé, el cual se traduce generalmente como "el Señor" en algunas de las versiones españolas. Esta es la proporción opuesta a la encontrada en el resto del libro de los Salmos. Esta preferencia es especialmente evidente en los salmos duplicados. El Sal 14 es prácticamente idéntico al Sal 53, pero el anterior usa el nombre divino Yavé, mientras que el último usa el nombre genérico Elohim. Lo mismo es cierto para los Sal 40:13–17 y el Sal 70. Aunque estos cuatro salmos son "de David", esos duplicados implican que estos salmos yavistas y elohistas habían circulado en colecciones separadas antes de incorporarse al libro de los Salmos.

Los géneros y los escenarios de vida de los salmos

Como la mayoría de los salmos se pensaron originalmente para los servicios regulares de adoración, especialmente en el templo de Jerusalén, un análisis de los diversos géneros o tipos de salmos se podría basar en el camino que habrían seguido los peregrinos en la utilización de los salmos. El camino comienza con salmos de los peregrinos que reflejan el viaje desde y hacia el templo. Una vez llegado al templo, se requiere la participación en los ritos de pasaje: La liturgia que aclara quiénes pueden entrar a este espacio. Esto sería seguido por el canto de los himnos apropiados para las festividades anuales de Pascua, de las Semanas y de los Tabernáculos, incluyendo los "Cánticos de Sion" y los salmos del reinado de Yavé.

El libro de los Salmos también contiene oraciones especiales y de acción de gracias para grupos o necesidades particulares. Debido a que los salmos de oración individual muestran poca conexión con un sitio sagrado y sus rituales, probablemente se usaban cada vez que hacía falta. Pero una vez que esos salmos de oración recibían respuesta, sus salmos de agradecimiento correspondientes probablemente se cantaban frente a la congregación, donde seguramente hacían las veces de testimonio público. En los casos de emergencias nacionales, como ante una inminente batalla, los salmos reales a favor de rey y de su ejército se habrían ofrecido en el templo de Jerusalén, lo mismo que los salmos reales en conmemoración de la entronización del sucesor del rey.

Salmos del peregrino. Un oráculo profético de esperanza contenido en el libro de Isaías revela la función del canto durante el viaje hacia el templo y en la observancia de una fiesta de peregrinación: "Ustedes cantarán como en noche de fiesta solemne; su corazón se alegrará, como cuando uno sube con flautas a la montaña del Señor, a la Roca de Israel" (Isa 30:29 NVI). Algunos salmos individuales son particularmente adecuados para los peregrinos: Sal 23; 27 (posiblemente); Sal 42–43; 61; 63; 84. Los "Cánticos Graduales" (Sal 120–134), especialmente los Sal 121 y 122, probablemente eran una colección destinada especialmente a los peregrinos que visitaban el segundo templo. Los salmos reflexionan sobre el viaje al templo, donde Yavé congrega a su pueblo en su santuario protector (ver esp. Sal 23 y 61).

Liturgia para entrar al templo.Los Sal 15 y 24 (esp. Sal 24:3–6), junto con Isa 33:14b-16, contienen:

una doble pregunta sobre quién residirá en el monte santo de Yavé

una respuesta que enumera las condiciones requeridas

una promesa para quienes entran

Como se considera que las condiciones en la lista más larga en el Sal 15 son 10, estos salmos parecen ser alguna forma de "torá" sacerdotal profética proclamada ante la asamblea de peregrinos. El Sal 24 ubica su "torá" de entrada en el contexto de la entrada del "Rey de Gloria", cuya presencia probablemente se simbolizaba con el arca de los querubines, a través de las "puertas" sagradas.

Mientras los Sal 5, 26, 28, 36, y 52 generalmente se asignan a diversos géneros, mayormente lamentos individuales, ninguno de ellos realmente contiene un lamento formal. Su alusión a los malvados no menciona amenaza para el orador, ni lamento por las víctimas. Como la descripción de los "rectos" en los Sal 15 y 24 no identifica a ninguna persona en particular, así también las descripciones de los "malvados" en los Sal 5, 26, 28, 36, y 52 no informan sobre personas o grupos sociales en particular en el antiguo Israel. Más bien, esas descripciones son simples perfiles de personajes, y se enfocan en el discurso engañoso. Como en la mayoría de los salmos, el lenguaje aquí deriva principalmente del simbolismo y las metáforas del templo, no de circunstancias personales o sociales. Cada uno de estos salmos muestra afinidades con las liturgias de entrada al templo contenidas en los Sal 15 y 24, donde hay indicaciones de juicio y de separación de caminos: Los "rectos" que podrán entrar y los "malvados" que no podrán. Estos salmos también parecen ubicar su función en el templo, y el "yo" en estos salmos parece hablar en nombre de los demás fieles. Por lo tanto, probablemente estos salmos se utilizaban como una forma de respuesta congregacional a las leyes de entrada al templo proclamadas por los sacerdotes.

