lunes, 15 de diciembre de 2008

ESCUELA BÍBLICA VACACIONAL



 

JESÚS EL AMIGO QUE ME PERDONA

Objetivo:

Recordando la negación de Pedro, el niño entenderá que aunque hayamos ofendido a Dios, él siempre está dispuesto a perdonarnos y restaurarnos, tal como lo hizo con Pedro.

Enfatizar en el niño la necesidad del perdón.

 

Texto base:

Lo prendieron, lo llevaron y lo condujeron a casa del Sumo sacerdote. Y Pedro lo seguía de lejos. Encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor; también Pedro se sentó entre ellos. Pero una criada, al verlo sentado al fuego, se fijó en él y dijo:  —También este estaba con él.

Pero él lo negó, diciendo: —Mujer, no lo conozco.

Un poco después, viéndolo otro, dijo: —Tú también eres de ellos.

Y Pedro dijo: —Hombre, no lo soy.

Como una hora después, otro afirmó, diciendo: —Verdaderamente también este estaba con él, porque es galileo.

Y Pedro dijo: —Hombre, no sé lo que dices.

Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces». Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.[1]

 

Introducción:

¿Cuántas veces hemos ofendido a un amigo? Luego nos sentimos mal, pensamos en cómo se sentirá, nos da pena verlo y parece que no hubiese solución a esa situación tan incómoda.

Sí existe una solución es el perdón.

A través de esta lección veremos que un amigo de verdad está dispuesto a perdonar y restaurar. Pedro era buen amigo de Jesús, sin embargo le falló, no le fue fiel, eso le hizo sentir muy mal, pero el Señor le perdonó y volvieron a ser verdaderos amigos.

 

Desarrollo:

·         La advertencia:

Ya el Señor Jesús le había advertido a Pedro lo que iría a pasar:

Después, Jesús le dijo a Pedro: —Pedro, escucha bien. Satanás ha pedido permiso a Dios para ponerles pruebas difíciles a todos ustedes, y Dios se lo ha dado. Pero yo he pedido a Dios que te ayude para que te mantengas firme. Por un tiempo vas a dejarme solo, pero después cambiarás. Cuando eso pase, ayudarás a tus compañeros para que siempre se mantengan fieles a mí.

 Enseguida Pedro le dijo: —Señor, si tengo que ir a la cárcel contigo, iré; y si tengo que morir contigo, moriré.

 Y Jesús le dijo: —Pedro, hoy mismo, antes de que el gallo cante, vas a decir tres veces que no me conoces.[2]

Pedro estaba advertido. No podía decir que no le habían avisado del peligro y de la seriedad de la situación, su propio vida estaba en juego.

Todos nosotros somos igualmente vulnerables a caer, a ofender a Dios, como Pedro. Aunque le hayamos prometido serle fiel.  

·         La tragedia:

Las tragedias ocurren muchas veces por exceso de confianza.

Cuando decimos yo nunca en la vida haría eso, con eso es que hay que tener más cuidado, porque en los puntos en los que nos sentimos más seguros es donde ataca Satanás y muchas veces los encuentra desprotegidos, por confiados. Eso le pasó a Pedro.

Luego de ofender a Jesús negándole, el canto del gallo como que hizo aterrizar a Pedro, y se acordó de la advertencia que le había hecho Jesús. Se había descuidado y había caído.

¡Qué pesar sentiría! Pero no era todo, el divino maestro le mira sin reprocharle, no le dijo ¿si vé? ¡yo le dije! Eso hubiese sido mejor para Pedro, pero no lo miró para echarle en cara lo que había hecho sino que lo miró con ternura.  Y eso le partió el corazón a Pedro. ¿Qué sentirá el maestro, qué pensará de mí ahora?

Aunque Pedro acababa de negar a Jesús, Jesús con su mirada le dijo que a pesar de todo él no le iba a abandonar. ¡Qué consuelo es para nosotros el saber que si somos infieles, él permanece fiel.[3] Pedro encontró en Jesús al amigo que sí perdona.

Una sola mirada de Jesús hizo que Pedro se derritiera por dentro y derramase lágrimas de genuino arrepentimiento por su pecado.

·         La restauración:

El experimentar la vergüenza y el fracaso nos da la compasión y la comprensión que no tendríamos de otra forma. Ahora Pedro estaba listo para ayudar a sus hermanos en momentos semejantes.

Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres más que estos?

Él le respondió: —Sí, Señor. Tú sabes que te quiero.

Jesús le dijo: —Entonces cuida de mis seguidores, pues son como corderos.

Jesús volvió a preguntarle: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?

Pedro le contestó: —Sí, Señor. Tú sabes que te quiero.

Jesús le dijo: —Entonces cuida de mis seguidores, pues son como ovejas.

Por tercera vez le dijo: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?

Pedro se puso muy triste de que tres veces le había preguntado si lo quería. Entonces le contestó: —Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.

Jesús le dijo: —Cuida de mis ovejas.[4]

Jesús estaba restaurando el ministerio de Pedro, un amigo ofendido perdonando y restaurando la amistad del amigo ofensor.

 

Conclusión:

Hay esperanza para aquel que aunque caiga en pecado, esté comprometido con Dios en seguir adelante con su ayuda.

Así como Jesús hace con nosotros también debemos hacer con nuestros amigos. Él perdonó y olvidó lo que Pedro hizo. No digamos yo perdono pero no olvido. Eso no es lo que hace Jesús.

Alguien acá habrá ofendido a Jesús. Recuerde que Jesús es el amigo que me perdona. ¿Por qué no hacemos las paces con él?

Oremos…



[1] Lucas 22: 54 al 62

[2] Lucas 22: 31 al 38

[3] 2 Timoteo 2: 13

[4] Juan 21: 15 al 17


 
ADONAY ROJAS ORTIZ
Pastor IPUC
http://www.adonayrojasortiz.blogspot.com/
 




Windows Live Hotmail now works up to 70% faster. Sign up today.

No hay comentarios:

Generalidades de la Escatología Bíblica

NO DEJE DE LEERLO