Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Lunes 7 de Octubre de 2019
Hemos pecado
Cesó el gozo de nuestro corazón, y nuestra danza se cambió en luto. La corona ha caído de nuestra cabeza. ¡Ay ahora de nosotros, porque hemos pecado! (Lamentaciones 5:15–16).
¡Al fin se reconoce y confiesa toda la verdad!
La palabra de Dios es clara al afirmar que El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Pero esa es la parte más difícil para el ser humano, que se reconozca y se confiese como pecador. Los judíos de la época de Jesús no se reconocían pecadores, se creían sanos, pensaban que veían bien, pero estaban igual de enfermos y ciegos que todos los demás mortales. Este verso que leemos hoy es la cúspide de la confesión y el lamento de los habitantes de Jerusalén, después de su caída. Ellos comienzan lamentándose por sus padres, Nuestros padres pecaron y nosotros llevamos su castigo. Luego de quejarse de sus calamidades finalmente llega un punto en el que se reconoce y se confiesa toda la verdad: hemos pecado. De otro modo no se puede recibir la salvación.
¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!
Gracia y Paz
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
7869853401
8301 Liberty Rd,
Windsor Mill, MD 21244
Miércoles 7 PM
Domingos 8 AM
https://www.facebook.com/pentecostalesdebaltimore/
pentecostalesdebaltimore@gmail.com
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Hemos pecado
Cesó el gozo de nuestro corazón, y nuestra danza se cambió en luto. La corona ha caído de nuestra cabeza. ¡Ay ahora de nosotros, porque hemos pecado! (Lamentaciones 5:15–16).
¡Al fin se reconoce y confiesa toda la verdad!
La palabra de Dios es clara al afirmar que El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Pero esa es la parte más difícil para el ser humano, que se reconozca y se confiese como pecador. Los judíos de la época de Jesús no se reconocían pecadores, se creían sanos, pensaban que veían bien, pero estaban igual de enfermos y ciegos que todos los demás mortales. Este verso que leemos hoy es la cúspide de la confesión y el lamento de los habitantes de Jerusalén, después de su caída. Ellos comienzan lamentándose por sus padres, Nuestros padres pecaron y nosotros llevamos su castigo. Luego de quejarse de sus calamidades finalmente llega un punto en el que se reconoce y se confiesa toda la verdad: hemos pecado. De otro modo no se puede recibir la salvación.
¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!
Gracia y Paz
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
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