Esta liturgia de entrada al templo destaca el momento trascendental del encuentro con Dios, a medida que los peregrinos buscan entrar en su lugar santo o sagrado. El carácter de los fieles debe adecuarse al carácter del Dios al que afirman adorar. La prueba de tornasol que Dios usa para determinar el verdadero color de sus adoradores está inmersa en su vida pública, diaria, no en los rincones privados de la "espiritualidad" o de su relación "personal" con Dios. Yavé considera la forma en que tratan a sus vecinos como sintomático de su vida interior. No hay mero ritualismo ni piedad privatizada. Detrás de las afirmaciones de espiritualidad, debe haber comportamiento social concreto. Por lo tanto los salmos comparten con los profetas bíblicos la noción de que la justicia social es un prerrequisito para la adoración auténtica.

Himnos corporativos. Una vez que los peregrinos eran ritualmente admitidos en el espacio sagrado del templo, podían participar en la adoración dirigidos por los coros levíticos al cantar las alabanzas hímnicas (תְּהִלָּה, tehillah), las cuales alaban los atributos y los hechos de Dios de una manera general o resumida. El Sal 145 aclama sus "poderosos hechos" en general, hablando de su "grandeza" y su "bondad", mientras que el Sal 136 relata eventos particulares de la liberación del éxodo. Los salmos generalmente considerados himnos son los Sal 8, 29, 33, 65, 66, 68, 75 (también combinan elementos de acción de gracias y profecía), el Sal 78 (aunque explícitamente de "enseñanza"), los Sal 81, 92 (con elementos de acción de gracias individual), los Sal 95, 100, 103, 104, 105, 107 (aunque una forma de acción de gracias corporativa), el Sal 111 (con elementos de acción de gracias y salmos de sabiduría), los Sal 113, 114, 115 (con elementos de oración corporativa), los Sal 117, 118 (con elementos de acción de gracias individual), los Sal 135, 136, 145, 146, 147, 148, 149, 150. Algunos de esos himnos también contienen oráculos proféticos (Sal 75:2–5; 81:6–16; 95:8–11). La mayoría comienzan con un llamado imperativo a alabar, invocando a la congregación a "cantar", a "dar gracias", y a "alabar" (especialmente con el familiar "Halelu-Ya" e. d. "Alaben al Señor"), y con frecuencia seguido con un resumen introductorio (ej., "porque él es bueno"). El cuerpo del salmo alaba la grandeza y la bondad de Dios.

Algunos himnos se realizaron evidentemente para acompañar los rituales del templo. El Sal 68, por ejemplo, describe la "procesión" de Yavé hacia el "santuario" como un evento simultáneo (Sal 68:24). Comienza con "la Canción del Arca" (comparar Núm 10:35), la cual Moisés había cantado al comienzo de cada día en que el arca guiaba al pueblo por el desierto. Como este canto invoca a Dios a "levantarse" este imperativo probablemente iniciaba una procesión guiada por el arca de los querubines, la cual simbolizaba el trono y la carroza de Yavé cuando "subía" al santuario. Esta procesión ritual recuerda cuando Yavé "anduvo por el desierto" (Sal 68:7) cuando viajaba desde su monte santo del "Sinaí" y finalmente "subió" a su "santuario" (Sal 68:17–18) el cual ahora estaba en Jerusalén (Sal 68:29). Yavé "cabalga", las "nubes" (Sal 68:4) y los "cielos" (Sal 68:33) sobre esa carroza de querubines (Sal 68:17, comparar Sal 18:10; 104:3–4) como el Dios de los cielos que "truena" arriba, que "lanza" a sus enemigos, y "esparce abundante lluvia" para su pueblo y la tierra (Sal 68:2, 7–10, 33). Las diversas alusiones de cierre al "poder" de Yavé (Sal 68:28, 33–35) tienen sentido a la luz de la designación "el arca de tu poder" en el Sal 132:7–8 (también en el Sal 78:61). De lo contrario es difícil, si no imposible, explicar la unidad y la evolución del Sal 68 separado de su conexión con la procesión ritual del arca de los querubines.

Algunos himnos reflejan afinidades con festividades particulares de peregrinos. El Sal 66 conmemora la oportunidad en que Yavé "volvió el mar en seco" (Sal 66:6) y por lo tanto se vincula con la fiesta de la Pascua. Su estructura también ilustra cómo la acción de gracias individual y los sacrificios de acción de gracias se incorporaron al festival de adoración. El Sal 65 menciona el cumplimiento de los votos, insinúa la participación en las ofrendas de acción de gracias (Sal 65:1, 4), y celebra las lluvias que Dios ha enviado, mientras hay todavía grano en el campo (Sal 65:9–13). Estas claves apuntan a la fiesta de los panes sin levadura (también conocida como Pascua), en el tiempo de la cosecha de la cebada pero siete semanas antes de la cosecha del trigo (como se observa en la inscripción hebrea, el calendario de Gezer; comparar también "ofreceréis el nuevo grano a Jehová" e. d. la cebada en Lev 23:4–16).

Cánticos de Sion. A los Sal 46; 48; 76; 84; 87 (observar también Sal 132:13–18) se los llama cánticos de Sion (así llamados en el Sal 137:3). El monte Sion era el monte donde se construyó el templo salomónico. Mientras que la mayoría de los himnos convoca a la congregación a celebrar el carácter y las obras de Yavé, estos cantos se enfocan en la relación especial de Yavé con su monte santo (Sal 46:4; 48:1; 87:1). Los Sal 46, 48, y 76 afirman que "su habitación [de Dios] está en Sion", que Dios ha paralizado a las naciones que lo asaltaron, y manda a los fieles a reconocer a Dios como protector soberano. Las naciones también se mencionan en el Sal 87, pero aquí vienen como peregrinos de Yavé que declaran su derecho de nacimiento en Sion, en lugar de ser agresoras. Otros salmos aluden a participantes internacionales en la adoración de Yavé (Sal 47:9; 96:7–9; 100:1).

Salmos sobre el reinado de Yavé. Los Sal 47; 93; 96; 97; 98; 99 a menudo se asignan al género de los salmos sobre el reinado de Yavé. Estos salmos tienden a tener un alcance más internacional y cósmico, con menos énfasis en la posición especial de Israel. Con la excepción del Sal 98, cada uno de ellos contiene la aclamación "Jehová reina" (יהוה מלך, yhwh mlk). En la mayoría de los casos en que un nombre propio antecede inmediatamente a este verbo hebreo, la frase adquiere el sentido de "tal y tal ha llegado a ser rey". (1 Rey 1:18; 15:25; 16:29; 22:41, 51; 2 Rey 3:1; 15:13). Esos salmos celebran el reinado de Yavé representando litúrgicamente su "entronización". No obstante, no sugieren que en algún momento anterior, Yavé no haya sido rey. Son análogos al himno de Pascua, "Cristo el Señor ha resucitado hoy". Más que implicar que Jesús resucita cada año, este himno celebra la resurrección de Cristo contemporizando ese hecho con el momento de la adoración.

En estos salmos se destaca el simbolismo del arca con los querubines, por medio del cual Yavé se describe como entronizado y también transportado en una carroza. La tradición más amplia propia del Cercano Oriente antiguo sobre un reinado divino cósmico se repite aquí, en ella:

1. la deidad de los cielos domina sobre el caos de las aguas

2. por eso es aclamado rey

3. su templo/palacio se levanta en su monte santo (ver especialmente Sal 93 y 97).

Salmos de oración individual. Las oraciones individuales son Sal 4; 6; 7; 13; 17; 22; 25; 27; 31; 35; 38; 39; 40; 41; 42–43; 51; 54; 55; 56; 57; 59; 61; 64; 69; 70; 71; 77; 86; 88; 102; 109; 139; 140; 141; 142; 143. En algunas oraciones individuales, el "yo" que habla parece ser un liturgista representante que dirige un servicio regular, no un individuo solitario en una crisis especial (tal vez los Sal 4; 25; 40; 57; 61; 64; 139). Algunas oraciones individuales reflejan preocupaciones corporativas, como la inestabilidad social (Sal 59; 64; 140) y el exilio (Sal 77; 102), y por lo tanto tal vez un uso corporativo. Los salmos de confianza son Sal 11; 16; 23; 62; 63; 91.

Los salmos de oración individual carecen de vínculos claros con el santuario, la congregación y los rituales. Aunque en ciertas oportunidades posiblemente aludan al lugar sagrado de Yavé (ej., Sal 3:4), no presentan ninguna indicación de que realmente se utilizaban allí, en contraste con los salmos e himnos de entrada al templo. Probablemente se usaban en ceremonias privadas, menos oficiales, supervisadas por un liturgista, levita, o anciano, en ocasión de alguna situación especial de emergencia del individuo. Especialmente en situaciones de enfermedad (ej., Sal 38), posiblemente se invocaba el salmo al lado de la cama del enfermo en lugar de requerir que transportaran al enfermo a un santuario para disfrutar de los beneficios de un salmo de oración.

Estos salmos también carecen de alusiones a las tradiciones históricas, nacionales, que se registran en los himnos y salmos de oración corporativa. En su lugar, reflejan confianza en "mi Dios" quien responderá al llamado de quien hace la petición.


1. Destinatario y oración introductoria




"Oh Señor" (Sal 13:1 NTV) "Respóndeme cuando clamo …" (Sal 4:1)


2. Lamento








a. Yo


"¿Hasta cuándo tendré [yo] que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día?" (Sal 13:2 NTV)




b. Tú (Dios)


"¿Hasta cuándo te olvidarás de mí?" "¿Será para siempre?" (Sal 13:1 NTV)




c. Ellos(los enemigos)


"¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?" (Sal 13:2)


3. Confesión de fe




"Mas yo en tu misericordia he confiado" (Sal 13:5)


4. Petición








a. De un favor


"Mira, respóndeme" (Sal 13:3)




b. De intervención


"Alumbra mis ojos" (Sal 13:3)




c. Motivo


"Para que no diga mi enemigo: Lo vencí" (Sal 13:4)


5. Voto de alabanza




"Cantaré a Jehová" (Sal 13:6)


6. Acción de gracias anticipada




"Porque me ha hecho bien" (Sal 13:6)


En el lamento, la aflicción se describe de manera que despierte una respuesta de Yavé. Generalmente el lamento en primera persona (yo) debería evocar su compasión, el lamento contra Dios debería evocar su sentido de obligación para ayudar, y el lamento por causa del enemigo, la ira de Yavé. Solamente una tercera parte de todos los salmos de oración (incluyendo los individuales y los corporativos) contienen un lamento contra Dios, en relación a su disposición (ej., su ira, su olvido, el esconder su rostro) o su (falta de) intervención, ya sea activamente hostil (ej., Sal 89:42) o pasivamente indiferente (ej., Sal 10:1). Los salmos de oración se pueden distinguir de los salmos de súplica, donde Dios es un tercero en la angustia, y de los salmos de queja, donde se le adjudica a Dios una cierta responsabilidad.

Salmos de oración corporativa. Las oraciones corporativas son los Sal 9–10; 12; 14; 44; 53; 58; 60; 67; 74; 79; 80; 82; 83; 85; 89 (también un salmo real); Sal 90; 94; 106; 108; 137; 144 (con adaptaciones reales). Sus motivos literarios son muy similares a los de las oraciones individuales. Pero en lugar de la "confesión de fe", generalmente hay una "referencia a hechos pasados de salvación", que recuerdan tradiciones históricas corporativas. Además, el "voto de alabanza" no parece ser un componente esencial como en las oraciones individuales.

Los salmos de oración corporativa tienden a ser más extensos y contienen un argumento más sostenido para la intervención de Yavé, el cual se basa en sus hechos loables pasados conocidos por las antiguas tradiciones. En algunos casos, el salmo yuxtapone estas tradiciones antiguas de alabanza con la experiencia lamentable presente de la congregación, la cual se describe como lo opuesto del precedente anterior de salvación (ver Sal 44; 89).

Acción de gracias individuales. Los salmos de acción de gracias son Sal 30; 32; 34; 116; 138 (ver también Sal 40:1–10; 66:13–20; 118:5–18, 21, 28). Mientras que los salmos hímnicos (תְּהִלָּה, tehillah) alaban los atributos y los hechos de Dios de manera general y resumida, los de acción de gracias individual (תּוֹדָה, todah) lo alaban por una liberación singular reciente. Generalmente contienen los siguientes motivos:


1. Proclamación de la alabanza




"Te exaltaré, Señor" (Sal 30:1a NVI)


2. Resumen introductorio




"porque me has exaltado" (Sal 30:1)


3. Informe de liberación








a. Relato del lamento


"Escondiste tu rostro, fui turbado" (Sal 30:6–7)




b. Relato de la petición


"A ti, oh Jehová, clamaré" (Sal 30:8–10 2)




c. Relato de la respuesta y la liberación de Dios


"Has cambiado mi lamento en baile" (Sal 30:11, 3)


4. Renovación del voto de alabanza




"¡Siempre te daré gracias!" (Sal 30:12 NVI)


5. Alabanza hímnica




"Cantad a Jehová … Porque un momento será su ira" (Sal 30:4–5)


La acción de gracias individual es lo opuesto a la oración individual; es la alabanza prometida al final de los salmos de oración. El "informe de liberación" es básicamente un testimonio, y es mayormente un ensayo de la oración anterior. Como estas acciones de gracias se dirigen a una congregación (Sal 30:4; 116:14, 18–19; comparar 22:22, 25), probablemente se realizaban en una ceremonia pública, formal, tal vez en el templo. En la mayoría de los casos, un sacrificio de acción de gracias acompañaba a la presentación de un salmo de acción de gracias (Sal 116:17–19).

Salmos reales. Los salmos reales son los Sal 2; 18; 20; 21; 45; 72; 89 (también oraciones corporativas); Sal 101 (tal vez también relacionados con la entrada al templo); y los Sal 110; 144 (aunque posiblemente un compuesto aplicado a la comunidad posexílica) (observar también el Sal 132:1–12). Aunque el rey davídico es central a cada uno, estos salmos no constituyen un género literario de por sí, ya que contienen una variedad de motivos literarios y reflejan una diversidad de funciones sociales, como:

Coronaciones (Sal 2; 110)

Casamientos (Sal 45)

Oraciones antes y después de las batallas (Sal 18; 20; 21; 89)

Intercesiones generales (Sal 72)

Mientras que los salmos reales llegan a tener significado mesiánico en el Nuevo Testamento, originalmente se cantaban en nombre de los reyes davídicos en el período preexílico. Reflejan los ideales prescritos de la monarquía, tal como un reinado caracterizado por la rectitud y la justicia, y por la victoria y un imperio extensivo. Sin embargo, los libros históricos de 1 y 2 Reyes, reflejan las realidades descriptas de la monarquía y hablan de su fracaso final en lograr esos ideales. En el Sal 89, por ejemplo, el oráculo dinástico promete al rey el derecho a la condición divina de hijo y la supremacía sobre los demás reyes terrenales (Sal 89:26–27), pero el lamento final describe el miserable fracaso del rey en batalla (Sal 89:49).

Aunque la monarquía davídica terminó en un fracaso con el exilio babilónico, los salmos reales igual se mantuvieron en el libro de los salmos, el cual se terminó en el período posexílico, cuando Judá carecía de rey propio bajo el Imperio Persa. La retención de los salmos se explica mejor por su reinterpretación ejemplificada en los profetas, quienes tomaron el lenguaje de esos salmos reales y generaron la esperanza en un nuevo David (ej., Isa 9:6–7; 11:1–5; Miq 5:2–5a; Jer 23:5–6; Eze 34:23–24; 37:24–28; Zac 9:9–10). Así, incluso antes del Nuevo Testamento, estos salmos tomaron un significado profético.

El Nuevo Testamento comienza con la afirmación de que "Jesucristo" es el "hijo de David" (Mat 1:1) y lleva la interpretación profética de los salmos un paso más adelante. Después de la venida de Jesucristo, los salmos se comenzaron a ver con una nueva luz. No solamente se identificó a Jesucristo como "el hijo de David" (Mat 1:1; 21:9, 15; 22:41–45), sino que también era "el hijo del hombre" (Sal 8:4 y Heb 2:6–10); Jesucristo fue ungido como rey y como absolutamente humano. Como la personificación del verdadero Israel y del sujeto davídico de los salmos (ver el recuadro "David y los sobrescritos de los Salmos") incluso los lamentos como, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" y "Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes" (Sal 22:1, 18), pueden predecir la pasión del Afligido (Mat 27:46; 27:35; Mar 15:34; y Juan 19:24; Luc 23:34).

Salmos de sabiduría y salmos Torá. Los salmos de sabiduría reflejan la misma tradición de sabiduría conocida en los Proverbios, Job, y Eclesiastés. En lugar de dirigirse directamente a Dios en adoración, incorporan formas literarias características de los sabios. Enseñan a vivir sabiamente, o señalan las anomalías de la vida. El Sal 37, por ejemplo, trata el problema de la prosperidad del malvado y forma un acróstico, donde la primera palabra de cada verso sigue al alfabeto hebreo (como en el poema de la mujer virtuosa que cierra el libro de Proverbios, Prov 31:10–31), y contiene la forma proverbial "mejor es" (comparar Sal 37:16 y Prov 15:16; 16:8). De manera similar, el Sal 49 demuestra la insensatez y el final fatal de aquellos que confían en la riqueza. Remite a formas literarias como el proverbio y el enigma. El Sal 112, otro acróstico, celebra las virtudes y recompensas de los justos.

Los salmos Torá, Sal 1, 19:7–14, y 119, se refieren singularmente a "la ley del Señor". Mientras que "torá" generalmente se traduce como "ley", la palabra significa "instrucción", y por lo tanto puede incluir instrucción en cualquier formato, como leyes, relatos, poemas. Como los Sal 19 y 119 también se refieren a los "testimonios", "preceptos", "mandamientos" y "juicios" de Jehová, la Torá particular a la que hacen referencia es a la Torá del Pentateuco. Estos salmos testifican del cambio dramático en la fe de Israel: De la liturgia y los rituales del templo como centro principal de la devoción en el período preexílico, a la Torá escrita en el período posexílico.

La teología y la espiritualidad de los salmos

El libro de los Salmos puede aparecer en el centro de la Biblia cristiana intencionalmente. Los salmos expresan el espíritu de la conversación que tiene lugar entre Dios y su pueblo. Su popularidad a través de los siglos radica en las palabras humanas que articulan los más íntimos sentimientos de gozo, las aspiraciones, y los temores, y en las palabras proféticas en las cuales Dios mismo nos reafirma y a la vez desenmascara nuestras pretensiones.

Los salmos no son simplemente antiguas liturgias y literatura para el curioso. Como Escritura, los salmos revelan a Dios. No obstante, a diferencia de la Torá mosaica y los Profetas, los salmos son principalmente palabras humanas dirigidas a Dios. Reflejan lo que Israel encontró apropiado y efectivo para hablar con Dios. En este sentido, no son una "lente" enfocada en Dios, como lo representan los Profetas, sino un "espejo" que refleja el carácter de Dios.

Por ejemplo, los salmos se refieren con frecuencia al "rostro de Dios" (Sal 24:6; 27:4, 8; 105:4) y le piden a Dios "inclina a mí tu oído" (Sal 17:6; 102:2) y "mira mi aflicción" (Sal 9:13; comparar 33:18). Estos reclamos podrían haberse malinterpretado en el contexto cultural del antiguo Israel. Entre los vecinos de Israel se consideraba que "el rostro de Dios" tenía su equivalente literal en el rostro de una estatua o ídolo divino. A riesgo de interpretaciones erróneas acerca "del rostro de Dios" y con ello de violar la repetida prohibición bíblica contra las imágenes, los salmos bíblicos insisten en usar esta metáfora para describir a Dios como una persona viva e interactiva.

En los salmos de lamento o de oración, los lamentos intentan mover a Dios a la compasión y las peticiones le imploran su intervención. Juntos, esos motivos dan testimonio de la creencia que es posible persuadir a Dios. Por lo tanto, indirectamente, los salmos hacen una profunda afirmación sobre la soberana condescendencia de Dios, por medio de la cual elige abrirse a la influencia humana.

Además de ser una fuente de teología, los salmos instan al pueblo de Dios a comprometer esas creencias en la adoración. Para el cristiano, además de Escrituras, los salmos son también un himnario. El apóstol Pablo manda a los creyentes a "animarse unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales" (Efe 5:19; Col 3:16). Además de expresar creencias acerca de Dios, los seres humanos, y el mundo, los salmos también deben moldear la adoración. Los salmos de lamento invitan al pueblo de Dios a "derramar delante de él vuestro corazón" (comparar Sal 62:8); en términos que revelen auténticamente el corazón, incluso cuando esos lamentos no sean siempre "teológicamente correctos" (ej., comparar Sal 22:1, 24). Las liturgias de entrada al templo y los himnos invitan al pueblo de Dios a tener una audiencia con el Rey cósmico (Sal 24; 95).

El profeta Oseas ordena al pueblo de Israel "Llevad con vosotros palabras de súplica y volved a Jehová" (Ose 14:2). De manera semejante, el libro de los Salmos provee esas palabras para que el pueblo de Dios suplique y alabe al Señor.

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Comentarios

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Craig C. Broyles


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